2. Un documento fechado el 13 de diciembre de
1656 fue enviado desde París por un autor
desconocido a una persona piadosa de Lille, que
deseaba saber más sobre la joven comunidad. Es
el primer relato publicado que se conoce sobre la
Congregación de la Misión.
A continuación presentamos algunos extractos de
ese relato.
Artista: Gabriël Metsu, c. 1664. Dominio público
3. Del prefacio:
"...Me considero obligado en conciencia a
publicar [este relato] para que quienes lo lean
puedan alabar y bendecir la infinita bondad de
Dios al dar a su Iglesia, durante este siglo
pasado tan lleno de miserias y calamidades,
una congregación de hombres que, liberados
de todo interés personal, se dedican sin
reservas a promover su gloria y la salvación de
las almas".
Saludos y reza por la persona que te presenta
esto".
- Autor desconocido
Artista: Karel van der Pluym. c. 1650. Dominio público
4. El fin del instituto de la Congregación de los
Sacerdotes de la Misión es conducir a sus
miembros a trabajar toda su vida no sólo por
su propia perfección mediante la observancia
de las reglas y constituciones, sino también
por la salvación de la pobre gente del campo
por medio de las misiones, y por la promoción
del clero mediante seminarios, retiros para
ordenandos, conferencias, retiros espirituales
y otras funciones.
Esta Congregación está compuesta por
sacerdotes, clérigos y laicos [hermanos].
5. Las misiones se iniciaron hace más de treinta
y cinco años, cuando aún no existía ninguna
comunidad dedicada a esta labor. Dios se
sirvió del señor Vicente de Paúl y de la difunta
esposa del General de las Galeras [Françoise-
Marguerite de Silly, Madame de Gondi] para
poner los primeros cimientos de esta
Congregación. El conocimiento que ambos
tenían de la clamorosa necesidad que sufría la
gente del campo de instrucción y confesión
general les inspiró el deseo de buscar un
remedio para este gran mal que, en su
opinión, causaba la perdición de la mayor
parte de esta pobre gente.
6. Con mayor razón se sintieron impulsados a
seguir la inspiración después de la muerte de un
campesino que, antes de morir, les dijo que se
habría perdido si no hubiera seguido su consejo
y hubiera hecho una confesión general.* Por lo
tanto, resolvieron procurar el mismo beneficio a
todos los demás feligreses y, de hecho, el
mencionado señor Vicente de Paúl predicó un
sermón sobre el tema y habló con tanta eficacia
que todos deseaban hacer una confesión
general. Lo hicieron después de haber sido
debidamente instruidos y preparados por varios
sermones e instrucciones catequéticas.
*El relato habitual de san Vicente se encuentra en
Coste, SVP ES XI-4, 698 ss. En otra ocasión, describió la
primera misión como resultado, no de la experiencia del
campesino de Gannes, sino de la experiencia de
Madame de Gondi con un sacerdote que no conocía la
fórmula de la absolución. Véase Coste, SSV ES, XI-3, 95.
7. Tantas fueron las bendiciones derramadas por
Dios sobre la obra, que esta buena señora deseó
que se repitiera en todos sus dominios. Dios le
inspiró hacer una fundación [una dotación] por la
cual... los sacerdotes estarían obligados a dar
misiones cada cinco años en todos los pueblos y
aldeas de sus dominios.
Habiendo ofrecido esta fundación a varias
comunidades religiosas, ninguna de las cuales la
aceptó, se vio obligada a darla a sacerdotes
seculares que aceptaran vivir juntos como
congregación con el citado señor Vicente como
superior. Esto fue hecho y aprobado por el
arzobispo de París hace unos veintiocho años,
[17 de abril de 1625] y Dios bendijo tanto la
empresa que en poco tiempo el número de
sacerdotes aumentó considerablemente y
pudieron dar misiones en otros lugares además
de los de dicha señora, especialmente en la
diócesis de París.
