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108              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
                            VII. ENTRE LA FE Y LA INCREDULIDAD
                                       REINO DE JUDÁ

Este es el séptimo libro de la serie “visión global”, que hace parte de la colección “Biblia en
comunidad”. Los tres bloques temáticos de este, hablan del reino del sur, de sus reyes y profetas, y de
la formación de muchos libros bíblicos, que nacieron de la experiencia de fe en el Dios de la vida hecha
por los profetas y sus seguidores.

“La religión manipulada al servicio de poder” estudia las instituciones del reino del sur: la ciudad de
Jerusalén, el templo y el arca de la alianza, y muestra como los reyes y el pueblo estaban seguros de la
prosperidad por que Dios estaba en medio de ellos. Esa seguridad apartó a muchos de la fidelidad a
Dios, y la religión pasó a ser una simple fachada que acabó trayendo la corrupción y la desgracia.

El segundo tema, “en el descubrimiento de la palabra de Dios, la alegría de la vida nueva”, muestra
cómo, detrás de muchos años de olvido de la alianza, de injusticias y desigualdades, el rey y el pueblo
releyeron el libro de la Alianza que hacía mucho había sido olvidado en el templo. El impacto causado
por la lectura llevó a una renovación a la sinceridad de la fe y se inició una transformación en el reino
que, sin embargo, duró poco por causa de la muerte precoz del rey Josías.

“Dios asume como suya la palabra de aquellos que testimonian la alianza”, aborda el mensaje de los
profetas del sur y la forma como cada uno de ellos leyó, a partir de la fe, el momento histórico en el
cual el pueblo vivía. Los escritos de los profetas y el modo como ellos veían la realidad se torno
palabra de vida, Palabra de Dios.

Con este libro experimentará el testimonio fascinante de los profetas y verá que es posible descubrir la
comunicación transformadora de Dios mismo en medio de las contradicciones tanto en los tiempos
bíblicos como del actual.

1. RELIGION MANIPULADA AL SEVICIO DEL PODER

En Judá, en Colombia, en brasil y en todos los países las instituciones, como el rey y el templo, el
Estado y la religión, deben garantizar el bienestar del pueblo. Hay un compromiso ético que no puede
ser olvidado por ninguna de las partes. Ambas instituciones están al servicio del proyecto de sociedad
deseado por Dios, basado en la ética, la justicia y el bien común ¿hubo fidelidad a ese proyecto?

Retomando el camino hecho
En 931 a.C., las diez tribus del norte se sublevaron contra el régimen extremadamente opresor
decretado por el hijo de Salomón, formando el reino de Israel. El dominio de la dinastía davídica se
redujo al territorio de Judá y la parte de la antigua tribu de Benjamin, que le era Vecina. Ese reino,
situado al sur, pasó a la historia con el nombre de Judá.

Ya vimos los motivos que llevaron a la división del reino de Salomón. Conviene recordar solamente
este detalle: el cisma político fue causado por discrepancias sobre el sistema de gobierno. Las tribus del
Norte, castigadas con los tributos en el régimen de Salomón, reivindicaron un sistema más igualitario y
menos opresivo. La falta de experiencia de Roboam que anunció un gobierno más duro y rehusó
atender las reivindicaciones del pueblo del Norte, provocó una revuelta y consolidó la residencia entre
las dos regiones. Surgieron entonces los dos reinos.
109              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
Después del cisma político vino el cisma religioso: el norte organizó su propio sistema religioso
inicialmente fiel al Señor, pero haciendo concesiones cada vez más peligrosas a influencia del
baalismo, a punto de perder su identidad como religión de los padres de la fe.

En Judá, los grandes modelos que pasaron a centralizar el interés de los sureños fueron sus
instituciones, su ciudad, su rey y su Templo. Ellos gozaban de una promesa divina de elección,
estabilidad y permanencia para siempre. El Señor escogió Jerusalén para habitar, el rey para gobernar a
su pueblo y el Templo para recibir culto. Esto daba mucha seguridad. Las instituciones de Judá
significaban la garantía de asistencia del Señor. En cuanto permanecía unido a la ciudad, al rey y al
Templo escogidos por el Señor, el pueblo sólo podía esperar paz y prosperidad, bendición y seguridad.

Exigencias éticas de la alianza “no sirve de nada intentar olvidarme”
La garantía de la asistencia divina tenía una condición básica: el seguimiento de los preceptos de la
Alianza, los estatutos y decretos del Señor (1R 2,3-4; Dt 17,14-20). Éstos no contenían exigencias
solamente cultuales, sino también fuertemente éticas (Dt 12-26). La Alianza era simbolizada por las
tablas de piedra colocadas en el Arca, que reposaba solemnemente en el recinto mas sagrado del
templo, “Santo de los Santos”. El arca de la Alianza era, por una parte, el recuerdo de la elección de
Israel por el Señor, de su amor y protección, de su bendición, y por otra parte, el memorial de la
exigencia de la fidelidad del pueblo al proyecto de sociedad deseado por el Señor. También el rey
estaba sometido a esa exigencia. Ese proyecto de sociedad estaba expresado en las leyes dadas a
Moisés, cuyo corazón eran los diez mandamientos y cuya exigencia de fidelidad se resumen en el
Shemá (Dt 6 4-5)

Tal exigencia de fidelidad no se pierde en el anonimato de la masa o del conjunto de la sociedad. Es
también personal, compromete al individuo y a la familia. Por eso, además del símbolo del Arca con
las tablas de la Torah en el Templo, cada individuo tenía que llevar consigo un recuerdo particular de
la ley de Dios. Algo que le recordarse siempre su compromiso con el Señor. Así lo da a entender el
Shemá (Dt 6,6-9).

De ese modo no se podía olvidar. El pueblo no tenía disculpa para no ser fiel a la alianza. De la
fidelidad de todos, por tanto, derivaba la garantía de la asistencia del Señor.

Pero, ¿fue eso lo que aconteció en Judá? Los sureños criticaron tanto las infidelidades de los norteños,
sus idolatrías, sus reyes… pero, ¿en el sur la religión y los reyes fueron mejores? ¿Será que el reino de
Judá podría presentarse como “el modelo de sociedad deseado por el Señor”? ¿Las instituciones del rey
y el Templo sirvieron siempre fielmente al proyecto del Señor? No siempre la religión, caracterizada
por el templo, fue una instancia crítica ante el Estado y sus compromisos éticos. ¿No sucede eso
también en nuestro país?

¿Qué ocurrió de hecho?
   - Desataron una monarquía como la de Salomón: corte y esclavos. Se dejaron seducir por la
      manera como Salomón había hecho gobierno: poder, fortalezas militares.
   - El baalismo penetró en el reino de Judá por nexos matrimoniales de las hijas de los reyes
      baalistas del norte con reyes del sur (2 Re 8, 16-18. 25-27)
   - Guerras fratricidas de Judá con el reino del norte. Estas guerras nacen por la necesidad de Judá
      de ampliar sus fronteras hacia el norte. (1 Re 14, 40; 15, 8.16)
   - Cada uno de los reinos invitó a una potencia extranjera para que le ayudara. Israel recurrió a
      Damasco y Judá a Asiria (guerra Siro-Efrainita).
110              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
   -   En el reino de Judá se estableció la injusticia y la desigualdad social. Esta desigualdad de hecho
       originó violencia.

Vamos a ver en este estudio la historia del Sur, sus características y los personajes que marcaron su
existencia: reyes, profetas y pueblo. Veremos también el material literario que surgió en el Sur, de
gente culta y de gente simple del pueblo.

¿Cuál es la relación que existe entre la Iglesia y el Estado? ¿El gobierno manda en la Iglesia o la Iglesia
manda en el Gobierno? ¿Cómo era antes la relación Iglesia-Estado? ¿Puede uno imaginarse en la
Cristiandad, donde la Iglesia tiene control sobre los individuos y el Estado? ¿Qué podemos decir del
Patronato? ¿Cómo funcionaba ese matrimonio Estado- Iglesia (esposo-esposa)? ¿Qué queda el
Patronato?

El movimiento profético:
El distanciamiento de los ideales tribales es causa del surgimiento del profetismo clásico en Israel.

¿Qué es, pues, el fenómeno profético?
   - Es una reacción de fe frente al cada vez más lejano ideal de Israel, a saber: una sociedad
      igualitaria, sin violencia.
   - Es una conciencia divina que se desarrolló en procesos comunitarios frente a las conductas
      opuestas a los ideales de Israel por parte de la monarquía.
   - Fue una llamada de atención a la corte para que fuera responsable de la fe de su comunidad. El
      profetismo abogó por corregir estructuralmente la monarquía para que ella se reimplantara el
      orden de cosas de Yahvé: igualdad, fraternidad y no-violencia.

La intención de los profetas
    - Unidad nacional
    - La hermandad: crear la conciencia de que la nación era como una sola parentela unida por
       vínculos de sangre (genealogías)
    - La fe en Yahvé: Un Dios que busca a los hombres, que camina con ellos y que no tiene lugar
       cultural.
    - La igualdad: en la familia todos son iguales y hermanos. El pueblo de Dios es una estructura
       social cuyo modelo es una familia igualitaria.

La monarquía estaba atentando contra la estructura del Pueblo de Dios y lo profetas buscan es la
restauración de la justicia y el derecho. Justicia es la creación de una sociedad – familia de hermanos
iguales y solidarios. Derecho es una institución que busca con sus medidas que la experiencia de Dios
funcione, que sea exigible y concreto el Reino de Dios.

Por lo tanto profecía se encamina a purificar la institución del derecho porque en ella se está jugando la
autenticidad de la vida do todo el pueblo como familia de Yahvé.
111              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
2. EN EL DESCUBRIMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS, LA ALEGRÍA DE LA VIDA
NUEVA

El pueblo y los dirigentes del reino de Judá se gloriaban de la legitimidad de su rey, del culto, del
santuario y de la ciudad santa, Jerusalén. Nada de eso sirvió de garantía: el rey, el culto, el templo y
la ciudad conocieron la destrucción a pesar de los intentos de reforma religiosa de algunos reyes.

¡Todo está en su lugar gracias a Dios! ¿Gracias a Dios?
La tribu de Judá podía estar tranquila: tenía un rey, descendiente de David, a quien Dios hizo la
promesa de acompañarlo en el gobierno (2Sm 7, 8-16; Sal 89, 4), tenía un Templo, único lugar
autorizado por el Señor para que le dieran culto (Dt 12, 4-11) y tenían a Jerusalén por capital, ciudad
escogida por Dios para habitar (1 Re 11, 36; 14, 21; Sal 48). De hecho esas instituciones encantaban al
pueblo.

¿Pero sería que todo estaba en su lugar? La trayectoria del reino de Judá apenas ensayó tomar un rumbo
diferente del de su hermano del Norte, Israel. Pero desde Roboam las cosas comenzaron a andar fuera
de lugar. En el libro de los reyes se afirma que prácticamente todos los reyes “hicieron lo que es malo a
los ojos del Señor, no consiguieron eliminar totalmente la idolatría en los lugares altos” (Cfr. 1 Re 13,
33; 15, 3). Solamente dos reyes del Sur ganaron una nota menor: Ezequías y Josías. Aun así, fue poco
para evitar lo peor en el reino del Sur.

Cronología de los reyes de Judá

             REY                     AÑOS                        REFERENCIA BÍBLICA
Roboam                         931 – 913                1Re 14, 21 -31; 2Cro 10 – 20
Abías                          913 – 911                1Re 15, 1-8; 2Cro 13, 1-.23
Asá                            911 – 870                1Re 15, 9-24; 2Cro 14,1 – 16, 14
Josafat                        870 – 848                1Re 22, 41-51; 2Cro 17, 1 – 21, 1
Jorán                          848 – 841                2Re 8, 16-24; 2Cro 21, 2-20
Ocazías                        841                      2Re 8, 25-29; 2Cro 22, 1-9
Atalía (Madre de Ocazías)      841 – 835                2Re 11, 1-20; 2Cro 22, 10 – 23, 15
Joás                           835 – 796                2Re 12, 1-22; 2Cro 24, 1-27
Amasías                        796 – 781                2Re 14, 1-22; 2Cro 25, 1-28
Ozías (Azarías)                781 – 740                2Re 15, 1-7; 2Cro 26, 1-23
Jotán                          740 – 736                2Re 15, 32-38; 2Cro 27, 1-9
Ajaz                           736 – 716                2Re 16, 1-20; 2Cro 28, 1-27
Ezequías                       716 – 687                2Re 18, 1 – 20, 21; 2Cro 29, 1 – 32, 33
Manasés                        687 – 642                2Re 21, 1-18; 2Cro 33, 1-20
Amón                           642 – 640                2Re 21, 19-26; 2Cro 33, 21-25
Josías                         640 – 609                2Re 22, 1 – 23, 30; 2Cro 34, 1 – 35, 27
Joacaz                         609 (3 meses)            2Re 23, 31-35; 2Cro 36, 1-4
Joaquín (Hermano de Joacaz)    609 – 598                2Re 23, 36 – 24, 7; 2Cro 36, 5-8
Joaquín (Jeconías)             598                      2Re 24, 17 – 25, 7; 2Cro 36, 9-10
                               597                      Primera deportación por los babilonio
Sedecías (Matanías, hermano de 598 – 587                2Re 24, 17-25; 2Cro 36, 11-23
Josías)
Destrucción de Jerusalén       587/6                    Deportaciones. Fin del reino de Judá
112              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
Negrilla = Gobierno marcado por un acontecimiento importante.
Itálica = Los reyes que no eran hijos del rey anterior

Causas de la caída: los cultos cananeos a Baal
Algunos reyes llegaron a adoptar y a promover los cultos a Baal: Roboam construyó lugares de culto,
altares y monumentos sagrados “sobre toda colina elevada y debajo de todo árbol frondoso”, toleró y
restableció la prostitución sagrada (1Re 14, 21-24). Manasés fue quien más promovió los cultos
cananeos en Judá, introduciéndolos en el propio Templo del Señor, en Jerusalén (2Re 21, 2-9).

