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VIVIENDA
INFONAVIT
Tierra vacante
Alfonso Iracheta
Políticas de dispersión, saturación y crecimiento de zonas
periféricas de las ciudades mexicanas.
Densidad urbana
Sara Topelson
Premisas sobre la densidad en zonas centrales
de la ciudad.
FLUJOGRAMA
Densidad(es)
Ximena Rios-Zertuche
Habitantes por hectárea en zonas metropolitanas y
vivienda desocupada en México.
CASOS DE ESTUDIO
Ensayos fotográficos sobre las reglas, normas,
excepciones y formas de la densidad urbana.
Urbanismo salvaje
Santiago Arau
Alta densidad
Jorge Taboada
Arquitectura libre
Adam Wiseman
Vivienda retratada
Onnis Luque
Palo Alto
Livia Radawanski
Pablo Landa
Unidades independientes
Luis Young
Regeneración
Jaime Navarro + Sandra Pereznieto
Alonso de Garay / Taller ADG
CONVOCATORIA PARA ENSAYOS
Urbanización desordenada y periferia
Elisa G. Garibay
El ideal de vivienda de interés social-ambiental.
La ciudad intensa
Lucía Martín
Estrategias urbanas de zonificación y densificación
a partir de vivienda colectiva.
PRÓLOGO
David Penchyna
PRESENTACIÓN
Carlos Zedillo
INVESTIGACIÓN
Ciudades densas
Néstor García-Canclini
¿Ruinas con porvenir?
Densidad múltiple
Jorge Tejeda
Habitación y supermanzana: de centro a conjunto urbano.
Unidad Independencia
Enrique X. De Anda
Equipamiento colectivo, diversidad habitacional, salud,
deporte e integración plástica.
Villas Olímpicas
Concepción J. Vargas
Residencias y villas olímpicas con motivo del cincuenta
aniversario de la XIX Olimpiada en México.
La ciudad en la ciudad
Juan José Kochen
Infonavit constructor. Sobre los primeros conjuntos
habitacionales proyectados por Infonavit entre 1972
y 1992.
Vivienda y espacio público
Ernesto Alva + Cecilia Solís
Crecimiento, transformación y contención de la ciudad a
partir del espacio colectivo de la vivienda.
Paisaje natural-paisaje urbano
Jesica Amescua
Origen, crecimiento, evolución, transformación
sociohistórica y ordenamiento territorial en Valle de
Chalco Solidaridad.
VIVIENDA INFONAVIT
VOL. 3 NÚM. 1
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62
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El trazo y el calco
Juan Pablo Montes
Reflexiones sobre el método y modelo de producción
de vivienda.
Mi casa, mi negocio
Leticia Peña
Tipologías híbridas y propuesta de casa-negocio
para el futuro habitacional.
Ciudad vacía
Eduardo Zaragoza
Territorialización y redensificación para el análisis
de la vivienda urbana.
VINCULACIÓN
Elasticidad e informalidad
Armando Hashimoto
¿La ciudad informal es consecuencia de la densidad?
Vivienda al centro
Pablo Vaggione
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y vivienda
en México.
Foro Urbano Mundial
Luis Jeremías Diez-Canedo
La participación de Infonavit en el Foro Urbano Mundial
convocado por ONU-Hábitat.
La casa entre la historia
Juan Fronjosá + Camilo Restrepo + AGENdA
Memoria colectiva, centros históricos y vivienda
intraurbana.
Pabellón comunitario
Al Borde + Taller General
Reutilización del Pabellón Infonavit en Hábitat III.
Plan Jojutla
Jesús Aguirre
Proyectos de reconstrucción en Morelos tras el sismo
del 19 de septiembre de 2017.
Riesgo sísmico y precios de la vivienda
Emilio Gutiérrez + María E. Rodríguez
+ Kensuke Teshima
Sobre los créditos hipotecarios, zonas sísmicas y
ubicación de las viviendas financiadas por Infonavit.
Del territorio al habitante
José de Villar
Proyecto de investigación, publicación y exposición
sobre la vivienda rural.
Laboratorio de Investigación y Experimentación
Práctica de Vivienda Infonavit
Carlos Zedillo
Desarrollo experimental para la producción
de vivienda social.
Taller de Vivienda Social Sostenible
Karla Aguilar
Enseñanza y formación académica a través de ejercicios
de habitabilidad y sostenibilidad.
Redensificación urbana
Julia Gómez
Proyecto de resistencia, transformación urbana
y vivienda asequible.
Territorio de gigantes
Dellekamp Arquitectos, Dogma, HHF Architekten, MAIO
Architects, MOS Architects y Tatiana Bilbao Estudio
Plan maestro de vivienda de colaboración multidisciplinar
y desarrollo urbano en Aguascalientes.
Habitar el territorio. Resiliencia y autoproducción
Sexto Concurso de estudiantes. Habitar el territorio.
Resiliencia y autoproducción.
RADIOGRAFÍA
Métrica y rectificación
Diego Rabasa
¿Qué entendemos por densidad?
El sueño de la densidad
Rodrigo Díaz
Sobre la traza urbana, la densificación y la movilidad
en las ciudades.
Habitabilidad
José María Gutiérrez Trujillo (1924–2018)
Sumar viviendo.
MEMORIA VIVIENDA
Artículos históricos sobre la revista Vivienda, primera
y segunda época.
Saturación de lotes urbanos baldíos
Mario Schjetnan
Los centros experimentales de vivienda
Enrique Linares + Enrique Ortiz + Fermín Estrella
COLABORADORES
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210
212
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233
5
De 2013 a lo que va de este año, el Instituto del Fondo
Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) ha
entregado 3.1 millones de créditos. Al concluir 2018 se pre-
vé que sean alrededor de 3.5 millones, por lo que se trata
del sexenio en el que más financiamientos se han entre-
gado en los 46 años de historia del Instituto. Tan sólo en
2017 se otorgaron 533 mil 865 créditos, es decir, 68 mil por
arriba de la meta anual.
	 Hoy tenemos un Infonavit más fuerte, más útil y más
cercano a la gente; un ejemplo de equidad para la vivienda
en nuestro país. Y a pesar de este dinamismo, más de 16
millones de derechohabientes aún no han ejercido su dere-
cho a un crédito; además, el éxito de la reforma laboral nos
indica que la demanda seguirá creciendo. Por ello, este nú-
mero de la revista Vivienda Infonavit muestra los desafíos
de la densidad, el crecimiento urbano y la movilidad.
	 En Infonavit estamos preparados para este gran reto,
pues actualmente se administra más de un billón de pe-
sos del ahorro de los trabajadores, lo que es equivalente a
una cuarta parte del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR).
El Instituto ha pagado un rendimiento a la Subcuenta de
Vivienda de más de 317 mil millones de pesos; de hecho,
en 2017 se concluyó con el mejor rendimiento nominal de
los últimos 13 años, que fue de 8.3 por ciento.
	 La vivienda requiere estrategias de ahorro y rendimiento,
así como mecanismos de asociación, vinculación y alianzas
estratégicas; es decir, de una lectura más amplia del sector.
	 En más de cuatro décadas, la cantidad de empresas que
desarrollan vivienda en el país pasó de aproximadamente
200 a 3 mil. Los tiempos cambian y los actores evolucio-
nan. El Infonavit ha fomentado nuevas formas de valor patri-
monial compartido. Recientemente lanzamos el programa
“Cambiavit”, una alternativa para cambiarse de casa aún
sin haber terminado de pagar la hipoteca, y con mejores
condiciones de crédito, a fin de que los acreditados puedan
acceder a una mejor solución de vivienda.
	 A lo largo de los años, el monto máximo del crédito para
financiamiento de vivienda ha crecido en más de 230 por
ciento hasta llegar a1.8 millones de pesos.Hemos procurado
mecanismos de prosperidad y bienestar, ya que para cons-
truir un país mejor se requieren mejores condiciones de em-
pleo, estabilidad económica y confianza en las instituciones.
	 En este tercer volumen refrendamos la labor sustantiva
del Centro de Investigación para el Desarrollo Sostenible
(CIDS) a través de la revista Vivienda Infonavit, que mues-
tra los desafíos de la densidad con miras a la implementa-
ción de la Agenda 2030: la vivienda en el centro del cumpli-
miento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
PRÓLOGO
David Penchyna
6
7
PRESENTACIÓN
Carlos Zedillo
Durante las últimas tres décadas, la expansión territorial en México
ha prevalecido sobre el crecimiento demográfico, generando ciuda-
des extensas y de baja densidad. Esta gran expansión afecta la in-
tegración de servicios públicos, el medio ambiente y la calidad de
vida de las personas, además del desarrollo inadecuado de la ciu-
dades, causante de problemáticas de movilidad, sostenibilidad y co-
hesión social.
	 Algunos de los aspectos que tuvieron mayor influencia en estos
procesos fueron la migración masiva del campo a la ciudad durante
los años cincuenta y sesenta; y la promoción del otorgamiento ma-
sivo de financiamiento y producción de vivienda de baja densidad
en las periferias sin tomar en cuenta conceptos como las zonas de
riesgo, el uso eficiente de la tierra y el acceso a fuentes de empleo,
transporte y servicios, entre otros.
	 La política de vivienda actual se abordó con base en un enfoque
integral entre la vivienda y el territorio para controlar la expansión,
consolidar las ciudades, reducir el rezago de vivienda, rehabilitar el
parque habitacional existente y promover sistemas de movilidad sos-
tenible. Esta política generó nuevos retos alrededor de la creación de
instrumentos para fomentar un modelo de desarrollo urbano como
pieza central del crecimiento económico.
8
	 Aunque la densificación urbana ofrece una vía apropiada para ha-
cer frente a los problemas de expansión y dar solución a la consoli-
dación de las ciudades, como cualquier política pública depende de
un buen análisis para su implementación y monitoreo, además de la
coordinación entre diversas instituciones, de tal forma que se genere
un equilibro integral sostenible entre población, servicios, comercio e
infraestructura.
	 Aquí reunimos casos de estudio para el análisis crítico y diagnós-
tico sobre la vivienda colectiva y el futuro de la densificación en ciu-
dades prósperas. Cuestionamos qué y cómo es la densidad, pasamos
de congestión a saturación, de gentrificación a centralización, de dis-
persión a periferia. ¿Qué estrategias son necesarias para fomentar el
acceso al suelo con equidad y asequibilidad?, ¿qué instrumentos pro-
mueven una ciudad compacta en vez de una ciudad dispersa?, ¿por
qué fomentar la construcción de vivienda agrupada o rehabilitada en
lugar de la unifamiliar?, ¿cómo se vinculan e informan los derecho-
habientes con la oferta-demanda de vivienda?, ¿la producción de vi-
vienda responde a las necesidades económicas y sociales del país?,
¿qué aspectos legales y financieros incentivan la densificación?
	 La tercera entrega de Vivienda Infonavit explora las definiciones,
implicaciones y retos —pretéritos y actuales— de la vivienda en cen-
tralidades urbanas sujetas a redensificación. La densidad no sólo
debe visualizarse como un asunto urbano para acumular viviendas
ni como estrategia para reducir vacíos en las ciudades; se trata del
equilibro entre la población, la infraestructura y las relaciones socia-
les en una prosperidad vinculante.
¿Cómo transformar el territorio a partir de óptimos principios de sos-
tenibilidad? El Infonavit, a través del Centro de Investigación para
el Desarrollo Sostenible (CIDS), ha liderado la implementación de la
Agenda 2030 en México, poniendo junto con ONU-Hábitat a la vivien-
da como el elemento central e integrador para el logro de lo Objeti-
vos de Desarrollo Sostenible (ODS). En el noveno Foro Urban Mundial
9
(WUF9) celebrado en Kuala Lumpur, el Instituto participó en la asam-
blea de negocios; la sesión especial sobre vivienda asequible para
todos; la conferencia sobre el análisis de datos para medir la realidad
urbana, y el diálogo abierto sobre el Índice de Ciudades Prósperas,
en el que México destaca como el país con más localidades evalua-
das en el mundo, cubriendo más del 90 por ciento de la población que
integra el Sistema Urbano Nacional (SUN).
	 En mayo de este año, se reconoció el diagnóstico transversal del
Instituto con el Premio Dubái en la categoría de Mejores Prácticas
de Transferencia en el Monitoreo de la Nueva Agenda Urbana y de
los ODS. Un jurado internacional calificó 89 proyectos y decidió pre-
miar el esfuerzo institucional que evaluó a 153 municipios en Méxi-
co, y que al cierre de 2018 se convertirán en 305. El índice propone
un escrutinio en el desarrollo urbano y la sostenibilidad con seis di-
mensiones: productividad, infraestructura, calidad de vida, equidad
e inclusión, sostenibilidad ambiental, gobernanza y legislación urba-
na. Esta herramienta genera nueva información y análisis que infor-
ma la toma de decisiones a nivel municipal y estandariza la medición
del desarrollo urbano. En suma, es un lenguaje común entre nuestras
ciudades para fomentar un crecimiento ordenado e incluyente.
	 De igual forma, en esta edición continuamos la labor de investi-
gación y generación de conocimiento con trabajos fotográficos que
inciden —positiva y negativamente— en el crecimiento urbano y los
conjuntos de vivienda en México para luego analizar las formas de la
densidad, edificada y habitada. Por último, relatamos los ejercicios
de vinculación, análisis y diagnóstico sobre la densificación como re-
sistencia al desbordamiento urbanístico. Los ensayos, producto de
una convocatoria abierta, consolidan nuestra perspectiva de amplio
espectro sobre la vocación plural de la revista, y los artículos finales
concluyen con la reflexión sobre la memoria institucional y visionaria
de quienes contribuyeron a esta notable iniciativa de divulgación crí-
tica y científica del Instituto.
PRESENTACIÓN
10
CIUDADES DENSAS
Néstor García Canclini
11
INVESTIGACIÓN
El desorden atraía tanto por su complejidad oscura como por los
imaginarios que incita. Algunos equipos reúnen a técnicos y
políticos para proyectar cambios en las ciudades divagando sobre
lo que podrían ser en 2050; otros, formados por antropólogos y
arquitectos, exploran las fantasías de los ciudadanos, que oscilan
entre sospechar catástrofes y registrar los olores y colores, los pai-
sajes y el grafiti, que distinguirán la marca de cada urbe. No me
atrae tanto cómo se narran ahora esas ciudades por sus habitan-
tes y sus turistas, sino comprender las intenciones originarias y los
desacuerdos con los que se observan años después. Veo en las
ciudades zonas donde averiguar cómo se estropean las utopías,
qué dramaturgia del desastre las reemplaza.
	 No pretendo dar soluciones, sino comprender los imaginarios.
Por ejemplo, cómo se vinculan las nociones arquitectónica y
antropológica de densidad para captar otros movimientos de las
ciudades, invisibles para quienes planifican. El debate urbanístico
sobre la densidad urbana está dedicado a la densidad edilicia:
qué ganamos y qué perdemos al construir más edificios de vivien-
das, oficinas y centros comerciales en zonas hiperpobladas. Si escu-
chamos a los movimientos de resistencia vecinal, los que se oponen
a la multiplicación de torres, algunos lo hacen en nombre de la
escala en que se habituaron a vivir, otros quieren detener el colapso.
Cada uno fantasea por voracidad o por miedo. Si busco cifras y
documentos es para no perderme cuando los imaginarios deliran.
	 La densidad de experiencias relativiza las estadísticas. Es nece-
sario mirar cómo y cuándo se viaja, qué experiencias impulsan a
habitar en una zona u otra zona de la metrópoli: según donde pue-
den escoger mejor el horario para hacer compras, la escuela en
la que inscribirán a sus hijos si los van a llevar en su propio coche
y luego irán al trabajo en transporte público o compartido.
	 Las experiencias de ciudad corren entre túneles de metro, co-
mer parado en el puesto de alguna esquina, esperar el Metrobús
hasta que llegue uno con lugares libres, contestar mensajes, quizá
leer o escuchar música en la red sociotécnica. Como contó una
arquitecta mexicana, antes los vecinos se encontraban en el patio;
ahora en el elevador y el estacionamiento.
	 ¿Ruinas con porvenir?
* Fragmento de “Ciudades densas”, publicado originalmente en GARCÍA
CANCLINI, Néstor (2018) Pistas falsas, México, Sexto Piso, pp. 53–64.
12
DENSIDAD MÚLTIPLE
Jorge Tejeda
DENSIDAD MÚLTIPLE
13
INVESTIGACIÓN
Para que la habitación popular pueda disfrutar de todos los
servicios urbanos, en terrenos de alto valor, próximos al centro
de la ciudad y los lugares de trabajo, será necesario construir
en supermanzanas, mediante la edificación en altura, pro-
porcionada a los espacios abiertos y servicios sociales, para
evitar en el futuro, sobresaturaciones nocivas… La superman-
zana no es una manzana amplificada, de la cual difiere esen-
cialmente en su concepto. Todo el movimiento es centrífugo
porque, aparte de habitar, todas las otras funciones se desa-
rrollan fuera: el trabajo, la escuela, el mercado diario, el depor-
te, la diversión, etc. Los pequeños espacios libres del interior
no son aprovechables para el conjunto…
	 Por lo expuesto, la densidad de construcción, área de ocu-
pación en planta y total, y altura de edificación, son resul-
tantes de cumplir con la premisa: la densidad humana debe
ser adecuada a la demanda de espacio libre. Estas son las
bases para una de las importantes herramientas de la zoni-
ficación, el “control de la edificación”, que consiste en relacio-
nar “el área construida con el espacio abierto” estableciendo
un volumen de construcción derivado de las densidades de
máximas humanas.
Este sería el preámbulo de las “normas que orientan la so-
lución” descritas en Arquitectura México No. 94–95 por el
ingeniero Víctor Vila —colaborador en el Taller de Arquitec-
tura de Mario Pani—, en el que se resaltan las virtudes de la
supermanzana moderna: densidad humana, densidad de
construcción y espacio libre-verde. Empero, la historia del
modelo comienza con los primeros centros urbanos de Pani:
El sentido colectivo se ha ido perdiendo totalmente por lo mis-
mo que ha desaparecido esa célula urbanística que lo hace
posible. En México no sentimos la proximidad de nuestros
vecinos porque nuestros hijos no van en la misma escuela, ni
a los mismos cines, vivimos bastante solos, sin un sentimien-
to colectivo que nos guíe y acompañe….
Aunque en la Ciudad de México ya existía una larga tra-
dición de vivienda comunal, que se manifiesta en la larga
tradición de las vecindades, los llamados conjuntos o uni-
dades habitacionales “multifamiliares” representaron un
parteaguas en el modo de vida de sus residentes, no sólo
porque constituían en sí mismos el imaginario de la vida
moderna sino porque el concepto de equipamiento cambia-
ba las relaciones de los inquilinos y empezaban a convertir-
los en “comunidad”.
	 Al cambiar las normativas y políticas de vivienda se vis-
lumbró el cúmulo de problemas en dos escalas: la autosu-
ficiencia de la supermanzana y sus dinámicas cotidianas
de civismo colectivo. El modelo propuesto por Pani fue ha-
cer ciudades dentro y fuera de la ciudad central para rege-
nerarla, reordenarla y revitalizarla, planteando la necesidad
de que el crecimiento fuera siempre vertical para densifi-
car el uso del suelo. Con esta estrategia pensaba contro-
lar la expansión desmedida, concentrar los servicios para
disminuir los costos de la infraestructura y evitar o reducir
el desplazamiento continuo y distante de sus habitantes.
Para ello fue necesario proponer y hacer uso de normas
Centro Urbano Presidente Alemán
Colección ICA, Acervo Histórico Fundación ICA, 1947
14
Revista Arquitectura México No. 94–95,
México, junio-septiembre 1966
urbanísticas que delimitaran físicamente y permitieran
una estructura de comunidades urbanas agrupando es-
cuelas, comercio, deporte y diversión en centros comuna-
les, los cuales fomentarían intercambios de conocimiento y
socialización. Pani buscó satisfacer las necesidades dia-
rias dentro del conjunto y dotar de los servicios con super-
manzanas mediante edificaciones de gran altura para la
época, proporcionando espacios abiertos para evitar sobre-
saturaciones nocivas.
La ciudad se ha hecho con base en dos acciones, malas las
dos: las invasiones de los campesinos que vienen a la ciudad
y se instalan como pueden, donde pueden y como quieren, y
que después de muchos años, el gobierno les da la tenencia de
la tierra con el trazo que hicieron, o sea, desastroso. Y el otro
aspecto malísimo del crecimiento del tejido urbano han sido
los fraccionamientos para negocio. Es decir, un señor cambia
un ejido o un rancho para hacer un fraccionamiento como se
le pega la gana, sin tomar en cuenta las ligas con la ciudad […].
La ciudad sí tiene remedio, pero para ello se requieren dos
acciones: la acción de prever su crecimiento, es decir, la acción
“fuera de la ciudad”; y la acción de corregir los errores dentro
de la ciudad (mediante la ordenación, la reconstrucción y la
regeneración). En otras palabras, la “acción fuera de la ciudad”,
que es el proyecto que hicimos para Ciudad Satélite; y el de la
“ciudad dentro de la ciudad”, que fueron los multifamiliares
Alemán, Juárez y Tlatelolco.1
Este ensayo muestra una comparativa de las densidades
propuestas por el Taller de Mario Pani respecto a la ciuda-
des dentro de la ciudad en el Centro Urbano Presidente
Alemán (CUPA), el Centro Urbano Presidente Juárez (CUPJ)
y el Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco, de 1947 a 1964.
A pesar de que fueron varios los gobiernos durante ese
tiempo: Manuel Ávila Camacho (1940–1946, Miguel Alemán
Valdés (1946–1952), Adolfo Ruiz Cortines (1952–1958) y
Adolfo López Mateos (1958–1964), es evidente la continui-
dad de una ideología y un mismo proyecto de nación en el
cual se definen circunstancias que permiten referirnos a
esta época como un periodo histórico e institucional de mo-
dernización por la política social, económica y cultural, den-
tro de la cual la arquitectura ocupó un sitio específico en la
construcción de la modernidad que constantemente apare-
ció tanto en el discurso del gobierno como en el imaginario
social. Vivienda para burócratas, pensionados y erradica-
ción de “herraduras de tugurios”.
	 La arquitectura de mediados del siglo XX representó el
momento de mayor auge en el país. Fue una época definida
por la confianza en la tecnología, la fe en el progreso y la
creación de la ciudad cosmopolita: aquella conformada
por torres de oficinas, fábricas modernas, aeropuertos y
multifamiliares. Entre 1940 y 1960, la capital triplicó su po-
blación, y en los años cincuenta rebasó los límites de las
demarcaciones políticas, extendiéndose hacia el estado de
México. Con Pani como promotor y proyectista se inventó
	
1	 Entrevista a Mario Pani realizada por Graciela de Garay, Programa
de Historia Oral, Instituto Mora, México, 1990.
