Este poema corto describe la belleza de una flor y cómo su aroma atrae e incita la pasión humana, aunque la flor misma no es culpable. El poema celebra la esencia de la flor y cómo despierta los instintos a través de su fragancia. Fue escrito por César Castillo y forma parte de su colección "Letras Esculpidas".