LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptx
San Vicente de Paúl: la companyia en accion (2)
1. CAPITULO XXIII LA COMPAÑIA EN ACCION:
ORDENANDOS, SEMINARIOS, CONFERENCIAS
JOSE MARÍA ROMÁN, San Vicente de Paúl , PP.367-390
2. "Nuestro Instituto no tiene más que dos fines principales"
La instrucción de
la pobre gente del
campo y los
seminarios.
Vicente se preocupaba de que se atendiera por igual a
las dos aun en momentos en que una de ellas podía
parecer superflua.
3. "Nada hay mejor que un sacerdote"
Como obligación, era económicamente
muy gravosa. Las ordenaciones anuales
en la diócesis de París eran seis, aunque a
partir de 1643 quedaron reducidas a
cinco por haberse suprimido la de mitad
de cuaresma.
Los participantes en cada tanda
oscilaba entre los 70 y los 90. Como los
ejercicios duraban once días, al cabo del
año resultaban un total de cincuenta y
cinco días de ejercicios y unas 4.000
estancias.
La Sra. Presidenta de Herse, Carlota de Ligny, viuda desde 1634 de Miguel
Vialart, miembro del Parlamento, desde 1638 a 1643 entregó a Vicente
1.000 libras para cada ordenación.
En 1650, Margarita de Gondi, marquesa de Maignelay, dejó en su testamento
un legado de 18.000 libras para la obra, completando con ello la piadosa
fundación de sus hermanos.
4. "Hacer efectivo el Evangelio"
Para la Congregación la llamada a este
ministerio había significado la llegada a
la plenitud de los tiempos. La
evangelización de los pobres sólo se
hacía totalmente efectiva cuando se les
proporcionaban buenos pastores.
Respondía así a las objeciones que
algunos miembros de la comunidad
oponían a los ejercicios de ordenandos,
seminarios y conferencias eclesiásticas.
La formación de sacerdotes era la
manera de hacer efectivo el Evangelio.
5. El manual de ejercicios
La redacción de este manual fue obra
colectiva. Además de Vicente, trabajaron
en él Nicolás Pavillon (1597-1677),
Francisco Perrochel (1602-1673) y Juan
Jacobo Olier (1608-1657). Los tres
pertenecían al grupo inicial de las
conferencias de los martes y giraban desde
muy temprano en la órbita vicenciana.
•Pavillon alcanzó pronto, en 1637, el obispado de Alet, que aceptó por consejo de Vicente.
•También Perrochel se consagró en San Lázaro, seis años más tarde que Pavillon, como obispo de
Boulogne. Su fama era tan grande, que Ana de Austria asistió a sus pláticas para ordenandos.
•Juan Jacobo Olier era el más joven de todos, y por entonces el más sumiso a la dirección de Vicente,
su confesor.
•Hacia 1634 o 1635, los cuatro hombres trabajaban de común acuerdo en la elaboración del manual
de ejercicios. El resultado fue un librito titulado Entretiens des ordinands, que no ha sido impreso
nunca, conservándose sólo copias manuscritas. Cuando Vicente lo tuvo en sus manos, lo sometió al
examen de va-rios doctores de la Sorbona.
6. "Nuestra compañía ha contribuido no poco"
"Nuestra pobre compañía ha contribuido no poco".
Mayor importancia que los frutos directos tuvo, acaso, el
movimiento general desencadenado por los ejercicios de
San Lázaro. Otras comunidades - el Oratorio, San Nicolás
de Chardonnet, la compañía de Authier de Sisgau - se
dedicaron también a ellos. Vicente no podía atender a
todas las peticiones de los obispos que deseaban
implantarlos en sus diócesis. Prácticamente, todas las
fundaciones de la Congregación - Crécy, Nuestra Señora
de la Rose, Agen, Le Mans, Cahors, Saintes, Troyes,
Luçon, Richelieu – otras como Reims, Noyon, Angulema
o Chartres, llamaron ocasionalmente a los misioneros
para predicar algunas ordenaciones y dar así comienzo a
la obra.
7. "Las órdenes del concilio vienen del Espíritu Santo..."
El hecho es que hacia 1636 decidió dedicar el colegio
de Bons Enfants a seminario de adolescentes.
