2. ¿Qué herejías azotaron a la Iglesia en este
siglo?
• Primero, los Valdenses. En Francia surgió la herejía
de Pedro Valdés, nacido en Lyon, que un buen día
abandonó sus negocios y partió a predicar el
evangelio, dando ejemplo de pobreza, austeridad y
desprendimiento y arrastrando compañeros de
Suiza y Alemania. Atacó las costumbres de los
clérigos relajados e invitaba a volver al cristianismo
primitivo, pero no estuvo inmune de errores
dogmáticos en sus predicaciones. Los “perfectos”
entre los valdenses hacían los tres votos de
pobreza, castidad y obediencia; y los simples
seglares se arrogaban el derecho de celebrar la
eucaristía. Sólo admitían el bautismo, la penitencia
y la eucaristía. El papa Lucio III los excomulgó.
3. • Continuaron los albigenses o cátaros. Eran más
peligrosos por su mayor difusión y por su más
franco alejamiento de la fe católica. Se llamaban
albigenses por la ciudad de Albi; y cátaros o puros.
No reconocían una iglesia visible, rechazaban toda
autoridad espiritual y temporal y no admitían ni la
guerra ni la pena de muerte. Sólo tenían un
sacramento, el bautismo del espíritu, el
consolamentum, que por lo demás sólo recibían los
“perfectos”; los cuales quedaban obligados después
de su recepción a llevar una vida rigurosamente
ascética. Los restantes sólo recibían el
consolamentum en la hora de la muerte. El Papa
Inocencio III invitó al rey de Francia a una cruzada
contra ellos, que desembocó en una horrible
crueldad por ambos bandos.
4. Las Órdenes
Mendicantes
Ante la relajación de algunos eclesiásticos, Dios no se olvidó
de su Iglesia. Al contrario, hizo surgir las órdenes mendicantes.
Sus fundadores quisieron responder a la llamada del evangelio
y a las necesidades de su tiempo. Fueron sensibles en
particular al desarrollo de la herejía, al movimiento urbano y a
la fermentación intelectual.
Las órdenes mendicantes se llamaban así, porque en un
tiempo en que los pastores de la iglesia se enriquecen siempre
más, los monasterios abundan en tierras y en bienes, y la
nueva burguesía de las ciudades se desvive por aumentar sus
ganancias, ellos hacen voto de perfecta pobreza. En un tiempo
en que se ahonda cada vez más la diferencia entre los grandes
señores y el pueblo llano, ellos predican la fraternidad
cristiana. Su vida ya no depende de tierras de labranza ni de
rentas. Viven de la limosna. Ya no se llaman monjes, sino
hermanos. Las principales órdenes mendicantes fueron la de
los franciscanos y la de los dominicos.
5. Posteriormente surgieron nuevas
órdenes, llamadas mendicantes,
como los franciscanos y los
dominicos, que a diferencia de
otros religiosos no debían
establecer su residencia en un
lugar fijo, actuando como
predicadores, misioneros,
inquisidores, canonistas, teólogos
o intelectuales.
Ambas datan de comienzos del
siglo XIII. La primera se debe a la
obra de San Francisco de Asís,
basada en las virtudes de la fe y la
caridad. La segunda, a Santo
Domingo de Guzmán, quienes
renunciaron a los bienes
terrenales, combatieron la herejía
y privilegiaron el conocimiento
como medio de lograr sus
aspiraciones religiosas.
San Francisco
de Asís
Santo Domingo de
Guzmán
7. Inicios
Su padre, Félix de Guzmán, era noble acompañante
del Rey. Su madre era la Beata Juana de Aza de
quien Domingo recibió su educación primera.
Cuando tenía seis años fue entregado a un tío suyo,
arcipreste, para su educación literaria. A los
catorces años fue enviado al Estudio General de
Palencia, el primero y más famoso de toda esa
parte de España, y en el que estudiaban artes
liberales, es decir, todas las ciencias humanas y
sagrada teología. El joven Domingo se entregó de
lleno al estudio de la teología
8. Como Sacerdote
A los 24 años de edad, Domingo fue llamado por el obispo de
Osma para ser canónigo de la catedral. A los 25 años fue
ordenado sacerdote.