15
INVESTIGACIÓN
en aquella época el primer condominio, la primer superman-
zana, el primer hotel internacional, la primera ciudad sa-
télite y el primer multifamiliar. Su labor como arquitecto
urbanista-promotor fue decisiva en la reconfiguración de la
ciudad, sobre todo en función de la vivienda colectiva.2
	 Con los Juegos Olímpicos de 1968 se concluyó una eta-
pa de grandes proyectos urbanos de modernización para la
ciudad, así como de los conjuntos habitacionales de una
época. Pani fue “el último estratega que se sentó delante
del tablero metropolitano para mover las fichas que res-
pondían a un plan”, y representa el final de una arquitectura
entendida como proyecto de nación. Sus obras plasma-
ron una visión de vivienda comunitaria en la ejecución del
desarrollo urbano al estructurar, ordenar o reordenar una
unidad espacial integral, el trazo de la infraestructura
vial, la división del suelo, la ubicación de edificios y la ima-
gen urbana del sector territorial de un centro de población
o de una región. De tal forma, la tradicional vivienda habi-
tación se presentaría como solución aplicable en la cons-
trucción masiva de vivienda.
El equipamiento urbano —producto de la supermanzana—
resultó fundamental en el modelo multifamiliar. Con la in-
corporación de estos servicios de infraestructura social se
buscó que las actividades primordiales de los habitantes
se cumplieran sin tener que desplazarse fuera del conjunto
o bien hacerlo caminando y a una distancia corta. Las cua-
lidades que debía tener el medio habitacional serían cali-
dad en el espacio para las actividades diarias, localización
adecuada con respecto a los servicios urbanos y fuentes de
trabajo, tenencia segura de su propiedad. Y las necesida-
des que deben ser satisfechas por el medio habitacional
serían identidad, sentido de pertenencia a la comunidad,
seguridad física y emocional del usuario, oportunidades
de progreso. Y la “regla fundamental” es que las viviendas
comunitarias formaran parte de la ciudad, es decir, estar
integradas a ella, enriqueciéndola y siendo enriquecidas
con ella.
	 Más allá de las virtudes y desaciertos de los tres conjun-
tos referidos, tanto en el CUPA como en el CUPJ y Tlatelolco
convergen coincidencias de edificios verticales para liberar
el espacio en planta baja y generar equipamiento urbano,
lo que favorecía la integración de los habitantes, una solu-
ción masiva al problema de la vivienda; la priorización al
peatón dejando estacionamientos fuera del área peato-
nal (perímetro); las circulaciones exteriores —aunque no en
todos los edificios—; la diversidad habitacional; los equipa-
mientos urbanos y áreas verdes predominantes; y la revi-
talización u ocupación de zonas por urbanizarse.
	 Para Pani, los barrios como Tepito dentro de la zona de
tugurios, podrían seguir existiendo de acuerdo con su voca-
ción como una entidad especializada en ciertas actividades
para conservar aquello que los diferencia y les da carácter:
“sus afanes, sus gestos, su lenguaje”. La conservación de un
barrio no podía darse de manera escenográfica y perder
su vocación original. “La condición indispensable para que
un barrio [subsista] como tal, [es mantener su] estructura
original”. ¿Cómo insertar densidades múltiples? ¿Trabajo,
comercio, diversión, escuela, deporte…?
	
2	 CANALES, Fernanda (2014) Arquitectura en México. 1900–2010. La
construcción de la modernidad. Obras, diseño, arte y pensamiento,
México, Fomento Cultural Banamex, Arquine.
16
UNIDAD
INDEPENDENCIA
Enrique X. de Anda
17
INVESTIGACIÓN
El 20 de septiembre de 1960, Adolfo López Mateos, Presidente de
la República, rodeado de su gabinete, el cuerpo diplomático
acreditado en México y cientos de invitados, inauguró la “Unidad
Independencia”, primer conjunto de viviendas, clínica y edificios
de seguridad social construido por instrucciones de Benito Coquet,
Director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) durante
el sexenio lopezmateísta (1958–1964). En su discurso, y al margen
de la habitual grandilocuencia del comunicado de un político,
Coquet expuso varios conceptos sobre el origen de la unidad de
vivienda: “ […] el hombre concibió la utopía, teórico mundo de la
felicidad […]. En México, la utopía se ha vuelto y se vuelve realidad
[…]. El valor de la Unidad Independencia […] aspira a realizar una
nueva manera de vida.1 Coquet hablaba desde un podio junto a las
	
1	 IMSS. Unidad Independencia de Servicios Sociales y Habitación, Mé-
xico (1961), “Discurso en la inauguración de la Unidad Independen-
cia (Benito Coquet), pp. 1–6.
Colección ICA
Acervo Histórico Fundación ICA, 1969
18
esculturas de Miguel Hidalgo y de Quetzalcóatl, relie-
ves sobre la ciudad de Tula y el emblema del IMSS (la mu-
jer cobijada por el águila), todo dentro de una “plaza cívica”
como antes no se había construido en México.
	 Explicar el sentido de la utopía, las esculturas emble-
máticas y la razón de la “plaza cívica” es el propósito de este
ensayo sobre una de las obras de más alta calidad arqui-
tectónica y alegóricamente más significativa de la eta-
pa posterior al predominio del “Movimiento Moderno” en
México, así como de la escuela del programa arquitec-
tónico de José Villagrán. El conjunto diseñado por Alejandro
Prieto Posada y José María Gutiérrez, concitó la colabora-
ción de los artistas plásticos Jorge González Camarena,
Federico Cantú y Francisco Eppens, y ocupa una superficie
de 32 hectáreas sobre lo que fue un vivero en la zona de San
Jerónimo, al sureste de la Ciudad de México.
	 La Unidad Independencia es una obra emblemática
del periodo 1958–1964 de la arquitectura del IMSS, aun-
que no es la única con las cualidades de esta etapa de la
cultura arquitectónica mexicana, subsecuente del gran pe-
riodo “modernizador” que tuvo su apogeo con el proyecto
de Ciudad Universitaria (1948–1952). Son muchas las dife-
rencias entre las obras de ambas visiones arquitectónicas;
propongo como nueva denominación el término de arqui-
tectura argumental para la que se desarrolló en el periodo
lópezmateísta, distinta a la de la etapa anterior (1930–1955)
funcionalista y moderna. Con “argumental” refiero a una
arquitectura que en formas y espacios resuelve los temas
de un discurso con conceptos que trascienden el interés
único de solucionar problemas estéticos de geometría y
composición, más allá de la incorporación del “funciona-
lismo” convertido en el ariete ideológico de la arquitectura
durante la primera mitad del siglo en México.
	 ¿Qué resolvió arquitectónicamente la Unidad Inde-
pendencia? El proyecto de utopía establecido por Coquet
radica en lo cultural con apoyo en el teatro y la identidad a
partir del orgullo por la historia, propuesto por Adolfo López
Mateos. A partir de estos dos temas, Alejandro Prieto, como
director de proyectos, y Jorge González Durán junto con
Julio Prieto, como creadores del proyecto cultural del IMSS,
dieron lugar a un programa arquitectónico para un nuevo
tipo de edificación, estableciendo el “argumento” que habría
de ser traducido en edificios y secuencias con otros valores
plásticos y nuevas jerarquías.
	 En el caso de la Unidad Independencia se hizo una “pla-
za cívica” (concepto de Alejandro Prieto) para vincularse con
la ciudad. Lo que el usuario vería en este espacio serían los
símbolos de identidad (el pasado prehispánico), los de la
19
INVESTIGACIÓN
soberanía (Miguel Hidalgo) y el de la protección del IMSS
(la madre amamantando con el águila de protección). Los
edificios visibles en primer término fueron los del ámbito
artístico (dos teatros) y los de la reunión social (“Casa de la
Asegurada” y Administración), en segundo término los edi-
ficios para la vivienda, y formando “barrios internos” los de
comercio, escolares y deportivos.
	 Con esta secuencia de prioridades en la vista y posición
de los edificios, y en donde de manera general el centro
hospitalario no fue el centro de atención de la composición,
los arquitectos proyectistas contratados por el IMSS resol-
vieron más de 50 conjuntos de seguridad social construi-
dos en la República. Dicho tanto por Alejandro Prieto como
por José María Gutiérrez, hubo en la concepción de la Uni-
dad Independencia mucho del urbanismo propuesto en la
“Carta de Atenas” (orquestada por Le Corbusier), documen-
to acordado en el Congreso Internacional de Arquitectura
Moderna (CIAM) de 1933,2 desarrollado a bordo del Barco
“Patris II”, en el trayecto Marsella-Atenas-Marsella, ante
la imposibilidad de llevar a cabo el CIAM en Moscú) y que
recogió las nuevas ideas de los arquitectos europeos sobre
el urbanismo moderno.
	 De ahí la estructura del conjunto de la unidad: circulación
rodada perimetral, estacionamientos periféricos evitando
siempre que los automóviles invadieran áreas peatonales,
concepto de supermanzana (anterior a la “Carta de Atenas”),
núcleos de servicios con edificios escolares y la forma de
agrupación barrial. La presencia de la “plaza cívica” men-
cionada por Alejandro Prieto obedece a los conceptos del
VIII CIAM de Hoddesdon 1951,3 en el cual el tema a discutir
fue “El centro urbano”, idea arquitectónica apoyada en la
tradición latinoamericana y de algunas ciudades europeas,
en donde la “plaza principal” era el espacio simbólico y de
primera importancia para la ciudad, rodeada de los edificios
emblemáticos y con ello pasando a ser el espacio público
que apoyaba al enriquecimiento de la identidad colectiva.4
	
2	 Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM’s) pro-
puestos por Le Corbusier, el primero se celebró en el Castillo de la
Lasarraz, Suiza en 1928, y el último en Dubrovnik, 1956.
3	 Estrictamente hablando, no se encontró en la biblioteca de Ale-
jandro Prieto ningún pasaje señalando un interés particular para el
CIAM de Hoddesdon, aunque sí tenía el libro publicado por José Luis
Sert, El corazón de la ciudad, con las ponencias de ese congreso.
4	 DE ANDA ALANÍS, Enrique (2016), “Vivienda social en la Ciudad de
México durante el periodo 1945–1965”, en: Carlos Sambricio et al.
Ciudad y Vivienda en América Latina, Lampreave, Madrid, pp. 369–
395.
Colección ICA
Acervo Histórico Fundación ICA, 1969
20
	 Una cualidad muy importante de la Unidad Independen-
cia es el ambiente vegetal (de las 32 hectáreas del terre-
no, 21.5 fueron dedicadas a jardines y áreas de convivencia
colectiva)5 que se ha mantenido a la fecha. Hubo dos razo-
nes para crear este ambiente vegetal: la preexistencia del
vivero (el de la familia y empresa “Matsumoto”) y la muy
importante voluntad de los dos autores para mantener
el ambiente natural, incluido el acueducto que conducía el
agua al vivero, como temas a partir de los cuales habría de
desarrollarse el diseño de las distintas áreas del conjunto.
La densidad poblacional6 fue de un porcentaje insólito, y el
único con esta condición en un desarrollo arquitectónico no
privado en México durante la segunda mitad del siglo XX.
	 Los valores plásticos de esta arquitectura se reparten en
los dos grandes grupos de edificios: el habitacional (2 mil
487 unidades en forma de vivienda unifamiliar y depar-
tamentos), integrado por casas dúplex formando calles
siempre con un frente a zonas de recreo, y edificios “multi-
familiares” (nombrados así por los autores) de cuatro nive-
les con bandas verticales hechas con piedras multicolores
formando figuras con evocación del mundo prehispánico
(de la autoría de Francisco Eppens). El resto de los muros
de estas dos tipologías son de block de barro vidriado a alta
temperatura, siguiendo la tradición de materiales aparentes
determinante en los edificios de Ciudad Universitaria; tres
torres de departamentos de “lujo” (sic, por los autores) se
diferencian por materiales con dominante blanco. El otro, el
grupo de los edificios de las tareas sociales, es completa-
mente distinto: volúmenes horizontales (el centro de segu-
ridad social, el edificio de administración, la clínica, y las
escuelas), tienen recubrimientos de cantera, ventanería se-
riada, rompimiento de la regularidad con terraza y parabo-
loides en el edificio de la administración, donde también se
dejó la planta baja libre. También son parte de este seg-
mento los edificios comerciales cubiertos con sistema trabe-
losa (superficie quebrada), el club deportivo con alberca y
gimnasio como temas preponderantes, y columnas polifa-
seteadas en la clínica “de barrio”. Un tema fundamental del
edificio de administración aparece en la fachada oriente
recubierta con cantera roja: un friso en medio relieve de la
autoría de Federico Cantú (responsable también de los re-
lieves que con esta técnica se hicieron en Xalapa, León, San
	
5	 IMSS, Unidad Independencia de Servicios Sociales Habitación, p. 31.
6	 Población calculada 12 mil habitantes; superficie construida 23 por
ciento y 77 por ciento para jardines, circulaciones y usos colectivos;
la densidad resultante fue de 25.73 m²/h.
Unidad Independencia
Fondo Aerofotográfico Oblicuas
Acervo Histórico Fundación ICA, 1967
21
INVESTIGACIÓN
Luis Potosí y otros en la Ciudad de México, a partir del escu-
dodelIMSS, conunacalidaddeelaboracióncomoen México
no se veía, quizá desde el periodo mesoamericano en Pa-
lenque, en particular en el siglo VII D. C. Otro relieve del
mismo autor se labró sobre la fachada norte del teatro con
el tema “Quetzalcóatl en Tula”, personaje que aparece tam-
bién en su carácter de rey (Ce Acatl Topoltzin Quetzalcóatl)
y de monstruo mítico en forma de serpiente con plumas.
Luis Ortiz Monasterio labró estas dos piezas y es autor
también del Miguel Hidalgo, cuya actitud altiva y firme no
oculta el sentido de dignidad por la soberanía alcanzada
que se encuentra presente en los discursos del entonces
presidente. También de Ortiz Monasterio son las columnas
serpentiformes (originarias de Chichén Itzá) del teatro al
aire libre, y los medallones alusivos a Tláloc de la fuente que
cierra la cabecera poniente de la plaza.
	 De ningún modo se podría pensar que esta colección de
piezas escultóricas (como las que hubo en otros conjun-
tos) obedecieran solo un propósito de “ornato escultórico”:
son parte de un programa estético-cultural institucional
dirigido por Benito Coquet y detallado y operado por Jorge
González Durán y Julio Prieto. El programa partía del de-
recho a la asistencia social incluyendo la educación extra
escolar en los tiempos libres —sobre todo de las mujeres—,
la recreación deportiva y la enseñanza técnica para varo-
nes, así como la aproximación a la práctica artística a través
del espectáculo y de la instrucción del baile, la pintura y el
teatro mediante programas gratuitos.
	 Esta es la razón para haber incorporado un teatro aquí
y en la mayoría de los conjuntos, por lo general en la par-
te frontal y más visible de las composiciones. Si junto a este
proyecto propio del IMSS tomamos en cuenta la insisten-
cia presidencial por exaltar los valores nacionales del tiem-
po reciente, sobre todo a partir de la Revolución de 1910 y
su traducción en el imaginario escultórico del IMSS en las
figuras de Quetzalcóatl, Hidalgo, Morelos, Cuauhtémoc
y Gómez Palacio, podemos comprobar la hipótesis de que
estos trabajos no cumplían con funciones de mero “ornato”
o arreglo decorativo: las figuras escultóricas que se coloca-
ron en este periodo en los conjuntos del IMSS obedecen a
un plan de contacto estético para fortalecer la identidad
y el orgullo nacional partiendo de las emociones que provo-
ca la relación visual con la plástica escultórica.
	 Respecto de la arquitectura, se trata de una obra pública,
en el entendido de que en México —como en muchos otros
países—, los autores de las obras privadas lo son también de
los edificios públicos. En este sentido es fácil entender
que los motivos que se ejercitan en un género aparezcan en
el otro, en un proceso derivado de las teorías propias de la
arquitectura tanto como de la visión de la cultura arqui-
tectónica de los autores. Sin embargo existe una condición
que modifica las cosas y es la que trata del “discurso cultu-
ral” que los solicitantes de los edificios —los funcionarios
públicos— proponen para individualizar la arquitectura que
han solicitado sobre todo algunos de los hombres del poder
político, hombres cultos, sensibles y con un proyecto nacio-
nal. A cuatro personajes de primera línea cualitativa del
periodo 1958–1964 podemos citar con esta condición para
nuestro ensayo: Adolfo López Mateos, Presidente de la Re-
pública, con un discurso de identidad nacional basado en el
imaginario de la soberanía; Jaime Torres Bodet, con el pro-
grama de alfabetización y el Plan Nacional de Museos, crea-
dor además de un discurso de integración cultural a partir
de la educación básica; Benito Coquet con el tema de la
“utopía” para los trabajadores y Ernesto P. Uruchurtu, con
su concepto de la modernización a partir de la calidad ar-
quitectónica de las obras públicas.
	 Los trabajos realizados por el IMSS corresponden por
supuesto a estos modelos, pero también la de los museos
de Pedro Ramírez Vázquez, sobre todo el Nacional de Antro-
pología, que comparte con la obra del IMSS varios aspectos
del género propuesto como “arquitectura discursiva”: la ima-
gen mesoamericana subyacente en el proyecto de conjunto
(el grupo de las “monjas” de Uxmal), recubrimientos pétreos
(mármol, en este caso) y bajo relieves en muros; simbología
en la posición de las piezas (el “Calendario Azteca”, la es-
cultura azteca más representativa en el imaginario popu-
lar), murales en todas las salas y los relieves del poste del
paraguas del patio.
	 La Unidad Independencia, junto con los conjuntos del
IMSS construidos en toda la República, trascendieron a la
solución de clínicas de distintas dimensiones para propo-
ner, desde su ubicación y claridad de significados en los
propios edificios, nuevas formas de convivencia social e
identidad histórica a partir de lo que fue la marca del pro-
yecto social de Benito Coquet: modificar al núcleo familiar
trasladando el poder social hacia la madre, para quien se
creó toda una estructura de aleccionamiento y sociabili-
zación, mientras que los varones fueron atendidos con de-
porte y talleres de capacitación, ubicando con todo ello a la
sociedad en uno de los niveles más altos de sensibilización
artística habida en México gracias también al programa
nacional de teatros. En este periodo, Eurípides, Calderón de
la Barca y Sófocles, estuvieron más cerca de la población
que nunca.
VILLAS OLÍMPICAS
Concepción J. Vargas
Villa Olímpica Libertador Miguel Hidalgo
Villa Olímpica Narciso Mendoza
Fondo Aerofotográfico Oblicuas
Acervo Histórico Fundación ICA, 1969
23
INVESTIGACIÓN
24
Villa Olímpica Narciso Mendoza
Fondo Aerofotográfico Oblicuas
Acervo Histórico Fundación ICA, 1969
24
25
INVESTIGACIÓN
En octubre de 1968 (hace cincuenta años) se celebraron en
México los XIX Juegos Olímpicos. Esta fue la primera oca-
sión en que un país latinoamericano era sede de esta im-
portante justa deportiva en la que participaron atletas de
113 países. Otro aspecto que daba realce al evento era que
las competencias se transmitían por primera ocasión a todo
el mundo a través de la televisión vía satélite, en directo y
en color. El gobierno mexicano consideró que ésta era una
magnífica oportunidad que habría que aprovechar para que
el mundo pudiera ser testigo de la modernización alcanzada
por el país, así como para difundir su valioso patrimonio
cultural, pieza fundamental de nuestra identidad. En esta
década se generaron en nuestro país y en el mundo impor-
tantes transformaciones sociales, económicas y políticas,
que pusieron en riesgo la celebración de los juegos.
	 Aunque algunas de ellas estuvieron presentes de ma-
nera indirecta durante la celebración de los Juegos Olímpi-
cos en México, el Comité Olímpico Internacional consideró
que había las condiciones adecuadas para que se celebrara
la justa olímpica en nuestro país. Ante este panorama, el
Comité Organizador de los XIX Juegos Olímpicos se enfren-
tó al reto de hacer de éste un evento inolvidable, para lo cual
organizó, además de la justa deportiva, una Olimpiada
Cultural con un programa de actividades durante todo el
año con el propósito de difundir nuestro patrimonio cul-
tural y conocer y reconocer el de los países participan-
tes. Estas olimpiadas fueron todo un fenómeno cultural y
deportivo con el que se beneficiaron todos los asisten-
tes locales e internacionales, directos e indirectos, ya que
el mundo entero pudo disfrutarlas, lo que llevó a que las
llamaran La Olimpiada Moderna.
	 Para la celebración de los XIX Juegos Olímpicos, el go-
bierno federal y el Comité Organizador, presidido por el ar-
quitecto Pedro Ramírez Vázquez, identificaron varios pro-
blemas: el primero de ellos era la insuficiencia de recursos
económicos para construir una villa olímpica que alber-
gara en un solo terreno todas las instalaciones, por lo que
identificaron las instalaciones deportivas y el equipamiento
cultural con que contaba la ciudad, así como los terrenos
donde se construirían las nuevas instalaciones deporti-
vas, con el propósito de crear polos de desarrollo urbano y
centros deportivos que impulsaran posteriormente las ac-
tividades competitivas de la comunidad y así no correr el
riesgo de que éstas quedaran abandonadas más tarde,
como había sucedido en otros países.
26
La regla 37 de la Carta Olímpica, estipula que el Comité Organizador
proporcionará una villa para hombres y otra para mujeres en que los
competidores y oficiales de equipo puedan ser acomodados juntos y
alimentados por un precio razonable”; que las Villas estén localizadas “tan
cerca como sea posible de¡ estadio principal, de los campos de práctica y de
las otras instalaciones”; y, asimismo, que deben hacer los arreglos necesarios
“para acomodar a los jueces, árbitros, inspectores, tomadores de tiempo, etc.
que sean designados por las Federaciones Deportivas Internacionales según las
reglas de¡ COI.”
A fin de dar cumplimiento a estos requerimientos y después de realizar los
estudios correspondientes, el Comité Organizador determinó la necesidad de
construir dos conjuntos: a) uno para competidores y oficiales -considerando
separadamente a hombres y mujeres- y para reporteros acreditados por los
Comités Olímpicos Nacionales y agencias de noticias, b) otro para jueces
y árbitros, participantes en actos del programa Cultural e informadores no
acreditados. El primero de estos conjuntos fue denominado, por acuerdo del
presidente de la República, Patrono de los Juegos, Villa Olímpica libertador
Miguel Hidalgo”, y el segundo también por disposición presidencial, “Villa
Narciso Mendoza”.
las obras se empezaron el 2 de mayo de 1967 e iniciaron sus servicios el 12
de septiembre de 1968. Fueron inauguradas oficialmente por el presidente
Gustavo Díaz Ordaz el 17 del mismo septiembre.
LAS VILLAS OLIMPICAS
A la llegada de cada delegación deportiva a la Villa se
celebraba una ceremonia de izamiento de banderas. J.
Miranda, gobernador de ésta (enfrente, abajo izquierda)
acompañado por M. Andrade de] Rosal, jefe de la
sección femenina y de un grupo de edecanes (arriba)
dan la bienvenida a los atletas de uno de los 113 países
participantes. El Destacamento Militar Olímpico tomó
parte en las ceremonias y una banda militar tocó el himno
nacional de la delegación.
Todos los días, un gran número de invitados visitaba
la Villa. Enfrente, el Príncipe Harald de Noruega y su
esposa (arriba izquierda), María Félix, actriz mexicana
(arriba derecha), el estupendo atleta Jesse Owens (abajo
izquierda) y los príncipes de Mónaco (abajo derecha)
departen con los atletas mientras hacen el recorrido del
enorme complejo arquitectónico.
