1) El documento discute la datación de los cuatro evangelios canónicos según la tradición católica frente a las opiniones modernistas. 2) Expone testimonios de Padres de la Iglesia como Tertuliano, Orígenes e Ireneo que afirman la autoría de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y su redacción temprana. 3) Analiza la datación específica de cada evangelio, situando a Mateo en el 40-41 d.C., a Marcos en el 45-48 d.C. y a Lucas probablemente en el 62 d.C.
1. LA DATACIÓN DE LOS EVANGELIOS
Por el R. P. Jesús Mestre
Tomado de Revista Iesus Christus número 124 / Julio-Agosto de 2009
Corren hoy tiempos en que el católico ha de defender con firmeza verdades elementales de la doctrina católica,
sin el menor respeto humano por las opiniones contrarias de los "entendidos". Una de estas verdades es la
referente al origen de nuestros cuatro Evangelios canónicos, esto es, reconocidos por la Iglesia como divinamente
inspirados; lo cual implica tres cosas: la primera, la autoría de dichos Evangelios, es decir, que fueron redactados
realmente por aquellas personas a quienes se atribuyen; la segunda, la perfecta historicidad de los mismos; y la
tercera, íntimamente implicada con las anteriores, su datación cronológica.
Pero ¿acaso es que los "entendidos" católicos niegan hoy estas tres cosas? Pues más o menos. En la exégeis
postconciliar ha prevalecido la doctrina modernista, ya condenada por San Pío X, según la cual:
1°) Los distintos Evangelios (como los demás escritos bíblicos) han nacido en la Iglesia y de la tradición (hasta
aquí parecería católico, pero el sentido que se le da es bien distinto): es la Iglesia la que los ha elaborado,
reflexionando largamente sobre la persona de Jesús y su obra, y esta reflexión, realizada en el marco de una
"tradición" oral, ha hecho que las diferentes comunidades cristianas madurasen el concepto que tenían de Jesús,
que fue apareciendo ante sus ojos como el Hijo de Dios. Una vez ya asentada, esta reflexión de la comunidad fue
puesta por escrito en el seno mismo de la comunidad por algunas personas de este modo, Mateo, Marcos, Lucas y
Juan pueden ser personas reales, pero también pueden ser atribuciones ficticias que designarían más bien a las
comunidades de donde dichos Evangelios salieron).
2o) Esta reflexión de fe de la comunidad, que "transfigura" el Jesús histórico para verlo y releerlo a la luz del
acontecimiento de Pascua, lleva tiempo, un tiempo considerable: 40 años aproximadamente. Así que los
Evangelios no pueden ser anteriores al año 70. La prueba de que fueron escritos después de esta fecha está, por
otra parte, dentro de los mismos Evangelios: todos ellos tienen la predicción de la destrucción de Jerusalén, que,
en buena clave modernista, tuvo que ser escrita después de haber ocurrido (ya que la profecía no es verosímil).
3o) Una distancia tan grande entre los hechos y su redacción por escrito hace que la historicidad de los hechos
quede en tela de juicio. Si los Evangelios hubieran sido redactados poco tiempo después de los hechos que narran,
y por testigos oculares, no hay duda de que habría que darles plena fe histórica; pero si sus autores son unas
comunidades anónimas de creyentes, que tardan tanto tiempo en sacar a la luz los relatos del Jesús de la fe, hubo
tiempo de sobra para que la tendencia simbólica y mítica del hombre en su esfuerzo por expresar lo religioso se
pusiese manos a la obra, y que por eso los hechos hayan quedado tan idealizados, que sea difícil adivinar lo que
hay de histórico en todo eso.
Así, pues, como puede verse, el negar la estricta autenticidad de los Evangelios lleva a postergar a las calendas
griegas su redacción por parte de personas anónimas, y eso a su vez nos conduce a tener una duda de la plena
historicidad de lo que nos cuentan.
Vamos a recordar, pues, las principales verdades que se oponen a dichos errores, en las que resaltaremos la
temprana datación de los Evangelios, como obra que son de testigos de los acontecimientos narrados, y, por ende,
su total historicidad. Para ello desenterraremos los decretos que la Pontificia Comisión Bíblica, en tiempos de San
Pío X, emitió sobre los cuatro Evangelios.
