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PoemasdeamorefébicoAutor
EllibroXIIdelaAntología Palatina es la colección más am-
plia conservada de epigramas dedicados a la pederastia,
término con el que en la Grecia antigua se hacía referen-
cia a la relación de índole sexual, y socialmente aceptada, entre
un adolescente de familia de buena posición social (erómenos) y
un varón adulto (erastés), ciudadano influyente que gozaba de
cierta fortuna y que era, a menudo, padre de familia. Sin em-
bargo, los poemas contenidos aquí abarcan un gran segmento
espacial (de la Grecia de Asia Menor a la Roma helenizada) y
temporal (del siglo VI a.C. al II d.C.), por lo que ya algunos
autores no sienten el componente educativo de la pederastia,
presente en sus orígenes, y escriben epigramas abiertamente
homosexuales.
Los breves poemas muestran la adoración por la belleza mas-
culina, los desengaños amorosos y la exhortación a los jóvenes
a que aprovechen su esplendor juvenil antes de que les salga el
vello, pues este hecho supone el ocaso de la belleza y el fin de
la condición de erómenos. La pederastia y la pasión amorosa se
conjugan en algunos casos con temas pornográficos que refle-
jan una sociedad urbana, tolerante y hedonista en la que el pla-
cer sexual no estaba vetado.
Ramiro González Delgado es profesor de Filología Griega en la Uni-
versidad de Extremadura. Sus trabajos de investigación se han centrado
fundamentalmente en la literatura y mitología griegas, la tradición clási-
ca y la historiografía de la literatura grecolatina.
AKAL/CLÁSICA
Autor
Poemas de amor efébico
Antología Palatina, libro XII
Edición de
Ramiro González Delgado
ISBN 978-84-460-2803-1
9 7 8 8 4 4 6 0 2 8 0 3 1
www.akal.com
Este libro ha sido impreso en papel ecológico, cuya materia prima
proviene de una gestión forestal sostenible.
4572 Poemas de amor efe?bico:Maquetación Akal Clásica 25/5/11 14:15 Página 1
AKAL/CLÁSICA 89
Clásicos griegos
Director: Manuel García Teijeiro
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Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en
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© De la edición, Ramiro González Delgado
Sector Foresta, 1
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POEMAS DE AMOR EFÉBICO
Antología Palatina, libro XII
Edición de
Ramiro González Delgado
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A Marta.
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Introducción ....................................................................
El epigrama y la antología de textos .........................
La Antología Griega: estructura y tradición manus-
crita ......................................................................
El libro XII ................................................................
Eros y los tópicos eróticos ...................................
Los autores...........................................................
El amor pederasta ......................................................
Nuestra traducción.....................................................
Bibliografía................................................................
Traducción. Antología Palatina, libro XII ......................
Apéndice .........................................................................
Índice de nombres propios de la Antigüedad..................
Índice
9
11
16
23
26
37
44
54
56
83
173
181
01:01 28/4/11 13:52 Página 7
El libro XII de la Antología Palatina lleva por título Paidikh;
Mou'sa (La musa de los muchachos), nombre de la obra de Es-
tratón de Sardes, el principal poeta de este libro que contiene poe-
mas de amor pederástico. Este tema, fuera del contexto heléni-
co de laAntigüedad, puede ser malinterpretado: la pederastia en
la antigua Grecia no se refería al abuso sexual cometido contra
un niño, sino a la relación de índole sexual entre un adolescente
de familia de buena posición social y un varón adulto (pedago-
go, maestro, amigo del padre...). La pederastia fue una institución
arraigada en diversos ámbitos de la sociedad griega y su rasgo
definitorio fundamental era la educación del joven «amado»
(ejrwvmeno") por parte del «amante» adulto (ejrasthv"). En Só-
crates, Platón y los estoicos aparecía una imagen idealizada de
la pederastia, libre de contacto sexual, como un impulso puro y
benéfico para guiar las almas de los jóvenes hacia la virtud por
medio de la amistad. Socialmente la pederastia estaba tan bien
vista por los griegos que éstos se jactaban de que fuera una ins-
titución típicamente helénica1
. Incluso dioses griegos como
Zeus, Apolo o Dioniso la practicaron. Por eso, hemos conside-
Introducción
1
Así, por ejemplo, Heródoto I 135: «Los persas adoptan más que otros
pueblos costumbres extranjeras. Se visten con indumentaria meda, que les pa-
rece más elegante que la suya propia; en la guerra se ponen corazas egipcias.
Experimentados en placeres de todas clases, se han habituado especialmente
a los griegos, y practican la pederastia» (traducción de M. Balasch); Jeno-
01:01 28/4/11 13:52 Página 9
rado conveniente subtitular el libro XII de la Antología Palatina
como «Poemas de amor efébico». Efébico (en griego e[fhbo"
deriva de h{bh «juventud») es un adjetivo que describe y deno-
mina a un adolescente físicamente muy bello y los griegos, por
encima de todo, amaban la juventud y la belleza.
Los epigramas que componen el libro XII abarcan un gran
segmento geográfico (de la Grecia de Asia Menor a la Roma
helenizada) y temporal (del siglo VI a.C. al II d.C.), por lo que
ya algunos autores no sienten el componente educativo de la
pederastia y escriben epigramas abiertamente homosexuales,
como es el caso del principal poeta, Estratón de Sardes. Los
breves poemas muestran, a grandes rasgos, la adoración por la
belleza masculina, los desengaños amorosos y la exhortación
a los jóvenes a que aprovechen su esplendor juvenil antes de
que les salga el vello, pues este hecho supone el ocaso de la
belleza y el fin de la relación pederasta. Sin embargo, en algu-
nos epigramas la pasión amorosa se conjuga con temas porno-
gráficos como la masturbación, la felación, la penetración, el
sexo en grupo o la prostitución (el dios Eros apenas aparece en
estos poemas), que reflejan una sociedad urbana, tolerante y
hedonista en la que el placer sexual no estaba vetado.
La Antología Palatina cuenta con otro libro, elV, que también
canta al amor, pero, en este caso, al amor por las mujeres –lo pue-
den leer en esta misma colección traducido por Cristóbal Rodrí-
guezAlonso (1999)–. En una primera aproximación parece que li-
terariamente no se aprecia una diferencia de tono entre el amor
heterosexual y el homoerótico2
, aunque algunos autores se de-
cantan más por uno que por otro (Asclepíades, por ejemplo, pre-
fonte, Ciropedia II 2, 28: «... al darse cuenta [Ciro] de que uno de los tenien-
tes había colocado a su lado como compañero de mesa a un hombre extraor-
dinariamente peludo y feo, llamando al teniente por su nombre le habló así:
«Sambaulas, ¿es que tú también, a la manera de los griegos, te haces acom-
pañar de este jovencito que está sentado a tu lado, porque es hermoso?» «Sí,
por Zeus –dijo Sambaulas–, es verdad que yo gozo con su compañía y con su
contemplación»» (traducción de R. A. Santiago Álvarez).
2
Utilizo el término «homoerótico» ya que, como comentaremos más ade-
lante, la actual categorización homosexual / heterosexual no se corresponde
con el pensamiento griego de la Antigüedad.
10 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 10
fiere el amor heterosexual, aunque compone también poemas ho-
moeróticos, tema que desarrolla casi exclusivamente Calímaco)3
.
En esta introducción que precede a la traducción del libro XII
queremos hablar del género literario en el que se inscriben los
poemas de la Antología, el epigrama, y la manera en que éstos son
presentados. Veremos cómo nos ha llegado el texto (los manus-
critos) y cómo se ha ido formando el libro XII, para detenernos
después en los autores, en el tema erótico y en los tópicos litera-
rios que recrea. Comentaremos también la pederastia y la homo-
sexualidad en la antigua Grecia, para finalizar presentando nues-
tra traducción y enumerando una selecta bibliografía.
EL EPIGRAMA Y LA ANTOLOGÍA DE TEXTOS
En la poesía griega de laAntigüedad el género literario con-
diciona las características formales y estructurales del poema. El
epigrama, el género en que se inscriben los poemas de la Anto-
logía Palatina, tiene como principal peculiaridad la brevedad4
.
Ya la etimología del nombre señala que el destino del texto
(gravmma) era ser grabado a modo de inscripción (ejpiv, sobre pie-
dra, bronce, mármol...), por lo que su extensión estaba limitada
y, a menudo, reducida a un simple verso. Pero los epigramas de
la Antología fueron escritos con tinta para que fueran lectura de
todos y no solamente para quienes pasaban frente a la estela o es-
tatua conmemorativa. Hay, por tanto, una evolución de esos epi-
gramas grabados en época arcaica, con una finalidad práctica, al
género que se configurará como tal en época helenística. Bien es
cierto que entre los líricos griegos arcaicos, como Simónides,
Alceo y Anacreonte, se encuentran los precursores del género5
.
3
J. Pérez Cabrera (1995) estudia las preferencias sexuales en el epigrama.
4
G. O. Hutchinson (1988, p. 75) apunta que esta característica puede de-
rivarse de las selecciones para las diversas antologías más que constituir un
rasgo propio del género.
5
El epigrama helenístico recoge la herencia de géneros como la invecti-
va yámbica o el carmen mélico de Anacreonte. Alceo cultiva especialmente
el tema simposíaco en sus poemas y el espacio del banquete nos remite al gé-
nero del escolio en el que ya R. Reitzenstein (1893) vio el origen del epigra-
ma; de la misma opinión, B. Gentili (1968) y G. Giangrande (1968, p. 94).
11INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 11
De este último, Giangrande (1968, p. 119) señala que el epigra-
ma tomará los rasgos de la autoironía, la técnica de la inversión
de temas y el final inesperado del poema.Así, el epigrama hele-
nístico supuso una reformulación tanto en la forma como en el
contenido del género: la realidad se vuelve ficción y se transfor-
ma en un simple motivo literario (frente a la restricción temáti-
ca anterior, cualquier circunstancia puede dar origen a un epi-
grama). De este modo la composición se dirige al individuo, se
convierte en vehículo de expresión de sentimientos personales y
tiene como finalidad el delectare, frente al epigrama anterior que
perseguía un ideal de excelencia que lo acercaría tanto a los más
nobles géneros literarios como a la cultura de la povli". Los pri-
meros en componer epigramas libres de toda obligación cívica
fueron Leónidas de Tarento (segunda mitad del siglo III a.C.),
que cuenta con un centenar de epigramas en la Antología Pala-
tina, y Asclepíades de Samos, pionero en expresar los senti-
mientos personales (ya desde época clásica parece darse una
cierta fluidez entre el epigrama y la elegía). De esta forma es
como el epigrama llega a la tradición posterior: la libertad te-
mática debía ceñirse a la norma de la brevitas, por lo que se sa-
caba partido diciendo mucho en poco espacio y extremando el
arte de la concisión ingeniosa o de la alusión erudita, a la vez
que se busca el detalle en la descripción, el sentido del humor y
la ironía... características todas ellas muy del gusto helenístico.
El epigrama de esta época es el reflejo de una nueva sociedad,
una sociedad hedonista pero también culta. A pesar de la varie-
dad temática, el epigrama es obra de un poeta docto, al que le
gusta jugar con las palabras y con referencias culturales (míticas,
históricas...), y que muestra costumbres y personajes de la so-
ciedad de su época. La reelaboración sobre modelos anteriores
también constituye uno de los rasgos más característicos de este
nuevo epigrama: de unos a otros vemos logradas variaciones tan-
to en la expresión como en el empleo de motivos, metáforas,
imágenes o comparaciones, ya sea en un mismo autor o en au-
tores diferentes (técnica de la imitatio cum variatione). El epi-
grama no sólo contempla la finalidad práctica de los epitafios
encargados por notables o los dísticos para monumentos voti-
vos, que también se siguen escribiendo en época helenística, sino
12 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 12
que incluye poesía de la experiencia. En muchos ejemplos, es-
pecialmente si tienen intención satírica y humorística, cobra im-
portancia la agudeza o «punta» del epigrama6
, que aparece al fi-
nal de la composición y que se convierte en el alma del poema,
pues muchas veces obliga a reinterpretar todo el texto previo y
se desvela el juego con el que nos ha entretenido el autor.
Otra característica del género es que siente preferencia por
el dístico elegíaco7
. Los primeros epigramas conservados, del
siglo VIII, estaban escritos en hexámetros dactílicos; ya en el si-
glo VII encontramos los primeros ejemplos en dísticos (un he-
xámetro y un pentámetro) y, a finales del siglo VI, se erigió
como metro por excelencia del epigrama (también comparti-
do con la elegía), librándose así de la dependencia estrecha de
la lengua épica y de elementos epicóricos. Así, todos los poe-
mas del libro XII de la Antología están compuestos en dísticos.
El gusto por la brevedad y la máxima expresividad ocasiona
que numerosos epigramas sean monodísticos, aunque también
aparecen en poemas de dos o más dísticos.
La definición, por tanto, que podemos realizar del «epi-
grama helenístico» sería una composición breve, concisa e in-
geniosa en dísticos elegíacos que puede versar sobre cualquier
tema y que tiene en cuenta la tradición literaria anterior.
Los epigramas tendieron a reunirse en antologías, facili-
tando así su difusión y sus posibilidades de supervivencia, fren-
te al breve poemita que, en solitario, se perdería fácilmente en
el olvido8
. No obstante, una antología de textos implica siem-
pre una selección y la selección literaria ha existido siempre,
desde el mismo comienzo de la literatura. Si tenemos en cuen-
ta la tradición oral, es evidente, por ejemplo, que unos cuentos
6
Así se define el género en el DRAE: «Composición poética breve en
que con precisión y agudeza se expresa un solo pensamiento principal, por lo
común festivo o satírico».
7
B. Gentili (1968) relaciona este metro con el discurso de fácil adapta-
ción a cualquier tema o situación, propio de la sofística y de la retórica epi-
díctica, y con el mundo cultural jonio.
8
También conocemos epigramas (pocos) que no proceden de estas anto-
logías, gracias a fuentes indirectas como Plutarco, Diógenes Laercio o Ateneo
(véase J. Hutton, 1935, pp. 2-10).
13INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 13
gozan de más estima que otros. Si nos remontamos a los orí-
genes de la literatura europea occidental, es decir, a los rapso-
das griegos que celebraban las hazañas épicas de su pueblo, las
homéricas Ilíada y Odisea han sido puestas por escrito y, por
tanto, seleccionadas frente a otros numerosos poemas épicos
que se agrupan en lo que hoy denominamos «Ciclo épico»
(Cantos ciprios, Pequeña Ilíada, etcétera).
La compilación en antologías contribuyó a la difusión del
epigrama. El término «antología» deriva del griego a[nqo"
(«flor») y levgw («escoger») y ya los romanos lo tradujeron
por florilegium9
. Con él se designa una colección de textos que
comparte unas características en común, como pertenecer a
un mismo autor, o lugar, o época, o género, o estilo, o tema, o
movimiento literario... y son elegidos por un antólogo por al-
gún criterio determinado, como el estético (sus logros forma-
les y su perfección artística), el histórico, la función ideológi-
ca o didáctica, etc. Como afirma C. Guillén (1985, p. 417):
El antólogo no es un mero reflector del pasado, sino
quien expresa o practica una idea de la literariedad, fijando
géneros, destacando modelos, afectando el presente del lec-
tor y, sobre todo, orientándole hacia un futuro. Nos hallamos
en este caso ante un crítico y un superlector a la vez: crítico,
por cuanto califica y define lo dado; superlector, por cuanto
ordena y redispone lo dado, actualizando sistemas contem-
poráneos, impulsando lo que se dará.
De esta forma textos ya existentes se insertan en conjuntos
nuevos estableciendo unas relaciones colectivas intratextuales.
La primera documentación de la forma ajnqologiva en grie-
go, con el sentido de «colección de obras (= flores)», data del
siglo II d.C., en la colección de epigramas de Diogeniano de
Heraclea con el título Anthológion y de dos libros titulados
Anthologíai del astrónomo Vetio Valente de Antioquía. Hasta
entonces se utilizaban otros términos: stevfano" («guirnal-
9
En castellano, «florilegio» es un término más marcado que «antología»
al aparecer exclusivamente en el ámbito literario.
14 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 14
da», «corona»), ejklogaiv («selecciones»), ejpitomaiv («extrac-
tos»), sullogaiv («colecciones»)...
El caso de la Antología Palatina no va a ser menos y la se-
lección realizada aparece agrupada por su temática. Si el libro
XII contiene epigramas de amor pederástico, el antólogo u an-
tólogos han realizado previamente una selección. El hecho de
que un autor sea incluido garantiza no sólo la pervivencia de
éstos, sino también su transmisión y estudio. Por el lado con-
trario, los autores que no han pasado a formar parte de la an-
tología, se ven abandonados y silenciados en el devenir de la
historia para, finalmente, perderse. Es evidente que en esta se-
lección han influido las modas de la época y las valoraciones
del antólogo que de esta forma va creando un canon literario10
y va configurando una historia literaria.
Fueron los filólogos alejandrinosAristófanes de Bizancio y
su discípulo Aristarco de Samotracia los primeros en practicar
lo que hoy entendemos por «canon literario», es decir, realiza-
ron una selección de autores y obras dignos de ser editados, es-
tudiados y comentados.Ya antes en la Biblioteca deAlejandría,
Calímaco de Cirene había preparado el gran catálogo (Pínakes,
en 120 libros) con todos los volúmenes de la institución y ellos
después admitieron y excluyeron, a su juicio, los autores allí re-
gistrados. Así se formaron dos grupos: los ejnkriqevnte" («ele-
gidos»), que pasaron luego a ser oiJ prattovmenoi («los trabaja-
dos»), pues eran los autores que los gramáticos comentaban y
editaban. Así, estos autores se conservaban para la posteridad
por ser constantemente copiados para su lectura y por ser utili-
zados en la escuela. El otro grupo era el de los ejkkriqevnte"
10
Aunque el concepto de «canon» en la crítica literaria es reciente (se
atribuye a David Ruhnken en 1768 como «lista de autores selectos de un gé-
nero literario»), su etimología es helénica: en griego kanovn era una «vara o
caña de madera», utilizada por los carpinteros para medir; fue un concepto
muy utilizado en el arte (conocido en escultura es el canon de Policleto, re-
flejado en las proporciones que rigen las partes del cuerpo de su Dorífero) y
con el tiempo pasará a convertirse en «modelo a seguir» (así, por ejemplo, el
uso eclesiástico de «canonizar» a alguien, o cuando Focio, en el siglo IX, ha-
bla de Tucídides como kanón de Dión Casio, Bibl. 35b 33). A propósito de
este término, véase E. Padorno y G. Santana Henríquez (1999, pp. 80-84).
15INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 15
(«excluidos»), relegados al olvido y hoy perdidos (como poetas
sicilianos, Telesila, Timoteo, etc.). Los romanos denominaron
classici a los enkrithéntes griegos. Si el autor pasaba esta pri-
mera criba, luego vendría la de su obra: es por esto por lo que
nos han llegado completas siete de las noventa tragedias de Es-
quilo y otras tantas de las más de cien piezas de Sófocles (la tría-
da de autores trágicos era ya norma en época alejandrina pues
parece que ya quedó fijada en el siglo IV a.C., como se deduce
del título Sobre los tres autores de tragedias de Heraclides Pón-
tico o de Las ranas de Aristófanes, aunque la selección de las
obras se produjo en los siglos II-III d.C., con el cambio de sopor-
te escrito: del rollo al códice).Así, de época helenística son el ca-
non de los nueve líricos o el de los diez oradores. También de-
bemos tener en cuenta la existencia de otras recopilaciones líricas
griegas importantes, como por ejemplo la Colección Teognidea
(siglos VI-V a.C) o las Anacreónticas (ss. I-V d.C.).
Fijar y preservar autores y obras para futuras generaciones
tiene también una finalidad pedagógica aunque, por el conte-
nido de los epigramas del libro XII, tendremos que pensar en
un fin comercial y privado, encaminado al deleite del receptor.
Lo cierto es que esta magna obra, la Antología Palatina, tam-
bién llamada Antología Griega como veremos a continuación,
nos ha legado la obra de poetas griegos desde la época arcai-
ca (s. VI a.C.) al fin de la época bizantina (s. X d.C.), y nos ha
transmitido casi veinticinco mil versos agrupados en más de
cuatro mil epigramas.
LA ANTOLOGÍA GRIEGA: ESTRUCTURA
Y TRADICIÓN MANUSCRITA
La Antología Palatina debe su nombre a un códice del si-
glo X de la Biblioteca de los electores del Palatinado en Hei-
delberg. Lo descubrió Claude Saumaise en 1606 y en Alema-
nia permaneció hasta que Maximiliano de Baviera se lo regaló
en 1623 al papa Gregorio XV. Ya en El Vaticano, el códice se
encuadernó en dos tomos desiguales. Nuestro libro XII se en-
contraría en el primer tomo (que contenía los trece primeros li-
16 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 16
bros). Años más tarde, en 1797, Napoleón se los llevó a Fran-
cia pero, tras su muerte, los dos tomos se separan: el primero,
el más extenso, se conserva desde 1816 en Alemania y es la
joya de la Biblioteca de la Universidad de Heidelberg (Codex
Palatinus 23 [P]11
); el segundo se encuentra en la Biblioteca
Nacional de París (Parisinus Suppl. Gr. 384).
Este códice recopilaba una numerosa poesía epigramática
que ya había contado con varios procesos de antologización
precedentes. Su núcleo inicial fue la Guirnalda (Stevfano")
de Meleagro de Gádara (se publicaría ca. 70 a.C.), en la que
antologizó, además de textos propios, piezas de otros cuaren-
ta y siete poetas pertenecientes a un largo periodo de cinco si-
glos, desde la época arcaica hasta la suya12
, aunque la mayo-
ría eran poetas helenísticos de los siglos III-II a.C.13
; a ésta
siguieron la Guirnalda (Stevfano") de Filipo de Tesalónica
(ca. 40 d.C.), publicada en Roma y que recoge epigramas de
la generación de poetas siguiente a Meleagro14
; después ven-
drían probablemente el Anthológion de Diogeniano de Hera-
clea (s. II d.C.), el Pammetro de Diógenes Laercio (s. III d.C.)
11
Por el análisis paleográfico se sabe que han intervenido cuatro copistas en
la elaboración del códice del manuscrito, que se fecha a fines del siglo X (Prei-
sendanz) o a mediados del XI (Jacobs). Entre los siglos XVI y XVIII se hicieron nu-
merosas copias de este manuscrito, denominadas genéricamente apographa.
12
Meleagro incorpora ciento treinta epigramas suyos. Son dudosas las
atribuciones de epigramas funerarios a Simónides o Eurípides; los epigramas
amorosos atribuidos a Platón oAnacreonte parecen ser composiciones de épo-
ca helenística. En la introducción a su Guirnalda (IV 1) realiza el catálogo de
poetas que incorpora, comparándolos con una planta o flor. Respecto a co-
lecciones anteriores, se atribuye a Polemón una obra titulada Sobre epigramas
de varias ciudades (s. III a.C.) y a Posidipo de Pela una antología con el títu-
lo de Swrov" («montón») en la que recogía epigramas suyos y de sus contem-
poráneos Asclepíades y Hédilo (para K. J. Gutzwiller 1998, pp. 18-19 sólo
contenía poemas de Posidipo; para A. Cameron 1993, pp. 369-376, sería Hé-
dilo el compilador de la colección de los tres poetas).
13
La antología de Meleagro se organiza por autores en orden alfabético;
fue editada por Gow y Page (1965) y traducida al castellano por M. Fernán-
dez Galiano (1978).
14
Se ha conservado también la poesía de introducción de esta Guirnalda
(IV 2). Esta antología fue editada por Gow y Page (1968) y traducida al cas-
tellano por G. Galán Vioque (2004).
17INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 17
y el Ciclo de Agatías (s. VI d.C.)15
. Esta última antología es
importante no sólo porque es novedoso que el compilador in-
vite a poetas contemporáneos suyos a escribir epigramas para
incluirlos en la colección, sino también porque se cambia el
criterio alfabético de las anteriores por el temático. En época
bizantina (año 917) Constantino Céfalas, protopapa y alto fun-
cionario de Constantinopla, recopiló esos manuscritos hoy per-
didos y, guiado por el esquema de Agatías, estructuró la obra
según el contenido de los epigramas. De acuerdo con el repar-
to en libros de las ediciones modernas, la colección (sulloghv)
de Céfalas contenía:
– libro V (epigramas eróticos)
– libro VI (epigramas votivos o de ofrenda)
– libro VII (epigramas funerarios o epitafios)
– libro IX (epigramas epidícticos o de lucimiento)
– libro X (epigramas protrépticos o de exhortación –refra-
nes y sentencias–)
– libro XI (epigramas convivales y burlescos)
– libro XII (epigramas pederásticos)
Es probable que también se encontrasen los epigramas del
libro IV, es decir, los poemas-prólogo de las colecciones de
Meleagro, Filipo y Agatías. Pero la obra de Céfalas se pierde
y años más tarde, alrededor de 940, fue rehecha y aumentada
por otro compilador bizantino, del que desconocemos su nom-
bre16
, que sería el autor de lo que hoy llamamos Antología Pa-
latina, cuyo único manuscrito sería P y que no lleva en su títu-
lo el sustantivo «antología», sino Libro de epigramas (hJ bivblo"
tw'n ejpigrammavtwn). Con este antólogo aparecen el resto de
los libros:
– libro I (inscripciones cristianas de los siglos IV-X)
15
Agatías vivió en época de Justiniano (527-565). La poesía de intro-
ducción a su Kuvklo" aparece en IV 3.