El personal de una de las 6 grandes cocinas “respira” entre
dos avalanchas olímpicas (3 comidas diarias, más “pisco-
labis”) de 6 mil atletas y varios miles de participantes. Los
1230 empleados de los restoranes de autoservicio con-
taron con las instalaciones más modernas. El Centro de
Control de Calidad instaló en la Villa un laboratorio para la
supervisión de los alimentos e higiene general.
Los seis restoranes sirvieron muy variados platillos
-chutney indio, palmitos, almejas importadas-. Un total de
350 variedades. Más de 214 toneladas de frutas frescas,
118 toneladas de carne, 31 de pescados y mariscos y 68
mil litros de leche fresca se consumieron durante las 84947
comidas servidas a los residentes de Villa Olímpica.
Al parejo de los otros escenarios de entrenamiento de
la capital, la Villa Olímpica fue testigo de los rigurosos
ejercicios que se llevaban a cabo en casi todos los
deportes. Un mes antes de verificarse los Juegos, los
atletas entrenaban ya en los gimnasios, pistas, campos
e incluso en las avenidas (prohibidas a la circulación de
coches) de la Villa Olímpica.
Lo suficientemente alejada “del mundanal ruido”, la
Villa Olímpica Miguel Hidalgo fue el marco ideal para el
ejercicio físico y para el descanso. Después de un duro
entrenamiento los atletas regresan con alegre trote a
su residencia, o bien se tumban sobre el mismo tartán
de la pista. Otros, más sibaritas, prefieren los céspedes
salpicados de rocas volcánicas y la tranquila sombra de los
pirulíes (páginas siguientes).
La Villa Olímpica contó con un programa de diversiones
muy variado, en el que se incluían eventos de la Olimpiada
Cultura En su anfiteatro (arriba), próximo a las restauradas
pirámides de Cuicuilco, se presentó el Ballet ldla de Suecia.
El auditorio principal -con cupo para 800 espectadores-
fue escenario de funciones nocturnas de grupos de “rock”,
teatrales, o de músicos populares (enfrente).
El evento más sensacional en la vida de la Villa Olímpica fije
la recepción ofrecida a los recién casados Vera Caslavska y
Josef Oldozil. Después de la ceremonia religiosa, celebrada
en la Catedral Metropolitana, la espléndida gimnasta
olímpica y el elegante corredor checo se tapan con un
sarape mexicano, en el salón del Club Internacional.
A 9.6 kilómetros de la Villa Miguel Hidalgo, y conectada
a ésta por el Anillo Periférico, estaba ubicada la segunda
Villa, conjunto residencial totalmente nuevo construido
por un grupo de arquitectos bajo la dirección de Martínez
Ostos (arriba). Durante los Juegos, una sección de Villa
Coapa fue reservada a los 1668 jueces y oficiales, otra
a los 1150 participantes de la Olimpiada Cultural, y una
última a los 555 miembros de la prensa. Como en el caso
de la Villa Miguel Hidalgo, Coapa constituyó un complejo
autosuficiente con restorán, auditorio, tiendas, servicios
médicos y salones de ensayo para uso de los grupos
culturales, como es el caso del Ballet ldla (derecha).
26
27
INVESTIGACIÓN
174
VILLA OLIMPICA LIBERTADOR MIGUEL HIDALGO
Erigida al sur de la ciudad, en la Delegación de Tlalpan, D.
F., ocupó una superficie de nueve hectáreas propiedad del
Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, ampliadas
posteriormente con 20 mil prestados a las autoridades
municipales por una empresa privada. Aun que el
proyecto arquitectónico quedó a cargo de la Secretaría de
Obras Públicas, fue el Banco citado el que, por disposición
presidencial, financió la construcción de la parte
habitacional del conjunto, quedando el correspondiente a
las demás instalaciones a cargo de la referida Secretaría. Por
su parte, el Departamento del Distrito Federal se encargó
de los servicios municipales correspondientes. Al Comité
Organizador tocó la ejecución de los trabajos de adaptación
para el servicio olímpico y el pago, por concepto de renta,
del interés correspondiente a la inversión realizada. Al
concluir los Juegos los departamentos fueron puestos a la
venta en régimen de propiedad en condominio.
Los veintinueve edificios -de los cuales 24. Se destinaron
a los varones- reunían un total de 5044 habitaciones
y 2572 baños en 904 departamentos. La sección
femenina constaba de tres edificios y los dos restantes
se destinaron al Centro de Prensa. Estos tres conjuntos
estaban construidos independientemente como exige el
reglamento. las otras instalaciones de la Villa Olímpica se
describen a continuación.
El edificio de administración, control y registro, al igual
que la mayoría de las construcciones que se describen
más adelante, fue proyectado y construido por la
Secretaría de Obras Públicas con carácter desmontable
y sirvió de acceso a la Villa. Contó con un área cubierta
para estacionar 100 vehículos y varios andenes para el
movimiento simultáneo de 40 autobuses; vestíbulo de
entrada y oficinas para la acreditación de las delegaciones;
barras de información incluyendo servicios bancarios,
de correo y telégrafos; salas para entrevistas de prensa,
radio y televisión, y estancias para reuniones de los
participantes. Su construcción se realizó entre el 15 de
julio y el 13 de septiembre de 19,68. Los comedores
constaron de seis unidades desmontables, compuestas
cada una por dos salones comedores, cocina, patio de
maniobras, cuarto de máquinas, frigorífico, comedor
para empleados, servicios sanitarios, almacén general y
oficina. Para el efecto, los comedores fueron asignados
a las delegaciones agrupadas de la manera siguiente: el
Número 1, para las de Europa Oriental; el 2 para las de
África y Asia; el 3, para las delegaciones latinas; el 4 para
las de Europa Occidental; el 5, para las de habla inglesa, y
el 6 tuvo carácter internacional. Estas instalaciones fueron
construidas entre junio y septiembre de 1968.
El Club Internacional, contiguo a la plaza central de la Villa,
contó con lugares de reposo y recreo para los atletas; su
capacidad fue para 1500 personas simultáneamente y
para 800 espectadores en su auditorio. Tenía además salas
de descanso y de billar, cafetería y alberca exterior. Fue
construido entre junio y septiembre de 1968. Dos clínicas
médicas construidas y operadas por el Instituto Mexicano
del Seguro Social dispensaron los servicios médicos y
fisiátricos. Los gimnasios para entrenamiento de box y
lucha contaban con oficina administrativa, vestidores,
lockers, sanitarios, baños sauna, baños de vapor y bodega.
Fueron realizados entre julio y septiembre de 1968. El
Centro de Prensa, ubicado al suroeste de la Villa, contó
con todos los servicios detallados en el capítulo X, más
estacionamiento para 200 vehículos. Su construcción,
desmontable, ocupó un mes de trabajos.
Las obras ejecutadas en el exterior de la Villa, con carácter
permanente, fueron las siguientes: teatro al aire libre;
pistas de tartán y áreas de entrenamiento similares a las del
Estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria. Finalmente,
fueron reconstruidas dos pirámides y explorada otra más,
que fueron encontradas al iniciarse los trabajos de esta
Villa, colindante con la riquísima zona arqueológica de
Cuicuilco.
Otros edificios provisionales se enumeran a continuación:
el que albergó el laboratorio de Genética y Biología
Humanas; el destinado a la administración de Villa Prensa;
el empleado para la edición W libro de resultados; los
que alojaron los talleres de mantenimiento, almacenes
generales, estación de bomberos, centro de lavado; los de
la zona comercial y las habitaciones para el Destacamento
Militar Olímpico.
Un lienzo charro, al suroeste de la Villa, se utilizó para
festivales folklóricos en honor de los huéspedes de la
misma. Además el día 8 de octubre de 1968 se abrió al
culto la Capilla Olímpica dirigida por dignatarios católicos,
evangelistas, ortodoxos, judíos y budistas, quienes oficiaron
conforme a un horario convenido.
174
Nestor Escalante, del Banco Nacional de Obras Públicas
(arriba), explica algunos detalles del proyecto de
construcción de la Villa Olimpica al licenciado Gustavo
Díaz Ordaz. los acompañan (de izquierda a derecha)
Carlos Garcia, el director del citado Banco Jesús Robles
Martínez y Carlos Humberto Chávez.
Ubicada en el extremo sur de la capital, la Villa Olímpica
Miguel Hidalgo sumó 5044 habitaciones con 2572 baños
distribuidos en 904 departamentos. De sus 29 edificios de
diez niveles, 24 constituyeron la sección masculina, 3 la
femenina, y 2 fueron ocupados por la prensa. Entre otras
Instalaciones de la Villa Olímpica se contaron: la Admin-
istración, el edificio de Control y Registro, seis edificios
temporales donde se alojaron los comedores, el Club
Internacional, el Centro de Prensa, un anfiteatro, pistas de
tartán, dos gimnasios y campos de entrenamiento, oficinas
de mantenimiento, almacenes, estación de bomberos, la-
vandería y locales concesionados. La construcción, empe-
zada el 2 de mayo de 1967, se terminó el 12 de septiem-
bre de 1968. El proyecto fue desarrollado por un equipo
de arquitectos encabezado por Héctor Velázquez.
178 179
VILLA NARCISO MENDOZA
Enclavada al sureste de la ciudad (en Coapa) ocupó los
bloques 1 y 3 de un gran conjunto habitacional propiedad
delBancoNacionaldeObrasyServiciosPúblicos.Sumaron
686 casas y 470 departamentos, con 3474 cuartos y
1314 baños, y fueron construidos entre agosto de 1967
y septiembre de 1968. A diferencia de la Villa Olímpica,
la Narciso Mendoza estuvo constituida por viviendas para
una o varias familias, pero siempre en edificios bajos. En
este caso también el Comité Organizador pagó al Banco
citado, por concepto de renta, el interés de la inversión
en la zona ocupada y los gastos correspondientes a las
adaptaciones.
Para hacer posibles otros servicios que el Comité
Organizador brindó a los huéspedes, se construyeron
con carácter desmontable las siguientes instalaciones: bar,
cafetería, restorán y cocina; salón de ensayos, equipado
con los implementos necesarios para la práctica de la
danza; auditorio con pantalla gigante de televisión, unidad
de servicios telefónicos y de comunicación; comedor para
el Destacamento Militar Olímpico, y centro comercial con
siete locales.
Para su operación fue dividida en cinco secciones, la Villa
Árbitros y Jueces, a la cual se destinaron 356 casas y 110
departamentos; Villa Conjuntos Culturales, con 156 casas
y 150 departamentos; Villa Prensa, con 174 casas y 210
departamentos;laSecciónMilitary,finalmenteladeOficinas
Generales. Para la operación de las dos Villas, el Comité
Organizador otorgó en concesión a empresas privadas de
prestigio los siguientes aspectos: alimentación, hotelería,
aseo y servicios generales, operaciones bancarias, venta
de mercancías, peluquería y otros servicios. La atención
médica fue confiada al Instituto Mexicano del Seguro
Social, y las oficinas de correos y telégrafos a la Secretaría
de Comunicaciones y Transportes.
Por su parte, el Comité Organizador se reservó los
aspectos administrativos y la coordinación y supervisión de
todos los servicios. La administración se planeó en tal forma
que permitió el manejo independiente de cada Villa -y aun
de cada edificio- en cuanto a su funcionarniento cotidiano
y al control del conjunto. La dirección U sistema estuvo a
cargo de una Administración General, responsable ante la
Presidencia, dependiente de la Secretaría general y de la
Oficialía Mayor.
Dicha Administración General tuvo tres departamentos:
Administrativo y Contable, de Relaciones de Personal
y de Control de Información. Además, creó 6 jefaturas
y se formaron grupos de supervisión para vigilar el
funcionamiento de los servicios concesionados.
Las Villas alojaron 13 835 huéspedes con una estancia
promedio de 20 días atendidos por más de 6 mil
personas.
La cuota cobrada por el Comité Organizador a las
delegaciones deportivas por persona, que comprendía
habitación, comidas y transportes, fue de $ 100 diarios
entre el 12 y el 27 de septiembre; gratuitamente del 28 de
septiembre al 11 de octubre, de acuerdo con la obligación
contraída por el Comité Olímpico Mexicano en Baden-
Baden, de $ 50 diarios por persona, del 12 de octubre
al 7 de noviembre. Los demás huéspedes pagaron $ 50
diarios en habitación compartida y $ 100 si la ocuparon
solos. Las cuotas cubrían el alojamiento, desayuno y
servicio de transportes. La comida y la cena tuvieron un
precio nominal de $ 25 cada una. A los participantes del
Programa Cultural no se les confirió el tiempo de cortesía
del periodo de adaptación.
El esfuerzo de organización y el volumen del trabajo
desarrollado se ponen de relieve con las siguientes
estadísticas: se atendieron diariamente 8 500 cuartos;
se sirvieron 1.2 millones de raciones alimenticias; se
distribuyeron 10 mil piezas de correspondencia postal,
28 151: telegramas y 303 mil piezas diversas (libros,
programas,invitaciones,álbumes,guías,etc.),seduplicaron
481 mil documentos a partir de 1855 originales; se dio
acceso a 20 mil personas del público diariamente y se
atendió a un total de 57 mil visitantes oficiales.
Los principales artículos que se consumieron en los
comedores de las delegaciones, en kilogramos, fueron
los siguientes: 62 115 de nueve clases de aderezos; 9
925 de tres tipos de azúcar; 76 780 de carnes de aves
(pollos, pavos y patos); 118 706 de carne de res, ternera,
carnero, cerdo y fiambres; 31811 de pescados y mariscos
frescos y enlatados; 9 568 de flanes, gelatinas y pudines;
214 694 de frutas frescas; 17 275 de frutas en almíbar;
14938 de granos y semillas; 9567 de cinco variedades de
harina; 3 102 de crema y 10 827 de ¡eches condensada,
descremada, evaporada y en polvo. Se utilizaron, además
836040 huevos y 68855 litros de leche pasteurizada y
homogeneizada.
178 179
El Club Internacional, inaugurado el 15 de septiembre
de 1968, presentó 24 funciones de¡ Festival Mundial de¡
Folklore; 25 veladas ofrecidas por la Asociación Nacional
de Actores y 9 representaciones organizadas por la
Dirección de Acción Social de¡ Departamento de¡ Distrito
Federal.
Para las competencias de vela escenificadas en el puerto
de Acapulco, la Villa Olímpica se localizó en el Hotel
Caleta. En ella se alojaron 503 atletas, entrenadores,
capitanes de equipo y jefes de delegación de 43 países que
contaron además con servicios médicos. El subcentro de
prensa funcionó en el Hotel Club de Pesca, en donde se
proporcionó alojamiento y alimentación a los reporteros.
Para las pruebas ecuestres, llevadas a efecto en Avándaro,
Valle de Bravo, el Motel Avándaro constituyó la Villa
Olímpica para los 139 miembros de las 13 delegaciones
inscritas. Contaba con Casa Club, en donde se instalaron
las oficinas administrativas, locales comerciales, baños,
vestidores, bar cubierto, terrazas, sala-comedor e
instalaciones de cocina; el edificio “Aquarine”, fue adaptado
como Subcentro de Prensa. Estuvieron a disposición de
los huéspedes canchas de tenis, alberca, chapoteadero,
así como “greens” de golf. Los reporteros fueron alojados
en el Motel Refugio del Salto, próximo al escenario de
competencias.
Las ciudades de Puebla, león y Guadalajara, contaron
con servicios similares a los descritos. Los precios de
alojamiento, en todos los casos, fueron igualados con los
de las Villas de la Ciudad de México.
La Villa Olímpica fue proyectada como un complejo
autosuficiente capaz de proveer a todas las necesidades
de los participantes. En la capilla (derecha) se celebraban
los ritos de las principales religiones. Los locales
concesionados, S, sujetos a un severo control de precios,
vendían diversos artículos, mientras que el servicio de
información dispuso una mesa para cada deporte.
Las excavaciones hechas en la Villa Olímpica descubrieron
una parte del centro ceremonial de Cuicuilco, cubierto
por la lava del Xitle desde el primer milenio A.C. Una
de las pirámides, restauradas bajo la dirección de los
arqueólogos, preside los entrenamientos de los atletas.
(Estos campos de entrenamientos estaban equipados
exactamente igual que los de competencias).
Los pintorescos conjuntos folklóricos se reunían en Villa
Coapa antes y después de las numerosas funciones que
daban en la ciudad. Aparecen en esta página (arriba, izqui-
erda) un grupo de huicholes del norte de México; otro de
peruanos (izquierda, centro), de la República Dominicana
(izquierda abajo), cantantes de Nigeria (arriba) y una baila-
rina del Ballet de Guinea (enfrente).
Entre los entrenamientos y competencias, los atletas
jugueteaban y se divertían dentro y alrededor de la alberca
de agua tibia del Club Internacional. Las instalaciones de
este popular club, en constante uso durante los juegos,
patrocinaron la amistad entre los participantes de tan
diversos países.
Si las salas de juego del Club Internacional fueron escenario
de competencias extra-olímpicas, el clima de alegría de
los salones dio pie a encuentros más significativos. Tenía
también este Club, una cafetería, dos auditorios, o incluso,
un pequeño museo con las piezas rescatadas en las
excavaciones de Cuicuilco.
Los residentes de Villa Coapa se reúnen en la explanada
central en la que se colocó una plataforma para los
espectáculos culturales. Los edificios que rodean la plaza
alojaron 3474 habitaciones disponibles para el periodo de
los
Juegos. En un salón de ensayos (arriba) las bailarinas del
Ballet de Dinamarca hacen los ejercicios de barra previos
al ensayo.
27
INVESTIGACIÓN
“Las Villas Olímpicas. Capítulo 7” en Comité
Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada,
México 68 (1969), México.
28
	 El Comité Olímpico Mexicano seleccionó la zona sur-
poniente de la ciudad como la más adecuada, ya que la
sede para la inauguración y clausura sería el Estadio de
Ciudad Universitaria, al cual denominaron como Estadio
Olímpico México 68. La celebración de los juegos impul-
só la construcción de obras de arquitectura, principalmente
las deportivas, como el Palacio de los Deportes de Félix
Candela, Enrique Castañeda y Antonio Peyrí; la Alberca y el
Gimnasio Olímpico por Manuel Rosen, Edmundo Gutiérrez
Bringas, Antonio Recamier y Javier Valverde; el Velódromo
y la Ciudad de los Deportes en la Magdalena Mixhuca; el
Canal de Cuemanco y las adaptaciones al Estadio Olímpico
de la Ciudad Universitaria de la UNAM, obra de Augusto
Pérez Palacios, con murales de Diego Rivera.
	 Para atender el alojamiento de los deportistas invitados
y representantes de la prensa se solicitó el apoyo del Banco
Nacional de Obras y Servicios, Sociedad Nacional de Cré-
dito (Banobras), organismo gubernamental encargado de la
construcción de vivienda de interés social, el cual tenía pre-
supuesto para construir conjuntos habitacionales, de los
cuales se acordó construir dos: la Unidad Habitacional Villa
Olímpica Libertador Miguel Hidalgo y la Unidad Habitacio-
nal Villa Olímpica Narciso Mendoza.
	 La primera villa fue el primer conjunto habitacional
cerrado en la Ciudad de México. Su diseño (urbanización
de calles, plazas, agua drenaje, alumbrado; 29 torres de 10
niveles y 904 departamentos; administración, oficinas del
comité, escuela pre-primaria, primaria, edificio de control
y registro, oficina administrativa y villa olímpica deporti-
va] rompió con los antiguos modelos de las colonias y los
grandes multifamiliares que se habían construido —régi-
men de propiedad en condominio— y fungió como uno de
los detonadores de la expansión del surponiente de la Ciu-
dad de México sobre las tierras de delegaciones más dis-
tantes. Fue proyectada por los arquitectos Agustín Hernán-
dez, Manuel González Rul, Ramón Torres, Carlos Ortega y
Héctor Velázquez como un espacio funcional, con un len-
guaje arquitectónico propio y con un espacio urbano de alta
calidad donde se gestaron nuevas formas de vivir y pensar
la ciudad.
	 El segundo conjunto habitacional se denominaría Con-
junto Habitacional Narciso Mendoza, que se caracterizaría
por tener la oferta más grande de tipos diferentes de vivien-
da en México. Está compuesto por siete supermanzanas, y
en tres de ellas se localizaron las primeras viviendas termi-
nadas que fueron entregadas a sus propietarios en el ter-
cer trimestre de 1968. Durante las olimpiadas se destinaron
2 mil 828 viviendas al alojamiento de los cronistas de pren-
sa, jueces, árbitros, artistas y personal administrativo que
participó en los juegos. Inicialmente, su diseño fue conside-
rado para alojar a una población total de 53 mil 500 habi-
tantes en 9 mil 244 viviendas. En cada supermanzana se
consideraron áreas destinadas a servicios comerciales, edu-
cativos y recreativos. La superficie libre que incluye a las
vialidades y a las áreas verdes, representa casi las dos ter-
ceras partes del total del terreno (62.8 por ciento), mientras
que la superficie ocupada por los edificios es la restante
(37.18 por ciento). El área destinada a los servicios educa-
tivos corresponde a 4.36 por ciento y a la de los servicios
complementarios representa 3.71 por ciento.
	 En ambos casos no cabe duda que el compromiso de las
autoridades mexicanas para realizar los XIX Juegos Olím-
picos mostró a un México moderno y capaz de generar mo-
delos para otros países, al planificar y realizar obras que
tuvieron plena justificación por la utilidad social en la vida
y desarrollo normal del país.
* Publicado originalmente en AYALA, Enrique, VARGAS, J. Concepción
y ÁLVAREZ, Gerardo (2017), La construcción de la Ciudad de México si-
glos XIX y XX. Barrios colonias y fraccionamientos, “Unidad habitacional
Villa Olímpica Libertador Miguel Hidalgo. Historia, estructura y arqui-
tectura”, México, UAM, pp. 237–257; y AYALA, Enrique, VARGAS y ÁLVA-
REZ, Gerardo (2013) El espacio habitacional en la arquitectura moder-
na. Colonias, fraccionamientos, unidades habitacionales, equipamiento
urbano y protagonistas, “Conjunto Habitacional Narciso Mendoza Villa
Coapa, México, UAM, pp. 219–233.
Villa Olímpica Libertador Miguel Hidalgo
Acervo Histórico Fundación ICA, 1969–1970
29
INVESTIGACIÓN
LA CIUDAD
EN LA CIUDAD
Juan José Kochen
31
INVESTIGACIÓN
Unidad Habitacional El Rosario | J. Paul Getty Trust,
Julius Shulman Photography Archive, Research Library,
Getty Research Institute
32
33
INVESTIGACIÓN
El Infonavit construyó ciudades. Su historia fundacional
sería producto y consecuencia de movimientos sociales,
modelos de unidades habitacionales y necesidad de vi-
vienda plural. En 1961, la revista francesa L’Architecture
d’Aujourd’hui publicó un número sobre el “hábitat” en el que
promovía el debate sobre las nuevas formas de habitabi-
lidad y distribución espacial. El tema no sólo formó parte
de la agenda política para resolver espacios habitables.
Dos años después, en 1963, la Comisión de Urbanismo del
Distrito Federal rindió un informe presentado en las Jor-
nadas Internacionales de Arquitectura, en el que hizo un
recuento de las colonias y los conjuntos habitacionales
construidos desde finales de los cuarenta hasta ese año
como parte de incipiente programa de “remodelación urba-
na”. El objetivo era mejorar las condiciones de habitabilidad
de las ciudades hacia una dinámica de regeneración que
permitiese que las familias que habitaban zonas de “tugu-
rios” pudieran integrarse a regiones “urbanísticamente ade-
cuadas”, haciendo desaparecer las primeras.