Testimonios generales de la Tradición
Veamos algunos testimonios generales de la Tradición, a que aluden los decretos de la Pontificia Comisión
Bíblica. Son de tres autores antiquísimos: Tertuliano, Orígenes y San Ireneo. El valor del testimonio estriba en
que, por vivir en la época inmediatamente posterior a los hechos, se encuentran ya confrontados a toda una
tradición constante sobre el origen de los Evangelios que se remonta a los primeros años del cristianismo.
Tertuliano (160-220), representante de la Iglesia de África, afirma categóricamente que "el instrumento
evangélico", es decir, la colección de los Evangelios, tiene por autores a Apóstoles, San Juan y San Mateo, y a
hombres apostólicos, San Marcos y San Lucas; y añade que este hecho está atestiguado por la autoridad de las
Iglesias fundadas por los Apóstoles.
Orígenes (185-254), representante de la Iglesia de Alejandría, hablaba así sobre los Evangelios: "He aprendido
también de la Tradición lo que concierne a los cuatro Evangelios, los únicos que son admitidos sin controversia
por toda la Iglesia de Dios que está debajo del cielo. Esto es lo que he aprendido: que el primer Evangelio fue
escrito por Mateo, que antes fue publicano y después Apóstol de Cristo, el cual habiéndolo escrito en hebreo, lo
2. publicó para los judíos convertidos a la fe. He aprendido que el segundo es el Evangelio de Marcos, que lo
escribió como Pedro se lo había narrado. .. El tercero es el de Lucas, alabado por Pablo y escrito en gracia de los
Gentiles convertidos. El último, finalmente, es el de Juan ". Y sigue diciendo: "Muchos se han esforzado en
escribir evangelios, pero 'no todos han sido recibidos... Entre ellos, los que nosotros poseemos han sido escogidos
y dados a la Iglesia por la Tradición... La Iglesia sólo tiene cuatro Evangelios, mientras que la herejía posee
muchos de ellos... "
San Ireneo (140-202), representante de la Iglesia de Occidente, y cuyo testimonio tiene una importancia
particular (pues por su maestro San Policarpo, a su vez discípulo de San Juan Evangelista, se entroncaba
directamente con la época de los Apóstoles), dice así: "Mateo escribió entre los Hebreos el Evangelio en su misma
lengua... Marcos, discípulo e intérprete de San Pedro, también escribió lo que había sido predicado por Pedro.
Lucas, seguidor de Pablo, consignó a su vez por escrito el Evangelio predicado por éste. Finalmente Juan,
discípulo del Señor, que reposó su cabeza sobre el pecho del Señor, publicó también un Evangelio cuando estaba
en Éfeso de Asia... Los Evangelios, por consiguiente, no son en número más que cuatro, ni más ni menos... Siendo
así las cosas, deben llamarse locos e ignorantes y también atrevidos todos aquellos que gastan la forma del
Evangelio, e indican ya sea más formas, ya sea menos que las señaladas ".
El Evangelio según San Mateo
Condensemos ahora las precisiones que la Tradición, y el Magisterio de la Iglesia, nos dan sobre el Evangelio
según San Mateo. Ellos nos dicen: "el primer Evangelio fue escrito por Mateo, que antes fue publicano y después
Apóstol de Cristo ", y que como tal fue testigo directo de los hechos que narra, por haber estado con Nuestro
Señor los tres años de su predicación pública. La prueba de ello se encuentra en "el universal y constante
consentimiento de la Iglesia ya desde los primeros siglos, luminosamente manifestado en los expresos testimonios
de los Padres, los títulos de los códices de los Evangelios, las versiones de los Sagrados Libros y los catálogos
trasmitidos por los Santos Padres, escritores eclesiásticos, Sumos Pontífices y Concilios, y finalmente el uso
litúrgico de la Iglesia oriental y occidental".
Luego nos enseña que "San Mateo precedió a los demás Evangelistas en escribir su Evangelio "; y la Pontificia
Comisión Bíblica nos obliga a mantener el orden cronológico de redacción de los cuatro Evangelios tal como lo
hemos recibido de la Tradición, a saber: Mateo, Marcos. Lucas y Juan.