16
A. Cameron (1993, pp. 298-328) propuso a Constantino el Rodio, lue-
go refutado por P. Orsini (2000).
18 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 18
– libro II (poemas de Cristodoro de Coptos, circa 500, que
contiene las descripciones de las estatuas de unas ter-
mas de Constantinopla)
– libro III (inscripciones de un templo de Cícico)
– libro VIII (epigramas de San Gregorio Nacianceno, si-
glo IV d.C.)
– libro XIII (poesías no escritas en metro elegíaco17
)
– libro XIV (puzles, enigmas, oráculos, juegos aritméticos)
– libro XV (varia como tecnopegnia o poemas figura)
Sin embargo aparece un libro XVI: existe un códice vene-
ciano (Codex Marcianus 481) que contiene la selección del eru-
dito monje bizantino Máximo Planudes recopilada en Constan-
tinopla en 1299 a partir de la de Céfalas y que contará con
adiciones posteriores (probablemente hasta 1307). Ésta coinci-
de sustancialmente con la Palatina, aunque incluye 388 nuevas
composiciones. Ese corpus nuevo, con el título de Appendix
Planudea, es el que se incorpora como libro XVI a la Antología
Palatina, más propiamente llamada ahora Antología Griega18
.
Debemos tener en cuenta que la Planúdea fue elaborada con cri-
terios moralistas a partir de colecciones de antologías y que, si
incluye poemas que no aparecían en la Palatina, también omi-
tió muchos otros epigramas que sí estaban presentes19
. Cuando
los humanistas bizantinos emigraron a Italia como consecuen-
cia de la toma de Constantinopla en mayo de 1453, se llevaron
la colección de Planudes20
, que fue conocida en Europa a par-
17
Hemos señalado que el metro distintivo del epigrama era el dístico ele-
gíaco. Sin embargo en este libro aparecen otras combinaciones métricas, como
hexámetros, endecasílabos falecios, pentámetros trocaicos, trímetros yámbi-
cos, arquiloqueos, etcétera.
18
Puede verse el stemma de la tradición manuscrita de la Antología Grie-
ga en R. Aubreton (1968, pp. 80-81).
19
La Antología Planúdea contenía unos 2.500 epigramas, frente a los
3.700 de la Antología Palatina. La colección se dividía en siete libros: I, epi-
gramas exhortativos y epidícticos; II, satíricos; III, epitafios; IV, epigramas
sobre obras de arte; V, écfrasis de Cristodoro; VI, epigramas votivos; VII, epi-
gramas eróticos.
20
Véase J. Hutton (1935, pp. 29-38): ofrece su versión de cómo pudo llegar
P a Heidelberg y refiere los manuscritos completos de la Antología Planúdea.
19INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 19
tir de la edición de Janus Lascaris en 1494 bajo el nombre An-
thologia epigrammatum graecorum, mucho antes de que se des-
cubriera el manuscrito Palatino; de esta forma, son los epigra-
mas recopilados por Planudes los que influyen en las literaturas
europeas desde su publicación21
hasta finales del siglo XVIII,
cuando Brunck realizó la primera edición de P.
Para el libro XII es importante conocer también, dentro de
las llamadas syllogae minores, la Appendix Barberino-Vatica-
na, una antología de epigramas eróticos22
, casi todos ausentes
de la Antología Planúdea pero que aparecen en la Palatina
(excepto dos), por lo que se supone que fue concebida como
un apéndice erótico a la compilación Planúdea23
.
Vemos, por tanto, que estamos ante una poesía epigramáti-
ca heterogénea que pertenece a un amplio segmento temporal,
dieciséis siglos que van del VI a.C. al X d.C., y que presenta una
clasificación problemática en la que no todas las composiciones
tienen el mismo valor literario.Ya desde las colecciones que se
conocían en laAntigüedad fue fuente inagotable de temas, mo-
tivos y recursos para la tradición literaria posterior.
Contamos con una extensa nómina de autores que forman
parte de la antología: pertenecen a espacios, tiempos e inclu-
so culturas (si tenemos en cuenta la oposición cristiano / pa-
gano) diferentes. Se ha intentado hacer clasificaciones tenien-
21
La imprimió Lorenzo d’Alopa en edición monolingüe, aunque apare-
ció con título bilingüe: Florilegium diversorum epigrammatum veterum – An-
thología diaphóron epigrammáton palaión y se reimprimió numerosas veces
a lo largo de los siglos XVI y XVII, entre otros por el francés Henri Estienne,
que editó en 1554 la segunda parte de P que se hallaba en Francia (la descu-
brió en Lovaina en 1551) y que atribuyó a Anacreonte de Teos (poemas hoy
día conocidos como Anacreónticas). De la Antología Planúdea se tradujeron
«selecciones» bilingües (griego-latín) con visión comercial y pedagógica a
partir de 1528 y no se publicó una edición bilingüe completa de la colección
hasta que en 1614, en Ginebra, Petrus de la Rouiere la editara, en latín y en
griego, con comentarios de Eilhardo Lubino (véanse ediciones de la Planúdea
y sus selecciones en S. López Poza, 2005, pp. 24-35). Sin embargo, el éxito
de las Anacreónticas fue fulminante en Europa.
22
Son 154 epigramas transmitidos por tres manuscritos (Vat. Barb. Gr.
123; Vat. Gr. 240 y Par. Suppl. Gr. 1199) que van de finales del siglo XV a me-
diados del XVI.
23
Sobre la problemática de las syllogae, véase F. Maltomini (2008).
20 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 20
do en cuenta criterios geográficos24
y se ha agrupado a los poe-
tas en escuelas:
ESCUELA DÓRICO-PELOPONÉSICA: que englobaría a autores del
Peloponeso, la Magna Grecia, las islas dóricas del sur del
Egeo y la Grecia central y septentrional. Los temas de esta
poesía, que parece seguir una filosofía estoica, son el gus-
to por la naturaleza idílica, el mundo de la mujer, el senti-
mentalismo pudoroso... Se distingue por su atención al rea-
lismo, el trasfondo cínico y la sobriedad expresiva. Cultiva
sobre todo el epigrama votivo y funerario como recreación
literaria de las inscripciones que el género tenía en sus orí-
genes. Su principal representante es Leónidas de Tarento;
también pertenecería a ella Ánite de Tegea, Nóside de Lo-
cris o Riano, entre otros.
ESCUELA JÓNICO-ALEJANDRINA: agrupa a autores deAsia menor
y de África, especialmente de Alejandría (que acudieron a
la llamada de los Ptolomeos). Esta poesía, de mayor cali-
dad artística que la anterior, toca temas como el amor, el
banquete, el cosmopolitismo... en un ambiente hedonista y
epicúreo. Se caracteriza por la sensibilidad en la descrip-
ción de las emociones, la originalidad de cada autor, el es-
tilo conciso e ingenioso... Su principal representante sería
Asclepíades de Samos. Junto a él, Posidipo, Calímaco o
Hédilo, entre otros. En esta escuela, al combinarse los te-
mas simposíacos con los eróticos, se creó el genuino epi-
grama helenístico.
ESCUELA SIRO-FENICIA: su poesía combina una lengua trans-
parente con una mentalidad complicada y patética. A esta
poesía también se la conoce como «poesía meleagrea», en
honor a Meleagro que, junto a Antípatro de Sidón, son los
poetas más destacados. Representa un movimiento epigo-
nal, muy influyente en la literatura latina, pero poco atrac-
tivo por su exceso retórico y su limitada creación.
24
A partir de R. Reitzenstein (1893, p. 121 y ss.), que habla de dos es-
cuelas: la dórico-peloponésica y la jónico-alejandrina. Otros autores como P.
M. Fraser (1972, vol. II, p. 802) rechazan esta teoría.
21INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 21
En realidad, todos los poetas son hombres y mujeres doctos
que aman la poesía y conocen bien la obra de otros autores (son
continuas las alusiones, citas y recreaciones de otros poetas).A
la segunda escuela, por su temática amorosa, y a la tercera, se
vinculan los poetas del libro XII. Pero nos enfrentamos con un
problema importante: los epigramas anónimos de la Antología,
que enturbian tanto la distribución geográfica de sus autores
como su datación cronológica. Sin embargo, los textos ya nos
han llegado agrupados y presentan unas reglas y unos tópicos fá-
cilmente identificables. Por eso, algunas veces dudamos de si
estamos ante algo original y auténtico o ficticio.
Ya contamos con numerosos estudios sobre epigramatistas
concretos25
, es decir, comienza a «deshacerse» la Antología
Palatina, siguiendo un camino inverso al que se recorrió des-
de las colecciones autógrafas. Para conocer mejor a un autor
se recurre al estudio de todos sus epigramas en conjunto. Es
ésta una metodología interesante y que supone avances im-
portantes en el mejor conocimiento de un autor en concreto,
pero no es la única. La propuesta de K. J. Gutzwiller (1998)
supone otro avance metodológico estimable: en lugar del es-
tudio de los poemas aislados de un autor y en vez, también, de
la presentación típica de las antologías de epigramas agrupa-
dos temáticamente, propone la reconstrucción de las colec-
ciones de autores. Las colecciones, elaboradas por los propios
poetas-autores, eran comunes en época helenística y los epi-
gramas que conservamos de Asclepíades, Leónidas o Ánite,
por ejemplo, indican que sus innovaciones, que sirvieron como
modelo para los epigramatistas de los siglos siguientes, sólo
pudieron tener lugar en el contexto de colecciones de epigra-
25
La mayoría de los estudios son de época reciente: E. Bevan (1931), O.
Knauer (1935), G.Viansino (1967), L.A. Cuenca (1974-1976), D. L. Page (1978),
E. Fernández Galiano (1987), G. Guidorizzi (1992), J. A. Madden (1995), L. A.
Cuenca (1995), M. González Rincón (1996), D. Sider (1997), W. Steinbichler
(1998); G. Galán Vioque (2001), G. Bastianini y C. Gallazzi (2001), C. Austin y
G. Bastianini (2002), M. Gigante (2002), L. Argentieri (2003), L. A. Guichard
(2004), H. Schulte (2005), M. González González (2006), L. Floridi (2007). Ca-
límaco, por ejemplo, contó ya mucho antes con ediciones de su obra completa, en
la que se incluían los epigramas, por ejemplo U. Wilamowitz (1907).
22 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 22
mas. Es básico, por tanto, leer estos poemas como un conjun-
to y no como composiciones aisladas. La consideración de
conjunto de los epigramas permitiría, pues, una mejor valora-
ción de las aportaciones que cada autor ha realizado dentro de
un género que, por transmitirse a través de antologías temáti-
cas, tiende a oscurecer lo particular de cada autor en favor de
una visión repetitiva en la que los poemas se suceden a modo
de variaciones sobre un mismo tema.
EL LIBRO XII
Los dos libros de la Antología Palatina dedicados al epi-
grama erótico demuestran que el tema constituyó un subgé-
nero importante. La diferencia que se establece entre ambos
está en el sexo de los destinatarios de la mayoría de los epi-
gramas. Si el V canta a las mujeres, el XII celebra a los mu-
chachos. Además, como tema transversal, el epigrama erótico
también puede rastrearse en otros libros de la colección.
El hecho de encontrarnos ante una antología de epigramas
de contenido pederasta implica la existencia de una literatura de
este tema. El amor al efebo ocupa el escenario en Troilo de Só-
focles, o en Crisipo de Eurípides.Ya la relación entre Aquiles y
Patroclo en Ilíada ha dado mucho que hablar y gran parte de la
lírica griega arcaica es homoerótica. Sin embargo, nuestro libro
contiene la expresión más amplia y directa de este sentimiento a
través de variadas formulaciones y tratamientos que van desde lo
más fino, exquisito y romántico hasta lo más soez, cruel y por-
nográfico. Esta tradición poética homoerótica griega goza de una
modernidad manifiesta al proporcionar modelos de expresión
casi desconocidos en las literaturas europeas hasta época re-
ciente. La moral cristiana siempre fue un impedimento para
nuestros epigramas, que se redescubrieron en Europa bajo el
simbolismo de Les Chansons de Bilitis de Pierre Louÿs o, con
posterioridad, Cavafis; en la literatura española, influyen, por
ejemplo, en la poesía de Cernuda o de Luis Antonio de Villena.
Las antologías previas (especialmente la de Meleagro, Fili-
po yAgatías) van a aparecer fusionadas con la obra de Estratón
23INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 23
en la Syllogé de Céfalas. En la Guirnalda de Meleagro uno de
los temas más importantes fue el amoroso y propició que los
motivos eróticos literarios que allí se encontraban fueran rápi-
damente imitados26
(ya aparecen aquí el 57 por 100 de los epi-
gramas del libro XII)27
. Sin embargo, en la Guirnalda de Fili-
po el tema amoroso pierde importancia (apenas aparecen el 4
por 100 de los epigramas del libro XII)28
, pues el tratamiento de
los sentimientos amorosos se torna en mero ejercicio retórico.
Se ofrece una visión más irónica y cínica del amor a través de
ingredientes como la misoginia o la obscenidad. La tercera ge-
neración de epigramistas que se incluyen en el libro XII escri-
ben en época de Nerón y con posterioridad. Van a cultivar el
epigrama satírico, obsceno y, a menudo, pornográfico. Estratón
sería su principal representante.Ya hemos señalado que el libro
XII lleva como título el de la obra Paidikh; Mou'sa de Estratón
de Sardes, a pesar de que de este autor tan sólo aparecen no-
venta y cuatro epigramas (casi el 36,5 por 100 de los epigramas
del libro). Parece que Estratón contaría con una antología per-
sonal así titulada que utiliza y amplía Céfalas tomando los epi-
gramas pederásticos que formaban parte de ese libro de conte-
nido erótico que hasta entonces contenían las antologías citadas.
Vemos, por tanto, que en el compilador opera el concepto de
canon de la crítica literaria (Estratón de Sardes como principal
poeta de amor efébico). También se piensa que la sulloghv de
Céfalas contenía los poemas de Estratón, pero fue ampliada por
un copista posterior (Aubreton 1969, p. 61).
Prescindiendo de las treinta y cuatro composiciones anó-
nimas, el libro XII nos ha transmitido los nombres de veinti-
nueve autores en 259 epigramas (258 en total, pero encontra-
26
Señala M. Fernández Galiano (1978, p. 28): «la Antología constituye
y ha constituido siempre un inagotable repertorio de temas y modos literarios
para los propios autores griegos primero, para los romanos después y, tras su
redescubrimiento, para toda la Literatura moderna».
27
Para R. Aubreton (1969, p. 38) provienen de la Guirnalda de Melea-
gro 139 epigramas, que W. M. Clarke (1976, p. 374) aumenta hasta 145. Nos-
otros tomamos los 147 que aparecen en A. S. F. Gow y D. L. Page (1965).
28
R. Aubreton (1969, p. 38) señala que son doce. Nosotros tomamos los
diez que señala A. S. F. Gow y D. L. Page (1968).
24 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 24
mos dos bajo el número 132) que suman en total 1.276 versos
(638 dísticos). Los poemas van del simple dístico a los seis
que únicamente leemos en XII 93 y 256. La moralidad con
que fue seleccionada la Antología Planúdea se constata en lo
referente a nuestro libro, pues tan sólo aparecen recogidos en
ella dieciséis epigramas.
En el manuscrito palatino el libro XII figura entre las pá-
ginas 569-607. Constantino Céfalas encabezó los epigramas
que lo conforman con el comentario que traducimos a conti-
nuación:
¿Quién sería yo si, después de ponerte en conocimiento
de todo lo que te he contado, ocultara la Musa de los mu-
chachos de Estratón de Sardes, obra que él mismo, mientras
se entretenía con sus amigos, la dio a conocer provocando un
goce particular por la forma de los epigramas, no por su con-
tenido? Piensa, pues, según dice el autor trágico, lo siguien-
te: «En bailes la prudente no se corromperá»29
.
En esta pequeña introducción del libro XII, dirigida a un
anónimo discípulo suyo, se excusa por su atrevimiento al re-
copilar los «escandalosos» epigramas de Estratón en aras de su
tono festivo y del buen hacer del poeta: a su contenido homo-
erótico no se le debe prestar atención, pero sí al beneficio que
se puede extraer de su forma. Esta apología introductoria era
frecuente en obras de tipo erótico y Céfalas parece guiarse del
poema que cierra el libro (XII 258).
Sin embargo, a pesar de lo dicho por el bizantino, sí que se
ha prestado atención al contenido erótico y sexual de la obra, tan
vivo y directo como llamativo en época bizantina (seguramen-
te más de lo que es hoy día). El libro XII ofrece tantos epigra-
mas como instantes eróticos y sexuales atrapados en el tiempo.
La disposición de los epigramas del libro XII es bastante
compleja, pero da muestra de las fuentes utilizadas (la Guir-
nalda de Meleagro, la Paidikh; Mou'sa de Estratón y recopi-
29
La cita corresponde a Eurípides, Bacantes 314-315 y se refiere a las ba-
canales.
25INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 25
laciones de epigramas variados). De modo genérico encontra-
mos:
a.- Poemas de Estratón (1-11)
b.- Sección heteróclita (12-35)
c.- Syllogé de Meleagro (36-171)
d.- Sección heteróclita (172-174)
e.- Syllogé de Estratón (175-229)
f.- Sección heteróclita (230-233; el 231 es de Estratón)
g.- Syllogé de Estratón (234-255)
h.- Parte final (256-258)
En las secciones los epigramas parecen agruparse por se-
mejanza de temas o de tópicos literarios, de los que hablare-
mos a continuación.
Eros y los tópicos eróticos
Los epigramas del libro XII reflexionan sobre el poder de
Eros y analizan diversos aspectos de la divinidad: gozo y be-
lleza, pero también un sufrimiento que reconoce la debilidad
del individuo ante su poder y las fuerzas que éste y su círculo
desencadenan. Es Eros, por tanto, una divinidad importante,
cuyo poder e influencia se ejerce sobre todos los seres, mor-
tales e inmortales, y sobre toda la naturaleza, un topos
(e[rw" pandamavtwr)30
ya inherente a nuestra divinidad (XII
107, 117...).
La genealogía de Eros ilustra muy bien la versatilidad del
Dios31
. En Hesíodo era una divinidad primordial que aparece
en los orígenes del universo, una divinidad cosmogónica sur-
30
Véase M. Martínez (2006). En Ilíada XIV 198-199, Hera pide a Afro-
dita, para seducir a su esposo Zeus, «amor y deseo con los que dominas a to-
dos los inmortales y a los hombres mortales». También en Luciano (Diálogos
de los dioses 9. 3) Zeus le confiesa a Hera que «Eros es algo violento y no sólo
se adueña de los hombres, sino también en ocasiones de nosotros mismos».
31
Véase J. P. Vernant (2001, pp. 149-165).
26 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 26
gida del Caos y después del Erebo, la Noche, la Tierra y el
Cielo, que se perpetuaba en el acto del acoplamiento; para Al-
ceo sus padres son Iris y Céfiro (de ahí, como hijo del viento,
su naturaleza inconstante); en Simónides sus padres son Afro-
dita y Ares (de ahí el encanto que ejerce y su tendencia a dis-
parar flechas y provocar tormentos); Eurípides lo hace hijo de
Zeus; incluso en Aristófanes se parodia la teogonía de las aves
haciendo nacer al dios de un huevo puesto por la Noche. Las
representaciones artísticas ofrecen asimismo dos tipos de ico-
nografía: el efebo adolescente, alado a veces, y la figura del
niño gordito, alado y travieso, armado con arco y carcaj y ju-
guetón (ya niño aparece jugando a las tabas con los senti-
mientos del poeta en XII 66, 47). Incluso, como muchos epi-
gramas lo reflejan, se pluraliza en Amorcillos o Erotes.
En los epigramas helenísticos Eros es hijo deAfrodita y no
se nos revela quién es su padre; eso sí, se reitera la conflictiva
relación entre la diosa Cipria y su hijo que, incluso, parecen
repartirse su área de influencia, pues Eros muestra su prefe-
rencia por el sexo masculino (XII 86). En este sentido, ambos
son representaciones del amor: Afrodita en su representación
femenina y Eros en la masculina. Pero no están solos: en el li-
bro XII aparecen una serie de personificaciones divinas que
«nutren» y ayudan a estos dioses: Deseo, Persuasión, Ocasión,
Gracias, Horas... Todos ellos son figuras emblemáticas de lo
erótico y suelen obrar asociados, infundiendo el deseo casi
como un don compulsivo que «desata los miembros», adue-
ñándose de la mente y la voluntad, no sólo de los hombres sino
también de los mismos dioses que no escapan a la influencia de
Eros. Esto provoca una especie de manía o locura, irresistible
porque proviene de la divinidad. No en vano el verbo griego
que indica amor de deseo es ejravw, diferente a filevw, que mues-
tra un amor de afecto32
.
Otro dios asociado a Eros era Dioniso (ya en XII 2, Estra-
tón y también en 118, Calímaco; 119, Meleagro; 120, Posidi-
po...), por la imbricación del tema amoroso y simposíaco. El
32
Un análisis del uso y la evolución del léxico griego sobre el tema del
amor, F. Rodríguez Adrados (1995, pp. 22-34).
27INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 27
ámbito del simposio, propicio para la comunicación e inter-
cambio de experiencias en la sociedad griega, aparece refleja-
do en la literatura desde Homero y los textos poéticos arcaicos.
Dioniso incita al amor, pues en el contexto simposíaco contri-
buye a la liberación del amor (XII 31, 34...) y, como luego vere-
mos, a la ejrotikh; maniva, pero también ayuda cuando el amor se
vuelve amargo y el poeta quiere olvidar las penas de amor (XII
49).Ya D. H. Garrison (1978, pp. 22-25) señala que los dos con-
textos reales en que tiene lugar la relación amorosa son el ban-
quete (sumpovsion) y la ronda nocturna (kw'mo") y que estos
dos ámbitos dionisíacos tienen relevancia a la hora de confi-
gurar los motivos eróticos.
Hemos señalado que en la Antología existían dos libros de
contenido erótico y que su diferencia radicaba en que el amor
heterosexual era representativo del libroV y el homoerótico del
XII. Sin embargo, en el libro XII se han colado algunos poe-
mas eróticos heterosexuales que deberían haber figurado en el
libro V y que tal vez se incluyeron ahí por un despiste del reco-
pilador bizantino al confundir, tal vez, los nombres de algunas
muchachas en diminutivo con nombres masculinos. Son en to-
tal nueve epigramas (3,5 por 100 del total): XII 53, 82, 83, 114,
147, (Meleagro), 131 (Posidipo), 153, 161 (Asclepíades) y 173
(Filodemo). También en el libro V aparecen poemas homoeró-
ticos que deberían haber figurado en este libro (pueden leerse en
el apéndice que aparece al final de nuestra traducción).
Los epigramas del libro XII parecen estar ordenados por
topoi de la poesía pederástica y por autores, aunque sin de-
masiado rigor. Algunos de estos tópicos ya eran conocidos33
;
otros, a partir del epigrama helenístico, se renuevan e influirán
con más fuerza en la literatura. De esta forma la materia lite-
raria erótica se va renovando y pervive sin agotarse hasta nues-
tros días. Salvo pocas excepciones, estos tópicos son comu-
nes con los del libro V: se atiende a la temática erótica sin
importar el destinatario (mujer o efebo) del epigrama. Así, los
33
Sobre tópicos eróticos, D. H. Garrison (1978, pp. 16-32), G. Giangran-
de (1967) (1974) o C. Calderón Dorda (1997), que se centra en la elegía pero
toca también el epigrama.
28 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 28
suspiros, enfados, juramentos... son semejantes y las actitudes
ante el amor (el gusto por contemplar la belleza, el goce del
amor físico, el horror por el paso del tiempo...) responden a
un mismo modo de sentir tanto humano como literario.
