En tres oraciones:
1) El documento relata cómo unos niños encontraron una lápida en el pasto de una plaza y alertaron a las autoridades locales. 2) Al levantar la lápida, encontraron una caja con huesos dentro, lo que causó gran conmoción en el pueblo. 3) Sin embargo, dos abuelos revelaron a los niños que setenta años antes ellos habían enterrado allí, como una broma de niños, unos huesos de plástico de un juego didáctico.
1. La hojita
de los niños
Año XIX • nº 1.178 • 13 de abril de 2014
¡la buena noticia para todos! • domingo de ramos
El mEnsajE dE la Palabra dE dios Para Esta sEmana
Jesús entra a Jerusalén, la ciudad más importante de su época, porque allí
estaba el templo. Jesús fue a celebrar la pascua judía, es decir, cuando
Dios había salvado al pueblo judío de la esclavitud de los egipcios.
Jesús nos salva de otra esclavitud, la del pecado, que no nos deja vivir como
verdaderos hijos de Dios y hermanos entre nosotros.
Recibamos a Jesús en nuestro corazón para que él nos cambie.
¡Hosanna¡Hosanna
al Hijo de David!al Hijo de David!
¡Bendito el que viene¡Bendito el que viene
en nombre del Señor!en nombre del Señor!
¡Hosanna en¡Hosanna en
las alturas!las alturas!
ES EJSSÚ,
LE
RPEOFAT ED
ZETANAR NE
ILEGALA
Jesús fue recibido como
un rey por la gente que
estaba en Jerusalén.
Nosotros, ¿cómo recibi-
mos a Jesús en nuestro
corazón?
Poné en orden las letras
para poder leer lo que
decían todos en la ciu-
dad cuando les pregun-
taban: ¿Quién es este?»
¡Domingo de Ramos!
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2. l mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una
palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo.
El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás.
Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me
ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como
el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado.
nos días antes de
la fiesta de Pas-
cua, los Sumos Sacerdotes y los ancia-
nos del pueblo se reunieron en el
palacio del Sumo Sacerdote, llamado
Caifás, se pusieron de acuerdo para
detener a Jesús con astucia y darle
muerte. Pero decían: «No lo hagamos
durante la fiesta, para que no se pro-
duzca un tumulto en el pueblo».
Entonces, uno de los Doce, llamado
Judas Iscariote, fue a ver a los sumos
sacerdotes y les dijo: «¿Cuánto me da-
rán si se lo entrego?».
Y resolvieron darle treinta monedas
de plata. Desde ese momento, Judas
buscaba una ocación favorable para
entregarlo. El primer día de los Áci-
mos, los discípulos fueron a preguntar
a Jesús:
«¿Dónde quieres que preparemos la
comida pascual?».
Él respondió: «Vayan a la ciudad, a la
casa de tal persona, y díganle: el
Maestro dice: Se acerca mi hora, voy
a celebrar la Pascua en tu casa con mis
discípulos».
Ellos hicieron como Jesús les había or-
denado y prepararon la Pascua.
Al atardecer, estaba a la mesa con los
Doce y, mientras comían, Jesús les di-
jo: «Les aseguro que uno de ustedes
me entregará». Profundamente ape-
nados, ellos empezaron a preguntarle
uno por uno: «¿Seré yo, Señor?».
Él respondió: «El que acaba de servir-
se de la misma fuente que yo, ése me
va a entregar. El Hijo del hombre se va,
como está escrito de Él, pero ¡ay de
aquél por quien el Hijo del hombre se-
rá entregado: más le valdría no haber
nacido!».
Judas, el que lo iba a entregar, le pre-
guntó: «¿Seré yo, Maestro?».
«Tu lo has dicho». Le respondió Jesús.
Mientras comían, Jesús tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y lo
dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen
y coman, esto es mi Cuerpo».
Después tomó una copa, dio gracias y
se la entregó, diciendo: «Beban todos
de ella, porque esta es mi Sangre, la
Sangre de la Alianza, que se derrama
por muchos para la remisión de los pe-
cados. Les aseguro que desde ahora
no beberé más de este fruto de la vid,
hasta el día que beba con ustedes el
vino nuevo en el Reino de mi Padre».
Después del canto de los Salmos, sa-
lieron hacia el monte de los Olivos.
Entonces Jesús les dijo: «Esta misma
noche, ustedes se van a escandalizar
a causa de mí.
Porque dice la Escritura:
Heriré al pastor, y se dispersarán las
ovejas del rebaño.
Pero después que yo resucite, iré an-
tes que ustedes a Galilea».
Pedro, tomando la palabra, dijo: «Aun-
que todos se escandalicen por tu cau-
sa, yo no me escandalizaré jamás».
Jesús le respondió: «Te aseguro que
esta misma noche, antes que cante el
gallo, me habrás negado tres veces».
Pedro le dijo: «Aunque tenga que mo-
rir contigo, jamás te negaré».
Y todos los discípulos dijeron lo mis-
mo.
Cuando Jesús llegó con sus discípulos
a una propiedad llamada Getsemaní,
les dijo:
«Quédense aquí, mientras yo voy allí
a orar».
Y llevando con él a Pedro y a los dos
hijos de Zebedeo, comenzó a entriste-
cerse y a angustiarse. Entonces les di-
jo: «Mi alma siente una tristeza de
muerte. Quédense aquí, velando con-
migo».
Y adelantándose un poco, cayó con el
rostro en tierra, orando así: «Padre
mío, si es posible, que pase lejos de mi
este cáliz, pero no se haga mi volun-
tad, sino la tuya».