Ocho años más tarde, en 1644, el número de
alumnos era de 22, y nunca parece haber alcanzado
en esa época la treintena. La experiencia resultó
decepcionante.
En 1641, Vicente declaraba que ni uno solo de esos
seminarios había resultado bien para provecho de la
Iglesia. El paso del tiempo fue confirmando lo
negativo del intento.
En 1642, creó en el mismo Bons Enfants otro tipo de
seminario, pero lo hizo funcionar al lado del primero.
Cuando, en 1645, la casa resultó demasiado pequeña
para ambos, tampoco cerró el seminario de niños,
sino que lo trasladó a un edificio situado en el
extremo nordeste del recinto de San Lázaro llamado
el pequeño San Lázaro, nombre que Vicente cambió
pronto por el de seminario de San Carlos. Este no
parece haber funcionado del todo mal.
8. "Es muy distinto tomarlos entre los veinte y los veinticinco años"
En 1642 fundó Olier, en Vaugirard, el seminario trasladado más tarde a San Sulpicio.
seminarios de Saint Magloíre, en París.
Ruán y Toulouse; empezó San Juan Eudes a madurar el proyecto, que le llevaría a
abandonar el Oratorio ante la intransigencia de Bourgoing, sucesor de Condren, para
fundar una nueva congregación dedicada a los seminarios y las misiones; inició su
transformación San Nicolás de Chardonnet.
En tomo a esa misma fecha empezaron a acariciar nuevos proyectos de seminario los
obispos más celosos: Justo Guérin, en Annecy; Nicolás Pavillon, en Alet; Alano de
Solminihac, en Cahors; Jacobo Raoul, en Saintes, etc.
Es significativo que detrás de todas las iniciativas surgidas alrededor de 1642 esté
presente el respaldo económico del cardenal Richelieu o su sobrina, la duquesa de
AiguilIon. Vicente recibió 1.000 escudos - 3.000 libras - para dar comienzo a su
proyecto con doce clérigos en el colegio de Bons Enfants. Olier, San Juan Eudes,
Bourgoing, Authier de Sisgau, Bourdoise.
9. "En París hay cuatro seminarios"
•Hay en París cuatro casas dedicadas a lo mismo:
el Oratorio, San Sulpicio, San Nicolás de
Chardonnet y la pobretería de Bons Enfants. Los
de San Sulpicio tienden y lo subordinan todo a
purificar los espíritus, a despegarlos de los afectos
terrenos, a conducirlos a luces superiores y
sentimientos elevados, y vemos que todos los que
han pasado por allí tienen mucho de eso, unos
más y otros menos. No sé si enseñan la
escolástica.
•Los de San Nicolás no se elevan tanto, sino que
tienden al trabajo en la viña del Señor, a formar
hombres laboriosos en las funciones eclesiásticas.
A este fin, se mantienen: primero, siempre en la
práctica; segundo, en oficios humildes: barrer,
lavar los cubiertos, fregar, etc. Pueden hacerlo
porque la mayoría son gratuitos y resulta bien.
10. "Es más útil explicar a un autor que dar apuntes"
El más testarudo, Bernardo Codoing,
recibió una larga carta de Vicente, apoyado
en un consejo de comunidad, al que
asistieron siete de los más doctos de la
compañía. Vicente enumera todas las
razones en contra del dictado. La principal
es la finalidad misma del seminario; no se
trata de formar científicos, sino hombres
piadosos y prácticos para el ministerio. No
falta tampoco el argumento ad hominem,
que nos descubre ciertos aspectos menos
conocidos del carácter de Vicente, su
buena información y su capacidad de
ironía, no hiriente, sino destinada a curar la
vanidad del revoltoso súbdito.
11. Las costumbres eclesiásticas han evolucionado tanto en tres siglos y medio,
que una disciplina que hoy juzgamos rigurosa podía parecer benigna en
1645. No existían en ella penitencias corporales ni más ayunos ni
abstinencias que los establecidos por la Iglesia para el común de los fieles.
La mayoría de las prácticas, así como el orden del día, estaban calcadas en
las Reglas comunes de los misioneros.
"Nos hemos entregado a Dios para servirle en los seminarios"
La mayoría de las prácticas, así como el orden del día, estaban calcadas en las
Reglas comunes de los misioneros.
