Ken gritó falsamente que la habitación donde se celebraba su fiesta de Halloween estaba en llamas, causando pánico entre los invitados y algunos resultaron heridos al intentar huir. Sus palabras no están protegidas por la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos ya que no constituían un discurso político protegido, no caían bajo la categoría de "discurso comercial" y sí constituían un discurso falso que causó daños.