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INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA
Aspectos colaborativos desde Wikipedia
Índice general
1 Economía 1
1.1 Microeconomía y macroeconomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
1.2 Objeto de estudio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2
1.3 Definiciones de Economía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2
1.3.1 Definición objetiva clásica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2
1.3.2 Definición objetiva marxista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2
1.3.3 Definición subjetiva o marginalista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2
1.3.4 Definición sistémica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
1.4 Economía normativa y economía positiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
1.5 Principales escuelas del pensamiento económico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
1.6 Economía para filósofos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
1.7 Véase también . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
1.8 Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
1.9 Enlaces externos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
2 Economía clásica 5
2.1 Orígenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
2.2 Características de la escuela clásica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
2.2.1 Metodología de los clásicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
2.2.2 Objetivos o áreas de interés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
2.3 Doctrinas y “leyes económicas” clásicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
2.3.1 Asunciones generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
2.3.2 Principales “leyes” económicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
2.4 Problemática y legado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
2.4.1 Economía como la ciencia lúgubre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
2.4.2 Dicotomía clásica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
2.4.3 La cuestión de la cantidad del circulante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
2.4.4 El asunto del valor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
2.5 Citas y referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
2.6 Véase también . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
2.7 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
2.8 Enlaces externos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
2.9 Texto e imágenes de origen, colaboradores y licencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
i
ii ÍNDICE GENERAL
2.9.1 Texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
2.9.2 Imágenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
2.9.3 Licencia de contenido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Capítulo 1
Economía
Alegoría de la economía, de José Alcoverro (1902-1905), en Ma-
drid.
La economía (del latín oeconomĭa, y este del griego
οἰκονομία[1]
[oikonomía], de οἶκος [oikos], «casa», y
νόμος [nomos], «ley») es la ciencia social que estudia:
• La extracción, producción, intercambio,
distribución, consumo de bienes y servicios.
• La forma o medios de satisfacer las necesidades hu-
manas mediante los recursos disponibles, que siem-
pre son limitados.
• Con base en los puntos anteriores, la forma en que
individuos y colectividades sobreviven, prosperan y
funcionan.
A quien estudia y analiza la economía profesionalmente
se le conoce como economista.
Entendiendo lo expresado anteriormente se podría defi-
nir la economía como la ciencia que estudia «cómo se
organiza una sociedad para producir sus medios de exis-
tencia que, distribuidos entre sus miembros y consumi-
dos por ellos, permiten que la sociedad pueda producir-
los de nuevo y así sucesivamente, proveyendo con ello,
de una forma constantemente renovada, la base material
para el conjunto de la reproducción de la sociedad en el
tiempo».[2]
La economía se vale de la psicología y la filosofía para
explicar cómo se determinan los objetivos; de la historia
que registra el cambio de objetivos en el tiempo, de la
sociología que interpreta el comportamiento humano en
un contexto social y de la política que explica las relacio-
nes que intervienen en los procesos económicos.
1.1 Microeconomía y macroecono-
mía
La economía para su estudio se divide en dos campos:
microeconomía y macroeconomía.
• La microeconomía se refiere al estudio de las elec-
ciones que hacen individuos, empresas y gobier-
nos, denominados “agentes económicos"; es decir,
su comportamiento ante la escasez. La microecono-
mía explica cómo se determinan variables como los
precios de bienes y servicios, el nivel de salarios, el
margen de beneficios y las variaciones de las ren-
tas. Los agentes económicos tomarán decisiones in-
tentando obtener la máxima satisfacción o utilidad
posible.
• La macroeconomía se refiere al estudio del funcio-
namiento de la economía nacional y global. Analiza
las variables agregadas, como el monto total de bie-
nes y servicios producidos, el total de los ingresos, el
nivel de empleo, de recursos productivos, la balanza
de pagos, el tipo de cambio y el comportamiento ge-
neral de los precios.
1
2 CAPÍTULO 1. ECONOMÍA
1.2 Objeto de estudio
El objeto de la economía es estudiar la distribución de los
bienes económicos, considerando los procesos de produc-
ción, comercialización, distribución y consumo de éstos
para satisfacer las necesidades del ser humano. En otras
palabras, analiza las decisiones relacionadas entre los re-
cursos de los que se dispone (limitados) y las necesida-
des que cubren (ilimitadas aunque jerarquizadas), de los
individuos reconocidos para tomar dichas decisiones. El
objeto de la economía es muy amplio, pues abarca el es-
tudio y análisis de los siguientes hechos:[3]
• La forma en que se fijan los precios de los bienes y
de los factores productivos (tierra, trabajo, capital y
habilidades empresariales) y cómo se utilizan para
asignar los recursos.
• El comportamiento de los mercados financieros y la
forma en que se asigna el capital en la sociedad.
• Las consecuencias de la intervención del Estado en
la sociedad y su influencia en la eficiencia del mer-
cado.
• La distribución de la renta y propone los mejores
métodos de ayuda a la pobreza sin alterar los resul-
tados económicos.
• La influencia del gasto público, los impuestos y el
déficit presupuestario del Estado en el crecimiento
de los países.
• Como se desarrollan los ciclos económicos, sus cau-
sas, las oscilaciones del desempleo y la producción,
así como las medidas necesarias para mejorar el cre-
cimiento económico a corto y a largo plazo.
• El funcionamiento del comercio internacional y las
consecuencias del establecimiento de barreras al
libre comercio.
• El crecimiento de los países en vías de desarrollo.
1.3 Definiciones de Economía
Antes de definir la economía como ciencia, es necesario
mencionar que en la economía hay diferentes puntos de
vista, según el enfoque que se adopte. Sin embargo, des-
tacan dos: el enfoque objetivo y el enfoque subjetivo; por
lo tanto, sobresalen la definición objetiva y la definición
subjetiva, que refieren a dos teorías del valor (objetivo y
subjetivo, respectivamente).
1.3.1 Definición objetiva clásica
Los clásicos no hablaron de economía, sino de economía
política, de la misma manera que los mercantilistas tra-
taron de aumentar el fondo de capital productivo de la
nación, también con el fin de aumentar la capacidad de-
fensiva de la nación pero, combatiendo las políticas mer-
cantilistas, trataron de lograrlo con un libre intercambio.
La riqueza de las naciones (An Inquiry into the Nature and
Causes of the Wealth of Nations, en el original en inglés)
tiene pocos aspectos originales, pero su visión de conjun-
to ha influido mucho sobre los economistas posteriores.
Wealth en esos tiempos significaba un fondo de capital
productivo.[4]
Para un programa de crecimiento, Smith propone, en las
primeras frases de su obra mayor:
• Reducir el trabajo improductivo, o sea el trabajo que
no vuelve a ser insumo del próximo ciclo productivo,
principalmente el consumo de los terratenientes que
viven de rentas. Este concepto Smith lo debe a los
fisiócratas con quienes estaba en París.
• Aumentar los mercados para facilitar una mayor
división de trabajo. Este concepto incluye especiali-
zaciones, mejoras tecnológicas e inventos. La com-
petencia, es decir, la imitación de tecnologías supe-
riores, hace que la división de trabajo baje los pre-
cios, aumente los ingresos reales y el poder de com-
pra que a su vez permite profundizar todavía más la
división de trabajo. Respecto al trabajo improducti-
vo, esto es, una mercancía o un servicio que no for-
mara parte del próximo ciclo productivo, la división
de trabajo no es importante, ya que el precio menor
no es un insumo más barato del ciclo productivo que
reduce el nivel general de precios.
1.3.2 Definición objetiva marxista
La definición clásica de la corriente objetiva marxista es
de Friedrich Engels, quien señala: La economía política es
la ciencia que estudia las leyes que rigen la producción, la
distribución, la circulación y el consumo de los bienes ma-
teriales que satisfacen necesidades humanas. Karl Marx
a su vez señala que la economía es la ciencia que estudia
las relaciones sociales de producción. También se le lla-
ma “la ciencia de la recta administración”, opuesta a la
crematística. La corriente objetiva marxista se basa en el
materialismo histórico, se refiere al concepto del valor-
trabajo, por lo que el valor tiene su origen objetivo en
la cantidad de trabajo requerido para la obtención de los
bienes. Y es histórico porque concibe el capitalismo co-
mo una forma u organización social correspondiente a un
determinado momento histórico. Esta definición ha en-
gendrado una corriente de pensamiento económico que
hoy día se le conoce como la economía política.
1.3.3 Definición subjetiva o marginalista
La definición clásica de la orientación subjetiva o margi-
nalista es de Lionel Robbins, quien afirma: La economía
1.6. ECONOMÍA PARA FILÓSOFOS 3
es la ciencia que se encarga del estudio de la satisfacción
de las necesidades humanas mediante bienes que, siendo
escasos, tienen usos alternativos entre los cuales hay que
optar.
1.3.4 Definición sistémica
Desde otro punto de vista la economía puede considerar-
se un ámbito de comunicación bien definido. Esto sig-
nifica que la economía es el medio de comunicación en
el cual se forman los sistemas económicos. En esta pers-
pectiva los sistemas económicos son sistemas sociales en
los cuales las comunicaciones que se reproducen son co-
municaciones sobre compensaciones o pagos. Aquellas
comunicaciones que tienen sentido económico, se repro-
ducen en los sistemas económicos, aquellas que no tienen
sentido, se rechazan. Esta visión sociológica de la econo-
mía procura comprender la economía como un aspecto
integral de la sociedad.
1.4 Economía normativa y econo-
mía positiva
En las ciencias se distingue entre el análisis de lo que es
y de lo que debiera ser, la economía distingue entre eco-
nomía positiva que estudia lo que es, en esta rama eco-
nómica las proposiciones pueden demostrarse erróneas
según las observaciones reales. Por el contrario la econo-
mía normativa estudia lo que debiera ser, así este enfoque
depende de los juicios de valor de las personas.
1.5 Principales escuelas del pensa-
miento económico
• Escuela escolástica
• Escuela mercantilista
• Escuela fisiocrática
• Escuela clásica
• Escuela marxista
• Escuela austríaca
• Escuela neoclásica
• Escuela keynesiana
• Escuela neokeynesiana
• Escuela postkeynesiana
• Escuela monetarista
• Escuela de Chicago
• Escuela estructuralista
• Economía solidaria
1.6 Economía para filósofos
La economía, para Aristóteles, es la ciencia que se ocu-
pa de la manera en que se administran unos recursos o
el empleo de los recursos existentes con el fin de satisfa-
cer las necesidades que tienen las personas y los grupos
humanos.
Su objeto de estudio es la actividad humana y, por tan-
to, es una ciencia social. Las ciencias sociales se diferen-
cian de las ciencias puras o naturales en que sus afirma-
ciones no pueden refutarse o convalidarse mediante un
experimento en laboratorio y, por tanto, usan una diferen-
te modalidad del método científico. De aquí su compleji-
dad y alto nivel de incertidumbre, valiéndose de aproxi-
maciones, o al menos definiendo la tendencia en el com-
portamiento de las variables económicas. Por otra par-
te, el sujeto de estudio es altamente dinámico, por lo que
es arriesgado aventurarse a predecir sus comportamientos
con precisión. Por otra parte, las nociones que derivan de
lo que “debe ser” la economía son propias de la economía
normativa y, como tales, no pueden probarse.
La ciencia económica está siempre justificada por el de-
seo humano de satisfacer sus propios fines. Este aspec-
to de la definición propuesta por Robbins es discutible
y probablemente es el que menos se ha desarrollado en
toda la historia del análisis económico salvo, acaso, por
la Escuela Austríaca y especialmente para la producción
de otros bienes y servicios. Este concepto de coste, más
allá del puro concepto monetario, es propio de los eco-
nomistas y se conoce como coste de oportunidad. Para
asignar los recursos debe existir un criterio que permita
comenzar a realizar las pruebas sociales y económicas.
1.7 Véase también
• Distribución de la riqueza
• Economía política
• Política económica
1.8 Referencias
[1] «economía», Diccionario de la lengua española (vigésima
segunda edición), Real Academia Española, 2014.
[2] Arrizabalo, Xabier. «El imperialismo, los límites del ca-
pitalismo y la crisis actual como encrucijada histórica».
En Economía política de la crisis. Madrid: Editorial Com-
plutense, 2011. Pág. 81.
4 CAPÍTULO 1. ECONOMÍA
[3] Samuelson, Paul; Nordhaus, William (2001). Macroeco-
nomía (15.ª edición). McGraw-Hill. ISBN 8448106482.
[4] Cannan menciona: “the older British economist’s ordinary
practice of regarding the wealth of a nation as an accumu-
lated fund"; Cannan, E., 1937, Editor’s Introduction, in:
Adam Smith, An Inquiry into the Nature and Causes of
the Wealth of Nations, Random House; p. lvii.
1.9 Enlaces externos
• Portal:economía. Contenido relacionado con
Historia del pensamiento económico.
• Wikimedia Commons alberga contenido multi-
media sobre Economía. Commons
• Wikinoticias tiene noticias relacionadas con
Economía.Wikinoticias
• Wikiquote alberga frases célebres de o sobre
Economía. Wikiquote
• Wikcionario tiene definiciones y otra informa-
ción sobre economía.Wikcionario
• El Diccionario de la Real Academia Española tiene
una definición para economía.
• Enciclopedia de Economía de Eumednet.
Capítulo 2
Economía clásica
Portada del libro de Adam Smith, La riqueza de las naciones.
La economía clásica es una escuela de pensamiento eco-
nómico cuyos principales exponentes son Adam Smith,
Jean-Baptiste Say y David Ricardo. Es considerada por
muchos como la primera escuela económica moderna. In-
cluye también a autores como Karl Marx, Thomas Mal-
thus, William Petty y Frédéric Bastiat, algunos incluyen,
entre otros, a Johann Heinrich von Thünen. Habitualmen-
te se considera que el último clásico fue John Stuart Mill.
El término “economía clásica” fue acuñado por Marx pa-
ra referirse a la Economía ricardiana –la economía de
Ricardo y James Mill y sus antecesores– pero su uso se
generalizó para describir también tanto a los seguidores
de Ricardo y Mills como a todos los influidos por las
percepciones generales de esos autores,[1]
incluido Marx
mismo.[2]
2.1 Orígenes
Normalmente se toma como comienzo de la economía
clásica la publicación, en 1776, de la obra de Adam Smith
Una investigación sobre la naturaleza y causas de la rique-
za de las naciones —más conocido como La riqueza de
las naciones–. La escuela estuvo activa hasta mediados
del siglo XIX. A pesar de su rechazo al mercado libre, la
escuela de economía más grande que todavía se adhiere
a las formas clásicas es la escuela marxista. Sin embargo,
la Nueva economía clásica esta fuertemente influida por
las percepciones generales de la escuela.
Además de la obra de Smith, se considera que los textos
fundamentales de la economía clásica son los Principios
de economía política y tributación de Ricardo (1814)[3]
y
los Principios de economía política, con algunas de sus
aplicaciones a la filosofía social, de John Stuart Mill
(1848)[4]
ambas fueron obras de uso generalizado en las
cátedras de “economía política” hasta la introducción de
los Principios de economía de Alfred Marshall (1890).
Otro texto cuya importancia no puede ser ignorada es El
Capital, de Marx (1867).
Los economistas clásicos intentaron explicar el creci-
miento y el desarrollo económico. Elaboraron sus teorías
acerca del “estado progresivo” de las naciones en una épo-
ca en la que el capitalismo se encontraba en pleno auge
tras salir de una sociedad feudal y en la que la revolución
industrial provocaba enormes cambios sociales.
Los economistas clásicos reorientaron la economía, ale-
jándose del análisis previo que se centraba en los intere-
ses personales del gobernante y/o las clases gobernantes.
El fisiócrata François Quesnay y Adam Smith, por ejem-
plo, identificaron la riqueza de la nación con el producto
nacional bruto, en lugar de con la tesorería del rey o del
estado. Smith veía este producto nacional como derivado
del trabajo aplicado a la tierra y al capital. Ese producto
nacional se divide “naturalmente” entre trabajadores, te-
rratenientes y capitalistas, en la forma de salario, renta e
interés.
La economía clásica fue desplazada en gran parte por
escuelas de pensamiento marginalistas, que derivaba su
concepto de valor de la utilidad marginal que los con-
sumidores encontraron en un bien en lugar del costo de
5
6 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA
los gastos envueltos en producirlo. Sin embargo, algu-
nas de las percepciones clásicas fueron incorporadas en
la escuela neoclásica, que se inició en el Reino Unido a
partir del trabajo de Alfred Marshall.
2.2 Características de la escuela
clásica
2.2.1 Metodología de los clásicos
La metodología de los clásicos estaba fuertemente influi-
da por los desarrollos científicos tempranos,[5]
derivados
de Newton y la tradición crítica o analítica trazable a
Kant.[6]
Los clásicos buscaban fundar sus posiciones en el estu-
dio empírico o de la realidad a fin de formular, general-
mente, modelos conceptuales que les permitieran enun-
ciar leyes naturales relevantes al área de estudio,[7]
conse-
cuentemente utilizaban extensiva, pero no exclusivamen-
te, el razonamiento inductivo.[8]
Lo anterior parece sugerir, en general, una concepción
“estática” de las relaciones económicas, en el sentido
que esas se basan o deben a leyes las que, al igual que
las leyes físicas, se supone son eternas y universales. Pe-
ro eso no se debe interpretar como significando que se
carezca de cualquier “flexibilidad” o “libertad” en rela-
ción a los procesos o el sistema que implementan esas
leyes sino más bien como una sugerencia que, si las le-
yes son conocidas y explotadas, dan origen, en las pala-
bras de Smith, a "... planes muy diversos en la manera
general de emplearlo, pero no todos estos planes condu-
cen igualmente a incrementar el producto. La política de
unas naciones ha fomentado extraordinariamente las ac-
tividades económicas rurales, y la de otras, las urbanas.
Difícilmente se encontrara una nación que haya tratado
con la misma igualdad e imparcialidad esas distintas ac-
tividades. Desde la caída del Imperio Romano la política
de Europa ha favorecido más las artes, las manufacturas
y el comercio, actividades económicas propias de las ciu-
dades, que la agricultura, actividad económica rural. En
el Libro tercero se explican las circunstancias que dieron
origen a esa política, y aconsejaron aplicarla.”. Dado un
plan exitoso se obtiene: “La gran multiplicación de pro-
ducciones en todas las artes, originadas en la división del
trabajo, da lugar, en una sociedad bien gobernada, a esa
opulencia universal que se derrama hasta las clases infe-
riores del pueblo. Todo obrero dispone de una cantidad
mayor de su propia obra, en exceso de sus necesidades,
y como cualquier otro artesano, se halla en la misma si-
tuación, se encuentra en condiciones de cambiar una gran
cantidad de sus propios bienes por una gran cantidad de
los creados por otros; o lo que es lo mismo, por el pre-
cio de una gran cantidad de los suyos. El uno provee al
otro de lo que necesita, y recíprocamente, con lo cual se
difunde una general abundancia en todos los rangos de la
sociedad.”[9]
El asunto de si es posible o no considerar las “leyes econó-
micas” como leyes naturales permanece en la actualidad
(principios de segunda década del siglo XXI, y a partir
del análisis de Alfred Marshall[10]
) debatido.[11][12]
2.2.2 Objetivos o áreas de interés
Como es generalmente aceptado[13]
la economía o escue-
la clásica tiene las siguientes áreas de interés.
• El foco de atención son los grupos o clases de indivi-
duos. La economía clásica (llamada economía polí-
tica) estudia lo que determina los salarios recibidos
por los trabajadores en general más que lo que cada
trabajador individual recibe; o qué ocasiona que la
tasa de ganancia suba o baje, más que los factores
que ocasionan la ganancia de una empresa particu-
lar, etc.
• Interés en la generación e incremento de la riqueza
general o de las naciones[14][15]
—lo que ahora se co-
noce como Crecimiento económico—. El aumento
en la riqueza era conceptualizado debido a la gene-
ración de lo que desde los tiempos de los fisiócratas
se llamaba plusvalía. Por ejemplo, el resultado de
la producción agrícola es –generalmente– superior
a la semilla usada. Esa cantidad “extra” es plusvalía
e implica que la riqueza ha aumentado. Esa genera-
ción de plusvalía es percibida como dependiente, no
solo de los factores de producción sino de una multi-
tud de elementos y fenómenos tales como la formas
de organización e intercambio de los mismos, tanto
a nivel empresarial como social. El famoso ejemplo
de la fabricación de alfileres de Adam Smith mues-
tra como una nueva forma de organización de la pro-
ducción lleva a una producción superior o extra a la
obtenida anteriormente, sin uso de recursos -trabajo,
bienes de capital, etc- adicionales (ver División del
trabajo). Adicionalmente a partir de los clásicos el
como el gobierno se aproxime a las actividades pro-
ductivas, por ejemplo, permitiendo o restringiendo
la libertad de comercio, no puede ser ignorado en el
análisis económico.
2.3 Doctrinas y “leyes económicas”
clásicas
Es necesario notar que no todos los clásicos compartían
la totalidad de ya sea estas asunciones generales y leyes
económicas o la interpretación de ellas. Sin embargo, los
clásicos como escuela si pueden ser caracterizados por
ellas.[16]
2.3. DOCTRINAS Y “LEYES ECONÓMICAS” CLÁSICAS 7
2.3.1 Asunciones generales
• Doctrina del interés propio o Egoísmo psicológico.
Los clásicos asumen que la motivación básica y na-
tural de los individuos es el interés propio. Los pro-
ductores producen no porque deseen hacer el bien,
sino porque les conviene. Los consumidores com-
pran no porque les interese el bienestar de los pro-
ductores, sino porque consideran que lo que com-
pran les es útil, etc. (ver, por ejemplo: Ética en David
Hume ).
• Doctrina de la racionalidad de los individuos. La ca-
racterística principal de los seres humanos es que
son animales racionales. Las personas actúan —o
consiguen sus objetivos— más efectivamente cuan-
do lo hacen de acuerdo a la razón (ver Racionalismo
y Empirismo).