A partir de estos datos podemos indagar la fecha de redacción de este Evangelio. Según la Pontificia Comisión
Bíblica, "la redacción del Evangelio de San Mateo no puede aplazarse más allá de la ruina de Jerusalén " (los
racionalistas afirmaban que el Evangelio de San Mateo no pude ser redactado antes del año 70, por la razón obvia
—para ellos— de que en él se profetiza la destrucción de Jerusalén. que tuvo lugar el año 70; ahora bien, no hay
racionalista que ignore que la profecía no es posible), "antes bien, más, conformemente con la tradición, dicha
redacción ya estaba terminada antes de la venida de Pablo a Roma", año 60. Es más, según toda la tradición
eclesiástica, San Mateo escribió su Evangelio antes de dejar la Palestina para predicar entre los Gentiles: "Después
de la resurrección de Cristo, [Mateo] fue el primero en escribir su Evangelio Judea, antes de partir a las provincias
que le habían tocado en suerte para predicar en ellas, y lo escribió en lengua hebrea, para uso de los judíos
convertidos a la fe" (Breviario Romano).
Ahora bien, como según otra antiquísima tradición, la dispersión de los Apóstoles tuvo lugar el año 42, el
Evangelio de San Mateo estaba ya escrito para esa fecha; y así hemos de situar su redacción hacia el año 40 o 41.
Tal es la conclusión que podemos sacar legítimamente de los testimonios de la Tradición.
El Evangelio según San Marcos
Con respecto al segundo Evangelio, "hay de afirmar con certeza que Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, es
realmente el autor del Evangelio que se le atribuye ". Los testimonios de la Tradición a favor del Evangelio de San
Marcos son especialmente abundantes y claros.
Así, por ejemplo, dice San Papías: "Y esto decía el Presbítero [Juan Apóstol]: Marcos, intérprete de Pedro,
escribió diligentemente, aunque no por orden, lo que recordaba sobre los dichos o hechos de Cristo. Pues ni había
oído al Señor, ni lo había seguido, sino que había acompañado y oído a Pedro, que predicaba el Evangelio según
la necesidad de los oyentes y sin guardar un orden seguido de los oráculos del Señor. Por eso Marcos no cometió
error al escribir siguiendo sus recuerdos, pues no tuvo más que un cuidado, el de no suprimir ni falsificar nada de
cuanto había oído [a Pedro] ".
También es muy explícito el testimonio de Clemente Alejandrino: "Como Pedro predicase públicamente en Roma
la palabra de Dios, y promulgase el Evangelio con la asistencia del Espíritu Santo, los allí presentes pidieron a
Marcos, que hacía ya tiempo que seguía a Pedro y tenía en su memoria su predicación, que escribiese lo que el
Apóstol había predicado.
Y así Marcos compuso un Evangelio y lo entregó a los que se lo habían pedido. Habiéndolo sabido Pedro ni
prohibió que así se hiciera ni incitó a ello ".
3. Así, pues, San Marcos escribió su Evangelio en Roma, a pedido de los fieles de dicha ciudad, y al escribirlo no
hizo más que transcribir el Evangelio que predicaba San Pedro. Este vínculo entre San Pedro y San Marcos es
importantísimo. En efecto, la Tradición nos enseña que San Pedro estableció su sede en Roma el año 42, esto es,
el mismo año de la dispersión de los Apóstoles. Allí, por lo tanto, debió acompañarlo San Marcos como intérprete
suyo. Después de algunos años de seguir al príncipe de los Apóstoles, esto es, hacia los años 45-48, los fieles de
Roma le pidieron que pusiera por escrito la predicación de San Pedro. Esta fecha se deduce igualmente de otras
dos razones:
– La primera, más general, es que, "según el antiquísimo y constante testimonio de la Tradición, Marcos
escribió el segundo su Evangelio, después de Mateo y antes que Lucas, que fue el tercero "; razón por la
cual San Marcos no pudo escribir su Evangelio antes del año 40, fecha de redacción del Evangelio de San
Mateo (y tampoco antes del 42, año de la llegada de Marcos a Roma), pero tampoco después del año 62,
año en que Lucas escribe el suyo.