El Rey Alfonso VIII había encargado al Obispo de Osma, en
1203, la misión de dirigirse a Dinamarca a pedir la mano de
una dama de la nobleza para su hijo Fernando. El Obispo
acepta y como compañero de viaje lleva a Domingo. Al pasar
por Francia, Flandes, Renania e Inglaterra, Domingo quedó
preocupado al constatar la extensión de las grandes herejías,
los cátaros, valdenses y otras herejías procedentes del
maniqueísmo oriental. Estos negaban muchos dogmas de la fe
católica, incluso la Redención por la Cruz de Cristo y los
Sacramentos.
9. Vida apostólica
En 1207 Domingo, con algunos compañeros, entre ellos el Obispo de
Osma, se entrega de lleno a la vida apostólica, viviendo de limosnas, que
diariamente mendigaba, renunciando a toda comodidad, caminando a pie
y descalzo, sin casa ni habitación propia en la que retirarse a descansar, sin
más ropa que la puesta.
Comprendiendo la necesidad de instruir a aquellas gentes que caían en las
herejías, determinó fundar la Orden de predicadores, dispuestos a
recorrer pueblos y ciudades para llevar a todas partes la luz del Evangelio.
Funda centros de apostolado en todo el sur de Francia. Pero,
reconociendo que para combatir las herejías era necesario una buena
formación teológica, busca un doctor en teología que instruyera a la
comunidad. Más tarde, uno de sus discípulos en la orden sería la lumbrera
más grande que haya tenido la iglesia universal: Santo Tomás de Aquino.
Santo Domingo fue un gran amigo de San Francisco de Asís, a quien visito
y abrazó efusivamente.
Santo Domingo poco después fundó la rama femenina de su Orden.
10. Misión
La misión de los dominicos, predicar para llevar almas a Cristo, encontró
grandes dificultades pero la Virgen vino a su auxilio. Estando en Fangeaux una
noche, en oración, tiene una revelación donde, según la tradición, la Virgen le
revela el Rosario como arma poderosa para ganar almas. Esta tradición está
respaldada por numerosos documentos pontificios.
El 21 de enero de 1217, el Papa Honorio III aprobó definitivamente la obra de
Domingo, la Orden de los predicadores o Dominicos.
En 1220 la herejía de los cataros y albigenses se había extendido por Italia. El
Papa Honorio pone a Domingo a cargo de una gran misión.
Murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221
Fue canonizado por Gregorio IX en 1234. El Papa dijo: "De la santidad de este
hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo".
11. • La organización de la orden es democrática. Los
cargos son electivos y temporales. Tan sólo el
maestro general es elegido para toda la vida. No
disponen de las rentas de las grandes abadías, sino
que obtienen de las limosnas los medios de
subsistencia. Se dirigen especialmente a las gentes
de la ciudad, a los miembros de las corporaciones y
enseñan en las universidades. En 1216 el papa
aprueba esta orden, y adoptan la regla de san
Agustín. El papa Gregorio IX 90 les encarga la
responsabilidad de la inquisición eclesial, de la que
hablaremos más tarde.
12. Los dominicos: es la llamada
Orden de los Predicadores
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Apoyada por el gran papa Inocencio III y aprobada más
tarde por Honorio III en 1216. Fue fundada por santo
Domingo de Guzmán, nacido en España hacia el año 1170.
Sale al encuentro de los herejes cátaros o valdenses,
imitando la pobreza de Cristo pobre y aceptando las
controversias dogmáticas con ellos. El obispo de Toulouse
(Francia) aprueba en el año 1215 al pequeño grupo de
predicadores: “Constituimos como predicadores en nuestra
diócesis al hermano Domingo y a sus compañeros, a fin de
extirpar la corrupción de la herejía, arrojar los vicios,
enseñar la regla de la fe e inculcar sanas costumbres a los
hombres”.
Su programa regular es portarse como religiosos, es decir,
hacer los tres votos de pobreza, castidad y obediencia; ir a
pie, predicar la palabra evangélica, vivir la pobreza de Jesús,
alimentándose con lo que les dan. Fin y objeto de la nueva
orden era crear un grupo de sacerdotes aptos y altamente
preparados para predicar al pueblo la sana doctrina.
Dedicaron, pues, los dominicos especial atención al estudio.
Tanto descollaron en las ciencias que, en vida del fundador,
enseñaban ya en la universidad de París. En esa universidad
brillaron de manera especial san Alberto Magno y santo
Tomás de Aquino.