El documento es una carta del Papa Juan Pablo II a las religiosas consagradas. Les pide que continúen siguiendo el ejemplo de Cristo a través de la oración y la contemplación, viviendo una vida totalmente entregada a Dios y al servicio de los demás. También les pide ser testigos de la transfiguración de Cristo y misioneras que profundicen su relación con Dios para responder con amor a su llamado.