La pequeña semilla creció hasta convertirse en un gran árbol que daba sombra y frutos a muchos animales. Un día, un incendio forestal amenazó con quemar el bosque, pero la lluvia llegó justo a tiempo para apagar el fuego y salvar a los animales que dependían del árbol. Aunque el árbol resultó dañado, sus raíces se mantuvieron fuertes y pronto brotaron nuevos retoños, restaurando la vida en el bosque.