• Doctrinas de la competencia y la cooperación. Los
individuos persiguen racionalmente sus intereses a
veces compitiendo y a veces cooperando. Smith en-
fatizo las ventajas de la competencia individual, su-
giriendo que esos intereses competitivos individua-
les convergen, como dirigidos por una "mano invi-
sible", en el interés común (Doctrina de la armonía
de los intereses). Ricardo[17]
y esos influidos por el
(especialmente Marx[18]
), se centraron en la compe-
tencia de grupos o clases (ver lucha de clases). Stuart
Mill promovió las ventajas de la cooperación.[19]
• Doctrina del trabajo como fuente de toda riqueza y
valor. Por ejemplo, Adam Smith comienza su “La
riqueza de las naciones” estableciendo que “El tra-
bajo anual de un país es el fondo que originalmente
le proporciona todas las cosas necesarias y conve-
nientes para la vida y que anualmente consume; y
esas cosas son siempre ya sea el producto inmediato
de ese trabajo, o lo que es comprado en otros países
con ese producto.”.[20]
• Doctrina del desarrollo o progreso. A partir de
Turgot los procesos económicos son percibidos co-
mo teniendo lugar en tiempos históricos, lo que lle-
va a los clásicos a una concepción de progreso evo-
lutivo. (ver “La madurez de la idea del progreso:
el aporte francés” en progreso). Todos los clásicos
avanzan teorías de etapas de desarrollo económico
social, las que generalmente, pero no siempre (ver
Malthusianismo) culminan en una etapa de abun-
dancia y bienestar general. Esas etapas a su vez pue-
den ser sub divididas en momentos o estadios, el
todo basado en la aplicación (intencional o no) de
leyes económicas. Así, por ejemplo, en el esquema
de Smith la progresiva división del trabajo está es-
trechamente relacionada con otros dos fenómenos:
la acumulación de capital y la extensión gradual del
mercado. La acumulación de capital permite alcan-
zar grados de especialización cada vez mayores y es-
to da lugar a un aumento continuo de la productivi-
dad del conjunto de factores productivos.[21][22]
• Doctrina de la mínima distorsión de actividades eco-
nómicas. Si las “leyes económicas” son leyes natura-
les cuya aplicación conduce a la eficiencia económi-
ca, a lo menos que se distorsione su funcionamien-
to, lo más eficiencia. Los procesos económicos eran
considerados como capaces de autoregulación, en
otras palabras, las fuerzas económicas por si mis-
mas dirigirán la producción, intercambio y consu-
mo a su nivel más eficiente. Esto generalmente se
interpreta, en la actualidad — pero no del todo
correctamente,[23]
como significando “mínima in-
tervención estatal”, laissez faire o Mercado libre: a
lo menos gobierno, lo mejor. La acción del estado
debe confinarse a enforzar los derechos individuales
(especialmente el de propiedad), proveer la defensa
nacional y algunos servicios públicos de interés ge-
neral (justicia, algunos tipos de educación, etc.).
2.3.2 Principales “leyes” económicas
• Ley de Petty y Ley de Engel: El progreso técnico
reduce los costos de transporte, lo que aumenta los
ingresos (o poder de compra de los mismos) de la
población en general y expande y transforma el mer-
cado, facilitando así el crecimiento urbano y la ex-
pansión de la producción.
• Ley de los mercados: La riqueza depende de la
producción. Cuantos más bienes se produzcan, más
bienes existirán, que constituirán una demanda pa-
ra otros bienes, lo que tiende a una situación (que
los clásicos denominaban Estado progresivo) en la
cual todos los recursos se emplean al máximo, a be-
neficio general.
• Ley de la oferta. Dado que ciertos bienes se pueden
vender (en otras palabras: dada la existencia de de-
seo por ciertos bienes) el “valor de cambio” o precio
de los mismos depende de la oferta. Si hay un so-
lo productor, o los productores actúan en conjun-
to, los precios serán los de monopolio (es decir, los
más altos posibles). Si hay varios productores y hay
competencia, los precios decaerán al límite posible:
el costo de producción o precio natural[24]
(Teoría
del valor como costo de producción) (nótese que ese
precio natural incluye los “salarios” tanto del trabajo
como del capital y los recursos naturales, incluyendo
la renta financiera). No es que los clásicos ignoraran
la demanda, es que no la consideraban importante en
el largo plazo: “Por abundante que sea la demanda,
nunca puede elevar permanentemente el precio de
una mercancía sobre los gastos de su producción, in-
cluyendo en ese gasto la ganancia de los productores.
8 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA
Parece natural por lo tanto buscar la causa de la va-
riación del precio permanente en los gastos de pro-
ducción. Disminuyase esos y (el precio de) la mer-
cadería debe finalmente decaer, aumentense y segu-
ramente subirán. ¿Qué tiene todo eso que ver con la
demanda?".[25]
En otras palabras: asumiendo com-
petencia, los productores están forzados a reducir el
precio al mínimo posible, de lo contrario arriesgan
no vender mientras sus competidores venden todo.
(Estas cuatro leyes se pueden ver
como justificando el optimismo de
muchos clásicos, a partir de Smith,
en el sentido de creer que el pro-
greso conduce a la “opulencia ge-
neral”, creencia que sus críticos —
por ejemplo, Veblen, Schumacher;
etc — llaman “teoría del más es
mejor"- ver también Economía del
estado estacionario).
• Teoría del valor-trabajo: El valor de un bien o ser-
vicio está dado por la cantidad de trabajo empleado
en la producción de ese bien o servicio.
• Ley de los rendimientos decrecientes: se refiere a la
disminución paulatina de los rendimientos económi-
cos -especialmente la tasa de ganancia- en la medida
que, manteniendo el resto de factores constantes, se
añadan cantidades adicionales de un recurso especí-
fico. La asunción general es que tanto la expansión
de la población como el avance tecnológico lleva al
uso de recursos cada vez más difíciles de explotar, o
menos productivos. Dado que los precios por lo me-
nos no aumentan, sigue que la producción/ganancia
debe decaer.[26]
• Ley de hierro de los sueldos: los salarios reales tien-
den “de forma natural” hacia un nivel mínimo, que
corresponde a las necesidades mínimas de subsis-
tencia de los trabajadores. Cualquier incremento en
los salarios por encima de este nivel provoca que las
familias tengan un mayor número de hijos y por tan-
to un incremento de la población, y el consiguiente
aumento de la competencia por obtener un empleo
hará que los salarios se reduzcan de nuevo a ese mí-
nimo.
2.4 Problemática y legado
2.4.1 Economía como la ciencia lúgubre
La visión del futuro a largo plazo de muchos de los clási-
cos era más bien pesimista. Eso llevó a muchos a calificar
la disciplina de ser la ciencia lúgubre.[27]
Esto no se de-
be, como muchos asumen,[28]
solo a la visión de Malthus
sino más bien a una generalizada en la escuela.[29]
En las
palabras de Heinrich Sieveking:
Los enciclopedistas del siglo XVIII, y con
ellos los fisiócratas y Smith, opinaban que
todas los miserias que azotaban al mundo
eran provocadas por las leyes e instituciones
absurdas y erróneas de los hombres. Todo se
repararía con sólo dar libre curso a la Natura-
leza. Los horrores de la Revolución francesa
dieron un categórico mentís a este optimismo.
No es que se dejara de proseguir en la labor
de investigación de las leyes naturales que
presiden la evolución social, pero en lugar
de verlas a través de un prisma de esperanza
optimista, aparecieron como una resignación
pesimista. En este terreno se sitúa Malthus.
Su libro sobre la población fue publicado
como réplica a la Inquiry concerning political
justice and its influence on general virtue and
happiness, de Godwin (1793). Mientras éste
esperaba el alivio de las miserias humanas en
la observancia del Derecho natural, Malthus
trataba de demostrar que no pocas miserias
que azotan al género humano se fundamentan
precisamente en la naturaleza de las cosas.
[30]
El problema no era únicamente el hecho que el aumen-
to de la población lleva — debido a la competencia en-
tre aquellos que buscan trabajo — a la aparición y man-
tención de la ley de hierro de los salarios (situación exa-
cerbada por los avances tecnológicos que requieren cada
vez menos trabajadores) sino también a la disminución
progresiva de recursos naturales. Adicionalmente la ley
de rendimientos decrecientes implica que en general el
avance tecnológico conduce a una situación en la cual la
producción de bienes será cada vez más fácil en términos
de esfuerzo de los trabajadores, pero más difícil en tér-
minos sociales: se estarán usando recursos cada vez me-
nos productivos, utilizando máquinas incrementalmente
más complejas, que necesitan menos trabajo directo pero
cantidades crecientes de energía,[31]
etc. Esta situación ha
llevado a Serge Latouche a sugerir: “desde los años 1970
los costes del crecimiento (cuando los hay) son superiores
a los beneficios. Las ganancias de la productividad espe-
rada son nulas, o casi nulas.”[32]
Por ejemplo, tanto el aumento de la población como los
avances tecnológicos hacen necesario y posible la explo-
tación con fines agrícolas de terrenos que son incremen-
talmente más difíciles de trabajar y menos productivos.
Pero, y obviamente, la tierra no es un recurso infinito.
En algún punto, si la población continúa aumentando, no
importa cuales sean los avances tecnológicos y la produc-
tividad agrícola, no habrá lo suficiente para alimentar a la
población. Lo mismo se puede decir de no solo otros re-
cursos naturales sino también del trabajo: el avance técni-
2.4. PROBLEMÁTICA Y LEGADO 9
co reduce la cantidad de trabajo necesaria para producir
los bienes de consumo. Aún si la población se mantiene,
esto no puede sino conducir a una situación en la cual no
habrá necesidad de la cantidad de trabajo necesario pa-
ra que las personas puedan ganar lo suficiente como para
obtener sus necesidades.
A menos, agrega Stuart Mill, que la población limite su
crecimiento, pero aun así, por lo menos algunos bienes
naturales eventualmente se extinguirán.
Los ejemplos que Stuart Mill da son más bien simplistas,
pero innegables. Por ejemplo, sugiere que las pieles de
algunos animales árticos no estarán, en el futuro, dispo-
nibles para el consumo general. Esos productos coman-
daran, por lo menos, un precio especial, de escasez. Esto
implica que el progreso, en lugar de llevar a una situación
de prosperidad general, llevará a una situación de escasez
incremental. Por lo menos en relación a ciertos produc-
tos en la actualidad considerados de lujo (pieles, marfil,
seda, etc) ese futuro es nuestro presente. (Véase también:
Economía del estado estacionario).
Pero, como se ha sugerido, el argumento se aplica no solo
a artículo de consumo. En 1865, Jevons se pregunta por
cuánto tiempo podría Gran Bretaña continuar siendo una
nación industrializada, teniendo en cuenta que la crecien-
te demanda de carbón mineral implica que este dejaría de
estar disponible para fines industriales en las cantidades
necesarias en un plazo menor a un siglo. “Somos sabios,”
se preguntaba retóricamente, “en permitir que el comer-
cio de este país se incremente más allá del punto en que
podamos mantenerlo?" (ver The Coal Question).
Esa es una visión que, a largos rasgos, aún se mantiene.
Esa es la verdadera tragedia de los comunes. En las pa-
labras de David Attenborough: “Mañana habrá un cuarto
de millón de personas más sentándose a la mesa, esperan-
do alimento, agua, energía; y pasado mañana otro cuarto
de millón y el día después otro cuarto de millón más....
el crecimiento de la población debe detenerse para poder
ofrecer 'una vida decente' a todos.”.[33]
A pesar de lo anterior, los clásicos en general (incluyendo
Malthus) tenían una visión más bien optimista, creyendo
que la racionalidad llevaría al control del crecimiento de
la población necesario para evitar el descenso a la miseria
general. (la mejor exposición al respecto se encuentra en
Stuart Mill, Principios, libro IV, Influence of Progress).
Adicionalmente, por lo menos algunos creían que el desa-
rrollo técnico llevaría (como de hecho ha sucedido) al re-
emplazo de los recursos naturales que se agoten ya sea
con otros recursos naturales o incluso con recursos ma-
nufacturados. Por ejemplo, Friedrich Engels sugiere: “Y
sin embargo, todavía hay un tercer factor, que no cuenta
para nada con los economistas, es verdad — a saber, la
ciencia, y el avance de la ciencia es tan ilimitado y por lo
menos tan rápido como el de la población. ¿Qué parte del
progreso de la agricultura en este siglo se debe solo a la
química, y de hecho, a solo dos hombres — Sir Humphry
Davy y Justus Liebig?. Pero la ciencia se multiplica por
lo menos tanto como la población: la población aumen-
ta en relación con el número de la última generación, la
ciencia avanza en relación a la cantidad total de conoci-
miento legado por la última generación, y por lo tanto,
en las condiciones más comunes también en progresión
geométrica — ¿qué es imposible para la ciencia?[34]
Sin embargo permanece una llamada de atención sobre la
creciente escasez de tierras de cultivo. En 1960 había una
media hectárea de buena tierra cultivable por persona en
el mundo — lo suficiente para mantener una dieta europea
razonable. En la actualidad, sólo hay 0,2 de hectárea para
cada uno. En China, es sólo el 0,1 de hectárea, debido a
sus dramáticos problemas de la degradación del suelo.[35]
2.4.2 Dicotomía clásica
Los clásicos creían que las variables “nominales” o mo-
netarias y las “reales” o físicas pueden ser analizadas
independientemente.[36]
Por ejemplo, se proponía que co-
sas tales como el producto y ganancia real pueden ser ana-
lizadas sin considerar a sus contrapartidas nominales: el
valor monetario de esa producción y la tasa de ganancia.
Uno de los efectos más importantes de esa asunción,
especialmente a niveles introductorios en la disciplina,
es que permite simplificar el estudio de los fenómenos
económicos.[37]
La dicotomía puede ser definida como la tentativa de ex-
plicar los fenómenos económicos exclusivamente en fun-
ción de variables económicas, excluyendo, entre otras, las
variables monetarias, lo que lleva, obviamente, a la bús-
queda de factores que permitan explicar lo económico
sin referencia a tales aspectos “externos”, incluyendo los
monetarios.[38]
Esto se ve claramente en la famosa Ley de Say, que pa-
rece sugerir que la única función del dinero es servir co-
mo medio de cambio, pero no influencia directamente ni
la producción ni la demanda. Partiendo de la base que
la producción y venta de bienes solo adquieren su sen-
tido cuando terminan en otra compra, completando así
una transacción económica, Say sugiere: “El dinero cum-
ple solo una función momentaria en ese doble cambio, y
cuando la transacción es finalmente concluida, siempre se
encontrara que un tipo de mercadería ha sido cambiada
por otra”. (J.B. Say, 1803[39]
).
Sigue que cualquiera fluctuación en el mercado “real” no
se debe a efectos monetarios sino a distorsiones o fallos
en el mismo.[40]
Pero esas distorsiones son meramente
locales y transitorias: en el largo plazo, las fuerzas eco-
nómicas, por si mismas, restorán un balance que implica,
de acuerdo a la ley de Say, que los factores económicos
están siendo usados plenamente. Percibir que el produc-
to es de equilibrio en el largo plazo impide que el dinero
tenga efectos reales en la economía.
Esto está muy cerca de decir que el dinero es “neutral”, en
el sentido que afecta solo aspectos nominales (por ejem-
10 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA
plo, los precios) pero no las variables reales (la produc-
ción). Es necesario notar sin embargo que, estrictamente,
la sugerencia de Say no propone neutralidad monetaria,
solo que no es racional mantener dineros ociosos.
Asumiendo neutralidad, la dicotomía sugiere que, a corto
plazo, las variables reales no reaccionan ante un cambio
en la política monetaria, y sólo son afectadas por cambios
en otras variables reales. Eso implica que la oferta agrega-
da debe ser perfectamente inelástica a cualquier perturba-
ción originada en la demanda agregada. Por ejemplo, en
una expansión monetaria, los precios absorben totalmente
el choque y la producción o crecimiento de la producción
se mantiene en su tasa natural. A largo plazo eso se repite
o, más apropiadamente, se mantiene, ya que el producto
siempre está en su nivel natural o de equilibrio, es decir,
que está en el nivel de pleno empleo de los recursos pro-
ductivos. Cualquier choque monetario es absorbido total-
mente por los precios, generando solamente inflación o,
quizás, deflación.[41]
Sin embargo, los clásicos, especialmente los tardíos, se
dieron cuenta que el dinero no es neutral en ese sentido.
Cambios en la cantidad de circulante afectan la tasa de
interés, lo que a su vez afecta la tasa de ganancia y, con-
secuentemente, decisiones acerca de inversión y ahorro,
lo que tiene efecto en la economía real. Aun así se es-
forzaron en mantener la dicotomía, buscando explicar el
efecto del dinero a través de otras variables, lo que pro-
duce una situación más bien confusa. En las palabras de
Stuart Mill:
Es perfectamente cierto que... una adición
a la moneda casi siempre parece tener el efecto
de bajar la tasa de interés;... porque está casi
siempre acompañada de algo que realmente
tiene esa tendencia”.... “aunque como moneda
estas adiciones monetarias no tienen un efecto
sobre los intereses, como préstamos si lo
tienen.
[42]
Todo lo anterior se expresa en dos áreas problemáticas
evidentes a través de toda la obra clásica: el problema
del dinero y el problema del valor.
La mayoría de las escuelas macroeconómicas actua-
les (incluyendo la Nueva Economía Keynesiana y los
Monetaristas) rechazan la dicotomía,[43]
dado que, pro-
fundizando la sugerencia de Stuart Mill, consideran que
la cantidad de circulante afecta los cálculos económicos
básicos, especialmente los relacionados con la tasa de in-
terés. Sin embargo, algunas versiones de la Nueva econo-
mía clásica y algunas escuelas heterodoxas la aceptan.
2.4.3 La cuestión de la cantidad del circu-
lante
Los clásicos, especialmente los tempranos, estaban fuer-
temente influidos por la Teoría cuantitativa del dinero
que heredaron de las posiciones de Locke[44]
' Hume.[45]
y Richard Cantillon.
Sin embargo, esa teoría no especifica claramente el como
se establece la relación entre el dinero y los bienes, es
decir, el como se establecen los precios. Generalmente se
sugería que el dinero (oro, plata, etc) es valuable “porque
tiene valor”[46]
(ver Ilusión monetaria y Fetichismo de la
mercancía). Esto dio origen a un debate prolongado pero
no cruento, acerca de la concepción del dinero.[47]
A partir de Ricardo, los clásicos empezaron a avanzar lo
que se puede denominar teoría del dinero como mer-
cadería, de acuerdo a la cual, el dinero (oro, plata) tiene
un valor el cual, al igual que cualquier otra mercadería,
depende de la cantidad de trabajo requerido para su ob-
tención. En las palabras de Ricardo:
Oro y plata, como todas las demás mer-
cancías, son valiosos sólo en proporción a la
cantidad de mano de obra necesaria para pro-
ducirlos y llevarlos al mercado... La cantidad
de dinero que puede ser empleado en un país
debe depender de su valor... Aunque el [papel
moneda] no tiene ningún valor intrínseco, sin
embargo, al limitar su cantidad, su valor de
cambio es tan grande como una denominación
igual de monedas metálicas, o lingotes de ese
metal.
[48]
Nótese que la teoría del dinero como mercadería (tam-
bién llamada “metalismo”) invierte, o por lo menos alte-
ra, la relación entre dinero y valor sugerida por la teoría
cuantitativa. De acuerdo a esa, el dinero genera los pre-
cios. Su exceso produce inflación, su falta, deflación. De
acuerdo a los metalistas, es la variación de los precios que
lleva, al igual que con cualquier otra mercadería, a las va-
riaciones en la cantidad de oro circulante: un aumento en
lo que se puede comprar con una cierta cantidad de oro
(deflación de otras mercaderías) da lugar a un aumento
en el circulante, que eventualmente puede llevar a res-
tablecer la paridad original o establecer una nueva (si la
relación oro con otros bienes no es la que había).
Puesto de otra manera. La producción de metales precio-
sos, al igual que cualquier otra mercadería, esta determi-
nada por la ganancia que se obtiene de su producción. Si
esa ganancia aumenta -se puede comprar más bienes con
el esfuerzo necesario para producir una cierta cantidad de
oro- habrá interés en dedicarse a producir oro. Eso lleva-
ra a un aumento en la cantidad disponible de ese metal.
Al igual que cualquier otro productor, los de metales pre-
ciosos (o los propietarios de dinero) llevaran su producto
2.4. PROBLEMÁTICA Y LEGADO 11
donde pueden conseguir mayores ganancias.
Lo anterior implica que el dinero (considerado en su can-
tidad, o dinero realmente circulando) depende del merca-
do. Si su “valor” (lo que se puede conseguir por una cierta
cantidad en relación al trabajo necesario para producir-
lo) aumenta, la cantidad de circulante aumentara “natu-
ralmente”. Y viceversa.
Sin embargo, los clásicos estaban conscientes que en cier-
tos momentos históricos había habido inflación. Si la can-
tidad de circulante depende naturalmente del mercado,
como podemos explicar eso? La situación se hizo urgen-
te dado que Inglaterra sufrió, durante las Guerras Na-
poleónicas, a partir de la década de 1790, un periodo
inflacionario,[49]
lo que llevó a un debate que en esencia
fue acerca del valor e incremento en la cantidad de dinero
que es suficiente para facilitar el comercio pero no tanto
como para causar inflación.
Dos posiciones o escuelas se hicieron evidentes: los lin-
gotistas (bullionist en inglés) y los bancarios.
La posición original (bancaria) se basa en lo que podría
ser llamada la doctrina de “documentos de Garantía real"
o respaldo hipotecario en castellano (Real bills doctrine en
inglés, Doctrine des effets réels en francés). Los bancarios
aducían que el respaldo del dinero en oro no es necesa-
ria, siempre y cuando el circulante emitido por los ban-
cos, especialmente como crédito, sea equivalente a depó-
sitos financieros (título de crédito, etc) respaldados por un
derecho real sobre bienes físicos tangibles y redimibles a
corto plazo (60 días era sugerido inicialmente). Dado esa
condición, los bancos podrían emitir tanto dinero como
fuera requerido por la economía sin producir inflación.
Esta teoría fue mantenida por, entre otros, Adam Smith
y James Mill.
La asunción general de esta posición es que, si el dinero
es solo un medio de cambio entre mercaderías, cualquier
cosa, incluyendo el papel moneda, puede servir como es-
tándar de valor, con el proviso que establezca una rela-
ción estable y aceptada por los que lo utilizan con el tra-
bajo necesario para producir bienes.[50]
Si un banco está
dispuesto a aceptar, por ejemplo, el título de propiedad
de una casa como garantía o pago, y el propietario de la
casa y otros están dispuesto a aceptar una “nota promi-
soria” ( billete de banco) de ese banco como pago por
sus bienes o propiedades, esos documentos han funciona-
do como dinero y, en la medida que no cambian ninguna
“variable real” esencial, no puede causar inflación por el
mero hecho que el respaldo, en lugar de ser una cierta
cantidad de oro en el banco sea el valor de algún bien
tangible. Después de todo, ambas “mercaderías” repre-
sentan o contienen la misma cantidad de valor o trabajo,
aquel necesario para producirlas. (Para Smith el proceso
depende crucialmente de la confianza que los banqueros
generen o adquieran[51]
).