	 Entre 1963 y 1964 se realizaron grandes proyectos de
infraestructura que fueron trascendentales para la Ciudad
de México. Mientras se inauguraba el Conjunto Urbano
Nonoalco-Tlatelolco, también se abrían las puertas del Con-
junto Habitacional San Juan de Aragón, la Unidad Habi-
tacional Adolfo López Mateos, la creciente e informal Ciu-
dad Nezahualcóyotl, y en otro frente, el Instituto Politécnico
Nacional de Zacatenco, el Museo de Antropología, el Mu-
seo de Arte Moderno, el Museo de Historia Natural y el
Museo de la Ciudad de México, entre otros referentes urba-
nos que cerraban el sexenio de López Mateos. Nonoalco-
Tlatelolco —que en 1968 sería asociado con el siguiente
mandatario, Gustavo Díaz Ordaz— como macro-conjunto
habitacional es lo más cercano a una realización cabal de
cuanto fuera propuesto por el movimiento moderno. Con mil
habitantes por hectárea, 75 por ciento de área verde y to-
dos los servicios integrados en los edificios, se planeó para
15 mil viviendas distribuidas en edificios multifamiliares de
distintas alturas; alta densidad conformada por bloques
de vivienda monolítica.
	 En cambio, San Juan de Aragón surgió como respuesta
a la voluntad por mejorar las condiciones de grupos de po-
blación de bajos ingresos reubicando a 120 mil colonos, de
los cuales 70 mil pertenecían al Cerro del Tepeyac y 50 mil
más a otras áreas periféricas. En mil hectáreas se desarro-
lló todo el conjunto de 18 mil viviendas unifamiliares alre-
dedor de un gran parque con espacios verdes incluyendo
zona habitacional, centro vecinal, centro de barrio, centro
comercial y campos deportivos. Se consideró a la vivien-
da como un generador de patrimonio familiar; un cambio de
rumbo con relación a lo que se había hecho en años ante-
riores. La estructura general consistió en un grupo de uni-
dades vecinales y supermanzanas, cada una de ellas con
servicios establecidos alrededor de un gran centro comercial
y cultural.
	 En “Razones de nuestro desarrollo formal urbano” (re-
vista Calli 9, 1963) Domingo García Ramos destacaría la
serialización de este conjunto teniendo en cuenta las expe-
riencias de la vivienda obrera que concentraba los servicios
y las instalaciones fomentando un cambio en el curso de la
brújula al destinar vivienda a una clase social de menores
recursos, a diferencia de los multifamiliares y unidades ve-
cinales construidos en años anteriores para la clase media
o “burocrática”. García Ramos pondría sobre la mesa que la
modificación al parámetro de la densidad tiene sus límites
dadas ciertas circunstancias culturales que no se habían
sopesado del todo y consideraba que la conviven-
cia unifamiliar sería el límite ideal para ciertos estratos de
la población mexicana.
	 Como respuesta a las experiencias acumuladas de
vivienda, y un híbrido entre la ciudad dentro y fuera de la
ciudad, este modelo sería el inicio de muchos otros cons-
truidos en los años sesenta con diversidad habitacional
y alturas medias como la Unidad Habitacional John F.
Kennedy, la Villa Olímpica Libertador Miguel Hidalgo, la
Villa Olímpica Narciso Mendoza, la Unidad Cuitláhuac,
Lomas de Sotelo, Lindavista-Vallejo, La Patera, El Altillo,
la Unidad Habitacional Plateros, Torres de Mixcoac y la Uni-
dad Habitacional Morelos, entre otras, hasta las primeras
unidades habitacionales construidas en los setenta por el
Infonavit. ¿Qué cambió para entonces?
	 En el tercer cuarto del siglo XX, los cimientos de la mo-
dernidad mexicana mutarían su forma de coerción. Si bien
cuatro organismos fungieron como la base con la cual el
Estado intervino en la “solución” del problema de la vivien-
da en nuestro país —la Dirección de Pensiones Civiles, el
Banco Nacional Hipotecario y de Obras Públicas, el Insti-
tuto Mexicano del Seguro Social y el Instituto Nacional de
la Vivienda—, un nuevo actor replanteó las reglas del juego.
	 El tablero mostraba multifamiliares, unidades vecinales,
conjuntos habitacionales, conjuntos urbanos y ciudades
satélite. En tanto, la nueva partida estaría supeditada por el
movimiento obrero que levantaría las banderas para exigir
el cumplimiento del artículo constitucional 123, que señala
la obligación de los patrones de proporcionar viviendas en
renta a sus trabajadores, así como la obligación de dotarlos
de escuelas, servicios médicos y un conjunto de satisfac-
tores colectivos. Durante 53 años se habían evitado los pro-
cedimientos con los cuales hubiera sido posible materiali-
zar este objetivo, por lo que se presentó una propuesta de
modificación constitucional.
34
35
INVESTIGACIÓN
36
	 Tres eran los impedimentos para aplicar la ley: dificulta-
des en las empresas para asumir la carga económica, dife-
rencias entre las empresas que obstaculizaban la existencia
de una ley que contemplara a todas, y contrastes salariales
entre regiones.
	 Las propuestas de solución promovieron una incipiente
asociación público-privada en la cual las empresas afronta-
ran su responsabilidad de forma mancomunada y no inde-
pendientemente, haciendo extensiva la obligación a todos
los patrones, de tal manera que no hubiera excepción a la
regla evitando la relación personal de cada patrón con el
trabajador. A su vez, se priorizó la adquisición de vivienda
por encima del alquiler y el texto constitucional modificado
estableció mecanismos para utilizar recursos financieros y
crediticios al crear un fondo nacional de vivienda que cons-
tituyera depósitos en favor de los trabajadores para estable-
cer un sistema de financiamiento que permitiera obtener
crédito accesible y suficiente para adquirir la propiedad.
	 Así, en abril de 1972, se creó el Infonavit para la coordi-
nación y realización de estos objetivos. Se establecieron
cuatro líneas de crédito que subsistieron hasta 1992: adqui-
sición de vivienda financiada por el instituto, adquisición de
vivienda financiada por terceros, construcción de vivien-
da en terreno propio, y crédito para pago de pasivos ad-
quiridos por cualquiera de los conceptos anteriores. De tal
manera, la política nacional de vivienda se instrumentó me-
diante un esquema que construiría y adjudicaría vivienda
por vía de los sectores laborales. No sólo cambiaría la es-
tructura del Estado benefactor paternalista sino el futuro
de la habitación.
	 El crecimiento poblacional y los movimientos migratorios
trajeron como consecuencia un fuerte incremento del par-
que habitacional: de 8.2 millones de viviendas registradas
en el censo de 1970 se pasó a 16.2 millones registradas en
1990. El incremento demográfico fue puntal para la metás-
tasis urbana. El país dejó de ser mayoritariamente rural;
57.4 por ciento de la población residía en áreas urbanas,
lo cual generó una expansión del territorio urbano y, ante la
demanda de vivienda, se dio un crecimiento informal por
dos razones: en primera, la producción de vivienda ocupó
individual o colectivamente terrenos sin urbanizar, por lo
general en la periferia de las ciudades y al margen de los
reglamentos de construcción, sin asesoría técnica, legal
o administrativa; y en segunda, por el surgimiento de la fi-
gura del constructor social organizado que solía tener ase-
soría de organizaciones no gubernamentales.
	 En este contexto, el Infonavit mostró su músculo como
constructor. La Unidad Habitacional El Rosario fue uno de
sus primeros desarrollos urbanos de gran escala. Para en-
tonces el Instituto había construido las unidades de Izta-
calco, Vicente Guerrero, La Esmeralda y las primeras sec-
ciones de Culhuacán y Cuautitlán Izcalli. La construcción
de El Rosario duró nueve años, de 1974 a 1983, y se diseñó
a partir de bloques de vivienda unifamiliar y dúplex, así
como edificios multifamiliares, espacios comunales y diver-
sos equipamientos, entre ellos, dos grandes lagos. La dife-
rencia sustancial radicó en el número de viviendas. Se pasó
de proyectos para 20 y 30 mil personas a un conjunto pen-
sado para 100 mil habitantes, de 5 mil a 16 mil viviendas.
	 El plan maestro de 200 hectáreas, posiblemente el único
proyecto colectivo de tal magnitud posterior a Ciudad Uni-
versitaria, estuvo a cargo de Ricardo Legorreta, con edificios
de Pedro Ramírez Vázquez, Juan Sordo Madaleno, Augusto
H. Álvarez, Enrique Carral, Vladimir Kaspé y equipamien-
to urbano-paisajístico de Luis Sánchez Renero, Pedro Span
y Mario Schjetnan. Sus premisas de diseño: repetición de
unidades; industrialización de elementos y componentes;
tipos de vivienda según costo; análisis de vivienda existen-
te; flexibilidad de la vivienda; integración de locales comer-
ciales; procesos constructivos e instalaciones. Al norte del
Valle de México, entre Azcapotzalco y el Estado de México,
El Rosario se convirtió en una zona comercial y habitacional.
	 Pensado como una gran ciudad con escuelas, jardines
de niños y comercios medianos en las intersecciones de
andadores que comunican diversos barrios, con paradas
de transportes urbanos y circulaciones perimetrales, el con-
junto incluyó “plazas de barrio”, valles y áreas verdes.
	 En un documento titulado La ciudad en la ciudad, publi-
cado por el Patronato Cultural del Infonavit con motivo de
la inauguración del conjunto en 1974, se describía el ideal
urbano de la unidad con metáforas, recursos literarios y
extractos de poemas que en su momento mostraron los
fundamentos de la ciudad del mañana. El texto de la pu-
blicación haría referencia a una ciudad con distintas ciu-
dades que mostraba una alternativa ante el caos urbano, las
descomunales horas de traslado y la saturación de las peri-
ferias. Se presumía un “proyecto urbanístico poco común,
una ciudad dentro de la ciudad… una ciudad requiere un
tiempo… requiere de varios tiempos… un tiempo para cons-
truirla, otro para habitarla y otro más para adaptarse a
ella y para moldearla con el carácter propio de sus habitan-
tes… Nos propusimos construir una ciudad. Supimos que
la casa es adentro y es afuera. Es el techo, el lugar cubierto,
los lugares de estar, de descansar; también las plazas, los
jardines, los pasos a desnivel, los sitios para jugar y para
aprender; los servicios municipales”.
	 El modelo de ciudad pregonado sería más que una unidad
habitacional. Se priorizaría a la calle con función informa-
tiva, simbólica y de esparcimiento, la circulación peatonal y
los lugares de encuentro para manifestarse en ella. De igual
37
INVESTIGACIÓN
forma, en “El Rosario. Dónde vives y cómo vives”, se vin-
culaba al habitante con las reglas de civismo y armonía
en la unidad:
	 “Te encuentras vivienda en la Unidad Habitacional El
Rosario. Eso ya lo sabías desde que aquí llegaste. Pero qui-
zás viniste de un punto lejano o de un ambiente muy dis-
tinto y tu costumbre apenas está naciendo. Si miras a tu
alrededor encontrarás espacio y más espacio construido o
en construcción. Edificios de viviendas, centros de activida-
des diversas, para los servicios que requieres, plazas, calles,
lagos, todo en un ámbito que define tu estancia y tu paso, y
el de tus familiares. Vives en un edificio determinado, en un
departamento o en una casa. Es lo tuyo. Pero también vi-
ves en todo este espacio, con tantos edificios y puntos de
encuentro y de cruce, con los vecinos. Con ellos convives.
Por eso has de considerar tuyo no sólo tu sala y tus habita-
ciones, tu cocina y tus ventanas, sino cuanto lo rodea, que
viene a ser como la sala grande de tu casa. Lo que usas para
llegar a tu casa, cuanto desde ella ves en los límites de esta
unidad habitaciones, que es, más grande que un pueblo,
como una ciudad en aledaños de la gran ciudad rebosante
de gentes. Es tuyo como parte también tú de ello, porque
pertenece a todos, a los 110 o 120 mil personas que vivirán,
conviviendo, contigo en El Rosario. Aunque claro, tu casa,
tu departamento, es solo tuya, de los tuyos”.
	 El conjunto ha evolucionado y envejecido con infinitos
cambios en más de cuatro décadas fomentando estrategias
de apropiación, aunque no siempre óptimas. Con 16 mil vi-
viendas, el paradigma de la densidad se modificó y adaptó
a la realidad social, dando pauta a una ciudad intraurba-
na de escala metropolitana. La regulación de propiedades,
mantenimiento y conservación de espacios públicos así
como la gestión vecinal, la llegada del Metro en los ochenta,
la inseguridad y el crecimiento poblacional han sido pro-
blemas recurrentes. A pesar de esto, El Rosario y los prime-
ros conjuntos del Infonavit marcarían su fundación como
constructor de ciudades hasta los años noventa. En sus
primeras dos décadas el Instituto construyó 228 mil 806
viviendas en 256 conjuntos habitacionales. Se decía que
“el Infonavit seguirá siendo una actitud de cambio mental
en favor de la clase trabajadora por ser un instrumento de
justicia social y vigilante permanente de la marcha de un
organismo revolucionario” (Informavit no. 5, novena época,
México, Infonavit, 1987).
	 En el pensamiento antiguo griego, el fundador de la
ciudad, llamado equista, recibía la inspiración divina sobre
cuándo, dónde y cómo sería la ciudad creada. De tal for-
ma, el rito fundacional se iniciaría con un plano trazado so-
bre un solar que a su vez reflejaba la estructura del mundo,
comprendida entre el movimiento de las esferas celestes
y su proyección en la Tierra. “La ciudad en su historia es el
experimento perenne para dar forma a la contradicción, al
conflicto”, escribe Massimo Cacciari en La ciudad. La revo-
lución de la vivienda debiese ser cuestión de tres. La res-
ponsabilidad es compartida pues mientras uno financie,
otro construya y venda, y otro adquiera y habite, la vivienda
seguirá siendo un problema de cuatro muros, a diferencia
de la vivienda colectiva de la modernidad pensada y proyec-
tada extramuros. El equista no debe ser un inmobiliario en
solitario. A pesar de los contornos y la suma de buenas in-
tenciones, la nueva política de vivienda necesita menos
metros cuadrados y más espacio común. El porvenir de las
ciudades exige otro tipo de ecuación.
Referencias
Cacciari, Massimo (2010), La ciudad, Barcelona, Gustavo
Gili.
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el olvido”, en González Gortázar, Fernando (1996), La ar-
quitectura mexicana del siglo xx, México, Conaculta,
p. 308
Gómez Mayorga, Mauricio (1949) “El problema de la ha-
bitación en México: realidad de su solución”, en revista
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Infonavit (1993) “Avance del tren de vivienda de 1973 al
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xico”, Sistema Integral de Información, México.
Infonavit (1974) La ciudad en la ciudad. Unidad Habitacio-
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rio” en Ayala, Enrique; Vargas Concepción J. y Álvarez
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siglos XIX y XX. Barrios colonias y fraccionamientos, Mé-
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Schteingart, Martha y Graizbord, Boris (coord.) (1998)
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Schteingart, Martha (2001) Los productores del espacio
habitable. Estado, empresa y sociedad en la Ciudad de
México, México, El Colegio de México.
Valenzuela, Alfonso (2014) Urbanistas y visionarios. La
planeación de la ciudad de México en la primera mitad del
siglo xx, México, Porrúa.
38
38
VIVIENDA Y
ESPACIO PÚBLICO
Ernesto Alva + Cecilia Solís
39
INVESTIGACIÓN
El problema de la densidad habitacional en la zona intraurbana de
la Ciudad de México desde el espacio público debiese significar
una relación intrínseca y simbiótica con la misma vivienda. Si se les
atiende juntos, es un beneficio mutuo para la ciudad y el habitante.
La vivienda está conformada por más que cuatro paredes y un
techo; su ámbito de conceptualización comprende que el espacio
interior tiene una relación con el exterior inmediato hacia donde
se extiende / expande, se relaciona / integra y se complementa / adi-
ciona. En la relación entre vivienda y espacio público urbano existe
el potencial desarrollado entre ambos: un elemento de transición
y un espacio público intermedio concebido como común y colectivo
a nivel de barrio. Esta cualidad permite extender actividades diarias
domésticas en las que el usuario-habitante acaba de satisfacer
las necesidades que empiezan adentro, desde la privacidad de su
vivienda y posible extensión a través de recorridos que tienen como
meta destinos y servicios en los que se llevan a cabo ciertas activi-
dades o encuentros sociales.
	 El espacio público visto como un elemento que integra y articula
a la vivienda, y otros usos de suelo, aporta un potencial de habita-
bilidad y la posibilidad de una ciudad de alta densidad intraurbana.
¿Por qué es importante el espacio público para la vivienda? El espa-
cio público es prioridad para la estrecha necesidad que tiene la
vivienda como producto de calidad; en tanto mejor atienda las nece-
sidades de la población con la que está estrechamente vinculada,
la vivienda se enriquece de ello y permite a su vez que se apliquen
conceptos de “ciudad compacta” y “redensificación de la ciudad
central” a través de vivienda intraurbana. Es el espacio público, en
sus niveles urbano e inmediato o colectivo, el elemento clave
que podría permitir que esto suceda al ser el que contiene en su ha-
ber una de las características indispensables para su relación con
otros usos de suelo.
40
40
	 Para entender como elemento clave la relación entre el espa-
cio público y la vivienda, es necesario analizar el vínculo que existe
entre la ciudad y la vivienda, entendiendo que, siguiendo a Aldo
Rossi en La arquitectura de la ciudad, “la ciudad está conformada
por partes, por formas y por características; estas características
son la síntesis de funciones y de valores. […] Entonces, la ciudad
está distinguida en partes diversas y, desde el punto de vista formal
e histórico, constituyendo hechos urbanos complejos”. Si bajamos
la escala de análisis hacia las partes de la ciudad, las cuales se dife-
rencian unas de otras, y lo aplicamos a la Ciudad de México, con-
cebida como una “ciudad de ciudades”, la complejidad aumenta y se
enriquece, siendo que cada una de éstas está constituida a la vez
por una diversidad de áreas caracterizadas como “barrios”.
	 Si las viviendas se reducen en dimensiones, se requieren mejores
elementos que respondan a un “diagnóstico de barrio”, como lo ase-
guraba José María Gutiérrez en su metodología habitacional. Esto
permite atender los elementos clave que necesitan ser considerados
para así aumentar la densidad intraurbana e incluso permitir cierta
reducción en la dimensión de sus espacios interiores siempre y cuan-
do se compense con la existencia de un espacio público comunal de
calidad que ofrezca y conecte cómodamente con lo que no se tiene
en la vivienda. Si no hay espacio suficiente para estudiar se requiere
de una biblioteca cercana; si no se cuenta con un área de lavado
y planchado, se requiere de una lavandería o tintorería; si no se tiene
tiempo y espacio para comer, se requieren restaurantes diversos
y accesibles; si no se tiene donde jugar se necesita un parque, y así
sucesivamente, completando lo que por sus reducidas dimensiones
no se puede ofrecer en un departamento.
	 Es importante que existan elementos que refuercen la privaci-
dad de las viviendas para que sea muy fácil identificar lo que es
privado y lo que es público. Esto ayuda a que exista un espacio de
41
INVESTIGACIÓN
transición entre ambos, ya sea un espacio común, cualidad muy
rescatable y de la que gozan las unidades habitacionales, conjuntos
de vivienda, vecindades, fraccionamientos o privadas. “Reforzar
la privacidad” es mejorar las condiciones de habitabilidad, y si esta
necesidad de “privacidad” se satisface, se puede disfrutar mejor el
afuera y lo público aportando el espacio necesario para conciliar
el “sentido de comunidad” que promueve el civismo y la convivencia
con un potencial de armonía entre sus usuarios-habitantes, per-
mitiéndoles una mejor apropiación del espacio que resulte en una
identificación positiva.
	 Entonces, ¿qué papel juega el espacio público con relación a la
vivienda? Las dinámicas urbanas en la Ciudad de México han
cambiado y cuentan con una gran influencia en las dinámicas glo-
bales. Siendo estos cambios más rápidos de lo que puede cam-
biar para adaptarse y acogerlos en la ciudad construida, la inercia
de operatividad, la concepción de sus proyectos, así como de la
materialización de éstos a través del desarrollo de su construcción,
son algunos ejemplos de lo que no logra cambiar a la par de las
nuevas dinámicas urbanas. Por otro lado, el cambio de lo urbano
radica en una población que sigue creciendo pero, sobre todo, en la
demanda de hogares unipersonales. A esto habrá que sumar el
rezago habitacional existente que aumenta el número necesario de
unidades de vivienda, a la vez que cambia la dinámica en la que
se han concebido las viviendas.
	 El tiempo que pasamos dentro de la vivienda también se reduce
simplemente por el hecho de que el habitarla no permite realizar y
satisfacer todas las actividades por sí mismo sino que requiere diná-
micas fuera de ella. Todos estos cambios en el modus viviendi se
reflejan en el tipo de viviendas que se demandan y afectan la forma
en la que concebimos a la ciudad como tal. De tal forma, la vivienda
no requiere grandes dimensiones si cumple con una condicionante
42
42
importante: que la persona que habita una compacta unidad de
vivienda pueda establecer vínculos y actividades fuera de su vivien-
da casa; de manera sencilla, cómoda y práctica. La calidad de la
vivienda es prioritaria al salir de la vivienda, al cruzar la puerta en
umbrales de espacio público hacia la ciudad.
	El modus vivendi contemporáneo de “ciudad informacional”,
como una revolución tecnológica de proporciones históricas, está
transformando las dimensiones fundamentales de la vida humana:
el tiempo y el espacio. Los nuevos descubrimientos científicos
y las innovaciones industriales están ampliando la capacidad pro-
ductiva de las horas de trabajo, a la vez que suplantan la distancia
espacial en todos los ámbitos de la actividad social. Fenómeno
que demanda una estrecha relación con una “ciudad vital”, las cuales
para existir necesitan estructuras urbanas compactas, una densi-
dad razonable de población, distancias óptimas para ser recorribles
a pie o en bicicleta y una buena cualidad espacial urbana. Como
lo refiere Gutiérrez en el “diagnóstico de barrio” antes mencionado,
al existir cambios en la distancia espacial de las actividades de
los ciudadanos se demanda vitalidad en las ciudades para mantener
la calidad de vida. Para lograr esto se debe contrarrestar el tiempo
que se pasa inmerso en el trabajo y/o en casa, a veces sin la necesi-
dad de relacionarse físicamente e incluso sin la necesidad de mo-
verse de la computadora o el celular.
	 El hecho de que una persona pueda pasar gran parte del día en
un mismo espacio desarrollando todas sus actividades para satisfa-
cer sus necesidades básicas permite pensar en lo compacto e
indica que se debe atender con mucha más atención el espacio
público que conecta estos núcleos celulares del habitar. La carencia
de lo público se debe apuntalar como potencial oportunidad
con nuevas estrategias para la ciudad, no sólo de mejoramiento de
lo existente sino de diseño y planeación de origen.