Los cambios en la política
Ante la caída de Samaría (721) el rey Ajaz, viéndose amenazado, negoció con los asirios el culto a
Yahvé. Ajaz hizo poner en el templo de Jerusalén un altar para el culto de los asirios; fue una de las
afrentas más grandes del Antiguo Testamento. Esto fue a cambio de que le colaborara en la guerra.

En este periodo, el profeta Isaías aconsejó neutralidad, y a la vez criticó los pactos con extranjeros y
propuso la absoluta confianza en el Señor, pero los reyes no atendieron al mensaje del profeta y se
hicieron vasallos de los asirios. Pronto se vieron las consecuencias del abandono de la Alianza del
Señor por parte de Judá. Los asirios derrotaron a los reyes que amenazaban Judá y los forzaron a pagar
pesados tributos. No obstante, Judá no quedó en mejor situación.

El costo de la supervivencia de la frágil monarquía del Sur fue bien alto. Sin la ayuda de Egipto para
hacer frente al avance asirio, Judá quedó sola. En la ola de conquistas en la región, el ejército asirio
llegó a apoderarse de buena parte del territorio del reino del Sur. Jerusalén quedó aislada “como una
choza en una viña” (Is 1, 7-8; 2Re 18, 13-16). La situación se fue volviendo cada vez más difícil.

Intento de reforma: toma de los altos
Al principio parece que Ezequías continúa con la política de Ajaz, pero luego comenzó a ser anti-asirio.
Purificó el culto yahvista acabando con los cultos extranjeros. Tuvo gran prestigio como reformador, a
favor de la fe yahvista (2Cro 29, 3 – 32, 33). Ezequías siendo un hombre de fe que pretendía construir
una independencia política con relación al imperio asirio, se unió para ello a la otra potencia: Egipto.

Ezequiel realizó una celebración de expiación por los pecados (2Cro 29, 20-28), restauró el culto
legítimo que había sido desvirtuado (2Cro 29, 29-39). Convocó a una celebración solemne de Pascua,
que ya debía estar olvidada (2Cro 30, 1-14). Reformó también el clero, restableciendo el orden
instituido por Salomón (2Cro 31, 2-21). Él mismo dio ejemplo de piedad y de confianza en el Señor
(2Re 20, 1-11).

Isaías fue el profeta que acompañó a Ezequiel en la corte. Ezequiel fue su amigo aunque Isaías fue
duro y exigente con él (Is 22, 1-14). Isaías critica a Ezequiel de haber hecho alianza con Egipto para
defenderse de los asirios, Egipto se les volvió como la divinidad. El mensaje de fondo que hay en este
profeta es que se entienda algún día que todos los seres humanos no dependan unos de otros, que todos
los seres humanos son iguales e independientes. En síntesis, durante el reinado de Ezequías ocurrieron
procesos importantes: la reforma religiosa, la guerra contra los filisteos y las coaliciones antiasirias. Su
propósito era la restauración del reinado de davídico, la concentración de la vida religiosa en el templo
de Jerusalén, la expansión del territorio y una política de independencia del imperio asirio. El juicio que
se le hace es que Ezequías dejó al país dividido y en ruina total con excepción de la capital.
113              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
La política de Manasés: la impiedad.
La política de Manasés es fundamentalmente de supervivencia debido al estado en que quedó Judá y de
la magnitud del imperio asirio que había llegado hasta Egipto. Se doblegó enteramente al imperio
asirio. Manases fue muy violento, ejerciendo una política de pesada opresión sobre el pueblo (2R
21,1-9.16.19-22). Su gobierno fue tan violento que el autor deuteronomista escribió: “manases derramo
también sangre inocente en cantidad tan grande de que inundó Jerusalén de un lado a otro” (2R 21,16).
Si cualquier voz que se levantase contra el rey era acallada con la muerte.

Amón continuó la línea de gobierno de su padre (2R 21,20-21), pero duró sólo dos años, lo cual
demuestra que la paciencia del pueblo llego a su fin. Amón fue asesinado por sus propios siervos, que
tal vez pretendieron tomarse el poder, valiéndose de la insatisfacción popular (2R 21,23). Pero aunque
había una parte del pueblo que deseaba cambios en el gobierno, sin embargo, defendía la fidelidad a la
dinastía davídica. Ese grupo era denominado “el pueblo de la tierra” (2R 21,24; 1,20 y 14,21), que
eliminó a los rebeldes que habían asesinado al rey y entronizó a su hijo Josías, aun niño.

De nuevo hacia arriba: La reforma de Josías
Josías (640-609) fue proclamado rey con apenas ocho años de edad. El primer campo de reforma fue la
política, se buscó la centralización del poder en un solo rey, una sola capital, y se volvió al ideal de un
solo reino, como en el tiempo de David. Josías consiguió reintegrar los territorios del antiguo reino de
David. Reanexando una parte de extinto reinó del norte. El segundo campo de reforma fue el religioso.
Este era el punto neurálgico de todo el cuerpo social de la nación. Por eso se presto mucha atención a la
reforma religiosa.

Después de Manasés y Amón la religión del Señor quedó tan desfigurada por los cultos cananeos, que
Judá ya no se distinguía mas de los otros pueblos. Josías y su grupo de sustentación en el gobierno
comprendieron la importancia de la religión para mantener un gobierno fuerte y cohesionado los cultos
a Baal favorecían la dispersión, pues cada localidad tenia su propio Baal, como una especie de “patrón
“de lugar.

La religión de Baal no hacia ninguna exigencia de justicia, de ética, de moral, de respeto a la persona
humana o de liberación al oprimido. Esto transformaba la religión en un instrumento legitimador del
poder en las manos de los tiranos de turno.

Un gran hallazgo:
Josías emprendió una profunda reforma religiosa en Judá tal vez por querer rescatar esa dimensión
ética, del yahvismo. Pero también percibió que le era conveniente promover una unificación del culto
en torno de una única divinidad. Comenzó por la reforma del templo (2R 22.46), deshaciendo todas las
obras realizadas por su abuelo Manasés a favor del baalismo. El gran hallazgo consiste en el encuentro
del Libro de la Ley del Señor (2Re 22, 8-20).

En lo tocante a las exigencias cultuales, el libro propugnada la centralización del culto en un solo
santuario: Jerusalén. La idea cayó como anillo al dedo para la reforma deseada por Josías. Ya se había
consolidado la idea de un solo reino, bajo el mando de un solo rey, descendiente de David. Ahora se iba
a consolidar la idea de una sola religión, bajo el mando de un solo templo, el verdadero santuario del
Señor, en Jerusalén. Se reencendió el clima de euforia en el pueblo. En el espíritu de la Ley se
encontraba la idea de que el Señor garantizaría la prosperidad de los que cumpliesen fielmente sus
preceptos. El empeño de todos por el cumplimiento de la Alianza era la certeza de días mejores para
todo el sufrido pueblo de Judá, víctima de la dominación de tiranos de dentro y de fuera. El profeta
Jeremías comenzó en esta época su actuación, dando apoyo a las reformas.
114              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
Un balde de agua fría:
La amenaza de Babilonia comenzó a despuntar en el horizonte de Judá. El imperio asirio estaba cada
vez más decadente. Esa decadencia estimulo a los egipcios a retomar su dominio sobre Siria y
Palestina. Fueron movidos no sólo por intereses expansionistas; también tenían la intención de utilizar
esos pueblos como “escudo” contra sus mayores enemigos del momento, los babilonios.

La base de la predicación religiosa de la reforma de Josías era la idea deuteronomista de que Dios
bendeciría a quien respetase los preceptos de la Alianza. La muerte súbita de aquel que mas defendió
esa idea fue como un balde de agua fría para que el pueblo, que apenas comenzaba a ver con simpatía
la necesidad del cumplimiento de la ley del Señor, este fue el inicio del fin del reino de Judá.

Comienza el fin
A la muerte de Josías, su hijo Joacaz asumió el trono y luego fue Eliaquín que fue llamado Joaquín (2R
23,34-24,7). En ese tiempo Babilonia comenzó a aumentar su dominio, avanzando sobre las naciones
de la religión. Nabucodonosor, rey de los babilonios, realizó su primera expedición contra Judá, en 604
a.C. Joaquín también tuvo que pagarle tributos por tres años. Intentó rebelarse y sufrió una nueva
embestida babilónica (2R 24,1-7).

Con la muerte de Joaquín subió al trono a su hijo Joaquín (Jeconías). Nabucodonosor sitió Jerusalén en
marzo de 597 a.C., apresó al rey y a la corte, los dignatarios y los deportó a Babilonia. Llevó también
los tesoros del templo y del palacio real. Dejó en la tierra solamente la población más pobre. Esta fue la
primera deportación babilónica sufrida por Judá. El rey Joaquín vivió 37 años en Babilonia, en un
cautiverio suave, siendo tratado con privilegios por el rey babilónico hasta su muerte (2R 25,27-30).

La caída definitiva
En lugar de Jeconías, Nabucodonosor puso en el trébol de Judá a Matanías, hermano de Josías y tío de
Jeconías. Le cambio el nombre por Sedecías. Este reino de 598 a 587 pero tampoco hizo un buen
gobierno (2R 24, 17 _25, 21; 2Cro 36,11-16) fue el ultimo rey que ocupo el trono de Judá. El país
continúo siendo vasallo de babilonia y hubiera podido salvar sus instituciones, si no hubiera sido por la
obstinación de Sedecías en rebelarse contra el imperio babilónico

Sedecías no prestó oídos a las críticas de Jeremías; pidió ayuda a Egipto para hacer frente a Babilonia.
Contrariando los consejos del profeta (Jr 37, 5.7) Jeremías predicaba la sumisión al rey de Babilonia
como una forma supervivencia de la nación, por que en aquel contexto la rebelión seria un suicidio.
Los babilónicos sitiaron Jerusalén. La ayuda de Egipto fue insuficiente. El cerco continuó y la
población de Jerusalén comenzó a vivir en condiciones precarias de alimentación y agua (2Re 25, 3).
Vencido por el hambre y la se, el rey, la corte, el ejército y los habitantes intentaron huir a través del
pasadizo que abrieron en la muralla de la ciudad, abandonando al pueblo. Pero los babilónicos los
persiguieron y los capturaron. Los hijos de Sedecías fueron degollados en su presencia, y a él le
perforaron los ojos, siendo después llevado al cautiverio en Babilonia (2R 25,5-7).

Nabucodonosor llevó toda la riqueza que encontró en la ciudad, deportó parte de la población y mató
los habitantes y funcionarios que aún se encontraban allí. La ciudad quedó desierta (2R 25, 8-21).
Como aconteció con el reino del Norte, también para el Sur la aventura monárquica terminó en
desilusión, destrucción y en muerte. Perdieron todo lo que pensaban que podía darles seguridad; la
tierra, la ciudad, el rey y el templo ¿Qué quedo?
115              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
Las conmociones en las instituciones de Judá

    1. El rey y la dinastía: ¿hacia donde va la “unción” del señor?
La promesa de Dios hecha a David de mantener siempre un sucesor suyo en el trono de Jerusalén, era
la “niña de los ojos “de la monarquía judaica (2S 7,12). De hecho, la sucesión al trono davídico se dio
más o menos pacíficamente de padre a hijo, confirmando la palabra de Natán. Pero hubo excepciones.
Cuando las cosas fueron haciéndose más difíciles, también en el reino de Judá hubo tentativas de golpe
para tomar el poder, como aconteció frecuentemente en el vecino reino del Norte. Cuando un país
imperialista dominaba sobre Judá, la sucesión al trono pasaba por la disputa, por poder y por la
imposición de un monarca, por el dominador del momento. Eso aconteció en los gobiernos de Atalía,
Joaquín (Eliaquín) y Sedecías (Matanías) (2Re 11, 1-16)

En estos episodios queda clara la influencia del poder militar en la conducción de la política en Judá.
Sin el apoyo militar era difícil mantener un monarca en el poder. Con todo, la Biblia continuará
hablando del rey como “ungido (mesías) del Señor”.