Como muchos epigramas presentan problemas de autoría y
datación, no siempre es fácil identificar el modelo primigenio,
especialmente en aquellos poemas anónimos, a la hora de hablar
de la técnica de la imitatio cum variatione. En el libro XII en-
contramos la variación de un mismo tema en un mismo autor
(por ejemplo XII 25-27, Estatilio Flaco) o en autores diferentes
(por ejemplo el anterior con XII 24, Laurea), incluso, en apoyo
de la uniformidad entre los topoi homoeróticos y heterosexua-
les, entre V 163 (Meleagro) y XII 249 (Estratón). Estas varia-
ciones demuestran la búsqueda incansable por la perfección for-
mal y por un intento de superación, como si de un simple
ejercicio retórico se tratara. Debemos ser conscientes de que los
epigramas que nos han llegado han sufrido un proceso de se-
lección y aquellos que seguirían una técnica de la imitatio sine
variatione pudieron ser eliminados por los compiladores para
evitar la repetición y la monotonía. Lo cierto es que el deseo
consciente de imitación refleja ya el peso de la tradición litera-
ria. Sin embargo, la técnica de la variatio no es tan frecuente en
el XII como en otros libros, por ejemplo, los epitafios del VII,
que incluyen largas series de epigramas con repetitivos topoi34
.
Los tópicos eróticos del libro XII se relacionan con los com-
portamientos, sentimientos y reacciones de unos erómenoi que
parecen responder a seres reales más que ficticios (el Diodoro,
el Ulíades, el Heráclito, el Dión o, especialmente, el Miísco de
Meleagro, o el Ciris, el Diodoro, el Meris, el Dífilo o el Teodo-
ro de Estratón), aunque el poeta se ponga en la piel de otros
erastés, tal como confiesa Estratón en XII 258.Algunos tópicos
aparecen indicados en las anotaciones a los epigramas, pero, de
modo general, hablaremos de ellos a continuación.
El tempus fugit de la adolescencia (por ejemplo XII 32) y
el disfrute inmediato o carpe diem (por ejemplo en XII 21,
34
De ahí que M. González González (1999) haya hecho una selección
para la traducción en Akal Clásica.
29INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 29
50...) aparecen asociados en varios epigramas (así en XII 16,
29, 30, 31...): la exhortación al goce ante la brevedad de la
existencia o, especialmente, ante la pérdida de la belleza, es un
tópico literario que se remonta a épocas y civilizaciones muy
antiguas. Ya la lírica griega arcaica ofrecía buenos ejemplos
en la obra de Anacreonte o Teognis, y en el libro XII es un tó-
pico muy recurrente.
La salida del vello en el joven, en la cara o en las piernas,
indica el ocaso de la belleza del erómenos, poniendo fin a la
relación pederástica, para desconsuelo del erastés35
. También
la decadencia de la belleza está plasmada en el tópico de la
rosa (XII 195, 234), inspirándose, creemos, en los epigramas
heterosexuales, aunque el tópico más frecuente en los homo-
eróticos es el de eijsi trivce"36
, es decir, la aparición del vello
en el muchacho. Junto a este tópico es frecuente ver el de la
venganza de la edad sobre el altivo joven (tempus fugit).
El agón entre la pederastia y el amor heterosexual se plas-
ma en varios epigramas del libro XII, como 41 y 86, ambos de
Meleagro. Si en el primero dice preferir el amor por las muje-
res, en el segundo, al contrario, vence el amor por los mucha-
chos (aunque bien es verdad que en el primer caso está enfa-
dado por la aparición del vello en sus erómenoi). Para Estratón
(XII 245) la homosexualidad es superior a la heterosexuali-
dad37
: se basa en el predominio de la cultura sobre la natura-
leza y ofrece una visión negativa de la mujer en un momento
en que empieza a reconocérsele una importancia intelectual,
económica y social. También esta dicotomía aparece en el li-
bro V, como, por ejemplo, 19 (Rufino), aunque en este libro la
balanza se inclina a favor de las mujeres en tanto que en el XII
se produce a favor de los efebos. Muchos ciudadanos consi-
deraban el amor homosexual como el verdadero amor, pues el
heterosexual tenía como fin básico la reproducción y la pervi-
35
El tópico ya se encuentra en Teognis 1327-1328: «Oh joven, mientras
que tengas aún imberbe la barbilla, no dejaré de acariciarte aunque tenga que
morir por ello» (traducción de F. Rodríguez Adrados).
36
Véase S. L. Taran (1985).
37
El tema de este epigrama es comentado por P. Liviabella (1987).
30 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 30
vencia de la pólis. El varón llegaba a amar a otro convencido
de que para un hombre no hay mejor compañía que otro hom-
bre. Además, el amor a los iguales era también una virtud mi-
litar: un amante prefería la muerte antes que mostrar cobardía
ante el enemigo frente a su amigo. El motivo no es exclusivo
del género epigramático38
. También aparece en otras obras
como, por ejemplo, en el Erótico de Plutarco (caps. 3-9) o en
la novela Leucipa y Clitofonte, de Aquiles Tacio, donde lee-
mos, a propósito del rapto de Ganímedes por Zeus, una inte-
resante disertación sobre los dos tipos de amores, defendien-
do el homoerótico (II 36, 4 y 38, 2-5):
Sin embargo nunca subió ninguna mujer a los cielos a
causa de su belleza (aunque Zeus haya mantenido relaciones
sexuales con mujeres), sino que a Alcmena la posee la aflic-
ción y el destierro; a Dánae un arca y el mar; y Sémele se
convirtió en pasto de las llamas. Pero cuando se enamora del
joven frigio, le da el cielo, no sólo para que conviva con él,
sino también para que tenga la crátera del néctar; pero la an-
terior servidora fue privada de ese honor; pues era, creo, una
mujer. [...] En una mujer, en efecto, todo es fingido, no sólo
las palabras, sino también las apariencias externas: aunque
parezca ser hermosa, es el ingenio de los indiscretos un-
güentos. Y su belleza es propia de sus bálsamos, o del tinte
de sus cabellos, o, incluso, de sus potingues. Pero, si la des-
nudas de la mayoría de estos engaños, se parece al grajo des-
plumado de la fábula. | Pero la belleza del jovencito no está
regada con los olores de las esencias, ni siquiera por falsos y
ajenos aromas, y el sudor de los niños produce un olor más
grato que cualquier perfume de las mujeres. |Y es posible, no
sólo antes de la unión amorosa, sino también en la palestra
reunirse y abrazarse a todas luces, y los abrazos no dan ver-
güenza; y no ablanda los abrazos amorosos con la delicade-
za de sus carnes, sino que los cuerpos se resisten fuertemen-
te unos a otros y luchan por el placer. |Y los besos no tienen
38
Véase M. Brioso (2000).
31INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 31
la sabiduría femenina, ni siquiera embrujan con sus labios
una dañosa estratagema; sino que él besa como sabe, y los
besos no son propios de la técnica, sino de la naturaleza. Ésta
es la imagen del beso de un chiquillo: si se solidificara el néc-
tar y se transformara en labios, lograrías besos tales. Pero no
tendrías saciedad al besar, sino que en la medida en que sa-
tisface, tendrás aún sed de besarlo, y apartarías la boca has-
ta que por placer evitaras los besos39
.
La oposición entre amor prohibido y amor fácil es un tó-
pico que se encuentra también presente en nuestro libro, por
ejemplo en XII 173 (Filodemo); algunas veces el amor prohi-
bido tiene que producirse en secreto (como vemos en XII 114,
Meleagro). En relación con estos tópicos también se encuen-
tra el del hunc amo qui me odit, contra illum qui me amat odi,
si se nos permite la adaptación del primer verso del epigrama
102 (ed. Green) de Ausonio, variación del amor no corres-
pondido, que podemos ver en XII 102 (Calímaco). En la falta
de correspondencia erótica, es decir, el duvserw", hay algo de
súplica, pero también de recriminación al dios Eros, cuyas tra-
vesuras y malas mañas ocasionan el sufrimiento del poeta. El
carácter pernicioso de Eros es, en definitiva, el del amor40
. En
este sentido, hay numerosos epigramas en los que se conju-
gan los antónimos amor-odio, sin llegar a la idea del Odi et
amo de Catulo, en donde su deseo le lleva a amar, pero su ra-
zón a odiar. Así, anónimos poetas experimentan estas sensa-
ciones en XII 103, 104 ó 172, cuyo germen podemos rastrear
en Anacreonte (83 Page) o Teognis (1091-1094).
La belleza hiperbolizada del joven es otro tópico literario
frecuente.A menudo aparece el amado como segundo Eros (XII
54, 75-78, 105...): a través de la confusión del joven con el dios
se exalta la belleza del humano. El erómenos se confunde con
Eros como también, en relación con este topos, con otros be-
39
Traducción de M.ª Luz Prieto.
40
D. H. Garrison (1978, pp. 4-7) ha señalado que la visión negativa de-
riva de la doctrina de escuelas filosóficas contrarias al amor, como el estoi-
cismo, el cinismo y, especialmente, el epicureísmo.
32 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 32
llos erómenoi divinos (Ganímedes, Jacinto, Ampelo), e incluso
con los mismos dioses. De manera general, el poeta adopta el
papel de un erastés que elogia la belleza de un erómenos. La
contemplación de la belleza provoca el enamoramiento hacia
los muchachos, a los que considera deseables porque son her-
mosos. El arte los retrata bien: efebos desnudos, lampiños, pro-
porcionados y bellos. Una variación del tópico es que el amado
puede suplir al dios en la iconografía (XII 75,Asclepíades). Los
erómenoi aprovechan sus cualidades (en la palestra, en los ban-
quetes, pero también en la calle) para influir sobre los amantes
a través de la belleza de su cuerpo, explotando:
– su mirada41
, que desencadena normalmente la pasión
amorosa (por ejemplo, XII 68, Meleagro; 93, Riano);
– su boca (bien por sus labios, por sus deseados besos o
por su lenguaje) (por ejemplo, XII 22, Escitino);
– su sonrisa (XII 125 Meleagro; 205, Estratón);
– su piel (por su color, por su brillo...) (por ejemplo, XII 7,
Estratón; 94, 125, Meleagro);
– su cabello (rubios, morenos, castaños...) (por ejemplo,
XII 5, Estratón);
– sus muslos (por ejemplo, XII 37, Dioscórides);
– su culo (por ejemplo, XII 6, 15 Estratón; 37 Dioscóri-
des);
– su olor (por ejemplo, XII 7, Estratón);
– su atuendo (coronas, vestidos...) (por ejemplo, XII 176
Estratón);
– el movimiento de su cuerpo (por ejemplo, XII 93, Riano;
206, Estratón);
– su pudor (por ejemplo, XII 8 Estratón; 96, 99, anóni-
mos), etcétera.
Sin embargo, hay otros elementos que pretenden ocultar
cuando ven que su «edad florida» está llegando a su fin: el te-
mido vello, especialmente cuando aparece en muslos y meji-
41
J. Lasso de laVega (1985, p. 81) indicó: «La alabanza de los ojos del eró-
meno fue sin duda el motivo más reiterado en la poesía homosexual griega».
33INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 33
llas, que implica que el joven ha de pasar a ser el elemento ac-
tivo de la relación (tanto con hombres como con mujeres).
El deseo sigue a la contemplación de la belleza, incluso
los objetos inanimados se proponen alcanzarla (por ejemplo
XII 15, 208, Estratón). El amante goza y se siente afortunado
(como en XII 190, 254, Estratón), pero la mayoría de las ve-
ces sufre por la persona amada. Los efectos de Eros sobre el
enamorado se reflejan muy bien en el primer verso de XII 22
de Escitino: «Vino sobre mí un gran azote, una gran guerra, un
gran fuego», y el temor del poeta a lo que sucede, pues en el
verso 7 se pregunta «¿Qué me va a pasar?». El poeta vive su
amor con conciencia de riesgo, no en vano la guerra era una de
las actividades más peligrosas de su época, como también la
navegación (XII 156 anónimo, 157 Meleagro). El carácter per-
nicioso y destructivo del amor es otro tópico erótico: es nor-
mal que en Eros se dé una mezcla de elementos positivos y
negativos, como señala su epíteto glukuvpikro" («dulce amar-
go») que representa muy bien el placer y el dolor que provo-
ca. Este topos que aparece en XII 153 (Asclepíades), XII 81,
109, 154 (Meleagro), también lo hace en V 134 (Posidipo) y
su antigüedad puede rastrearse ya en Safo (fr. 130 L-P), Teog-
nis (1353) o Eurípides (Hipólito 348). Si analizamos los efec-
tos de Eros sobre los amantes en el libro XII percibimos una
serie de recursos que acabarán convirtiéndose en tópicos lite-
rarios:
– el amor, como ya hemos señalado, es una atracción irre-
frenable por la belleza, un arrebato, un impulso arrasador
(furia amoris) (comparado con el viento en XII 167, Me-
leagro);
– el amor es una herida punzante y dolorosa, un dardo de
fuego que abrasa provocado por las flechas y antorchas
(flamma amoris) del cruel, caprichoso y juguetón Eros
(como apreciamos en XII 76, Meleagro);
– en relación con lo anterior, la herida de amor provoca
una auténtica enfermedad (volnus amoris) en la víctima:
insomnio, delirios, falta de apetito, aspecto demacrado...
El más característico puede ser la fiebre, es la flamma
34 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 34
amoris (ya en V 88 Eros aparece con el epíteto purfovro"
«incendiario») en la que también apreciamos el topos del
amor como pasión, como fuego (las brasas reticentes en-
tre la ceniza que el poeta teme vuelvan a encenderse (así
en XII 80, 82, 83, Meleagro) y que muestran el contras-
te entre el fuego real y el figurado a través de la metáfo-
ra del fuego en el pecho. A menudo esas antorchas de
Eros parecen identificarse con los ojos del amante, cuya
mirada «enciende» e inflama al amante como rayos del
sol (por ejemplo en XII 91, Polístrato; 93, Riano; 127,
Meleagro; 161, Asclepíades; etc.); el dolor que provoca
la herida puede conducir al llanto, a renunciar al amor
(ejemplos de renuntiatio amoris aparecen en XII 90, anó-
nimo; 237, Meleagro) pero las lágrimas no son capaces
de extinguir esas llamas provocadas por Eros (por ejem-
plo en XII 92, Meleagro);
– si la enfermedad no se cura, el amor puede producir lo-
cura (ejrotikh; maniva): impulsos irracionales, sentimien-
tos inexplicables, éxtasis... (así en XII 31, Fanias; 115,
anónimo); los sufrimientos amorosos no tienen fin y pro-
pician el acercamiento de Eros con la muerte (XII 73,
Calímaco; 84, Meleagro);
– el amor como juego (tabas, dados...) al que siempre gana
Eros porque es invencible y no hay posibilidad de resis-
tirse a él. Aparece también como cazador o pescador de
sus presas. El poeta se muestra impotente ante la supe-
rioridad divina y tiene que aceptar su derrota, porque, en
caso contrario, pecaría de hybris y el castigo del dios se-
ría peor. Por lo tanto, es vano rehuir a Eros (como se
aprecia en XII 82, Meleagro).
En el terreno poético Eros se muestra como un ser irracio-
nal que no respeta la actividad intelectual del hombre y aten-
ta contra su modelo de comportamiento habitual. En este sen-
tido, puede provocar el abandono total de las obligaciones
sociales e intelectuales del poeta, pues éste no puede concen-
trarse, obsesionado en dedicarse al amor (así por ejemplo XII
99, anónimo; 117, Meleagro).Ya para Posidipo (XII 98) sabi-
35INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 35
duría y amor eran incompatibles, pues su unión provoca una
sensación de pérdida de libertad, de esclavitud (XII 84, Mele-
agro). La contradicción entre pasión y razón constituye así un
nuevo topos erótico.
Encontramos también en el libro XII ejemplos de «canción
de alba» (la llegada del día pone fin al encuentro de los aman-
tes y se lanzan improperios contra la aurora42
, como vemos en
XII 114, 136, 137, Meleagro) y de paraklausivquron (el aman-
te vela ante la puerta cerrada del amado, como vemos en XII
118, Calímaco; 252, Estratón). En estos tópicos encontramos
también el del amante impaciente que espera la llegada de otro
encuentro con el amado.
Otra peculiaridad de los epigramas eróticos es la mención
en un poeta de múltiples amantes. Un ejemplo sería Melea-
gro: nos habla de Heliodora, hetera de Tiro, pero también de
Diodoro, Heráclito, Dión o Miísco. Por otro lado, aparecen
una serie de símbolos o emblemas amorosos que se repiten en
varios epigramas como las flechas, el fuego, las antorchas, la
ceniza, el corazón, la mirada, el beso, las guirnaldas, las flo-
res, las tabas... También es frecuente el juramento a una divi-
nidad, especialmente a Zeus y a Eros, pero también a Cipris,
a las Gracias, a Dioniso, a Pan, a Gea, a Temis... solicitando su
ayuda en difíciles momentos.
Junto a los tópicos eróticos aparecen también temas sexua-
les, aunque éstos se muestran bajo metáforas, juegos de pala-
bras, equívocos eróticos o anfibologías y nunca manifestados
de forma directa. En este sentido, los epigramas son modelo de
esa concisión de la que tanto gustaban los poetas helenísticos,
y de ironía. Así, en el libro XII encontramos ejemplos de:
– masturbación: XII 3, 7, 13, 22, etc.
– coito anal: XII 4, 22, 33, etc.
– coito intermuslar: XII 208, etc.
– felaciones: XII 190, 208, 243.
42
Es un tema erótico universal del que encontramos ejemplos en la lite-
ratura grecolatina (R. González Delgado, 2000) pero que se desarrollará en las
literaturas románicas en época medieval.
36 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 36
– ménage à trois o sexo en grupo: XII 13, 210 (Estratón)
(en ningún momento se relaciona el erómenos con esta
práctica: el primero es un encuentro casual y el segundo
un epigrama a modo de adivinanza).
– prostitución masculina: XII 6, 8, 42, 43, etc.
– impotencia: XII 232 (Escitino), 11, 216, 240 (Estratón)
(tema en la Antología bastante recurrente43
).
Los autores
Algunos estudiosos señalan que en el epigrama erótico he-
lenístico se desarrollan dos corrientes emocionales44
: una, re-
presentada por Calímaco, Asclepíades y Posidipo, que se ca-
racteriza por la promiscuidad y el distanciamiento irónico; otra,
que inauguraría Meleagro, estaría marcada por la monogamia
romántica (una sola persona amada), conllevando una mayor
implicación emocional. Sin embargo, podemos considerar esta
distinción como una variación del «arte alusiva» en relación con
un amor más público (los muchachos, en general, para nuestro
libro) o privado (un muchacho, en concreto). Cada autor refle-
ja sus gustos y sus sentimientos en los epigramas.
Si prescindimos de los treinta y cuatro epigramas anóni-
mos45
, en el libro XII de la Antología Palatina aparecen repre-
sentados veintinueve autores que, a pesar del paso del tiempo,
ofrecen una modernidad sorprendente. Los más importantes
(casi el 60 por 100 de los epigramas) son Estratón de Sardes y
Meleagro de Gádara. Pero junto a ellos aparecen algunos más
de los que, a continuación, hablaremos en orden alfabético:
43
También en el libro V 306 (Filodemo), 47 (Rufino) y XI 29 (Autome-
donte), 30 (Filodemo). En los epitafios señalados del libro XII tan sólo en
este último caso la vejez intenta dar justificación al hecho (véase S. Byl, 2001-
2002, pp. 449-450), aunque por lo que se dice en XII 38 no parece que sea ésta
causa suficiente.
44
G. Giangrande (1974, p. 2). También D. H. Garrison (1978, pp. 72-75).
45
Representan el 13,18 por 100 de epigramas del libro XII: 19, 39, 40,
61, 62, 66-67, 69, 79, 87-90, 96, 99-100, 103-104, 107, 111-112, 115-116,
123, 130, 136, 140, 143, 145, 151-152, 155-156, 160.
37INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 37
ALCEO de Mesene (Mesenia): tres epigramas (1,16 por 100):
29, 30, 64. Poeta del siglo III a.C. Se le atribuyen veintidós
epigramas de la Antología Palatina (hay otro que se dis-
puta con Alfeo). Además del tema erótico escribió invec-
tivas en yambos, en las que destaca el ataque político con-
tra Filipo V de Macedonia.
ALFEO de Mitilene (Lesbos): un epigrama (0,39 por 100): 18.
Poeta contemporáneo de Augusto (siglos I a.C. - I d.C.).
Se le atribuyen doce epigramas de la Antología Palatina.
ANTÍPATRO de Sidón (Siria): un epigrama (0,39 por 100): 97.
Poeta del siglo II a.C. (180/170 - ca. 100). Se le atribuyen
cuarenta y cinco epigramas de la Antología Palatina, la
mayoría funerarios y votivos. Su mérito consiste en haber
introducido la técnica de la variatio sobre composiciones
de otros epigramistas anteriores (no así en este caso, pues
el étnico de su nombre fue añadido por Reitzenstein). Por
las referencias mitológicas del poema, creemos que su au-
tor tal vez fueraAntípatro de Tesalónica (siglos I a.C. - I d.C.)
que ya estaba incluido en la Guirnalda de Filipo.
ARATO de Solos (Cilicia): un epigrama (0,39 por 100): 129.
Poeta, filósofo y astrónomo del siglo III a.C. (310-240
a.C.). Su obra más célebre es Fenómenos, poema didácti-
co-astronómico que en algo más de mil hexámetros des-
cribe el firmamento y sus constelaciones. A pesar de que
este erudito y docto poeta gozó de gran reputación entre los
poetas alejandrinos y romanos, tan sólo aparecen dos epi-
gramas suyos en la Antología Palatina (XI 437).
ARTEMÓN de Cícico (Misia): dos epigramas (0, 77 por 100): 55,
124; ambos aparecen como anónimos o atribuidos a este au-
tor porque celebran al erómenos Equedemo. Poeta desco-
nocido.
ASCLEPÍADES deAdramitio (Misia): un epigrama (0,39 por 100):
36. Poeta desconocido. Algunos (Guyet) conjeturan que su
nombre era Diotimo, otro poeta helenístico desconocido au-
tor de once epigramas epidícticos y funerarios de la Antolo-
gía Palatina incluidos ya en la Guirnalda de Meleagro.
ASCLEPÍADES de Samos: diez epigramas (46, 50, 75, 105, 135,
153, 161-163, 166), que ascenderían a doce si son de él los
38 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 38
dos (17, 77) en que hay duda si Posidipo o Asclepíades es
su autor (4,26 por 100) (publicó en vida una colección de
epigramas junto con Posidipo y Hédilo, razón por la que ya
Meleagro no pudo decidir en su Guirnalda si algunas poe-
sías eran de Asclepíades o de Posidipo). Poeta del siglo III
a.C., perteneciente a la escuela de Cos, contemporáneo de
Calímaco y maestro de Teócrito, influye en ambos. Se le
considera el inventor del epigrama erótico, con tópoi como
los Amorcillos, el fuego del amor... que serán después ca-
racterísticos de este tipo de epigramas46
. Asclepíades logra
retratar la emoción de los sentimientos con un estilo preci-
so y una buena semblanza de amantes, amados y amadas.
También dará nombre a dos tipos de verso (el asclepiadeo
mayor y el menor).
AUTOMEDONTE de Cícico (Misia): un epigrama (0,39 por 100):
34. Poeta de los siglos I a.C. - I d.C. Se le atribuyen doce
epigramas de la Antología Palatina, la mayoría de carác-
ter satírico. Como la composición que tenemos aquí, sus
temas están sacados de la vida real.Ya aparece en la Guir-
nalda de Filipo.
CALÍMACO de Cirene (Libia): doce epigramas (4,65 por 100):
43, 51, 71, 73, 102, 118, 134, 139, 148-150, 230. Poeta lí-
rico, épico y trágico del siglo III a.C. (305-240 a.C.). Fue
uno de los máximos exponentes de la poética alejandrina:
apreciaba a Homero y lo consideraba inimitable, pero re-
chazaba la épica y otros géneros heredados por su exten-
sión y su lenguaje pretencioso. Era contrario a las ideas
defendidas en la Poética de Aristóteles relativas a la uni-
dad, la perfección y la extensión. En Alejandría instruyó a
destacados gramáticos y poetas, como Apolonio de Rodas.
Ptolomeo Filadelfo le encargó catalogar la biblioteca de
Alejandría, trabajo que le ocupará hasta su muerte y que es
de gran valor para posteriores estudios bibliográficos y li-
46
Así N. Hopkinson (1988, p. 244) señala la importancia de Asclepíades
en el desarrollo del epigrama literario erótico. También G. O. Hutchinson
(1988, p. 266) dice que, junto a Posidipo, marca la pauta en temas y formas
del epigrama erótico.
39INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 39
terarios realizados sobre el periodo arcaico y clásico. De su
obra de creación se conservan fragmentos de sus Aitia (ele-
gías de tema etiológico) y de su Hécale (poema heroico
que narra las hazañas de Teseo), así como seis himnos y se-
senta y tres epigramas. De los epigramas que aparecen aquí
apreciamos su originalidad, su mesura y refinamiento.
Julio DIOCLES de Caristo (Eubea): un epigrama (0,39 por 100):
35. Se le atribuyen cuatro en la Antología Palatina: dos a
Diocles, éste y IX 109; uno a Julio Diocles, VI 186; y otro
a Diocles de Caristo, VII 393. De referirse a la misma per-
sona, parece que se trata de un retórico de época augústea
conocido por los escritos de Séneca el Viejo (Controver-
siae VII 1, 26).