Una propuesta similar fue adoptada eventualmente en
Alemania durante el período de la República de Weimar
con el Rentenmark y, durante el nazismo, con los llama-
dos “Bonos Mefo” (ver Economía de la Alemania nazi),
en ambos casos con gran éxito.
La posición alternativa, lingotista,[52]
era que la cantidad
de circulante (monedas y papel) debe ser equivalente, en
una proporción fija y estable, a la cantidad de metal pre-
cioso en los bancos. Si los bancos no están obligados a
convertir las notas en oro en una proporción cierta, van
a tener la tentación de emitir billetes en exceso a sus re-
servas de oro o plata en sus bóvedas. Esto conducirá a un
exceso de oferta de dinero, lo que llevara a varias distor-
siones, incluyendo la inflación. Para evitar todo eso, sos-
tuvieron, es necesario mantener una equivalencia estricta
entre la cantidad de circulante emitida por cualquier y to-
dos los bancos y la cantidad de oro y plata mantenido co-
mo respaldo. Esta posición, representada, entre otros, por
Ricardo, predomino hasta después de la Primera Guerra
Mundial. (ver patrón oro).
De acuerdo a esa posición, cualquier incremento en la
cantidad de oro o plata en un país dado llevaría a un in-
cremento en los precios en ese país, lo que significaría
que la moneda (metales preciosos) irían a algún otro lu-
gar, en el cual podría ser cambiada por bienes a una tasa
másmás favorable. Conversamente, una deficiencia en la
cantidad de oro causaría un caída local en los precios, que
llevaría a la exportación de bienes e importación de oro
o plata. Esto tendría el efecto que, a largo plazo, habría
una tendencia a mantener una relación estable del valor
(entendido como poder de compra) de esos metales.
John Stuart Mill sugirió[53]
una posición intermedia, de
acuerdo a la cual los bancos necesitan mantener solo una
cierta proporción de lo emitido como depósitos en oro
y/o plata, el resto pudiendo ser respaldado de acuerdo a
la doctrina bancaria. Esto podría quizás dar origen a una
cierta inflación, pero cualquier tendencia en esa dirección
llevaría a los poseedores de billetes a cambiarlos por me-
tálico, lo que forzaría a los bancos a redimir sus présta-
mos a fin de obtener el oro necesario para redimir sus
notas. Ambos procesos a su vez reducirían el circulante,
eliminado la inflación. Esta posición dio eventualmente
origen al sistema de banca de reserva fraccional que exis-
tió desde esa fecha[54]
y que existe en el presente en todos
los países industrializados. (Los depósitos en oro siendo
reemplazados por depósitos en dólares que, hasta 1971,
mantenía una relación fija, de 35 dólares por onza, con el
oro. A partir de esa fecha, los respaldos están constituidos
por las llamadas Moneda de reserva.- Ver Bancor).
Clarificando, Stuart Mill, a pesar que acepta en general
la teoría cuantitativa,[55]
sugiere que el problema no es
tanto la cantidad física de circulante, sino el crédito y las
compras (o demanda) (Stuart Mill consideraba que solo el
metálico era dinero propiamente tal. Billetes son pagarés
y, junto con otras notas promisorias -bancarias o indivi-
duales, ya sea “a la vista” (o “en demanda”) o a plazo- tales
como cheques, crédito “en libros” o “a cuenta”, etc, cons-
tituyen crédito.): “Pero ahora hemos encontrado que hay
otras cosas, tales como billetes de banco, letras de cambio
12 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA
y cheques, que circulan como dinero, y realizar todas las
funciones del mismo: y surge la pregunta: ¿Operan estos
sustitutos sobre los precios en el misma manera que el di-
nero en sí? Tiende un incremento en la cantidad de papel
transferible a aumentar los precios, de la misma manera
y grado que un aumento en la cantidad de dinero?...” “Ha
habido una gran cantidad de debates y argumentos sobre
la cuestión de si algunas de estas formas de crédito y, en
particular, si los billetes de banco, debe ser considerado
como dinero. El asunto es tan puramente verbal que ape-
nas vale la pena plantearlo, y uno tendría cierta dificultad
en comprender por qué se le atribuye tanta importancia, si
no hubiera algunas autoridades que, adhiriéndose todavía
a la doctrina de la infancia de la sociedad y de la econo-
mía política, que la cantidad de dinero en comparación
con la de los productos básicos, determina los precios en
general, creen que es importante demostrar que los bille-
tes de banco y no otras formas de crédito son dinero, a
fin de apoyar la inferencia que los billetes de banco y no
otras formas de crédito influyen sobre los precios. Es ob-
vio, sin embargo, que los precios no dependen del dinero,
sino de las compras. El dinero dejado con un banquero, y
que contra el cual no se creen débitos, o que sea debitado
para fines distintos a la compra de mercancías, no tiene
ningún efecto sobre los precios, al igual que un crédito
que no se utiliza. Crédito que se utiliza para la compra de
productos afecta a los precios de la misma manera que el
dinero. El dinero y el crédito están, pues, exactamente a
la par, en su efecto sobre los precios; y si optamos clasi-
ficar los billetes en una o la otra, es en este sentido por
completo indiferente.[56]
Conviene notar que este debate dio origen a otras dife-
rencias, más complejas, de opinión, diferencias que de
las cuales se ha alegado que “ aún hoy, hay lesiones im-
portantes a ser aprendidas”.[57]
Por ejemplo, a partir de
lo anterior el estudio de los efectos del crédito asume una
gran importancia, lo que dio, eventualmente, origen -a
través del trabajo de Knut Wicksell- al monetarismo y a
las concepciones modernas al respecto: si se regula apro-
piadamente el crédito, no habrá fluctuaciones monetarias
abruptas (ver agregado monetario y Oferta de dinero).
2.4.4 El asunto del valor
El otro aspecto problemático es el asunto del valor. Si
asumimos que los procesos productivos pueden ser ex-
plicados sin relación directa a consideraciones moneta-
rias tenemos que sugerir un método que permita evaluar-
los sin referencia a tales aspectos. La solución obvia se
encuentra en la plusvalía; es decir, al hecho que la finali-
dad de todo proceso productivo -en la medida que son de
interés a la ciencia económica- es producir más bienes o
“valor” que el empleado o gastado en el proceso mismo.
Un proceso económico será productivo en la medida que
el resultado, medido en bienes para uso y consumo, sea
superior a los empleados para producirlos, cualquiera sea
la medida o el resultado “monetario” para los individuos
que participen en ese proceso.
Esto requiere, por supuesto, una medida del valor que no
este basado en cálculos monetarios. Adam Smith consi-
deraba que la medida exacta para cuantificar el valor era
el trabajo.[58]
Para él, el valor era la cantidad de mercan-
cías que uno podía producir con, o recibir a cambio de,
su trabajo (y vice versa, el valor de una mercancía es la
cantidad de ya sea otras mercancías o trabajo que se pue-
da recibir en cambio[59]
). Las mercancías concretas pue-
den cambiar, pero lo que siempre permanece invariable
es el trabajo, o sea el desgaste de energía para producirlas,
siendo entonces el trabajo el patrón definitivo e invaria-
ble del valor: lo que consume una hora de trabajo para ser
producido tiene, desde este punto de vista, exactamente
el mismo valor que cualquiera otra cosa que cueste otra
hora de trabajo para ser producido. Esto llegó a ser co-
nocido como Teoría del valor-trabajo.
Pero esas relaciones de cambio no permanecen necesaria-
mente constantes. Esto llevó a Smith y otros a introducir
dos conceptos asociados: valor de uso y valor de cambio.
En las palabras de Stuart Mill: “Adam Smith, en un pasa-
je citado a menudo, ha descendido sobre la ambigüedad
obvia de la palabra valor, la cual, en uno de sus sentidos,
significa utilidad, en otro, poder de compra, en su propio
lenguaje, valor en uso y valor en intercambio”... y “la ma-
yoría de los escritores modernos, a fin de evitar el gasto
de dos buenas palabras en una sola idea, han empleado
“precio” para referirse al valor de una cosa en relación
al dinero, la cantidad de dinero por la cual será cambia-
do. Por el precio de una cosa, entonces, entenderemos su
valor en dinero; por valor o valor de cambio, su poder ge-
neral de compra, el comando que su posesión otorga en
general sobre mercaderías comprables”.[60]
Sin embargo, el “desgaste de energía para producir” o
cantidad de trabajo envuelto en la producción de una co-
sa también varía, en general disminuyendo con el avance
tecnológico. Adicionalmente hay un problema con la de-
terminación práctica (con el fin del cálculo del valor de
un bien) con el cómo se pueden medir, por lo menos po-
tencialmente, diferentes “modalidades” de ese desgaste o
trabajo: por ejemplo: ¿es el valor producido por una ho-
ra de trabajo de un cirujano o médico el mismo que el
producido por una hora de trabajo de un obrero sin cali-
ficar? Y ¿cómo relacionamos esos casos extremos con el
trabajo de un panadero, carpintero u obrero calificado?
Stuart Mill resume en su obra[61]
la posición de Smith y
otros. Simplificando, se puede decir que es el caso que
diferentes tipos de trabajo comandan diferentes precios
en relación a cosas tales como la competencia entre tra-
bajadores, tiempo y dificultad de aprendizaje, seguridad
o no de recompensa, dificultad y desagrado en efectuarlo,
etc. Stuart Mill nota que los trabajos más desagradables y
duros son generalmente los menos pagados dado que ge-
neralmente los que los llevan a cabo carecen de otra op-
ción. Siendo ese el caso, se mantiene la relación del valor
de un bien como dependiendo de la cantidad de trabajo
2.5. CITAS Y REFERENCIAS 13
necesario para producirlo, con el proviso que el “salario
real” o valor (es decir, las mercaderías que se pueden ad-
quirir por “precio por unidad de trabajo”) de cada tipo de
trabajo en particular son diferentes entre si, pero nunca
pudiendo ser en total superior al determinado por el nivel
de competencia entre trabajadores: “Liberalidad, gene-
rosidad, y el crédito de la empresa, son motivos que, en
cualquier grado que operan, se oponen a tomar la ventaja
máxima de la competencia, y esos motivos podrían y aún
ahora lo hacen, actuar sobre los empleadores de mano de
obra en todos los departamentos de la gran industria, y
lo más deseable es que así sea. Pero nunca pueden au-
mentar los salarios medios de la mano de obra más allá
de la relación entre la población y el capital. Al dar más
a cada trabajador empleado, limitan el poder de dar em-
pleo numeroso, y por excelente que sea el efecto moral,
hacen poca diferencia económicamente, a menos que el
pauperismo de los que están excluidos conduzca indirec-
tamente a un reajuste por medio de una mayor limitación
en la población.” (Stuart Mill, op. cit, conclusión)
Pero esos diferentes tipos de trabajos están distribuidos
diferentemente a través de las industrias. Por ejemplo,
muchos de los trabajadores empleados en una empresa
de Inteligencia artificial tienen niveles de educación y ca-
lificación diferentes a los empleados en una panadería.
Sigue que el precio de los respectivos productos no se
puede determinar solo en relación a un salario promedio
general. Esto da origen a la Teoría del valor como costo de
producción clásica: “Para recapitular: la oferta y demanda
determinan el valor de todas las cosas que no se puede au-
mentar indefinidamente, a excepción de que incluso pa-
ra ellas, cuando se producen en la industria, hay un valor
mínimo, determinado por el coste de producción. Pero en
todas las cosas que admiten la multiplicación indefinida,
la demanda y la oferta sólo determinan las perturbacio-
nes de valor, durante un período que no podrá exceder el
tiempo necesario para modificar la oferta. Determinan-
do así la oscilaciones de valor, ellas mismas obedecen a
una fuerza superior, que hace gravitar el valor al Costo
de Producción, que lo depositaria y mantendría allí, si
nuevas influencias perturbadoras no estuvieran continua-
mente surgiendo para hacer que de nuevo se desvíen. Para
continuar la línea de la metáfora, la demanda y la oferta
siempre se apresuran a un equilibrio, pero la condición de
equilibrio estable es cuando el intercambio de cosas entre
si sucede de acuerdo a sus costos de producción, o, en la
expresión que hemos utilizado, cuando las cosas están en
su Valor Natural".[62]
En la actualidad se considera,[63]
siguiendo el análisis de
Piero Sraffa,[64]
que mucho del análisis anterior es im-
productivo, dado que no hay un algoritmo o fórmula ge-
neralmente válida que transforme “unidades de valor” en
“unidades monetarias”, en otras palabras, que resuelva el
llamado problema de la transformación.[65][66]
Clarificando: la plusvalía debe ser considerada una me-
dida física. Es, en la medida que sucede, una medida del
incremento de los bienes materiales disponibles, ya sea
para el consumo o uso como inversiones, que resultan úl-
timamente del trabajo. Ese incremento puede ser expre-
sado o medido en relación a cualquier otra mercadería
(por ejemplo, se puede decir que un kilo de pan es pro-
ducto del uso de x litros de petróleo, por lo tanto, el precio
del pan aumentará si el precio del petróleo aumenta) in-
cluyendo, si se lo desea, horas de trabajo estándar. Pero
no hay una formulación tal que permita transformar de
forma unívoca tal relación en “unidades de precio”, dado
que estos, últimamente, no corresponden únicamente al
costo de producción, dependen también de la demanda.
Consecuentemente si bien es correcto que, desde el pun-
to de vista de las sociedades, el interés de los procesos
productivos reside en la capacidad o habilidad de gene-
rar valor (satisfacer necesidades materiales), es importan-
te proceder con cuidado y mantener presente cuando se
efectúan o consideran los cálculos que los esquemas con-
ceptuales y/o las medidas y resultados relacionadas al va-
lor (o medidas reales) y las en precios (o nominales) no
son simplemente “mezclables”. (ver Valor agregado).
2.5 Citas y referencias
[1] Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, John
Maynard Keynes, Capítulo 1, Nota 1
[2] Gerardo Fujii: Desarrollo Económico UNIDAD III.
TEORÍAS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO, punto
1. La economía clásica (A. Smith, R.Malthus, D. Ricardo
y K. Marx)
[3] David Ricardo (1817): Principios de economía política y
tributación
[4] John Stuart Mill (1848): Principios de economía política,
con algunas de sus aplicaciones a la filosofía social
[5] Deborah A. Redman (1997): “The classical age of econo-
mics was marked by an intense interest in scientific met-
hodology. It was, moreover, an age when science and phi-
losophy were not yet distinct disciplines, and the educa-
ted were polymaths. The classical economists were acu-
tely aware that suitable methods had to be developed be-
fore a body of knowledge could be deemed philosophical
or scientific. They did not formulate their methodologi-
cal views in a vacuum, but drew on a rich collection of
philosophical ideas. Consequently, issues of methodology
were at the heart of political economies rise as a science.
The classical era of economics opened under Adam Smith
with political economy understood as an integral part of
a broader system of social philosophy; by the end, it had
emerged via J. S. Mill as a separate science, albeit one
still inextricably tied to the other social sciences and to
ethics. The Rise of Political Economy as a Science opens
with a review of the epistemological ideas that inspired the
classical economists: the methodological principles of Ba-
con, Descartes, Hobbes, Newton, Locke, Hume, Stewart,
Herschel, and Whewell. These principles were influential
not just in the development of political economy, but in
14 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA
the rise of social science in general. The author then exa-
mines science in eighteenth- and nineteenth-century Bri-
tain, with a particular emphasis on the all-important con-
cept of induction. Having laid the necessary groundwork,
she proceeds to a history and analysis of the methodolo-
gies of four economist-philosophersAdam Smith, Robert
Malthus, David Ricardo, and J. S. Millselected for their
historical importance as founders of economics and for
their common Scottish intellectual lineage. Concluding re-
marks put classical methodology into a broader histori-
cal perspective.” en The Rise of Political Economy as a
Science - Methodology and the Classical Economists
[6] “De lo anteriormente dicho y a partir de las definiciones
que Kant formuló en su “Critica de la Razón Pura” se en-
tiende a los enunciados realizados por los clásicos como
apriorísticos, es decir que son cognoscibles por un puro
ejercicio de la razón, sin necesidad de recurrir al mundo
sensible. Esto es una consecuencia de la forma en que for-
mulaban ellos las hipótesis, las mismas eran previas a la
experimentación, a la experiencia sensible, y no depen-
dían de ella para su validez. A pesar de que el génesis del
proceso de formulación de las hipótesis era una observa-
ción empírica, esta no constituía más que un indicio que
bien podría haberse obtenido por introspección. A demás,
en la generación de las hipótesis mediaba un simple pro-
ceso de inducción.” en Critica Metodología del Historicis-
mo a la Escuela Clásica cap: “La metodología clásica.”.-
Este es un tema complejo; para comenzar a profundizar:
Thomas Sowell: On classical economics cap 4: Classical
Methodology
[7] JESÚS L. PARADINAS FUENTES: El médico inglés
William Petty (1623-1687), discípulo de Hobbes, será
uno de los primeros en defender la existencia de leyes na-
turales en economía, de acuerdo con los planteamientos
científicos mecanicistas. Además, avanzó la idea de que
la riqueza no depende del comercio sino que es produc-
to del trabajo... También Locke (1632-1704), defendió la
idea de que las leyes sociales que debían regir el compor-
tamiento humano, conforme a las cuales debería organi-
zarse la sociedad, eran análogas a las leyes de la naturale-
za que determinaban el comportamiento del universo. En
sus escritos económicos enseñó que el egoísmo es la fuer-
za motriz de la conducta humana, que el Estado, en lugar
de intervenir en economía como pretendían los mercan-
tilistas, debía limitarse a proteger la propiedad privada y
a facilitar los intercambios entre los particulares, y que la
riqueza es producto del trabajo. Como el nuevo paradig-
ma científico mecanicista era incompatible con el inter-
vencionismo económico defendido por los mercantilistas,
apareció en el pensamiento económico una nueva doctri-
na: que la riqueza no se obtiene del comercio sino de la
agricultura. Sus defensores se dieron a sí mismos el nom-
bre de fisiócratas. Así pues, una de las ideas fundamentales
de la moderna ciencia económica, que los fenómenos eco-
nómicos están regulados por leyes naturales que producen
un orden espontáneo que el hombre debe respetar, había
sido ya expuesta antes de Adam Smith.” en La economía
como ciencia: Adam Smith
[8] “Debido a la influencia de los autores mencionados, la vi-
sión más común de la investigación científica a mediados
del siglo XIX consiste en defender que la ciencia debe co-
menzarse a partir de la observación de hechos, realizada
de manera libre y sin prejuicios. A continuación se aplica
la inferencia inductiva, de modo que se pasa de lo particu-
lar a lo general y se formulan leyes universales sobre estos
hechos. En tercer lugar, se aplica nuevamente la inducción
con el fin de obtener teorías o argumentaciones dotadas de
un grado mayor de generalidad. Finalmente, se contrasta
si las leyes y teorías son verdaderas o no comparando sus
implicaciones empíricas con los hechos observados.” LA
ECONOMIA. CONCEPTO Y METODO punto 3.1.1 (p
19) El empirismo y la ciencia en el siglo XIX
[9] Adam Smith: Investigación sobre la naturaleza y causas de
la riqueza de las naciones. Libro primero - Capítulo I: De
la división del trabajo.
[10] A. Marshall: “Ahora no hay tendencias económicas que
actúan de tal forma constante y se puedan medir tan exac-
tamente como es posible con la gravitación: y por lo tanto
no hay leyes de la economía que pueden ser comparadas
por precisión con la ley de la gravitación....(....).... Aun-
que el análisis económico, y su razonamiento general, son
de amplia aplicación, sin embargo, cada época y cada país
tiene sus propios problemas y es probable que todo cambio
en las condiciones sociales requiera un nuevo desarrollo
de las doctrinas económicas.” en Principles of Economics
Book One, Preliminary Survey: Chapter 3, Economic Ge-
neralization or Laws
[11] Daniel Little: “El concepto de una “ley de la naturaleza”
ha sido fundamental para nuestra comprensión de las cien-
cias naturales.. El poder intelectual de la física clásica de-
riva del hecho de que era capaz de proponer leyes físicas
que eran simples y universales - las leyes de la gravitación
y movimiento de los planetas, la óptica, la electricidad y
el magnetismo, etc ¿Es ésta una característica esencial de
una ciencia empírica exitosa? ¿Y posee la economía ta-
les leyes? Varios autores son positivos acerca de ambos
puntos (Kincaid, 1996), ( Rosenberg, 1976). Sin embar-
go, varios puntos han surgido en discusiones recientes de
las ciencias sociales que llevan a dudar acerca de la centra-
lidad de la leyes en las ciencias sociales -incluyendo la eco-
nomía..... Nada en la teoría económica actual ofrece razón
para pensar que existen esas leyes. Los supuestos funda-
mentales de la teoría económica sencillamente no caen en
la categoría de “leyes de la naturaleza.” Y como veremos
más adelante, el supuesto de la racionalidad económica no
constituye una generalización universal sobre el compor-
tamiento individual. Aquí, como es el caso en otras áreas
de las ciencias sociales, es más justificable buscar meca-
nismos de causalidad más que leyes sociales.” Are there
laws in economics? en Philosophy of Economics
[12] Luis Razeto M y Pasquale Misuraca: “Esta elaboración
crítica sobre las ciencias sociales (planteada como crítica
de las sociología y del marxismo), y en particular la crí-
tica a la idea de que los procesos históricos, económicos
y políticos se desenvuelven conforme a leyes y regulari-
dades que no dependen de la voluntad y la conciencia de
los individuos y de las organizaciones sociales, mantiene
plena vigencia especialmente con referencia a las concep-
ciones económicas y políticas actualmente dominantes.”
Actualización en Capítulo 4. Crítica de las leyes históri-
cas, económicas y estadísticas.)
[13] Por ejemplo, Steven Pressman: “Fifty major economists”
Routledge, 2006 (2nd edition)
2.5. CITAS Y REFERENCIAS 15
[14] El título mismo de la obra que inicio la escuela lo indi-
ca: “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la
riqueza de las naciones”. A mayor claridad, Smith define
los objetivos de las Actividades económicas como sien-
do: Primero, suministrar al pueblo un abundante ingreso
o subsistencia, o, hablando con más propiedad, habilitar a
sus individuos y ponerles en condiciones de lograr por sí
mismos ambas cosas. Segundo, proveer al Estado o Repú-
blica (en su sentido de “comunidad independiente o sobe-
rana”) de ingresos suficientes para los servicios públicos.
(Adam Smith, 1776, p. 428).