8. Las bendiciones concedidas por Dios a las
obras de esta Congregación llegaron a
conocimiento del Santo Padre, el papa Urbano
VIII. Su Santidad se dignó aprobarla por una
bula en el año 1634. [Desde entonces,] dicha
Congregación se ha extendido tanto que ahora
cuenta con veintidós casas en Francia, Italia,
Polonia, Saboya, Berbería y Lorena. Se
estableció en Roma hace más de diez años [en
1641]. Todas sus casas están bajo la dirección
de dicho Señor Vicente, que es el superior
general de dicha Congregación.
La principal ventaja es que los Misioneros no
son una carga para nadie, ni para el erario ni
para los particulares. Hasta el presente no han
recibido la menor remuneración en el curso de
sus misiones. Su instituto les obliga a rechazar
hasta el más pequeño regalo.
9. Sobre el Primer Fin de esta Congregación,
que es trabajar en la propia perfección.
10. Los Misioneros deben esforzarse
especialmente por perfeccionarse en el
conocimiento y en las virtudes necesarias para
sus funciones. Las virtudes que más se
esfuerzan por adquirir son la humildad, la
sencillez, la mansedumbre, el celo por las
almas y la obediencia.
Se levantan a las cuatro y hacen juntos una
hora de meditación en la iglesia. El examen
particular [examen de conciencia] se hace dos
veces al día y el general por la noche a las
ocho, antes de retirarse. Cada semana se da
una conferencia sobre alguna virtud, cada mes
se hace una comunicación interior y cada año
se realizan los ejercicios de un retiro espiritual
de ocho o diez días.
11. Las reglas fundamentales que se guardan
inviolablemente [por los Misioneros] son:
1. Ser obedientes a los obispos en todo lo que
concierne a las misiones y otras obras de la
Congregación dirigidas al prójimo;
2. Ser sumisos al párroco durante el transcurso de las
misiones y no hacer nada en la parroquia sin su
consentimiento;
3. No ser una carga para nadie, ni para el pueblo ni
para los particulares, y no aceptar remuneración
alguna por su trabajo;
4. A no predicar a otros en sus iglesias, que no sean
los ejercitantes y ordenandos, oír sus confesiones
pero no las de otros, especialmente en las grandes
ciudades, para que puedan dedicarse a la gente del
campo, pues éste es su principal deber.
continúa...
12. 5. Durante la misión, ceder siempre el honor de
la predicación a los demás sacerdotes que
se ofrezcan a hacerlo;
6. Practicar la obediencia diligente y puntual en
ir a donde el superior los envíe... como en
verdad se ha hecho desde hace diez o doce
años. Porque, además de los que están en
Túnez, Berbería, Argel, donde exponen su
vida por el alivio corporal y espiritual de los
pobres esclavos, hay otros que están en las
Hébridas, cerca de Inglaterra, esforzándose
por instruir a las gentes que, aunque
cristianas, viven como salvajes, pues hace
más de cincuenta años que no tienen entre
ellos ni sacerdote ni ministro. También hay
dos Misioneros en las montañas de
Escocia... Hace siete u ocho años, otros dos
fueron enviados a la isla de Madagascar,
más allá del Cabo de Buena Esperanza.
13. Sobre el Segundo Fin de esta Congregación,
que es trabajar por la salvación de la gente del campo.
14. El medio empleado por dicha Congregación
para promover la salvación de la gente del
campo es la obra de las misiones que ellos
[los Misioneros] llevan a cabo en los lugares
donde se les pide.
La misión dura como mínimo de dos a tres
semanas. Se predica un sermón por la
mañana y otro por la tarde, y al mediodía se
da instrucción a los niños. El resto del día se
dedica a escuchar confesiones generales,
reconciliar a las partes enfrentadas, visitar a
los enfermos, distribuir folletos sobre los
Ejercicios de un cristiano y dar limosna a los
más necesitados.
15. Cercano el final de la misión, se celebra una
comunión general, especialmente para los
jóvenes de la parroquia. Para ello se pronuncia
un sermón y por la tarde se organiza una
procesión y se lleva el sacramento bendito.
