Este documento critica la vanidad y el materialismo que se han infiltrado en la iglesia. Se ha convertido más en un monumento a las esperanzas humanas que en un lugar de adoración a Dios. El verdadero reino de los cielos se manifiesta a través del amor entre los hermanos, no en grandes edificios. Se insta a los cristianos a salir de la iglesia e ir a la calle para tender la mano a los necesitados en lugar de preocuparse por las cosas materiales. Los jóvenes son advertidos sobre los
Cada persona a los ojos de Dios es importante y Tú le importas a Dios. Pregúntate: Porque estás aquí hoy?, quiero que sepas que Si, Tu le importas a Dios para un propósito. No es un simple destino para seguir irremisiblemente o aceptar dadas las circunstancias, es tu vida contando esta nueva historia que puedes caminar con Cristo en tu corazón y marcándote con esperanza para vivir hasta el final con trascendencia (entregar santidad/amor a otros).
1. He caminado por senderos tan variados, tan espesos y con tantas brumas qué, a
simple vista reconozco los ecos de la vanidad y los susurros inconscientes del
materialismo. Hemos convertido ésta iglesia en un monumento no a Dios si no a nuestro
vaga esperanza por bajar el Reino de los Cielos. Eso es imposible a través de nuestros
medios. El reino de los cielos no es una gran catedral o gran templo, el reino de los cielos
es la manifestación abundante del Espíritu Santo y del amor entre todos como hermanos,
como sinceros hermanos.
Me fascina pensar. Pienso cada cosa de la vida. El tiempo que he estado en esta
iglesia, he aprendido muchas cosas y me decepcioné de otras tantas. Pude contemplar
ante mis ojos, cómo los oídos y las bocas se ensuciaban con los nombres de vuestros
hermanos. Me di cuenta que aún para el hombre es demasiado difícil entregarse
completamente a Dios.
Hermanos, la iglesia dentro de estas cuatro paredes es vanidad. La iglesia que no
sale a la calle es vanidad. La verdadera iglesia de Jesucristo está afuera tendiéndole la
mano al necesitado y no buscando la manera de agrandar lo que el hombre puede hacer
con sus manos. La verdadera iglesia no necesita techo, ni sillas ni nada que no sea la
verdadera voluntad de Dios. Hemos llegado de la sencillez con la que la Biblia describe los
lugares de encuentro a lo que vemos hoy… Tanta vanidad, tantos caudales de sonrisas
falsas. Tantos corazones que no han aprendido a amar. No podemos amar a Dios si no
amamos a nuestro hermano, y no es decirlo como muchos lo hacen sino demostrarlo
como pocos lo saben hacer. Sincérate contigo mismo, con Dios y con los demás. Mírate en
el espejo, y si ves algo marchito sabrás que es momento de cambiar, de renacer.
¿Por qué si somos cristianos amamos lo material? Y no me digan que no. Porque si no
fuera así, no gastarían el dinero y no se quejaran de que porque no les alcanza el salario.
Vamos a la calle. Allá afuera hay gente muriendo de hambre mientras muchos de
ustedes están sentados; allá afuera hay gente sufriendo mientras sus voces sólo se oyen
dentro de estas paredes. Allá, en la calle, hay niños, mujeres y hombres con almas baldías,
con almas desiertas, esperando que alguien se tome la molestia de preguntarles cómo se
sienten.
Jóvenes, vuestros instintos están volando, vuestras vidas se están volviendo tan
insulsas como una caja de cartón vacía. Muchos aquí están y no saben que están. Muchos
aquí apenas saben reconocer el amor carnal, y otros, pues prefieren romper cada cosa
como niño rompe un papel. Nuestro ego está tan alto, y nuestra humildad tan baja que la
distancia que los separa es directamente proporcional con la nublada visión que tenemos
del mensaje de Dios.
2. No se puede continuar caminando por superficies tan frágiles como el vidrio, podría
romperse y todos caerían al abismo más real. Nuestros pasos, tus pasos, mis pasos, ¿hacia
dónde van? ¿Hacia la dirección correcta o hacia la dirección aparentemente correcta?
Hay una gran diferencia entre estar aquí por amor a Dios a estar aquí por obligación:
Si estas por amor a Dios probablemente habrás aprendido muchísimo del amor, de la
amistad, de la vida y de todo cuanto te rodea, pues habrás leído la palabra de Dios no con
los ojos, sino con la fe.
Si estás aquí por cualquier tipo de obligación, levántate y sal por la puerta, pues
habrás usado el nombre de Dios en vano y tu tiempo aquí habrá sido en vano y todo
cuanto hayas hecho será en vano, pues te habrás dejado arrastrar por tu inconsciencia. Y
realmente deberías salir por la puerta, no seas hipócrita contigo mismo.
Sigo con los jóvenes. Hermanos, no se confundan, no se precipiten, vuestros actos
pueden llegar a hacer mucho daño a los demás, vuestras mentiras, vuestros jueguitos de
amor, vuestras caras falsas y muestras falsas amistades pueden condenarlos por mucho
tiempo a los sufrimientos más simples del alma. A esta edad es fácil correr por todas las
calles de la vida sin prestar atención a los avisos que nos encontramos en el recorrido,
pues creemos que tenemos todo bajo control, cuando realmente nada nunca hemos
podido controlar. A esta edad el amor se viste de muchas formas, y la lujuria se disfraza de
amor, la hipocresía suele llevar el velo de la amistad y el odio se fragua entre las
hendiduras de nuestros angustiosos suspiros.
Si, es contigo, y contigo cambien, si! Tú, no voltees que es con tu hermano.
Sembremos semillas que realmente den frutos, no pierdan el tiempo en ejemplares
estériles… la tierra se está secando, los días se pasan como abejas que zumban al oído, los
errores son más conocidos, y aun así no los queremos ver. Las horas están pasando más
rápido, el tiempo se está acabando. Se acercan las tormentas y los tormentos, se acercan
las sequias de las almas. Las sombras están asechando y vuestra indiferencia ha abierta
una grieta para darles el paso…
Abran bien sus ojos antes de que todo se difumine para siempre, el tiempo se acabe
y Cristo Venga.