La experiencia personal del encuentro aviva nuestra sensibilidad para los grandes valores como la unidad, lo que lleva al verdadero ideal en la vida de crear las formas más altas de unidad, de donde dependen las pautas de conducta acertadas, y al descubrir nuestro auténtico ideal y optar por él, nuestra vida adquiere sentido pleno no dependiendo de la cantidad de conocimientos sino de nuestra capacidad de asombro.