Esta ceremonia se cierra con un breve
sermón. Estas devociones son tan
conmovedoras que dan lugar a muchas
conversiones admirables. En cada misión
ganan la indulgencia plenaria todos los que,
después de haberse confesado y comulgado,
ruegan por las necesidades de la Iglesia.
16. Tanto a su llegada como a su partida, [los
Misioneros] piden la bendición del párroco o,
si está ausente, de su vicario. Si es posible,
establecen en cada misión una Cofradía de
caridad* para el alivio corporal y espiritual de
los pobres enfermos, a la que se dedican por
turnos las mujeres y las jóvenes.
*origen de la Asociación Internacional de Caridades
17. También se creó una comunidad llamada Hijas
de la Caridad, que se dedican a visitar y cuidar
a los enfermos pobres en las parroquias y
hospitales donde están establecidas. Les
llevan comida y otros artículos de primera
necesidad. También se hacen cargo de los
niños expósitos, enseñan a leer a las niñas
pobres, cuidan de los enfermos que acuden a
ellas, les dan el alivio y las medicinas
necesarias, y ejercen otras obras de
misericordia con ellos. Todo ello bajo la
dirección de dicha Congregación.
18. La casa de París [San Lázaro] tiene otras obras
dedicadas a la asistencia corporal y espiritual
de los pobres. Se ocupa especialmente de los
que sufren los efectos de la guerra que asola las
fronteras de Francia, donde hay varios
sacerdotes y laicos [es decir, hermanos]
empleados en ayudar espiritual y corporalmente
a los que sufren*.
*Francia se sumó a la Guerra de los Treinta Años (1618-
1648) en 1635. Tras la Paz de Westfalia (1648), la guerra
continuó con España hasta 1659. Al mismo tiempo,
Francia se ve sacudida por la guerra civil llamada de la
Fronda (1648-1653). San Vicente envió socorros a
Lorena, Picardía, Artois e Île de France.
19. Sobre el Tercer Fin de dicha Congregación,
que es trabajar por la reforma y santificación
del clero
20. Los medios empleados en dicha Congregación para la
reforma y santificación del clero son los siguientes.
Cuando se funda y establece la Misión en una diócesis,
todos los que se presentan para la ordenación son, por
beneplácito del obispo, recibidos en dicha Misión
durante doce o quince días, a fin de ser bien formados
tanto en el conocimiento como en el fervor requeridos
para la digna recepción del sacramento del orden
sagrado.
Durante este tiempo, los ordenandos se levantan a las
cuatro y media, luego hacen meditación durante media
hora. A las cinco se les enseña a meditar. A las seis
rezan juntos las horas menores. Después se ponen la
sobrepelliz y van a la iglesia en silencio, con gran
decoro y recogimiento, para asistir a la misa, que se
canta con la mayor solemnidad posible, a fin de
inculcarles la grandeza y dignidad de este gran y
admirable sacrificio.
21. Después de la misa, todos regresan a una gran
sala donde se imparte una hora de instrucción,
tras la cual se separan en grupos a menudo de
doce, recibiendo cada grupo una instrucción
especial sobre el tema ya tratado, para que
pueda grabarse aún más profundamente en sus
mentes.
A las once se sirve la cena, durante la cual se lee
La perfección de los sacerdotes, de Molina el
Cartujo. Sigue una hora de sana conversación,
durante la cual se les instruye en temas piadosos
y se les enseña así la manera de conversar
provechosamente con su prójimo.
Siguen las vísperas y completas, después de las
cuales se les enseñan las ceremonias de la misa
mayor y menor. A las cuatro se les da otra
instrucción, y entonces rezan maitines y laudes
para el día siguiente. Después de la cena hay
una hora de conversación, como a mediodía.