– La segunda, más precisa, es que el descubrimiento en la gruta 7 de Qumrán del manuscrito 5 (7Q5), nos
obliga a situar la redacción del Evangelio de San Marcos algunos años antes del 50. En efecto, este
manuscrito reproduce un pasaje de San Marcos (6, 52-53: "[Ya que no] habían comprendido el milagro de
los panes y su corazón estaba endurecido. Después de atravesar el lago [hacia tierra] llegaron a Genesaret
y atracaron allí. Y cuando... "). Los expertos, mientras aún esperaban su identificación, lo dataron
imparcialmente como anterior al año 50. Ahora bien, si en el año 50 ya existía este texto, el original del
que es copia debe serle anterior, pero no tanto que no se compagine con la sentencia de la Tradición según
la cual San Marcos redactó su Evangelio después de algunos años de seguir al príncipe de los Apóstoles.
Y así, los años 45-48 son la fecha casi obligada de su redacción.
El Evangelio según San Lucas
Por lo que mira al tercer Evangelio, toda la Tradición de la Iglesia, unánimemente, afirma no sólo que San Lucas
es su autor, sino también que escribió su Evangelio según la predicación de San Pablo, aunque informándose
también a partir de los demás Apóstoles, como él mismo declara en el prólogo a su Evangelio.
San Ireneo enseña que "Lucas, seguidor de Pablo, escribió en un libro el Evangelio que este predicaba ".
Eusebio dice: "Lucas, oriundo de Antioquía por su linaje y médico de profesión, habiendo vivido largo tiempo
como compañero íntimo de Pablo, y tratado con los demás Apóstoles..., nos dejó dos libros inspirados. El primero
de ellos es el Evangelio, que compuso, como él mismo atestigua, según lo que le habían transmitido los que desde
el principio fueron testigos oculares de Cristo y ministros de la palabra divina, a todos los cuales dice él que siguió
ya desde el comienzo. El segundo es el de los Hechos de los Apóstoles, que compuso, no ya con lo que había oído,
sino con lo visto por sus ojos ".
Sobre su fecha de redacción, la Pontificia Comisión Bíblica enseña que "no es lícito diferir el tiempo de la
composición del Evangelio de Lucas hasta la destrucción de la ciudad de Jerusalén, ni puede sostenerse tampoco,
por el hecho de que la profecía del Señor acerca de la destrucción de Jerusalén parece más determinada en Lucas,
que su Evangelio fue escrito cuando ya estaba iniciado el cerco de la ciudad". Los que así diferían la redacción del
tercer Evangelio (como la de los dos anteriores) son los racionalistas (y modernistas), para los que dicho vaticinio
sólo puede explicarse después de haber sucedido el acontecimiento, o cuando ya es posible preverlo. Al contrario,
sigue diciendo la Pontificia Comisión Bíblica, "hay que afirmar que el Evangelio de Lucas precedió al libro de los
Hechos de los Apóstoles y que, como este libro, que tiene al mismo Lucas por autor [Act. 1, 15], fue terminado
hacia el fin de la cautividad romana del Apóstol, su Evangelio no fue compuesto después de este tiempo ".
Podemos situar con seguridad la composición del Evangelio de San Lucas hacia el año 60-61. En efecto:
• San Lucas acabó su segundo libro, los Hechos, a finales de la primera cautividad de San Pablo (año 62), antes de
que el Apóstol fuese absuelto; por lo que el Evangelio estaba ya escrito para esa fecha;
• el Evangelio no fue redactado mucho antes que los Hechos, como se deduce, por una parte, de que San Lucas
considera este segundo libro como la segunda parte de su Evangelio (Act. 1, 1); y por otra, de que la fisonomía
paulina del tercer Evangelio supone que su autor había vivido durante cierto tiempo junto al Apóstol de las
Gentes; ahora bien, San Lucas no frecuentó asiduamente a San Pablo sino a partir de su tercer viaje apostólico
(53-58).