DIONISIO: un epigrama (0,39 por 100): 108. Poeta desconoci-
do. Quizá la atribución del epigrama se deba a un error del
copista que haya puesto el nombre del erómenos del epi-
grama anónimo anterior.
DIOSCÓRIDES de Nicópolis (Épiro): seis epigramas (2,32 por 100):
14, 37, 42, 169-171. El topónimo de este poeta del siglo III
a.C. no es seguro (hay quien lo considera de Alejandría). Es
autor de cuarenta epigramas de la Antología Palatina, ya in-
cluidos en la Guirnalda de Meleagro, sobre episodios bio-
gráficos de poetas anteriores (Safo, Anacreonte...) y de tema
erótico.
ESCITINO: dos epigramas (0,77 por 100): 22, 232. Autor des-
conocido, tal vez de Teos (s. VI a.C.), que compuso estos
dos epigramas sobre el tema de la masturbación.
ESTRATÓN de Sardes (Lidia): noventa y cuatro epigramas (36,43
por 100): 1-11, 13, 15, 16, 21, 175-229, 231, 234-255, 258.
Poco sabemos de este epigramista de tema pederástico que
vivió en la época de la reconstrucción neohelénica del em-
perador Adriano (s. II d.C.)47
y que murió viejo (así se pre-
senta en XII 240). Bajo el título Mou'sa Paidikhv (La Musa
de los muchachos) se engloba su obra y parece que Céfalas
le agregó otros poemas pederásticos: surge así el libro XII
47
L. Floridi (2007, p. 13) lo sitúa en época de Nerón.
40 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 40
de la Antología Palatina que lleva por título el nombre de
la obra de Estratón. Sus méritos literarios y su arte poético
son incuestionables, ya apreciados por Constantino Céfalas
en las palabras que introducen la obra. Sin embargo es, de
todos los autores, el más atrevido, el más pornográfico. Su
peculiaridad es el tono humorístico y la visión realista, sim-
ple y directa, que provoca que algunos epigramas se ase-
mejen a «chistes verdes» (XII 210, 212, 213...), tal vez ya
influido por el epigramatista latino Marcial48
. Informa de la
mentalidad desprejuiciada de la época, pues ya no aparecen
en su obra los ideales educativos de la pederastia de siglos
anteriores (XII 219). Utiliza en varias ocasiones términos
sexuales en argot difíciles de traducir y de identificar.
ÉVENO de Ascalón (Siria): un epigrama (0,39 por 100): 172.
Gramático de los siglos II-I a.C. Se le atribuyen once epi-
gramas de la Antología Palatina (es probable que no todos
correspondan al mismo autor) y Filipo lo menciona en su
Guirnalda. En la antología de Planudes este epigrama apa-
rece como anónimo.
FANIAS: un epigrama (0,39 por 100): 31. Gramático del siglo
III a.C., su nombre ya aparece citado por Meleagro en su
Guirnalda. Por otros epigramas, sabemos que imita a Le-
ónidas de Tarento.
FILODEMO de Gádara (Siria): un epigrama (0,39 por 100): 173.
Filósofo epicúreo griego (discípulo de Zenón de Sidón en
Atenas) y poeta del siglo I a.C. que emigró a Roma donde
disfrutó del favor de los Pisones (su obra filosófica se ha-
lló entre los papiros de la biblioteca de L. Calpurnio Pisón
Cesonino, en Herculano). El epigrama que se incluye aquí
es de contenido heterosexual y en la Antología Palatina se
conservan una treintena de epigramas (veintiocho auténti-
cos y siete dudosos), la mayoría de contenido erótico (está
muy presente en el libro V). En un papiro de Oxirrinco ha
aparecido el comienzo de cien epigramas suyos. Elogiado
48
Será de Marcial de quien proceda la idea moderna de «epigrama». Las
relaciones entre Marcial y Estratón son discutidas: P. Laurens (1965), M. Gon-
zález Rincón (1996, pp. 18-20), A. Ramírez de Verger (1996).
41INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 41
por Cicerón, influyó en los poetas augústeos latinos (Ho-
racio, Propercio, Virgilio, Ovidio).
Estatilio FLACO: cuatro epigramas (1,55 por 100): 12, 25-27.
Poeta poco conocido, tal vez de origen romano de los si-
glos I a.C. - I d.C., al que se le atribuyen diecisiete epigra-
mas de la Antología Palatina.
Marco Cornelio FRONTÓN DE Cirta (Numidia): dos epigramas
(0,77 por 100): 174, 233. Gramático, retórico y poeta ro-
mano del siglo II d.C. (100-170), profesor de Marco Aure-
lio. Puede que este autor sea un poeta del siglo III de Éme-
sa (Fenicia), tío de Longino. Estos epigramas, los únicos
del autor en la Antología Palatina, provienen de la antolo-
gía de Diogeniano.
GLAUCO de Nicópolis (Épiro): un epigrama (0,39 por 100): 44.
Poeta del siglo III o II a.C. Se le atribuyen seis epigramas
de la Antología Palatina.
Marco Tulio LAUREA: un epigrama (0,39 por 100): 24. Además
del aquí incluido, este autor, liberto de Cicerón, compuso
otros dos epigramas griegos recogidos en la Antología Pa-
latina VII 17 y 294 y un epigrama latino, según Plinio el
Viejo en Hist. Nat. XXXI 8. El epigrama presente parece
que ha servido como modelo a los tres epigramas siguien-
tes, de Estatilio Flaco, aunque Gow-Page atribuyen este
epigrama al mismo Flaco.
Julio LEÓNIDAS de Alejandría: un epigrama (0,39 por 100): 20.
Poeta, matemático y astrónomo griego del siglo I d.C. que
se estableció en Roma bajo la protección de Nerón y Ves-
pasiano. Sus epigramas tienen la particularidad de la isop-
sefia, es decir, utiliza el valor numérico de las letras para
que la suma de ellas coincida de un verso a otro.
MELEAGRO de Gádara (Siria): cincuenta y nueve epigramas
(22,87 por 100): 23, 33, 41, 47-49, 52-54, 56-57, 59-60,
63, 65, 68, 70, 72, 74, 76, 78, 80-86, 92, 94-95, 101, 106,
109-110, 113-114, 117, 119, 122, 125-128, 132-133, 137,
141, 144, 147, 154, 157-159, 164-165, 167, 256-257. Es el
compilador de la primera Guirnalda de epigramas y su éxi-
to fue tal que provocará adiciones posteriores (Filipo, Aga-
tías, Céfalas…). Poeta del siglo I a.C. (140/120-60 a.C.),
42 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 42
casi todos sus epigramas son eróticos, dedicados a ambos
sexos. Aunque nació en el «Ática de Siria», como llama el
poeta a su Gádara natal, vivió en Tiro («jardín de Cipris»,
XII 256) y parece que murió en la isla de Cos. Admiró a
Asclepíades de Samos y muestra un estilo voluptuoso. Re-
elabora los temas de autores anteriores, desarrollando la
técnica de la imitatio cum variatione. Aún así, podemos
decir que, en conjunto, su poesía paídica es la más sensual
y romántica de todas pues tiene, por un lado, la platónica
concepción del amor como cualidad del alma y, por otro,
la exploración trágica del alma apasionada por la que el
amante quiere «adueñarse» del amado: a temas conven-
cionales les insufla una emoción auténtica que suele des-
arrollar casi a modo de breves elegías.
MNASALCES de Sición (Corinto): un epigrama (0,39 por 100):
138. Poeta del siglo III a.C.
NUMENIO de Tarso (Cilicia): un epigrama (0,39 por 100): 28.
Poeta desconocido. La Appendix Barberino-Vaticana tam-
bién le atribuye los epigramas 60 (de Meleagro) y 237 (de
Estratón).
POLÍSTRATO de Letópolis (Egipto): un epigrama (0,39 por
100): 91. Poeta del siglo II a.C.
POSIDIPO de Pela (Macedonia): cinco epigramas (45, 98, 120,
131, 168) que ascenderían a siete si son de él los dos (17,
77) en que hay duda si Asclepíades o Posidipo es su autor
(2,32 por 100). Ambos poetas son contemporáneos (pri-
mera mitad del siglo III a.C.). Tuvo una relación estrecha
con la ciudad de Alejandría, como atestiguan sus epigra-
mas dedicados al Faro y al Templo de Arsínoe-Afrodita.
En la Antología Palatina se le atribuyen una veintena de
epigramas, especialmente eróticos y convivales, en los que
se aprecia la influencia de Calímaco y Asclepíades. Pare-
ce que compuso una Etiopía en la que mencionaba bas-
tante a Dórica, la hetera de Naucratis, amante del herma-
no de Safo y causante de su ruina económica.
RIANO de Creta: seis epigramas (2,32 por 100): 38, 58, 93,
121, 142, 146. Poeta de la segunda mitad del siglo III a.C.
Contemporáneo de Eratóstenes de Cirene. Aunque fue es-
43INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 43
clavo, su educación le llevó a ser poeta épico (se conservan
fragmentos papiráceos) y epigramático, la mayoría de te-
mática homoerótica. Utiliza motivos convencionales como
el del cazador (frecuente también en Calímaco), pero aña-
de una picardía que inspirará a poetas posteriores, más re-
alistas y directos.
TIMOCLES: un epigrama (0,39 por 100): 32. Poeta desconoci-
do, quizás del siglo III a.C. que aparece probablemente en
la Corona de Meleagro.
EL AMOR PEDERASTA
La pederastia fue una institución arraigada en diversos ám-
bitos de la sociedad griega y su rasgo definitorio fundamental
era la «pedagogía» del joven amado (erómenos) por parte del
amante (erastés) adulto49
. La filosofía griega (Sócrates, Platón,
los estoicos) evoca una imagen idealizada de la pederastia, como
un impulso puro y benéfico, libre de contacto sexual. Plutarco,
que rechaza las relaciones homosexuales (Mor. 768 e-f), acepta
la pederastia («El Amor que ha prendido en un alma bien dota-
da y joven culmina en la virtud a través de la amistad», Mor. 750
d) sólo en esa faceta espiritual y filosófica de la amistad, como
una caza de jóvenes (peri; qhvran nevwn, 751 a) para guiar sus al-
mas hacia la virtud (ajrethv) por medio de la amistad (filiva). En
su Erótico, los defensores de la pederastia disocian a Eros, que
representaría el amor puro, deAfrodita, diosa de los placeres se-
xuales (como también percibimos en nuestros epigramas). Por su
parte los detractores denuncian que tales propósitos educativos,
en gimnasios, palestras y reuniones filosóficas, constituían una
excusa para ocultar inconfesables deseos, aludiendo a una reali-
dad en la que se iba más allá de los propósitos pedagógicos.
Los niños iban a la escuela desde los siete años: un fiel es-
clavo de la casa los acompañaba y el pedadogo debía proteger
y ayudar a su pupilo. Pero a partir de los doce años frecuentaba
49
Sobre la pederastia griega, véase especialmente F. Buffière (1980).
También K. J. Dover (1978) y J. S. Lasso de la Vega (1985, pp 55-99).
44 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 44
los gimnasios para ejercitar su cuerpo a las órdenes del pedó-
tribo. Los hijos de los pobres salían pronto de la escuela para
ayudar en el trabajo a sus padres, por lo que la educación de los
aristócratas terminaba más tarde (la pederastia se corresponde-
ría con este momento). La propia pólis construía los gimnasios
con la finalidad de que los jóvenes estuviesen en forma y pre-
parados en tiempos de guerra. Los pedagogos acompañaban a
los muchachos al gimnasio y se les encargaba su protección ante
el acoso de los adultos, pues los esclavos y extranjeros tenían
prohibida la entrada.Aprovechando la desnudez de los cuerpos
(de gumnov", «desnudo»), tenían lugar los primeros acerca-
mientos entre hombres adultos y muchachos. En Grecia el des-
nudo se veía bien y no causaba extrañeza. Un buen ejemplo es
que en los Juegos Olímpicos, a partir del 720 a.C., se despojó a
los atletas del taparrabos que hasta entonces llevaban. La des-
nudez era cosa cotidiana e, incluso, elegante, que giraba en tor-
no al androcéntrico culto a la belleza física que imperaba en la
tradición estética griega. El cuerpo perfecto era el masculino,
pero sobre todo las estilizadas formas de los llamados efebos50
.
Así, los entrenamientos de jóvenes en los gimnasios eran un es-
pectáculo erótico que atraía a muchos mirones, el culmen del
culto al cuerpo: los tersos y hermosos jóvenes ejercitaban su su-
gestiva musculatura entre jardines y fuentes. La desnudez de los
cuerpos más afortunados era alabada en los frecuentes concur-
sos de belleza y el ganador recibía como premio un reputado
puesto de trabajo en templos, además de ser invitado de honor
en algún simposio o banquete privado, al que sólo asistían hom-
bres que hablaban y se embriagaban de vino, atendidos por be-
llos esclavos que les servían las bebidas. Por el contrario, los
atenienses, que no dejaban a sus mujeres presenciar los Juegos
Olímpicos, se escandalizaban porque en la disciplinada Espar-
50
Incluso en algunos dibujos decorativos se dota a las mujeres de cierto
perfil hombruno. Esta concepción estética cambiará, e incluso se invertirá, en
la historia. Así, ya por la influencia del cristianismo, los efebos que se retra-
tan en el Renacimiento son varones andróginos (como el apóstol Juan, a quien
difícilmente se le diferencia de una mujer e incluso en La última cena de Leo-
nardo da Vinci se le llega a confundir con María Magdalena) que inspiraban
bondad, ternura y dulzura (virtudes asociadas a su femenino aspecto).
45INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 45
ta las muchachas ejercitaban también su cuerpo desnudo junto
a los efebos en los gimnasios.
La pederastia formaba, por tanto, parte de la educación,
como una costumbre que ponía al joven bajo la tutela de un
adulto, y se veía favorecida por la separación entre sexos y por
la escasa consideración de la mujer. Los orígenes de esta ins-
titución se remontan a las bélicas estirpes dorias: el guerrero
maduro transmitía a su joven amante un conjunto de virtudes
militares (nobleza, lealtad, valor, compañerismo...) que consi-
guieron crear unos ejércitos sólidos y valerosos (el ejemplo
más célebre fue el batallón sagrado de Tebas, organizado por
el célebre Epaminondas, con trescientos soldados de elite en
que amante y amado luchaban juntos51
). Era una peculiar re-
lación de amistad y amor que vigilaba el Estado aunque, ter-
minado ese periodo juvenil, el muchacho debía cumplir con
sus deberes para la pólis (la procreación) para más tarde ser él
el adulto erastés que inicie a un nuevo joven erómenos. Al mu-
chacho que no tenía un erastés se le consideraba, incluso,
como asocial. El llamado «amor dorio» es, por tanto, la en-
carnación sentimental de la fratría guerrera, aunque este tipo
de relación no era considerada «pederástica».
Sin embargo, en sociedades que no eran tan guerreras, como
Atenas, la enseñanza de esas virtudes pasó de lo militar a lo ci-
vil, por eso su «amor por los muchachos» o e[rw" paidikov" es
esencialmente pedagógico. Si el poeta Tirteo cantó los ideales
guerreros dorios, ya Teognis de Mégara, en una elegía que diri-
ge a su erómenos Cirno, refiere los dos elementos básicos de la
pederastia, la pedagogía y el placer:
Amar a los jóvenes es una cosa placentera, pues también
el hijo de Crono, rey de los inmortales, se enamoró en otro
tiempo de Ganímedes y raptándolo se lo llevó al cielo y le
convirtió en dios, adornado como estaba con la amable flor
51
El compañerismo, la unión y el espíritu de emulación para agradar al
compañero fueron considerados clave para la victoria. Ya en Creta, en un ri-
tual luego integrado a los hábitos dorios, el muchacho debía ser «raptado»
por su amante, que recibía los ideales de la virtus guerrera (nobleza, dignidad,
honestidad, aptitud...).
46 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 46
de la juventud. Por ello no te extrañes, Simónides, de que se
me haya visto caer también a mí bajo el yugo de un bello jo-
ven. Oh, joven, no vayas de parranda y presta más bien oído
a un viejo: los jolgorios no son convenientes para un joven52
.
Como ningún otro pueblo, los griegos elevaron al máximo
rango moral y social la pederastia, que se convirtió en toda una
institución, sobre todo bajo el dictamen de Solón. En Atenas el
muchacho que entraba en relación con un adulto aprendía las
virtudes y los deberes del ciudadano. Un joven era susceptible de
convertirse en erómenos cuando frecuentaba la palestra y recibía
una educación intelectual (retórica, leyes y filosofía) y física
(gimnasia). Este estatuto social, aunque reconocido y codifica-
do, era propio de la aristocracia y no un uso general. Así, era de
muy buen gusto y de alto valor ético que un erastés (así se le
consideraba a partir de los veinticinco años), con su reglamen-
taria barba en pico, se encaprichase de un erómenos o efebo, que
según la legalidad vigente había de estar entre los doce y die-
ciocho años (cfr. XII 4). El mayor se hacía cargo de la educa-
ción y de la orientación en la vida del joven y, entre tanto, inter-
cambiarían ambos amor y goces carnales como ritos de paso
preparatorios para la edad adulta. Se consideraba que la aparición
de la barba en el mentón del joven ponía fin a este estatuto so-
cial; entonces vendrían los deberes conyugales del muchacho
para después su renovación erótica, es decir, convertirse en eras-
tés. La pederastia fue, por tanto, una relación educativa entre
hombres libres que terminará convirtiéndose en un ideal estéti-
co: la belleza del joven se convierte en un alto valor, y prueba de
ello es que el amor platónico53
no es más que una sublimación
filosófica del eros pedagógico ateniense: la belleza y el trato con
el erómenos es el vehículo para que el alma retorne a la primera
morada en el cortejo de los inmortales. La trascendencia de la pe-
derastia queda patente en las artes decorativas, con frecuentes
representaciones de este tema.
52
Teognis, 1345-1352 (traducción de F. Rodríguez Adrados).
53
Platón desarrolla su concepción del amor, basada en el e[rw" paidikov",
especialmente en sus diálogos Fedro, El Banquete y Lisis.
47INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 47
El erastés era generalmente un ciudadano influyente, com-
prometido en la vida social y política de la polis, a menudo
casado y padre de familia, que gozaba de cierta fortuna. Asu-
mir la carga de una relación pederástica era costoso, especial-
mente en el curso de las fiestas que clausuraban el periodo de
probación, que suponía no sólo un banquete, sino también una
determinada serie de regalos como un buey (para sacrificar a
Zeus), un equipo militar (como rito de paso significaría que
el muchacho se convierte en guerrero y puede defender su ciu-
dad) y una copa (como símbolo de que el joven puede partici-
par del simposium). Además, el erómenos decente sólo acep-
ta regalos, nunca dinero, y éstos solían ser animales (gallos,
perros, liebres, pájaros...) y a veces coronas y diademas54
.
Los héroes más señalados en la memoria de los griegos
practicaban la pederastia: sirvan de ejemplo los tiranicidas
amantes, el joven Hermodio y el viejoAristogitón, que salvaron
Atenas de la tiranía, más que por amor a la democracia, por un
asunto de celos pasionales. La imaginación popular los convir-
tió en héroes, pero ellos sólo habían querido salvar la intromi-
sión de Hiparco, hijo del dictador Pisístrato, en sus amores55
.
Debemos tener presente que en la Antigüedad las normas
sexuales son diferentes a las de hoy día. En primer lugar, éstas
varían según el estatus social de cada uno (libre / esclavo; ciu-
dadano / extranjero; joven / viejo; hombre / mujer; rico / pobre)
que, en definitiva, no son más que relaciones de poder, pues el
sistema se basaba en la dicotomía activo / pasivo, más que en la
oposición heterosexualidad / homosexualidad56
. Por eso prefe-
rimos hablar de «homoerotismo» en laAntigüedad, más que de
54
K. J. Dover (1989, p. 92), G. Koch-Harnack (1983).
55
También personalidades conocidas tuvieron alguna relación pederásti-
ca: Sócrates y Alcibíades hacen alarde de los hombres a los que han logrado
enamorar; Aristipo de Cirene, padre del hedonismo, describe al fiero general
Jenofonte enamorado del joven Clinias; Píndaro, murió viejo en el teatro de
Argos, apoyado en las rodillas del hermoso muchacho Teóxeno de Ténedos;
en Cármides de Platón, Sócrates se turba al ver en el entreabierto manto del
muchacho los muslos mientras éste le mira; son célebres las parejas de Solón
y Pisístrato, Sócrates y Arquelao, Sófocles y Pélope, Anacreonte y Emerdis...
56
H. N. Parker (2001).
48 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
01:01 28/4/11 13:52 Página 48
«homosexualidad» o «bisexualidad». La parte activa de la pareja
mantenía incluso cierta consideración, pues eyacular dentro de
un hombre se suponía que otorgaba mayor virilidad. Pero el pe-
netrado o pasivo fue objeto de mofa y de desprecio.
Sin embargo, la relación erastés / erómenos se caracteri-
zaría por la igualdad de estatus social y por el respeto del uno
hacia el otro. Debemos tener en cuenta que en Atenas se pri-
vaba de derechos civiles a quienes practicaban o solicitaban la
homosexualidad paciente, aunque la opinión pública la tole-
raba. La pederastia admitía el coito intercrural, es decir, entre
los muslos del joven, pero no el anal; sin embargo contamos
con abundantes referencias literarias e iconográficas de am-
bos coitos (el papel pasivo es reprobable, por ejemplo en XII
4 y V 208, aunque parece defenderse en XII 238)57
. También
la práctica del sexo oral, bastante atestiguada en el libro XII de
la Antología, como también en otras referencias literarias y
numerosas pinturas vasculares, era considerada degradante
para quien la realizaba, fuera hombre o mujer. Popularmente
se asignaba este vicio a las mujeres de Lesbos (incluso se acu-
ñó para esta práctica el verbo lesbiavzein)58
. Por otro lado, el
travestismo parece no haber tenido mucha relevancia en una
sociedad rendida al look masculino y los homosexuales que
se prostituían pasivamente, los kivnaido", eran fácilmente iden-
tificables: iban por las calles maquillados en busca de clientes,
oliendo a perfume y untados con aceite. Evidentemente no po-
dían ser ciudadanos.
En una sociedad que adora la belleza masculina, la oferta
de prostitución fue amplia59
. La frecuentaban ciudadanos de to-
57
Hay estudiosos, como Hoffmann o Pomeroy entre otros, que justifican
el coito anal que los atenienses practicaban con sus mujeres como una ten-
dencia a utilizar con ellas la misma postura con la que ellos fueron iniciados
sexualmente en la relación pederástica. Sin embargo podemos pensar que se
puede tratar de una práctica anticonceptiva.
58
Sobre la felación homosexual, K. J. Dover (1989, p. 99), W. A. Kren-
kel (1980).
59
La prostitución no tenía la consideración social tan negativa de hoy
día. Así, era importante, por ejemplo, la prostitución sagrada en algunos lu-
gares de culto, como la ejercida por las hieródulas o siervas sagradas del tem-
49INTRODUCCIÓN
01:01 28/4/11 13:52 Página 49
das las clases sociales, pues también los menos pudientes, que
no tenían ni tiempo ni dinero para los «rituales» pederásticos
(acudir a la palestra, comprar regalos...), saciaban sus gustos pe-
derásticos recurriendo a ella60
. Frente a la prostitución femeni-
na, que alcanza a mujeres de todas las edades, la masculina es-
taba básicamente reservada a los esclavos adolescentes, pues
los muchachos eran deseados antes de que les saliese el vello.
Los mercaderes importaban hermosos adolescentes de todos los
rincones del mundo griego y los subastaban en los puertos. Pri-
mero eran utilizados como compañeros de cama y luego como
esclavos para todo. Otros eran adquiridos para prostituirlos. Un
célebre chapero fue Fedón de Elis, reducido a la esclavitud tras
la toma de su ciudad y que fue prostituido hasta que Sócrates lo
rescató, destacando después entre sus discípulos. Hasta tal pun-
to estaba la prostitución masculina tan integrada en la sociedad
griega que las ciudades instauraron un impuesto, al igual que
sobre las prostitutas, sobre los chaperos y éstos, como aquéllas,
eran protegidos por la ley contra todo ataque físico. Esquines, en
su discurso Contra Timarco (I 74), describe un burdel masculi-
no en el tribunal: si bien el cliente de una casa tal no era repro-
bado ni por la ley, ni por la opinión pública, el ejercicio de la
prostitución sí era socialmente vergonzoso. Por ello se recurría
a los esclavos o a los no ciudadanos, pues en Atenas si un ciu-
dadano la practicaba (tanto el adolescente como el adulto que le
ofrecía dinero a cambio de favores sexuales) corría el peligro
de la atimía, es decir, la pérdida de los derechos cívicos públi-
plo de Afrodita de la acrópolis de Corinto. Sobre la prostitución, K. Schnei-
der (1913), H. Licht (1932, pp. 329-410), S. B. Pomeroy (1987, pp. 107-111,
134-137, 160-162, 224), E. C. Keuls (1993, pp. 153-203). Sobre la prostitu-
ción masculina y las leyes que la regulaban: W. A. Krenkel (1978), K. J. Do-
ver (1989: 19-39), D. M. Halperin (1990, pp. 88-112), D. J. Cohen (1991), E.