22. A las ocho se reúnen para el examen general y
las oraciones, tras lo cual todos se retiran en
silencio. Durante su estancia en la Misión
realizan los mismos ejercicios a la misma hora,
pero cada día de forma diferente. El que
predica por la mañana habla sobre las partes
principales de la teología moral, y el que
instruye por la tarde sobre las virtudes
necesarias para llevar una buena vida
sacerdotal. El primer día versa sobre la
obligación que incumbe a los sacerdotes de
meditar diariamente, mostrando cómo hacerlo
y dando los medios para realizar bien los
ejercicios.
23. El segundo día se les inculca la importancia de
abstenerse de abrazar el estado eclesiástico
cuando no están llamados a ello por Dios. Se
describen los signos de una verdadera vocación,
así como los medios para comprobarlos, que
pueden ser ordinarios o extraordinarios.
El tercer día se habla de la necesidad de que un
sacerdote posea el espíritu de su estado, en qué
consiste y los medios para adquirirlo y
conservarlo, a fin de desempeñar adecuadamente
sus funciones sacerdotales.
Cada día se ocupa del decoro, la sobriedad, el
celo por la salvación de las almas, la caridad, la
humildad, la castidad, la rectitud, el cuidado y la
diligencia en el rezo del oficio divino, la
celebración de la misa, la confesión, la
predicación, la catequesis y, finalmente, esboza la
perfección que debe caracterizar a un sacerdote y
da explicaciones de cada una de las órdenes.
24. ...La principal resolución que toman al terminar estos
ejercicios es prometer venir todos los años a la
Misión a hacer un retiro espiritual de ocho o diez
días, y también elegir un director [espiritual],
confesarse dos veces por semana e instruir al
pueblo, lo que generalmente hacen con mucho fruto.
Para perfeccionar aún más al clero, cada semana se
celebra en dicha Misión una conferencia, a la que
asisten muchos sacerdotes buenos y piadosos de
toda condición.* En estas conferencias se discuten
temas espirituales con la mayor delicadeza, decoro,
reverencia y piedad. Cuando una persona habla, se
le escucha con mucha atención. Todos participan y
todo lo que puede decirse sobre una virtud se
expone con admirable provecho.
La conferencia se abre con el Veni, Sancte Spiritus y
se cierra con el Sub tuum praesidium. Normalmente
dura unas tres horas.
*La referencia es a las Conferencias de los Martes
25. Dicha Congregación ha establecido también
conferencias en cada diócesis. Cada dos
semanas los sacerdotes se reúnen en el lugar
señalado y se sigue el mismo orden que en la
casa de dicha Congregación. La Misión,
además, ha erigido seminarios en los que se
forma a los estudiantes eclesiásticos en todas
las funciones, tanto para la adquisición de
virtudes como de conocimientos, se les
enseña a predicar y, en uno o dos años, se les
capacita para llevar una vida santa adecuada
a su vocación.
26. Por último, existe una gran unión entre los
miembros de esta Congregación, aunque
muchos sean de países diferentes. No hay
disensiones ni divisiones, sino paz y caridad
acompañadas de una santa emulación.
27. No se mencionan aquí las bendiciones que
Dios ha concedido y sigue concediendo a las
obras de esta pequeña Congregación, porque
se esfuerza especialmente en honrar la vida
oculta de nuestro Señor, dejando a la divina
providencia el cuidado de dar a conocer el
bien que en ella se hace. Pues Dios mismo es
su autor. Por tanto, a Él se debe toda la gloria
y a nosotros sólo la confusión.
Esta es, en parte, la razón por la que nunca
antes se publicó una relación de este instituto,
pues el superior [san Vicente] puso algunas
reparos para permitirlo al que lo escribió y sólo
lo permitió después de reconocer que era
voluntad de Dios, por la persistencia del que lo
pedía y por el piadoso fin para el que lo
deseaba tan ardientemente.
28. "Una Breve Relación de la Congregación de la Misión Publicada en 1656," Vincentian Heritage
Journal: Vol. 10: Iss. 1, Artículo 6.
Disponible en: https://via.library.depaul.edu/vhj/vol10/iss1/6
Imágenes: Archivo de imágenes Depaul
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