[15] David Ricardo: “los individuos no estiman su ganancia a
través de la producción material, pero las naciones inva-
riablemente lo hacen. Si tuviéramos exactamente la mis-
ma cantidad de mercancías en el año 1815 que tenemos
ahora en 1814, como nación no seriamos más ricos, pero
si el dinero hubiese declinado en valor, esas (mercancías)
serían representadas por una cantidad mayor de dinero, y
los individuos serían propensos a “creerse” más ricos” -
Carta (Nro 55) a Malthus, 11 de agosto de 1814 en The
Works and Correspondence of David Ricardo: Volume 6,
Letters 1810-15 pp 121 Piero Sraffa (editor)
[16] Para una introducción a esta área, ver Roberto Gómez Ló-
pez EVOLUCIÓN CIENTÍFICA Y METODOLÓGICA
DE LA ECONOMÍA
[17] Ricardo percibía un conflicto entre los intereses de las
“clases terratenientes” —que, en su opinión, reciben “ren-
ta” sin contribuir al proceso productivo — y los de la so-
ciedad en general y de las clases empresariales y traba-
jadoras en particular.- Ver David Ricardo (3rd Edition:
1821): On the Principles of Political Economy and Taxa-
tion
[18] Por ejemplo: K. Marx: (1864–1877) El Capital.
[19] Por ejemplo: “De acuerdo con lo anterior, no hay nada
más cierto en el cambio progresivo que están teniendo lu-
gar en la sociedad que la continuada expansión del princi-
pio y practica de la cooperación”. (J. S Mill: Principles of
Political Economy, Libro IV (Influence of Progress), cap
I, punto 2) y “que la relación de amos y trabajadores será
gradualmente sustituida por asociaciones, en una de dos
formas: en algunos casos, la asociación de los obreros con
los capitalistas, y en otros, y tal vez finalmente en todos,
la asociación de los obreros entre sí.' Mill creía que esas
cooperativas tenían ventaja sobre comunas u otras institu-
ciones socialistas porque eran capaces de competir contra
las empresas tradicionales (su queja en contra de muchos
otros socialistas es que infravaloraban la competencia co-
mo estímulo moralmente útil para la acción). Estas coope-
rativas podrían ser de dos tipos: un sistema de reparto de
utilidades en el que el sueldo del trabajador está ligado
al éxito de la empresa o una cooperativa de trabajadores
en las que la propiedad del capital social pertenece a los
trabajadores. Esto último era preferible porque transfor-
ma a todos los trabajadores en empresarios, promovien-
do muchas de las facultades que el mero trabajo pagado
deja atrofiar. (ver Internet Encyclopedia of Philosophy:
John Stuart Mill (1806-1873). Para profundizar, ver EI
cooperativismo en Ia obra de John Stuart Mill.- Philippe
Légé:Socialismo y utilitarismo en la economía política de
John Stuart Mill.- Gregory Claeys (1987): Justice, Inde-
pendence, and Industrial Democracy: The Development
of John Stuart Mill’s Views on Socialism
[20] Adam Smith, op. cit.- primer párrafo de “Introducción a
la obra”
[21] Para profundizar esta temática, ver Juan Carlos Rodrí-
guez C (2003) La economía laboral en el período clási-
co de la historia del pensamiento económico (ISBN: 84-
688-7252-0) esp cap X: División del trabajo y crecimien-
to económico
[22] Matías D. Scaglione (2001): Roles de la acumulación de
capital y del progreso técnico en la teoría del crecimiento
económico de Adam Smith
[23] Fernando Jeannot R (2006): La riqueza o pobreza de las
naciones son públicas y privadas al mismo tiempo y fruto
de una regulación que desde los clásicos de la economía
vincula necesariamente al sector público con el privado.
Por ello no es casual que todo el volumen quinto de Smith
(2000: 614 y ss) se refiera a las finanzas públicas. Cercenar
el modelo de equilibrio general del Estado-gobierno fue
una reducción propiamente neoclásica, pero no clásica. Lo
anterior no colisiona con la constatación de que la idea del
equilibrio general no está formulada claramente en Smith,
porque el autor carecía de una teoría de las decisiones y
del comportamiento económico que luego configurarán a
la racionalidad neoclásica. En cambio, Smith fundó la teo-
ría de la autorregulación del mercado cuando sostuvo que
el número de personas empleadas se proporciona al capi-
tal de la nación; es decir, a la macroeconomía pero no a
ningún agente en particular. Cada agente, eso sí, persigue
beneficios individuales desarrollando actividades produc-
tivas, pero no rentísticas, porque... (...)... Por lo tanto no es
cualquier búsqueda de beneficios, sino aquella que redun-
de en la expansión del empleo, el ingreso y el desarrollo
tecnológico porque de esta forma se enriquecen las na-
ciones. Desde los clásicos se asienta el principio de que la
riqueza de las naciones tiene lugar cuando hay un juego de
todos ganan, pero no otro de suma cero. Y también desde
los 1700, el liberalismo económico se refiere a un Estado
de mano invisible o proveniente del estado de naturaleza,
pero considerando a la sociedad civil como suficientemen-
te dinámica y productiva para solamente admitir un mí-
nimo de agencias gubernamentales (Nozick 1990: 121). “
en Los intercambios procesados por el tanteo walrasiano
[24] Adam Smith:"El precio de un monopolio es en cada oca-
sión el más alto que se puede conseguir. El precio natural,
o el precio de la libre competencia, por el contrario, es el
más bajo que se puede tomar, no de hecho en cada oca-
sión pero sobre un tiempo considerable. El uno es en cada
ocasión el más alto que se puede exprimir de los com-
pradores, o el que, se supone, van a consentir dar; el otro
es el más bajo que los vendedores generalmente pueden
permitirse aceptar, y al mismo tiempo continuar sus ne-
gocios.”. en An Inquiry into the Nature and Causes of the
Wealth of Nations: Book 1, Chapter 7 (Of the Natural and
Market Price of Commodities) parrafo 27 (en inglés en el
original)
[25] David Ricardo: Works and Correspondence, 7: 250-251
16 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA
[26] Sieveking: “El acrecentamiento de la capacidad de pro-
ducción coloca a la agricultura en una situación más desfa-
vorable que la de la industria, debido a que tiene que con-
tar con las energías Iimitadas del suelo nacional. Ricardo,
citado por Turgot, hizo observar que, con el aumento de
los cultivos, las producciones de la tierra no crecen en la
proporción del empleo de capital y de trabajo. Precisaría
poner en explotación los suelos poco fértiles, o bien inten-
sificar la de los antiguos con gastos desproporcionados...
La referida Iey solamente tiene aplicación en el caso de
un cultivo uniforme, para un territorio limitado. " op. cit
[27] por ejemplo: Antonio Cabrales: Los precios de los pisos y
la ciencia lúgubre
[28] Por ejemplo: JULIO FAESLER La economía, la ciencia
lúgubre
[29] Es necesario notar que el término “ciencia lúgubre” fue in-
troducido por Thomas Carlyle en 1849 no para referirse a
esas prognosis de largo plazo sino a varias proposiciones
de los economistas políticos que Carlyle consideraba eran
no aceptables desde un punto de vista conservador extre-
mo: “la Ciencia Social... que encuentra el secreto de este
Universo en la oferta y la demanda y reduce el deber de los
gobernantes humanos a la de dejar solos a los hombres...
no es una ciencia alegre... es una... bastante rastrera y una
angustiante; [es]... la ciencia lúgubre ". Carlyle se vuelve
a referir, en varias ocasiones, en esta (y otras obras) a la
«ciencia lúgubre» en una forma despectiva, agrupándola
con otras características de la escena política no deseables
(para Carlyle), tales como las 'urnas’ y el 'sufragio uni-
versal '. Ver Robert Dixon The dismal science? Thomas
Carlyle v John Stuart Mill. Sin embargo, el término se ge-
neralizo con el sentido de ser la ciencia cuyas predicciones
son pesimistas.
[30] Sieveking: Historia de la Economía, desde el siglo XVII
hasta la actualidad” cap 5. Malthus y Ricardo
[31] La principal fuente de energía industrial de la época era el
carbón de piedra (coal en inglés) que, se preveia, se ago-
taria en un futuro más o menos cercano, llevando a ruina
general. ver: The New Yok Times (20 de Febrero 1873):
A COAL FAMINE. y New Scientist Oct 30, 1980 A Na-
tional Calamity
[32] S Latouche: “La sociedad de la abundancia frugal” (Icaria,
Barcelona, 2012) (publicado originalmente (2011) como
“Vers une société d'abondance frugale: Contresens et con-
troverses sur la décroissance”) Nótese que esto no implica
que no hay ganancia sino que la ganancia y/o plusvalía de-
bida al progreso técnico se hace cada vez menor: la pro-
ducción extra producida por nueva maquinaria no es la su-
ficiente como para justificar el gasto extra necesario para
reemplazar la maquinaria antigua. Este es uno de los me-
canismos básicos que han estado impulsando el fenómeno
de externalización o deslocalización: donde las empresas
podían pagar mejores sueldos y mantener o aumentar sus
ganancias utilizando maquinaria cada vez más ”produc-
tivas”, el costo de maquinarias actuales, en relación a su
producción, es tal que lleva a las empresas a buscar medi-
das para reducir los costos de los salarios.
[33] El crecimiento de la población debe detenerse: Sir David
Attenborough
[34] Engels, ensayo de 1843 (en correspondencia de Marx y
Engels, p 33) citado por J. D. Bernal: Engels and Science,
p I
[35] David Attenborough (2011): PLANET AND POPULA-
TION (discurso a la Royal Society for the encouragement
of Arts, Manufactures and Commerce (RSA)
[36] La percepción que los clásicos creían en dicotomía fue
originalmente sugerida por Knut Wicksell.- Para una in-
troducción al concepto y consecuencias, ver: Beenstock,
Michael; Ilek, Alex: Wicksell’s Classical Dichotomy: Is
the natural rate of interest independent of the money rate
of interest?
[37] Gregory Mankiw: Macroeconomía p 236 y siguientes
[38] Juan Diego Castrillón: “Los economistas llaman a la sepa-
ración entre variables reales (productos, empleo) y nomi-
nales (dinero) como la dicotomía clásica.” en APROXI-
MACIÓN AL MODELO DE OFERTA Y DEMANDA;
2.2.1. La inflación y el análisis económico en el largo pla-
zo: la dicotomía clásica
[39] “Traité d'économie politique, ou simple exposition de la
manière dont se forment, se distribuent, et se composent
les richesses” (1803) traducido al inglés como: “A Treatise
on Political Economy, or the production, distribution and
consumption of wealth” (1803), p 57. Ver enlaces en: http:
//cepa.newschool.edu/het/profiles/say.htm
[40] Los clásicos no conocían el término “fallo de mercado”
tal como se usa en el presente, sin embargo el concep-
to existía. (ver Steven G. Medema: (2007). “The Hesitant
Hand: Mill, Sidgwick, and the Evolution of the Theory of
Market Failure,” History of Political Economy, 39(3), pp.
331−358. 2004 Online Working Paper.) Las principales
distorsiones que los clásicos conocían eran: Las introduci-
das por gobiernos, las introducidas por grupos de interés
(asociaciones de productores, comerciantes, guildas, etc),
los monopolios y las externalidades.
[41] Para todo esto, ver Andrés Felipe Giraldo P (2006): LA
NEUTRALIDAD DEL DINERO Y LA DICOTOMÍA
CLÁSICA EN LA MACROECONOMÍA
[42] J.S. Mill: Principles of Political Economy, 1848: p.431
[43] Mankiw and Romer 1990, Vol. 1, p. 2. citado por David
Colander: Beyond New Keynesian Economics: Towards a
Post Walrasian Macroeconomics
[44] Locke escribió, entre 1692 y 1696, una variedad de en-
sayos acerca del dinero, interés y comercio (por ejemplo:
“For encouraging the coining silver money in England,”)
que se pueden encontrar en castellano en: “Escritos mone-
tarios / John Locke; estudio preliminar, Victoriano Mar-
tín; traducción, María Olaechea. – Madrid: Ediciones Pi-
rámide, ©1999. – 262 p. – (Colección Clásicos de la eco-
nomía) ISBN 84-368-1295-6..- Ver también: Arthur H.
Leigh (1974): “John Locke and the Quantity Theory of
Money” en History of Political Economy. 6: 200-219
[45] ver, por ejemplo los ensayos que Hume publico en Edin-
burgo en 1752: “Of Interest."; “Of Money."; " Of the Ba-
lance of Trade.” y “Of Commerce.”
2.5. CITAS Y REFERENCIAS 17
[46] Para la mente medieval, fuertemente influida por la
alquimia el oro era especial porque es el más noble de los
metales. Y, a su vez, esa nobleza deriva de que no cambia:
“La «nobleza» del oro es ser el fruto llegado a la madu-
ración, los otros metales son «vulgares» pues ellos no son
maduros. En otros términos, el final último de la Naturale-
za es la consumación del reino mineral, su «maduración»
completa. La transmutación natural de los metales en oro
está inscrita en su destino, pues la Naturaleza tiende a la
perfección.” (ver Alquimia: El oro y la inmortalidad ). Esa
“nobleza natural” naturalmente lo asociaba con la noble-
za política, así, por ejemplo, el Libro de las siete partidas
establece: “Vestiduras hacen conocer mucho a los hom-
bres por nobles o por viles, y por ello los sabios antiguos
establecieron que los reyes vistiesen paños de seda con
oro y con piedras preciosas, porque los hombres pudiesen
conocer luego que los viesen a menos de preguntar por
ellos. Y otro sÌ que trajesen los frenos de las sillas en que
cabalgan de oro y de plata y con piedras preciosas y aún
en las grandes fiestas cuando hacían sus cortes trajesen
coronas de oro con piedras muy nobles y ricamente obra-
das. “ (Las Siete Partidas PARTIDA SEGUNDA TITU-
LO 5 Ley 5). Posteriormente algunos sugirieron que el oro
posee un “valor intrínseco”: ¿Qué hay acerca del oro que
le da ese atractivo tan perdurable? Algunos han sugerido
que tiene un valor intrínseco – que a diferencia de otras
mercancías es valioso en y por sí mismo. Para que una
mercancía tenga valor intrínseco significa que hay valor
aparte de aquel impartido a la mercancía por parte de un
individuo. En otras palabras, existe un valor permanente,
estable y objetivo, aparte de cualquier deseo o necesidad
humana..... Sin embargo, el concepto del valor intrínseco
es problemático. El valor de un bien varía claramente de
persona a persona y de tiempo en tiempo, contrario a lo
que la idea del valor intrínseco sugeriría..... Separada de la
doctrina de la Creación, la misma idea del “valor intrínse-
co” es mística. Si se niega a Dios, y el valor no es atribuido
a decisiones humanas, ¿entonces dónde se origina el va-
lor? En realidad, la plata y el oro son valiosos porque Dios
las valora (Gén. 2:11-12). Su valor puede ser considerado
“intrínseco” en el sentido de que no depende de la volun-
tad de los hombres puesto que todo valor es determinado
en última instancia por las valoraciones del Creador. Los
hombres son hechos a la imagen de Dios. Por lo tanto, es
básico para nuestro ser el valorar lo que Dios valora. La
pureza de esto es arruinada en el pecado, pero la naturale-
za básica y la función de la imago Dei permanecen. Dios
valora los “metales preciosos.” Esa es la razón por la cual
son “metales preciosos,” y esa es la razón por la cual los
hombres hechos a su Imagen los valoran. Esa es la úni-
ca explicación que es satisfactoria; es la única explicación
que es posible; y es la única explicación que se necesita
(El Valor Intrínseco y la Seducción del Oro )
[47] Schwartz Center for Economic Policy Analysis: The Clas-
sical Theory of Money
[48] D.Ricardo, Principles of Political Economy and Taxation,
1817: p.238
[49] The Bullionist Controversy
[50] Adam Smith: El dinero o sea otra clase de bienes nos dis-
pensan de esa fatiga. Contienen el valor de una cierta can-
tidad de trabajo, que nosotros cambiamos por las cosas
que suponemos encierran, en un momento determinado,
la misma cantidad de trabajo. El trabajo fue, pues, el pre-
cio primitivo, la moneda originaria que sirvió para pagar
y comprar todas las cosas. No fue con el oro ni con la pla-
ta, sino con el trabajo como se compro originariamente
en el mundo toda clase de riquezas; su valor para los que
las poseen y desean cambiarlas por otras producciones es
precisamente igual a la cantidad de trabajo que con ella
pueden adquirir y disponer.” en Investigación sobre la na-
turaleza y causas de la riqueza de las naciones Capítulo V
Del precio real y nominal de las mercancías, o de su precio
en trabajo y de su precio en moneda
[51] A. Smith: “Existen diferentes clases de papel moneda, pe-
ro los billetes en circulación de los bancos y banqueros
son los más conocidos y, por otra parte, los que mejor se
acomodan a nuestro propósito. Tan pronto como los habi-
tantes de un país llegan a depositar la confianza necesaria
en el patrimonio, la probidad y la conducta de un banque-
ro particular, hasta el punto de creer que siempre estará
dispuesto a pagar a la vista cualquier pagaré suyo que le
sea presentado, no importa en qué momento, esos efectos
circularán lo mismo que si fueran monedas de oro y plata,
en virtud de la confianza que inspiran (ver A. Smith: In-
vestigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de
las naciones (México DF: Fondo de Cultura Económica.-
p 256). Esto llevó a Joseph Alois Schumpeter a denomi-
narlo “dinero creado de la nada": “Este método de obtener
dinero es la creación de poder de compra por los bancos
[…] Se trata siempre no de transformar el poder de com-
pra que exista ya en posesión de alguno, sino de la crea-
ción, de la nada, de nuevo poder de compra –de la nada,
aun si el contrato de crédito por el cual se crea el nuevo
poder adquisitivo, está sostenido por valores que no son a
su vez medios circulantes– que se añade a la circulación
existente”. (ver: Joseph A Schumpeter:. Teoría del desen-
volvimiento económico (México DF: Fondo de Cultura
Económica.- 1967).
[52] Los “lingotistas” no proponían que la moneda fuera real-
mente hecha de oro o plata, sino que fuera posible cambiar
una cierta cantidad minina de oro a cambio de una cierta
cantidad fija de unidad monetaria. Esto, a fin de ahorrar
en gastos de producción de moneda, etc. La cantidad pro-
puesta originalmente eran lingotes de 20 onzas. La imple-
mentación real fueron lingotes de 60 onzas (5 libras troy
o aproximadamente 2 kilogramos
[53] Por ejemplo: Stuart Mill (1848): The Currency Question
[54] P. H. Wicksteed (un economista marginalista), escribien-
do en 1910, describe así la situación: “El conjunto de re-
serva metálica mantenida por todos los bancos constituye
una fracción muy pequeña de la responsabilidad colecti-
va total de los bancos para pagar oro en demanda,.. cada
depositante).. entonces, tendrá derecho a retirar el monto
total de su saldo en oro, y cualquiera puede hacerlo reali-
dad, siempre y cuando la maquinaria está funcionando sin
problemas, pero sería imposible que cada uno lo hiciera
(al mismo tiempo), porque la inmensa mayor parte de la
propiedad no existe en la forma de [monedas de oro] en
absoluto, consiste en toda clase de bienes y obligaciones,
de un valor equivalente, en los términos de intercambio
marginal, a la suma total que el público tiene el teórico
derecho a extraer en oro. Todo existe, sin embargo... el
18 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA
importe total de los depósitos en los bancos en conjunto,
representa propiedad real, y toda esa propiedad está en la
posesión de los bancos en cada momento, a su importe to-
tal..... La propiedad de los clientes, representados por sus
saldos en el banco, es propiedad real y está haciendo un
trabajo real,.... (Percibir que) el sistema bancario de In-
glaterra consiste en un dispositivo de astucia para hacer
que Soberanos de Oro que sólo existen como anotaciones
en un libro hagan el trabajo de los soberanos reales, es un
error fundamental.” en Common Sense of Political Eco-
nomy (1910) ( II.7.15)
[55] Stuart Mill: “No es, sin embargo, con el último o el pro-
medio, pero con los precios inmediatos y temporales, que
ahora nos ocupamos. Esos, como hemos visto, pueden di-
ferir en gran medida de la norma del costo de produc-
ción. Entre otras causas de fluctuación, una que hemos
encontrado es la cantidad de dinero en circulación. Mien-
tras otras cosas sean las mismas, un aumento del dinero
en circulación aumenta los precios, una disminución los
disminuye. Si se ofrece más dinero para circulación que
la cantidad que puede circular en relación confortable a su
costo de producción, el valor del dinero, por la duración
del exceso, se mantendrá por debajo del nivel de costo
de producción y los precios en general serán sostenidos
por sobre de la tasa natural.” en “Principles of Political
Economy with some of their Applications to Social Phi-
losophy” Book III, Chapter XII Influence of Credit on Pri-
ces párrafo 2 (en inglés en el original)
[56] Stuart Mill: “Principles of Political Economy with some of
their Applications to Social Philosophy” Book III, Chapter
XII Influence of Credit on Prices párrafos 3 y 27 (en inglés
en el original)
[57] DAVID LAIDLER: TRES VARIACIONES DEL MO-
DELO DE DOBLE TASA DE INTERES
[58] Ver, por ejemplo: La Teoría del Valor de Smith
[59] Adam Smith: `"Todo hombre es rico o pobre según el gra-
do en que pueda gozar de las cosas necesarias, convenien-
tes y gratas de la vida. Pero una vez establecida la división
del trabajo, es solo una parte muy pequeña de las mismas
la que se puede procurar con el esfuerzo personal. La ma-
yor parte de ellas se conseguirán mediante el trabajo de
otras personas, y será rico o pobre, de acuerdo con la can-
tidad de trabajo ajeno de que pueda disponer o se halle
en condiciones de adquirir. En consecuencia, el valor de
cualquier bien, para la persona que lo posee y que no pien-
se usarlo o consumirlo, sino cambiarlo por otros, es igual a
la cantidad de trabajo que pueda adquirir o de que pueda
disponer por mediación suya. El trabajo, por consiguien-
te, es la medida real del valor en cambio de toda clase de
bienes. en Investigación sobre la naturaleza y causas de la
riqueza de las naciones Capítulo V:Del precio real y no-
minal de las mercancías, o de su precio en trabajo y de su
precio en moneda
[60] Stuart Mill: Principles of Political Economy, Libro III, ca-
pítulo XXV, punto I, Of Value
[61] S Mill, op cit: Book II, Chapter XIV:Of the Differences
of Wages in different Employments
[62] (Stuart Milll: Book III, Chapter III Of Cost of Production,
in its Relation to Value)
[63] Por ejemplo: Ian Steedman (1977): “Marx after Saffra”
Unwin, London.- ISBN 902308 49 1
[64] Piero Sraffa: (1960) Producción de mercancías por medio
de mercancías
[65] Marx mismo introdujo el problema en el capítulo 9 del ter-
cer volumen de El Capital donde lo trato de resolver. El
problema central desde el punto de vista de Marx es es-
te: dado que la ganancia o plusvalía se deriva del trabajo,
y dado que la relación trabajo/capital varia entre diferen-
tes productos o mercaderías, como se puede reconciliar
esas variación con una a una hipotética “tasa de ganancia
promedio” para todo el capital invertido? como derivar de
lo anterior la tendencia -postulada no solo por Marx pero
por los clásicos en general- a la reducción de la tasa de
ganancia?