4. El Evangelio según San Juan
Por lo que al cuarto Evangelio se refiere, no presentan los críticos las mismas objeciones de datación que para los
tres Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), por el hecho de que fue redactado ciertamente mucho
después de la destrucción de Jerusalén, y la misma Tradición indica con exactitud una fecha de redacción posterior
a ese acontecimiento. En efecto, por una parte no puede ser posterior al año 98, año de la muerte de San Juan; mas
por otra parte los Prólogos Monarquianos (texto del siglo III o IV) atribuyen prioridad de fecha y composición al
Apocalipsis, que fue redactado en Patmos, hacia fines del remado de Domiciano (81-96), y más exactamente,
según Eusebio, el año 14 de Domiciano, esto es, el año 95.
Así, pues, el Evangelio según San Juan habría sido redactado a la vuelta de San Juan de Patmos, algún tiempo
después del año 96.
Por una vez que un Evangelio tiene una datación tardía, los racionalistas y modernistas no se quedan contentos, y
se aplican entonces a impugnar la historicidad de dicho Evangelio y su autenticidad (o atribución al Apóstol San
Juan). Presentan como argumentos la fisonomía distinta de este Evangelio respecto de los demás, presentándolo
como una serie de elevaciones o meditaciones de un cierto personaje llamado "Juan el presbítero" (al que no
habría que identificar con el Apóstol San Juan), que él pondría en labios de Jesús (como lo hace el monje que
redactó la Imitación de Cristo), y que así carecería de toda historicidad.
Con esta impugnación vemos claramente que lo que se pretende al postergar la datación de los demás Evangelios
es poner en duda su historicidad; y para que esta historicidad tenga menos respaldo, negar también que dichos
Evangelios tengan por autores a testigos oculares. Pero incluso para el Evangelio de San Juan el Magisterio de la
Iglesia sale al paso de tales tesis. Y así, por medio de la Pontifica Comisión Bíblica, nos manda sostener,
argumentos en mano:
1o) Que el cuarto Evangelio es "la obra personal del Apóstol San Juan, y no de otro ", como se prueba "por la
constante, universal y solemne tradición de la Iglesia, que viene ya del siglo II, como principalmente se deduce:
de los testimonios y alusiones de los Santos Padres y escritores eclesiásticos; de haberse siempre y en todas partes
aceptado el nombre del autor del cuarto Evangelio en el canon de los Libros Sagrados; de los más antiguos
manuscritos, códices y versiones a otros idiomas de los mismos Libros; del público uso litúrgico que desde los
comienzos de la Iglesia se extendió a todo el orbe...; de suerte que las razones de los críticos aducidas en contra no
debilitan en modo alguno esta tradición ".
2o) Que San Juan redactó su Evangelio como una obra propiamente histórica, y no como "una contemplación
mística del Evangelio "; pues "por la práctica que estuvo constantísimamente en vigor desde los primeros tiempos
de la Iglesia universal de argumentar por el cuarto Evangelio como por documento propiamente histórico, debe
afirmarse, al observar la índole peculiar del mismo Evangelio y la intención manifiesta del autor de ilustrar y
vindicar la divinidad de Cristo por los mismos hechos y discursos del Señor, que los hechos narrados en el cuarto
Evangelio son propia y verdaderamente históricos, y no alegorías o símbolos doctrinales parcialmente inventados;
y que los discursos del Señor son propia y verdaderamente discursos del Señor mismo, y no composiciones
teológicas del escritor puestas en boca del Señor ".
Conclusión
Por lo dicho queda clarísimo que la Iglesia sostiene con toda su fuerza la verdad de la Tradición sobre los orígenes
de los Evangelios, y que a capa y espada, y contra viento y marea, defiende su autenticidad apostólica, su plena
historicidad en hechos y discursos, y su temprana datación, sin la cual no podrían ser la obra de testigos oculares
(dos de ellos testigos directos, por ser apóstoles, y los otros dos testigos indirectos, por ser secretarios de
apóstoles).
Por eso mismo, todo intento de negar cualquiera de estos tres puntos se encontrará siempre contra una enseñanza
clara del Magisterio y contra una Tradición bien constante y perfectamente consignada de la antigüedad, contra las
cuales nada valen los argumentos de una exégesis racionalista y descreída, nacida fuera de la Iglesia, y que por lo
tanto no merece de los católicos más que un firme repudio y desprecio.