Joaquín no pudo haber sido nombrado por Necao porque era más favorable a una política de
alineamiento con los intereses egipcios. Al fin de cuentas en Judá siempre hubo grupos internos que
defendían esos intereses (2Re 23, 34; 18, 21). Finalmente, Sedecías fue también nombrado por
Nabucodonosor, después de la deportación de Joaquín.

¿Qué se gana con tener una descendencia de David en el trono, si quien manda en el país era el opresor
extranjero? La promesa de perpetuidad de la dinastía de David, ya no significaba seguridad, protección
ni felicidad para el pueblo. La institución del rey no garantizó la realización del proyecto del Dios de la
vida, por más que considerasen ese rey “un ungido del Señor”. En su tiempo cayeron también sus otros
dos pilares: Jerusalén y el Templo.

    2. La ciudad escogida: ¿el Señor no mora en Sión?
Debemos tener en cuenta que Jerusalén sufrió tres cercos a lo largo de su historia. El primero fue en el
reinado de Ezequías (701 a.C) por los asirios (2Re 19, 35-36). En esta vez, los enemigos tuvieron que
retroceder, pero después de la retirada el pueblo malinterpretó la liberación milagrosa y creyeron que el
Señor estaba obligado a defender a su ciudad, independientemente de la conversión del pueblo. Por
ellos Isaías comenzó a predicar la destrucción de la ciudad.

El segundo cerco se dio en el 597 a.C con Joaquín (2Re 24, 10-16) y se dio la primera deportación a
Babilonia. El tercero fue en el 587 a.C. en el reinado de Jeconías, el cual pidió ayuda a Egipto. Pero los
babilonios apartaron a los egipcios y mantuvieron el sitio a la ciudad. Esta vez no hubo escapatoria: la
ciudad fue invadida, saqueada y destruida. Quien opuso resistencia fue muerto (2Re 25, 1-25). Así
quedó derrumbada otra institución más, en la cual Judá había depositado tanta confianza.

    3. La casa del Señor: ¿Estamos salvos?
La política de los reyes fue vista con desaprobación: a excepción de Ezequías y Josías, “todos ellos
hicieron el mal a los ojos del Señor”. La relación del Estado con la religión no se limitaba a combatir
las influencias del baalismo, siempre dañosa para la pureza de la religión de Israel. El templo se volvió
un instrumento de legitimación de la ideología monárquica centralizadora. El templo servía como
“garantía de la protección del Señor”. A fin de cuentas ¿quién desafiaría al Todopoderoso, el Señor de
los Ejércitos, en su propia vivienda? La fe del pueblo en la infalibilidad de la acción del Señor en
defensa de sus intereses, de su “honra”, de su gloria, acabó convirtiéndose en una espada de doble filo.
Al confiar demasiado en la institución, el pueblo pasó a ver el Templo como un fetiche. El simple
116             ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
hecho de que éste estuviera allí ya era garantía de salvación. El culto que se realizaba en él daba la
certeza de que el pueblo estaba “haciendo su parte”: ofrecer los sacrificios. Cumplir esos ritos
cultuales fue, la única cosa necesaria para “agradar” al Señor.

La separación entre el servicio del culto y la práctica de las exigencias éticas de la Alianza, causó la
distorsión del propio concepto de Dios. En esas condiciones, el Señor ya no era más el Dios libertador
del oprimido y constructor de la nueva sociedad basada en la justicia (Ex 3, 7-10). No era el Dios ético
de la Alianza en el Sinaí. Se convirtió en un “ídolo” como los otros, que se satisfacía con ofrendas y
sacrificios de animales, productos del campo o del trabajo.

En esa concepción miope de lo que Dios exige a sus fieles, Él quedó reducido a un ídolo que exige
sacrificios. El Templo fue un amuleto de suerte para el pueblo de Judá. Todos los profetas, tanto del
Norte como del Sur, denunciaron esa idolatría, la reducción del Señor a un ídolo cualquiera.
Denunciaron el culto pomposo sin la práctica de la justicia. Pero el profeta Jeremías fue el que más
claramente se opuso a esa transformación del Templo en fetiche, en una especie de “amuleto”.

En el templo, todo el pueblo, comenzando por el rey, ofrecía sacrificios sin fin, pretendiendo con eso
agradar a Dios. Pero practicaban todo tipo de abominación: robos, asesinatos, adulterios, opresión…
117              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
3. DIOS ASUME COMO SUYA LA PALABRA DE AQUELLOS QUE TESTOMONIAN LA
ALIANZA.

Isaías, Miqueas, Jeremías, Juldá…ejercieron su misión profética en el reino de Judá. Conocemos sus
profecías por medio de los muchos escritos bíblicos que surgieron en ésta época.

Los profetas del sur
Comenzando por Samuel, en el tiempo de Saúl y David, pasando por Natán y Gad, con David y
después Ajías de Silo con Salomón y Jeroboam I, los profetas siempre ejercieron un papel crítico ante
los monarcas.

En el Sur, durante el reinado de Salomón, y después de él, no se oyó hablar más de profetas hasta la
segunda mitad del S. VIII a.C., cuando surgió el elocuente Isaías, en tiempo del rey Ozías (740) y sus
sucesores. Los profetas eran los verdaderos heraldos del yahvismo, defensores de la religión en su
sentido más profundo. Ellos eran una instancia crítica frente a la monarquía, una forma de “conciencia
popular” ante los excesos de los monarcas.

- Isaías: Su vocación la recibe siendo muy joven (Is 6, 1-8) y ejerció su ministerio profético por cerca
de 40 años. Su predicación refleja la mentalidad de quien vive en la ciudad (Jerusalén) y conoce
bastante la vida política, la corte y las actividades del Templo. Demuestra también mucha sensibilidad
por los marginados de aquella sociedad: las viudas, los huérfanos, los sin techo (Is 1, 17.23; 9, 16; 10,
2). Además de esto, demuestra un conocimiento profundo de la situación del escenario internacional.

Sus acciones simbólicas eran tan densas de sentido que no se agotaron en su tiempo (Is 7, 14; 11, 1-4;
29, 18-19). En el campo político sus intervenciones más significativas fueron dos: la primera fue con el
rey Ajaz a quien Isaías le propuso la neutralidad y la confianza en los planes del Señor que más tarde,
apartaría la amenaza de aquellos dos “tizones humeantes” (Is 7, 3-9). La segunda fue en el tiempo de
Ezequías cuando aconteció el asedio de Jerusalén (leer 2Re 18, 33-35; 19, 10-13; Is 10, 5-19). Isaías no
pudo permanecer callado la afrenta del copero mayor de Senaquerib y por ello Isaías más de una vez
predijo la derrota del enemigo: la caída no sería invadida (2Re 19, 6.21-28.32-34).

Senaquerib, sin explicación alguna, retiró repentinamente el ejército asirio. Este hecho fue interpretado
como una intervención milagrosa de Dios (2Re 19, 35; Is 37, 33-39). Viendo la euforia del pueblo que
festejaba la retirada del enemigo, pero no reconocía en ello una apelación del Señor a la conversión,
Isaías condenó esta actitud.

Isaías fue el primer profeta de Judá cuyas palabras fueron registradas por escrito en la Biblia, en un
libro que lleva su nombre. Actualmente este libro tiene 66 capítulos estructurado en tres pastes: Proto-
Isaías (1 – 39) Deutero-Isaías (40 – 55) y Trito-Isaías (56 – 66). El Isaías del que hablamos en esta
parte corresponde a los primeros 39 capítulos exceptuando los capítulos 24 – 27 y 34 – 35).

- Miqueas y Sofonías: Miqueas, análogamente a Amos, del norte, denunciaba los abusos sociales,
sobre todo con los campesinos (Mi 2,1- 5) del sur. Anunciaba la superación del reino de David, ya
idealizado por la esperanza de un nuevo rey-Mesías (Mi 4,1-5; 5,1)

Sofonías defendía el lado del pueblo sencillo, de los pobres de aquellos que vivían con rectitud y
justicia, contra una sociedad que privilegia a los ricos y poderosos. Proclamaba el “Día del Señor” en
Judá como día de la manifestación de su poder contra la infidelidad del pueblo idólatra, de los de los
jefes violentos, de los comerciantes fraudulentos y de los incrédulos. Hacía una llamada a la
118              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
conversión, profiriendo oráculos contra las naciones y contra Jerusalén. Hacía una promesa de
salvación (So 3, 14-15).

- Juldá, la voz de las mujeres en la profecía: No podemos olvidar, en ese período, la significativa
actuación de la profecía Juldá. Ella intervino en le tiempo de Josías, para confirmar la “autenticidad” de
las palabras que contenidas en el Libro de la Ley encontrado en le Templo y dar su parecer favorable a
la reforma religiosa pretendida por el rey. Juldá es importante por el hecho de ser la única mujer citada
en la biblia que ejerció el ministerio profético y cuyas palabras fueron registradas por escrito en un
libro que no llevó su nombre.

- Jeremías: Jeremías fue talvez el único que tuvo la infelicidad de ver acontecer la desgracia que
anuncio. Vivió los momentos más eufóricos de la reforma religiosa promovida por Josías y también los
momentos más dramáticos de la caída vertiginosa de su pueblo, tras la muerte de reformador, hasta la
destrucción de Jerusalén y las deportaciones babilonia.

Jeremías el escogido y enviado: Jeremías recibió la vocación profética siendo muy joven, como Isaías
(Jr 1,6). Jeremías quiso eludir la misión que le reservaba el Señor, pero Dios mismo se colocó como
garantía de eficacia de sus palabras (Jr 1,8.17-19)

Jeremías es el profeta de las contradicciones, llego a Maldecir día en que nació (Jr 20,14-18) en un
momento de crisis interior. Mientras todos ansiaban una intervención del Señor para salvar a su pueblo
de las manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Jeremías pregonaba la rendición al dominador
extranjero, siendo considerado traidor de la patria (Jr 37,13). Eso no significa que Jeremías estuviese de
acuerdo con la dominación de Babilonia, sino que pensó que esta era la única forma como el pueblo no
sería aniquilado y podría mantener su identidad y supervivencia, en la certeza y confianza de que un día
también el poder de Babilonia caería y, entonces, el resto de Israel podría reconstruir su historia.

El inicio de su ministerio profético Jeremías apoyó las reformas de Josías (Jr 11,2-14). La reforma de
Josías impulsó una valoración de los preceptos de la Ley, pero el pueblo la llevó demasiado lejos,
sobrevalorando la parte ritual y omitiendo la parte ética. En el tiempo de Joaquín (609-598), el Templo
ya se había vuelto un fetiche para el pueblo de Judá. Como ya vimos antes, Jeremías condenó
vehementemente esa perversión del sentido del Templo. Los textos de Jr 7, 1-8 y 11,15-17 conservan
las críticas del profeta a la institución del Templo y al culto desacompañando de la práctica de la
justicia.

Templo, profanación de lugar sagrado: La acusación de que el templo se transformo en una “cueva de
ladrones” (Jr 7,11) es la expresión mas fuerte de la utilización de una institución, que gozaba del
respaldo divino, para esconder la practica de la corrupción, contrariando la voluntad de Dios al que
rendían culto en el Templo. La “cueva” es el escondrijo que sirve de refugio, de abrigo y de protección
para los ladrones. Y en el lugar donde ellos se sienten a gusto, en casa. Por consiguiente, aquellos que
frecuentan esa “cueva” se identifican como “ladrones”. Jeremías no tuvo otra expresión mejor para
trazar el perfil de los dirigentes de la nación, sobre todo en aquel tiempo cuando el rey Joaquín había
aumentado los impuestos sobre el pueblo para pagar el tributo exigido por el faraón. (Jr 18,18;
26,8-9.11.16,). (Lc 19,45-46).

- Nahum y Habacuc: Nahum dio alas al sentimiento de alegoría del pueblo al ver la derrota de su
opresor, Asiria, cuya capital, Nínive, había sido tomada por los babilonios en 612 a.C. El profeta
enseña que todo opresor tendrá su día… Y renueva la esperanza del pueblo no con sentimiento de
venganza, sino con la certeza del juicio de Dios sobre la historia.
119              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7

Habacuc, entre tanto, un poco mas tarde que Nahum, viendo las intenciones conquistadoras de los
babilonios, que “castigaron” a los asirios, lamenta profundamente el crecimiento de la violencia y de la
guerra, que solo traen miseria y sufrimiento para el pueblo. Por más que este quedo satisfecho por la
venganza contra el opresor, el deseo mas profundo del profeta es la paz y la concordia entre los
pueblos.