[66] Paul Samuelson (1971) “Understanding the Marxian No-
tion of Exploitation: A Summary of the So-Called Trans-
formation Problem Between Marxian Values and Com-
petitive Prices” Journal of Economic Literature 9 2 399–
431.-
2.6 Véase también
• Historia del pensamiento económico
• Política monetaria
• Marxismo
• Nueva economía clásica
2.7 Bibliografía
• Heinrich Sieveking (1921/1942): Historia de la Eco-
nomía, desde el siglo XVII hasta la actualidad
• Andre, Luis, (1940) Historia Económica, Editorial:
América, México D.F
• Roll, Eric, (1942): Historia De Las Doctrinas Eco-
nómicas, Editorial: Fondo de la cultura económica,
México D.F
• Rosseti, José P (1989): Introducción a la
Economía.- Editorial: Harla, México.
• Paschoal, José, (1994): Introducción a la economía,
Editorial: Harla, México D.F
• Fischer, Andre, (1990) Economía, Editorial: Mac
Graw Hill, Bogotá.
• Landreth, H y Colander D. (2006): Historia del Pen-
samiento Económico. Editorial: Mc Graw Hill, Es-
paña.
2.8. ENLACES EXTERNOS 19
• Stanley L Brue y Randy R Grant; (2008): Historia
del pensamiento económico (Spanish Edition). Edi-
torial: Cengage Learning, México
2.8 Enlaces externos
Ver las páginas de Wikipedia en inglés: Classical econo-
mics Labor theory of value
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Introducciòn a la Economía

  • 1. INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA Aspectos colaborativos desde Wikipedia
  • 2. Índice general 1 Economía 1 1.1 Microeconomía y macroeconomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 1.2 Objeto de estudio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 1.3 Definiciones de Economía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 1.3.1 Definición objetiva clásica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 1.3.2 Definición objetiva marxista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 1.3.3 Definición subjetiva o marginalista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 1.3.4 Definición sistémica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1.4 Economía normativa y economía positiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1.5 Principales escuelas del pensamiento económico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1.6 Economía para filósofos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1.7 Véase también . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1.8 Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1.9 Enlaces externos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 2 Economía clásica 5 2.1 Orígenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 2.2 Características de la escuela clásica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 2.2.1 Metodología de los clásicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 2.2.2 Objetivos o áreas de interés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 2.3 Doctrinas y “leyes económicas” clásicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 2.3.1 Asunciones generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 2.3.2 Principales “leyes” económicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 2.4 Problemática y legado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 2.4.1 Economía como la ciencia lúgubre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 2.4.2 Dicotomía clásica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 2.4.3 La cuestión de la cantidad del circulante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 2.4.4 El asunto del valor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 2.5 Citas y referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 2.6 Véase también . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 2.7 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 2.8 Enlaces externos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 2.9 Texto e imágenes de origen, colaboradores y licencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 i
  • 3. ii ÍNDICE GENERAL 2.9.1 Texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 2.9.2 Imágenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 2.9.3 Licencia de contenido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
  • 4. Capítulo 1 Economía Alegoría de la economía, de José Alcoverro (1902-1905), en Ma- drid. La economía (del latín oeconomĭa, y este del griego οἰκονομία[1] [oikonomía], de οἶκος [oikos], «casa», y νόμος [nomos], «ley») es la ciencia social que estudia: • La extracción, producción, intercambio, distribución, consumo de bienes y servicios. • La forma o medios de satisfacer las necesidades hu- manas mediante los recursos disponibles, que siem- pre son limitados. • Con base en los puntos anteriores, la forma en que individuos y colectividades sobreviven, prosperan y funcionan. A quien estudia y analiza la economía profesionalmente se le conoce como economista. Entendiendo lo expresado anteriormente se podría defi- nir la economía como la ciencia que estudia «cómo se organiza una sociedad para producir sus medios de exis- tencia que, distribuidos entre sus miembros y consumi- dos por ellos, permiten que la sociedad pueda producir- los de nuevo y así sucesivamente, proveyendo con ello, de una forma constantemente renovada, la base material para el conjunto de la reproducción de la sociedad en el tiempo».[2] La economía se vale de la psicología y la filosofía para explicar cómo se determinan los objetivos; de la historia que registra el cambio de objetivos en el tiempo, de la sociología que interpreta el comportamiento humano en un contexto social y de la política que explica las relacio- nes que intervienen en los procesos económicos. 1.1 Microeconomía y macroecono- mía La economía para su estudio se divide en dos campos: microeconomía y macroeconomía. • La microeconomía se refiere al estudio de las elec- ciones que hacen individuos, empresas y gobier- nos, denominados “agentes económicos"; es decir, su comportamiento ante la escasez. La microecono- mía explica cómo se determinan variables como los precios de bienes y servicios, el nivel de salarios, el margen de beneficios y las variaciones de las ren- tas. Los agentes económicos tomarán decisiones in- tentando obtener la máxima satisfacción o utilidad posible. • La macroeconomía se refiere al estudio del funcio- namiento de la economía nacional y global. Analiza las variables agregadas, como el monto total de bie- nes y servicios producidos, el total de los ingresos, el nivel de empleo, de recursos productivos, la balanza de pagos, el tipo de cambio y el comportamiento ge- neral de los precios. 1
  • 5. 2 CAPÍTULO 1. ECONOMÍA 1.2 Objeto de estudio El objeto de la economía es estudiar la distribución de los bienes económicos, considerando los procesos de produc- ción, comercialización, distribución y consumo de éstos para satisfacer las necesidades del ser humano. En otras palabras, analiza las decisiones relacionadas entre los re- cursos de los que se dispone (limitados) y las necesida- des que cubren (ilimitadas aunque jerarquizadas), de los individuos reconocidos para tomar dichas decisiones. El objeto de la economía es muy amplio, pues abarca el es- tudio y análisis de los siguientes hechos:[3] • La forma en que se fijan los precios de los bienes y de los factores productivos (tierra, trabajo, capital y habilidades empresariales) y cómo se utilizan para asignar los recursos. • El comportamiento de los mercados financieros y la forma en que se asigna el capital en la sociedad. • Las consecuencias de la intervención del Estado en la sociedad y su influencia en la eficiencia del mer- cado. • La distribución de la renta y propone los mejores métodos de ayuda a la pobreza sin alterar los resul- tados económicos. • La influencia del gasto público, los impuestos y el déficit presupuestario del Estado en el crecimiento de los países. • Como se desarrollan los ciclos económicos, sus cau- sas, las oscilaciones del desempleo y la producción, así como las medidas necesarias para mejorar el cre- cimiento económico a corto y a largo plazo. • El funcionamiento del comercio internacional y las consecuencias del establecimiento de barreras al libre comercio. • El crecimiento de los países en vías de desarrollo. 1.3 Definiciones de Economía Antes de definir la economía como ciencia, es necesario mencionar que en la economía hay diferentes puntos de vista, según el enfoque que se adopte. Sin embargo, des- tacan dos: el enfoque objetivo y el enfoque subjetivo; por lo tanto, sobresalen la definición objetiva y la definición subjetiva, que refieren a dos teorías del valor (objetivo y subjetivo, respectivamente). 1.3.1 Definición objetiva clásica Los clásicos no hablaron de economía, sino de economía política, de la misma manera que los mercantilistas tra- taron de aumentar el fondo de capital productivo de la nación, también con el fin de aumentar la capacidad de- fensiva de la nación pero, combatiendo las políticas mer- cantilistas, trataron de lograrlo con un libre intercambio. La riqueza de las naciones (An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations, en el original en inglés) tiene pocos aspectos originales, pero su visión de conjun- to ha influido mucho sobre los economistas posteriores. Wealth en esos tiempos significaba un fondo de capital productivo.[4] Para un programa de crecimiento, Smith propone, en las primeras frases de su obra mayor: • Reducir el trabajo improductivo, o sea el trabajo que no vuelve a ser insumo del próximo ciclo productivo, principalmente el consumo de los terratenientes que viven de rentas. Este concepto Smith lo debe a los fisiócratas con quienes estaba en París. • Aumentar los mercados para facilitar una mayor división de trabajo. Este concepto incluye especiali- zaciones, mejoras tecnológicas e inventos. La com- petencia, es decir, la imitación de tecnologías supe- riores, hace que la división de trabajo baje los pre- cios, aumente los ingresos reales y el poder de com- pra que a su vez permite profundizar todavía más la división de trabajo. Respecto al trabajo improducti- vo, esto es, una mercancía o un servicio que no for- mara parte del próximo ciclo productivo, la división de trabajo no es importante, ya que el precio menor no es un insumo más barato del ciclo productivo que reduce el nivel general de precios. 1.3.2 Definición objetiva marxista La definición clásica de la corriente objetiva marxista es de Friedrich Engels, quien señala: La economía política es la ciencia que estudia las leyes que rigen la producción, la distribución, la circulación y el consumo de los bienes ma- teriales que satisfacen necesidades humanas. Karl Marx a su vez señala que la economía es la ciencia que estudia las relaciones sociales de producción. También se le lla- ma “la ciencia de la recta administración”, opuesta a la crematística. La corriente objetiva marxista se basa en el materialismo histórico, se refiere al concepto del valor- trabajo, por lo que el valor tiene su origen objetivo en la cantidad de trabajo requerido para la obtención de los bienes. Y es histórico porque concibe el capitalismo co- mo una forma u organización social correspondiente a un determinado momento histórico. Esta definición ha en- gendrado una corriente de pensamiento económico que hoy día se le conoce como la economía política. 1.3.3 Definición subjetiva o marginalista La definición clásica de la orientación subjetiva o margi- nalista es de Lionel Robbins, quien afirma: La economía
  • 6. 1.6. ECONOMÍA PARA FILÓSOFOS 3 es la ciencia que se encarga del estudio de la satisfacción de las necesidades humanas mediante bienes que, siendo escasos, tienen usos alternativos entre los cuales hay que optar. 1.3.4 Definición sistémica Desde otro punto de vista la economía puede considerar- se un ámbito de comunicación bien definido. Esto sig- nifica que la economía es el medio de comunicación en el cual se forman los sistemas económicos. En esta pers- pectiva los sistemas económicos son sistemas sociales en los cuales las comunicaciones que se reproducen son co- municaciones sobre compensaciones o pagos. Aquellas comunicaciones que tienen sentido económico, se repro- ducen en los sistemas económicos, aquellas que no tienen sentido, se rechazan. Esta visión sociológica de la econo- mía procura comprender la economía como un aspecto integral de la sociedad. 1.4 Economía normativa y econo- mía positiva En las ciencias se distingue entre el análisis de lo que es y de lo que debiera ser, la economía distingue entre eco- nomía positiva que estudia lo que es, en esta rama eco- nómica las proposiciones pueden demostrarse erróneas según las observaciones reales. Por el contrario la econo- mía normativa estudia lo que debiera ser, así este enfoque depende de los juicios de valor de las personas. 1.5 Principales escuelas del pensa- miento económico • Escuela escolástica • Escuela mercantilista • Escuela fisiocrática • Escuela clásica • Escuela marxista • Escuela austríaca • Escuela neoclásica • Escuela keynesiana • Escuela neokeynesiana • Escuela postkeynesiana • Escuela monetarista • Escuela de Chicago • Escuela estructuralista • Economía solidaria 1.6 Economía para filósofos La economía, para Aristóteles, es la ciencia que se ocu- pa de la manera en que se administran unos recursos o el empleo de los recursos existentes con el fin de satisfa- cer las necesidades que tienen las personas y los grupos humanos. Su objeto de estudio es la actividad humana y, por tan- to, es una ciencia social. Las ciencias sociales se diferen- cian de las ciencias puras o naturales en que sus afirma- ciones no pueden refutarse o convalidarse mediante un experimento en laboratorio y, por tanto, usan una diferen- te modalidad del método científico. De aquí su compleji- dad y alto nivel de incertidumbre, valiéndose de aproxi- maciones, o al menos definiendo la tendencia en el com- portamiento de las variables económicas. Por otra par- te, el sujeto de estudio es altamente dinámico, por lo que es arriesgado aventurarse a predecir sus comportamientos con precisión. Por otra parte, las nociones que derivan de lo que “debe ser” la economía son propias de la economía normativa y, como tales, no pueden probarse. La ciencia económica está siempre justificada por el de- seo humano de satisfacer sus propios fines. Este aspec- to de la definición propuesta por Robbins es discutible y probablemente es el que menos se ha desarrollado en toda la historia del análisis económico salvo, acaso, por la Escuela Austríaca y especialmente para la producción de otros bienes y servicios. Este concepto de coste, más allá del puro concepto monetario, es propio de los eco- nomistas y se conoce como coste de oportunidad. Para asignar los recursos debe existir un criterio que permita comenzar a realizar las pruebas sociales y económicas. 1.7 Véase también • Distribución de la riqueza • Economía política • Política económica 1.8 Referencias [1] «economía», Diccionario de la lengua española (vigésima segunda edición), Real Academia Española, 2014. [2] Arrizabalo, Xabier. «El imperialismo, los límites del ca- pitalismo y la crisis actual como encrucijada histórica». En Economía política de la crisis. Madrid: Editorial Com- plutense, 2011. Pág. 81.
  • 7. 4 CAPÍTULO 1. ECONOMÍA [3] Samuelson, Paul; Nordhaus, William (2001). Macroeco- nomía (15.ª edición). McGraw-Hill. ISBN 8448106482. [4] Cannan menciona: “the older British economist’s ordinary practice of regarding the wealth of a nation as an accumu- lated fund"; Cannan, E., 1937, Editor’s Introduction, in: Adam Smith, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations, Random House; p. lvii. 1.9 Enlaces externos • Portal:economía. Contenido relacionado con Historia del pensamiento económico. • Wikimedia Commons alberga contenido multi- media sobre Economía. Commons • Wikinoticias tiene noticias relacionadas con Economía.Wikinoticias • Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Economía. Wikiquote • Wikcionario tiene definiciones y otra informa- ción sobre economía.Wikcionario • El Diccionario de la Real Academia Española tiene una definición para economía. • Enciclopedia de Economía de Eumednet.
  • 8. Capítulo 2 Economía clásica Portada del libro de Adam Smith, La riqueza de las naciones. La economía clásica es una escuela de pensamiento eco- nómico cuyos principales exponentes son Adam Smith, Jean-Baptiste Say y David Ricardo. Es considerada por muchos como la primera escuela económica moderna. In- cluye también a autores como Karl Marx, Thomas Mal- thus, William Petty y Frédéric Bastiat, algunos incluyen, entre otros, a Johann Heinrich von Thünen. Habitualmen- te se considera que el último clásico fue John Stuart Mill. El término “economía clásica” fue acuñado por Marx pa- ra referirse a la Economía ricardiana –la economía de Ricardo y James Mill y sus antecesores– pero su uso se generalizó para describir también tanto a los seguidores de Ricardo y Mills como a todos los influidos por las percepciones generales de esos autores,[1] incluido Marx mismo.[2] 2.1 Orígenes Normalmente se toma como comienzo de la economía clásica la publicación, en 1776, de la obra de Adam Smith Una investigación sobre la naturaleza y causas de la rique- za de las naciones —más conocido como La riqueza de las naciones–. La escuela estuvo activa hasta mediados del siglo XIX. A pesar de su rechazo al mercado libre, la escuela de economía más grande que todavía se adhiere a las formas clásicas es la escuela marxista. Sin embargo, la Nueva economía clásica esta fuertemente influida por las percepciones generales de la escuela. Además de la obra de Smith, se considera que los textos fundamentales de la economía clásica son los Principios de economía política y tributación de Ricardo (1814)[3] y los Principios de economía política, con algunas de sus aplicaciones a la filosofía social, de John Stuart Mill (1848)[4] ambas fueron obras de uso generalizado en las cátedras de “economía política” hasta la introducción de los Principios de economía de Alfred Marshall (1890). Otro texto cuya importancia no puede ser ignorada es El Capital, de Marx (1867). Los economistas clásicos intentaron explicar el creci- miento y el desarrollo económico. Elaboraron sus teorías acerca del “estado progresivo” de las naciones en una épo- ca en la que el capitalismo se encontraba en pleno auge tras salir de una sociedad feudal y en la que la revolución industrial provocaba enormes cambios sociales. Los economistas clásicos reorientaron la economía, ale- jándose del análisis previo que se centraba en los intere- ses personales del gobernante y/o las clases gobernantes. El fisiócrata François Quesnay y Adam Smith, por ejem- plo, identificaron la riqueza de la nación con el producto nacional bruto, en lugar de con la tesorería del rey o del estado. Smith veía este producto nacional como derivado del trabajo aplicado a la tierra y al capital. Ese producto nacional se divide “naturalmente” entre trabajadores, te- rratenientes y capitalistas, en la forma de salario, renta e interés. La economía clásica fue desplazada en gran parte por escuelas de pensamiento marginalistas, que derivaba su concepto de valor de la utilidad marginal que los con- sumidores encontraron en un bien en lugar del costo de 5
  • 9. 6 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA los gastos envueltos en producirlo. Sin embargo, algu- nas de las percepciones clásicas fueron incorporadas en la escuela neoclásica, que se inició en el Reino Unido a partir del trabajo de Alfred Marshall. 2.2 Características de la escuela clásica 2.2.1 Metodología de los clásicos La metodología de los clásicos estaba fuertemente influi- da por los desarrollos científicos tempranos,[5] derivados de Newton y la tradición crítica o analítica trazable a Kant.[6] Los clásicos buscaban fundar sus posiciones en el estu- dio empírico o de la realidad a fin de formular, general- mente, modelos conceptuales que les permitieran enun- ciar leyes naturales relevantes al área de estudio,[7] conse- cuentemente utilizaban extensiva, pero no exclusivamen- te, el razonamiento inductivo.[8] Lo anterior parece sugerir, en general, una concepción “estática” de las relaciones económicas, en el sentido que esas se basan o deben a leyes las que, al igual que las leyes físicas, se supone son eternas y universales. Pe- ro eso no se debe interpretar como significando que se carezca de cualquier “flexibilidad” o “libertad” en rela- ción a los procesos o el sistema que implementan esas leyes sino más bien como una sugerencia que, si las le- yes son conocidas y explotadas, dan origen, en las pala- bras de Smith, a "... planes muy diversos en la manera general de emplearlo, pero no todos estos planes condu- cen igualmente a incrementar el producto. La política de unas naciones ha fomentado extraordinariamente las ac- tividades económicas rurales, y la de otras, las urbanas. Difícilmente se encontrara una nación que haya tratado con la misma igualdad e imparcialidad esas distintas ac- tividades. Desde la caída del Imperio Romano la política de Europa ha favorecido más las artes, las manufacturas y el comercio, actividades económicas propias de las ciu- dades, que la agricultura, actividad económica rural. En el Libro tercero se explican las circunstancias que dieron origen a esa política, y aconsejaron aplicarla.”. Dado un plan exitoso se obtiene: “La gran multiplicación de pro- ducciones en todas las artes, originadas en la división del trabajo, da lugar, en una sociedad bien gobernada, a esa opulencia universal que se derrama hasta las clases infe- riores del pueblo. Todo obrero dispone de una cantidad mayor de su propia obra, en exceso de sus necesidades, y como cualquier otro artesano, se halla en la misma si- tuación, se encuentra en condiciones de cambiar una gran cantidad de sus propios bienes por una gran cantidad de los creados por otros; o lo que es lo mismo, por el pre- cio de una gran cantidad de los suyos. El uno provee al otro de lo que necesita, y recíprocamente, con lo cual se difunde una general abundancia en todos los rangos de la sociedad.”[9] El asunto de si es posible o no considerar las “leyes econó- micas” como leyes naturales permanece en la actualidad (principios de segunda década del siglo XXI, y a partir del análisis de Alfred Marshall[10] ) debatido.[11][12] 2.2.2 Objetivos o áreas de interés Como es generalmente aceptado[13] la economía o escue- la clásica tiene las siguientes áreas de interés. • El foco de atención son los grupos o clases de indivi- duos. La economía clásica (llamada economía polí- tica) estudia lo que determina los salarios recibidos por los trabajadores en general más que lo que cada trabajador individual recibe; o qué ocasiona que la tasa de ganancia suba o baje, más que los factores que ocasionan la ganancia de una empresa particu- lar, etc. • Interés en la generación e incremento de la riqueza general o de las naciones[14][15] —lo que ahora se co- noce como Crecimiento económico—. El aumento en la riqueza era conceptualizado debido a la gene- ración de lo que desde los tiempos de los fisiócratas se llamaba plusvalía. Por ejemplo, el resultado de la producción agrícola es –generalmente– superior a la semilla usada. Esa cantidad “extra” es plusvalía e implica que la riqueza ha aumentado. Esa genera- ción de plusvalía es percibida como dependiente, no solo de los factores de producción sino de una multi- tud de elementos y fenómenos tales como la formas de organización e intercambio de los mismos, tanto a nivel empresarial como social. El famoso ejemplo de la fabricación de alfileres de Adam Smith mues- tra como una nueva forma de organización de la pro- ducción lleva a una producción superior o extra a la obtenida anteriormente, sin uso de recursos -trabajo, bienes de capital, etc- adicionales (ver División del trabajo). Adicionalmente a partir de los clásicos el como el gobierno se aproxime a las actividades pro- ductivas, por ejemplo, permitiendo o restringiendo la libertad de comercio, no puede ser ignorado en el análisis económico. 2.3 Doctrinas y “leyes económicas” clásicas Es necesario notar que no todos los clásicos compartían la totalidad de ya sea estas asunciones generales y leyes económicas o la interpretación de ellas. Sin embargo, los clásicos como escuela si pueden ser caracterizados por ellas.[16]
  • 10. 2.3. DOCTRINAS Y “LEYES ECONÓMICAS” CLÁSICAS 7 2.3.1 Asunciones generales • Doctrina del interés propio o Egoísmo psicológico. Los clásicos asumen que la motivación básica y na- tural de los individuos es el interés propio. Los pro- ductores producen no porque deseen hacer el bien, sino porque les conviene. Los consumidores com- pran no porque les interese el bienestar de los pro- ductores, sino porque consideran que lo que com- pran les es útil, etc. (ver, por ejemplo: Ética en David Hume ). • Doctrina de la racionalidad de los individuos. La ca- racterística principal de los seres humanos es que son animales racionales. Las personas actúan —o consiguen sus objetivos— más efectivamente cuan- do lo hacen de acuerdo a la razón (ver Racionalismo y Empirismo). • Doctrinas de la competencia y la cooperación. Los individuos persiguen racionalmente sus intereses a veces compitiendo y a veces cooperando. Smith en- fatizo las ventajas de la competencia individual, su- giriendo que esos intereses competitivos individua- les convergen, como dirigidos por una "mano invi- sible", en el interés común (Doctrina de la armonía de los intereses). Ricardo[17] y esos influidos por el (especialmente Marx[18] ), se centraron en la compe- tencia de grupos o clases (ver lucha de clases). Stuart Mill promovió las ventajas de la cooperación.[19] • Doctrina del trabajo como fuente de toda riqueza y valor. Por ejemplo, Adam Smith comienza su “La riqueza de las naciones” estableciendo que “El tra- bajo anual de un país es el fondo que originalmente le proporciona todas las cosas necesarias y conve- nientes para la vida y que anualmente consume; y esas cosas son siempre ya sea el producto inmediato de ese trabajo, o lo que es comprado en otros países con ese producto.”.[20] • Doctrina del desarrollo o progreso. A partir de Turgot los procesos económicos son percibidos co- mo teniendo lugar en tiempos históricos, lo que lle- va a los clásicos a una concepción de progreso evo- lutivo. (ver “La madurez de la idea del progreso: el aporte francés” en progreso). Todos los clásicos avanzan teorías de etapas de desarrollo económico social, las que generalmente, pero no siempre (ver Malthusianismo) culminan en una etapa de abun- dancia y bienestar general. Esas etapas a su vez pue- den ser sub divididas en momentos o estadios, el todo basado en la aplicación (intencional o no) de leyes económicas. Así, por ejemplo, en el esquema de Smith la progresiva división del trabajo está es- trechamente relacionada con otros dos fenómenos: la acumulación de capital y la extensión gradual del mercado. La acumulación de capital permite alcan- zar grados de especialización cada vez mayores y es- to da lugar a un aumento continuo de la productivi- dad del conjunto de factores productivos.[21][22] • Doctrina de la mínima distorsión de actividades eco- nómicas. Si las “leyes económicas” son leyes natura- les cuya aplicación conduce a la eficiencia económi- ca, a lo menos que se distorsione su funcionamien- to, lo más eficiencia. Los procesos económicos eran considerados como capaces de autoregulación, en otras palabras, las fuerzas económicas por si mis- mas dirigirán la producción, intercambio y consu- mo a su nivel más eficiente. Esto generalmente se interpreta, en la actualidad — pero no del todo correctamente,[23] como significando “mínima in- tervención estatal”, laissez faire o Mercado libre: a lo menos gobierno, lo mejor. La acción del estado debe confinarse a enforzar los derechos individuales (especialmente el de propiedad), proveer la defensa nacional y algunos servicios públicos de interés ge- neral (justicia, algunos tipos de educación, etc.). 2.3.2 Principales “leyes” económicas • Ley de Petty y Ley de Engel: El progreso técnico reduce los costos de transporte, lo que aumenta los ingresos (o poder de compra de los mismos) de la población en general y expande y transforma el mer- cado, facilitando así el crecimiento urbano y la ex- pansión de la producción. • Ley de los mercados: La riqueza depende de la producción. Cuantos más bienes se produzcan, más bienes existirán, que constituirán una demanda pa- ra otros bienes, lo que tiende a una situación (que los clásicos denominaban Estado progresivo) en la cual todos los recursos se emplean al máximo, a be- neficio general. • Ley de la oferta. Dado que ciertos bienes se pueden vender (en otras palabras: dada la existencia de de- seo por ciertos bienes) el “valor de cambio” o precio de los mismos depende de la oferta. Si hay un so- lo productor, o los productores actúan en conjun- to, los precios serán los de monopolio (es decir, los más altos posibles). Si hay varios productores y hay competencia, los precios decaerán al límite posible: el costo de producción o precio natural[24] (Teoría del valor como costo de producción) (nótese que ese precio natural incluye los “salarios” tanto del trabajo como del capital y los recursos naturales, incluyendo la renta financiera). No es que los clásicos ignoraran la demanda, es que no la consideraban importante en el largo plazo: “Por abundante que sea la demanda, nunca puede elevar permanentemente el precio de una mercancía sobre los gastos de su producción, in- cluyendo en ese gasto la ganancia de los productores.
