Jesús instituyó la fracción del pan en la Última Cena y pidió a sus apóstoles celebrarla siempre en memoria de su muerte y resurrección. Las primeras comunidades cristianas se reunían a las enseñanzas y a la fracción del pan. Para los israelitas el día de descanso era el sábado, mientras que para los cristianos el domingo es el día del Señor en conmemoración de la resurrección de Jesús, que ocurrió un domingo.