C. Keuls (1993, pp. 287-299), D. M. MacDowell (2000).
60
Las tarifas eran muy variables. Ateneo (VI 241) menciona a un chico
ofreciendo sus favores por un óbolo; en XII 239 Estratón refiere una transac-
ción de cinco dracmas. Una carta del pseudo-Esquines (VII, 3) estima en
3.000 dracmas el montante ganado por un tal Melanopo, probablemente a lo
largo de toda su carrera.
61
En Contra Timarco, Esquines, para defenderse de las acusaciones de Ti-
marco, lo acusa de haberse prostituido en su juventud, por lo que debería estar
50 POEMAS DE AMOR EFÉBICO
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Gonzalez delgado ramiro   poemas de amor efebico - antologia palatina libro xii
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Gonzalez delgado ramiro poemas de amor efebico - antologia palatina libro xii

  • 1. 89 PoemasdeamorefébicoAutor EllibroXIIdelaAntología Palatina es la colección más am- plia conservada de epigramas dedicados a la pederastia, término con el que en la Grecia antigua se hacía referen- cia a la relación de índole sexual, y socialmente aceptada, entre un adolescente de familia de buena posición social (erómenos) y un varón adulto (erastés), ciudadano influyente que gozaba de cierta fortuna y que era, a menudo, padre de familia. Sin em- bargo, los poemas contenidos aquí abarcan un gran segmento espacial (de la Grecia de Asia Menor a la Roma helenizada) y temporal (del siglo VI a.C. al II d.C.), por lo que ya algunos autores no sienten el componente educativo de la pederastia, presente en sus orígenes, y escriben epigramas abiertamente homosexuales. Los breves poemas muestran la adoración por la belleza mas- culina, los desengaños amorosos y la exhortación a los jóvenes a que aprovechen su esplendor juvenil antes de que les salga el vello, pues este hecho supone el ocaso de la belleza y el fin de la condición de erómenos. La pederastia y la pasión amorosa se conjugan en algunos casos con temas pornográficos que refle- jan una sociedad urbana, tolerante y hedonista en la que el pla- cer sexual no estaba vetado. Ramiro González Delgado es profesor de Filología Griega en la Uni- versidad de Extremadura. Sus trabajos de investigación se han centrado fundamentalmente en la literatura y mitología griegas, la tradición clási- ca y la historiografía de la literatura grecolatina. AKAL/CLÁSICA Autor Poemas de amor efébico Antología Palatina, libro XII Edición de Ramiro González Delgado ISBN 978-84-460-2803-1 9 7 8 8 4 4 6 0 2 8 0 3 1 www.akal.com Este libro ha sido impreso en papel ecológico, cuya materia prima proviene de una gestión forestal sostenible. 4572 Poemas de amor efe?bico:Maquetación Akal Clásica 25/5/11 14:15 Página 1
  • 2. AKAL/CLÁSICA 89 Clásicos griegos Director: Manuel García Teijeiro 00 Primeras:00 Primeras 28/4/11 13:42 Página 1
  • 3. Diseño de interior y cubierta: RAG Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte. © Ediciones Akal, S. A., 2011 © De la edición, Ramiro González Delgado Sector Foresta, 1 28760 Tres Cantos Madrid - España Tel.: 918 061 996 Fax: 918 044 028 www.akal.com ISBN: 978-84-460-3673-9 00 Primeras:00 Primeras 28/4/11 13:42 Página 2
  • 4. POEMAS DE AMOR EFÉBICO Antología Palatina, libro XII Edición de Ramiro González Delgado 00 Primeras:00 Primeras 28/4/11 13:42 Página 3
  • 5. A Marta. 00 Primeras:00 Primeras 28/4/11 13:42 Página 5
  • 6. Introducción .................................................................... El epigrama y la antología de textos ......................... La Antología Griega: estructura y tradición manus- crita ...................................................................... El libro XII ................................................................ Eros y los tópicos eróticos ................................... Los autores........................................................... El amor pederasta ...................................................... Nuestra traducción..................................................... Bibliografía................................................................ Traducción. Antología Palatina, libro XII ...................... Apéndice ......................................................................... Índice de nombres propios de la Antigüedad.................. Índice 9 11 16 23 26 37 44 54 56 83 173 181 01:01 28/4/11 13:52 Página 7
  • 7. El libro XII de la Antología Palatina lleva por título Paidikh; Mou'sa (La musa de los muchachos), nombre de la obra de Es- tratón de Sardes, el principal poeta de este libro que contiene poe- mas de amor pederástico. Este tema, fuera del contexto heléni- co de laAntigüedad, puede ser malinterpretado: la pederastia en la antigua Grecia no se refería al abuso sexual cometido contra un niño, sino a la relación de índole sexual entre un adolescente de familia de buena posición social y un varón adulto (pedago- go, maestro, amigo del padre...). La pederastia fue una institución arraigada en diversos ámbitos de la sociedad griega y su rasgo definitorio fundamental era la educación del joven «amado» (ejrwvmeno") por parte del «amante» adulto (ejrasthv"). En Só- crates, Platón y los estoicos aparecía una imagen idealizada de la pederastia, libre de contacto sexual, como un impulso puro y benéfico para guiar las almas de los jóvenes hacia la virtud por medio de la amistad. Socialmente la pederastia estaba tan bien vista por los griegos que éstos se jactaban de que fuera una ins- titución típicamente helénica1 . Incluso dioses griegos como Zeus, Apolo o Dioniso la practicaron. Por eso, hemos conside- Introducción 1 Así, por ejemplo, Heródoto I 135: «Los persas adoptan más que otros pueblos costumbres extranjeras. Se visten con indumentaria meda, que les pa- rece más elegante que la suya propia; en la guerra se ponen corazas egipcias. Experimentados en placeres de todas clases, se han habituado especialmente a los griegos, y practican la pederastia» (traducción de M. Balasch); Jeno- 01:01 28/4/11 13:52 Página 9
  • 8. rado conveniente subtitular el libro XII de la Antología Palatina como «Poemas de amor efébico». Efébico (en griego e[fhbo" deriva de h{bh «juventud») es un adjetivo que describe y deno- mina a un adolescente físicamente muy bello y los griegos, por encima de todo, amaban la juventud y la belleza. Los epigramas que componen el libro XII abarcan un gran segmento geográfico (de la Grecia de Asia Menor a la Roma helenizada) y temporal (del siglo VI a.C. al II d.C.), por lo que ya algunos autores no sienten el componente educativo de la pederastia y escriben epigramas abiertamente homosexuales, como es el caso del principal poeta, Estratón de Sardes. Los breves poemas muestran, a grandes rasgos, la adoración por la belleza masculina, los desengaños amorosos y la exhortación a los jóvenes a que aprovechen su esplendor juvenil antes de que les salga el vello, pues este hecho supone el ocaso de la belleza y el fin de la relación pederasta. Sin embargo, en algu- nos epigramas la pasión amorosa se conjuga con temas porno- gráficos como la masturbación, la felación, la penetración, el sexo en grupo o la prostitución (el dios Eros apenas aparece en estos poemas), que reflejan una sociedad urbana, tolerante y hedonista en la que el placer sexual no estaba vetado. La Antología Palatina cuenta con otro libro, elV, que también canta al amor, pero, en este caso, al amor por las mujeres –lo pue- den leer en esta misma colección traducido por Cristóbal Rodrí- guezAlonso (1999)–. En una primera aproximación parece que li- terariamente no se aprecia una diferencia de tono entre el amor heterosexual y el homoerótico2 , aunque algunos autores se de- cantan más por uno que por otro (Asclepíades, por ejemplo, pre- fonte, Ciropedia II 2, 28: «... al darse cuenta [Ciro] de que uno de los tenien- tes había colocado a su lado como compañero de mesa a un hombre extraor- dinariamente peludo y feo, llamando al teniente por su nombre le habló así: «Sambaulas, ¿es que tú también, a la manera de los griegos, te haces acom- pañar de este jovencito que está sentado a tu lado, porque es hermoso?» «Sí, por Zeus –dijo Sambaulas–, es verdad que yo gozo con su compañía y con su contemplación»» (traducción de R. A. Santiago Álvarez). 2 Utilizo el término «homoerótico» ya que, como comentaremos más ade- lante, la actual categorización homosexual / heterosexual no se corresponde con el pensamiento griego de la Antigüedad. 10 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 10
  • 9. fiere el amor heterosexual, aunque compone también poemas ho- moeróticos, tema que desarrolla casi exclusivamente Calímaco)3 . En esta introducción que precede a la traducción del libro XII queremos hablar del género literario en el que se inscriben los poemas de la Antología, el epigrama, y la manera en que éstos son presentados. Veremos cómo nos ha llegado el texto (los manus- critos) y cómo se ha ido formando el libro XII, para detenernos después en los autores, en el tema erótico y en los tópicos litera- rios que recrea. Comentaremos también la pederastia y la homo- sexualidad en la antigua Grecia, para finalizar presentando nues- tra traducción y enumerando una selecta bibliografía. EL EPIGRAMA Y LA ANTOLOGÍA DE TEXTOS En la poesía griega de laAntigüedad el género literario con- diciona las características formales y estructurales del poema. El epigrama, el género en que se inscriben los poemas de la Anto- logía Palatina, tiene como principal peculiaridad la brevedad4 . Ya la etimología del nombre señala que el destino del texto (gravmma) era ser grabado a modo de inscripción (ejpiv, sobre pie- dra, bronce, mármol...), por lo que su extensión estaba limitada y, a menudo, reducida a un simple verso. Pero los epigramas de la Antología fueron escritos con tinta para que fueran lectura de todos y no solamente para quienes pasaban frente a la estela o es- tatua conmemorativa. Hay, por tanto, una evolución de esos epi- gramas grabados en época arcaica, con una finalidad práctica, al género que se configurará como tal en época helenística. Bien es cierto que entre los líricos griegos arcaicos, como Simónides, Alceo y Anacreonte, se encuentran los precursores del género5 . 3 J. Pérez Cabrera (1995) estudia las preferencias sexuales en el epigrama. 4 G. O. Hutchinson (1988, p. 75) apunta que esta característica puede de- rivarse de las selecciones para las diversas antologías más que constituir un rasgo propio del género. 5 El epigrama helenístico recoge la herencia de géneros como la invecti- va yámbica o el carmen mélico de Anacreonte. Alceo cultiva especialmente el tema simposíaco en sus poemas y el espacio del banquete nos remite al gé- nero del escolio en el que ya R. Reitzenstein (1893) vio el origen del epigra- ma; de la misma opinión, B. Gentili (1968) y G. Giangrande (1968, p. 94). 11INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 11
  • 10. De este último, Giangrande (1968, p. 119) señala que el epigra- ma tomará los rasgos de la autoironía, la técnica de la inversión de temas y el final inesperado del poema.Así, el epigrama hele- nístico supuso una reformulación tanto en la forma como en el contenido del género: la realidad se vuelve ficción y se transfor- ma en un simple motivo literario (frente a la restricción temáti- ca anterior, cualquier circunstancia puede dar origen a un epi- grama). De este modo la composición se dirige al individuo, se convierte en vehículo de expresión de sentimientos personales y tiene como finalidad el delectare, frente al epigrama anterior que perseguía un ideal de excelencia que lo acercaría tanto a los más nobles géneros literarios como a la cultura de la povli". Los pri- meros en componer epigramas libres de toda obligación cívica fueron Leónidas de Tarento (segunda mitad del siglo III a.C.), que cuenta con un centenar de epigramas en la Antología Pala- tina, y Asclepíades de Samos, pionero en expresar los senti- mientos personales (ya desde época clásica parece darse una cierta fluidez entre el epigrama y la elegía). De esta forma es como el epigrama llega a la tradición posterior: la libertad te- mática debía ceñirse a la norma de la brevitas, por lo que se sa- caba partido diciendo mucho en poco espacio y extremando el arte de la concisión ingeniosa o de la alusión erudita, a la vez que se busca el detalle en la descripción, el sentido del humor y la ironía... características todas ellas muy del gusto helenístico. El epigrama de esta época es el reflejo de una nueva sociedad, una sociedad hedonista pero también culta. A pesar de la varie- dad temática, el epigrama es obra de un poeta docto, al que le gusta jugar con las palabras y con referencias culturales (míticas, históricas...), y que muestra costumbres y personajes de la so- ciedad de su época. La reelaboración sobre modelos anteriores también constituye uno de los rasgos más característicos de este nuevo epigrama: de unos a otros vemos logradas variaciones tan- to en la expresión como en el empleo de motivos, metáforas, imágenes o comparaciones, ya sea en un mismo autor o en au- tores diferentes (técnica de la imitatio cum variatione). El epi- grama no sólo contempla la finalidad práctica de los epitafios encargados por notables o los dísticos para monumentos voti- vos, que también se siguen escribiendo en época helenística, sino 12 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 12
  • 11. que incluye poesía de la experiencia. En muchos ejemplos, es- pecialmente si tienen intención satírica y humorística, cobra im- portancia la agudeza o «punta» del epigrama6 , que aparece al fi- nal de la composición y que se convierte en el alma del poema, pues muchas veces obliga a reinterpretar todo el texto previo y se desvela el juego con el que nos ha entretenido el autor. Otra característica del género es que siente preferencia por el dístico elegíaco7 . Los primeros epigramas conservados, del siglo VIII, estaban escritos en hexámetros dactílicos; ya en el si- glo VII encontramos los primeros ejemplos en dísticos (un he- xámetro y un pentámetro) y, a finales del siglo VI, se erigió como metro por excelencia del epigrama (también comparti- do con la elegía), librándose así de la dependencia estrecha de la lengua épica y de elementos epicóricos. Así, todos los poe- mas del libro XII de la Antología están compuestos en dísticos. El gusto por la brevedad y la máxima expresividad ocasiona que numerosos epigramas sean monodísticos, aunque también aparecen en poemas de dos o más dísticos. La definición, por tanto, que podemos realizar del «epi- grama helenístico» sería una composición breve, concisa e in- geniosa en dísticos elegíacos que puede versar sobre cualquier tema y que tiene en cuenta la tradición literaria anterior. Los epigramas tendieron a reunirse en antologías, facili- tando así su difusión y sus posibilidades de supervivencia, fren- te al breve poemita que, en solitario, se perdería fácilmente en el olvido8 . No obstante, una antología de textos implica siem- pre una selección y la selección literaria ha existido siempre, desde el mismo comienzo de la literatura. Si tenemos en cuen- ta la tradición oral, es evidente, por ejemplo, que unos cuentos 6 Así se define el género en el DRAE: «Composición poética breve en que con precisión y agudeza se expresa un solo pensamiento principal, por lo común festivo o satírico». 7 B. Gentili (1968) relaciona este metro con el discurso de fácil adapta- ción a cualquier tema o situación, propio de la sofística y de la retórica epi- díctica, y con el mundo cultural jonio. 8 También conocemos epigramas (pocos) que no proceden de estas anto- logías, gracias a fuentes indirectas como Plutarco, Diógenes Laercio o Ateneo (véase J. Hutton, 1935, pp. 2-10). 13INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 13
  • 12. gozan de más estima que otros. Si nos remontamos a los orí- genes de la literatura europea occidental, es decir, a los rapso- das griegos que celebraban las hazañas épicas de su pueblo, las homéricas Ilíada y Odisea han sido puestas por escrito y, por tanto, seleccionadas frente a otros numerosos poemas épicos que se agrupan en lo que hoy denominamos «Ciclo épico» (Cantos ciprios, Pequeña Ilíada, etcétera). La compilación en antologías contribuyó a la difusión del epigrama. El término «antología» deriva del griego a[nqo" («flor») y levgw («escoger») y ya los romanos lo tradujeron por florilegium9 . Con él se designa una colección de textos que comparte unas características en común, como pertenecer a un mismo autor, o lugar, o época, o género, o estilo, o tema, o movimiento literario... y son elegidos por un antólogo por al- gún criterio determinado, como el estético (sus logros forma- les y su perfección artística), el histórico, la función ideológi- ca o didáctica, etc. Como afirma C. Guillén (1985, p. 417): El antólogo no es un mero reflector del pasado, sino quien expresa o practica una idea de la literariedad, fijando géneros, destacando modelos, afectando el presente del lec- tor y, sobre todo, orientándole hacia un futuro. Nos hallamos en este caso ante un crítico y un superlector a la vez: crítico, por cuanto califica y define lo dado; superlector, por cuanto ordena y redispone lo dado, actualizando sistemas contem- poráneos, impulsando lo que se dará. De esta forma textos ya existentes se insertan en conjuntos nuevos estableciendo unas relaciones colectivas intratextuales. La primera documentación de la forma ajnqologiva en grie- go, con el sentido de «colección de obras (= flores)», data del siglo II d.C., en la colección de epigramas de Diogeniano de Heraclea con el título Anthológion y de dos libros titulados Anthologíai del astrónomo Vetio Valente de Antioquía. Hasta entonces se utilizaban otros términos: stevfano" («guirnal- 9 En castellano, «florilegio» es un término más marcado que «antología» al aparecer exclusivamente en el ámbito literario. 14 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 14
  • 13. da», «corona»), ejklogaiv («selecciones»), ejpitomaiv («extrac- tos»), sullogaiv («colecciones»)... El caso de la Antología Palatina no va a ser menos y la se- lección realizada aparece agrupada por su temática. Si el libro XII contiene epigramas de amor pederástico, el antólogo u an- tólogos han realizado previamente una selección. El hecho de que un autor sea incluido garantiza no sólo la pervivencia de éstos, sino también su transmisión y estudio. Por el lado con- trario, los autores que no han pasado a formar parte de la an- tología, se ven abandonados y silenciados en el devenir de la historia para, finalmente, perderse. Es evidente que en esta se- lección han influido las modas de la época y las valoraciones del antólogo que de esta forma va creando un canon literario10 y va configurando una historia literaria. Fueron los filólogos alejandrinosAristófanes de Bizancio y su discípulo Aristarco de Samotracia los primeros en practicar lo que hoy entendemos por «canon literario», es decir, realiza- ron una selección de autores y obras dignos de ser editados, es- tudiados y comentados.Ya antes en la Biblioteca deAlejandría, Calímaco de Cirene había preparado el gran catálogo (Pínakes, en 120 libros) con todos los volúmenes de la institución y ellos después admitieron y excluyeron, a su juicio, los autores allí re- gistrados. Así se formaron dos grupos: los ejnkriqevnte" («ele- gidos»), que pasaron luego a ser oiJ prattovmenoi («los trabaja- dos»), pues eran los autores que los gramáticos comentaban y editaban. Así, estos autores se conservaban para la posteridad por ser constantemente copiados para su lectura y por ser utili- zados en la escuela. El otro grupo era el de los ejkkriqevnte" 10 Aunque el concepto de «canon» en la crítica literaria es reciente (se atribuye a David Ruhnken en 1768 como «lista de autores selectos de un gé- nero literario»), su etimología es helénica: en griego kanovn era una «vara o caña de madera», utilizada por los carpinteros para medir; fue un concepto muy utilizado en el arte (conocido en escultura es el canon de Policleto, re- flejado en las proporciones que rigen las partes del cuerpo de su Dorífero) y con el tiempo pasará a convertirse en «modelo a seguir» (así, por ejemplo, el uso eclesiástico de «canonizar» a alguien, o cuando Focio, en el siglo IX, ha- bla de Tucídides como kanón de Dión Casio, Bibl. 35b 33). A propósito de este término, véase E. Padorno y G. Santana Henríquez (1999, pp. 80-84). 15INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 15
  • 14. («excluidos»), relegados al olvido y hoy perdidos (como poetas sicilianos, Telesila, Timoteo, etc.). Los romanos denominaron classici a los enkrithéntes griegos. Si el autor pasaba esta pri- mera criba, luego vendría la de su obra: es por esto por lo que nos han llegado completas siete de las noventa tragedias de Es- quilo y otras tantas de las más de cien piezas de Sófocles (la tría- da de autores trágicos era ya norma en época alejandrina pues parece que ya quedó fijada en el siglo IV a.C., como se deduce del título Sobre los tres autores de tragedias de Heraclides Pón- tico o de Las ranas de Aristófanes, aunque la selección de las obras se produjo en los siglos II-III d.C., con el cambio de sopor- te escrito: del rollo al códice).Así, de época helenística son el ca- non de los nueve líricos o el de los diez oradores. También de- bemos tener en cuenta la existencia de otras recopilaciones líricas griegas importantes, como por ejemplo la Colección Teognidea (siglos VI-V a.C) o las Anacreónticas (ss. I-V d.C.). Fijar y preservar autores y obras para futuras generaciones tiene también una finalidad pedagógica aunque, por el conte- nido de los epigramas del libro XII, tendremos que pensar en un fin comercial y privado, encaminado al deleite del receptor. Lo cierto es que esta magna obra, la Antología Palatina, tam- bién llamada Antología Griega como veremos a continuación, nos ha legado la obra de poetas griegos desde la época arcai- ca (s. VI a.C.) al fin de la época bizantina (s. X d.C.), y nos ha transmitido casi veinticinco mil versos agrupados en más de cuatro mil epigramas. LA ANTOLOGÍA GRIEGA: ESTRUCTURA Y TRADICIÓN MANUSCRITA La Antología Palatina debe su nombre a un códice del si- glo X de la Biblioteca de los electores del Palatinado en Hei- delberg. Lo descubrió Claude Saumaise en 1606 y en Alema- nia permaneció hasta que Maximiliano de Baviera se lo regaló en 1623 al papa Gregorio XV. Ya en El Vaticano, el códice se encuadernó en dos tomos desiguales. Nuestro libro XII se en- contraría en el primer tomo (que contenía los trece primeros li- 16 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 16
  • 15. bros). Años más tarde, en 1797, Napoleón se los llevó a Fran- cia pero, tras su muerte, los dos tomos se separan: el primero, el más extenso, se conserva desde 1816 en Alemania y es la joya de la Biblioteca de la Universidad de Heidelberg (Codex Palatinus 23 [P]11 ); el segundo se encuentra en la Biblioteca Nacional de París (Parisinus Suppl. Gr. 384). Este códice recopilaba una numerosa poesía epigramática que ya había contado con varios procesos de antologización precedentes. Su núcleo inicial fue la Guirnalda (Stevfano") de Meleagro de Gádara (se publicaría ca. 70 a.C.), en la que antologizó, además de textos propios, piezas de otros cuaren- ta y siete poetas pertenecientes a un largo periodo de cinco si- glos, desde la época arcaica hasta la suya12 , aunque la mayo- ría eran poetas helenísticos de los siglos III-II a.C.13 ; a ésta siguieron la Guirnalda (Stevfano") de Filipo de Tesalónica (ca. 40 d.C.), publicada en Roma y que recoge epigramas de la generación de poetas siguiente a Meleagro14 ; después ven- drían probablemente el Anthológion de Diogeniano de Hera- clea (s. II d.C.), el Pammetro de Diógenes Laercio (s. III d.C.) 11 Por el análisis paleográfico se sabe que han intervenido cuatro copistas en la elaboración del códice del manuscrito, que se fecha a fines del siglo X (Prei- sendanz) o a mediados del XI (Jacobs). Entre los siglos XVI y XVIII se hicieron nu- merosas copias de este manuscrito, denominadas genéricamente apographa. 12 Meleagro incorpora ciento treinta epigramas suyos. Son dudosas las atribuciones de epigramas funerarios a Simónides o Eurípides; los epigramas amorosos atribuidos a Platón oAnacreonte parecen ser composiciones de épo- ca helenística. En la introducción a su Guirnalda (IV 1) realiza el catálogo de poetas que incorpora, comparándolos con una planta o flor. Respecto a co- lecciones anteriores, se atribuye a Polemón una obra titulada Sobre epigramas de varias ciudades (s. III a.C.) y a Posidipo de Pela una antología con el títu- lo de Swrov" («montón») en la que recogía epigramas suyos y de sus contem- poráneos Asclepíades y Hédilo (para K. J. Gutzwiller 1998, pp. 18-19 sólo contenía poemas de Posidipo; para A. Cameron 1993, pp. 369-376, sería Hé- dilo el compilador de la colección de los tres poetas). 13 La antología de Meleagro se organiza por autores en orden alfabético; fue editada por Gow y Page (1965) y traducida al castellano por M. Fernán- dez Galiano (1978). 14 Se ha conservado también la poesía de introducción de esta Guirnalda (IV 2). Esta antología fue editada por Gow y Page (1968) y traducida al cas- tellano por G. Galán Vioque (2004). 17INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 17