Los escritos de la época del Reino de Judá

Los libros Proféticos: Es necesario, aclarar que los profetas no ejercieron actividad literaria
determinante. Tampoco sus libros fueron redactados en el decurso de la vida del profeta. El único caso
conocido en la Biblia de actividad literaria contemporánea al propio profeta es el de Jeremías. En Jr 36,
2-4.28.32 el profeta aparece dictando a su secretario Baruc las palabras que el Señor le mandara
comunicar al rey Joaquín. Debemos tener en cuenta que los libros proféticos son el fruto de sus
predicaciones y fueron escritos probablemente después de su actividad e incluso después de su muerte.

Los oráculos proféticos fueron, de modo general, reunidos primero en colecciones. Después surgieron
los textos biográficos y, finalmente, la composición del libro según una determinada organización.

Primer Isaías 1 – 29: La primera parte del libro de Isaías (proto-Isaías) no es obra de un solo autor.
Son generalmente atribuciones a Isaías los oráculos sobre Judá y Jerusalén (Is 1 – 12), parcialmente los
oráculos sobre las naciones (Is 13 – 23) y en su conjunto los “ayes” contra Israel y Judá (Is 28 – 33).
Los oráculos conocidos como “El gran Apocalipsis” (Is 24 – 27) y “El pequeño Apocalipsis” (Is 34 –
35) son considerados posexílicos; también el gran apéndice histórico (Is 36) tomado de 2Re 18, 13 –
20, 19. Esa edición revela la preocupación de confirmar históricamente los oráculos anunciados por el
profeta.

Miqueas: diversas manos colaboraron en la redacción final de este libro. Son atribuidos a ese profeta
del siglo VIII, los capítulos 1 – 3 y 6, 1 – 7, 6. En ellos aparece oráculos de amenaza y condenación
contra Israel y sus jefes explotadores como: “Aquellos que comieron la carne de mi pueblo, le
arrancaron la piel (…)” (Mi 3, 1-3). Otros textos como 2, 12-13 y 7,8-20 son situados en el posexilio,
en la época de retorno a la tierra. En cuanto a los capítulos 4 – 5 son de difícil localización y traen
promesas de salvación.

Sofonías: El libro es pequeño. Después de la presentación del profeta (So 1, 1), habla del día del Señor
como “un día de ira” contra Judá y Jerusalén (So 1, 2 – 2, 3), contra las naciones vecinas (So 2, 4-15),
contra Jerusalén, la ciudad rebelde (So 3, 1-8). Pero el profeta abre también el espacio para una
promesa de salvación: “… daré a los pueblos labios puros, para que todos puedan invocar el nombre
del Señor…” (So 3, 9). El libro pasó por diversas manos, en periodos diferentes, hasta su redacción
final.

Nahum: El libro presenta al comienzo un salmo sobre la ira del Señor (Na 1, 2-8) y sentencias
proféticas sobre Judá y Nínive (Na 1, 9 – 2, 1). Después anuncia la destrucción de Nínive, capital de
Asiria, que arrasó el reino de Israel (Na 2, 2 – 3, 19).

Habacuc: Presenta dos partes. En la primera, aparece el diálogo entre Dios y el profeta. El tema central
es la justicia de Dios en la historia. No aparece en el texto una solución teórica ni práctica para el
problema. El problema es superado por la actitud de fe del profeta. Él garantiza que es Dios quien juzga
y condena toda forma de opresión (Hab 1, 2 – 2, 4). En la segunda parte, el profeta profiere cinco
120              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
“ayes” contra los que se enriquecieron por medio de ganancias ilícitas, la avidez de los conquistadores,
la política de violencia, el cinismo y la idolatría (Hab 2, 5-20). Finalmente, el profeta hace una llamada
a la intervención del Señor, por medio de una oración de lamentación (Hab 3, 1-19)

Jeremías: la formación de éste libro es muy compleja, habiendo pasado por diversas manos. Hay un
consenso en atribuir al profeta los oráculos en poesía proferidos contra Judá (Jr 1, 1-25, 13 a). Los
textos que narran una especie de biografía de Jeremías fueron elaborados por secretario Baruc, para
enaltecer al maestro y mártir dando énfasis a su sufrimiento (Jr 26, 1-29; 32 y 34, 1 – 45, 5). El libro de
la consolación probablemente nació en el contexto del exilio en Babilonia (Jr 30, 1 – 33, 26), y lo
oráculos contra las naciones, aunque sean atribuidos en su núcleo a Jeremías, sufrieron sin embargo,
adiciones posteriores (Jr 25, 13b-38; 46, 1 – 51, 64). En el apéndice, el libro retoma 2Re 24, 18 – 25, 30
y muestra la realización de las amenazas del profeta.

Baruc: Este libro no se encuentra en la Biblia griega. También este libro es obra de muchas manos. Se
inicia con una introducción histórica que presenta a Baruc leyendo a sus escritos a los exiliados en
Babilonia y es enviado por ellos a Jerusalén para que los lea también en las asambleas litúrgicas (Ba 1,
1-14). Sigue una oración penitencial (Ba 1, 15 – 3, 8), un poema sapiencial (Ba 3, 9 – 4, 4) y una
exhortación y consolación a Jerusalén (Ba 4, 5 – 5, 9). En las Biblias católicas el libro termina con el
capítulo 6, la Carta de Jeremías a los exiliados en Babilonia. En la traducción ecuménica, ese capítulo
se constituye en un escrito aparte, inmediatamente después del libro de Baruc.

La fusión de las obras yahvista y elohista: Se supone que fue en el reinado del Sur, durante el reinado
de Exequias, que las tradiciones del Norte fueron fundidas con las del Sur. La “narración elohista”,
traída por los que huyeron de la invasión asiria al reino de Israel, fue unida a la “narración yahvista”, ya
fijada en Judá. En esa fusión se destacó más la tradición yahvista, quedando la elohista más diluida en
los libros del Pentateuco. Esto refleja la situación política de aquel momento: el Norte ya no tenía
liderazgo; estaba esparcido por los territorios asirios o por el reino de Judá. El sur pasó de ahí en
adelante, el guardián de la tradición de Israel.

Los textos que dieron origen a la “Obra Deuteronomista”: Sin entrar todavía en los detalles de esa
vasta obra literaria e historiográfica, podemos apenas adelantar que la mayor parte de lo que sabemos
sobre los reyes de Judá, como también de los reyes de Israel, provienen de los libros 1 y 2 de los Reyes.
Esos libros hacen parte de la obra historiográfica que convencionalmente se llama “Obra
Deuteronomista”, por tener como principio teológico fundamental el libro del Deuteronomio. Esta obra
abarca inicialmente los actuales libros del Deuteronomio, Josué, Jueces, los dos libros de Samuel y los
dos de los Reyes. Pretendían hacer una recapitulación de toda la historia de Israel, desde la partida del
Sinaí hasta el último rey de Judá, en la época de la deportación a Babilonia. Alcanzaba, por tanto, un
periodo de tiempo de más o menos siete siglos.

Según algunos estudiosos, hubo tres grandes redacciones de la historiografía deuteronomista, hasta que
todo el conjunto quedó acabado. Una buena parte habría sido escrita en el tiempo de Josías, tomando
como base lo que sería el núcleo del actual Deuteronomio (Dt 12, 1 – 26, 15). Otra parte habría sido
escrita en el exilio y otra en el posexilio, cuando se juntó todo. Los estudiosos aceptan el hecho de que
los autores deuteronomistas se sirvieron de fuentes orales y escritas, esto es, de textos y relatos
probablemente ya escritos antes de ellos.

Deuteronomio 12, 1 – 26, 15: Este es el conjunto de normas que recibió el título de Código
Deuteronómico. En grandes líneas, corresponde al “Libro de la Ley del Señor” encontrado en el
Templo durante las reformas de Josías (2Re 22, 8ss). “Reúne sin orden aparente diversas colecciones
121              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
de leyes de diferentes orígenes, algunas de las cuales deben provenir del reino del Norte, de donde
habría sido introducidas en Judá después de la caída de Samaría. Este conjunto que tiene en cuenta la
evolución social y religiosa del pueblo debía sustituir el antiguo Código de la Alianza (Ex 20, 22 – 23,
19).

Deuteronomio 4, 44 – 11, 32: Estos capítulos se presentan como un largo discurso de Moisés y sirven
de introducción al Código Deuteronómico (Dt 12 – 26). En Dt 4, 44-49 hay una breve referencia de
lugar y tiempo. En el capítulo 5 comienza el gran discurso de Moisés con el Decálogo. Esta versión es
sólo un poco diferente de la que se encuentra en Ex 20, 2-17. Moisés continúa hablando al pueblo,
exhortándolo a poner en práctica los preceptos de la Alianza. En Dt 6, 4-5 encontramos la famosa
exhortación que se convirtió en una oración obligatoria, una especie de “profesión de fe” para Israel,
conocida como shemá. Esta oración fue retomada y perfeccionada por Jesús como resumen de toda la
Ley, incluyendo el amor al prójimo (Mt 22, 37).

Deuteronomio 28: Este capítulo es la secuencia natural de Dt 26, 16-19 y 27, 9-10, en el cual el Código
Deuteronómico había sido presentado como el documento del trato entre el Señor e Israel. El capítulo
habla sobre las bendiciones (Dt 28, 1-14) y las maldiciones (Dt 28, 15-46), que caerán sobre los que
cumplan o no los preceptos de Dios. Dt 28, 46-68 desarrolla más las consecuencias que caerán sobre el
pueblo, si se vuelve infiel al Señor, y refuerza la llamada a cumplir los preceptos.

Algunos proverbios: Prov 10 – 22 y 25 – 29: Esta colección parece ser la parte más antigua del libro y
es llamada la “colección salomónica” tal vez por su antigüedad, que podría remontarse al tiempo de
Salomón, famoso por su sabiduría.

Algunos salmos: Salmo 64 tiene como tema el castigo de los calumniadores. Refleja la visión de la ley
del talión, pidiendo para los calumniadores el mismo “rechazo” que ellos lanzaron contra el justo (v. 4).

Salmos 46 y 48: Los dos salmos son cánticos de Sion, himnos que reflejan la predilección del Señor por
la ciudad de Jerusalén (Sion).

Salmo 31: Es una súplica en la prueba. Podría muy bien haber sido compuesto a partir de las
“confesiones de Jeremías”, donde la temática de la confianza en el Señor queda salva.

Salmo 80: Es una oración por la restauración de Israel. Recuerda con detalles la invasión y la
destrucción de la “viña” (el pueblo) del Señor y la desolación en la que la tierra quedó.

Salmo 81: Es un himno para la fiesta de las tiendas. Corresponde al fervor religioso de observancia de
la Ley, que nació en el pueblo con las reformas de Josías.

Los escritos sobre la época:
1 Reyes 14 a 2 Reyes 25: Estos capítulos fueron escritos sobre la época del reino de Sur, pero no son de
la época. Son muy posteriores. El conjunto trae un resumen bien esquematizado de los reyes de Judá y
de Israel.

2 Crónicas 10 – 36: Después de la división en dos reinos, sólo haba del Sur, mostrando su irresistible
preferencia por lo que es del reino “davídico”.
122              ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7
Eclesiástico 48, 17 – 49, 7: Recuerda algunos personajes importantes del pasado del pueblo. Evalúa
negativamente el conjunto de los reyes de Judá, con excepción de David, Exequias y Josías (49, 4), que
son elogiados.

Conclusión
Lo que más nos llamó la atención fue el daño que causó al pueblo la sacralización del poder, por una
parte, y la manipulación de la religión, por otra. El ritualismo acentuado también hace al pueblo olvidar
las exigencias éticas de la propia religión. Sin practicar la justicia, el pueblo y sus líderes fueron
transformando la religión en una ideología legitimadora del poder opresor, el culto es una adulación de
la divinidad, el Templo en un fetiche con poderes mágicos. El propio Dios quedó reducido a un ídolo,
un baal más.

Los reyes, por regla general, manipularon la buena fe del pueblo. Algunos de esforzaron por mejorar
las cosas, promoviendo algunas reformas. Pero, como toda reforma nunca cambia lo que es esencial
(las estructuras), el esfuerzo fue inútil para evitar la catástrofe.

Por lo visto, ningún rey de en Judá a realizar la síntesis perfecta entre esas dicotomías. De un modo o
de otro, todos ellos, incluso los buenos reformadores, como Exequias y Josías, vivieron la relación del
Estado con la religión como un “matrimonio en régimen de comunión total de bienes”, pero con los
papeles bien definidos: los “bienes” quedaron con el “marido” (el Estado). Los bienes fueron el pueblo
y todo lo que él tenía y producía. El Estado utilizó el trabajo de la “esposa” (la Religión) para legitimar
su dominio y la posesión de los “bienes”.