  • 11. 8 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA Parece natural por lo tanto buscar la causa de la va- riación del precio permanente en los gastos de pro- ducción. Disminuyase esos y (el precio de) la mer- cadería debe finalmente decaer, aumentense y segu- ramente subirán. ¿Qué tiene todo eso que ver con la demanda?".[25] En otras palabras: asumiendo com- petencia, los productores están forzados a reducir el precio al mínimo posible, de lo contrario arriesgan no vender mientras sus competidores venden todo. (Estas cuatro leyes se pueden ver como justificando el optimismo de muchos clásicos, a partir de Smith, en el sentido de creer que el pro- greso conduce a la “opulencia ge- neral”, creencia que sus críticos — por ejemplo, Veblen, Schumacher; etc — llaman “teoría del más es mejor"- ver también Economía del estado estacionario). • Teoría del valor-trabajo: El valor de un bien o ser- vicio está dado por la cantidad de trabajo empleado en la producción de ese bien o servicio. • Ley de los rendimientos decrecientes: se refiere a la disminución paulatina de los rendimientos económi- cos -especialmente la tasa de ganancia- en la medida que, manteniendo el resto de factores constantes, se añadan cantidades adicionales de un recurso especí- fico. La asunción general es que tanto la expansión de la población como el avance tecnológico lleva al uso de recursos cada vez más difíciles de explotar, o menos productivos. Dado que los precios por lo me- nos no aumentan, sigue que la producción/ganancia debe decaer.[26] • Ley de hierro de los sueldos: los salarios reales tien- den “de forma natural” hacia un nivel mínimo, que corresponde a las necesidades mínimas de subsis- tencia de los trabajadores. Cualquier incremento en los salarios por encima de este nivel provoca que las familias tengan un mayor número de hijos y por tan- to un incremento de la población, y el consiguiente aumento de la competencia por obtener un empleo hará que los salarios se reduzcan de nuevo a ese mí- nimo. 2.4 Problemática y legado 2.4.1 Economía como la ciencia lúgubre La visión del futuro a largo plazo de muchos de los clási- cos era más bien pesimista. Eso llevó a muchos a calificar la disciplina de ser la ciencia lúgubre.[27] Esto no se de- be, como muchos asumen,[28] solo a la visión de Malthus sino más bien a una generalizada en la escuela.[29] En las palabras de Heinrich Sieveking: Los enciclopedistas del siglo XVIII, y con ellos los fisiócratas y Smith, opinaban que todas los miserias que azotaban al mundo eran provocadas por las leyes e instituciones absurdas y erróneas de los hombres. Todo se repararía con sólo dar libre curso a la Natura- leza. Los horrores de la Revolución francesa dieron un categórico mentís a este optimismo. No es que se dejara de proseguir en la labor de investigación de las leyes naturales que presiden la evolución social, pero en lugar de verlas a través de un prisma de esperanza optimista, aparecieron como una resignación pesimista. En este terreno se sitúa Malthus. Su libro sobre la población fue publicado como réplica a la Inquiry concerning political justice and its influence on general virtue and happiness, de Godwin (1793). Mientras éste esperaba el alivio de las miserias humanas en la observancia del Derecho natural, Malthus trataba de demostrar que no pocas miserias que azotan al género humano se fundamentan precisamente en la naturaleza de las cosas. [30] El problema no era únicamente el hecho que el aumen- to de la población lleva — debido a la competencia en- tre aquellos que buscan trabajo — a la aparición y man- tención de la ley de hierro de los salarios (situación exa- cerbada por los avances tecnológicos que requieren cada vez menos trabajadores) sino también a la disminución progresiva de recursos naturales. Adicionalmente la ley de rendimientos decrecientes implica que en general el avance tecnológico conduce a una situación en la cual la producción de bienes será cada vez más fácil en términos de esfuerzo de los trabajadores, pero más difícil en tér- minos sociales: se estarán usando recursos cada vez me- nos productivos, utilizando máquinas incrementalmente más complejas, que necesitan menos trabajo directo pero cantidades crecientes de energía,[31] etc. Esta situación ha llevado a Serge Latouche a sugerir: “desde los años 1970 los costes del crecimiento (cuando los hay) son superiores a los beneficios. Las ganancias de la productividad espe- rada son nulas, o casi nulas.”[32] Por ejemplo, tanto el aumento de la población como los avances tecnológicos hacen necesario y posible la explo- tación con fines agrícolas de terrenos que son incremen- talmente más difíciles de trabajar y menos productivos. Pero, y obviamente, la tierra no es un recurso infinito. En algún punto, si la población continúa aumentando, no importa cuales sean los avances tecnológicos y la produc- tividad agrícola, no habrá lo suficiente para alimentar a la población. Lo mismo se puede decir de no solo otros re- cursos naturales sino también del trabajo: el avance técni-
  • 12. 2.4. PROBLEMÁTICA Y LEGADO 9 co reduce la cantidad de trabajo necesaria para producir los bienes de consumo. Aún si la población se mantiene, esto no puede sino conducir a una situación en la cual no habrá necesidad de la cantidad de trabajo necesario pa- ra que las personas puedan ganar lo suficiente como para obtener sus necesidades. A menos, agrega Stuart Mill, que la población limite su crecimiento, pero aun así, por lo menos algunos bienes naturales eventualmente se extinguirán. Los ejemplos que Stuart Mill da son más bien simplistas, pero innegables. Por ejemplo, sugiere que las pieles de algunos animales árticos no estarán, en el futuro, dispo- nibles para el consumo general. Esos productos coman- daran, por lo menos, un precio especial, de escasez. Esto implica que el progreso, en lugar de llevar a una situación de prosperidad general, llevará a una situación de escasez incremental. Por lo menos en relación a ciertos produc- tos en la actualidad considerados de lujo (pieles, marfil, seda, etc) ese futuro es nuestro presente. (Véase también: Economía del estado estacionario). Pero, como se ha sugerido, el argumento se aplica no solo a artículo de consumo. En 1865, Jevons se pregunta por cuánto tiempo podría Gran Bretaña continuar siendo una nación industrializada, teniendo en cuenta que la crecien- te demanda de carbón mineral implica que este dejaría de estar disponible para fines industriales en las cantidades necesarias en un plazo menor a un siglo. “Somos sabios,” se preguntaba retóricamente, “en permitir que el comer- cio de este país se incremente más allá del punto en que podamos mantenerlo?" (ver The Coal Question). Esa es una visión que, a largos rasgos, aún se mantiene. Esa es la verdadera tragedia de los comunes. En las pa- labras de David Attenborough: “Mañana habrá un cuarto de millón de personas más sentándose a la mesa, esperan- do alimento, agua, energía; y pasado mañana otro cuarto de millón y el día después otro cuarto de millón más.... el crecimiento de la población debe detenerse para poder ofrecer 'una vida decente' a todos.”.[33] A pesar de lo anterior, los clásicos en general (incluyendo Malthus) tenían una visión más bien optimista, creyendo que la racionalidad llevaría al control del crecimiento de la población necesario para evitar el descenso a la miseria general. (la mejor exposición al respecto se encuentra en Stuart Mill, Principios, libro IV, Influence of Progress). Adicionalmente, por lo menos algunos creían que el desa- rrollo técnico llevaría (como de hecho ha sucedido) al re- emplazo de los recursos naturales que se agoten ya sea con otros recursos naturales o incluso con recursos ma- nufacturados. Por ejemplo, Friedrich Engels sugiere: “Y sin embargo, todavía hay un tercer factor, que no cuenta para nada con los economistas, es verdad — a saber, la ciencia, y el avance de la ciencia es tan ilimitado y por lo menos tan rápido como el de la población. ¿Qué parte del progreso de la agricultura en este siglo se debe solo a la química, y de hecho, a solo dos hombres — Sir Humphry Davy y Justus Liebig?. Pero la ciencia se multiplica por lo menos tanto como la población: la población aumen- ta en relación con el número de la última generación, la ciencia avanza en relación a la cantidad total de conoci- miento legado por la última generación, y por lo tanto, en las condiciones más comunes también en progresión geométrica — ¿qué es imposible para la ciencia?[34] Sin embargo permanece una llamada de atención sobre la creciente escasez de tierras de cultivo. En 1960 había una media hectárea de buena tierra cultivable por persona en el mundo — lo suficiente para mantener una dieta europea razonable. En la actualidad, sólo hay 0,2 de hectárea para cada uno. En China, es sólo el 0,1 de hectárea, debido a sus dramáticos problemas de la degradación del suelo.[35] 2.4.2 Dicotomía clásica Los clásicos creían que las variables “nominales” o mo- netarias y las “reales” o físicas pueden ser analizadas independientemente.[36] Por ejemplo, se proponía que co- sas tales como el producto y ganancia real pueden ser ana- lizadas sin considerar a sus contrapartidas nominales: el valor monetario de esa producción y la tasa de ganancia. Uno de los efectos más importantes de esa asunción, especialmente a niveles introductorios en la disciplina, es que permite simplificar el estudio de los fenómenos económicos.[37] La dicotomía puede ser definida como la tentativa de ex- plicar los fenómenos económicos exclusivamente en fun- ción de variables económicas, excluyendo, entre otras, las variables monetarias, lo que lleva, obviamente, a la bús- queda de factores que permitan explicar lo económico sin referencia a tales aspectos “externos”, incluyendo los monetarios.[38] Esto se ve claramente en la famosa Ley de Say, que pa- rece sugerir que la única función del dinero es servir co- mo medio de cambio, pero no influencia directamente ni la producción ni la demanda. Partiendo de la base que la producción y venta de bienes solo adquieren su sen- tido cuando terminan en otra compra, completando así una transacción económica, Say sugiere: “El dinero cum- ple solo una función momentaria en ese doble cambio, y cuando la transacción es finalmente concluida, siempre se encontrara que un tipo de mercadería ha sido cambiada por otra”. (J.B. Say, 1803[39] ). Sigue que cualquiera fluctuación en el mercado “real” no se debe a efectos monetarios sino a distorsiones o fallos en el mismo.[40] Pero esas distorsiones son meramente locales y transitorias: en el largo plazo, las fuerzas eco- nómicas, por si mismas, restorán un balance que implica, de acuerdo a la ley de Say, que los factores económicos están siendo usados plenamente. Percibir que el produc- to es de equilibrio en el largo plazo impide que el dinero tenga efectos reales en la economía. Esto está muy cerca de decir que el dinero es “neutral”, en el sentido que afecta solo aspectos nominales (por ejem-
  • 13. 10 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA plo, los precios) pero no las variables reales (la produc- ción). Es necesario notar sin embargo que, estrictamente, la sugerencia de Say no propone neutralidad monetaria, solo que no es racional mantener dineros ociosos. Asumiendo neutralidad, la dicotomía sugiere que, a corto plazo, las variables reales no reaccionan ante un cambio en la política monetaria, y sólo son afectadas por cambios en otras variables reales. Eso implica que la oferta agrega- da debe ser perfectamente inelástica a cualquier perturba- ción originada en la demanda agregada. Por ejemplo, en una expansión monetaria, los precios absorben totalmente el choque y la producción o crecimiento de la producción se mantiene en su tasa natural. A largo plazo eso se repite o, más apropiadamente, se mantiene, ya que el producto siempre está en su nivel natural o de equilibrio, es decir, que está en el nivel de pleno empleo de los recursos pro- ductivos. Cualquier choque monetario es absorbido total- mente por los precios, generando solamente inflación o, quizás, deflación.[41] Sin embargo, los clásicos, especialmente los tardíos, se dieron cuenta que el dinero no es neutral en ese sentido. Cambios en la cantidad de circulante afectan la tasa de interés, lo que a su vez afecta la tasa de ganancia y, con- secuentemente, decisiones acerca de inversión y ahorro, lo que tiene efecto en la economía real. Aun así se es- forzaron en mantener la dicotomía, buscando explicar el efecto del dinero a través de otras variables, lo que pro- duce una situación más bien confusa. En las palabras de Stuart Mill: Es perfectamente cierto que... una adición a la moneda casi siempre parece tener el efecto de bajar la tasa de interés;... porque está casi siempre acompañada de algo que realmente tiene esa tendencia”.... “aunque como moneda estas adiciones monetarias no tienen un efecto sobre los intereses, como préstamos si lo tienen. [42] Todo lo anterior se expresa en dos áreas problemáticas evidentes a través de toda la obra clásica: el problema del dinero y el problema del valor. La mayoría de las escuelas macroeconómicas actua- les (incluyendo la Nueva Economía Keynesiana y los Monetaristas) rechazan la dicotomía,[43] dado que, pro- fundizando la sugerencia de Stuart Mill, consideran que la cantidad de circulante afecta los cálculos económicos básicos, especialmente los relacionados con la tasa de in- terés. Sin embargo, algunas versiones de la Nueva econo- mía clásica y algunas escuelas heterodoxas la aceptan. 2.4.3 La cuestión de la cantidad del circu- lante Los clásicos, especialmente los tempranos, estaban fuer- temente influidos por la Teoría cuantitativa del dinero que heredaron de las posiciones de Locke[44] ' Hume.[45] y Richard Cantillon. Sin embargo, esa teoría no especifica claramente el como se establece la relación entre el dinero y los bienes, es decir, el como se establecen los precios. Generalmente se sugería que el dinero (oro, plata, etc) es valuable “porque tiene valor”[46] (ver Ilusión monetaria y Fetichismo de la mercancía). Esto dio origen a un debate prolongado pero no cruento, acerca de la concepción del dinero.[47] A partir de Ricardo, los clásicos empezaron a avanzar lo que se puede denominar teoría del dinero como mer- cadería, de acuerdo a la cual, el dinero (oro, plata) tiene un valor el cual, al igual que cualquier otra mercadería, depende de la cantidad de trabajo requerido para su ob- tención. En las palabras de Ricardo: Oro y plata, como todas las demás mer- cancías, son valiosos sólo en proporción a la cantidad de mano de obra necesaria para pro- ducirlos y llevarlos al mercado... La cantidad de dinero que puede ser empleado en un país debe depender de su valor... Aunque el [papel moneda] no tiene ningún valor intrínseco, sin embargo, al limitar su cantidad, su valor de cambio es tan grande como una denominación igual de monedas metálicas, o lingotes de ese metal. [48] Nótese que la teoría del dinero como mercadería (tam- bién llamada “metalismo”) invierte, o por lo menos alte- ra, la relación entre dinero y valor sugerida por la teoría cuantitativa. De acuerdo a esa, el dinero genera los pre- cios. Su exceso produce inflación, su falta, deflación. De acuerdo a los metalistas, es la variación de los precios que lleva, al igual que con cualquier otra mercadería, a las va- riaciones en la cantidad de oro circulante: un aumento en lo que se puede comprar con una cierta cantidad de oro (deflación de otras mercaderías) da lugar a un aumento en el circulante, que eventualmente puede llevar a res- tablecer la paridad original o establecer una nueva (si la relación oro con otros bienes no es la que había). Puesto de otra manera. La producción de metales precio- sos, al igual que cualquier otra mercadería, esta determi- nada por la ganancia que se obtiene de su producción. Si esa ganancia aumenta -se puede comprar más bienes con el esfuerzo necesario para producir una cierta cantidad de oro- habrá interés en dedicarse a producir oro. Eso lleva- ra a un aumento en la cantidad disponible de ese metal. Al igual que cualquier otro productor, los de metales pre- ciosos (o los propietarios de dinero) llevaran su producto
  • 14. 2.4. PROBLEMÁTICA Y LEGADO 11 donde pueden conseguir mayores ganancias. Lo anterior implica que el dinero (considerado en su can- tidad, o dinero realmente circulando) depende del merca- do. Si su “valor” (lo que se puede conseguir por una cierta cantidad en relación al trabajo necesario para producir- lo) aumenta, la cantidad de circulante aumentara “natu- ralmente”. Y viceversa. Sin embargo, los clásicos estaban conscientes que en cier- tos momentos históricos había habido inflación. Si la can- tidad de circulante depende naturalmente del mercado, como podemos explicar eso? La situación se hizo urgen- te dado que Inglaterra sufrió, durante las Guerras Na- poleónicas, a partir de la década de 1790, un periodo inflacionario,[49] lo que llevó a un debate que en esencia fue acerca del valor e incremento en la cantidad de dinero que es suficiente para facilitar el comercio pero no tanto como para causar inflación. Dos posiciones o escuelas se hicieron evidentes: los lin- gotistas (bullionist en inglés) y los bancarios. La posición original (bancaria) se basa en lo que podría ser llamada la doctrina de “documentos de Garantía real" o respaldo hipotecario en castellano (Real bills doctrine en inglés, Doctrine des effets réels en francés). Los bancarios aducían que el respaldo del dinero en oro no es necesa- ria, siempre y cuando el circulante emitido por los ban- cos, especialmente como crédito, sea equivalente a depó- sitos financieros (título de crédito, etc) respaldados por un derecho real sobre bienes físicos tangibles y redimibles a corto plazo (60 días era sugerido inicialmente). Dado esa condición, los bancos podrían emitir tanto dinero como fuera requerido por la economía sin producir inflación. Esta teoría fue mantenida por, entre otros, Adam Smith y James Mill. La asunción general de esta posición es que, si el dinero es solo un medio de cambio entre mercaderías, cualquier cosa, incluyendo el papel moneda, puede servir como es- tándar de valor, con el proviso que establezca una rela- ción estable y aceptada por los que lo utilizan con el tra- bajo necesario para producir bienes.[50] Si un banco está dispuesto a aceptar, por ejemplo, el título de propiedad de una casa como garantía o pago, y el propietario de la casa y otros están dispuesto a aceptar una “nota promi- soria” ( billete de banco) de ese banco como pago por sus bienes o propiedades, esos documentos han funciona- do como dinero y, en la medida que no cambian ninguna “variable real” esencial, no puede causar inflación por el mero hecho que el respaldo, en lugar de ser una cierta cantidad de oro en el banco sea el valor de algún bien tangible. Después de todo, ambas “mercaderías” repre- sentan o contienen la misma cantidad de valor o trabajo, aquel necesario para producirlas. (Para Smith el proceso depende crucialmente de la confianza que los banqueros generen o adquieran[51] ). Una propuesta similar fue adoptada eventualmente en Alemania durante el período de la República de Weimar con el Rentenmark y, durante el nazismo, con los llama- dos “Bonos Mefo” (ver Economía de la Alemania nazi), en ambos casos con gran éxito. La posición alternativa, lingotista,[52] era que la cantidad de circulante (monedas y papel) debe ser equivalente, en una proporción fija y estable, a la cantidad de metal pre- cioso en los bancos. Si los bancos no están obligados a convertir las notas en oro en una proporción cierta, van a tener la tentación de emitir billetes en exceso a sus re- servas de oro o plata en sus bóvedas. Esto conducirá a un exceso de oferta de dinero, lo que llevara a varias distor- siones, incluyendo la inflación. Para evitar todo eso, sos- tuvieron, es necesario mantener una equivalencia estricta entre la cantidad de circulante emitida por cualquier y to- dos los bancos y la cantidad de oro y plata mantenido co- mo respaldo. Esta posición, representada, entre otros, por Ricardo, predomino hasta después de la Primera Guerra Mundial. (ver patrón oro). De acuerdo a esa posición, cualquier incremento en la cantidad de oro o plata en un país dado llevaría a un in- cremento en los precios en ese país, lo que significaría que la moneda (metales preciosos) irían a algún otro lu- gar, en el cual podría ser cambiada por bienes a una tasa másmás favorable. Conversamente, una deficiencia en la cantidad de oro causaría un caída local en los precios, que llevaría a la exportación de bienes e importación de oro o plata. Esto tendría el efecto que, a largo plazo, habría una tendencia a mantener una relación estable del valor (entendido como poder de compra) de esos metales. John Stuart Mill sugirió[53] una posición intermedia, de acuerdo a la cual los bancos necesitan mantener solo una cierta proporción de lo emitido como depósitos en oro y/o plata, el resto pudiendo ser respaldado de acuerdo a la doctrina bancaria. Esto podría quizás dar origen a una cierta inflación, pero cualquier tendencia en esa dirección llevaría a los poseedores de billetes a cambiarlos por me- tálico, lo que forzaría a los bancos a redimir sus présta- mos a fin de obtener el oro necesario para redimir sus notas. Ambos procesos a su vez reducirían el circulante, eliminado la inflación. Esta posición dio eventualmente origen al sistema de banca de reserva fraccional que exis- tió desde esa fecha[54] y que existe en el presente en todos los países industrializados. (Los depósitos en oro siendo reemplazados por depósitos en dólares que, hasta 1971, mantenía una relación fija, de 35 dólares por onza, con el oro. A partir de esa fecha, los respaldos están constituidos por las llamadas Moneda de reserva.- Ver Bancor). Clarificando, Stuart Mill, a pesar que acepta en general la teoría cuantitativa,[55] sugiere que el problema no es tanto la cantidad física de circulante, sino el crédito y las compras (o demanda) (Stuart Mill consideraba que solo el metálico era dinero propiamente tal. Billetes son pagarés y, junto con otras notas promisorias -bancarias o indivi- duales, ya sea “a la vista” (o “en demanda”) o a plazo- tales como cheques, crédito “en libros” o “a cuenta”, etc, cons- tituyen crédito.): “Pero ahora hemos encontrado que hay otras cosas, tales como billetes de banco, letras de cambio