  • 16. y el Ciclo de Agatías (s. VI d.C.)15 . Esta última antología es importante no sólo porque es novedoso que el compilador in- vite a poetas contemporáneos suyos a escribir epigramas para incluirlos en la colección, sino también porque se cambia el criterio alfabético de las anteriores por el temático. En época bizantina (año 917) Constantino Céfalas, protopapa y alto fun- cionario de Constantinopla, recopiló esos manuscritos hoy per- didos y, guiado por el esquema de Agatías, estructuró la obra según el contenido de los epigramas. De acuerdo con el repar- to en libros de las ediciones modernas, la colección (sulloghv) de Céfalas contenía: – libro V (epigramas eróticos) – libro VI (epigramas votivos o de ofrenda) – libro VII (epigramas funerarios o epitafios) – libro IX (epigramas epidícticos o de lucimiento) – libro X (epigramas protrépticos o de exhortación –refra- nes y sentencias–) – libro XI (epigramas convivales y burlescos) – libro XII (epigramas pederásticos) Es probable que también se encontrasen los epigramas del libro IV, es decir, los poemas-prólogo de las colecciones de Meleagro, Filipo y Agatías. Pero la obra de Céfalas se pierde y años más tarde, alrededor de 940, fue rehecha y aumentada por otro compilador bizantino, del que desconocemos su nom- bre16 , que sería el autor de lo que hoy llamamos Antología Pa- latina, cuyo único manuscrito sería P y que no lleva en su títu- lo el sustantivo «antología», sino Libro de epigramas (hJ bivblo" tw'n ejpigrammavtwn). Con este antólogo aparecen el resto de los libros: – libro I (inscripciones cristianas de los siglos IV-X) 15 Agatías vivió en época de Justiniano (527-565). La poesía de intro- ducción a su Kuvklo" aparece en IV 3. 16 A. Cameron (1993, pp. 298-328) propuso a Constantino el Rodio, lue- go refutado por P. Orsini (2000). 18 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 18
  • 17. – libro II (poemas de Cristodoro de Coptos, circa 500, que contiene las descripciones de las estatuas de unas ter- mas de Constantinopla) – libro III (inscripciones de un templo de Cícico) – libro VIII (epigramas de San Gregorio Nacianceno, si- glo IV d.C.) – libro XIII (poesías no escritas en metro elegíaco17 ) – libro XIV (puzles, enigmas, oráculos, juegos aritméticos) – libro XV (varia como tecnopegnia o poemas figura) Sin embargo aparece un libro XVI: existe un códice vene- ciano (Codex Marcianus 481) que contiene la selección del eru- dito monje bizantino Máximo Planudes recopilada en Constan- tinopla en 1299 a partir de la de Céfalas y que contará con adiciones posteriores (probablemente hasta 1307). Ésta coinci- de sustancialmente con la Palatina, aunque incluye 388 nuevas composiciones. Ese corpus nuevo, con el título de Appendix Planudea, es el que se incorpora como libro XVI a la Antología Palatina, más propiamente llamada ahora Antología Griega18 . Debemos tener en cuenta que la Planúdea fue elaborada con cri- terios moralistas a partir de colecciones de antologías y que, si incluye poemas que no aparecían en la Palatina, también omi- tió muchos otros epigramas que sí estaban presentes19 . Cuando los humanistas bizantinos emigraron a Italia como consecuen- cia de la toma de Constantinopla en mayo de 1453, se llevaron la colección de Planudes20 , que fue conocida en Europa a par- 17 Hemos señalado que el metro distintivo del epigrama era el dístico ele- gíaco. Sin embargo en este libro aparecen otras combinaciones métricas, como hexámetros, endecasílabos falecios, pentámetros trocaicos, trímetros yámbi- cos, arquiloqueos, etcétera. 18 Puede verse el stemma de la tradición manuscrita de la Antología Grie- ga en R. Aubreton (1968, pp. 80-81). 19 La Antología Planúdea contenía unos 2.500 epigramas, frente a los 3.700 de la Antología Palatina. La colección se dividía en siete libros: I, epi- gramas exhortativos y epidícticos; II, satíricos; III, epitafios; IV, epigramas sobre obras de arte; V, écfrasis de Cristodoro; VI, epigramas votivos; VII, epi- gramas eróticos. 20 Véase J. Hutton (1935, pp. 29-38): ofrece su versión de cómo pudo llegar P a Heidelberg y refiere los manuscritos completos de la Antología Planúdea. 19INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 19
  • 18. tir de la edición de Janus Lascaris en 1494 bajo el nombre An- thologia epigrammatum graecorum, mucho antes de que se des- cubriera el manuscrito Palatino; de esta forma, son los epigra- mas recopilados por Planudes los que influyen en las literaturas europeas desde su publicación21 hasta finales del siglo XVIII, cuando Brunck realizó la primera edición de P. Para el libro XII es importante conocer también, dentro de las llamadas syllogae minores, la Appendix Barberino-Vatica- na, una antología de epigramas eróticos22 , casi todos ausentes de la Antología Planúdea pero que aparecen en la Palatina (excepto dos), por lo que se supone que fue concebida como un apéndice erótico a la compilación Planúdea23 . Vemos, por tanto, que estamos ante una poesía epigramáti- ca heterogénea que pertenece a un amplio segmento temporal, dieciséis siglos que van del VI a.C. al X d.C., y que presenta una clasificación problemática en la que no todas las composiciones tienen el mismo valor literario.Ya desde las colecciones que se conocían en laAntigüedad fue fuente inagotable de temas, mo- tivos y recursos para la tradición literaria posterior. Contamos con una extensa nómina de autores que forman parte de la antología: pertenecen a espacios, tiempos e inclu- so culturas (si tenemos en cuenta la oposición cristiano / pa- gano) diferentes. Se ha intentado hacer clasificaciones tenien- 21 La imprimió Lorenzo d’Alopa en edición monolingüe, aunque apare- ció con título bilingüe: Florilegium diversorum epigrammatum veterum – An- thología diaphóron epigrammáton palaión y se reimprimió numerosas veces a lo largo de los siglos XVI y XVII, entre otros por el francés Henri Estienne, que editó en 1554 la segunda parte de P que se hallaba en Francia (la descu- brió en Lovaina en 1551) y que atribuyó a Anacreonte de Teos (poemas hoy día conocidos como Anacreónticas). De la Antología Planúdea se tradujeron «selecciones» bilingües (griego-latín) con visión comercial y pedagógica a partir de 1528 y no se publicó una edición bilingüe completa de la colección hasta que en 1614, en Ginebra, Petrus de la Rouiere la editara, en latín y en griego, con comentarios de Eilhardo Lubino (véanse ediciones de la Planúdea y sus selecciones en S. López Poza, 2005, pp. 24-35). Sin embargo, el éxito de las Anacreónticas fue fulminante en Europa. 22 Son 154 epigramas transmitidos por tres manuscritos (Vat. Barb. Gr. 123; Vat. Gr. 240 y Par. Suppl. Gr. 1199) que van de finales del siglo XV a me- diados del XVI. 23 Sobre la problemática de las syllogae, véase F. Maltomini (2008). 20 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 20
  • 19. do en cuenta criterios geográficos24 y se ha agrupado a los poe- tas en escuelas: ESCUELA DÓRICO-PELOPONÉSICA: que englobaría a autores del Peloponeso, la Magna Grecia, las islas dóricas del sur del Egeo y la Grecia central y septentrional. Los temas de esta poesía, que parece seguir una filosofía estoica, son el gus- to por la naturaleza idílica, el mundo de la mujer, el senti- mentalismo pudoroso... Se distingue por su atención al rea- lismo, el trasfondo cínico y la sobriedad expresiva. Cultiva sobre todo el epigrama votivo y funerario como recreación literaria de las inscripciones que el género tenía en sus orí- genes. Su principal representante es Leónidas de Tarento; también pertenecería a ella Ánite de Tegea, Nóside de Lo- cris o Riano, entre otros. ESCUELA JÓNICO-ALEJANDRINA: agrupa a autores deAsia menor y de África, especialmente de Alejandría (que acudieron a la llamada de los Ptolomeos). Esta poesía, de mayor cali- dad artística que la anterior, toca temas como el amor, el banquete, el cosmopolitismo... en un ambiente hedonista y epicúreo. Se caracteriza por la sensibilidad en la descrip- ción de las emociones, la originalidad de cada autor, el es- tilo conciso e ingenioso... Su principal representante sería Asclepíades de Samos. Junto a él, Posidipo, Calímaco o Hédilo, entre otros. En esta escuela, al combinarse los te- mas simposíacos con los eróticos, se creó el genuino epi- grama helenístico. ESCUELA SIRO-FENICIA: su poesía combina una lengua trans- parente con una mentalidad complicada y patética. A esta poesía también se la conoce como «poesía meleagrea», en honor a Meleagro que, junto a Antípatro de Sidón, son los poetas más destacados. Representa un movimiento epigo- nal, muy influyente en la literatura latina, pero poco atrac- tivo por su exceso retórico y su limitada creación. 24 A partir de R. Reitzenstein (1893, p. 121 y ss.), que habla de dos es- cuelas: la dórico-peloponésica y la jónico-alejandrina. Otros autores como P. M. Fraser (1972, vol. II, p. 802) rechazan esta teoría. 21INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 21
  • 20. En realidad, todos los poetas son hombres y mujeres doctos que aman la poesía y conocen bien la obra de otros autores (son continuas las alusiones, citas y recreaciones de otros poetas).A la segunda escuela, por su temática amorosa, y a la tercera, se vinculan los poetas del libro XII. Pero nos enfrentamos con un problema importante: los epigramas anónimos de la Antología, que enturbian tanto la distribución geográfica de sus autores como su datación cronológica. Sin embargo, los textos ya nos han llegado agrupados y presentan unas reglas y unos tópicos fá- cilmente identificables. Por eso, algunas veces dudamos de si estamos ante algo original y auténtico o ficticio. Ya contamos con numerosos estudios sobre epigramatistas concretos25 , es decir, comienza a «deshacerse» la Antología Palatina, siguiendo un camino inverso al que se recorrió des- de las colecciones autógrafas. Para conocer mejor a un autor se recurre al estudio de todos sus epigramas en conjunto. Es ésta una metodología interesante y que supone avances im- portantes en el mejor conocimiento de un autor en concreto, pero no es la única. La propuesta de K. J. Gutzwiller (1998) supone otro avance metodológico estimable: en lugar del es- tudio de los poemas aislados de un autor y en vez, también, de la presentación típica de las antologías de epigramas agrupa- dos temáticamente, propone la reconstrucción de las colec- ciones de autores. Las colecciones, elaboradas por los propios poetas-autores, eran comunes en época helenística y los epi- gramas que conservamos de Asclepíades, Leónidas o Ánite, por ejemplo, indican que sus innovaciones, que sirvieron como modelo para los epigramatistas de los siglos siguientes, sólo pudieron tener lugar en el contexto de colecciones de epigra- 25 La mayoría de los estudios son de época reciente: E. Bevan (1931), O. Knauer (1935), G.Viansino (1967), L.A. Cuenca (1974-1976), D. L. Page (1978), E. Fernández Galiano (1987), G. Guidorizzi (1992), J. A. Madden (1995), L. A. Cuenca (1995), M. González Rincón (1996), D. Sider (1997), W. Steinbichler (1998); G. Galán Vioque (2001), G. Bastianini y C. Gallazzi (2001), C. Austin y G. Bastianini (2002), M. Gigante (2002), L. Argentieri (2003), L. A. Guichard (2004), H. Schulte (2005), M. González González (2006), L. Floridi (2007). Ca- límaco, por ejemplo, contó ya mucho antes con ediciones de su obra completa, en la que se incluían los epigramas, por ejemplo U. Wilamowitz (1907). 22 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 22
  • 21. mas. Es básico, por tanto, leer estos poemas como un conjun- to y no como composiciones aisladas. La consideración de conjunto de los epigramas permitiría, pues, una mejor valora- ción de las aportaciones que cada autor ha realizado dentro de un género que, por transmitirse a través de antologías temáti- cas, tiende a oscurecer lo particular de cada autor en favor de una visión repetitiva en la que los poemas se suceden a modo de variaciones sobre un mismo tema. EL LIBRO XII Los dos libros de la Antología Palatina dedicados al epi- grama erótico demuestran que el tema constituyó un subgé- nero importante. La diferencia que se establece entre ambos está en el sexo de los destinatarios de la mayoría de los epi- gramas. Si el V canta a las mujeres, el XII celebra a los mu- chachos. Además, como tema transversal, el epigrama erótico también puede rastrearse en otros libros de la colección. El hecho de encontrarnos ante una antología de epigramas de contenido pederasta implica la existencia de una literatura de este tema. El amor al efebo ocupa el escenario en Troilo de Só- focles, o en Crisipo de Eurípides.Ya la relación entre Aquiles y Patroclo en Ilíada ha dado mucho que hablar y gran parte de la lírica griega arcaica es homoerótica. Sin embargo, nuestro libro contiene la expresión más amplia y directa de este sentimiento a través de variadas formulaciones y tratamientos que van desde lo más fino, exquisito y romántico hasta lo más soez, cruel y por- nográfico. Esta tradición poética homoerótica griega goza de una modernidad manifiesta al proporcionar modelos de expresión casi desconocidos en las literaturas europeas hasta época re- ciente. La moral cristiana siempre fue un impedimento para nuestros epigramas, que se redescubrieron en Europa bajo el simbolismo de Les Chansons de Bilitis de Pierre Louÿs o, con posterioridad, Cavafis; en la literatura española, influyen, por ejemplo, en la poesía de Cernuda o de Luis Antonio de Villena. Las antologías previas (especialmente la de Meleagro, Fili- po yAgatías) van a aparecer fusionadas con la obra de Estratón 23INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 23
  • 22. en la Syllogé de Céfalas. En la Guirnalda de Meleagro uno de los temas más importantes fue el amoroso y propició que los motivos eróticos literarios que allí se encontraban fueran rápi- damente imitados26 (ya aparecen aquí el 57 por 100 de los epi- gramas del libro XII)27 . Sin embargo, en la Guirnalda de Fili- po el tema amoroso pierde importancia (apenas aparecen el 4 por 100 de los epigramas del libro XII)28 , pues el tratamiento de los sentimientos amorosos se torna en mero ejercicio retórico. Se ofrece una visión más irónica y cínica del amor a través de ingredientes como la misoginia o la obscenidad. La tercera ge- neración de epigramistas que se incluyen en el libro XII escri- ben en época de Nerón y con posterioridad. Van a cultivar el epigrama satírico, obsceno y, a menudo, pornográfico. Estratón sería su principal representante.Ya hemos señalado que el libro XII lleva como título el de la obra Paidikh; Mou'sa de Estratón de Sardes, a pesar de que de este autor tan sólo aparecen no- venta y cuatro epigramas (casi el 36,5 por 100 de los epigramas del libro). Parece que Estratón contaría con una antología per- sonal así titulada que utiliza y amplía Céfalas tomando los epi- gramas pederásticos que formaban parte de ese libro de conte- nido erótico que hasta entonces contenían las antologías citadas. Vemos, por tanto, que en el compilador opera el concepto de canon de la crítica literaria (Estratón de Sardes como principal poeta de amor efébico). También se piensa que la sulloghv de Céfalas contenía los poemas de Estratón, pero fue ampliada por un copista posterior (Aubreton 1969, p. 61). Prescindiendo de las treinta y cuatro composiciones anó- nimas, el libro XII nos ha transmitido los nombres de veinti- nueve autores en 259 epigramas (258 en total, pero encontra- 26 Señala M. Fernández Galiano (1978, p. 28): «la Antología constituye y ha constituido siempre un inagotable repertorio de temas y modos literarios para los propios autores griegos primero, para los romanos después y, tras su redescubrimiento, para toda la Literatura moderna». 27 Para R. Aubreton (1969, p. 38) provienen de la Guirnalda de Melea- gro 139 epigramas, que W. M. Clarke (1976, p. 374) aumenta hasta 145. Nos- otros tomamos los 147 que aparecen en A. S. F. Gow y D. L. Page (1965). 28 R. Aubreton (1969, p. 38) señala que son doce. Nosotros tomamos los diez que señala A. S. F. Gow y D. L. Page (1968). 24 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 24
  • 23. mos dos bajo el número 132) que suman en total 1.276 versos (638 dísticos). Los poemas van del simple dístico a los seis que únicamente leemos en XII 93 y 256. La moralidad con que fue seleccionada la Antología Planúdea se constata en lo referente a nuestro libro, pues tan sólo aparecen recogidos en ella dieciséis epigramas. En el manuscrito palatino el libro XII figura entre las pá- ginas 569-607. Constantino Céfalas encabezó los epigramas que lo conforman con el comentario que traducimos a conti- nuación: ¿Quién sería yo si, después de ponerte en conocimiento de todo lo que te he contado, ocultara la Musa de los mu- chachos de Estratón de Sardes, obra que él mismo, mientras se entretenía con sus amigos, la dio a conocer provocando un goce particular por la forma de los epigramas, no por su con- tenido? Piensa, pues, según dice el autor trágico, lo siguien- te: «En bailes la prudente no se corromperá»29 . En esta pequeña introducción del libro XII, dirigida a un anónimo discípulo suyo, se excusa por su atrevimiento al re- copilar los «escandalosos» epigramas de Estratón en aras de su tono festivo y del buen hacer del poeta: a su contenido homo- erótico no se le debe prestar atención, pero sí al beneficio que se puede extraer de su forma. Esta apología introductoria era frecuente en obras de tipo erótico y Céfalas parece guiarse del poema que cierra el libro (XII 258). Sin embargo, a pesar de lo dicho por el bizantino, sí que se ha prestado atención al contenido erótico y sexual de la obra, tan vivo y directo como llamativo en época bizantina (seguramen- te más de lo que es hoy día). El libro XII ofrece tantos epigra- mas como instantes eróticos y sexuales atrapados en el tiempo. La disposición de los epigramas del libro XII es bastante compleja, pero da muestra de las fuentes utilizadas (la Guir- nalda de Meleagro, la Paidikh; Mou'sa de Estratón y recopi- 29 La cita corresponde a Eurípides, Bacantes 314-315 y se refiere a las ba- canales. 25INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 25
  • 24. laciones de epigramas variados). De modo genérico encontra- mos: a.- Poemas de Estratón (1-11) b.- Sección heteróclita (12-35) c.- Syllogé de Meleagro (36-171) d.- Sección heteróclita (172-174) e.- Syllogé de Estratón (175-229) f.- Sección heteróclita (230-233; el 231 es de Estratón) g.- Syllogé de Estratón (234-255) h.- Parte final (256-258) En las secciones los epigramas parecen agruparse por se- mejanza de temas o de tópicos literarios, de los que hablare- mos a continuación. Eros y los tópicos eróticos Los epigramas del libro XII reflexionan sobre el poder de Eros y analizan diversos aspectos de la divinidad: gozo y be- lleza, pero también un sufrimiento que reconoce la debilidad del individuo ante su poder y las fuerzas que éste y su círculo desencadenan. Es Eros, por tanto, una divinidad importante, cuyo poder e influencia se ejerce sobre todos los seres, mor- tales e inmortales, y sobre toda la naturaleza, un topos (e[rw" pandamavtwr)30 ya inherente a nuestra divinidad (XII 107, 117...). La genealogía de Eros ilustra muy bien la versatilidad del Dios31 . En Hesíodo era una divinidad primordial que aparece en los orígenes del universo, una divinidad cosmogónica sur- 30 Véase M. Martínez (2006). En Ilíada XIV 198-199, Hera pide a Afro- dita, para seducir a su esposo Zeus, «amor y deseo con los que dominas a to- dos los inmortales y a los hombres mortales». También en Luciano (Diálogos de los dioses 9. 3) Zeus le confiesa a Hera que «Eros es algo violento y no sólo se adueña de los hombres, sino también en ocasiones de nosotros mismos». 31 Véase J. P. Vernant (2001, pp. 149-165). 26 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 26
  • 25. gida del Caos y después del Erebo, la Noche, la Tierra y el Cielo, que se perpetuaba en el acto del acoplamiento; para Al- ceo sus padres son Iris y Céfiro (de ahí, como hijo del viento, su naturaleza inconstante); en Simónides sus padres son Afro- dita y Ares (de ahí el encanto que ejerce y su tendencia a dis- parar flechas y provocar tormentos); Eurípides lo hace hijo de Zeus; incluso en Aristófanes se parodia la teogonía de las aves haciendo nacer al dios de un huevo puesto por la Noche. Las representaciones artísticas ofrecen asimismo dos tipos de ico- nografía: el efebo adolescente, alado a veces, y la figura del niño gordito, alado y travieso, armado con arco y carcaj y ju- guetón (ya niño aparece jugando a las tabas con los senti- mientos del poeta en XII 66, 47). Incluso, como muchos epi- gramas lo reflejan, se pluraliza en Amorcillos o Erotes. En los epigramas helenísticos Eros es hijo deAfrodita y no se nos revela quién es su padre; eso sí, se reitera la conflictiva relación entre la diosa Cipria y su hijo que, incluso, parecen repartirse su área de influencia, pues Eros muestra su prefe- rencia por el sexo masculino (XII 86). En este sentido, ambos son representaciones del amor: Afrodita en su representación femenina y Eros en la masculina. Pero no están solos: en el li- bro XII aparecen una serie de personificaciones divinas que «nutren» y ayudan a estos dioses: Deseo, Persuasión, Ocasión, Gracias, Horas... Todos ellos son figuras emblemáticas de lo erótico y suelen obrar asociados, infundiendo el deseo casi como un don compulsivo que «desata los miembros», adue- ñándose de la mente y la voluntad, no sólo de los hombres sino también de los mismos dioses que no escapan a la influencia de Eros. Esto provoca una especie de manía o locura, irresistible porque proviene de la divinidad. No en vano el verbo griego que indica amor de deseo es ejravw, diferente a filevw, que mues- tra un amor de afecto32 . Otro dios asociado a Eros era Dioniso (ya en XII 2, Estra- tón y también en 118, Calímaco; 119, Meleagro; 120, Posidi- po...), por la imbricación del tema amoroso y simposíaco. El 32 Un análisis del uso y la evolución del léxico griego sobre el tema del amor, F. Rodríguez Adrados (1995, pp. 22-34). 27INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 27
  • 26. ámbito del simposio, propicio para la comunicación e inter- cambio de experiencias en la sociedad griega, aparece refleja- do en la literatura desde Homero y los textos poéticos arcaicos. Dioniso incita al amor, pues en el contexto simposíaco contri- buye a la liberación del amor (XII 31, 34...) y, como luego vere- mos, a la ejrotikh; maniva, pero también ayuda cuando el amor se vuelve amargo y el poeta quiere olvidar las penas de amor (XII 49).Ya D. H. Garrison (1978, pp. 22-25) señala que los dos con- textos reales en que tiene lugar la relación amorosa son el ban- quete (sumpovsion) y la ronda nocturna (kw'mo") y que estos dos ámbitos dionisíacos tienen relevancia a la hora de confi- gurar los motivos eróticos. Hemos señalado que en la Antología existían dos libros de contenido erótico y que su diferencia radicaba en que el amor heterosexual era representativo del libroV y el homoerótico del XII. Sin embargo, en el libro XII se han colado algunos poe- mas eróticos heterosexuales que deberían haber figurado en el libro V y que tal vez se incluyeron ahí por un despiste del reco- pilador bizantino al confundir, tal vez, los nombres de algunas muchachas en diminutivo con nombres masculinos. Son en to- tal nueve epigramas (3,5 por 100 del total): XII 53, 82, 83, 114, 147, (Meleagro), 131 (Posidipo), 153, 161 (Asclepíades) y 173 (Filodemo). También en el libro V aparecen poemas homoeró- ticos que deberían haber figurado en este libro (pueden leerse en el apéndice que aparece al final de nuestra traducción). Los epigramas del libro XII parecen estar ordenados por topoi de la poesía pederástica y por autores, aunque sin de- masiado rigor. Algunos de estos tópicos ya eran conocidos33 ; otros, a partir del epigrama helenístico, se renuevan e influirán con más fuerza en la literatura. De esta forma la materia lite- raria erótica se va renovando y pervive sin agotarse hasta nues- tros días. Salvo pocas excepciones, estos tópicos son comu- nes con los del libro V: se atiende a la temática erótica sin importar el destinatario (mujer o efebo) del epigrama. Así, los 33 Sobre tópicos eróticos, D. H. Garrison (1978, pp. 16-32), G. Giangran- de (1967) (1974) o C. Calderón Dorda (1997), que se centra en la elegía pero toca también el epigrama. 28 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 28