Después volvió junto a sus discípulos
y los encontró durmiendo.
la biblia, el libro de la Palabra de dios
las lEcturas dE la misa dEl domingo
E
U
EvangElio
matEo 26, 3-5. 14–27, 66
PrimEra lEctura isaías 50, 4-7
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3. Una vez más nos reunimos en la plaza. Esa ma-
ñana el jardinero había cortado el pasto y pare-
cía que se le había ido la mano. Algunas partes
parecían peladas. Tuvimos que caminar bas-
tante para encontrar un lugar donde sentarnos
sin que nos quedara el pasto pegado en la ropa.
De pronto, Leo pegó un grito y se quedó inmóvil
mirando algo que había en el suelo.
Nos acercamos corriendo y
vimos que había una pie-
dra que tenía una fecha y
una cruz.
Es una lápida aseguró Leo
que, además de gustarle el
orden y hacer listas, era
medio exagerado. Aunque
esa vez parecía que tenía
razón.
Celeste sacó su celular y
tomó varias fotos.
Nosotros salimos corriendo hasta la comisaría
que estaba enfrente de la plaza. Entramos gri-
tando, y el policía que estaba de guardia se
asustó. Hablábamos todos al mismo tiempo, y
no podía entender lo que decíamos. Hasta que
Celeste le mostró la foto.
El policía llamó inmediatamente al Juez de Paz,
y éste llamó al médico de la Policía.
Todos los convocados se reunieron en la plaza,
alrededor de la piedra.
–Parece que enterraron a alguien acá –observó
seriamente el oficial.
Los chicos estábamos de lo más emocionados,
porque nunca había pasado algo así en el pue-
blo, que se caracterizaba por la tranquilidad.
Era la primera vez que el policía, el único que
había, debía alejar a la gente del lugar. Hasta el
intendente se hizo presente, algo absoluta-
mente inusual porque su oficina está en otro
pueblo que es la cabecera del partido. Al llegar,
echó un vistazo y ordenó que levantaran la pie-
dra. En un principio, nadie sabía si el intendente
tenía la autoridad para ordenar eso, pero como
todos estaban curiosos por
ver qué había allí, la levan-
taron.
A los chicos nos mandaron
detrás de los bancos donde
los más grandes esperaban
saber qué había sucedido.
Debajo de la piedra había
una caja. La abrieron y en-
contraron unos huesos.
Unos abuelos estaban sen-
tados en uno de los bancos
mirando desde lejos, como si nos les interesara
lo que pasaba. Como nos habían echado de ahí,
nos pusimos detrás de ellos y escuchamos que
estaban murmurando, y nos dimos cuenta de
que en realidad se estaban riendo.
Cuando advirtieron nuestra presencia, nos con-
taron de qué se reían y nos hicieron prometer
que no diríamos nada.
Nos relataron con detalles que, en su niñez, ha-
bían fundado un club con actividades secretas.
Se reunían una vez por semana, los sábados a
la hora de la siesta.
Caminaban por el pueblo sin que los vieran. De
vez en cuando hacían alguna broma o inventa-
ban algún juego para pasar la tarde.
cazadores de imágenes
caPítulo 7 • una broma PEsada
dE maría inés casalá y juan carlos Pisano - dibujo dE Hania KollEnbErgEr
Este cuento tiene once capítulos que se publican en La Hojita de los Niños desde el 2 de marzo hasta el
27 de abril de 2014. Si querés el relato completo, pedilo por mail a inescasala@gmail.com
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4. • ¿Qué tipo de bromas hacés?
• ¿Te reís con alguien o de alguien?
• Antes de hacer una broma, ¿pensás en que
no le haga daño a nadie?
Para pensar y
conversar con los amigos
Bebéhojita y sus amigos
siguen viajando por el mundo,
pero no calcularon que,
al pasar por África,
las hojas de olivo
podían correr peligro
Un día de lluvia se habían quedado en la casa
de uno de ellos, y se les ocurrió hacer una
broma. La idea original fue de uno que era muy
tranquilo, o que en realidad parecía tranquilo,
pero que siempre estaba pensando en hacer
bromas. De todas maneras. no se le podía
echar la culpa a él solo ni cargarlo con toda la
responsabilidad porque todos habían estado
de acuerdo.
Pusieron en una caja de madera unos huesos
de plástico que pertenecían a un juego didác-
tico para aprender las partes del cuerpo hu-
mano, que parecían huesos de verdad.
Después habían enterrado la caja en un des-
campado y, cuando estaban por finjir que la
encontraban, no pudieron volver hasta el lugar,
porque habían empezado las obras para la
construcción de la plaza. Pasaron los días y se
olvidaron; y ahora ya habían pasado como se-
tenta años.
En el pueblo, se habló de este asunto durante
mucho tiempo.
Los siete nos sacamos una foto antes de irnos
a casa y guardamos el secreto.
Por la noche, en cada familia se comentaba el
revuelo que se había armado en el pueblo por
unos huesos de plástico.
La hojita de los niños. Semanario religioso infantil de uso litúrgico.No reemplaza el uso de los leccionarios.
Nihil Obstat: Conferencia Episcopal Argentina.Imprimatur: Arquidiócesis de Buenos Aires.Edita: Sociedad de San Pablo.
Propietario Sociedad de San Pablo.Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: nº 5.092.508 - 24/4/13
Dirección: P.Aderico Dolzani y Juan Carlos Pisano.Redactores: Inés Casalá y Juan Carlos Pisano.
Dibujos: Hania Kollenberger (cuento).Gladys y Margarita «Las Melli» Pérez.
Dirección y administración: Riobamba 230 C1025ABF Bs.As.,Argentina.
Horario: Lunes a viernes de 9.00 a 18.00 / Teléfono (011) 5555-2424 / Fax: (011) 5555-2425
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