Las hormigas tienen una comunicación muy efectiva a pesar de carecer de un lenguaje complejo o rasgos faciales expresivos. Trabajan en armonía como una sola unidad para el bien colectivo, sin quejarse por las tareas asignadas. Aunque Dios les dio pocas herramientas, las hormigas construyen grandes colonias funcionales, lo que demuestra que los humanos pueden lograr aún más si trabajan juntos.