43
INVESTIGACIÓN
	 Es abrazar una nueva forma de hacer vivienda, analizarla,
entenderla y atenderla. El espacio público se vuelve clave en la aso-
ciación de la vivienda con la ciudad, en su relación con el espacio
privado (hogar o de trabajo) y el encuentro con satisfactores a sus
necesidades básicas y de esparcimiento que ayuden y fortalezcan a
la vivienda como un recinto habitable, y sólo entonces, con carac-
terísticas de compactación y alta densidad.
Unidad Infonavit Iztacalco, 1973
Centro de Información Documental
Biblioteca Infonavit
PAISAJE NATURAL 
PAISAJE URBANO
Jesica Amescua
45
INVESTIGACIÓN
En los últimos cincuenta años, el área metropolitana de la Ciudad
de México se ha triplicado y alrededor del 60 por ciento de su
territorio (Connolly 2005) se ha conformado mediante procesos de
urbanización popular que, hoy en día, muestran una diversidad
de paisajes urbanos en la ciudad. Sin embargo, desde 1980 el creci-
miento demográfico de su área metropolitana ha estado muy por
debajo del crecimiento de la superficie urbanizada, lo cual se ha de-
bido al empobrecimiento continuo de los trabajadores desde la cri-
sis de 1982, causando movimientos de relocalización de los sectores
populares —en busca de mejores oportunidades— hacia las perife-
rias de la ciudad, principalmente al norte y oriente de la Ciudad
de México (Hiernaux & Lindón 2000).
	 La urbanización popular, aquella que hoy en día domina la super-
ficie construida de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México,
más que ser un crecimiento urbano espontáneo e improvisado, es
un crecimiento urbano evolutivo que presenta múltiples variaciones
en sus procesos de consolidación. Estos son determinados por la
interrelación histórica de las condiciones económicas, políticas, geo-
gráficas, ambientales, espaciales y socioculturales específicas de
cada lugar, lo cual se refleja en el carácter provisional o definitivo
de sus construcciones y su entorno. Asimismo, los asentamientos
populares del área metropolitana presentan distintas formas de
ocupación del espacio y grados de densidad de acuerdo con las
características de su contexto físico, la economía de sus habitantes,
la relación de su territorio con la ciudad central y los procesos
sociopolíticos detrás de la regularización de la tierra. Tal es el caso
de la conformación y expansión urbana del asentamiento popu-
lar del municipio Valle de Chalco Solidaridad,1 el cual se ubica al
suroriente de la Ciudad de México y ha sido resultado de un
conjunto de procesos interdefinibles que, con el paso de los años,
han dictado sobre la transformación sociohistórica y espacial
de su territorio pasando de un paisaje natural a un paisaje urbano.
	
1	 El municipio de Valle de Chalco Solidaridad forma parte de la re-
gión del valle de Chalco, delimitada principalmente por el área del
fondo plano del Lago de Chalco y que se configuró hasta 1994 por
cinco municipios: Chalco, Chicoloapan, Chimalhuacán, Ixtapaluca
y La Paz. En este año el municipio de Chalco se dividió para crear el
sexto municipio de la región: Valle de Chalco Solidaridad. Actual-
mente, consta de una zona urbana que ocupa el 59 por ciento de su
superficie, mientras el resto del territorio corresponde a uso agríco-
la y pecuario, distribuido en grandes extensiones de lagunas y áreas
susceptibles a inundaciones.
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  • 3. El trazo y el calco Juan Pablo Montes Reflexiones sobre el método y modelo de producción de vivienda. Mi casa, mi negocio Leticia Peña Tipologías híbridas y propuesta de casa-negocio para el futuro habitacional. Ciudad vacía Eduardo Zaragoza Territorialización y redensificación para el análisis de la vivienda urbana. VINCULACIÓN Elasticidad e informalidad Armando Hashimoto ¿La ciudad informal es consecuencia de la densidad? Vivienda al centro Pablo Vaggione Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y vivienda en México. Foro Urbano Mundial Luis Jeremías Diez-Canedo La participación de Infonavit en el Foro Urbano Mundial convocado por ONU-Hábitat. La casa entre la historia Juan Fronjosá + Camilo Restrepo + AGENdA Memoria colectiva, centros históricos y vivienda intraurbana. Pabellón comunitario Al Borde + Taller General Reutilización del Pabellón Infonavit en Hábitat III. Plan Jojutla Jesús Aguirre Proyectos de reconstrucción en Morelos tras el sismo del 19 de septiembre de 2017. Riesgo sísmico y precios de la vivienda Emilio Gutiérrez + María E. Rodríguez + Kensuke Teshima Sobre los créditos hipotecarios, zonas sísmicas y ubicación de las viviendas financiadas por Infonavit. Del territorio al habitante José de Villar Proyecto de investigación, publicación y exposición sobre la vivienda rural. Laboratorio de Investigación y Experimentación Práctica de Vivienda Infonavit Carlos Zedillo Desarrollo experimental para la producción de vivienda social. Taller de Vivienda Social Sostenible Karla Aguilar Enseñanza y formación académica a través de ejercicios de habitabilidad y sostenibilidad. Redensificación urbana Julia Gómez Proyecto de resistencia, transformación urbana y vivienda asequible. Territorio de gigantes Dellekamp Arquitectos, Dogma, HHF Architekten, MAIO Architects, MOS Architects y Tatiana Bilbao Estudio Plan maestro de vivienda de colaboración multidisciplinar y desarrollo urbano en Aguascalientes. Habitar el territorio. Resiliencia y autoproducción Sexto Concurso de estudiantes. Habitar el territorio. Resiliencia y autoproducción. RADIOGRAFÍA Métrica y rectificación Diego Rabasa ¿Qué entendemos por densidad? El sueño de la densidad Rodrigo Díaz Sobre la traza urbana, la densificación y la movilidad en las ciudades. Habitabilidad José María Gutiérrez Trujillo (1924–2018) Sumar viviendo. MEMORIA VIVIENDA Artículos históricos sobre la revista Vivienda, primera y segunda época. Saturación de lotes urbanos baldíos Mario Schjetnan Los centros experimentales de vivienda Enrique Linares + Enrique Ortiz + Fermín Estrella COLABORADORES 142 145 148 152 154 156 158 162 164 172 176 178 180 184 190 194 204 207 210 212 222 233
  • 4.
  • 5. 5 De 2013 a lo que va de este año, el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) ha entregado 3.1 millones de créditos. Al concluir 2018 se pre- vé que sean alrededor de 3.5 millones, por lo que se trata del sexenio en el que más financiamientos se han entre- gado en los 46 años de historia del Instituto. Tan sólo en 2017 se otorgaron 533 mil 865 créditos, es decir, 68 mil por arriba de la meta anual. Hoy tenemos un Infonavit más fuerte, más útil y más cercano a la gente; un ejemplo de equidad para la vivienda en nuestro país. Y a pesar de este dinamismo, más de 16 millones de derechohabientes aún no han ejercido su dere- cho a un crédito; además, el éxito de la reforma laboral nos indica que la demanda seguirá creciendo. Por ello, este nú- mero de la revista Vivienda Infonavit muestra los desafíos de la densidad, el crecimiento urbano y la movilidad. En Infonavit estamos preparados para este gran reto, pues actualmente se administra más de un billón de pe- sos del ahorro de los trabajadores, lo que es equivalente a una cuarta parte del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR). El Instituto ha pagado un rendimiento a la Subcuenta de Vivienda de más de 317 mil millones de pesos; de hecho, en 2017 se concluyó con el mejor rendimiento nominal de los últimos 13 años, que fue de 8.3 por ciento. La vivienda requiere estrategias de ahorro y rendimiento, así como mecanismos de asociación, vinculación y alianzas estratégicas; es decir, de una lectura más amplia del sector. En más de cuatro décadas, la cantidad de empresas que desarrollan vivienda en el país pasó de aproximadamente 200 a 3 mil. Los tiempos cambian y los actores evolucio- nan. El Infonavit ha fomentado nuevas formas de valor patri- monial compartido. Recientemente lanzamos el programa “Cambiavit”, una alternativa para cambiarse de casa aún sin haber terminado de pagar la hipoteca, y con mejores condiciones de crédito, a fin de que los acreditados puedan acceder a una mejor solución de vivienda. A lo largo de los años, el monto máximo del crédito para financiamiento de vivienda ha crecido en más de 230 por ciento hasta llegar a1.8 millones de pesos.Hemos procurado mecanismos de prosperidad y bienestar, ya que para cons- truir un país mejor se requieren mejores condiciones de em- pleo, estabilidad económica y confianza en las instituciones. En este tercer volumen refrendamos la labor sustantiva del Centro de Investigación para el Desarrollo Sostenible (CIDS) a través de la revista Vivienda Infonavit, que mues- tra los desafíos de la densidad con miras a la implementa- ción de la Agenda 2030: la vivienda en el centro del cumpli- miento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). PRÓLOGO David Penchyna
  • 6. 6
  • 7. 7 PRESENTACIÓN Carlos Zedillo Durante las últimas tres décadas, la expansión territorial en México ha prevalecido sobre el crecimiento demográfico, generando ciuda- des extensas y de baja densidad. Esta gran expansión afecta la in- tegración de servicios públicos, el medio ambiente y la calidad de vida de las personas, además del desarrollo inadecuado de la ciu- dades, causante de problemáticas de movilidad, sostenibilidad y co- hesión social. Algunos de los aspectos que tuvieron mayor influencia en estos procesos fueron la migración masiva del campo a la ciudad durante los años cincuenta y sesenta; y la promoción del otorgamiento ma- sivo de financiamiento y producción de vivienda de baja densidad en las periferias sin tomar en cuenta conceptos como las zonas de riesgo, el uso eficiente de la tierra y el acceso a fuentes de empleo, transporte y servicios, entre otros. La política de vivienda actual se abordó con base en un enfoque integral entre la vivienda y el territorio para controlar la expansión, consolidar las ciudades, reducir el rezago de vivienda, rehabilitar el parque habitacional existente y promover sistemas de movilidad sos- tenible. Esta política generó nuevos retos alrededor de la creación de instrumentos para fomentar un modelo de desarrollo urbano como pieza central del crecimiento económico.
  • 8. 8 Aunque la densificación urbana ofrece una vía apropiada para ha- cer frente a los problemas de expansión y dar solución a la consoli- dación de las ciudades, como cualquier política pública depende de un buen análisis para su implementación y monitoreo, además de la coordinación entre diversas instituciones, de tal forma que se genere un equilibro integral sostenible entre población, servicios, comercio e infraestructura. Aquí reunimos casos de estudio para el análisis crítico y diagnós- tico sobre la vivienda colectiva y el futuro de la densificación en ciu- dades prósperas. Cuestionamos qué y cómo es la densidad, pasamos de congestión a saturación, de gentrificación a centralización, de dis- persión a periferia. ¿Qué estrategias son necesarias para fomentar el acceso al suelo con equidad y asequibilidad?, ¿qué instrumentos pro- mueven una ciudad compacta en vez de una ciudad dispersa?, ¿por qué fomentar la construcción de vivienda agrupada o rehabilitada en lugar de la unifamiliar?, ¿cómo se vinculan e informan los derecho- habientes con la oferta-demanda de vivienda?, ¿la producción de vi- vienda responde a las necesidades económicas y sociales del país?, ¿qué aspectos legales y financieros incentivan la densificación? La tercera entrega de Vivienda Infonavit explora las definiciones, implicaciones y retos —pretéritos y actuales— de la vivienda en cen- tralidades urbanas sujetas a redensificación. La densidad no sólo debe visualizarse como un asunto urbano para acumular viviendas ni como estrategia para reducir vacíos en las ciudades; se trata del equilibro entre la población, la infraestructura y las relaciones socia- les en una prosperidad vinculante. ¿Cómo transformar el territorio a partir de óptimos principios de sos- tenibilidad? El Infonavit, a través del Centro de Investigación para el Desarrollo Sostenible (CIDS), ha liderado la implementación de la Agenda 2030 en México, poniendo junto con ONU-Hábitat a la vivien- da como el elemento central e integrador para el logro de lo Objeti- vos de Desarrollo Sostenible (ODS). En el noveno Foro Urban Mundial
  • 9. 9 (WUF9) celebrado en Kuala Lumpur, el Instituto participó en la asam- blea de negocios; la sesión especial sobre vivienda asequible para todos; la conferencia sobre el análisis de datos para medir la realidad urbana, y el diálogo abierto sobre el Índice de Ciudades Prósperas, en el que México destaca como el país con más localidades evalua- das en el mundo, cubriendo más del 90 por ciento de la población que integra el Sistema Urbano Nacional (SUN). En mayo de este año, se reconoció el diagnóstico transversal del Instituto con el Premio Dubái en la categoría de Mejores Prácticas de Transferencia en el Monitoreo de la Nueva Agenda Urbana y de los ODS. Un jurado internacional calificó 89 proyectos y decidió pre- miar el esfuerzo institucional que evaluó a 153 municipios en Méxi- co, y que al cierre de 2018 se convertirán en 305. El índice propone un escrutinio en el desarrollo urbano y la sostenibilidad con seis di- mensiones: productividad, infraestructura, calidad de vida, equidad e inclusión, sostenibilidad ambiental, gobernanza y legislación urba- na. Esta herramienta genera nueva información y análisis que infor- ma la toma de decisiones a nivel municipal y estandariza la medición del desarrollo urbano. En suma, es un lenguaje común entre nuestras ciudades para fomentar un crecimiento ordenado e incluyente. De igual forma, en esta edición continuamos la labor de investi- gación y generación de conocimiento con trabajos fotográficos que inciden —positiva y negativamente— en el crecimiento urbano y los conjuntos de vivienda en México para luego analizar las formas de la densidad, edificada y habitada. Por último, relatamos los ejercicios de vinculación, análisis y diagnóstico sobre la densificación como re- sistencia al desbordamiento urbanístico. Los ensayos, producto de una convocatoria abierta, consolidan nuestra perspectiva de amplio espectro sobre la vocación plural de la revista, y los artículos finales concluyen con la reflexión sobre la memoria institucional y visionaria de quienes contribuyeron a esta notable iniciativa de divulgación crí- tica y científica del Instituto. PRESENTACIÓN
  • 11. 11 INVESTIGACIÓN El desorden atraía tanto por su complejidad oscura como por los imaginarios que incita. Algunos equipos reúnen a técnicos y políticos para proyectar cambios en las ciudades divagando sobre lo que podrían ser en 2050; otros, formados por antropólogos y arquitectos, exploran las fantasías de los ciudadanos, que oscilan entre sospechar catástrofes y registrar los olores y colores, los pai- sajes y el grafiti, que distinguirán la marca de cada urbe. No me atrae tanto cómo se narran ahora esas ciudades por sus habitan- tes y sus turistas, sino comprender las intenciones originarias y los desacuerdos con los que se observan años después. Veo en las ciudades zonas donde averiguar cómo se estropean las utopías, qué dramaturgia del desastre las reemplaza. No pretendo dar soluciones, sino comprender los imaginarios. Por ejemplo, cómo se vinculan las nociones arquitectónica y antropológica de densidad para captar otros movimientos de las ciudades, invisibles para quienes planifican. El debate urbanístico sobre la densidad urbana está dedicado a la densidad edilicia: qué ganamos y qué perdemos al construir más edificios de vivien- das, oficinas y centros comerciales en zonas hiperpobladas. Si escu- chamos a los movimientos de resistencia vecinal, los que se oponen a la multiplicación de torres, algunos lo hacen en nombre de la escala en que se habituaron a vivir, otros quieren detener el colapso. Cada uno fantasea por voracidad o por miedo. Si busco cifras y documentos es para no perderme cuando los imaginarios deliran. La densidad de experiencias relativiza las estadísticas. Es nece- sario mirar cómo y cuándo se viaja, qué experiencias impulsan a habitar en una zona u otra zona de la metrópoli: según donde pue- den escoger mejor el horario para hacer compras, la escuela en la que inscribirán a sus hijos si los van a llevar en su propio coche y luego irán al trabajo en transporte público o compartido. Las experiencias de ciudad corren entre túneles de metro, co- mer parado en el puesto de alguna esquina, esperar el Metrobús hasta que llegue uno con lugares libres, contestar mensajes, quizá leer o escuchar música en la red sociotécnica. Como contó una arquitecta mexicana, antes los vecinos se encontraban en el patio; ahora en el elevador y el estacionamiento. ¿Ruinas con porvenir? * Fragmento de “Ciudades densas”, publicado originalmente en GARCÍA CANCLINI, Néstor (2018) Pistas falsas, México, Sexto Piso, pp. 53–64.
  • 13. 13 INVESTIGACIÓN Para que la habitación popular pueda disfrutar de todos los servicios urbanos, en terrenos de alto valor, próximos al centro de la ciudad y los lugares de trabajo, será necesario construir en supermanzanas, mediante la edificación en altura, pro- porcionada a los espacios abiertos y servicios sociales, para evitar en el futuro, sobresaturaciones nocivas… La superman- zana no es una manzana amplificada, de la cual difiere esen- cialmente en su concepto. Todo el movimiento es centrífugo porque, aparte de habitar, todas las otras funciones se desa- rrollan fuera: el trabajo, la escuela, el mercado diario, el depor- te, la diversión, etc. Los pequeños espacios libres del interior no son aprovechables para el conjunto… Por lo expuesto, la densidad de construcción, área de ocu- pación en planta y total, y altura de edificación, son resul- tantes de cumplir con la premisa: la densidad humana debe ser adecuada a la demanda de espacio libre. Estas son las bases para una de las importantes herramientas de la zoni- ficación, el “control de la edificación”, que consiste en relacio- nar “el área construida con el espacio abierto” estableciendo un volumen de construcción derivado de las densidades de máximas humanas. Este sería el preámbulo de las “normas que orientan la so- lución” descritas en Arquitectura México No. 94–95 por el ingeniero Víctor Vila —colaborador en el Taller de Arquitec- tura de Mario Pani—, en el que se resaltan las virtudes de la supermanzana moderna: densidad humana, densidad de construcción y espacio libre-verde. Empero, la historia del modelo comienza con los primeros centros urbanos de Pani: El sentido colectivo se ha ido perdiendo totalmente por lo mis- mo que ha desaparecido esa célula urbanística que lo hace posible. En México no sentimos la proximidad de nuestros vecinos porque nuestros hijos no van en la misma escuela, ni a los mismos cines, vivimos bastante solos, sin un sentimien- to colectivo que nos guíe y acompañe…. Aunque en la Ciudad de México ya existía una larga tra- dición de vivienda comunal, que se manifiesta en la larga tradición de las vecindades, los llamados conjuntos o uni- dades habitacionales “multifamiliares” representaron un parteaguas en el modo de vida de sus residentes, no sólo porque constituían en sí mismos el imaginario de la vida moderna sino porque el concepto de equipamiento cambia- ba las relaciones de los inquilinos y empezaban a convertir- los en “comunidad”. Al cambiar las normativas y políticas de vivienda se vis- lumbró el cúmulo de problemas en dos escalas: la autosu- ficiencia de la supermanzana y sus dinámicas cotidianas de civismo colectivo. El modelo propuesto por Pani fue ha- cer ciudades dentro y fuera de la ciudad central para rege- nerarla, reordenarla y revitalizarla, planteando la necesidad de que el crecimiento fuera siempre vertical para densifi- car el uso del suelo. Con esta estrategia pensaba contro- lar la expansión desmedida, concentrar los servicios para disminuir los costos de la infraestructura y evitar o reducir el desplazamiento continuo y distante de sus habitantes. Para ello fue necesario proponer y hacer uso de normas Centro Urbano Presidente Alemán Colección ICA, Acervo Histórico Fundación ICA, 1947
  • 14. 14 Revista Arquitectura México No. 94–95, México, junio-septiembre 1966 urbanísticas que delimitaran físicamente y permitieran una estructura de comunidades urbanas agrupando es- cuelas, comercio, deporte y diversión en centros comuna- les, los cuales fomentarían intercambios de conocimiento y socialización. Pani buscó satisfacer las necesidades dia- rias dentro del conjunto y dotar de los servicios con super- manzanas mediante edificaciones de gran altura para la época, proporcionando espacios abiertos para evitar sobre- saturaciones nocivas. La ciudad se ha hecho con base en dos acciones, malas las dos: las invasiones de los campesinos que vienen a la ciudad y se instalan como pueden, donde pueden y como quieren, y que después de muchos años, el gobierno les da la tenencia de la tierra con el trazo que hicieron, o sea, desastroso. Y el otro aspecto malísimo del crecimiento del tejido urbano han sido los fraccionamientos para negocio. Es decir, un señor cambia un ejido o un rancho para hacer un fraccionamiento como se le pega la gana, sin tomar en cuenta las ligas con la ciudad […]. La ciudad sí tiene remedio, pero para ello se requieren dos acciones: la acción de prever su crecimiento, es decir, la acción “fuera de la ciudad”; y la acción de corregir los errores dentro de la ciudad (mediante la ordenación, la reconstrucción y la regeneración). En otras palabras, la “acción fuera de la ciudad”, que es el proyecto que hicimos para Ciudad Satélite; y el de la “ciudad dentro de la ciudad”, que fueron los multifamiliares Alemán, Juárez y Tlatelolco.1 Este ensayo muestra una comparativa de las densidades propuestas por el Taller de Mario Pani respecto a la ciuda- des dentro de la ciudad en el Centro Urbano Presidente Alemán (CUPA), el Centro Urbano Presidente Juárez (CUPJ) y el Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco, de 1947 a 1964. A pesar de que fueron varios los gobiernos durante ese tiempo: Manuel Ávila Camacho (1940–1946, Miguel Alemán Valdés (1946–1952), Adolfo Ruiz Cortines (1952–1958) y Adolfo López Mateos (1958–1964), es evidente la continui- dad de una ideología y un mismo proyecto de nación en el cual se definen circunstancias que permiten referirnos a esta época como un periodo histórico e institucional de mo- dernización por la política social, económica y cultural, den- tro de la cual la arquitectura ocupó un sitio específico en la construcción de la modernidad que constantemente apare- ció tanto en el discurso del gobierno como en el imaginario social. Vivienda para burócratas, pensionados y erradica- ción de “herraduras de tugurios”. La arquitectura de mediados del siglo XX representó el momento de mayor auge en el país. Fue una época definida por la confianza en la tecnología, la fe en el progreso y la creación de la ciudad cosmopolita: aquella conformada por torres de oficinas, fábricas modernas, aeropuertos y multifamiliares. Entre 1940 y 1960, la capital triplicó su po- blación, y en los años cincuenta rebasó los límites de las demarcaciones políticas, extendiéndose hacia el estado de México. Con Pani como promotor y proyectista se inventó 1 Entrevista a Mario Pani realizada por Graciela de Garay, Programa de Historia Oral, Instituto Mora, México, 1990.