Neutralizando, pues, las exigencias éticas de la religión yahvista, el Estado monárquico de Judá
aniquiló la única posibilidad de construir una sociedad según el proyecto del Dios de la vida, basado en
la justicia. El destino de una sociedad sin ética es la destrucción total, para daño de todos, rey y pueblo.
Fue lo que mostró, infelizmente, la experiencia de Judá.

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Folleto 7

  • 1. 108 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 VII. ENTRE LA FE Y LA INCREDULIDAD REINO DE JUDÁ Este es el séptimo libro de la serie “visión global”, que hace parte de la colección “Biblia en comunidad”. Los tres bloques temáticos de este, hablan del reino del sur, de sus reyes y profetas, y de la formación de muchos libros bíblicos, que nacieron de la experiencia de fe en el Dios de la vida hecha por los profetas y sus seguidores. “La religión manipulada al servicio de poder” estudia las instituciones del reino del sur: la ciudad de Jerusalén, el templo y el arca de la alianza, y muestra como los reyes y el pueblo estaban seguros de la prosperidad por que Dios estaba en medio de ellos. Esa seguridad apartó a muchos de la fidelidad a Dios, y la religión pasó a ser una simple fachada que acabó trayendo la corrupción y la desgracia. El segundo tema, “en el descubrimiento de la palabra de Dios, la alegría de la vida nueva”, muestra cómo, detrás de muchos años de olvido de la alianza, de injusticias y desigualdades, el rey y el pueblo releyeron el libro de la Alianza que hacía mucho había sido olvidado en el templo. El impacto causado por la lectura llevó a una renovación a la sinceridad de la fe y se inició una transformación en el reino que, sin embargo, duró poco por causa de la muerte precoz del rey Josías. “Dios asume como suya la palabra de aquellos que testimonian la alianza”, aborda el mensaje de los profetas del sur y la forma como cada uno de ellos leyó, a partir de la fe, el momento histórico en el cual el pueblo vivía. Los escritos de los profetas y el modo como ellos veían la realidad se torno palabra de vida, Palabra de Dios. Con este libro experimentará el testimonio fascinante de los profetas y verá que es posible descubrir la comunicación transformadora de Dios mismo en medio de las contradicciones tanto en los tiempos bíblicos como del actual. 1. RELIGION MANIPULADA AL SEVICIO DEL PODER En Judá, en Colombia, en brasil y en todos los países las instituciones, como el rey y el templo, el Estado y la religión, deben garantizar el bienestar del pueblo. Hay un compromiso ético que no puede ser olvidado por ninguna de las partes. Ambas instituciones están al servicio del proyecto de sociedad deseado por Dios, basado en la ética, la justicia y el bien común ¿hubo fidelidad a ese proyecto? Retomando el camino hecho En 931 a.C., las diez tribus del norte se sublevaron contra el régimen extremadamente opresor decretado por el hijo de Salomón, formando el reino de Israel. El dominio de la dinastía davídica se redujo al territorio de Judá y la parte de la antigua tribu de Benjamin, que le era Vecina. Ese reino, situado al sur, pasó a la historia con el nombre de Judá. Ya vimos los motivos que llevaron a la división del reino de Salomón. Conviene recordar solamente este detalle: el cisma político fue causado por discrepancias sobre el sistema de gobierno. Las tribus del Norte, castigadas con los tributos en el régimen de Salomón, reivindicaron un sistema más igualitario y menos opresivo. La falta de experiencia de Roboam que anunció un gobierno más duro y rehusó atender las reivindicaciones del pueblo del Norte, provocó una revuelta y consolidó la residencia entre las dos regiones. Surgieron entonces los dos reinos.
  • 2. 109 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 Después del cisma político vino el cisma religioso: el norte organizó su propio sistema religioso inicialmente fiel al Señor, pero haciendo concesiones cada vez más peligrosas a influencia del baalismo, a punto de perder su identidad como religión de los padres de la fe. En Judá, los grandes modelos que pasaron a centralizar el interés de los sureños fueron sus instituciones, su ciudad, su rey y su Templo. Ellos gozaban de una promesa divina de elección, estabilidad y permanencia para siempre. El Señor escogió Jerusalén para habitar, el rey para gobernar a su pueblo y el Templo para recibir culto. Esto daba mucha seguridad. Las instituciones de Judá significaban la garantía de asistencia del Señor. En cuanto permanecía unido a la ciudad, al rey y al Templo escogidos por el Señor, el pueblo sólo podía esperar paz y prosperidad, bendición y seguridad. Exigencias éticas de la alianza “no sirve de nada intentar olvidarme” La garantía de la asistencia divina tenía una condición básica: el seguimiento de los preceptos de la Alianza, los estatutos y decretos del Señor (1R 2,3-4; Dt 17,14-20). Éstos no contenían exigencias solamente cultuales, sino también fuertemente éticas (Dt 12-26). La Alianza era simbolizada por las tablas de piedra colocadas en el Arca, que reposaba solemnemente en el recinto mas sagrado del templo, “Santo de los Santos”. El arca de la Alianza era, por una parte, el recuerdo de la elección de Israel por el Señor, de su amor y protección, de su bendición, y por otra parte, el memorial de la exigencia de la fidelidad del pueblo al proyecto de sociedad deseado por el Señor. También el rey estaba sometido a esa exigencia. Ese proyecto de sociedad estaba expresado en las leyes dadas a Moisés, cuyo corazón eran los diez mandamientos y cuya exigencia de fidelidad se resumen en el Shemá (Dt 6 4-5) Tal exigencia de fidelidad no se pierde en el anonimato de la masa o del conjunto de la sociedad. Es también personal, compromete al individuo y a la familia. Por eso, además del símbolo del Arca con las tablas de la Torah en el Templo, cada individuo tenía que llevar consigo un recuerdo particular de la ley de Dios. Algo que le recordarse siempre su compromiso con el Señor. Así lo da a entender el Shemá (Dt 6,6-9). De ese modo no se podía olvidar. El pueblo no tenía disculpa para no ser fiel a la alianza. De la fidelidad de todos, por tanto, derivaba la garantía de la asistencia del Señor. Pero, ¿fue eso lo que aconteció en Judá? Los sureños criticaron tanto las infidelidades de los norteños, sus idolatrías, sus reyes… pero, ¿en el sur la religión y los reyes fueron mejores? ¿Será que el reino de Judá podría presentarse como “el modelo de sociedad deseado por el Señor”? ¿Las instituciones del rey y el Templo sirvieron siempre fielmente al proyecto del Señor? No siempre la religión, caracterizada por el templo, fue una instancia crítica ante el Estado y sus compromisos éticos. ¿No sucede eso también en nuestro país? ¿Qué ocurrió de hecho? - Desataron una monarquía como la de Salomón: corte y esclavos. Se dejaron seducir por la manera como Salomón había hecho gobierno: poder, fortalezas militares. - El baalismo penetró en el reino de Judá por nexos matrimoniales de las hijas de los reyes baalistas del norte con reyes del sur (2 Re 8, 16-18. 25-27) - Guerras fratricidas de Judá con el reino del norte. Estas guerras nacen por la necesidad de Judá de ampliar sus fronteras hacia el norte. (1 Re 14, 40; 15, 8.16) - Cada uno de los reinos invitó a una potencia extranjera para que le ayudara. Israel recurrió a Damasco y Judá a Asiria (guerra Siro-Efrainita).
  • 3. 110 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 - En el reino de Judá se estableció la injusticia y la desigualdad social. Esta desigualdad de hecho originó violencia. Vamos a ver en este estudio la historia del Sur, sus características y los personajes que marcaron su existencia: reyes, profetas y pueblo. Veremos también el material literario que surgió en el Sur, de gente culta y de gente simple del pueblo. ¿Cuál es la relación que existe entre la Iglesia y el Estado? ¿El gobierno manda en la Iglesia o la Iglesia manda en el Gobierno? ¿Cómo era antes la relación Iglesia-Estado? ¿Puede uno imaginarse en la Cristiandad, donde la Iglesia tiene control sobre los individuos y el Estado? ¿Qué podemos decir del Patronato? ¿Cómo funcionaba ese matrimonio Estado- Iglesia (esposo-esposa)? ¿Qué queda el Patronato? El movimiento profético: El distanciamiento de los ideales tribales es causa del surgimiento del profetismo clásico en Israel. ¿Qué es, pues, el fenómeno profético? - Es una reacción de fe frente al cada vez más lejano ideal de Israel, a saber: una sociedad igualitaria, sin violencia. - Es una conciencia divina que se desarrolló en procesos comunitarios frente a las conductas opuestas a los ideales de Israel por parte de la monarquía. - Fue una llamada de atención a la corte para que fuera responsable de la fe de su comunidad. El profetismo abogó por corregir estructuralmente la monarquía para que ella se reimplantara el orden de cosas de Yahvé: igualdad, fraternidad y no-violencia. La intención de los profetas - Unidad nacional - La hermandad: crear la conciencia de que la nación era como una sola parentela unida por vínculos de sangre (genealogías) - La fe en Yahvé: Un Dios que busca a los hombres, que camina con ellos y que no tiene lugar cultural. - La igualdad: en la familia todos son iguales y hermanos. El pueblo de Dios es una estructura social cuyo modelo es una familia igualitaria. La monarquía estaba atentando contra la estructura del Pueblo de Dios y lo profetas buscan es la restauración de la justicia y el derecho. Justicia es la creación de una sociedad – familia de hermanos iguales y solidarios. Derecho es una institución que busca con sus medidas que la experiencia de Dios funcione, que sea exigible y concreto el Reino de Dios. Por lo tanto profecía se encamina a purificar la institución del derecho porque en ella se está jugando la autenticidad de la vida do todo el pueblo como familia de Yahvé.
  • 4. 111 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 2. EN EL DESCUBRIMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS, LA ALEGRÍA DE LA VIDA NUEVA El pueblo y los dirigentes del reino de Judá se gloriaban de la legitimidad de su rey, del culto, del santuario y de la ciudad santa, Jerusalén. Nada de eso sirvió de garantía: el rey, el culto, el templo y la ciudad conocieron la destrucción a pesar de los intentos de reforma religiosa de algunos reyes. ¡Todo está en su lugar gracias a Dios! ¿Gracias a Dios? La tribu de Judá podía estar tranquila: tenía un rey, descendiente de David, a quien Dios hizo la promesa de acompañarlo en el gobierno (2Sm 7, 8-16; Sal 89, 4), tenía un Templo, único lugar autorizado por el Señor para que le dieran culto (Dt 12, 4-11) y tenían a Jerusalén por capital, ciudad escogida por Dios para habitar (1 Re 11, 36; 14, 21; Sal 48). De hecho esas instituciones encantaban al pueblo. ¿Pero sería que todo estaba en su lugar? La trayectoria del reino de Judá apenas ensayó tomar un rumbo diferente del de su hermano del Norte, Israel. Pero desde Roboam las cosas comenzaron a andar fuera de lugar. En el libro de los reyes se afirma que prácticamente todos los reyes “hicieron lo que es malo a los ojos del Señor, no consiguieron eliminar totalmente la idolatría en los lugares altos” (Cfr. 1 Re 13, 33; 15, 3). Solamente dos reyes del Sur ganaron una nota menor: Ezequías y Josías. Aun así, fue poco para evitar lo peor en el reino del Sur. Cronología de los reyes de Judá REY AÑOS REFERENCIA BÍBLICA Roboam 931 – 913 1Re 14, 21 -31; 2Cro 10 – 20 Abías 913 – 911 1Re 15, 1-8; 2Cro 13, 1-.23 Asá 911 – 870 1Re 15, 9-24; 2Cro 14,1 – 16, 14 Josafat 870 – 848 1Re 22, 41-51; 2Cro 17, 1 – 21, 1 Jorán 848 – 841 2Re 8, 16-24; 2Cro 21, 2-20 Ocazías 841 2Re 8, 25-29; 2Cro 22, 1-9 Atalía (Madre de Ocazías) 841 – 835 2Re 11, 1-20; 2Cro 22, 10 – 23, 15 Joás 835 – 796 2Re 12, 1-22; 2Cro 24, 1-27 Amasías 796 – 781 2Re 14, 1-22; 2Cro 25, 1-28 Ozías (Azarías) 781 – 740 2Re 15, 1-7; 2Cro 26, 1-23 Jotán 740 – 736 2Re 15, 32-38; 2Cro 27, 1-9 Ajaz 736 – 716 2Re 16, 1-20; 2Cro 28, 1-27 Ezequías 716 – 687 2Re 18, 1 – 20, 21; 2Cro 29, 1 – 32, 33 Manasés 687 – 642 2Re 21, 1-18; 2Cro 33, 1-20 Amón 642 – 640 2Re 21, 19-26; 2Cro 33, 21-25 Josías 640 – 609 2Re 22, 1 – 23, 30; 2Cro 34, 1 – 35, 27 Joacaz 609 (3 meses) 2Re 23, 31-35; 2Cro 36, 1-4 Joaquín (Hermano de Joacaz) 609 – 598 2Re 23, 36 – 24, 7; 2Cro 36, 5-8 Joaquín (Jeconías) 598 2Re 24, 17 – 25, 7; 2Cro 36, 9-10 597 Primera deportación por los babilonio Sedecías (Matanías, hermano de 598 – 587 2Re 24, 17-25; 2Cro 36, 11-23 Josías) Destrucción de Jerusalén 587/6 Deportaciones. Fin del reino de Judá