  • 15. 12 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA y cheques, que circulan como dinero, y realizar todas las funciones del mismo: y surge la pregunta: ¿Operan estos sustitutos sobre los precios en el misma manera que el di- nero en sí? Tiende un incremento en la cantidad de papel transferible a aumentar los precios, de la misma manera y grado que un aumento en la cantidad de dinero?...” “Ha habido una gran cantidad de debates y argumentos sobre la cuestión de si algunas de estas formas de crédito y, en particular, si los billetes de banco, debe ser considerado como dinero. El asunto es tan puramente verbal que ape- nas vale la pena plantearlo, y uno tendría cierta dificultad en comprender por qué se le atribuye tanta importancia, si no hubiera algunas autoridades que, adhiriéndose todavía a la doctrina de la infancia de la sociedad y de la econo- mía política, que la cantidad de dinero en comparación con la de los productos básicos, determina los precios en general, creen que es importante demostrar que los bille- tes de banco y no otras formas de crédito son dinero, a fin de apoyar la inferencia que los billetes de banco y no otras formas de crédito influyen sobre los precios. Es ob- vio, sin embargo, que los precios no dependen del dinero, sino de las compras. El dinero dejado con un banquero, y que contra el cual no se creen débitos, o que sea debitado para fines distintos a la compra de mercancías, no tiene ningún efecto sobre los precios, al igual que un crédito que no se utiliza. Crédito que se utiliza para la compra de productos afecta a los precios de la misma manera que el dinero. El dinero y el crédito están, pues, exactamente a la par, en su efecto sobre los precios; y si optamos clasi- ficar los billetes en una o la otra, es en este sentido por completo indiferente.[56] Conviene notar que este debate dio origen a otras dife- rencias, más complejas, de opinión, diferencias que de las cuales se ha alegado que “ aún hoy, hay lesiones im- portantes a ser aprendidas”.[57] Por ejemplo, a partir de lo anterior el estudio de los efectos del crédito asume una gran importancia, lo que dio, eventualmente, origen -a través del trabajo de Knut Wicksell- al monetarismo y a las concepciones modernas al respecto: si se regula apro- piadamente el crédito, no habrá fluctuaciones monetarias abruptas (ver agregado monetario y Oferta de dinero). 2.4.4 El asunto del valor El otro aspecto problemático es el asunto del valor. Si asumimos que los procesos productivos pueden ser ex- plicados sin relación directa a consideraciones moneta- rias tenemos que sugerir un método que permita evaluar- los sin referencia a tales aspectos. La solución obvia se encuentra en la plusvalía; es decir, al hecho que la finali- dad de todo proceso productivo -en la medida que son de interés a la ciencia económica- es producir más bienes o “valor” que el empleado o gastado en el proceso mismo. Un proceso económico será productivo en la medida que el resultado, medido en bienes para uso y consumo, sea superior a los empleados para producirlos, cualquiera sea la medida o el resultado “monetario” para los individuos que participen en ese proceso. Esto requiere, por supuesto, una medida del valor que no este basado en cálculos monetarios. Adam Smith consi- deraba que la medida exacta para cuantificar el valor era el trabajo.[58] Para él, el valor era la cantidad de mercan- cías que uno podía producir con, o recibir a cambio de, su trabajo (y vice versa, el valor de una mercancía es la cantidad de ya sea otras mercancías o trabajo que se pue- da recibir en cambio[59] ). Las mercancías concretas pue- den cambiar, pero lo que siempre permanece invariable es el trabajo, o sea el desgaste de energía para producirlas, siendo entonces el trabajo el patrón definitivo e invaria- ble del valor: lo que consume una hora de trabajo para ser producido tiene, desde este punto de vista, exactamente el mismo valor que cualquiera otra cosa que cueste otra hora de trabajo para ser producido. Esto llegó a ser co- nocido como Teoría del valor-trabajo. Pero esas relaciones de cambio no permanecen necesaria- mente constantes. Esto llevó a Smith y otros a introducir dos conceptos asociados: valor de uso y valor de cambio. En las palabras de Stuart Mill: “Adam Smith, en un pasa- je citado a menudo, ha descendido sobre la ambigüedad obvia de la palabra valor, la cual, en uno de sus sentidos, significa utilidad, en otro, poder de compra, en su propio lenguaje, valor en uso y valor en intercambio”... y “la ma- yoría de los escritores modernos, a fin de evitar el gasto de dos buenas palabras en una sola idea, han empleado “precio” para referirse al valor de una cosa en relación al dinero, la cantidad de dinero por la cual será cambia- do. Por el precio de una cosa, entonces, entenderemos su valor en dinero; por valor o valor de cambio, su poder ge- neral de compra, el comando que su posesión otorga en general sobre mercaderías comprables”.[60] Sin embargo, el “desgaste de energía para producir” o cantidad de trabajo envuelto en la producción de una co- sa también varía, en general disminuyendo con el avance tecnológico. Adicionalmente hay un problema con la de- terminación práctica (con el fin del cálculo del valor de un bien) con el cómo se pueden medir, por lo menos po- tencialmente, diferentes “modalidades” de ese desgaste o trabajo: por ejemplo: ¿es el valor producido por una ho- ra de trabajo de un cirujano o médico el mismo que el producido por una hora de trabajo de un obrero sin cali- ficar? Y ¿cómo relacionamos esos casos extremos con el trabajo de un panadero, carpintero u obrero calificado? Stuart Mill resume en su obra[61] la posición de Smith y otros. Simplificando, se puede decir que es el caso que diferentes tipos de trabajo comandan diferentes precios en relación a cosas tales como la competencia entre tra- bajadores, tiempo y dificultad de aprendizaje, seguridad o no de recompensa, dificultad y desagrado en efectuarlo, etc. Stuart Mill nota que los trabajos más desagradables y duros son generalmente los menos pagados dado que ge- neralmente los que los llevan a cabo carecen de otra op- ción. Siendo ese el caso, se mantiene la relación del valor de un bien como dependiendo de la cantidad de trabajo
  • 16. 2.5. CITAS Y REFERENCIAS 13 necesario para producirlo, con el proviso que el “salario real” o valor (es decir, las mercaderías que se pueden ad- quirir por “precio por unidad de trabajo”) de cada tipo de trabajo en particular son diferentes entre si, pero nunca pudiendo ser en total superior al determinado por el nivel de competencia entre trabajadores: “Liberalidad, gene- rosidad, y el crédito de la empresa, son motivos que, en cualquier grado que operan, se oponen a tomar la ventaja máxima de la competencia, y esos motivos podrían y aún ahora lo hacen, actuar sobre los empleadores de mano de obra en todos los departamentos de la gran industria, y lo más deseable es que así sea. Pero nunca pueden au- mentar los salarios medios de la mano de obra más allá de la relación entre la población y el capital. Al dar más a cada trabajador empleado, limitan el poder de dar em- pleo numeroso, y por excelente que sea el efecto moral, hacen poca diferencia económicamente, a menos que el pauperismo de los que están excluidos conduzca indirec- tamente a un reajuste por medio de una mayor limitación en la población.” (Stuart Mill, op. cit, conclusión) Pero esos diferentes tipos de trabajos están distribuidos diferentemente a través de las industrias. Por ejemplo, muchos de los trabajadores empleados en una empresa de Inteligencia artificial tienen niveles de educación y ca- lificación diferentes a los empleados en una panadería. Sigue que el precio de los respectivos productos no se puede determinar solo en relación a un salario promedio general. Esto da origen a la Teoría del valor como costo de producción clásica: “Para recapitular: la oferta y demanda determinan el valor de todas las cosas que no se puede au- mentar indefinidamente, a excepción de que incluso pa- ra ellas, cuando se producen en la industria, hay un valor mínimo, determinado por el coste de producción. Pero en todas las cosas que admiten la multiplicación indefinida, la demanda y la oferta sólo determinan las perturbacio- nes de valor, durante un período que no podrá exceder el tiempo necesario para modificar la oferta. Determinan- do así la oscilaciones de valor, ellas mismas obedecen a una fuerza superior, que hace gravitar el valor al Costo de Producción, que lo depositaria y mantendría allí, si nuevas influencias perturbadoras no estuvieran continua- mente surgiendo para hacer que de nuevo se desvíen. Para continuar la línea de la metáfora, la demanda y la oferta siempre se apresuran a un equilibrio, pero la condición de equilibrio estable es cuando el intercambio de cosas entre si sucede de acuerdo a sus costos de producción, o, en la expresión que hemos utilizado, cuando las cosas están en su Valor Natural".[62] En la actualidad se considera,[63] siguiendo el análisis de Piero Sraffa,[64] que mucho del análisis anterior es im- productivo, dado que no hay un algoritmo o fórmula ge- neralmente válida que transforme “unidades de valor” en “unidades monetarias”, en otras palabras, que resuelva el llamado problema de la transformación.[65][66] Clarificando: la plusvalía debe ser considerada una me- dida física. Es, en la medida que sucede, una medida del incremento de los bienes materiales disponibles, ya sea para el consumo o uso como inversiones, que resultan úl- timamente del trabajo. Ese incremento puede ser expre- sado o medido en relación a cualquier otra mercadería (por ejemplo, se puede decir que un kilo de pan es pro- ducto del uso de x litros de petróleo, por lo tanto, el precio del pan aumentará si el precio del petróleo aumenta) in- cluyendo, si se lo desea, horas de trabajo estándar. Pero no hay una formulación tal que permita transformar de forma unívoca tal relación en “unidades de precio”, dado que estos, últimamente, no corresponden únicamente al costo de producción, dependen también de la demanda. Consecuentemente si bien es correcto que, desde el pun- to de vista de las sociedades, el interés de los procesos productivos reside en la capacidad o habilidad de gene- rar valor (satisfacer necesidades materiales), es importan- te proceder con cuidado y mantener presente cuando se efectúan o consideran los cálculos que los esquemas con- ceptuales y/o las medidas y resultados relacionadas al va- lor (o medidas reales) y las en precios (o nominales) no son simplemente “mezclables”. (ver Valor agregado). 2.5 Citas y referencias [1] Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, John Maynard Keynes, Capítulo 1, Nota 1 [2] Gerardo Fujii: Desarrollo Económico UNIDAD III. TEORÍAS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO, punto 1. La economía clásica (A. Smith, R.Malthus, D. Ricardo y K. Marx) [3] David Ricardo (1817): Principios de economía política y tributación [4] John Stuart Mill (1848): Principios de economía política, con algunas de sus aplicaciones a la filosofía social [5] Deborah A. Redman (1997): “The classical age of econo- mics was marked by an intense interest in scientific met- hodology. It was, moreover, an age when science and phi- losophy were not yet distinct disciplines, and the educa- ted were polymaths. The classical economists were acu- tely aware that suitable methods had to be developed be- fore a body of knowledge could be deemed philosophical or scientific. They did not formulate their methodologi- cal views in a vacuum, but drew on a rich collection of philosophical ideas. Consequently, issues of methodology were at the heart of political economies rise as a science. The classical era of economics opened under Adam Smith with political economy understood as an integral part of a broader system of social philosophy; by the end, it had emerged via J. S. Mill as a separate science, albeit one still inextricably tied to the other social sciences and to ethics. The Rise of Political Economy as a Science opens with a review of the epistemological ideas that inspired the classical economists: the methodological principles of Ba- con, Descartes, Hobbes, Newton, Locke, Hume, Stewart, Herschel, and Whewell. These principles were influential not just in the development of political economy, but in
  • 17. 14 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA the rise of social science in general. The author then exa- mines science in eighteenth- and nineteenth-century Bri- tain, with a particular emphasis on the all-important con- cept of induction. Having laid the necessary groundwork, she proceeds to a history and analysis of the methodolo- gies of four economist-philosophersAdam Smith, Robert Malthus, David Ricardo, and J. S. Millselected for their historical importance as founders of economics and for their common Scottish intellectual lineage. Concluding re- marks put classical methodology into a broader histori- cal perspective.” en The Rise of Political Economy as a Science - Methodology and the Classical Economists [6] “De lo anteriormente dicho y a partir de las definiciones que Kant formuló en su “Critica de la Razón Pura” se en- tiende a los enunciados realizados por los clásicos como apriorísticos, es decir que son cognoscibles por un puro ejercicio de la razón, sin necesidad de recurrir al mundo sensible. Esto es una consecuencia de la forma en que for- mulaban ellos las hipótesis, las mismas eran previas a la experimentación, a la experiencia sensible, y no depen- dían de ella para su validez. A pesar de que el génesis del proceso de formulación de las hipótesis era una observa- ción empírica, esta no constituía más que un indicio que bien podría haberse obtenido por introspección. A demás, en la generación de las hipótesis mediaba un simple pro- ceso de inducción.” en Critica Metodología del Historicis- mo a la Escuela Clásica cap: “La metodología clásica.”.- Este es un tema complejo; para comenzar a profundizar: Thomas Sowell: On classical economics cap 4: Classical Methodology [7] JESÚS L. PARADINAS FUENTES: El médico inglés William Petty (1623-1687), discípulo de Hobbes, será uno de los primeros en defender la existencia de leyes na- turales en economía, de acuerdo con los planteamientos científicos mecanicistas. Además, avanzó la idea de que la riqueza no depende del comercio sino que es produc- to del trabajo... También Locke (1632-1704), defendió la idea de que las leyes sociales que debían regir el compor- tamiento humano, conforme a las cuales debería organi- zarse la sociedad, eran análogas a las leyes de la naturale- za que determinaban el comportamiento del universo. En sus escritos económicos enseñó que el egoísmo es la fuer- za motriz de la conducta humana, que el Estado, en lugar de intervenir en economía como pretendían los mercan- tilistas, debía limitarse a proteger la propiedad privada y a facilitar los intercambios entre los particulares, y que la riqueza es producto del trabajo. Como el nuevo paradig- ma científico mecanicista era incompatible con el inter- vencionismo económico defendido por los mercantilistas, apareció en el pensamiento económico una nueva doctri- na: que la riqueza no se obtiene del comercio sino de la agricultura. Sus defensores se dieron a sí mismos el nom- bre de fisiócratas. Así pues, una de las ideas fundamentales de la moderna ciencia económica, que los fenómenos eco- nómicos están regulados por leyes naturales que producen un orden espontáneo que el hombre debe respetar, había sido ya expuesta antes de Adam Smith.” en La economía como ciencia: Adam Smith [8] “Debido a la influencia de los autores mencionados, la vi- sión más común de la investigación científica a mediados del siglo XIX consiste en defender que la ciencia debe co- menzarse a partir de la observación de hechos, realizada de manera libre y sin prejuicios. A continuación se aplica la inferencia inductiva, de modo que se pasa de lo particu- lar a lo general y se formulan leyes universales sobre estos hechos. En tercer lugar, se aplica nuevamente la inducción con el fin de obtener teorías o argumentaciones dotadas de un grado mayor de generalidad. Finalmente, se contrasta si las leyes y teorías son verdaderas o no comparando sus implicaciones empíricas con los hechos observados.” LA ECONOMIA. CONCEPTO Y METODO punto 3.1.1 (p 19) El empirismo y la ciencia en el siglo XIX [9] Adam Smith: Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. Libro primero - Capítulo I: De la división del trabajo. [10] A. Marshall: “Ahora no hay tendencias económicas que actúan de tal forma constante y se puedan medir tan exac- tamente como es posible con la gravitación: y por lo tanto no hay leyes de la economía que pueden ser comparadas por precisión con la ley de la gravitación....(....).... Aun- que el análisis económico, y su razonamiento general, son de amplia aplicación, sin embargo, cada época y cada país tiene sus propios problemas y es probable que todo cambio en las condiciones sociales requiera un nuevo desarrollo de las doctrinas económicas.” en Principles of Economics Book One, Preliminary Survey: Chapter 3, Economic Ge- neralization or Laws [11] Daniel Little: “El concepto de una “ley de la naturaleza” ha sido fundamental para nuestra comprensión de las cien- cias naturales.. El poder intelectual de la física clásica de- riva del hecho de que era capaz de proponer leyes físicas que eran simples y universales - las leyes de la gravitación y movimiento de los planetas, la óptica, la electricidad y el magnetismo, etc ¿Es ésta una característica esencial de una ciencia empírica exitosa? ¿Y posee la economía ta- les leyes? Varios autores son positivos acerca de ambos puntos (Kincaid, 1996), ( Rosenberg, 1976). Sin embar- go, varios puntos han surgido en discusiones recientes de las ciencias sociales que llevan a dudar acerca de la centra- lidad de la leyes en las ciencias sociales -incluyendo la eco- nomía..... Nada en la teoría económica actual ofrece razón para pensar que existen esas leyes. Los supuestos funda- mentales de la teoría económica sencillamente no caen en la categoría de “leyes de la naturaleza.” Y como veremos más adelante, el supuesto de la racionalidad económica no constituye una generalización universal sobre el compor- tamiento individual. Aquí, como es el caso en otras áreas de las ciencias sociales, es más justificable buscar meca- nismos de causalidad más que leyes sociales.” Are there laws in economics? en Philosophy of Economics [12] Luis Razeto M y Pasquale Misuraca: “Esta elaboración crítica sobre las ciencias sociales (planteada como crítica de las sociología y del marxismo), y en particular la crí- tica a la idea de que los procesos históricos, económicos y políticos se desenvuelven conforme a leyes y regulari- dades que no dependen de la voluntad y la conciencia de los individuos y de las organizaciones sociales, mantiene plena vigencia especialmente con referencia a las concep- ciones económicas y políticas actualmente dominantes.” Actualización en Capítulo 4. Crítica de las leyes históri- cas, económicas y estadísticas.) [13] Por ejemplo, Steven Pressman: “Fifty major economists” Routledge, 2006 (2nd edition)