  • 15. 15 INVESTIGACIÓN en aquella época el primer condominio, la primer superman- zana, el primer hotel internacional, la primera ciudad sa- télite y el primer multifamiliar. Su labor como arquitecto urbanista-promotor fue decisiva en la reconfiguración de la ciudad, sobre todo en función de la vivienda colectiva.2 Con los Juegos Olímpicos de 1968 se concluyó una eta- pa de grandes proyectos urbanos de modernización para la ciudad, así como de los conjuntos habitacionales de una época. Pani fue “el último estratega que se sentó delante del tablero metropolitano para mover las fichas que res- pondían a un plan”, y representa el final de una arquitectura entendida como proyecto de nación. Sus obras plasma- ron una visión de vivienda comunitaria en la ejecución del desarrollo urbano al estructurar, ordenar o reordenar una unidad espacial integral, el trazo de la infraestructura vial, la división del suelo, la ubicación de edificios y la ima- gen urbana del sector territorial de un centro de población o de una región. De tal forma, la tradicional vivienda habi- tación se presentaría como solución aplicable en la cons- trucción masiva de vivienda. El equipamiento urbano —producto de la supermanzana— resultó fundamental en el modelo multifamiliar. Con la in- corporación de estos servicios de infraestructura social se buscó que las actividades primordiales de los habitantes se cumplieran sin tener que desplazarse fuera del conjunto o bien hacerlo caminando y a una distancia corta. Las cua- lidades que debía tener el medio habitacional serían cali- dad en el espacio para las actividades diarias, localización adecuada con respecto a los servicios urbanos y fuentes de trabajo, tenencia segura de su propiedad. Y las necesida- des que deben ser satisfechas por el medio habitacional serían identidad, sentido de pertenencia a la comunidad, seguridad física y emocional del usuario, oportunidades de progreso. Y la “regla fundamental” es que las viviendas comunitarias formaran parte de la ciudad, es decir, estar integradas a ella, enriqueciéndola y siendo enriquecidas con ella. Más allá de las virtudes y desaciertos de los tres conjun- tos referidos, tanto en el CUPA como en el CUPJ y Tlatelolco convergen coincidencias de edificios verticales para liberar el espacio en planta baja y generar equipamiento urbano, lo que favorecía la integración de los habitantes, una solu- ción masiva al problema de la vivienda; la priorización al peatón dejando estacionamientos fuera del área peato- nal (perímetro); las circulaciones exteriores —aunque no en todos los edificios—; la diversidad habitacional; los equipa- mientos urbanos y áreas verdes predominantes; y la revi- talización u ocupación de zonas por urbanizarse. Para Pani, los barrios como Tepito dentro de la zona de tugurios, podrían seguir existiendo de acuerdo con su voca- ción como una entidad especializada en ciertas actividades para conservar aquello que los diferencia y les da carácter: “sus afanes, sus gestos, su lenguaje”. La conservación de un barrio no podía darse de manera escenográfica y perder su vocación original. “La condición indispensable para que un barrio [subsista] como tal, [es mantener su] estructura original”. ¿Cómo insertar densidades múltiples? ¿Trabajo, comercio, diversión, escuela, deporte…? 2 CANALES, Fernanda (2014) Arquitectura en México. 1900–2010. La construcción de la modernidad. Obras, diseño, arte y pensamiento, México, Fomento Cultural Banamex, Arquine.
  • 17. 17 INVESTIGACIÓN El 20 de septiembre de 1960, Adolfo López Mateos, Presidente de la República, rodeado de su gabinete, el cuerpo diplomático acreditado en México y cientos de invitados, inauguró la “Unidad Independencia”, primer conjunto de viviendas, clínica y edificios de seguridad social construido por instrucciones de Benito Coquet, Director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) durante el sexenio lopezmateísta (1958–1964). En su discurso, y al margen de la habitual grandilocuencia del comunicado de un político, Coquet expuso varios conceptos sobre el origen de la unidad de vivienda: “ […] el hombre concibió la utopía, teórico mundo de la felicidad […]. En México, la utopía se ha vuelto y se vuelve realidad […]. El valor de la Unidad Independencia […] aspira a realizar una nueva manera de vida.1 Coquet hablaba desde un podio junto a las 1 IMSS. Unidad Independencia de Servicios Sociales y Habitación, Mé- xico (1961), “Discurso en la inauguración de la Unidad Independen- cia (Benito Coquet), pp. 1–6. Colección ICA Acervo Histórico Fundación ICA, 1969
  • 18. 18 esculturas de Miguel Hidalgo y de Quetzalcóatl, relie- ves sobre la ciudad de Tula y el emblema del IMSS (la mu- jer cobijada por el águila), todo dentro de una “plaza cívica” como antes no se había construido en México. Explicar el sentido de la utopía, las esculturas emble- máticas y la razón de la “plaza cívica” es el propósito de este ensayo sobre una de las obras de más alta calidad arqui- tectónica y alegóricamente más significativa de la eta- pa posterior al predominio del “Movimiento Moderno” en México, así como de la escuela del programa arquitec- tónico de José Villagrán. El conjunto diseñado por Alejandro Prieto Posada y José María Gutiérrez, concitó la colabora- ción de los artistas plásticos Jorge González Camarena, Federico Cantú y Francisco Eppens, y ocupa una superficie de 32 hectáreas sobre lo que fue un vivero en la zona de San Jerónimo, al sureste de la Ciudad de México. La Unidad Independencia es una obra emblemática del periodo 1958–1964 de la arquitectura del IMSS, aun- que no es la única con las cualidades de esta etapa de la cultura arquitectónica mexicana, subsecuente del gran pe- riodo “modernizador” que tuvo su apogeo con el proyecto de Ciudad Universitaria (1948–1952). Son muchas las dife- rencias entre las obras de ambas visiones arquitectónicas; propongo como nueva denominación el término de arqui- tectura argumental para la que se desarrolló en el periodo lópezmateísta, distinta a la de la etapa anterior (1930–1955) funcionalista y moderna. Con “argumental” refiero a una arquitectura que en formas y espacios resuelve los temas de un discurso con conceptos que trascienden el interés único de solucionar problemas estéticos de geometría y composición, más allá de la incorporación del “funciona- lismo” convertido en el ariete ideológico de la arquitectura durante la primera mitad del siglo en México. ¿Qué resolvió arquitectónicamente la Unidad Inde- pendencia? El proyecto de utopía establecido por Coquet radica en lo cultural con apoyo en el teatro y la identidad a partir del orgullo por la historia, propuesto por Adolfo López Mateos. A partir de estos dos temas, Alejandro Prieto, como director de proyectos, y Jorge González Durán junto con Julio Prieto, como creadores del proyecto cultural del IMSS, dieron lugar a un programa arquitectónico para un nuevo tipo de edificación, estableciendo el “argumento” que habría de ser traducido en edificios y secuencias con otros valores plásticos y nuevas jerarquías. En el caso de la Unidad Independencia se hizo una “pla- za cívica” (concepto de Alejandro Prieto) para vincularse con la ciudad. Lo que el usuario vería en este espacio serían los símbolos de identidad (el pasado prehispánico), los de la
  • 19. 19 INVESTIGACIÓN soberanía (Miguel Hidalgo) y el de la protección del IMSS (la madre amamantando con el águila de protección). Los edificios visibles en primer término fueron los del ámbito artístico (dos teatros) y los de la reunión social (“Casa de la Asegurada” y Administración), en segundo término los edi- ficios para la vivienda, y formando “barrios internos” los de comercio, escolares y deportivos. Con esta secuencia de prioridades en la vista y posición de los edificios, y en donde de manera general el centro hospitalario no fue el centro de atención de la composición, los arquitectos proyectistas contratados por el IMSS resol- vieron más de 50 conjuntos de seguridad social construi- dos en la República. Dicho tanto por Alejandro Prieto como por José María Gutiérrez, hubo en la concepción de la Uni- dad Independencia mucho del urbanismo propuesto en la “Carta de Atenas” (orquestada por Le Corbusier), documen- to acordado en el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) de 1933,2 desarrollado a bordo del Barco “Patris II”, en el trayecto Marsella-Atenas-Marsella, ante la imposibilidad de llevar a cabo el CIAM en Moscú) y que recogió las nuevas ideas de los arquitectos europeos sobre el urbanismo moderno. De ahí la estructura del conjunto de la unidad: circulación rodada perimetral, estacionamientos periféricos evitando siempre que los automóviles invadieran áreas peatonales, concepto de supermanzana (anterior a la “Carta de Atenas”), núcleos de servicios con edificios escolares y la forma de agrupación barrial. La presencia de la “plaza cívica” men- cionada por Alejandro Prieto obedece a los conceptos del VIII CIAM de Hoddesdon 1951,3 en el cual el tema a discutir fue “El centro urbano”, idea arquitectónica apoyada en la tradición latinoamericana y de algunas ciudades europeas, en donde la “plaza principal” era el espacio simbólico y de primera importancia para la ciudad, rodeada de los edificios emblemáticos y con ello pasando a ser el espacio público que apoyaba al enriquecimiento de la identidad colectiva.4 2 Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM’s) pro- puestos por Le Corbusier, el primero se celebró en el Castillo de la Lasarraz, Suiza en 1928, y el último en Dubrovnik, 1956. 3 Estrictamente hablando, no se encontró en la biblioteca de Ale- jandro Prieto ningún pasaje señalando un interés particular para el CIAM de Hoddesdon, aunque sí tenía el libro publicado por José Luis Sert, El corazón de la ciudad, con las ponencias de ese congreso. 4 DE ANDA ALANÍS, Enrique (2016), “Vivienda social en la Ciudad de México durante el periodo 1945–1965”, en: Carlos Sambricio et al. Ciudad y Vivienda en América Latina, Lampreave, Madrid, pp. 369– 395. Colección ICA Acervo Histórico Fundación ICA, 1969
  • 20. 20 Una cualidad muy importante de la Unidad Independen- cia es el ambiente vegetal (de las 32 hectáreas del terre- no, 21.5 fueron dedicadas a jardines y áreas de convivencia colectiva)5 que se ha mantenido a la fecha. Hubo dos razo- nes para crear este ambiente vegetal: la preexistencia del vivero (el de la familia y empresa “Matsumoto”) y la muy importante voluntad de los dos autores para mantener el ambiente natural, incluido el acueducto que conducía el agua al vivero, como temas a partir de los cuales habría de desarrollarse el diseño de las distintas áreas del conjunto. La densidad poblacional6 fue de un porcentaje insólito, y el único con esta condición en un desarrollo arquitectónico no privado en México durante la segunda mitad del siglo XX. Los valores plásticos de esta arquitectura se reparten en los dos grandes grupos de edificios: el habitacional (2 mil 487 unidades en forma de vivienda unifamiliar y depar- tamentos), integrado por casas dúplex formando calles siempre con un frente a zonas de recreo, y edificios “multi- familiares” (nombrados así por los autores) de cuatro nive- les con bandas verticales hechas con piedras multicolores formando figuras con evocación del mundo prehispánico (de la autoría de Francisco Eppens). El resto de los muros de estas dos tipologías son de block de barro vidriado a alta temperatura, siguiendo la tradición de materiales aparentes determinante en los edificios de Ciudad Universitaria; tres torres de departamentos de “lujo” (sic, por los autores) se diferencian por materiales con dominante blanco. El otro, el grupo de los edificios de las tareas sociales, es completa- mente distinto: volúmenes horizontales (el centro de segu- ridad social, el edificio de administración, la clínica, y las escuelas), tienen recubrimientos de cantera, ventanería se- riada, rompimiento de la regularidad con terraza y parabo- loides en el edificio de la administración, donde también se dejó la planta baja libre. También son parte de este seg- mento los edificios comerciales cubiertos con sistema trabe- losa (superficie quebrada), el club deportivo con alberca y gimnasio como temas preponderantes, y columnas polifa- seteadas en la clínica “de barrio”. Un tema fundamental del edificio de administración aparece en la fachada oriente recubierta con cantera roja: un friso en medio relieve de la autoría de Federico Cantú (responsable también de los re- lieves que con esta técnica se hicieron en Xalapa, León, San 5 IMSS, Unidad Independencia de Servicios Sociales Habitación, p. 31. 6 Población calculada 12 mil habitantes; superficie construida 23 por ciento y 77 por ciento para jardines, circulaciones y usos colectivos; la densidad resultante fue de 25.73 m²/h. Unidad Independencia Fondo Aerofotográfico Oblicuas Acervo Histórico Fundación ICA, 1967
  • 21. 21 INVESTIGACIÓN Luis Potosí y otros en la Ciudad de México, a partir del escu- dodelIMSS, conunacalidaddeelaboracióncomoen México no se veía, quizá desde el periodo mesoamericano en Pa- lenque, en particular en el siglo VII D. C. Otro relieve del mismo autor se labró sobre la fachada norte del teatro con el tema “Quetzalcóatl en Tula”, personaje que aparece tam- bién en su carácter de rey (Ce Acatl Topoltzin Quetzalcóatl) y de monstruo mítico en forma de serpiente con plumas. Luis Ortiz Monasterio labró estas dos piezas y es autor también del Miguel Hidalgo, cuya actitud altiva y firme no oculta el sentido de dignidad por la soberanía alcanzada que se encuentra presente en los discursos del entonces presidente. También de Ortiz Monasterio son las columnas serpentiformes (originarias de Chichén Itzá) del teatro al aire libre, y los medallones alusivos a Tláloc de la fuente que cierra la cabecera poniente de la plaza. De ningún modo se podría pensar que esta colección de piezas escultóricas (como las que hubo en otros conjun- tos) obedecieran solo un propósito de “ornato escultórico”: son parte de un programa estético-cultural institucional dirigido por Benito Coquet y detallado y operado por Jorge González Durán y Julio Prieto. El programa partía del de- recho a la asistencia social incluyendo la educación extra escolar en los tiempos libres —sobre todo de las mujeres—, la recreación deportiva y la enseñanza técnica para varo- nes, así como la aproximación a la práctica artística a través del espectáculo y de la instrucción del baile, la pintura y el teatro mediante programas gratuitos. Esta es la razón para haber incorporado un teatro aquí y en la mayoría de los conjuntos, por lo general en la par- te frontal y más visible de las composiciones. Si junto a este proyecto propio del IMSS tomamos en cuenta la insisten- cia presidencial por exaltar los valores nacionales del tiem- po reciente, sobre todo a partir de la Revolución de 1910 y su traducción en el imaginario escultórico del IMSS en las figuras de Quetzalcóatl, Hidalgo, Morelos, Cuauhtémoc y Gómez Palacio, podemos comprobar la hipótesis de que estos trabajos no cumplían con funciones de mero “ornato” o arreglo decorativo: las figuras escultóricas que se coloca- ron en este periodo en los conjuntos del IMSS obedecen a un plan de contacto estético para fortalecer la identidad y el orgullo nacional partiendo de las emociones que provo- ca la relación visual con la plástica escultórica. Respecto de la arquitectura, se trata de una obra pública, en el entendido de que en México —como en muchos otros países—, los autores de las obras privadas lo son también de los edificios públicos. En este sentido es fácil entender que los motivos que se ejercitan en un género aparezcan en el otro, en un proceso derivado de las teorías propias de la arquitectura tanto como de la visión de la cultura arqui- tectónica de los autores. Sin embargo existe una condición que modifica las cosas y es la que trata del “discurso cultu- ral” que los solicitantes de los edificios —los funcionarios públicos— proponen para individualizar la arquitectura que han solicitado sobre todo algunos de los hombres del poder político, hombres cultos, sensibles y con un proyecto nacio- nal. A cuatro personajes de primera línea cualitativa del periodo 1958–1964 podemos citar con esta condición para nuestro ensayo: Adolfo López Mateos, Presidente de la Re- pública, con un discurso de identidad nacional basado en el imaginario de la soberanía; Jaime Torres Bodet, con el pro- grama de alfabetización y el Plan Nacional de Museos, crea- dor además de un discurso de integración cultural a partir de la educación básica; Benito Coquet con el tema de la “utopía” para los trabajadores y Ernesto P. Uruchurtu, con su concepto de la modernización a partir de la calidad ar- quitectónica de las obras públicas. Los trabajos realizados por el IMSS corresponden por supuesto a estos modelos, pero también la de los museos de Pedro Ramírez Vázquez, sobre todo el Nacional de Antro- pología, que comparte con la obra del IMSS varios aspectos del género propuesto como “arquitectura discursiva”: la ima- gen mesoamericana subyacente en el proyecto de conjunto (el grupo de las “monjas” de Uxmal), recubrimientos pétreos (mármol, en este caso) y bajo relieves en muros; simbología en la posición de las piezas (el “Calendario Azteca”, la es- cultura azteca más representativa en el imaginario popu- lar), murales en todas las salas y los relieves del poste del paraguas del patio. La Unidad Independencia, junto con los conjuntos del IMSS construidos en toda la República, trascendieron a la solución de clínicas de distintas dimensiones para propo- ner, desde su ubicación y claridad de significados en los propios edificios, nuevas formas de convivencia social e identidad histórica a partir de lo que fue la marca del pro- yecto social de Benito Coquet: modificar al núcleo familiar trasladando el poder social hacia la madre, para quien se creó toda una estructura de aleccionamiento y sociabili- zación, mientras que los varones fueron atendidos con de- porte y talleres de capacitación, ubicando con todo ello a la sociedad en uno de los niveles más altos de sensibilización artística habida en México gracias también al programa nacional de teatros. En este periodo, Eurípides, Calderón de la Barca y Sófocles, estuvieron más cerca de la población que nunca.
  • 22. VILLAS OLÍMPICAS Concepción J. Vargas Villa Olímpica Libertador Miguel Hidalgo Villa Olímpica Narciso Mendoza Fondo Aerofotográfico Oblicuas Acervo Histórico Fundación ICA, 1969
  • 24. 24 Villa Olímpica Narciso Mendoza Fondo Aerofotográfico Oblicuas Acervo Histórico Fundación ICA, 1969 24
  • 25. 25 INVESTIGACIÓN En octubre de 1968 (hace cincuenta años) se celebraron en México los XIX Juegos Olímpicos. Esta fue la primera oca- sión en que un país latinoamericano era sede de esta im- portante justa deportiva en la que participaron atletas de 113 países. Otro aspecto que daba realce al evento era que las competencias se transmitían por primera ocasión a todo el mundo a través de la televisión vía satélite, en directo y en color. El gobierno mexicano consideró que ésta era una magnífica oportunidad que habría que aprovechar para que el mundo pudiera ser testigo de la modernización alcanzada por el país, así como para difundir su valioso patrimonio cultural, pieza fundamental de nuestra identidad. En esta década se generaron en nuestro país y en el mundo impor- tantes transformaciones sociales, económicas y políticas, que pusieron en riesgo la celebración de los juegos. Aunque algunas de ellas estuvieron presentes de ma- nera indirecta durante la celebración de los Juegos Olímpi- cos en México, el Comité Olímpico Internacional consideró que había las condiciones adecuadas para que se celebrara la justa olímpica en nuestro país. Ante este panorama, el Comité Organizador de los XIX Juegos Olímpicos se enfren- tó al reto de hacer de éste un evento inolvidable, para lo cual organizó, además de la justa deportiva, una Olimpiada Cultural con un programa de actividades durante todo el año con el propósito de difundir nuestro patrimonio cul- tural y conocer y reconocer el de los países participan- tes. Estas olimpiadas fueron todo un fenómeno cultural y deportivo con el que se beneficiaron todos los asisten- tes locales e internacionales, directos e indirectos, ya que el mundo entero pudo disfrutarlas, lo que llevó a que las llamaran La Olimpiada Moderna. Para la celebración de los XIX Juegos Olímpicos, el go- bierno federal y el Comité Organizador, presidido por el ar- quitecto Pedro Ramírez Vázquez, identificaron varios pro- blemas: el primero de ellos era la insuficiencia de recursos económicos para construir una villa olímpica que alber- gara en un solo terreno todas las instalaciones, por lo que identificaron las instalaciones deportivas y el equipamiento cultural con que contaba la ciudad, así como los terrenos donde se construirían las nuevas instalaciones deporti- vas, con el propósito de crear polos de desarrollo urbano y centros deportivos que impulsaran posteriormente las ac- tividades competitivas de la comunidad y así no correr el riesgo de que éstas quedaran abandonadas más tarde, como había sucedido en otros países.