  • 5. 112 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 Negrilla = Gobierno marcado por un acontecimiento importante. Itálica = Los reyes que no eran hijos del rey anterior Causas de la caída: los cultos cananeos a Baal Algunos reyes llegaron a adoptar y a promover los cultos a Baal: Roboam construyó lugares de culto, altares y monumentos sagrados “sobre toda colina elevada y debajo de todo árbol frondoso”, toleró y restableció la prostitución sagrada (1Re 14, 21-24). Manasés fue quien más promovió los cultos cananeos en Judá, introduciéndolos en el propio Templo del Señor, en Jerusalén (2Re 21, 2-9). Los cambios en la política Ante la caída de Samaría (721) el rey Ajaz, viéndose amenazado, negoció con los asirios el culto a Yahvé. Ajaz hizo poner en el templo de Jerusalén un altar para el culto de los asirios; fue una de las afrentas más grandes del Antiguo Testamento. Esto fue a cambio de que le colaborara en la guerra. En este periodo, el profeta Isaías aconsejó neutralidad, y a la vez criticó los pactos con extranjeros y propuso la absoluta confianza en el Señor, pero los reyes no atendieron al mensaje del profeta y se hicieron vasallos de los asirios. Pronto se vieron las consecuencias del abandono de la Alianza del Señor por parte de Judá. Los asirios derrotaron a los reyes que amenazaban Judá y los forzaron a pagar pesados tributos. No obstante, Judá no quedó en mejor situación. El costo de la supervivencia de la frágil monarquía del Sur fue bien alto. Sin la ayuda de Egipto para hacer frente al avance asirio, Judá quedó sola. En la ola de conquistas en la región, el ejército asirio llegó a apoderarse de buena parte del territorio del reino del Sur. Jerusalén quedó aislada “como una choza en una viña” (Is 1, 7-8; 2Re 18, 13-16). La situación se fue volviendo cada vez más difícil. Intento de reforma: toma de los altos Al principio parece que Ezequías continúa con la política de Ajaz, pero luego comenzó a ser anti-asirio. Purificó el culto yahvista acabando con los cultos extranjeros. Tuvo gran prestigio como reformador, a favor de la fe yahvista (2Cro 29, 3 – 32, 33). Ezequías siendo un hombre de fe que pretendía construir una independencia política con relación al imperio asirio, se unió para ello a la otra potencia: Egipto. Ezequiel realizó una celebración de expiación por los pecados (2Cro 29, 20-28), restauró el culto legítimo que había sido desvirtuado (2Cro 29, 29-39). Convocó a una celebración solemne de Pascua, que ya debía estar olvidada (2Cro 30, 1-14). Reformó también el clero, restableciendo el orden instituido por Salomón (2Cro 31, 2-21). Él mismo dio ejemplo de piedad y de confianza en el Señor (2Re 20, 1-11). Isaías fue el profeta que acompañó a Ezequiel en la corte. Ezequiel fue su amigo aunque Isaías fue duro y exigente con él (Is 22, 1-14). Isaías critica a Ezequiel de haber hecho alianza con Egipto para defenderse de los asirios, Egipto se les volvió como la divinidad. El mensaje de fondo que hay en este profeta es que se entienda algún día que todos los seres humanos no dependan unos de otros, que todos los seres humanos son iguales e independientes. En síntesis, durante el reinado de Ezequías ocurrieron procesos importantes: la reforma religiosa, la guerra contra los filisteos y las coaliciones antiasirias. Su propósito era la restauración del reinado de davídico, la concentración de la vida religiosa en el templo de Jerusalén, la expansión del territorio y una política de independencia del imperio asirio. El juicio que se le hace es que Ezequías dejó al país dividido y en ruina total con excepción de la capital.
  • 6. 113 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 La política de Manasés: la impiedad. La política de Manasés es fundamentalmente de supervivencia debido al estado en que quedó Judá y de la magnitud del imperio asirio que había llegado hasta Egipto. Se doblegó enteramente al imperio asirio. Manases fue muy violento, ejerciendo una política de pesada opresión sobre el pueblo (2R 21,1-9.16.19-22). Su gobierno fue tan violento que el autor deuteronomista escribió: “manases derramo también sangre inocente en cantidad tan grande de que inundó Jerusalén de un lado a otro” (2R 21,16). Si cualquier voz que se levantase contra el rey era acallada con la muerte. Amón continuó la línea de gobierno de su padre (2R 21,20-21), pero duró sólo dos años, lo cual demuestra que la paciencia del pueblo llego a su fin. Amón fue asesinado por sus propios siervos, que tal vez pretendieron tomarse el poder, valiéndose de la insatisfacción popular (2R 21,23). Pero aunque había una parte del pueblo que deseaba cambios en el gobierno, sin embargo, defendía la fidelidad a la dinastía davídica. Ese grupo era denominado “el pueblo de la tierra” (2R 21,24; 1,20 y 14,21), que eliminó a los rebeldes que habían asesinado al rey y entronizó a su hijo Josías, aun niño. De nuevo hacia arriba: La reforma de Josías Josías (640-609) fue proclamado rey con apenas ocho años de edad. El primer campo de reforma fue la política, se buscó la centralización del poder en un solo rey, una sola capital, y se volvió al ideal de un solo reino, como en el tiempo de David. Josías consiguió reintegrar los territorios del antiguo reino de David. Reanexando una parte de extinto reinó del norte. El segundo campo de reforma fue el religioso. Este era el punto neurálgico de todo el cuerpo social de la nación. Por eso se presto mucha atención a la reforma religiosa. Después de Manasés y Amón la religión del Señor quedó tan desfigurada por los cultos cananeos, que Judá ya no se distinguía mas de los otros pueblos. Josías y su grupo de sustentación en el gobierno comprendieron la importancia de la religión para mantener un gobierno fuerte y cohesionado los cultos a Baal favorecían la dispersión, pues cada localidad tenia su propio Baal, como una especie de “patrón “de lugar. La religión de Baal no hacia ninguna exigencia de justicia, de ética, de moral, de respeto a la persona humana o de liberación al oprimido. Esto transformaba la religión en un instrumento legitimador del poder en las manos de los tiranos de turno. Un gran hallazgo: Josías emprendió una profunda reforma religiosa en Judá tal vez por querer rescatar esa dimensión ética, del yahvismo. Pero también percibió que le era conveniente promover una unificación del culto en torno de una única divinidad. Comenzó por la reforma del templo (2R 22.46), deshaciendo todas las obras realizadas por su abuelo Manasés a favor del baalismo. El gran hallazgo consiste en el encuentro del Libro de la Ley del Señor (2Re 22, 8-20). En lo tocante a las exigencias cultuales, el libro propugnada la centralización del culto en un solo santuario: Jerusalén. La idea cayó como anillo al dedo para la reforma deseada por Josías. Ya se había consolidado la idea de un solo reino, bajo el mando de un solo rey, descendiente de David. Ahora se iba a consolidar la idea de una sola religión, bajo el mando de un solo templo, el verdadero santuario del Señor, en Jerusalén. Se reencendió el clima de euforia en el pueblo. En el espíritu de la Ley se encontraba la idea de que el Señor garantizaría la prosperidad de los que cumpliesen fielmente sus preceptos. El empeño de todos por el cumplimiento de la Alianza era la certeza de días mejores para todo el sufrido pueblo de Judá, víctima de la dominación de tiranos de dentro y de fuera. El profeta Jeremías comenzó en esta época su actuación, dando apoyo a las reformas.
  • 7. 114 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 Un balde de agua fría: La amenaza de Babilonia comenzó a despuntar en el horizonte de Judá. El imperio asirio estaba cada vez más decadente. Esa decadencia estimulo a los egipcios a retomar su dominio sobre Siria y Palestina. Fueron movidos no sólo por intereses expansionistas; también tenían la intención de utilizar esos pueblos como “escudo” contra sus mayores enemigos del momento, los babilonios. La base de la predicación religiosa de la reforma de Josías era la idea deuteronomista de que Dios bendeciría a quien respetase los preceptos de la Alianza. La muerte súbita de aquel que mas defendió esa idea fue como un balde de agua fría para que el pueblo, que apenas comenzaba a ver con simpatía la necesidad del cumplimiento de la ley del Señor, este fue el inicio del fin del reino de Judá. Comienza el fin A la muerte de Josías, su hijo Joacaz asumió el trono y luego fue Eliaquín que fue llamado Joaquín (2R 23,34-24,7). En ese tiempo Babilonia comenzó a aumentar su dominio, avanzando sobre las naciones de la religión. Nabucodonosor, rey de los babilonios, realizó su primera expedición contra Judá, en 604 a.C. Joaquín también tuvo que pagarle tributos por tres años. Intentó rebelarse y sufrió una nueva embestida babilónica (2R 24,1-7). Con la muerte de Joaquín subió al trono a su hijo Joaquín (Jeconías). Nabucodonosor sitió Jerusalén en marzo de 597 a.C., apresó al rey y a la corte, los dignatarios y los deportó a Babilonia. Llevó también los tesoros del templo y del palacio real. Dejó en la tierra solamente la población más pobre. Esta fue la primera deportación babilónica sufrida por Judá. El rey Joaquín vivió 37 años en Babilonia, en un cautiverio suave, siendo tratado con privilegios por el rey babilónico hasta su muerte (2R 25,27-30). La caída definitiva En lugar de Jeconías, Nabucodonosor puso en el trébol de Judá a Matanías, hermano de Josías y tío de Jeconías. Le cambio el nombre por Sedecías. Este reino de 598 a 587 pero tampoco hizo un buen gobierno (2R 24, 17 _25, 21; 2Cro 36,11-16) fue el ultimo rey que ocupo el trono de Judá. El país continúo siendo vasallo de babilonia y hubiera podido salvar sus instituciones, si no hubiera sido por la obstinación de Sedecías en rebelarse contra el imperio babilónico Sedecías no prestó oídos a las críticas de Jeremías; pidió ayuda a Egipto para hacer frente a Babilonia. Contrariando los consejos del profeta (Jr 37, 5.7) Jeremías predicaba la sumisión al rey de Babilonia como una forma supervivencia de la nación, por que en aquel contexto la rebelión seria un suicidio. Los babilónicos sitiaron Jerusalén. La ayuda de Egipto fue insuficiente. El cerco continuó y la población de Jerusalén comenzó a vivir en condiciones precarias de alimentación y agua (2Re 25, 3). Vencido por el hambre y la se, el rey, la corte, el ejército y los habitantes intentaron huir a través del pasadizo que abrieron en la muralla de la ciudad, abandonando al pueblo. Pero los babilónicos los persiguieron y los capturaron. Los hijos de Sedecías fueron degollados en su presencia, y a él le perforaron los ojos, siendo después llevado al cautiverio en Babilonia (2R 25,5-7). Nabucodonosor llevó toda la riqueza que encontró en la ciudad, deportó parte de la población y mató los habitantes y funcionarios que aún se encontraban allí. La ciudad quedó desierta (2R 25, 8-21). Como aconteció con el reino del Norte, también para el Sur la aventura monárquica terminó en desilusión, destrucción y en muerte. Perdieron todo lo que pensaban que podía darles seguridad; la tierra, la ciudad, el rey y el templo ¿Qué quedo?
