La etnografía tuvo su origen en el siglo XIX en Europa. Se configuró con la intención de realizar trabajo de campo, lo que le da su cualidad central. El oficio de la etnografía implica la mirada y el sentido para observar lo que no está presente o es invisible debido a la rutina. El éxito del etnógrafo depende de su formación y experiencia, no de instrumentos técnicos. La diferencia entre un novato y un experto es grande.