  • 27. suspiros, enfados, juramentos... son semejantes y las actitudes ante el amor (el gusto por contemplar la belleza, el goce del amor físico, el horror por el paso del tiempo...) responden a un mismo modo de sentir tanto humano como literario. Como muchos epigramas presentan problemas de autoría y datación, no siempre es fácil identificar el modelo primigenio, especialmente en aquellos poemas anónimos, a la hora de hablar de la técnica de la imitatio cum variatione. En el libro XII en- contramos la variación de un mismo tema en un mismo autor (por ejemplo XII 25-27, Estatilio Flaco) o en autores diferentes (por ejemplo el anterior con XII 24, Laurea), incluso, en apoyo de la uniformidad entre los topoi homoeróticos y heterosexua- les, entre V 163 (Meleagro) y XII 249 (Estratón). Estas varia- ciones demuestran la búsqueda incansable por la perfección for- mal y por un intento de superación, como si de un simple ejercicio retórico se tratara. Debemos ser conscientes de que los epigramas que nos han llegado han sufrido un proceso de se- lección y aquellos que seguirían una técnica de la imitatio sine variatione pudieron ser eliminados por los compiladores para evitar la repetición y la monotonía. Lo cierto es que el deseo consciente de imitación refleja ya el peso de la tradición litera- ria. Sin embargo, la técnica de la variatio no es tan frecuente en el XII como en otros libros, por ejemplo, los epitafios del VII, que incluyen largas series de epigramas con repetitivos topoi34 . Los tópicos eróticos del libro XII se relacionan con los com- portamientos, sentimientos y reacciones de unos erómenoi que parecen responder a seres reales más que ficticios (el Diodoro, el Ulíades, el Heráclito, el Dión o, especialmente, el Miísco de Meleagro, o el Ciris, el Diodoro, el Meris, el Dífilo o el Teodo- ro de Estratón), aunque el poeta se ponga en la piel de otros erastés, tal como confiesa Estratón en XII 258.Algunos tópicos aparecen indicados en las anotaciones a los epigramas, pero, de modo general, hablaremos de ellos a continuación. El tempus fugit de la adolescencia (por ejemplo XII 32) y el disfrute inmediato o carpe diem (por ejemplo en XII 21, 34 De ahí que M. González González (1999) haya hecho una selección para la traducción en Akal Clásica. 29INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 29
  • 28. 50...) aparecen asociados en varios epigramas (así en XII 16, 29, 30, 31...): la exhortación al goce ante la brevedad de la existencia o, especialmente, ante la pérdida de la belleza, es un tópico literario que se remonta a épocas y civilizaciones muy antiguas. Ya la lírica griega arcaica ofrecía buenos ejemplos en la obra de Anacreonte o Teognis, y en el libro XII es un tó- pico muy recurrente. La salida del vello en el joven, en la cara o en las piernas, indica el ocaso de la belleza del erómenos, poniendo fin a la relación pederástica, para desconsuelo del erastés35 . También la decadencia de la belleza está plasmada en el tópico de la rosa (XII 195, 234), inspirándose, creemos, en los epigramas heterosexuales, aunque el tópico más frecuente en los homo- eróticos es el de eijsi trivce"36 , es decir, la aparición del vello en el muchacho. Junto a este tópico es frecuente ver el de la venganza de la edad sobre el altivo joven (tempus fugit). El agón entre la pederastia y el amor heterosexual se plas- ma en varios epigramas del libro XII, como 41 y 86, ambos de Meleagro. Si en el primero dice preferir el amor por las muje- res, en el segundo, al contrario, vence el amor por los mucha- chos (aunque bien es verdad que en el primer caso está enfa- dado por la aparición del vello en sus erómenoi). Para Estratón (XII 245) la homosexualidad es superior a la heterosexuali- dad37 : se basa en el predominio de la cultura sobre la natura- leza y ofrece una visión negativa de la mujer en un momento en que empieza a reconocérsele una importancia intelectual, económica y social. También esta dicotomía aparece en el li- bro V, como, por ejemplo, 19 (Rufino), aunque en este libro la balanza se inclina a favor de las mujeres en tanto que en el XII se produce a favor de los efebos. Muchos ciudadanos consi- deraban el amor homosexual como el verdadero amor, pues el heterosexual tenía como fin básico la reproducción y la pervi- 35 El tópico ya se encuentra en Teognis 1327-1328: «Oh joven, mientras que tengas aún imberbe la barbilla, no dejaré de acariciarte aunque tenga que morir por ello» (traducción de F. Rodríguez Adrados). 36 Véase S. L. Taran (1985). 37 El tema de este epigrama es comentado por P. Liviabella (1987). 30 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 30
  • 29. vencia de la pólis. El varón llegaba a amar a otro convencido de que para un hombre no hay mejor compañía que otro hom- bre. Además, el amor a los iguales era también una virtud mi- litar: un amante prefería la muerte antes que mostrar cobardía ante el enemigo frente a su amigo. El motivo no es exclusivo del género epigramático38 . También aparece en otras obras como, por ejemplo, en el Erótico de Plutarco (caps. 3-9) o en la novela Leucipa y Clitofonte, de Aquiles Tacio, donde lee- mos, a propósito del rapto de Ganímedes por Zeus, una inte- resante disertación sobre los dos tipos de amores, defendien- do el homoerótico (II 36, 4 y 38, 2-5): Sin embargo nunca subió ninguna mujer a los cielos a causa de su belleza (aunque Zeus haya mantenido relaciones sexuales con mujeres), sino que a Alcmena la posee la aflic- ción y el destierro; a Dánae un arca y el mar; y Sémele se convirtió en pasto de las llamas. Pero cuando se enamora del joven frigio, le da el cielo, no sólo para que conviva con él, sino también para que tenga la crátera del néctar; pero la an- terior servidora fue privada de ese honor; pues era, creo, una mujer. [...] En una mujer, en efecto, todo es fingido, no sólo las palabras, sino también las apariencias externas: aunque parezca ser hermosa, es el ingenio de los indiscretos un- güentos. Y su belleza es propia de sus bálsamos, o del tinte de sus cabellos, o, incluso, de sus potingues. Pero, si la des- nudas de la mayoría de estos engaños, se parece al grajo des- plumado de la fábula. | Pero la belleza del jovencito no está regada con los olores de las esencias, ni siquiera por falsos y ajenos aromas, y el sudor de los niños produce un olor más grato que cualquier perfume de las mujeres. |Y es posible, no sólo antes de la unión amorosa, sino también en la palestra reunirse y abrazarse a todas luces, y los abrazos no dan ver- güenza; y no ablanda los abrazos amorosos con la delicade- za de sus carnes, sino que los cuerpos se resisten fuertemen- te unos a otros y luchan por el placer. |Y los besos no tienen 38 Véase M. Brioso (2000). 31INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 31
  • 30. la sabiduría femenina, ni siquiera embrujan con sus labios una dañosa estratagema; sino que él besa como sabe, y los besos no son propios de la técnica, sino de la naturaleza. Ésta es la imagen del beso de un chiquillo: si se solidificara el néc- tar y se transformara en labios, lograrías besos tales. Pero no tendrías saciedad al besar, sino que en la medida en que sa- tisface, tendrás aún sed de besarlo, y apartarías la boca has- ta que por placer evitaras los besos39 . La oposición entre amor prohibido y amor fácil es un tó- pico que se encuentra también presente en nuestro libro, por ejemplo en XII 173 (Filodemo); algunas veces el amor prohi- bido tiene que producirse en secreto (como vemos en XII 114, Meleagro). En relación con estos tópicos también se encuen- tra el del hunc amo qui me odit, contra illum qui me amat odi, si se nos permite la adaptación del primer verso del epigrama 102 (ed. Green) de Ausonio, variación del amor no corres- pondido, que podemos ver en XII 102 (Calímaco). En la falta de correspondencia erótica, es decir, el duvserw", hay algo de súplica, pero también de recriminación al dios Eros, cuyas tra- vesuras y malas mañas ocasionan el sufrimiento del poeta. El carácter pernicioso de Eros es, en definitiva, el del amor40 . En este sentido, hay numerosos epigramas en los que se conju- gan los antónimos amor-odio, sin llegar a la idea del Odi et amo de Catulo, en donde su deseo le lleva a amar, pero su ra- zón a odiar. Así, anónimos poetas experimentan estas sensa- ciones en XII 103, 104 ó 172, cuyo germen podemos rastrear en Anacreonte (83 Page) o Teognis (1091-1094). La belleza hiperbolizada del joven es otro tópico literario frecuente.A menudo aparece el amado como segundo Eros (XII 54, 75-78, 105...): a través de la confusión del joven con el dios se exalta la belleza del humano. El erómenos se confunde con Eros como también, en relación con este topos, con otros be- 39 Traducción de M.ª Luz Prieto. 40 D. H. Garrison (1978, pp. 4-7) ha señalado que la visión negativa de- riva de la doctrina de escuelas filosóficas contrarias al amor, como el estoi- cismo, el cinismo y, especialmente, el epicureísmo. 32 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 32
  • 31. llos erómenoi divinos (Ganímedes, Jacinto, Ampelo), e incluso con los mismos dioses. De manera general, el poeta adopta el papel de un erastés que elogia la belleza de un erómenos. La contemplación de la belleza provoca el enamoramiento hacia los muchachos, a los que considera deseables porque son her- mosos. El arte los retrata bien: efebos desnudos, lampiños, pro- porcionados y bellos. Una variación del tópico es que el amado puede suplir al dios en la iconografía (XII 75,Asclepíades). Los erómenoi aprovechan sus cualidades (en la palestra, en los ban- quetes, pero también en la calle) para influir sobre los amantes a través de la belleza de su cuerpo, explotando: – su mirada41 , que desencadena normalmente la pasión amorosa (por ejemplo, XII 68, Meleagro; 93, Riano); – su boca (bien por sus labios, por sus deseados besos o por su lenguaje) (por ejemplo, XII 22, Escitino); – su sonrisa (XII 125 Meleagro; 205, Estratón); – su piel (por su color, por su brillo...) (por ejemplo, XII 7, Estratón; 94, 125, Meleagro); – su cabello (rubios, morenos, castaños...) (por ejemplo, XII 5, Estratón); – sus muslos (por ejemplo, XII 37, Dioscórides); – su culo (por ejemplo, XII 6, 15 Estratón; 37 Dioscóri- des); – su olor (por ejemplo, XII 7, Estratón); – su atuendo (coronas, vestidos...) (por ejemplo, XII 176 Estratón); – el movimiento de su cuerpo (por ejemplo, XII 93, Riano; 206, Estratón); – su pudor (por ejemplo, XII 8 Estratón; 96, 99, anóni- mos), etcétera. Sin embargo, hay otros elementos que pretenden ocultar cuando ven que su «edad florida» está llegando a su fin: el te- mido vello, especialmente cuando aparece en muslos y meji- 41 J. Lasso de laVega (1985, p. 81) indicó: «La alabanza de los ojos del eró- meno fue sin duda el motivo más reiterado en la poesía homosexual griega». 33INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 33
  • 32. llas, que implica que el joven ha de pasar a ser el elemento ac- tivo de la relación (tanto con hombres como con mujeres). El deseo sigue a la contemplación de la belleza, incluso los objetos inanimados se proponen alcanzarla (por ejemplo XII 15, 208, Estratón). El amante goza y se siente afortunado (como en XII 190, 254, Estratón), pero la mayoría de las ve- ces sufre por la persona amada. Los efectos de Eros sobre el enamorado se reflejan muy bien en el primer verso de XII 22 de Escitino: «Vino sobre mí un gran azote, una gran guerra, un gran fuego», y el temor del poeta a lo que sucede, pues en el verso 7 se pregunta «¿Qué me va a pasar?». El poeta vive su amor con conciencia de riesgo, no en vano la guerra era una de las actividades más peligrosas de su época, como también la navegación (XII 156 anónimo, 157 Meleagro). El carácter per- nicioso y destructivo del amor es otro tópico erótico: es nor- mal que en Eros se dé una mezcla de elementos positivos y negativos, como señala su epíteto glukuvpikro" («dulce amar- go») que representa muy bien el placer y el dolor que provo- ca. Este topos que aparece en XII 153 (Asclepíades), XII 81, 109, 154 (Meleagro), también lo hace en V 134 (Posidipo) y su antigüedad puede rastrearse ya en Safo (fr. 130 L-P), Teog- nis (1353) o Eurípides (Hipólito 348). Si analizamos los efec- tos de Eros sobre los amantes en el libro XII percibimos una serie de recursos que acabarán convirtiéndose en tópicos lite- rarios: – el amor, como ya hemos señalado, es una atracción irre- frenable por la belleza, un arrebato, un impulso arrasador (furia amoris) (comparado con el viento en XII 167, Me- leagro); – el amor es una herida punzante y dolorosa, un dardo de fuego que abrasa provocado por las flechas y antorchas (flamma amoris) del cruel, caprichoso y juguetón Eros (como apreciamos en XII 76, Meleagro); – en relación con lo anterior, la herida de amor provoca una auténtica enfermedad (volnus amoris) en la víctima: insomnio, delirios, falta de apetito, aspecto demacrado... El más característico puede ser la fiebre, es la flamma 34 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 34
  • 33. amoris (ya en V 88 Eros aparece con el epíteto purfovro" «incendiario») en la que también apreciamos el topos del amor como pasión, como fuego (las brasas reticentes en- tre la ceniza que el poeta teme vuelvan a encenderse (así en XII 80, 82, 83, Meleagro) y que muestran el contras- te entre el fuego real y el figurado a través de la metáfo- ra del fuego en el pecho. A menudo esas antorchas de Eros parecen identificarse con los ojos del amante, cuya mirada «enciende» e inflama al amante como rayos del sol (por ejemplo en XII 91, Polístrato; 93, Riano; 127, Meleagro; 161, Asclepíades; etc.); el dolor que provoca la herida puede conducir al llanto, a renunciar al amor (ejemplos de renuntiatio amoris aparecen en XII 90, anó- nimo; 237, Meleagro) pero las lágrimas no son capaces de extinguir esas llamas provocadas por Eros (por ejem- plo en XII 92, Meleagro); – si la enfermedad no se cura, el amor puede producir lo- cura (ejrotikh; maniva): impulsos irracionales, sentimien- tos inexplicables, éxtasis... (así en XII 31, Fanias; 115, anónimo); los sufrimientos amorosos no tienen fin y pro- pician el acercamiento de Eros con la muerte (XII 73, Calímaco; 84, Meleagro); – el amor como juego (tabas, dados...) al que siempre gana Eros porque es invencible y no hay posibilidad de resis- tirse a él. Aparece también como cazador o pescador de sus presas. El poeta se muestra impotente ante la supe- rioridad divina y tiene que aceptar su derrota, porque, en caso contrario, pecaría de hybris y el castigo del dios se- ría peor. Por lo tanto, es vano rehuir a Eros (como se aprecia en XII 82, Meleagro). En el terreno poético Eros se muestra como un ser irracio- nal que no respeta la actividad intelectual del hombre y aten- ta contra su modelo de comportamiento habitual. En este sen- tido, puede provocar el abandono total de las obligaciones sociales e intelectuales del poeta, pues éste no puede concen- trarse, obsesionado en dedicarse al amor (así por ejemplo XII 99, anónimo; 117, Meleagro).Ya para Posidipo (XII 98) sabi- 35INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 35
  • 34. duría y amor eran incompatibles, pues su unión provoca una sensación de pérdida de libertad, de esclavitud (XII 84, Mele- agro). La contradicción entre pasión y razón constituye así un nuevo topos erótico. Encontramos también en el libro XII ejemplos de «canción de alba» (la llegada del día pone fin al encuentro de los aman- tes y se lanzan improperios contra la aurora42 , como vemos en XII 114, 136, 137, Meleagro) y de paraklausivquron (el aman- te vela ante la puerta cerrada del amado, como vemos en XII 118, Calímaco; 252, Estratón). En estos tópicos encontramos también el del amante impaciente que espera la llegada de otro encuentro con el amado. Otra peculiaridad de los epigramas eróticos es la mención en un poeta de múltiples amantes. Un ejemplo sería Melea- gro: nos habla de Heliodora, hetera de Tiro, pero también de Diodoro, Heráclito, Dión o Miísco. Por otro lado, aparecen una serie de símbolos o emblemas amorosos que se repiten en varios epigramas como las flechas, el fuego, las antorchas, la ceniza, el corazón, la mirada, el beso, las guirnaldas, las flo- res, las tabas... También es frecuente el juramento a una divi- nidad, especialmente a Zeus y a Eros, pero también a Cipris, a las Gracias, a Dioniso, a Pan, a Gea, a Temis... solicitando su ayuda en difíciles momentos. Junto a los tópicos eróticos aparecen también temas sexua- les, aunque éstos se muestran bajo metáforas, juegos de pala- bras, equívocos eróticos o anfibologías y nunca manifestados de forma directa. En este sentido, los epigramas son modelo de esa concisión de la que tanto gustaban los poetas helenísticos, y de ironía. Así, en el libro XII encontramos ejemplos de: – masturbación: XII 3, 7, 13, 22, etc. – coito anal: XII 4, 22, 33, etc. – coito intermuslar: XII 208, etc. – felaciones: XII 190, 208, 243. 42 Es un tema erótico universal del que encontramos ejemplos en la lite- ratura grecolatina (R. González Delgado, 2000) pero que se desarrollará en las literaturas románicas en época medieval. 36 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 36
  • 35. – ménage à trois o sexo en grupo: XII 13, 210 (Estratón) (en ningún momento se relaciona el erómenos con esta práctica: el primero es un encuentro casual y el segundo un epigrama a modo de adivinanza). – prostitución masculina: XII 6, 8, 42, 43, etc. – impotencia: XII 232 (Escitino), 11, 216, 240 (Estratón) (tema en la Antología bastante recurrente43 ). Los autores Algunos estudiosos señalan que en el epigrama erótico he- lenístico se desarrollan dos corrientes emocionales44 : una, re- presentada por Calímaco, Asclepíades y Posidipo, que se ca- racteriza por la promiscuidad y el distanciamiento irónico; otra, que inauguraría Meleagro, estaría marcada por la monogamia romántica (una sola persona amada), conllevando una mayor implicación emocional. Sin embargo, podemos considerar esta distinción como una variación del «arte alusiva» en relación con un amor más público (los muchachos, en general, para nuestro libro) o privado (un muchacho, en concreto). Cada autor refle- ja sus gustos y sus sentimientos en los epigramas. Si prescindimos de los treinta y cuatro epigramas anóni- mos45 , en el libro XII de la Antología Palatina aparecen repre- sentados veintinueve autores que, a pesar del paso del tiempo, ofrecen una modernidad sorprendente. Los más importantes (casi el 60 por 100 de los epigramas) son Estratón de Sardes y Meleagro de Gádara. Pero junto a ellos aparecen algunos más de los que, a continuación, hablaremos en orden alfabético: 43 También en el libro V 306 (Filodemo), 47 (Rufino) y XI 29 (Autome- donte), 30 (Filodemo). En los epitafios señalados del libro XII tan sólo en este último caso la vejez intenta dar justificación al hecho (véase S. Byl, 2001- 2002, pp. 449-450), aunque por lo que se dice en XII 38 no parece que sea ésta causa suficiente. 44 G. Giangrande (1974, p. 2). También D. H. Garrison (1978, pp. 72-75). 45 Representan el 13,18 por 100 de epigramas del libro XII: 19, 39, 40, 61, 62, 66-67, 69, 79, 87-90, 96, 99-100, 103-104, 107, 111-112, 115-116, 123, 130, 136, 140, 143, 145, 151-152, 155-156, 160. 37INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 37
  • 36. ALCEO de Mesene (Mesenia): tres epigramas (1,16 por 100): 29, 30, 64. Poeta del siglo III a.C. Se le atribuyen veintidós epigramas de la Antología Palatina (hay otro que se dis- puta con Alfeo). Además del tema erótico escribió invec- tivas en yambos, en las que destaca el ataque político con- tra Filipo V de Macedonia. ALFEO de Mitilene (Lesbos): un epigrama (0,39 por 100): 18. Poeta contemporáneo de Augusto (siglos I a.C. - I d.C.). Se le atribuyen doce epigramas de la Antología Palatina. ANTÍPATRO de Sidón (Siria): un epigrama (0,39 por 100): 97. Poeta del siglo II a.C. (180/170 - ca. 100). Se le atribuyen cuarenta y cinco epigramas de la Antología Palatina, la mayoría funerarios y votivos. Su mérito consiste en haber introducido la técnica de la variatio sobre composiciones de otros epigramistas anteriores (no así en este caso, pues el étnico de su nombre fue añadido por Reitzenstein). Por las referencias mitológicas del poema, creemos que su au- tor tal vez fueraAntípatro de Tesalónica (siglos I a.C. - I d.C.) que ya estaba incluido en la Guirnalda de Filipo. ARATO de Solos (Cilicia): un epigrama (0,39 por 100): 129. Poeta, filósofo y astrónomo del siglo III a.C. (310-240 a.C.). Su obra más célebre es Fenómenos, poema didácti- co-astronómico que en algo más de mil hexámetros des- cribe el firmamento y sus constelaciones. A pesar de que este erudito y docto poeta gozó de gran reputación entre los poetas alejandrinos y romanos, tan sólo aparecen dos epi- gramas suyos en la Antología Palatina (XI 437). ARTEMÓN de Cícico (Misia): dos epigramas (0, 77 por 100): 55, 124; ambos aparecen como anónimos o atribuidos a este au- tor porque celebran al erómenos Equedemo. Poeta desco- nocido. ASCLEPÍADES deAdramitio (Misia): un epigrama (0,39 por 100): 36. Poeta desconocido. Algunos (Guyet) conjeturan que su nombre era Diotimo, otro poeta helenístico desconocido au- tor de once epigramas epidícticos y funerarios de la Antolo- gía Palatina incluidos ya en la Guirnalda de Meleagro. ASCLEPÍADES de Samos: diez epigramas (46, 50, 75, 105, 135, 153, 161-163, 166), que ascenderían a doce si son de él los 38 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 38
  • 37. dos (17, 77) en que hay duda si Posidipo o Asclepíades es su autor (4,26 por 100) (publicó en vida una colección de epigramas junto con Posidipo y Hédilo, razón por la que ya Meleagro no pudo decidir en su Guirnalda si algunas poe- sías eran de Asclepíades o de Posidipo). Poeta del siglo III a.C., perteneciente a la escuela de Cos, contemporáneo de Calímaco y maestro de Teócrito, influye en ambos. Se le considera el inventor del epigrama erótico, con tópoi como los Amorcillos, el fuego del amor... que serán después ca- racterísticos de este tipo de epigramas46 . Asclepíades logra retratar la emoción de los sentimientos con un estilo preci- so y una buena semblanza de amantes, amados y amadas. También dará nombre a dos tipos de verso (el asclepiadeo mayor y el menor). AUTOMEDONTE de Cícico (Misia): un epigrama (0,39 por 100): 34. Poeta de los siglos I a.C. - I d.C. Se le atribuyen doce epigramas de la Antología Palatina, la mayoría de carác- ter satírico. Como la composición que tenemos aquí, sus temas están sacados de la vida real.Ya aparece en la Guir- nalda de Filipo. CALÍMACO de Cirene (Libia): doce epigramas (4,65 por 100): 43, 51, 71, 73, 102, 118, 134, 139, 148-150, 230. Poeta lí- rico, épico y trágico del siglo III a.C. (305-240 a.C.). Fue uno de los máximos exponentes de la poética alejandrina: apreciaba a Homero y lo consideraba inimitable, pero re- chazaba la épica y otros géneros heredados por su exten- sión y su lenguaje pretencioso. Era contrario a las ideas defendidas en la Poética de Aristóteles relativas a la uni- dad, la perfección y la extensión. En Alejandría instruyó a destacados gramáticos y poetas, como Apolonio de Rodas. Ptolomeo Filadelfo le encargó catalogar la biblioteca de Alejandría, trabajo que le ocupará hasta su muerte y que es de gran valor para posteriores estudios bibliográficos y li- 46 Así N. Hopkinson (1988, p. 244) señala la importancia de Asclepíades en el desarrollo del epigrama literario erótico. También G. O. Hutchinson (1988, p. 266) dice que, junto a Posidipo, marca la pauta en temas y formas del epigrama erótico. 39INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 39