  • 8. 115 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 Las conmociones en las instituciones de Judá 1. El rey y la dinastía: ¿hacia donde va la “unción” del señor? La promesa de Dios hecha a David de mantener siempre un sucesor suyo en el trono de Jerusalén, era la “niña de los ojos “de la monarquía judaica (2S 7,12). De hecho, la sucesión al trono davídico se dio más o menos pacíficamente de padre a hijo, confirmando la palabra de Natán. Pero hubo excepciones. Cuando las cosas fueron haciéndose más difíciles, también en el reino de Judá hubo tentativas de golpe para tomar el poder, como aconteció frecuentemente en el vecino reino del Norte. Cuando un país imperialista dominaba sobre Judá, la sucesión al trono pasaba por la disputa, por poder y por la imposición de un monarca, por el dominador del momento. Eso aconteció en los gobiernos de Atalía, Joaquín (Eliaquín) y Sedecías (Matanías) (2Re 11, 1-16) En estos episodios queda clara la influencia del poder militar en la conducción de la política en Judá. Sin el apoyo militar era difícil mantener un monarca en el poder. Con todo, la Biblia continuará hablando del rey como “ungido (mesías) del Señor”. Joaquín no pudo haber sido nombrado por Necao porque era más favorable a una política de alineamiento con los intereses egipcios. Al fin de cuentas en Judá siempre hubo grupos internos que defendían esos intereses (2Re 23, 34; 18, 21). Finalmente, Sedecías fue también nombrado por Nabucodonosor, después de la deportación de Joaquín. ¿Qué se gana con tener una descendencia de David en el trono, si quien manda en el país era el opresor extranjero? La promesa de perpetuidad de la dinastía de David, ya no significaba seguridad, protección ni felicidad para el pueblo. La institución del rey no garantizó la realización del proyecto del Dios de la vida, por más que considerasen ese rey “un ungido del Señor”. En su tiempo cayeron también sus otros dos pilares: Jerusalén y el Templo. 2. La ciudad escogida: ¿el Señor no mora en Sión? Debemos tener en cuenta que Jerusalén sufrió tres cercos a lo largo de su historia. El primero fue en el reinado de Ezequías (701 a.C) por los asirios (2Re 19, 35-36). En esta vez, los enemigos tuvieron que retroceder, pero después de la retirada el pueblo malinterpretó la liberación milagrosa y creyeron que el Señor estaba obligado a defender a su ciudad, independientemente de la conversión del pueblo. Por ellos Isaías comenzó a predicar la destrucción de la ciudad. El segundo cerco se dio en el 597 a.C con Joaquín (2Re 24, 10-16) y se dio la primera deportación a Babilonia. El tercero fue en el 587 a.C. en el reinado de Jeconías, el cual pidió ayuda a Egipto. Pero los babilonios apartaron a los egipcios y mantuvieron el sitio a la ciudad. Esta vez no hubo escapatoria: la ciudad fue invadida, saqueada y destruida. Quien opuso resistencia fue muerto (2Re 25, 1-25). Así quedó derrumbada otra institución más, en la cual Judá había depositado tanta confianza. 3. La casa del Señor: ¿Estamos salvos? La política de los reyes fue vista con desaprobación: a excepción de Ezequías y Josías, “todos ellos hicieron el mal a los ojos del Señor”. La relación del Estado con la religión no se limitaba a combatir las influencias del baalismo, siempre dañosa para la pureza de la religión de Israel. El templo se volvió un instrumento de legitimación de la ideología monárquica centralizadora. El templo servía como “garantía de la protección del Señor”. A fin de cuentas ¿quién desafiaría al Todopoderoso, el Señor de los Ejércitos, en su propia vivienda? La fe del pueblo en la infalibilidad de la acción del Señor en defensa de sus intereses, de su “honra”, de su gloria, acabó convirtiéndose en una espada de doble filo. Al confiar demasiado en la institución, el pueblo pasó a ver el Templo como un fetiche. El simple
  • 9. 116 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 hecho de que éste estuviera allí ya era garantía de salvación. El culto que se realizaba en él daba la certeza de que el pueblo estaba “haciendo su parte”: ofrecer los sacrificios. Cumplir esos ritos cultuales fue, la única cosa necesaria para “agradar” al Señor. La separación entre el servicio del culto y la práctica de las exigencias éticas de la Alianza, causó la distorsión del propio concepto de Dios. En esas condiciones, el Señor ya no era más el Dios libertador del oprimido y constructor de la nueva sociedad basada en la justicia (Ex 3, 7-10). No era el Dios ético de la Alianza en el Sinaí. Se convirtió en un “ídolo” como los otros, que se satisfacía con ofrendas y sacrificios de animales, productos del campo o del trabajo. En esa concepción miope de lo que Dios exige a sus fieles, Él quedó reducido a un ídolo que exige sacrificios. El Templo fue un amuleto de suerte para el pueblo de Judá. Todos los profetas, tanto del Norte como del Sur, denunciaron esa idolatría, la reducción del Señor a un ídolo cualquiera. Denunciaron el culto pomposo sin la práctica de la justicia. Pero el profeta Jeremías fue el que más claramente se opuso a esa transformación del Templo en fetiche, en una especie de “amuleto”. En el templo, todo el pueblo, comenzando por el rey, ofrecía sacrificios sin fin, pretendiendo con eso agradar a Dios. Pero practicaban todo tipo de abominación: robos, asesinatos, adulterios, opresión…
  • 10. 117 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 3. DIOS ASUME COMO SUYA LA PALABRA DE AQUELLOS QUE TESTOMONIAN LA ALIANZA. Isaías, Miqueas, Jeremías, Juldá…ejercieron su misión profética en el reino de Judá. Conocemos sus profecías por medio de los muchos escritos bíblicos que surgieron en ésta época. Los profetas del sur Comenzando por Samuel, en el tiempo de Saúl y David, pasando por Natán y Gad, con David y después Ajías de Silo con Salomón y Jeroboam I, los profetas siempre ejercieron un papel crítico ante los monarcas. En el Sur, durante el reinado de Salomón, y después de él, no se oyó hablar más de profetas hasta la segunda mitad del S. VIII a.C., cuando surgió el elocuente Isaías, en tiempo del rey Ozías (740) y sus sucesores. Los profetas eran los verdaderos heraldos del yahvismo, defensores de la religión en su sentido más profundo. Ellos eran una instancia crítica frente a la monarquía, una forma de “conciencia popular” ante los excesos de los monarcas. - Isaías: Su vocación la recibe siendo muy joven (Is 6, 1-8) y ejerció su ministerio profético por cerca de 40 años. Su predicación refleja la mentalidad de quien vive en la ciudad (Jerusalén) y conoce bastante la vida política, la corte y las actividades del Templo. Demuestra también mucha sensibilidad por los marginados de aquella sociedad: las viudas, los huérfanos, los sin techo (Is 1, 17.23; 9, 16; 10, 2). Además de esto, demuestra un conocimiento profundo de la situación del escenario internacional. Sus acciones simbólicas eran tan densas de sentido que no se agotaron en su tiempo (Is 7, 14; 11, 1-4; 29, 18-19). En el campo político sus intervenciones más significativas fueron dos: la primera fue con el rey Ajaz a quien Isaías le propuso la neutralidad y la confianza en los planes del Señor que más tarde, apartaría la amenaza de aquellos dos “tizones humeantes” (Is 7, 3-9). La segunda fue en el tiempo de Ezequías cuando aconteció el asedio de Jerusalén (leer 2Re 18, 33-35; 19, 10-13; Is 10, 5-19). Isaías no pudo permanecer callado la afrenta del copero mayor de Senaquerib y por ello Isaías más de una vez predijo la derrota del enemigo: la caída no sería invadida (2Re 19, 6.21-28.32-34). Senaquerib, sin explicación alguna, retiró repentinamente el ejército asirio. Este hecho fue interpretado como una intervención milagrosa de Dios (2Re 19, 35; Is 37, 33-39). Viendo la euforia del pueblo que festejaba la retirada del enemigo, pero no reconocía en ello una apelación del Señor a la conversión, Isaías condenó esta actitud. Isaías fue el primer profeta de Judá cuyas palabras fueron registradas por escrito en la Biblia, en un libro que lleva su nombre. Actualmente este libro tiene 66 capítulos estructurado en tres pastes: Proto- Isaías (1 – 39) Deutero-Isaías (40 – 55) y Trito-Isaías (56 – 66). El Isaías del que hablamos en esta parte corresponde a los primeros 39 capítulos exceptuando los capítulos 24 – 27 y 34 – 35). - Miqueas y Sofonías: Miqueas, análogamente a Amos, del norte, denunciaba los abusos sociales, sobre todo con los campesinos (Mi 2,1- 5) del sur. Anunciaba la superación del reino de David, ya idealizado por la esperanza de un nuevo rey-Mesías (Mi 4,1-5; 5,1) Sofonías defendía el lado del pueblo sencillo, de los pobres de aquellos que vivían con rectitud y justicia, contra una sociedad que privilegia a los ricos y poderosos. Proclamaba el “Día del Señor” en Judá como día de la manifestación de su poder contra la infidelidad del pueblo idólatra, de los de los jefes violentos, de los comerciantes fraudulentos y de los incrédulos. Hacía una llamada a la
  • 11. 118 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 conversión, profiriendo oráculos contra las naciones y contra Jerusalén. Hacía una promesa de salvación (So 3, 14-15). - Juldá, la voz de las mujeres en la profecía: No podemos olvidar, en ese período, la significativa actuación de la profecía Juldá. Ella intervino en le tiempo de Josías, para confirmar la “autenticidad” de las palabras que contenidas en el Libro de la Ley encontrado en le Templo y dar su parecer favorable a la reforma religiosa pretendida por el rey. Juldá es importante por el hecho de ser la única mujer citada en la biblia que ejerció el ministerio profético y cuyas palabras fueron registradas por escrito en un libro que no llevó su nombre. - Jeremías: Jeremías fue talvez el único que tuvo la infelicidad de ver acontecer la desgracia que anuncio. Vivió los momentos más eufóricos de la reforma religiosa promovida por Josías y también los momentos más dramáticos de la caída vertiginosa de su pueblo, tras la muerte de reformador, hasta la destrucción de Jerusalén y las deportaciones babilonia. Jeremías el escogido y enviado: Jeremías recibió la vocación profética siendo muy joven, como Isaías (Jr 1,6). Jeremías quiso eludir la misión que le reservaba el Señor, pero Dios mismo se colocó como garantía de eficacia de sus palabras (Jr 1,8.17-19) Jeremías es el profeta de las contradicciones, llego a Maldecir día en que nació (Jr 20,14-18) en un momento de crisis interior. Mientras todos ansiaban una intervención del Señor para salvar a su pueblo de las manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Jeremías pregonaba la rendición al dominador extranjero, siendo considerado traidor de la patria (Jr 37,13). Eso no significa que Jeremías estuviese de acuerdo con la dominación de Babilonia, sino que pensó que esta era la única forma como el pueblo no sería aniquilado y podría mantener su identidad y supervivencia, en la certeza y confianza de que un día también el poder de Babilonia caería y, entonces, el resto de Israel podría reconstruir su historia. El inicio de su ministerio profético Jeremías apoyó las reformas de Josías (Jr 11,2-14). La reforma de Josías impulsó una valoración de los preceptos de la Ley, pero el pueblo la llevó demasiado lejos, sobrevalorando la parte ritual y omitiendo la parte ética. En el tiempo de Joaquín (609-598), el Templo ya se había vuelto un fetiche para el pueblo de Judá. Como ya vimos antes, Jeremías condenó vehementemente esa perversión del sentido del Templo. Los textos de Jr 7, 1-8 y 11,15-17 conservan las críticas del profeta a la institución del Templo y al culto desacompañando de la práctica de la justicia. Templo, profanación de lugar sagrado: La acusación de que el templo se transformo en una “cueva de ladrones” (Jr 7,11) es la expresión mas fuerte de la utilización de una institución, que gozaba del respaldo divino, para esconder la practica de la corrupción, contrariando la voluntad de Dios al que rendían culto en el Templo. La “cueva” es el escondrijo que sirve de refugio, de abrigo y de protección para los ladrones. Y en el lugar donde ellos se sienten a gusto, en casa. Por consiguiente, aquellos que frecuentan esa “cueva” se identifican como “ladrones”. Jeremías no tuvo otra expresión mejor para trazar el perfil de los dirigentes de la nación, sobre todo en aquel tiempo cuando el rey Joaquín había aumentado los impuestos sobre el pueblo para pagar el tributo exigido por el faraón. (Jr 18,18; 26,8-9.11.16,). (Lc 19,45-46). - Nahum y Habacuc: Nahum dio alas al sentimiento de alegoría del pueblo al ver la derrota de su opresor, Asiria, cuya capital, Nínive, había sido tomada por los babilonios en 612 a.C. El profeta enseña que todo opresor tendrá su día… Y renueva la esperanza del pueblo no con sentimiento de venganza, sino con la certeza del juicio de Dios sobre la historia.