  • 26. 26 La regla 37 de la Carta Olímpica, estipula que el Comité Organizador proporcionará una villa para hombres y otra para mujeres en que los competidores y oficiales de equipo puedan ser acomodados juntos y alimentados por un precio razonable”; que las Villas estén localizadas “tan cerca como sea posible de¡ estadio principal, de los campos de práctica y de las otras instalaciones”; y, asimismo, que deben hacer los arreglos necesarios “para acomodar a los jueces, árbitros, inspectores, tomadores de tiempo, etc. que sean designados por las Federaciones Deportivas Internacionales según las reglas de¡ COI.” A fin de dar cumplimiento a estos requerimientos y después de realizar los estudios correspondientes, el Comité Organizador determinó la necesidad de construir dos conjuntos: a) uno para competidores y oficiales -considerando separadamente a hombres y mujeres- y para reporteros acreditados por los Comités Olímpicos Nacionales y agencias de noticias, b) otro para jueces y árbitros, participantes en actos del programa Cultural e informadores no acreditados. El primero de estos conjuntos fue denominado, por acuerdo del presidente de la República, Patrono de los Juegos, Villa Olímpica libertador Miguel Hidalgo”, y el segundo también por disposición presidencial, “Villa Narciso Mendoza”. las obras se empezaron el 2 de mayo de 1967 e iniciaron sus servicios el 12 de septiembre de 1968. Fueron inauguradas oficialmente por el presidente Gustavo Díaz Ordaz el 17 del mismo septiembre. LAS VILLAS OLIMPICAS A la llegada de cada delegación deportiva a la Villa se celebraba una ceremonia de izamiento de banderas. J. Miranda, gobernador de ésta (enfrente, abajo izquierda) acompañado por M. Andrade de] Rosal, jefe de la sección femenina y de un grupo de edecanes (arriba) dan la bienvenida a los atletas de uno de los 113 países participantes. El Destacamento Militar Olímpico tomó parte en las ceremonias y una banda militar tocó el himno nacional de la delegación. Todos los días, un gran número de invitados visitaba la Villa. Enfrente, el Príncipe Harald de Noruega y su esposa (arriba izquierda), María Félix, actriz mexicana (arriba derecha), el estupendo atleta Jesse Owens (abajo izquierda) y los príncipes de Mónaco (abajo derecha) departen con los atletas mientras hacen el recorrido del enorme complejo arquitectónico. El personal de una de las 6 grandes cocinas “respira” entre dos avalanchas olímpicas (3 comidas diarias, más “pisco- labis”) de 6 mil atletas y varios miles de participantes. Los 1230 empleados de los restoranes de autoservicio con- taron con las instalaciones más modernas. El Centro de Control de Calidad instaló en la Villa un laboratorio para la supervisión de los alimentos e higiene general. Los seis restoranes sirvieron muy variados platillos -chutney indio, palmitos, almejas importadas-. Un total de 350 variedades. Más de 214 toneladas de frutas frescas, 118 toneladas de carne, 31 de pescados y mariscos y 68 mil litros de leche fresca se consumieron durante las 84947 comidas servidas a los residentes de Villa Olímpica. Al parejo de los otros escenarios de entrenamiento de la capital, la Villa Olímpica fue testigo de los rigurosos ejercicios que se llevaban a cabo en casi todos los deportes. Un mes antes de verificarse los Juegos, los atletas entrenaban ya en los gimnasios, pistas, campos e incluso en las avenidas (prohibidas a la circulación de coches) de la Villa Olímpica. Lo suficientemente alejada “del mundanal ruido”, la Villa Olímpica Miguel Hidalgo fue el marco ideal para el ejercicio físico y para el descanso. Después de un duro entrenamiento los atletas regresan con alegre trote a su residencia, o bien se tumban sobre el mismo tartán de la pista. Otros, más sibaritas, prefieren los céspedes salpicados de rocas volcánicas y la tranquila sombra de los pirulíes (páginas siguientes). La Villa Olímpica contó con un programa de diversiones muy variado, en el que se incluían eventos de la Olimpiada Cultura En su anfiteatro (arriba), próximo a las restauradas pirámides de Cuicuilco, se presentó el Ballet ldla de Suecia. El auditorio principal -con cupo para 800 espectadores- fue escenario de funciones nocturnas de grupos de “rock”, teatrales, o de músicos populares (enfrente). El evento más sensacional en la vida de la Villa Olímpica fije la recepción ofrecida a los recién casados Vera Caslavska y Josef Oldozil. Después de la ceremonia religiosa, celebrada en la Catedral Metropolitana, la espléndida gimnasta olímpica y el elegante corredor checo se tapan con un sarape mexicano, en el salón del Club Internacional. A 9.6 kilómetros de la Villa Miguel Hidalgo, y conectada a ésta por el Anillo Periférico, estaba ubicada la segunda Villa, conjunto residencial totalmente nuevo construido por un grupo de arquitectos bajo la dirección de Martínez Ostos (arriba). Durante los Juegos, una sección de Villa Coapa fue reservada a los 1668 jueces y oficiales, otra a los 1150 participantes de la Olimpiada Cultural, y una última a los 555 miembros de la prensa. Como en el caso de la Villa Miguel Hidalgo, Coapa constituyó un complejo autosuficiente con restorán, auditorio, tiendas, servicios médicos y salones de ensayo para uso de los grupos culturales, como es el caso del Ballet ldla (derecha). 26
  • 27. 27 INVESTIGACIÓN 174 VILLA OLIMPICA LIBERTADOR MIGUEL HIDALGO Erigida al sur de la ciudad, en la Delegación de Tlalpan, D. F., ocupó una superficie de nueve hectáreas propiedad del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, ampliadas posteriormente con 20 mil prestados a las autoridades municipales por una empresa privada. Aun que el proyecto arquitectónico quedó a cargo de la Secretaría de Obras Públicas, fue el Banco citado el que, por disposición presidencial, financió la construcción de la parte habitacional del conjunto, quedando el correspondiente a las demás instalaciones a cargo de la referida Secretaría. Por su parte, el Departamento del Distrito Federal se encargó de los servicios municipales correspondientes. Al Comité Organizador tocó la ejecución de los trabajos de adaptación para el servicio olímpico y el pago, por concepto de renta, del interés correspondiente a la inversión realizada. Al concluir los Juegos los departamentos fueron puestos a la venta en régimen de propiedad en condominio. Los veintinueve edificios -de los cuales 24. Se destinaron a los varones- reunían un total de 5044 habitaciones y 2572 baños en 904 departamentos. La sección femenina constaba de tres edificios y los dos restantes se destinaron al Centro de Prensa. Estos tres conjuntos estaban construidos independientemente como exige el reglamento. las otras instalaciones de la Villa Olímpica se describen a continuación. El edificio de administración, control y registro, al igual que la mayoría de las construcciones que se describen más adelante, fue proyectado y construido por la Secretaría de Obras Públicas con carácter desmontable y sirvió de acceso a la Villa. Contó con un área cubierta para estacionar 100 vehículos y varios andenes para el movimiento simultáneo de 40 autobuses; vestíbulo de entrada y oficinas para la acreditación de las delegaciones; barras de información incluyendo servicios bancarios, de correo y telégrafos; salas para entrevistas de prensa, radio y televisión, y estancias para reuniones de los participantes. Su construcción se realizó entre el 15 de julio y el 13 de septiembre de 19,68. Los comedores constaron de seis unidades desmontables, compuestas cada una por dos salones comedores, cocina, patio de maniobras, cuarto de máquinas, frigorífico, comedor para empleados, servicios sanitarios, almacén general y oficina. Para el efecto, los comedores fueron asignados a las delegaciones agrupadas de la manera siguiente: el Número 1, para las de Europa Oriental; el 2 para las de África y Asia; el 3, para las delegaciones latinas; el 4 para las de Europa Occidental; el 5, para las de habla inglesa, y el 6 tuvo carácter internacional. Estas instalaciones fueron construidas entre junio y septiembre de 1968. El Club Internacional, contiguo a la plaza central de la Villa, contó con lugares de reposo y recreo para los atletas; su capacidad fue para 1500 personas simultáneamente y para 800 espectadores en su auditorio. Tenía además salas de descanso y de billar, cafetería y alberca exterior. Fue construido entre junio y septiembre de 1968. Dos clínicas médicas construidas y operadas por el Instituto Mexicano del Seguro Social dispensaron los servicios médicos y fisiátricos. Los gimnasios para entrenamiento de box y lucha contaban con oficina administrativa, vestidores, lockers, sanitarios, baños sauna, baños de vapor y bodega. Fueron realizados entre julio y septiembre de 1968. El Centro de Prensa, ubicado al suroeste de la Villa, contó con todos los servicios detallados en el capítulo X, más estacionamiento para 200 vehículos. Su construcción, desmontable, ocupó un mes de trabajos. Las obras ejecutadas en el exterior de la Villa, con carácter permanente, fueron las siguientes: teatro al aire libre; pistas de tartán y áreas de entrenamiento similares a las del Estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria. Finalmente, fueron reconstruidas dos pirámides y explorada otra más, que fueron encontradas al iniciarse los trabajos de esta Villa, colindante con la riquísima zona arqueológica de Cuicuilco. Otros edificios provisionales se enumeran a continuación: el que albergó el laboratorio de Genética y Biología Humanas; el destinado a la administración de Villa Prensa; el empleado para la edición W libro de resultados; los que alojaron los talleres de mantenimiento, almacenes generales, estación de bomberos, centro de lavado; los de la zona comercial y las habitaciones para el Destacamento Militar Olímpico. Un lienzo charro, al suroeste de la Villa, se utilizó para festivales folklóricos en honor de los huéspedes de la misma. Además el día 8 de octubre de 1968 se abrió al culto la Capilla Olímpica dirigida por dignatarios católicos, evangelistas, ortodoxos, judíos y budistas, quienes oficiaron conforme a un horario convenido. 174 Nestor Escalante, del Banco Nacional de Obras Públicas (arriba), explica algunos detalles del proyecto de construcción de la Villa Olimpica al licenciado Gustavo Díaz Ordaz. los acompañan (de izquierda a derecha) Carlos Garcia, el director del citado Banco Jesús Robles Martínez y Carlos Humberto Chávez. Ubicada en el extremo sur de la capital, la Villa Olímpica Miguel Hidalgo sumó 5044 habitaciones con 2572 baños distribuidos en 904 departamentos. De sus 29 edificios de diez niveles, 24 constituyeron la sección masculina, 3 la femenina, y 2 fueron ocupados por la prensa. Entre otras Instalaciones de la Villa Olímpica se contaron: la Admin- istración, el edificio de Control y Registro, seis edificios temporales donde se alojaron los comedores, el Club Internacional, el Centro de Prensa, un anfiteatro, pistas de tartán, dos gimnasios y campos de entrenamiento, oficinas de mantenimiento, almacenes, estación de bomberos, la- vandería y locales concesionados. La construcción, empe- zada el 2 de mayo de 1967, se terminó el 12 de septiem- bre de 1968. El proyecto fue desarrollado por un equipo de arquitectos encabezado por Héctor Velázquez. 178 179 VILLA NARCISO MENDOZA Enclavada al sureste de la ciudad (en Coapa) ocupó los bloques 1 y 3 de un gran conjunto habitacional propiedad delBancoNacionaldeObrasyServiciosPúblicos.Sumaron 686 casas y 470 departamentos, con 3474 cuartos y 1314 baños, y fueron construidos entre agosto de 1967 y septiembre de 1968. A diferencia de la Villa Olímpica, la Narciso Mendoza estuvo constituida por viviendas para una o varias familias, pero siempre en edificios bajos. En este caso también el Comité Organizador pagó al Banco citado, por concepto de renta, el interés de la inversión en la zona ocupada y los gastos correspondientes a las adaptaciones. Para hacer posibles otros servicios que el Comité Organizador brindó a los huéspedes, se construyeron con carácter desmontable las siguientes instalaciones: bar, cafetería, restorán y cocina; salón de ensayos, equipado con los implementos necesarios para la práctica de la danza; auditorio con pantalla gigante de televisión, unidad de servicios telefónicos y de comunicación; comedor para el Destacamento Militar Olímpico, y centro comercial con siete locales. Para su operación fue dividida en cinco secciones, la Villa Árbitros y Jueces, a la cual se destinaron 356 casas y 110 departamentos; Villa Conjuntos Culturales, con 156 casas y 150 departamentos; Villa Prensa, con 174 casas y 210 departamentos;laSecciónMilitary,finalmenteladeOficinas Generales. Para la operación de las dos Villas, el Comité Organizador otorgó en concesión a empresas privadas de prestigio los siguientes aspectos: alimentación, hotelería, aseo y servicios generales, operaciones bancarias, venta de mercancías, peluquería y otros servicios. La atención médica fue confiada al Instituto Mexicano del Seguro Social, y las oficinas de correos y telégrafos a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Por su parte, el Comité Organizador se reservó los aspectos administrativos y la coordinación y supervisión de todos los servicios. La administración se planeó en tal forma que permitió el manejo independiente de cada Villa -y aun de cada edificio- en cuanto a su funcionarniento cotidiano y al control del conjunto. La dirección U sistema estuvo a cargo de una Administración General, responsable ante la Presidencia, dependiente de la Secretaría general y de la Oficialía Mayor. Dicha Administración General tuvo tres departamentos: Administrativo y Contable, de Relaciones de Personal y de Control de Información. Además, creó 6 jefaturas y se formaron grupos de supervisión para vigilar el funcionamiento de los servicios concesionados. Las Villas alojaron 13 835 huéspedes con una estancia promedio de 20 días atendidos por más de 6 mil personas. La cuota cobrada por el Comité Organizador a las delegaciones deportivas por persona, que comprendía habitación, comidas y transportes, fue de $ 100 diarios entre el 12 y el 27 de septiembre; gratuitamente del 28 de septiembre al 11 de octubre, de acuerdo con la obligación contraída por el Comité Olímpico Mexicano en Baden- Baden, de $ 50 diarios por persona, del 12 de octubre al 7 de noviembre. Los demás huéspedes pagaron $ 50 diarios en habitación compartida y $ 100 si la ocuparon solos. Las cuotas cubrían el alojamiento, desayuno y servicio de transportes. La comida y la cena tuvieron un precio nominal de $ 25 cada una. A los participantes del Programa Cultural no se les confirió el tiempo de cortesía del periodo de adaptación. El esfuerzo de organización y el volumen del trabajo desarrollado se ponen de relieve con las siguientes estadísticas: se atendieron diariamente 8 500 cuartos; se sirvieron 1.2 millones de raciones alimenticias; se distribuyeron 10 mil piezas de correspondencia postal, 28 151: telegramas y 303 mil piezas diversas (libros, programas,invitaciones,álbumes,guías,etc.),seduplicaron 481 mil documentos a partir de 1855 originales; se dio acceso a 20 mil personas del público diariamente y se atendió a un total de 57 mil visitantes oficiales. Los principales artículos que se consumieron en los comedores de las delegaciones, en kilogramos, fueron los siguientes: 62 115 de nueve clases de aderezos; 9 925 de tres tipos de azúcar; 76 780 de carnes de aves (pollos, pavos y patos); 118 706 de carne de res, ternera, carnero, cerdo y fiambres; 31811 de pescados y mariscos frescos y enlatados; 9 568 de flanes, gelatinas y pudines; 214 694 de frutas frescas; 17 275 de frutas en almíbar; 14938 de granos y semillas; 9567 de cinco variedades de harina; 3 102 de crema y 10 827 de ¡eches condensada, descremada, evaporada y en polvo. Se utilizaron, además 836040 huevos y 68855 litros de leche pasteurizada y homogeneizada. 178 179 El Club Internacional, inaugurado el 15 de septiembre de 1968, presentó 24 funciones de¡ Festival Mundial de¡ Folklore; 25 veladas ofrecidas por la Asociación Nacional de Actores y 9 representaciones organizadas por la Dirección de Acción Social de¡ Departamento de¡ Distrito Federal. Para las competencias de vela escenificadas en el puerto de Acapulco, la Villa Olímpica se localizó en el Hotel Caleta. En ella se alojaron 503 atletas, entrenadores, capitanes de equipo y jefes de delegación de 43 países que contaron además con servicios médicos. El subcentro de prensa funcionó en el Hotel Club de Pesca, en donde se proporcionó alojamiento y alimentación a los reporteros. Para las pruebas ecuestres, llevadas a efecto en Avándaro, Valle de Bravo, el Motel Avándaro constituyó la Villa Olímpica para los 139 miembros de las 13 delegaciones inscritas. Contaba con Casa Club, en donde se instalaron las oficinas administrativas, locales comerciales, baños, vestidores, bar cubierto, terrazas, sala-comedor e instalaciones de cocina; el edificio “Aquarine”, fue adaptado como Subcentro de Prensa. Estuvieron a disposición de los huéspedes canchas de tenis, alberca, chapoteadero, así como “greens” de golf. Los reporteros fueron alojados en el Motel Refugio del Salto, próximo al escenario de competencias. Las ciudades de Puebla, león y Guadalajara, contaron con servicios similares a los descritos. Los precios de alojamiento, en todos los casos, fueron igualados con los de las Villas de la Ciudad de México. La Villa Olímpica fue proyectada como un complejo autosuficiente capaz de proveer a todas las necesidades de los participantes. En la capilla (derecha) se celebraban los ritos de las principales religiones. Los locales concesionados, S, sujetos a un severo control de precios, vendían diversos artículos, mientras que el servicio de información dispuso una mesa para cada deporte. Las excavaciones hechas en la Villa Olímpica descubrieron una parte del centro ceremonial de Cuicuilco, cubierto por la lava del Xitle desde el primer milenio A.C. Una de las pirámides, restauradas bajo la dirección de los arqueólogos, preside los entrenamientos de los atletas. (Estos campos de entrenamientos estaban equipados exactamente igual que los de competencias). Los pintorescos conjuntos folklóricos se reunían en Villa Coapa antes y después de las numerosas funciones que daban en la ciudad. Aparecen en esta página (arriba, izqui- erda) un grupo de huicholes del norte de México; otro de peruanos (izquierda, centro), de la República Dominicana (izquierda abajo), cantantes de Nigeria (arriba) y una baila- rina del Ballet de Guinea (enfrente). Entre los entrenamientos y competencias, los atletas jugueteaban y se divertían dentro y alrededor de la alberca de agua tibia del Club Internacional. Las instalaciones de este popular club, en constante uso durante los juegos, patrocinaron la amistad entre los participantes de tan diversos países. Si las salas de juego del Club Internacional fueron escenario de competencias extra-olímpicas, el clima de alegría de los salones dio pie a encuentros más significativos. Tenía también este Club, una cafetería, dos auditorios, o incluso, un pequeño museo con las piezas rescatadas en las excavaciones de Cuicuilco. Los residentes de Villa Coapa se reúnen en la explanada central en la que se colocó una plataforma para los espectáculos culturales. Los edificios que rodean la plaza alojaron 3474 habitaciones disponibles para el periodo de los Juegos. En un salón de ensayos (arriba) las bailarinas del Ballet de Dinamarca hacen los ejercicios de barra previos al ensayo. 27 INVESTIGACIÓN “Las Villas Olímpicas. Capítulo 7” en Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada, México 68 (1969), México.
  • 28. 28 El Comité Olímpico Mexicano seleccionó la zona sur- poniente de la ciudad como la más adecuada, ya que la sede para la inauguración y clausura sería el Estadio de Ciudad Universitaria, al cual denominaron como Estadio Olímpico México 68. La celebración de los juegos impul- só la construcción de obras de arquitectura, principalmente las deportivas, como el Palacio de los Deportes de Félix Candela, Enrique Castañeda y Antonio Peyrí; la Alberca y el Gimnasio Olímpico por Manuel Rosen, Edmundo Gutiérrez Bringas, Antonio Recamier y Javier Valverde; el Velódromo y la Ciudad de los Deportes en la Magdalena Mixhuca; el Canal de Cuemanco y las adaptaciones al Estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria de la UNAM, obra de Augusto Pérez Palacios, con murales de Diego Rivera. Para atender el alojamiento de los deportistas invitados y representantes de la prensa se solicitó el apoyo del Banco Nacional de Obras y Servicios, Sociedad Nacional de Cré- dito (Banobras), organismo gubernamental encargado de la construcción de vivienda de interés social, el cual tenía pre- supuesto para construir conjuntos habitacionales, de los cuales se acordó construir dos: la Unidad Habitacional Villa Olímpica Libertador Miguel Hidalgo y la Unidad Habitacio- nal Villa Olímpica Narciso Mendoza. La primera villa fue el primer conjunto habitacional cerrado en la Ciudad de México. Su diseño (urbanización de calles, plazas, agua drenaje, alumbrado; 29 torres de 10 niveles y 904 departamentos; administración, oficinas del comité, escuela pre-primaria, primaria, edificio de control y registro, oficina administrativa y villa olímpica deporti- va] rompió con los antiguos modelos de las colonias y los grandes multifamiliares que se habían construido —régi- men de propiedad en condominio— y fungió como uno de los detonadores de la expansión del surponiente de la Ciu- dad de México sobre las tierras de delegaciones más dis- tantes. Fue proyectada por los arquitectos Agustín Hernán- dez, Manuel González Rul, Ramón Torres, Carlos Ortega y Héctor Velázquez como un espacio funcional, con un len- guaje arquitectónico propio y con un espacio urbano de alta calidad donde se gestaron nuevas formas de vivir y pensar la ciudad. El segundo conjunto habitacional se denominaría Con- junto Habitacional Narciso Mendoza, que se caracterizaría por tener la oferta más grande de tipos diferentes de vivien- da en México. Está compuesto por siete supermanzanas, y en tres de ellas se localizaron las primeras viviendas termi- nadas que fueron entregadas a sus propietarios en el ter- cer trimestre de 1968. Durante las olimpiadas se destinaron 2 mil 828 viviendas al alojamiento de los cronistas de pren- sa, jueces, árbitros, artistas y personal administrativo que participó en los juegos. Inicialmente, su diseño fue conside- rado para alojar a una población total de 53 mil 500 habi- tantes en 9 mil 244 viviendas. En cada supermanzana se consideraron áreas destinadas a servicios comerciales, edu- cativos y recreativos. La superficie libre que incluye a las vialidades y a las áreas verdes, representa casi las dos ter- ceras partes del total del terreno (62.8 por ciento), mientras que la superficie ocupada por los edificios es la restante (37.18 por ciento). El área destinada a los servicios educa- tivos corresponde a 4.36 por ciento y a la de los servicios complementarios representa 3.71 por ciento. En ambos casos no cabe duda que el compromiso de las autoridades mexicanas para realizar los XIX Juegos Olím- picos mostró a un México moderno y capaz de generar mo- delos para otros países, al planificar y realizar obras que tuvieron plena justificación por la utilidad social en la vida y desarrollo normal del país. * Publicado originalmente en AYALA, Enrique, VARGAS, J. Concepción y ÁLVAREZ, Gerardo (2017), La construcción de la Ciudad de México si- glos XIX y XX. Barrios colonias y fraccionamientos, “Unidad habitacional Villa Olímpica Libertador Miguel Hidalgo. Historia, estructura y arqui- tectura”, México, UAM, pp. 237–257; y AYALA, Enrique, VARGAS y ÁLVA- REZ, Gerardo (2013) El espacio habitacional en la arquitectura moder- na. Colonias, fraccionamientos, unidades habitacionales, equipamiento urbano y protagonistas, “Conjunto Habitacional Narciso Mendoza Villa Coapa, México, UAM, pp. 219–233. Villa Olímpica Libertador Miguel Hidalgo Acervo Histórico Fundación ICA, 1969–1970
  • 30. LA CIUDAD EN LA CIUDAD Juan José Kochen
  • 31. 31 INVESTIGACIÓN Unidad Habitacional El Rosario | J. Paul Getty Trust, Julius Shulman Photography Archive, Research Library, Getty Research Institute
  • 32. 32
  • 33. 33 INVESTIGACIÓN El Infonavit construyó ciudades. Su historia fundacional sería producto y consecuencia de movimientos sociales, modelos de unidades habitacionales y necesidad de vi- vienda plural. En 1961, la revista francesa L’Architecture d’Aujourd’hui publicó un número sobre el “hábitat” en el que promovía el debate sobre las nuevas formas de habitabi- lidad y distribución espacial. El tema no sólo formó parte de la agenda política para resolver espacios habitables. Dos años después, en 1963, la Comisión de Urbanismo del Distrito Federal rindió un informe presentado en las Jor- nadas Internacionales de Arquitectura, en el que hizo un recuento de las colonias y los conjuntos habitacionales construidos desde finales de los cuarenta hasta ese año como parte de incipiente programa de “remodelación urba- na”. El objetivo era mejorar las condiciones de habitabilidad de las ciudades hacia una dinámica de regeneración que permitiese que las familias que habitaban zonas de “tugu- rios” pudieran integrarse a regiones “urbanísticamente ade- cuadas”, haciendo desaparecer las primeras. Entre 1963 y 1964 se realizaron grandes proyectos de infraestructura que fueron trascendentales para la Ciudad de México. Mientras se inauguraba el Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco, también se abrían las puertas del Con- junto Habitacional San Juan de Aragón, la Unidad Habi- tacional Adolfo López Mateos, la creciente e informal Ciu- dad Nezahualcóyotl, y en otro frente, el Instituto Politécnico Nacional de Zacatenco, el Museo de Antropología, el Mu- seo de Arte Moderno, el Museo de Historia Natural y el Museo de la Ciudad de México, entre otros referentes urba- nos que cerraban el sexenio de López Mateos. Nonoalco- Tlatelolco —que en 1968 sería asociado con el siguiente mandatario, Gustavo Díaz Ordaz— como macro-conjunto habitacional es lo más cercano a una realización cabal de cuanto fuera propuesto por el movimiento moderno. Con mil habitantes por hectárea, 75 por ciento de área verde y to- dos los servicios integrados en los edificios, se planeó para 15 mil viviendas distribuidas en edificios multifamiliares de distintas alturas; alta densidad conformada por bloques de vivienda monolítica. En cambio, San Juan de Aragón surgió como respuesta a la voluntad por mejorar las condiciones de grupos de po- blación de bajos ingresos reubicando a 120 mil colonos, de los cuales 70 mil pertenecían al Cerro del Tepeyac y 50 mil más a otras áreas periféricas. En mil hectáreas se desarro- lló todo el conjunto de 18 mil viviendas unifamiliares alre- dedor de un gran parque con espacios verdes incluyendo zona habitacional, centro vecinal, centro de barrio, centro comercial y campos deportivos. Se consideró a la vivien- da como un generador de patrimonio familiar; un cambio de rumbo con relación a lo que se había hecho en años ante- riores. La estructura general consistió en un grupo de uni- dades vecinales y supermanzanas, cada una de ellas con servicios establecidos alrededor de un gran centro comercial y cultural. En “Razones de nuestro desarrollo formal urbano” (re- vista Calli 9, 1963) Domingo García Ramos destacaría la serialización de este conjunto teniendo en cuenta las expe- riencias de la vivienda obrera que concentraba los servicios y las instalaciones fomentando un cambio en el curso de la brújula al destinar vivienda a una clase social de menores recursos, a diferencia de los multifamiliares y unidades ve- cinales construidos en años anteriores para la clase media o “burocrática”. García Ramos pondría sobre la mesa que la modificación al parámetro de la densidad tiene sus límites dadas ciertas circunstancias culturales que no se habían sopesado del todo y consideraba que la conviven- cia unifamiliar sería el límite ideal para ciertos estratos de la población mexicana. Como respuesta a las experiencias acumuladas de vivienda, y un híbrido entre la ciudad dentro y fuera de la ciudad, este modelo sería el inicio de muchos otros cons- truidos en los años sesenta con diversidad habitacional y alturas medias como la Unidad Habitacional John F. Kennedy, la Villa Olímpica Libertador Miguel Hidalgo, la Villa Olímpica Narciso Mendoza, la Unidad Cuitláhuac, Lomas de Sotelo, Lindavista-Vallejo, La Patera, El Altillo, la Unidad Habitacional Plateros, Torres de Mixcoac y la Uni- dad Habitacional Morelos, entre otras, hasta las primeras unidades habitacionales construidas en los setenta por el Infonavit. ¿Qué cambió para entonces? En el tercer cuarto del siglo XX, los cimientos de la mo- dernidad mexicana mutarían su forma de coerción. Si bien cuatro organismos fungieron como la base con la cual el Estado intervino en la “solución” del problema de la vivien- da en nuestro país —la Dirección de Pensiones Civiles, el Banco Nacional Hipotecario y de Obras Públicas, el Insti- tuto Mexicano del Seguro Social y el Instituto Nacional de la Vivienda—, un nuevo actor replanteó las reglas del juego. El tablero mostraba multifamiliares, unidades vecinales, conjuntos habitacionales, conjuntos urbanos y ciudades satélite. En tanto, la nueva partida estaría supeditada por el movimiento obrero que levantaría las banderas para exigir el cumplimiento del artículo constitucional 123, que señala la obligación de los patrones de proporcionar viviendas en renta a sus trabajadores, así como la obligación de dotarlos de escuelas, servicios médicos y un conjunto de satisfac- tores colectivos. Durante 53 años se habían evitado los pro- cedimientos con los cuales hubiera sido posible materiali- zar este objetivo, por lo que se presentó una propuesta de modificación constitucional.