  • 38. terarios realizados sobre el periodo arcaico y clásico. De su obra de creación se conservan fragmentos de sus Aitia (ele- gías de tema etiológico) y de su Hécale (poema heroico que narra las hazañas de Teseo), así como seis himnos y se- senta y tres epigramas. De los epigramas que aparecen aquí apreciamos su originalidad, su mesura y refinamiento. Julio DIOCLES de Caristo (Eubea): un epigrama (0,39 por 100): 35. Se le atribuyen cuatro en la Antología Palatina: dos a Diocles, éste y IX 109; uno a Julio Diocles, VI 186; y otro a Diocles de Caristo, VII 393. De referirse a la misma per- sona, parece que se trata de un retórico de época augústea conocido por los escritos de Séneca el Viejo (Controver- siae VII 1, 26). DIONISIO: un epigrama (0,39 por 100): 108. Poeta desconoci- do. Quizá la atribución del epigrama se deba a un error del copista que haya puesto el nombre del erómenos del epi- grama anónimo anterior. DIOSCÓRIDES de Nicópolis (Épiro): seis epigramas (2,32 por 100): 14, 37, 42, 169-171. El topónimo de este poeta del siglo III a.C. no es seguro (hay quien lo considera de Alejandría). Es autor de cuarenta epigramas de la Antología Palatina, ya in- cluidos en la Guirnalda de Meleagro, sobre episodios bio- gráficos de poetas anteriores (Safo, Anacreonte...) y de tema erótico. ESCITINO: dos epigramas (0,77 por 100): 22, 232. Autor des- conocido, tal vez de Teos (s. VI a.C.), que compuso estos dos epigramas sobre el tema de la masturbación. ESTRATÓN de Sardes (Lidia): noventa y cuatro epigramas (36,43 por 100): 1-11, 13, 15, 16, 21, 175-229, 231, 234-255, 258. Poco sabemos de este epigramista de tema pederástico que vivió en la época de la reconstrucción neohelénica del em- perador Adriano (s. II d.C.)47 y que murió viejo (así se pre- senta en XII 240). Bajo el título Mou'sa Paidikhv (La Musa de los muchachos) se engloba su obra y parece que Céfalas le agregó otros poemas pederásticos: surge así el libro XII 47 L. Floridi (2007, p. 13) lo sitúa en época de Nerón. 40 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 40
  • 39. de la Antología Palatina que lleva por título el nombre de la obra de Estratón. Sus méritos literarios y su arte poético son incuestionables, ya apreciados por Constantino Céfalas en las palabras que introducen la obra. Sin embargo es, de todos los autores, el más atrevido, el más pornográfico. Su peculiaridad es el tono humorístico y la visión realista, sim- ple y directa, que provoca que algunos epigramas se ase- mejen a «chistes verdes» (XII 210, 212, 213...), tal vez ya influido por el epigramatista latino Marcial48 . Informa de la mentalidad desprejuiciada de la época, pues ya no aparecen en su obra los ideales educativos de la pederastia de siglos anteriores (XII 219). Utiliza en varias ocasiones términos sexuales en argot difíciles de traducir y de identificar. ÉVENO de Ascalón (Siria): un epigrama (0,39 por 100): 172. Gramático de los siglos II-I a.C. Se le atribuyen once epi- gramas de la Antología Palatina (es probable que no todos correspondan al mismo autor) y Filipo lo menciona en su Guirnalda. En la antología de Planudes este epigrama apa- rece como anónimo. FANIAS: un epigrama (0,39 por 100): 31. Gramático del siglo III a.C., su nombre ya aparece citado por Meleagro en su Guirnalda. Por otros epigramas, sabemos que imita a Le- ónidas de Tarento. FILODEMO de Gádara (Siria): un epigrama (0,39 por 100): 173. Filósofo epicúreo griego (discípulo de Zenón de Sidón en Atenas) y poeta del siglo I a.C. que emigró a Roma donde disfrutó del favor de los Pisones (su obra filosófica se ha- lló entre los papiros de la biblioteca de L. Calpurnio Pisón Cesonino, en Herculano). El epigrama que se incluye aquí es de contenido heterosexual y en la Antología Palatina se conservan una treintena de epigramas (veintiocho auténti- cos y siete dudosos), la mayoría de contenido erótico (está muy presente en el libro V). En un papiro de Oxirrinco ha aparecido el comienzo de cien epigramas suyos. Elogiado 48 Será de Marcial de quien proceda la idea moderna de «epigrama». Las relaciones entre Marcial y Estratón son discutidas: P. Laurens (1965), M. Gon- zález Rincón (1996, pp. 18-20), A. Ramírez de Verger (1996). 41INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 41
  • 40. por Cicerón, influyó en los poetas augústeos latinos (Ho- racio, Propercio, Virgilio, Ovidio). Estatilio FLACO: cuatro epigramas (1,55 por 100): 12, 25-27. Poeta poco conocido, tal vez de origen romano de los si- glos I a.C. - I d.C., al que se le atribuyen diecisiete epigra- mas de la Antología Palatina. Marco Cornelio FRONTÓN DE Cirta (Numidia): dos epigramas (0,77 por 100): 174, 233. Gramático, retórico y poeta ro- mano del siglo II d.C. (100-170), profesor de Marco Aure- lio. Puede que este autor sea un poeta del siglo III de Éme- sa (Fenicia), tío de Longino. Estos epigramas, los únicos del autor en la Antología Palatina, provienen de la antolo- gía de Diogeniano. GLAUCO de Nicópolis (Épiro): un epigrama (0,39 por 100): 44. Poeta del siglo III o II a.C. Se le atribuyen seis epigramas de la Antología Palatina. Marco Tulio LAUREA: un epigrama (0,39 por 100): 24. Además del aquí incluido, este autor, liberto de Cicerón, compuso otros dos epigramas griegos recogidos en la Antología Pa- latina VII 17 y 294 y un epigrama latino, según Plinio el Viejo en Hist. Nat. XXXI 8. El epigrama presente parece que ha servido como modelo a los tres epigramas siguien- tes, de Estatilio Flaco, aunque Gow-Page atribuyen este epigrama al mismo Flaco. Julio LEÓNIDAS de Alejandría: un epigrama (0,39 por 100): 20. Poeta, matemático y astrónomo griego del siglo I d.C. que se estableció en Roma bajo la protección de Nerón y Ves- pasiano. Sus epigramas tienen la particularidad de la isop- sefia, es decir, utiliza el valor numérico de las letras para que la suma de ellas coincida de un verso a otro. MELEAGRO de Gádara (Siria): cincuenta y nueve epigramas (22,87 por 100): 23, 33, 41, 47-49, 52-54, 56-57, 59-60, 63, 65, 68, 70, 72, 74, 76, 78, 80-86, 92, 94-95, 101, 106, 109-110, 113-114, 117, 119, 122, 125-128, 132-133, 137, 141, 144, 147, 154, 157-159, 164-165, 167, 256-257. Es el compilador de la primera Guirnalda de epigramas y su éxi- to fue tal que provocará adiciones posteriores (Filipo, Aga- tías, Céfalas…). Poeta del siglo I a.C. (140/120-60 a.C.), 42 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 42
  • 41. casi todos sus epigramas son eróticos, dedicados a ambos sexos. Aunque nació en el «Ática de Siria», como llama el poeta a su Gádara natal, vivió en Tiro («jardín de Cipris», XII 256) y parece que murió en la isla de Cos. Admiró a Asclepíades de Samos y muestra un estilo voluptuoso. Re- elabora los temas de autores anteriores, desarrollando la técnica de la imitatio cum variatione. Aún así, podemos decir que, en conjunto, su poesía paídica es la más sensual y romántica de todas pues tiene, por un lado, la platónica concepción del amor como cualidad del alma y, por otro, la exploración trágica del alma apasionada por la que el amante quiere «adueñarse» del amado: a temas conven- cionales les insufla una emoción auténtica que suele des- arrollar casi a modo de breves elegías. MNASALCES de Sición (Corinto): un epigrama (0,39 por 100): 138. Poeta del siglo III a.C. NUMENIO de Tarso (Cilicia): un epigrama (0,39 por 100): 28. Poeta desconocido. La Appendix Barberino-Vaticana tam- bién le atribuye los epigramas 60 (de Meleagro) y 237 (de Estratón). POLÍSTRATO de Letópolis (Egipto): un epigrama (0,39 por 100): 91. Poeta del siglo II a.C. POSIDIPO de Pela (Macedonia): cinco epigramas (45, 98, 120, 131, 168) que ascenderían a siete si son de él los dos (17, 77) en que hay duda si Asclepíades o Posidipo es su autor (2,32 por 100). Ambos poetas son contemporáneos (pri- mera mitad del siglo III a.C.). Tuvo una relación estrecha con la ciudad de Alejandría, como atestiguan sus epigra- mas dedicados al Faro y al Templo de Arsínoe-Afrodita. En la Antología Palatina se le atribuyen una veintena de epigramas, especialmente eróticos y convivales, en los que se aprecia la influencia de Calímaco y Asclepíades. Pare- ce que compuso una Etiopía en la que mencionaba bas- tante a Dórica, la hetera de Naucratis, amante del herma- no de Safo y causante de su ruina económica. RIANO de Creta: seis epigramas (2,32 por 100): 38, 58, 93, 121, 142, 146. Poeta de la segunda mitad del siglo III a.C. Contemporáneo de Eratóstenes de Cirene. Aunque fue es- 43INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 43
  • 42. clavo, su educación le llevó a ser poeta épico (se conservan fragmentos papiráceos) y epigramático, la mayoría de te- mática homoerótica. Utiliza motivos convencionales como el del cazador (frecuente también en Calímaco), pero aña- de una picardía que inspirará a poetas posteriores, más re- alistas y directos. TIMOCLES: un epigrama (0,39 por 100): 32. Poeta desconoci- do, quizás del siglo III a.C. que aparece probablemente en la Corona de Meleagro. EL AMOR PEDERASTA La pederastia fue una institución arraigada en diversos ám- bitos de la sociedad griega y su rasgo definitorio fundamental era la «pedagogía» del joven amado (erómenos) por parte del amante (erastés) adulto49 . La filosofía griega (Sócrates, Platón, los estoicos) evoca una imagen idealizada de la pederastia, como un impulso puro y benéfico, libre de contacto sexual. Plutarco, que rechaza las relaciones homosexuales (Mor. 768 e-f), acepta la pederastia («El Amor que ha prendido en un alma bien dota- da y joven culmina en la virtud a través de la amistad», Mor. 750 d) sólo en esa faceta espiritual y filosófica de la amistad, como una caza de jóvenes (peri; qhvran nevwn, 751 a) para guiar sus al- mas hacia la virtud (ajrethv) por medio de la amistad (filiva). En su Erótico, los defensores de la pederastia disocian a Eros, que representaría el amor puro, deAfrodita, diosa de los placeres se- xuales (como también percibimos en nuestros epigramas). Por su parte los detractores denuncian que tales propósitos educativos, en gimnasios, palestras y reuniones filosóficas, constituían una excusa para ocultar inconfesables deseos, aludiendo a una reali- dad en la que se iba más allá de los propósitos pedagógicos. Los niños iban a la escuela desde los siete años: un fiel es- clavo de la casa los acompañaba y el pedadogo debía proteger y ayudar a su pupilo. Pero a partir de los doce años frecuentaba 49 Sobre la pederastia griega, véase especialmente F. Buffière (1980). También K. J. Dover (1978) y J. S. Lasso de la Vega (1985, pp 55-99). 44 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 44
  • 43. los gimnasios para ejercitar su cuerpo a las órdenes del pedó- tribo. Los hijos de los pobres salían pronto de la escuela para ayudar en el trabajo a sus padres, por lo que la educación de los aristócratas terminaba más tarde (la pederastia se corresponde- ría con este momento). La propia pólis construía los gimnasios con la finalidad de que los jóvenes estuviesen en forma y pre- parados en tiempos de guerra. Los pedagogos acompañaban a los muchachos al gimnasio y se les encargaba su protección ante el acoso de los adultos, pues los esclavos y extranjeros tenían prohibida la entrada.Aprovechando la desnudez de los cuerpos (de gumnov", «desnudo»), tenían lugar los primeros acerca- mientos entre hombres adultos y muchachos. En Grecia el des- nudo se veía bien y no causaba extrañeza. Un buen ejemplo es que en los Juegos Olímpicos, a partir del 720 a.C., se despojó a los atletas del taparrabos que hasta entonces llevaban. La des- nudez era cosa cotidiana e, incluso, elegante, que giraba en tor- no al androcéntrico culto a la belleza física que imperaba en la tradición estética griega. El cuerpo perfecto era el masculino, pero sobre todo las estilizadas formas de los llamados efebos50 . Así, los entrenamientos de jóvenes en los gimnasios eran un es- pectáculo erótico que atraía a muchos mirones, el culmen del culto al cuerpo: los tersos y hermosos jóvenes ejercitaban su su- gestiva musculatura entre jardines y fuentes. La desnudez de los cuerpos más afortunados era alabada en los frecuentes concur- sos de belleza y el ganador recibía como premio un reputado puesto de trabajo en templos, además de ser invitado de honor en algún simposio o banquete privado, al que sólo asistían hom- bres que hablaban y se embriagaban de vino, atendidos por be- llos esclavos que les servían las bebidas. Por el contrario, los atenienses, que no dejaban a sus mujeres presenciar los Juegos Olímpicos, se escandalizaban porque en la disciplinada Espar- 50 Incluso en algunos dibujos decorativos se dota a las mujeres de cierto perfil hombruno. Esta concepción estética cambiará, e incluso se invertirá, en la historia. Así, ya por la influencia del cristianismo, los efebos que se retra- tan en el Renacimiento son varones andróginos (como el apóstol Juan, a quien difícilmente se le diferencia de una mujer e incluso en La última cena de Leo- nardo da Vinci se le llega a confundir con María Magdalena) que inspiraban bondad, ternura y dulzura (virtudes asociadas a su femenino aspecto). 45INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 45
  • 44. ta las muchachas ejercitaban también su cuerpo desnudo junto a los efebos en los gimnasios. La pederastia formaba, por tanto, parte de la educación, como una costumbre que ponía al joven bajo la tutela de un adulto, y se veía favorecida por la separación entre sexos y por la escasa consideración de la mujer. Los orígenes de esta ins- titución se remontan a las bélicas estirpes dorias: el guerrero maduro transmitía a su joven amante un conjunto de virtudes militares (nobleza, lealtad, valor, compañerismo...) que consi- guieron crear unos ejércitos sólidos y valerosos (el ejemplo más célebre fue el batallón sagrado de Tebas, organizado por el célebre Epaminondas, con trescientos soldados de elite en que amante y amado luchaban juntos51 ). Era una peculiar re- lación de amistad y amor que vigilaba el Estado aunque, ter- minado ese periodo juvenil, el muchacho debía cumplir con sus deberes para la pólis (la procreación) para más tarde ser él el adulto erastés que inicie a un nuevo joven erómenos. Al mu- chacho que no tenía un erastés se le consideraba, incluso, como asocial. El llamado «amor dorio» es, por tanto, la en- carnación sentimental de la fratría guerrera, aunque este tipo de relación no era considerada «pederástica». Sin embargo, en sociedades que no eran tan guerreras, como Atenas, la enseñanza de esas virtudes pasó de lo militar a lo ci- vil, por eso su «amor por los muchachos» o e[rw" paidikov" es esencialmente pedagógico. Si el poeta Tirteo cantó los ideales guerreros dorios, ya Teognis de Mégara, en una elegía que diri- ge a su erómenos Cirno, refiere los dos elementos básicos de la pederastia, la pedagogía y el placer: Amar a los jóvenes es una cosa placentera, pues también el hijo de Crono, rey de los inmortales, se enamoró en otro tiempo de Ganímedes y raptándolo se lo llevó al cielo y le convirtió en dios, adornado como estaba con la amable flor 51 El compañerismo, la unión y el espíritu de emulación para agradar al compañero fueron considerados clave para la victoria. Ya en Creta, en un ri- tual luego integrado a los hábitos dorios, el muchacho debía ser «raptado» por su amante, que recibía los ideales de la virtus guerrera (nobleza, dignidad, honestidad, aptitud...). 46 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 46
  • 45. de la juventud. Por ello no te extrañes, Simónides, de que se me haya visto caer también a mí bajo el yugo de un bello jo- ven. Oh, joven, no vayas de parranda y presta más bien oído a un viejo: los jolgorios no son convenientes para un joven52 . Como ningún otro pueblo, los griegos elevaron al máximo rango moral y social la pederastia, que se convirtió en toda una institución, sobre todo bajo el dictamen de Solón. En Atenas el muchacho que entraba en relación con un adulto aprendía las virtudes y los deberes del ciudadano. Un joven era susceptible de convertirse en erómenos cuando frecuentaba la palestra y recibía una educación intelectual (retórica, leyes y filosofía) y física (gimnasia). Este estatuto social, aunque reconocido y codifica- do, era propio de la aristocracia y no un uso general. Así, era de muy buen gusto y de alto valor ético que un erastés (así se le consideraba a partir de los veinticinco años), con su reglamen- taria barba en pico, se encaprichase de un erómenos o efebo, que según la legalidad vigente había de estar entre los doce y die- ciocho años (cfr. XII 4). El mayor se hacía cargo de la educa- ción y de la orientación en la vida del joven y, entre tanto, inter- cambiarían ambos amor y goces carnales como ritos de paso preparatorios para la edad adulta. Se consideraba que la aparición de la barba en el mentón del joven ponía fin a este estatuto so- cial; entonces vendrían los deberes conyugales del muchacho para después su renovación erótica, es decir, convertirse en eras- tés. La pederastia fue, por tanto, una relación educativa entre hombres libres que terminará convirtiéndose en un ideal estéti- co: la belleza del joven se convierte en un alto valor, y prueba de ello es que el amor platónico53 no es más que una sublimación filosófica del eros pedagógico ateniense: la belleza y el trato con el erómenos es el vehículo para que el alma retorne a la primera morada en el cortejo de los inmortales. La trascendencia de la pe- derastia queda patente en las artes decorativas, con frecuentes representaciones de este tema. 52 Teognis, 1345-1352 (traducción de F. Rodríguez Adrados). 53 Platón desarrolla su concepción del amor, basada en el e[rw" paidikov", especialmente en sus diálogos Fedro, El Banquete y Lisis. 47INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 47
  • 46. El erastés era generalmente un ciudadano influyente, com- prometido en la vida social y política de la polis, a menudo casado y padre de familia, que gozaba de cierta fortuna. Asu- mir la carga de una relación pederástica era costoso, especial- mente en el curso de las fiestas que clausuraban el periodo de probación, que suponía no sólo un banquete, sino también una determinada serie de regalos como un buey (para sacrificar a Zeus), un equipo militar (como rito de paso significaría que el muchacho se convierte en guerrero y puede defender su ciu- dad) y una copa (como símbolo de que el joven puede partici- par del simposium). Además, el erómenos decente sólo acep- ta regalos, nunca dinero, y éstos solían ser animales (gallos, perros, liebres, pájaros...) y a veces coronas y diademas54 . Los héroes más señalados en la memoria de los griegos practicaban la pederastia: sirvan de ejemplo los tiranicidas amantes, el joven Hermodio y el viejoAristogitón, que salvaron Atenas de la tiranía, más que por amor a la democracia, por un asunto de celos pasionales. La imaginación popular los convir- tió en héroes, pero ellos sólo habían querido salvar la intromi- sión de Hiparco, hijo del dictador Pisístrato, en sus amores55 . Debemos tener presente que en la Antigüedad las normas sexuales son diferentes a las de hoy día. En primer lugar, éstas varían según el estatus social de cada uno (libre / esclavo; ciu- dadano / extranjero; joven / viejo; hombre / mujer; rico / pobre) que, en definitiva, no son más que relaciones de poder, pues el sistema se basaba en la dicotomía activo / pasivo, más que en la oposición heterosexualidad / homosexualidad56 . Por eso prefe- rimos hablar de «homoerotismo» en laAntigüedad, más que de 54 K. J. Dover (1989, p. 92), G. Koch-Harnack (1983). 55 También personalidades conocidas tuvieron alguna relación pederásti- ca: Sócrates y Alcibíades hacen alarde de los hombres a los que han logrado enamorar; Aristipo de Cirene, padre del hedonismo, describe al fiero general Jenofonte enamorado del joven Clinias; Píndaro, murió viejo en el teatro de Argos, apoyado en las rodillas del hermoso muchacho Teóxeno de Ténedos; en Cármides de Platón, Sócrates se turba al ver en el entreabierto manto del muchacho los muslos mientras éste le mira; son célebres las parejas de Solón y Pisístrato, Sócrates y Arquelao, Sófocles y Pélope, Anacreonte y Emerdis... 56 H. N. Parker (2001). 48 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 48
  • 47. «homosexualidad» o «bisexualidad». La parte activa de la pareja mantenía incluso cierta consideración, pues eyacular dentro de un hombre se suponía que otorgaba mayor virilidad. Pero el pe- netrado o pasivo fue objeto de mofa y de desprecio. Sin embargo, la relación erastés / erómenos se caracteri- zaría por la igualdad de estatus social y por el respeto del uno hacia el otro. Debemos tener en cuenta que en Atenas se pri- vaba de derechos civiles a quienes practicaban o solicitaban la homosexualidad paciente, aunque la opinión pública la tole- raba. La pederastia admitía el coito intercrural, es decir, entre los muslos del joven, pero no el anal; sin embargo contamos con abundantes referencias literarias e iconográficas de am- bos coitos (el papel pasivo es reprobable, por ejemplo en XII 4 y V 208, aunque parece defenderse en XII 238)57 . También la práctica del sexo oral, bastante atestiguada en el libro XII de la Antología, como también en otras referencias literarias y numerosas pinturas vasculares, era considerada degradante para quien la realizaba, fuera hombre o mujer. Popularmente se asignaba este vicio a las mujeres de Lesbos (incluso se acu- ñó para esta práctica el verbo lesbiavzein)58 . Por otro lado, el travestismo parece no haber tenido mucha relevancia en una sociedad rendida al look masculino y los homosexuales que se prostituían pasivamente, los kivnaido", eran fácilmente iden- tificables: iban por las calles maquillados en busca de clientes, oliendo a perfume y untados con aceite. Evidentemente no po- dían ser ciudadanos. En una sociedad que adora la belleza masculina, la oferta de prostitución fue amplia59 . La frecuentaban ciudadanos de to- 57 Hay estudiosos, como Hoffmann o Pomeroy entre otros, que justifican el coito anal que los atenienses practicaban con sus mujeres como una ten- dencia a utilizar con ellas la misma postura con la que ellos fueron iniciados sexualmente en la relación pederástica. Sin embargo podemos pensar que se puede tratar de una práctica anticonceptiva. 58 Sobre la felación homosexual, K. J. Dover (1989, p. 99), W. A. Kren- kel (1980). 59 La prostitución no tenía la consideración social tan negativa de hoy día. Así, era importante, por ejemplo, la prostitución sagrada en algunos lu- gares de culto, como la ejercida por las hieródulas o siervas sagradas del tem- 49INTRODUCCIÓN 01:01 28/4/11 13:52 Página 49
  • 48. das las clases sociales, pues también los menos pudientes, que no tenían ni tiempo ni dinero para los «rituales» pederásticos (acudir a la palestra, comprar regalos...), saciaban sus gustos pe- derásticos recurriendo a ella60 . Frente a la prostitución femeni- na, que alcanza a mujeres de todas las edades, la masculina es- taba básicamente reservada a los esclavos adolescentes, pues los muchachos eran deseados antes de que les saliese el vello. Los mercaderes importaban hermosos adolescentes de todos los rincones del mundo griego y los subastaban en los puertos. Pri- mero eran utilizados como compañeros de cama y luego como esclavos para todo. Otros eran adquiridos para prostituirlos. Un célebre chapero fue Fedón de Elis, reducido a la esclavitud tras la toma de su ciudad y que fue prostituido hasta que Sócrates lo rescató, destacando después entre sus discípulos. Hasta tal pun- to estaba la prostitución masculina tan integrada en la sociedad griega que las ciudades instauraron un impuesto, al igual que sobre las prostitutas, sobre los chaperos y éstos, como aquéllas, eran protegidos por la ley contra todo ataque físico. Esquines, en su discurso Contra Timarco (I 74), describe un burdel masculi- no en el tribunal: si bien el cliente de una casa tal no era repro- bado ni por la ley, ni por la opinión pública, el ejercicio de la prostitución sí era socialmente vergonzoso. Por ello se recurría a los esclavos o a los no ciudadanos, pues en Atenas si un ciu- dadano la practicaba (tanto el adolescente como el adulto que le ofrecía dinero a cambio de favores sexuales) corría el peligro de la atimía, es decir, la pérdida de los derechos cívicos públi- plo de Afrodita de la acrópolis de Corinto. Sobre la prostitución, K. Schnei- der (1913), H. Licht (1932, pp. 329-410), S. B. Pomeroy (1987, pp. 107-111, 134-137, 160-162, 224), E. C. Keuls (1993, pp. 153-203). Sobre la prostitu- ción masculina y las leyes que la regulaban: W. A. Krenkel (1978), K. J. Do- ver (1989: 19-39), D. M. Halperin (1990, pp. 88-112), D. J. Cohen (1991), E. C. Keuls (1993, pp. 287-299), D. M. MacDowell (2000). 60 Las tarifas eran muy variables. Ateneo (VI 241) menciona a un chico ofreciendo sus favores por un óbolo; en XII 239 Estratón refiere una transac- ción de cinco dracmas. Una carta del pseudo-Esquines (VII, 3) estima en 3.000 dracmas el montante ganado por un tal Melanopo, probablemente a lo largo de toda su carrera. 61 En Contra Timarco, Esquines, para defenderse de las acusaciones de Ti- marco, lo acusa de haberse prostituido en su juventud, por lo que debería estar 50 POEMAS DE AMOR EFÉBICO 01:01 28/4/11 13:52 Página 50