  • 12. 119 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 Habacuc, entre tanto, un poco mas tarde que Nahum, viendo las intenciones conquistadoras de los babilonios, que “castigaron” a los asirios, lamenta profundamente el crecimiento de la violencia y de la guerra, que solo traen miseria y sufrimiento para el pueblo. Por más que este quedo satisfecho por la venganza contra el opresor, el deseo mas profundo del profeta es la paz y la concordia entre los pueblos. Los escritos de la época del Reino de Judá Los libros Proféticos: Es necesario, aclarar que los profetas no ejercieron actividad literaria determinante. Tampoco sus libros fueron redactados en el decurso de la vida del profeta. El único caso conocido en la Biblia de actividad literaria contemporánea al propio profeta es el de Jeremías. En Jr 36, 2-4.28.32 el profeta aparece dictando a su secretario Baruc las palabras que el Señor le mandara comunicar al rey Joaquín. Debemos tener en cuenta que los libros proféticos son el fruto de sus predicaciones y fueron escritos probablemente después de su actividad e incluso después de su muerte. Los oráculos proféticos fueron, de modo general, reunidos primero en colecciones. Después surgieron los textos biográficos y, finalmente, la composición del libro según una determinada organización. Primer Isaías 1 – 29: La primera parte del libro de Isaías (proto-Isaías) no es obra de un solo autor. Son generalmente atribuciones a Isaías los oráculos sobre Judá y Jerusalén (Is 1 – 12), parcialmente los oráculos sobre las naciones (Is 13 – 23) y en su conjunto los “ayes” contra Israel y Judá (Is 28 – 33). Los oráculos conocidos como “El gran Apocalipsis” (Is 24 – 27) y “El pequeño Apocalipsis” (Is 34 – 35) son considerados posexílicos; también el gran apéndice histórico (Is 36) tomado de 2Re 18, 13 – 20, 19. Esa edición revela la preocupación de confirmar históricamente los oráculos anunciados por el profeta. Miqueas: diversas manos colaboraron en la redacción final de este libro. Son atribuidos a ese profeta del siglo VIII, los capítulos 1 – 3 y 6, 1 – 7, 6. En ellos aparece oráculos de amenaza y condenación contra Israel y sus jefes explotadores como: “Aquellos que comieron la carne de mi pueblo, le arrancaron la piel (…)” (Mi 3, 1-3). Otros textos como 2, 12-13 y 7,8-20 son situados en el posexilio, en la época de retorno a la tierra. En cuanto a los capítulos 4 – 5 son de difícil localización y traen promesas de salvación. Sofonías: El libro es pequeño. Después de la presentación del profeta (So 1, 1), habla del día del Señor como “un día de ira” contra Judá y Jerusalén (So 1, 2 – 2, 3), contra las naciones vecinas (So 2, 4-15), contra Jerusalén, la ciudad rebelde (So 3, 1-8). Pero el profeta abre también el espacio para una promesa de salvación: “… daré a los pueblos labios puros, para que todos puedan invocar el nombre del Señor…” (So 3, 9). El libro pasó por diversas manos, en periodos diferentes, hasta su redacción final. Nahum: El libro presenta al comienzo un salmo sobre la ira del Señor (Na 1, 2-8) y sentencias proféticas sobre Judá y Nínive (Na 1, 9 – 2, 1). Después anuncia la destrucción de Nínive, capital de Asiria, que arrasó el reino de Israel (Na 2, 2 – 3, 19). Habacuc: Presenta dos partes. En la primera, aparece el diálogo entre Dios y el profeta. El tema central es la justicia de Dios en la historia. No aparece en el texto una solución teórica ni práctica para el problema. El problema es superado por la actitud de fe del profeta. Él garantiza que es Dios quien juzga y condena toda forma de opresión (Hab 1, 2 – 2, 4). En la segunda parte, el profeta profiere cinco
  • 13. 120 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 “ayes” contra los que se enriquecieron por medio de ganancias ilícitas, la avidez de los conquistadores, la política de violencia, el cinismo y la idolatría (Hab 2, 5-20). Finalmente, el profeta hace una llamada a la intervención del Señor, por medio de una oración de lamentación (Hab 3, 1-19) Jeremías: la formación de éste libro es muy compleja, habiendo pasado por diversas manos. Hay un consenso en atribuir al profeta los oráculos en poesía proferidos contra Judá (Jr 1, 1-25, 13 a). Los textos que narran una especie de biografía de Jeremías fueron elaborados por secretario Baruc, para enaltecer al maestro y mártir dando énfasis a su sufrimiento (Jr 26, 1-29; 32 y 34, 1 – 45, 5). El libro de la consolación probablemente nació en el contexto del exilio en Babilonia (Jr 30, 1 – 33, 26), y lo oráculos contra las naciones, aunque sean atribuidos en su núcleo a Jeremías, sufrieron sin embargo, adiciones posteriores (Jr 25, 13b-38; 46, 1 – 51, 64). En el apéndice, el libro retoma 2Re 24, 18 – 25, 30 y muestra la realización de las amenazas del profeta. Baruc: Este libro no se encuentra en la Biblia griega. También este libro es obra de muchas manos. Se inicia con una introducción histórica que presenta a Baruc leyendo a sus escritos a los exiliados en Babilonia y es enviado por ellos a Jerusalén para que los lea también en las asambleas litúrgicas (Ba 1, 1-14). Sigue una oración penitencial (Ba 1, 15 – 3, 8), un poema sapiencial (Ba 3, 9 – 4, 4) y una exhortación y consolación a Jerusalén (Ba 4, 5 – 5, 9). En las Biblias católicas el libro termina con el capítulo 6, la Carta de Jeremías a los exiliados en Babilonia. En la traducción ecuménica, ese capítulo se constituye en un escrito aparte, inmediatamente después del libro de Baruc. La fusión de las obras yahvista y elohista: Se supone que fue en el reinado del Sur, durante el reinado de Exequias, que las tradiciones del Norte fueron fundidas con las del Sur. La “narración elohista”, traída por los que huyeron de la invasión asiria al reino de Israel, fue unida a la “narración yahvista”, ya fijada en Judá. En esa fusión se destacó más la tradición yahvista, quedando la elohista más diluida en los libros del Pentateuco. Esto refleja la situación política de aquel momento: el Norte ya no tenía liderazgo; estaba esparcido por los territorios asirios o por el reino de Judá. El sur pasó de ahí en adelante, el guardián de la tradición de Israel. Los textos que dieron origen a la “Obra Deuteronomista”: Sin entrar todavía en los detalles de esa vasta obra literaria e historiográfica, podemos apenas adelantar que la mayor parte de lo que sabemos sobre los reyes de Judá, como también de los reyes de Israel, provienen de los libros 1 y 2 de los Reyes. Esos libros hacen parte de la obra historiográfica que convencionalmente se llama “Obra Deuteronomista”, por tener como principio teológico fundamental el libro del Deuteronomio. Esta obra abarca inicialmente los actuales libros del Deuteronomio, Josué, Jueces, los dos libros de Samuel y los dos de los Reyes. Pretendían hacer una recapitulación de toda la historia de Israel, desde la partida del Sinaí hasta el último rey de Judá, en la época de la deportación a Babilonia. Alcanzaba, por tanto, un periodo de tiempo de más o menos siete siglos. Según algunos estudiosos, hubo tres grandes redacciones de la historiografía deuteronomista, hasta que todo el conjunto quedó acabado. Una buena parte habría sido escrita en el tiempo de Josías, tomando como base lo que sería el núcleo del actual Deuteronomio (Dt 12, 1 – 26, 15). Otra parte habría sido escrita en el exilio y otra en el posexilio, cuando se juntó todo. Los estudiosos aceptan el hecho de que los autores deuteronomistas se sirvieron de fuentes orales y escritas, esto es, de textos y relatos probablemente ya escritos antes de ellos. Deuteronomio 12, 1 – 26, 15: Este es el conjunto de normas que recibió el título de Código Deuteronómico. En grandes líneas, corresponde al “Libro de la Ley del Señor” encontrado en el Templo durante las reformas de Josías (2Re 22, 8ss). “Reúne sin orden aparente diversas colecciones
  • 14. 121 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 de leyes de diferentes orígenes, algunas de las cuales deben provenir del reino del Norte, de donde habría sido introducidas en Judá después de la caída de Samaría. Este conjunto que tiene en cuenta la evolución social y religiosa del pueblo debía sustituir el antiguo Código de la Alianza (Ex 20, 22 – 23, 19). Deuteronomio 4, 44 – 11, 32: Estos capítulos se presentan como un largo discurso de Moisés y sirven de introducción al Código Deuteronómico (Dt 12 – 26). En Dt 4, 44-49 hay una breve referencia de lugar y tiempo. En el capítulo 5 comienza el gran discurso de Moisés con el Decálogo. Esta versión es sólo un poco diferente de la que se encuentra en Ex 20, 2-17. Moisés continúa hablando al pueblo, exhortándolo a poner en práctica los preceptos de la Alianza. En Dt 6, 4-5 encontramos la famosa exhortación que se convirtió en una oración obligatoria, una especie de “profesión de fe” para Israel, conocida como shemá. Esta oración fue retomada y perfeccionada por Jesús como resumen de toda la Ley, incluyendo el amor al prójimo (Mt 22, 37). Deuteronomio 28: Este capítulo es la secuencia natural de Dt 26, 16-19 y 27, 9-10, en el cual el Código Deuteronómico había sido presentado como el documento del trato entre el Señor e Israel. El capítulo habla sobre las bendiciones (Dt 28, 1-14) y las maldiciones (Dt 28, 15-46), que caerán sobre los que cumplan o no los preceptos de Dios. Dt 28, 46-68 desarrolla más las consecuencias que caerán sobre el pueblo, si se vuelve infiel al Señor, y refuerza la llamada a cumplir los preceptos. Algunos proverbios: Prov 10 – 22 y 25 – 29: Esta colección parece ser la parte más antigua del libro y es llamada la “colección salomónica” tal vez por su antigüedad, que podría remontarse al tiempo de Salomón, famoso por su sabiduría. Algunos salmos: Salmo 64 tiene como tema el castigo de los calumniadores. Refleja la visión de la ley del talión, pidiendo para los calumniadores el mismo “rechazo” que ellos lanzaron contra el justo (v. 4). Salmos 46 y 48: Los dos salmos son cánticos de Sion, himnos que reflejan la predilección del Señor por la ciudad de Jerusalén (Sion). Salmo 31: Es una súplica en la prueba. Podría muy bien haber sido compuesto a partir de las “confesiones de Jeremías”, donde la temática de la confianza en el Señor queda salva. Salmo 80: Es una oración por la restauración de Israel. Recuerda con detalles la invasión y la destrucción de la “viña” (el pueblo) del Señor y la desolación en la que la tierra quedó. Salmo 81: Es un himno para la fiesta de las tiendas. Corresponde al fervor religioso de observancia de la Ley, que nació en el pueblo con las reformas de Josías. Los escritos sobre la época: 1 Reyes 14 a 2 Reyes 25: Estos capítulos fueron escritos sobre la época del reino de Sur, pero no son de la época. Son muy posteriores. El conjunto trae un resumen bien esquematizado de los reyes de Judá y de Israel. 2 Crónicas 10 – 36: Después de la división en dos reinos, sólo haba del Sur, mostrando su irresistible preferencia por lo que es del reino “davídico”.
  • 15. 122 ESCUELA BÍBLICA – CAPÍTULO 7 Eclesiástico 48, 17 – 49, 7: Recuerda algunos personajes importantes del pasado del pueblo. Evalúa negativamente el conjunto de los reyes de Judá, con excepción de David, Exequias y Josías (49, 4), que son elogiados. Conclusión Lo que más nos llamó la atención fue el daño que causó al pueblo la sacralización del poder, por una parte, y la manipulación de la religión, por otra. El ritualismo acentuado también hace al pueblo olvidar las exigencias éticas de la propia religión. Sin practicar la justicia, el pueblo y sus líderes fueron transformando la religión en una ideología legitimadora del poder opresor, el culto es una adulación de la divinidad, el Templo en un fetiche con poderes mágicos. El propio Dios quedó reducido a un ídolo, un baal más. Los reyes, por regla general, manipularon la buena fe del pueblo. Algunos de esforzaron por mejorar las cosas, promoviendo algunas reformas. Pero, como toda reforma nunca cambia lo que es esencial (las estructuras), el esfuerzo fue inútil para evitar la catástrofe. Por lo visto, ningún rey de en Judá a realizar la síntesis perfecta entre esas dicotomías. De un modo o de otro, todos ellos, incluso los buenos reformadores, como Exequias y Josías, vivieron la relación del Estado con la religión como un “matrimonio en régimen de comunión total de bienes”, pero con los papeles bien definidos: los “bienes” quedaron con el “marido” (el Estado). Los bienes fueron el pueblo y todo lo que él tenía y producía. El Estado utilizó el trabajo de la “esposa” (la Religión) para legitimar su dominio y la posesión de los “bienes”. Neutralizando, pues, las exigencias éticas de la religión yahvista, el Estado monárquico de Judá aniquiló la única posibilidad de construir una sociedad según el proyecto del Dios de la vida, basado en la justicia. El destino de una sociedad sin ética es la destrucción total, para daño de todos, rey y pueblo. Fue lo que mostró, infelizmente, la experiencia de Judá.