  • 34. 34
  • 36. 36 Tres eran los impedimentos para aplicar la ley: dificulta- des en las empresas para asumir la carga económica, dife- rencias entre las empresas que obstaculizaban la existencia de una ley que contemplara a todas, y contrastes salariales entre regiones. Las propuestas de solución promovieron una incipiente asociación público-privada en la cual las empresas afronta- ran su responsabilidad de forma mancomunada y no inde- pendientemente, haciendo extensiva la obligación a todos los patrones, de tal manera que no hubiera excepción a la regla evitando la relación personal de cada patrón con el trabajador. A su vez, se priorizó la adquisición de vivienda por encima del alquiler y el texto constitucional modificado estableció mecanismos para utilizar recursos financieros y crediticios al crear un fondo nacional de vivienda que cons- tituyera depósitos en favor de los trabajadores para estable- cer un sistema de financiamiento que permitiera obtener crédito accesible y suficiente para adquirir la propiedad. Así, en abril de 1972, se creó el Infonavit para la coordi- nación y realización de estos objetivos. Se establecieron cuatro líneas de crédito que subsistieron hasta 1992: adqui- sición de vivienda financiada por el instituto, adquisición de vivienda financiada por terceros, construcción de vivien- da en terreno propio, y crédito para pago de pasivos ad- quiridos por cualquiera de los conceptos anteriores. De tal manera, la política nacional de vivienda se instrumentó me- diante un esquema que construiría y adjudicaría vivienda por vía de los sectores laborales. No sólo cambiaría la es- tructura del Estado benefactor paternalista sino el futuro de la habitación. El crecimiento poblacional y los movimientos migratorios trajeron como consecuencia un fuerte incremento del par- que habitacional: de 8.2 millones de viviendas registradas en el censo de 1970 se pasó a 16.2 millones registradas en 1990. El incremento demográfico fue puntal para la metás- tasis urbana. El país dejó de ser mayoritariamente rural; 57.4 por ciento de la población residía en áreas urbanas, lo cual generó una expansión del territorio urbano y, ante la demanda de vivienda, se dio un crecimiento informal por dos razones: en primera, la producción de vivienda ocupó individual o colectivamente terrenos sin urbanizar, por lo general en la periferia de las ciudades y al margen de los reglamentos de construcción, sin asesoría técnica, legal o administrativa; y en segunda, por el surgimiento de la fi- gura del constructor social organizado que solía tener ase- soría de organizaciones no gubernamentales. En este contexto, el Infonavit mostró su músculo como constructor. La Unidad Habitacional El Rosario fue uno de sus primeros desarrollos urbanos de gran escala. Para en- tonces el Instituto había construido las unidades de Izta- calco, Vicente Guerrero, La Esmeralda y las primeras sec- ciones de Culhuacán y Cuautitlán Izcalli. La construcción de El Rosario duró nueve años, de 1974 a 1983, y se diseñó a partir de bloques de vivienda unifamiliar y dúplex, así como edificios multifamiliares, espacios comunales y diver- sos equipamientos, entre ellos, dos grandes lagos. La dife- rencia sustancial radicó en el número de viviendas. Se pasó de proyectos para 20 y 30 mil personas a un conjunto pen- sado para 100 mil habitantes, de 5 mil a 16 mil viviendas. El plan maestro de 200 hectáreas, posiblemente el único proyecto colectivo de tal magnitud posterior a Ciudad Uni- versitaria, estuvo a cargo de Ricardo Legorreta, con edificios de Pedro Ramírez Vázquez, Juan Sordo Madaleno, Augusto H. Álvarez, Enrique Carral, Vladimir Kaspé y equipamien- to urbano-paisajístico de Luis Sánchez Renero, Pedro Span y Mario Schjetnan. Sus premisas de diseño: repetición de unidades; industrialización de elementos y componentes; tipos de vivienda según costo; análisis de vivienda existen- te; flexibilidad de la vivienda; integración de locales comer- ciales; procesos constructivos e instalaciones. Al norte del Valle de México, entre Azcapotzalco y el Estado de México, El Rosario se convirtió en una zona comercial y habitacional. Pensado como una gran ciudad con escuelas, jardines de niños y comercios medianos en las intersecciones de andadores que comunican diversos barrios, con paradas de transportes urbanos y circulaciones perimetrales, el con- junto incluyó “plazas de barrio”, valles y áreas verdes. En un documento titulado La ciudad en la ciudad, publi- cado por el Patronato Cultural del Infonavit con motivo de la inauguración del conjunto en 1974, se describía el ideal urbano de la unidad con metáforas, recursos literarios y extractos de poemas que en su momento mostraron los fundamentos de la ciudad del mañana. El texto de la pu- blicación haría referencia a una ciudad con distintas ciu- dades que mostraba una alternativa ante el caos urbano, las descomunales horas de traslado y la saturación de las peri- ferias. Se presumía un “proyecto urbanístico poco común, una ciudad dentro de la ciudad… una ciudad requiere un tiempo… requiere de varios tiempos… un tiempo para cons- truirla, otro para habitarla y otro más para adaptarse a ella y para moldearla con el carácter propio de sus habitan- tes… Nos propusimos construir una ciudad. Supimos que la casa es adentro y es afuera. Es el techo, el lugar cubierto, los lugares de estar, de descansar; también las plazas, los jardines, los pasos a desnivel, los sitios para jugar y para aprender; los servicios municipales”. El modelo de ciudad pregonado sería más que una unidad habitacional. Se priorizaría a la calle con función informa- tiva, simbólica y de esparcimiento, la circulación peatonal y los lugares de encuentro para manifestarse en ella. De igual
  • 37. 37 INVESTIGACIÓN forma, en “El Rosario. Dónde vives y cómo vives”, se vin- culaba al habitante con las reglas de civismo y armonía en la unidad: “Te encuentras vivienda en la Unidad Habitacional El Rosario. Eso ya lo sabías desde que aquí llegaste. Pero qui- zás viniste de un punto lejano o de un ambiente muy dis- tinto y tu costumbre apenas está naciendo. Si miras a tu alrededor encontrarás espacio y más espacio construido o en construcción. Edificios de viviendas, centros de activida- des diversas, para los servicios que requieres, plazas, calles, lagos, todo en un ámbito que define tu estancia y tu paso, y el de tus familiares. Vives en un edificio determinado, en un departamento o en una casa. Es lo tuyo. Pero también vi- ves en todo este espacio, con tantos edificios y puntos de encuentro y de cruce, con los vecinos. Con ellos convives. Por eso has de considerar tuyo no sólo tu sala y tus habita- ciones, tu cocina y tus ventanas, sino cuanto lo rodea, que viene a ser como la sala grande de tu casa. Lo que usas para llegar a tu casa, cuanto desde ella ves en los límites de esta unidad habitaciones, que es, más grande que un pueblo, como una ciudad en aledaños de la gran ciudad rebosante de gentes. Es tuyo como parte también tú de ello, porque pertenece a todos, a los 110 o 120 mil personas que vivirán, conviviendo, contigo en El Rosario. Aunque claro, tu casa, tu departamento, es solo tuya, de los tuyos”. El conjunto ha evolucionado y envejecido con infinitos cambios en más de cuatro décadas fomentando estrategias de apropiación, aunque no siempre óptimas. Con 16 mil vi- viendas, el paradigma de la densidad se modificó y adaptó a la realidad social, dando pauta a una ciudad intraurba- na de escala metropolitana. La regulación de propiedades, mantenimiento y conservación de espacios públicos así como la gestión vecinal, la llegada del Metro en los ochenta, la inseguridad y el crecimiento poblacional han sido pro- blemas recurrentes. A pesar de esto, El Rosario y los prime- ros conjuntos del Infonavit marcarían su fundación como constructor de ciudades hasta los años noventa. En sus primeras dos décadas el Instituto construyó 228 mil 806 viviendas en 256 conjuntos habitacionales. Se decía que “el Infonavit seguirá siendo una actitud de cambio mental en favor de la clase trabajadora por ser un instrumento de justicia social y vigilante permanente de la marcha de un organismo revolucionario” (Informavit no. 5, novena época, México, Infonavit, 1987). En el pensamiento antiguo griego, el fundador de la ciudad, llamado equista, recibía la inspiración divina sobre cuándo, dónde y cómo sería la ciudad creada. De tal for- ma, el rito fundacional se iniciaría con un plano trazado so- bre un solar que a su vez reflejaba la estructura del mundo, comprendida entre el movimiento de las esferas celestes y su proyección en la Tierra. “La ciudad en su historia es el experimento perenne para dar forma a la contradicción, al conflicto”, escribe Massimo Cacciari en La ciudad. La revo- lución de la vivienda debiese ser cuestión de tres. La res- ponsabilidad es compartida pues mientras uno financie, otro construya y venda, y otro adquiera y habite, la vivienda seguirá siendo un problema de cuatro muros, a diferencia de la vivienda colectiva de la modernidad pensada y proyec- tada extramuros. El equista no debe ser un inmobiliario en solitario. A pesar de los contornos y la suma de buenas in- tenciones, la nueva política de vivienda necesita menos metros cuadrados y más espacio común. El porvenir de las ciudades exige otro tipo de ecuación. Referencias Cacciari, Massimo (2010), La ciudad, Barcelona, Gustavo Gili. Calli, Revista del Colegio Nacional de Arquitectos de México, “Habitaciones Colectivas”, No. 1, México, Distrito Fede- ral, 1960, pp. 23–26. González Pozo, Alberto (1996) “Las ciudades: el futuro y el olvido”, en González Gortázar, Fernando (1996), La ar- quitectura mexicana del siglo xx, México, Conaculta, p. 308 Gómez Mayorga, Mauricio (1949) “El problema de la ha- bitación en México: realidad de su solución”, en revista Arquitectura México No. 27. Infonavit (1993) “Avance del tren de vivienda de 1973 al 31 de diciembre de 1993 para el D.F. y el Estado de Mé- xico”, Sistema Integral de Información, México. Infonavit (1974) La ciudad en la ciudad. Unidad Habitacio- nal El Rosario, México, Patronato Cultural del Infonavit. Minaya, Fernando (2017) “Conjunto Habitacional El Rosa- rio” en Ayala, Enrique; Vargas Concepción J. y Álvarez Gerardo (2017) La construcción de la Ciudad de México, siglos XIX y XX. Barrios colonias y fraccionamientos, Mé- xico, UAM, pp. 259–270. Schteingart, Martha y Graizbord, Boris (coord.) (1998) Vivienda y vida urbana en la Ciudad de México. La acción del Infonavit, México, El Colegio de México. Schteingart, Martha (2001) Los productores del espacio habitable. Estado, empresa y sociedad en la Ciudad de México, México, El Colegio de México. Valenzuela, Alfonso (2014) Urbanistas y visionarios. La planeación de la ciudad de México en la primera mitad del siglo xx, México, Porrúa.
  • 39. 39 INVESTIGACIÓN El problema de la densidad habitacional en la zona intraurbana de la Ciudad de México desde el espacio público debiese significar una relación intrínseca y simbiótica con la misma vivienda. Si se les atiende juntos, es un beneficio mutuo para la ciudad y el habitante. La vivienda está conformada por más que cuatro paredes y un techo; su ámbito de conceptualización comprende que el espacio interior tiene una relación con el exterior inmediato hacia donde se extiende / expande, se relaciona / integra y se complementa / adi- ciona. En la relación entre vivienda y espacio público urbano existe el potencial desarrollado entre ambos: un elemento de transición y un espacio público intermedio concebido como común y colectivo a nivel de barrio. Esta cualidad permite extender actividades diarias domésticas en las que el usuario-habitante acaba de satisfacer las necesidades que empiezan adentro, desde la privacidad de su vivienda y posible extensión a través de recorridos que tienen como meta destinos y servicios en los que se llevan a cabo ciertas activi- dades o encuentros sociales. El espacio público visto como un elemento que integra y articula a la vivienda, y otros usos de suelo, aporta un potencial de habita- bilidad y la posibilidad de una ciudad de alta densidad intraurbana. ¿Por qué es importante el espacio público para la vivienda? El espa- cio público es prioridad para la estrecha necesidad que tiene la vivienda como producto de calidad; en tanto mejor atienda las nece- sidades de la población con la que está estrechamente vinculada, la vivienda se enriquece de ello y permite a su vez que se apliquen conceptos de “ciudad compacta” y “redensificación de la ciudad central” a través de vivienda intraurbana. Es el espacio público, en sus niveles urbano e inmediato o colectivo, el elemento clave que podría permitir que esto suceda al ser el que contiene en su ha- ber una de las características indispensables para su relación con otros usos de suelo.
  • 40. 40 40 Para entender como elemento clave la relación entre el espa- cio público y la vivienda, es necesario analizar el vínculo que existe entre la ciudad y la vivienda, entendiendo que, siguiendo a Aldo Rossi en La arquitectura de la ciudad, “la ciudad está conformada por partes, por formas y por características; estas características son la síntesis de funciones y de valores. […] Entonces, la ciudad está distinguida en partes diversas y, desde el punto de vista formal e histórico, constituyendo hechos urbanos complejos”. Si bajamos la escala de análisis hacia las partes de la ciudad, las cuales se dife- rencian unas de otras, y lo aplicamos a la Ciudad de México, con- cebida como una “ciudad de ciudades”, la complejidad aumenta y se enriquece, siendo que cada una de éstas está constituida a la vez por una diversidad de áreas caracterizadas como “barrios”. Si las viviendas se reducen en dimensiones, se requieren mejores elementos que respondan a un “diagnóstico de barrio”, como lo ase- guraba José María Gutiérrez en su metodología habitacional. Esto permite atender los elementos clave que necesitan ser considerados para así aumentar la densidad intraurbana e incluso permitir cierta reducción en la dimensión de sus espacios interiores siempre y cuan- do se compense con la existencia de un espacio público comunal de calidad que ofrezca y conecte cómodamente con lo que no se tiene en la vivienda. Si no hay espacio suficiente para estudiar se requiere de una biblioteca cercana; si no se cuenta con un área de lavado y planchado, se requiere de una lavandería o tintorería; si no se tiene tiempo y espacio para comer, se requieren restaurantes diversos y accesibles; si no se tiene donde jugar se necesita un parque, y así sucesivamente, completando lo que por sus reducidas dimensiones no se puede ofrecer en un departamento. Es importante que existan elementos que refuercen la privaci- dad de las viviendas para que sea muy fácil identificar lo que es privado y lo que es público. Esto ayuda a que exista un espacio de
  • 41. 41 INVESTIGACIÓN transición entre ambos, ya sea un espacio común, cualidad muy rescatable y de la que gozan las unidades habitacionales, conjuntos de vivienda, vecindades, fraccionamientos o privadas. “Reforzar la privacidad” es mejorar las condiciones de habitabilidad, y si esta necesidad de “privacidad” se satisface, se puede disfrutar mejor el afuera y lo público aportando el espacio necesario para conciliar el “sentido de comunidad” que promueve el civismo y la convivencia con un potencial de armonía entre sus usuarios-habitantes, per- mitiéndoles una mejor apropiación del espacio que resulte en una identificación positiva. Entonces, ¿qué papel juega el espacio público con relación a la vivienda? Las dinámicas urbanas en la Ciudad de México han cambiado y cuentan con una gran influencia en las dinámicas glo- bales. Siendo estos cambios más rápidos de lo que puede cam- biar para adaptarse y acogerlos en la ciudad construida, la inercia de operatividad, la concepción de sus proyectos, así como de la materialización de éstos a través del desarrollo de su construcción, son algunos ejemplos de lo que no logra cambiar a la par de las nuevas dinámicas urbanas. Por otro lado, el cambio de lo urbano radica en una población que sigue creciendo pero, sobre todo, en la demanda de hogares unipersonales. A esto habrá que sumar el rezago habitacional existente que aumenta el número necesario de unidades de vivienda, a la vez que cambia la dinámica en la que se han concebido las viviendas. El tiempo que pasamos dentro de la vivienda también se reduce simplemente por el hecho de que el habitarla no permite realizar y satisfacer todas las actividades por sí mismo sino que requiere diná- micas fuera de ella. Todos estos cambios en el modus viviendi se reflejan en el tipo de viviendas que se demandan y afectan la forma en la que concebimos a la ciudad como tal. De tal forma, la vivienda no requiere grandes dimensiones si cumple con una condicionante
  • 42. 42 42 importante: que la persona que habita una compacta unidad de vivienda pueda establecer vínculos y actividades fuera de su vivien- da casa; de manera sencilla, cómoda y práctica. La calidad de la vivienda es prioritaria al salir de la vivienda, al cruzar la puerta en umbrales de espacio público hacia la ciudad. El modus vivendi contemporáneo de “ciudad informacional”, como una revolución tecnológica de proporciones históricas, está transformando las dimensiones fundamentales de la vida humana: el tiempo y el espacio. Los nuevos descubrimientos científicos y las innovaciones industriales están ampliando la capacidad pro- ductiva de las horas de trabajo, a la vez que suplantan la distancia espacial en todos los ámbitos de la actividad social. Fenómeno que demanda una estrecha relación con una “ciudad vital”, las cuales para existir necesitan estructuras urbanas compactas, una densi- dad razonable de población, distancias óptimas para ser recorribles a pie o en bicicleta y una buena cualidad espacial urbana. Como lo refiere Gutiérrez en el “diagnóstico de barrio” antes mencionado, al existir cambios en la distancia espacial de las actividades de los ciudadanos se demanda vitalidad en las ciudades para mantener la calidad de vida. Para lograr esto se debe contrarrestar el tiempo que se pasa inmerso en el trabajo y/o en casa, a veces sin la necesi- dad de relacionarse físicamente e incluso sin la necesidad de mo- verse de la computadora o el celular. El hecho de que una persona pueda pasar gran parte del día en un mismo espacio desarrollando todas sus actividades para satisfa- cer sus necesidades básicas permite pensar en lo compacto e indica que se debe atender con mucha más atención el espacio público que conecta estos núcleos celulares del habitar. La carencia de lo público se debe apuntalar como potencial oportunidad con nuevas estrategias para la ciudad, no sólo de mejoramiento de lo existente sino de diseño y planeación de origen.
  • 43. 43 INVESTIGACIÓN Es abrazar una nueva forma de hacer vivienda, analizarla, entenderla y atenderla. El espacio público se vuelve clave en la aso- ciación de la vivienda con la ciudad, en su relación con el espacio privado (hogar o de trabajo) y el encuentro con satisfactores a sus necesidades básicas y de esparcimiento que ayuden y fortalezcan a la vivienda como un recinto habitable, y sólo entonces, con carac- terísticas de compactación y alta densidad. Unidad Infonavit Iztacalco, 1973 Centro de Información Documental Biblioteca Infonavit
  • 45. 45 INVESTIGACIÓN En los últimos cincuenta años, el área metropolitana de la Ciudad de México se ha triplicado y alrededor del 60 por ciento de su territorio (Connolly 2005) se ha conformado mediante procesos de urbanización popular que, hoy en día, muestran una diversidad de paisajes urbanos en la ciudad. Sin embargo, desde 1980 el creci- miento demográfico de su área metropolitana ha estado muy por debajo del crecimiento de la superficie urbanizada, lo cual se ha de- bido al empobrecimiento continuo de los trabajadores desde la cri- sis de 1982, causando movimientos de relocalización de los sectores populares —en busca de mejores oportunidades— hacia las perife- rias de la ciudad, principalmente al norte y oriente de la Ciudad de México (Hiernaux & Lindón 2000). La urbanización popular, aquella que hoy en día domina la super- ficie construida de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, más que ser un crecimiento urbano espontáneo e improvisado, es un crecimiento urbano evolutivo que presenta múltiples variaciones en sus procesos de consolidación. Estos son determinados por la interrelación histórica de las condiciones económicas, políticas, geo- gráficas, ambientales, espaciales y socioculturales específicas de cada lugar, lo cual se refleja en el carácter provisional o definitivo de sus construcciones y su entorno. Asimismo, los asentamientos populares del área metropolitana presentan distintas formas de ocupación del espacio y grados de densidad de acuerdo con las características de su contexto físico, la economía de sus habitantes, la relación de su territorio con la ciudad central y los procesos sociopolíticos detrás de la regularización de la tierra. Tal es el caso de la conformación y expansión urbana del asentamiento popu- lar del municipio Valle de Chalco Solidaridad,1 el cual se ubica al suroriente de la Ciudad de México y ha sido resultado de un conjunto de procesos interdefinibles que, con el paso de los años, han dictado sobre la transformación sociohistórica y espacial de su territorio pasando de un paisaje natural a un paisaje urbano. 1 El municipio de Valle de Chalco Solidaridad forma parte de la re- gión del valle de Chalco, delimitada principalmente por el área del fondo plano del Lago de Chalco y que se configuró hasta 1994 por cinco municipios: Chalco, Chicoloapan, Chimalhuacán, Ixtapaluca y La Paz. En este año el municipio de Chalco se dividió para crear el sexto municipio de la región: Valle de Chalco Solidaridad. Actual- mente, consta de una zona urbana que ocupa el 59 por ciento de su superficie, mientras el resto del territorio corresponde a uso agríco- la y pecuario, distribuido en grandes extensiones de lagunas y áreas susceptibles a inundaciones.