El poema describe a dos garzas cautivas en un patio en Andalucía donde apenas entra la luz. Las garzas no saben que sus alas son para volar ni que el cielo es para ellas. Se sienten como almas cautivas que no dejarán huella y no sabrán del vuelo que lleva a las estrellas. El poema fue escrito por Ricardo Miro para unas garzas en el Palacio Presidencial de Panamá.