  • 18. 2.5. CITAS Y REFERENCIAS 15 [14] El título mismo de la obra que inicio la escuela lo indi- ca: “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”. A mayor claridad, Smith define los objetivos de las Actividades económicas como sien- do: Primero, suministrar al pueblo un abundante ingreso o subsistencia, o, hablando con más propiedad, habilitar a sus individuos y ponerles en condiciones de lograr por sí mismos ambas cosas. Segundo, proveer al Estado o Repú- blica (en su sentido de “comunidad independiente o sobe- rana”) de ingresos suficientes para los servicios públicos. (Adam Smith, 1776, p. 428). [15] David Ricardo: “los individuos no estiman su ganancia a través de la producción material, pero las naciones inva- riablemente lo hacen. Si tuviéramos exactamente la mis- ma cantidad de mercancías en el año 1815 que tenemos ahora en 1814, como nación no seriamos más ricos, pero si el dinero hubiese declinado en valor, esas (mercancías) serían representadas por una cantidad mayor de dinero, y los individuos serían propensos a “creerse” más ricos” - Carta (Nro 55) a Malthus, 11 de agosto de 1814 en The Works and Correspondence of David Ricardo: Volume 6, Letters 1810-15 pp 121 Piero Sraffa (editor) [16] Para una introducción a esta área, ver Roberto Gómez Ló- pez EVOLUCIÓN CIENTÍFICA Y METODOLÓGICA DE LA ECONOMÍA [17] Ricardo percibía un conflicto entre los intereses de las “clases terratenientes” —que, en su opinión, reciben “ren- ta” sin contribuir al proceso productivo — y los de la so- ciedad en general y de las clases empresariales y traba- jadoras en particular.- Ver David Ricardo (3rd Edition: 1821): On the Principles of Political Economy and Taxa- tion [18] Por ejemplo: K. Marx: (1864–1877) El Capital. [19] Por ejemplo: “De acuerdo con lo anterior, no hay nada más cierto en el cambio progresivo que están teniendo lu- gar en la sociedad que la continuada expansión del princi- pio y practica de la cooperación”. (J. S Mill: Principles of Political Economy, Libro IV (Influence of Progress), cap I, punto 2) y “que la relación de amos y trabajadores será gradualmente sustituida por asociaciones, en una de dos formas: en algunos casos, la asociación de los obreros con los capitalistas, y en otros, y tal vez finalmente en todos, la asociación de los obreros entre sí.' Mill creía que esas cooperativas tenían ventaja sobre comunas u otras institu- ciones socialistas porque eran capaces de competir contra las empresas tradicionales (su queja en contra de muchos otros socialistas es que infravaloraban la competencia co- mo estímulo moralmente útil para la acción). Estas coope- rativas podrían ser de dos tipos: un sistema de reparto de utilidades en el que el sueldo del trabajador está ligado al éxito de la empresa o una cooperativa de trabajadores en las que la propiedad del capital social pertenece a los trabajadores. Esto último era preferible porque transfor- ma a todos los trabajadores en empresarios, promovien- do muchas de las facultades que el mero trabajo pagado deja atrofiar. (ver Internet Encyclopedia of Philosophy: John Stuart Mill (1806-1873). Para profundizar, ver EI cooperativismo en Ia obra de John Stuart Mill.- Philippe Légé:Socialismo y utilitarismo en la economía política de John Stuart Mill.- Gregory Claeys (1987): Justice, Inde- pendence, and Industrial Democracy: The Development of John Stuart Mill’s Views on Socialism [20] Adam Smith, op. cit.- primer párrafo de “Introducción a la obra” [21] Para profundizar esta temática, ver Juan Carlos Rodrí- guez C (2003) La economía laboral en el período clási- co de la historia del pensamiento económico (ISBN: 84- 688-7252-0) esp cap X: División del trabajo y crecimien- to económico [22] Matías D. Scaglione (2001): Roles de la acumulación de capital y del progreso técnico en la teoría del crecimiento económico de Adam Smith [23] Fernando Jeannot R (2006): La riqueza o pobreza de las naciones son públicas y privadas al mismo tiempo y fruto de una regulación que desde los clásicos de la economía vincula necesariamente al sector público con el privado. Por ello no es casual que todo el volumen quinto de Smith (2000: 614 y ss) se refiera a las finanzas públicas. Cercenar el modelo de equilibrio general del Estado-gobierno fue una reducción propiamente neoclásica, pero no clásica. Lo anterior no colisiona con la constatación de que la idea del equilibrio general no está formulada claramente en Smith, porque el autor carecía de una teoría de las decisiones y del comportamiento económico que luego configurarán a la racionalidad neoclásica. En cambio, Smith fundó la teo- ría de la autorregulación del mercado cuando sostuvo que el número de personas empleadas se proporciona al capi- tal de la nación; es decir, a la macroeconomía pero no a ningún agente en particular. Cada agente, eso sí, persigue beneficios individuales desarrollando actividades produc- tivas, pero no rentísticas, porque... (...)... Por lo tanto no es cualquier búsqueda de beneficios, sino aquella que redun- de en la expansión del empleo, el ingreso y el desarrollo tecnológico porque de esta forma se enriquecen las na- ciones. Desde los clásicos se asienta el principio de que la riqueza de las naciones tiene lugar cuando hay un juego de todos ganan, pero no otro de suma cero. Y también desde los 1700, el liberalismo económico se refiere a un Estado de mano invisible o proveniente del estado de naturaleza, pero considerando a la sociedad civil como suficientemen- te dinámica y productiva para solamente admitir un mí- nimo de agencias gubernamentales (Nozick 1990: 121). “ en Los intercambios procesados por el tanteo walrasiano [24] Adam Smith:"El precio de un monopolio es en cada oca- sión el más alto que se puede conseguir. El precio natural, o el precio de la libre competencia, por el contrario, es el más bajo que se puede tomar, no de hecho en cada oca- sión pero sobre un tiempo considerable. El uno es en cada ocasión el más alto que se puede exprimir de los com- pradores, o el que, se supone, van a consentir dar; el otro es el más bajo que los vendedores generalmente pueden permitirse aceptar, y al mismo tiempo continuar sus ne- gocios.”. en An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations: Book 1, Chapter 7 (Of the Natural and Market Price of Commodities) parrafo 27 (en inglés en el original) [25] David Ricardo: Works and Correspondence, 7: 250-251
  • 19. 16 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA [26] Sieveking: “El acrecentamiento de la capacidad de pro- ducción coloca a la agricultura en una situación más desfa- vorable que la de la industria, debido a que tiene que con- tar con las energías Iimitadas del suelo nacional. Ricardo, citado por Turgot, hizo observar que, con el aumento de los cultivos, las producciones de la tierra no crecen en la proporción del empleo de capital y de trabajo. Precisaría poner en explotación los suelos poco fértiles, o bien inten- sificar la de los antiguos con gastos desproporcionados... La referida Iey solamente tiene aplicación en el caso de un cultivo uniforme, para un territorio limitado. " op. cit [27] por ejemplo: Antonio Cabrales: Los precios de los pisos y la ciencia lúgubre [28] Por ejemplo: JULIO FAESLER La economía, la ciencia lúgubre [29] Es necesario notar que el término “ciencia lúgubre” fue in- troducido por Thomas Carlyle en 1849 no para referirse a esas prognosis de largo plazo sino a varias proposiciones de los economistas políticos que Carlyle consideraba eran no aceptables desde un punto de vista conservador extre- mo: “la Ciencia Social... que encuentra el secreto de este Universo en la oferta y la demanda y reduce el deber de los gobernantes humanos a la de dejar solos a los hombres... no es una ciencia alegre... es una... bastante rastrera y una angustiante; [es]... la ciencia lúgubre ". Carlyle se vuelve a referir, en varias ocasiones, en esta (y otras obras) a la «ciencia lúgubre» en una forma despectiva, agrupándola con otras características de la escena política no deseables (para Carlyle), tales como las 'urnas’ y el 'sufragio uni- versal '. Ver Robert Dixon The dismal science? Thomas Carlyle v John Stuart Mill. Sin embargo, el término se ge- neralizo con el sentido de ser la ciencia cuyas predicciones son pesimistas. [30] Sieveking: Historia de la Economía, desde el siglo XVII hasta la actualidad” cap 5. Malthus y Ricardo [31] La principal fuente de energía industrial de la época era el carbón de piedra (coal en inglés) que, se preveia, se ago- taria en un futuro más o menos cercano, llevando a ruina general. ver: The New Yok Times (20 de Febrero 1873): A COAL FAMINE. y New Scientist Oct 30, 1980 A Na- tional Calamity [32] S Latouche: “La sociedad de la abundancia frugal” (Icaria, Barcelona, 2012) (publicado originalmente (2011) como “Vers une société d'abondance frugale: Contresens et con- troverses sur la décroissance”) Nótese que esto no implica que no hay ganancia sino que la ganancia y/o plusvalía de- bida al progreso técnico se hace cada vez menor: la pro- ducción extra producida por nueva maquinaria no es la su- ficiente como para justificar el gasto extra necesario para reemplazar la maquinaria antigua. Este es uno de los me- canismos básicos que han estado impulsando el fenómeno de externalización o deslocalización: donde las empresas podían pagar mejores sueldos y mantener o aumentar sus ganancias utilizando maquinaria cada vez más ”produc- tivas”, el costo de maquinarias actuales, en relación a su producción, es tal que lleva a las empresas a buscar medi- das para reducir los costos de los salarios. [33] El crecimiento de la población debe detenerse: Sir David Attenborough [34] Engels, ensayo de 1843 (en correspondencia de Marx y Engels, p 33) citado por J. D. Bernal: Engels and Science, p I [35] David Attenborough (2011): PLANET AND POPULA- TION (discurso a la Royal Society for the encouragement of Arts, Manufactures and Commerce (RSA) [36] La percepción que los clásicos creían en dicotomía fue originalmente sugerida por Knut Wicksell.- Para una in- troducción al concepto y consecuencias, ver: Beenstock, Michael; Ilek, Alex: Wicksell’s Classical Dichotomy: Is the natural rate of interest independent of the money rate of interest? [37] Gregory Mankiw: Macroeconomía p 236 y siguientes [38] Juan Diego Castrillón: “Los economistas llaman a la sepa- ración entre variables reales (productos, empleo) y nomi- nales (dinero) como la dicotomía clásica.” en APROXI- MACIÓN AL MODELO DE OFERTA Y DEMANDA; 2.2.1. La inflación y el análisis económico en el largo pla- zo: la dicotomía clásica [39] “Traité d'économie politique, ou simple exposition de la manière dont se forment, se distribuent, et se composent les richesses” (1803) traducido al inglés como: “A Treatise on Political Economy, or the production, distribution and consumption of wealth” (1803), p 57. Ver enlaces en: http: //cepa.newschool.edu/het/profiles/say.htm [40] Los clásicos no conocían el término “fallo de mercado” tal como se usa en el presente, sin embargo el concep- to existía. (ver Steven G. Medema: (2007). “The Hesitant Hand: Mill, Sidgwick, and the Evolution of the Theory of Market Failure,” History of Political Economy, 39(3), pp. 331−358. 2004 Online Working Paper.) Las principales distorsiones que los clásicos conocían eran: Las introduci- das por gobiernos, las introducidas por grupos de interés (asociaciones de productores, comerciantes, guildas, etc), los monopolios y las externalidades. [41] Para todo esto, ver Andrés Felipe Giraldo P (2006): LA NEUTRALIDAD DEL DINERO Y LA DICOTOMÍA CLÁSICA EN LA MACROECONOMÍA [42] J.S. Mill: Principles of Political Economy, 1848: p.431 [43] Mankiw and Romer 1990, Vol. 1, p. 2. citado por David Colander: Beyond New Keynesian Economics: Towards a Post Walrasian Macroeconomics [44] Locke escribió, entre 1692 y 1696, una variedad de en- sayos acerca del dinero, interés y comercio (por ejemplo: “For encouraging the coining silver money in England,”) que se pueden encontrar en castellano en: “Escritos mone- tarios / John Locke; estudio preliminar, Victoriano Mar- tín; traducción, María Olaechea. – Madrid: Ediciones Pi- rámide, ©1999. – 262 p. – (Colección Clásicos de la eco- nomía) ISBN 84-368-1295-6..- Ver también: Arthur H. Leigh (1974): “John Locke and the Quantity Theory of Money” en History of Political Economy. 6: 200-219 [45] ver, por ejemplo los ensayos que Hume publico en Edin- burgo en 1752: “Of Interest."; “Of Money."; " Of the Ba- lance of Trade.” y “Of Commerce.”
  • 20. 2.5. CITAS Y REFERENCIAS 17 [46] Para la mente medieval, fuertemente influida por la alquimia el oro era especial porque es el más noble de los metales. Y, a su vez, esa nobleza deriva de que no cambia: “La «nobleza» del oro es ser el fruto llegado a la madu- ración, los otros metales son «vulgares» pues ellos no son maduros. En otros términos, el final último de la Naturale- za es la consumación del reino mineral, su «maduración» completa. La transmutación natural de los metales en oro está inscrita en su destino, pues la Naturaleza tiende a la perfección.” (ver Alquimia: El oro y la inmortalidad ). Esa “nobleza natural” naturalmente lo asociaba con la noble- za política, así, por ejemplo, el Libro de las siete partidas establece: “Vestiduras hacen conocer mucho a los hom- bres por nobles o por viles, y por ello los sabios antiguos establecieron que los reyes vistiesen paños de seda con oro y con piedras preciosas, porque los hombres pudiesen conocer luego que los viesen a menos de preguntar por ellos. Y otro sÌ que trajesen los frenos de las sillas en que cabalgan de oro y de plata y con piedras preciosas y aún en las grandes fiestas cuando hacían sus cortes trajesen coronas de oro con piedras muy nobles y ricamente obra- das. “ (Las Siete Partidas PARTIDA SEGUNDA TITU- LO 5 Ley 5). Posteriormente algunos sugirieron que el oro posee un “valor intrínseco”: ¿Qué hay acerca del oro que le da ese atractivo tan perdurable? Algunos han sugerido que tiene un valor intrínseco – que a diferencia de otras mercancías es valioso en y por sí mismo. Para que una mercancía tenga valor intrínseco significa que hay valor aparte de aquel impartido a la mercancía por parte de un individuo. En otras palabras, existe un valor permanente, estable y objetivo, aparte de cualquier deseo o necesidad humana..... Sin embargo, el concepto del valor intrínseco es problemático. El valor de un bien varía claramente de persona a persona y de tiempo en tiempo, contrario a lo que la idea del valor intrínseco sugeriría..... Separada de la doctrina de la Creación, la misma idea del “valor intrínse- co” es mística. Si se niega a Dios, y el valor no es atribuido a decisiones humanas, ¿entonces dónde se origina el va- lor? En realidad, la plata y el oro son valiosos porque Dios las valora (Gén. 2:11-12). Su valor puede ser considerado “intrínseco” en el sentido de que no depende de la volun- tad de los hombres puesto que todo valor es determinado en última instancia por las valoraciones del Creador. Los hombres son hechos a la imagen de Dios. Por lo tanto, es básico para nuestro ser el valorar lo que Dios valora. La pureza de esto es arruinada en el pecado, pero la naturale- za básica y la función de la imago Dei permanecen. Dios valora los “metales preciosos.” Esa es la razón por la cual son “metales preciosos,” y esa es la razón por la cual los hombres hechos a su Imagen los valoran. Esa es la úni- ca explicación que es satisfactoria; es la única explicación que es posible; y es la única explicación que se necesita (El Valor Intrínseco y la Seducción del Oro ) [47] Schwartz Center for Economic Policy Analysis: The Clas- sical Theory of Money [48] D.Ricardo, Principles of Political Economy and Taxation, 1817: p.238 [49] The Bullionist Controversy [50] Adam Smith: El dinero o sea otra clase de bienes nos dis- pensan de esa fatiga. Contienen el valor de una cierta can- tidad de trabajo, que nosotros cambiamos por las cosas que suponemos encierran, en un momento determinado, la misma cantidad de trabajo. El trabajo fue, pues, el pre- cio primitivo, la moneda originaria que sirvió para pagar y comprar todas las cosas. No fue con el oro ni con la pla- ta, sino con el trabajo como se compro originariamente en el mundo toda clase de riquezas; su valor para los que las poseen y desean cambiarlas por otras producciones es precisamente igual a la cantidad de trabajo que con ella pueden adquirir y disponer.” en Investigación sobre la na- turaleza y causas de la riqueza de las naciones Capítulo V Del precio real y nominal de las mercancías, o de su precio en trabajo y de su precio en moneda [51] A. Smith: “Existen diferentes clases de papel moneda, pe- ro los billetes en circulación de los bancos y banqueros son los más conocidos y, por otra parte, los que mejor se acomodan a nuestro propósito. Tan pronto como los habi- tantes de un país llegan a depositar la confianza necesaria en el patrimonio, la probidad y la conducta de un banque- ro particular, hasta el punto de creer que siempre estará dispuesto a pagar a la vista cualquier pagaré suyo que le sea presentado, no importa en qué momento, esos efectos circularán lo mismo que si fueran monedas de oro y plata, en virtud de la confianza que inspiran (ver A. Smith: In- vestigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (México DF: Fondo de Cultura Económica.- p 256). Esto llevó a Joseph Alois Schumpeter a denomi- narlo “dinero creado de la nada": “Este método de obtener dinero es la creación de poder de compra por los bancos […] Se trata siempre no de transformar el poder de com- pra que exista ya en posesión de alguno, sino de la crea- ción, de la nada, de nuevo poder de compra –de la nada, aun si el contrato de crédito por el cual se crea el nuevo poder adquisitivo, está sostenido por valores que no son a su vez medios circulantes– que se añade a la circulación existente”. (ver: Joseph A Schumpeter:. Teoría del desen- volvimiento económico (México DF: Fondo de Cultura Económica.- 1967). [52] Los “lingotistas” no proponían que la moneda fuera real- mente hecha de oro o plata, sino que fuera posible cambiar una cierta cantidad minina de oro a cambio de una cierta cantidad fija de unidad monetaria. Esto, a fin de ahorrar en gastos de producción de moneda, etc. La cantidad pro- puesta originalmente eran lingotes de 20 onzas. La imple- mentación real fueron lingotes de 60 onzas (5 libras troy o aproximadamente 2 kilogramos [53] Por ejemplo: Stuart Mill (1848): The Currency Question [54] P. H. Wicksteed (un economista marginalista), escribien- do en 1910, describe así la situación: “El conjunto de re- serva metálica mantenida por todos los bancos constituye una fracción muy pequeña de la responsabilidad colecti- va total de los bancos para pagar oro en demanda,.. cada depositante).. entonces, tendrá derecho a retirar el monto total de su saldo en oro, y cualquiera puede hacerlo reali- dad, siempre y cuando la maquinaria está funcionando sin problemas, pero sería imposible que cada uno lo hiciera (al mismo tiempo), porque la inmensa mayor parte de la propiedad no existe en la forma de [monedas de oro] en absoluto, consiste en toda clase de bienes y obligaciones, de un valor equivalente, en los términos de intercambio marginal, a la suma total que el público tiene el teórico derecho a extraer en oro. Todo existe, sin embargo... el
  • 21. 18 CAPÍTULO 2. ECONOMÍA CLÁSICA importe total de los depósitos en los bancos en conjunto, representa propiedad real, y toda esa propiedad está en la posesión de los bancos en cada momento, a su importe to- tal..... La propiedad de los clientes, representados por sus saldos en el banco, es propiedad real y está haciendo un trabajo real,.... (Percibir que) el sistema bancario de In- glaterra consiste en un dispositivo de astucia para hacer que Soberanos de Oro que sólo existen como anotaciones en un libro hagan el trabajo de los soberanos reales, es un error fundamental.” en Common Sense of Political Eco- nomy (1910) ( II.7.15) [55] Stuart Mill: “No es, sin embargo, con el último o el pro- medio, pero con los precios inmediatos y temporales, que ahora nos ocupamos. Esos, como hemos visto, pueden di- ferir en gran medida de la norma del costo de produc- ción. Entre otras causas de fluctuación, una que hemos encontrado es la cantidad de dinero en circulación. Mien- tras otras cosas sean las mismas, un aumento del dinero en circulación aumenta los precios, una disminución los disminuye. Si se ofrece más dinero para circulación que la cantidad que puede circular en relación confortable a su costo de producción, el valor del dinero, por la duración del exceso, se mantendrá por debajo del nivel de costo de producción y los precios en general serán sostenidos por sobre de la tasa natural.” en “Principles of Political Economy with some of their Applications to Social Phi- losophy” Book III, Chapter XII Influence of Credit on Pri- ces párrafo 2 (en inglés en el original) [56] Stuart Mill: “Principles of Political Economy with some of their Applications to Social Philosophy” Book III, Chapter XII Influence of Credit on Prices párrafos 3 y 27 (en inglés en el original) [57] DAVID LAIDLER: TRES VARIACIONES DEL MO- DELO DE DOBLE TASA DE INTERES [58] Ver, por ejemplo: La Teoría del Valor de Smith [59] Adam Smith: `"Todo hombre es rico o pobre según el gra- do en que pueda gozar de las cosas necesarias, convenien- tes y gratas de la vida. Pero una vez establecida la división del trabajo, es solo una parte muy pequeña de las mismas la que se puede procurar con el esfuerzo personal. La ma- yor parte de ellas se conseguirán mediante el trabajo de otras personas, y será rico o pobre, de acuerdo con la can- tidad de trabajo ajeno de que pueda disponer o se halle en condiciones de adquirir. En consecuencia, el valor de cualquier bien, para la persona que lo posee y que no pien- se usarlo o consumirlo, sino cambiarlo por otros, es igual a la cantidad de trabajo que pueda adquirir o de que pueda disponer por mediación suya. El trabajo, por consiguien- te, es la medida real del valor en cambio de toda clase de bienes. en Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones Capítulo V:Del precio real y no- minal de las mercancías, o de su precio en trabajo y de su precio en moneda [60] Stuart Mill: Principles of Political Economy, Libro III, ca- pítulo XXV, punto I, Of Value [61] S Mill, op cit: Book II, Chapter XIV:Of the Differences of Wages in different Employments [62] (Stuart Milll: Book III, Chapter III Of Cost of Production, in its Relation to Value) [63] Por ejemplo: Ian Steedman (1977): “Marx after Saffra” Unwin, London.- ISBN 902308 49 1 [64] Piero Sraffa: (1960) Producción de mercancías por medio de mercancías [65] Marx mismo introdujo el problema en el capítulo 9 del ter- cer volumen de El Capital donde lo trato de resolver. El problema central desde el punto de vista de Marx es es- te: dado que la ganancia o plusvalía se deriva del trabajo, y dado que la relación trabajo/capital varia entre diferen- tes productos o mercaderías, como se puede reconciliar esas variación con una a una hipotética “tasa de ganancia promedio” para todo el capital invertido? como derivar de lo anterior la tendencia -postulada no solo por Marx pero por los clásicos en general- a la reducción de la tasa de ganancia? [66] Paul Samuelson (1971) “Understanding the Marxian No- tion of Exploitation: A Summary of the So-Called Trans- formation Problem Between Marxian Values and Com- petitive Prices” Journal of Economic Literature 9 2 399– 431.- 2.6 Véase también • Historia del pensamiento económico • Política monetaria • Marxismo • Nueva economía clásica 2.7 Bibliografía • Heinrich Sieveking (1921/1942): Historia de la Eco- nomía, desde el siglo XVII hasta la actualidad • Andre, Luis, (1940) Historia Económica, Editorial: América, México D.F • Roll, Eric, (1942): Historia De Las Doctrinas Eco- nómicas, Editorial: Fondo de la cultura económica, México D.F • Rosseti, José P (1989): Introducción a la Economía.- Editorial: Harla, México. • Paschoal, José, (1994): Introducción a la economía, Editorial: Harla, México D.F • Fischer, Andre, (1990) Economía, Editorial: Mac Graw Hill, Bogotá. • Landreth, H y Colander D. (2006): Historia del Pen- samiento Económico. Editorial: Mc Graw Hill, Es- paña.
  • 22. 2.8. ENLACES EXTERNOS 19 • Stanley L Brue y Randy R Grant; (2008): Historia del pensamiento económico (Spanish Edition). Edi- torial: Cengage Learning, México 2.8 Enlaces externos Ver las páginas de Wikipedia en inglés: Classical econo- mics Labor theory of value