Varios objetos tecnológicos han evolucionado en las últimas décadas para adaptarse mejor a las necesidades de los usuarios, incluyendo televisores, ordenadores portátiles, teléfonos móviles, reproductores de música y vehículos eléctricos. Estos dispositivos han pasado de ser pesados y con pocas funciones a ser más ligeros, delgados y capaces de realizar múltiples tareas.