•Meditación diaria.
•Rezo en común del oficio divino para los obligados al mismo.
•Dos exámenes de conciencia particulares y uno general.
•Misa, lectura del Nuevo Testamento.
•Ensayo de canto y ceremonias.
•Cuatro horas de clase.
•Limpieza de la casa.
•Una hora de recreo después de cada comida, ocupaban una larga jornada de
trabajo que se iniciaba a las cuatro de la mañana y concluía a las nueve de la noche.
12. A Annecy, Bons Enfants y San Carlos siguieron otra docena de
seminarios establecidos en diversas diócesis, más otros tres o
cuatro - Alet, Marsella, Périgueux, Montpellier- cuya existencia fue
muy efímera. Puede decirse que todas las casas fundadas después
de 1642 tienen el doble carácter de puesto misional y seminario
diocesano
Saintes, en 1644.
Le
Mans y Saint Méen, en 1645.
Tréguier y Agen, en 1648.
Montauban, en
1652.
Agde y Troyes, en 1654.
La apreciación hecha por Daniel-Rops de que
todos los años salían de los seminarios
vicencianos más de 400 sacerdotes
seguramente es exagerada 70; pero sí es
cierto que, cualquiera que fuese el número,
empezaban a constituir una verdadera élite
sacerdotal esparcida por los cuatro puntos
cardinales de la Iglesia francesa y fueron el
fermento decisivo de su reforma. Henry
Kamen llega a afirmar que la obra capital de
Vicente de Paúl y su aportación más decisiva
a la reforma de Francia fue su contribución a
la formación del clero: "cambiar al pueblo
cristiano cambiando para ello a sus ministros".
13. Las conferencias de los martes se propagan
También las conferencias se propagaron pronto. En París, al lado de la de San
Lázaro surgió otra en Bons Enfants, compuesta principalmente de
eclesiásticos de la Sorbona, tanto alumnos como profesores, por cuya razón
las reuniones se celebraban el jueves, que era el día de vacación en la
Universidad. Fuera de París surgieron:
Las de Pui (1636).
Noyon (1637).
Pontoise (1642).
Angulema (1647).
Angers, Burdeos y otras cuya
14. ”El pequeño método en la corte”
Las dos grandes empresas acometidas corporativamente por las
conferencias fueron las misiones de San Germán en Laye,
residencia de la corte, y la del arrabal parisiense de San Germán
de los Prados.
En la primera, predicada en enero y febrero de 1638, tomaron
parte, por mandato del rey, algunos sacerdotes de la
Congregación de la Misión. Era una misión delicada. Los
cortesanos, las damas de la reina y los propios monarcas asistían
a los actos misionales. Uno de los predicadores era Nicolás
Pavillon, ya preconizado obispo de Alet.
15. "La sentina de Francia"
En París, la hazaña más sonada de las conferencias de los martes
fue la misión de 1641 en el arrabal de San Germán de los Prados, la
"sentina, no sólo de París, sino casi de toda Francia, y servía de
refugio a todos los libertinos, ateos y demás personas que vivían
en la impiedad y el desorden".
¿La duquesa de Aiguillon? - sugirió a Vicente la conveniencia de
misionar tan peligrosa barriada, la Congregación de la Misión no
podía realizar el trabajo. Vicente se lo ofreció a los eclesiásticos de
la conferencia. El rechazo fue general. Vicente insistió tanto, que
algunos se molestaron. Entonces se puso de rodillas ante la
asamblea y pidió perdón por haber sido tan pesado en defender su
punto de vista.
16. Resumiendo los trabajos de la Congregación de la Misión en un texto
que por su fecha - 1641 - es a medias historia y a media profecía,
Vicente escribió un día a su delegado en Roma, P. Lebreton:
"Dios se servirá de esta compañía en beneficio del pueblo mediante
las misiones; en beneficio del clero que empieza, mediante las
ordenaciones; en beneficio de los que ya son sacerdotes, al no admitir
a nadie en los beneficios y en las vicarías sin hacer el retiro y ser
instruidos en el seminario, y en beneficio de todos, por medio de los
ejercicios espirituales. ¡Quiera Dios, en su divina bondad, concedernos
su gracia para ello!".
La obra de los retiros