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DETECTED 
Natalia M. Sanromán
Ilustración de la cubierta: Natalia M. Sanromán 
Copyright © Natalia M. Sanromán 2014 
Reservados todos los derechos. Queda 
rigurosamente prohibida, sin la autorización 
escrita de los titulares del “Copyright”, bajo 
las sanciones establecidas en las leyes, la 
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cualquier medio o procedimiento, incluidos la 
reprografía y el tratamiento informático, así 
como la distribución de ejemplares mediante 
alquiler o préstamos públicos 
1a edición, Septiembre del 2014 
Impreso en México
Para mis abuelos, Maria Teresa 
y Armando.
Prólogo 
"Tienen a Francis también, Payton" Richard me 
dijo exasperado, ambos caminando de un lado a 
otro sin saber qué hacer, cómo escapar y dónde 
demonios esconder toda la evidencia. 
"No dirá nada, Richard, nadie lo hará. Ahora 
compórtate como un hombre y ayúdame a cargar 
esto" señalé el gran archivero que se encontraba 
junto a mi escritorio. "Mientras, yo me encargo de 
los discos duros de las computadoras." 
"Sabía que esto pasaría" rompió el silencio 
Richard después de estar conduciendo por dos 
horas hacia Liverpool, donde nos esperaba el único 
compañero que quedaba aparte de nosotros. Dee-dee. 
"No sé por qué estúpida razón me metí en este 
lío. ¡Los odio a todos!" Dijo soltando un par de 
lágrimas, cosa que me hizo poner los ojos en 
blanco. Qué patético se veía. 
"Cierra la maldita boca de una ves, marica" 
exploté harta de escuchar tantos reclamos de él en 
toda la semana que llevabamos con este problema. 
"Entiende que a nadie le importa un maldito pepino 
si nos odias o no, ¿qué se te olvida que fue por tu 
odiosa culpa que nos hayan atrapado? O, ¿acaso ya 
lo olvidaste? Todos estamos metidos en esto por 
diferentes razones, y le debemos al grupo salvar
todo los que nos queda, pero no puedo hacer nada 
de eso si no te agarras tus huevos y los llevas 
contigo todo el tiempo, lo menos que necesito es un 
cobarde chillón" Richard dejó de llorar para 
dirigirme después una cara fría y calculadora, al 
igual que la mía. 
Ambos soltamos un largo suspiro antes de pisar 
el pedal del acelerador a su máxima potencia. Yo no 
caería, preferiría estar muerta a caer.
1. Reunión 
7 meses antes 
El sudor corría por mi frente como cascada, llevaba 
nueve kilómetros corriendo, me faltaba un maldito 
kilómetro para por fin romper mi récord. Después de un 
año, por fin podré completar los diez kilómetros en 35 
minutos. Si me obligaran a escoger entre ser caníbal o 
dejar de correr, creo que tal vez optaría por lo primero; 
correr era de las únicas formas en que dejaba todo atrás, y 
me sentía completamente libre. 
Al sonar la alarma en mi celular que indicaba mi 
gran logro, me dirigí de inmediato a mis residencias 
caminando, tratando de recuperar el aire perdido. Al 
llegar, lo primero que llegó a mis oídos fue la inquietante 
voz de Steph, la vecina, ensayando otra de sus canciones 
para el recital que habría dentro de dos semanas. Llevaba 
tres años estudiando en la Universidad, y aún no puedo 
entender la razón de por qué le dan el gran honor a Steph 
para cantar el coro principal. 
Entro a mi cuarto y lo primero que encuentro es el 
desastre que tiene Melinda, mi compañera, en más de la 
mitad del cuarto. He pensado varias veces cambiar de 
compañera de cuarto, pero luego recuerdo que todas las 
demás son demasiado estresantes y chillonas para mi
gusto. Prefiero el desorden antes que un cuarto color rosa 
con edor a perfume de vainilla, simplemente repugnante. 
"Llegas temprano" fue lo primero que dijo Melinda 
al verme. Hice una cara de disgusto por el holor de azufre 
que había. 
"¡¿Por qué demonios tienes que hacer tus 
experimentos raros dentro de la habitación?! Creí que ya 
habíamos llegado a un acuerdo." dije pateando algunos 
materiales de trabajo que estaban en mi parte del cuarto. 
"¡Hey! Eso es delicado" Me regañó, ignorando por 
completo mi queja anterior. Bufé fastidiada y me dirigí a 
mi escritorio, tenía una infinidad de trabajos que realizar y 
el ruido de Steph no ayudaba en nada, por no decir el olor 
intenso de azufre de Melinda. 
"Payton, habrá una reunión en casa de Richard. 
Quiero que vayamos juntas, ¿sí?" Dijo después de un 
tiempo. Rodeé mis ojos fastidiada. Melinda sabía 
perfectamente lo que sentía por el imbécil de Richard. Era 
más delicado que la flor más roja del parque, un estúpido 
cobarde que sólo estudiaba una ingeniería para complacer 
a su padre, siendo un completo imbécil en las 
matemáticas, el chico es un completo fracaso. 
Lamentablemente, resultó ser que compartíamos algunas 
clases, al igual que con Melinda, y su relación amistosa 
dio fruto a una relación amorosa, por lo cual lo tenía que 
ver prácticamente todo el día, frustrando aún más mis días.
"¿Sus padres no van a estar? Qué rebelde" dije con 
sarcasmo. ¡El inservible ni siquiera se podía despegar de 
su <<mami>> sin que el pobre llorara! 
"Prometieron quedarse en su cuarto mientras 
nosotros estaremos en el sótano" Melinda ignoró el 
sarcasmo que había en mi tono de voz y siguió hablando. 
"Sé que no se llevan nada bien, pero ahí estarán todos; 
Mike y Jane juraron no faltar, al igual que Lynn, Rupert, 
Francis y Ky. No tendrás que estar para nada con nosotros 
dos." 
A decir verdad, me agradaban demasiado los 
chicos, Lynn y todos ellos. Eran graciosos, inteligentes, les 
apetecía más un video juego y una buena cerveza que una 
salida nocturna, pero eso no evitaba sus presencias en las 
fiestas universitarias. Siendo de las únicas estudiantes 
mujeres a Ingeniería Civil de esta generación, me he 
tenido que acoplar a cada uno de sus comportamientos y, 
para ser sincera, creo que cada día que pasa pierdo cada 
enseñanza de la educación de una dama que mi madre 
batalló tanto por enseñarme. 
"Está bien, iré. Pero por favor, esta vez no hagas 
tus escenas con Richard, juro que los dos parecen 
principiantes besándose, lo único que se ven es babas." 
Dije de lo más sincera posible, era odioso ver eso, y 
repugnante hasta tal punto de tener que taparte los ojos 
como un infante y tararear una canción para acallar el 
sonido que hacen.
"¡Qué grosera!" Dijo lanzándome una pequeña 
almohada, la cual esquivé sin ningún problema, gracias a 
los reflejos que el Box me había dejado. 
"Buena puntería" Señalé con ironía, a lo cual 
Melinda respondió gruñendo, causando una pequeña 
sonrisa socarrona en mis labios. 
°------°--------°-------°-------°---------°--------°-------°-------° 
"Eres un tramposo de mierda, Ky" grité aventando el 
control del Xbox ONE al sillón, enojada. Ya le había 
ganado a Rupert y Lynn en FIFA, y tenía la pequeña 
esperanza de poder ganarle sin problemas a Ky, pero se 
me había olvidado que él es el rey del video juego. Los 
demás son más apasionados a Halo, o Call of Duty, 
incluso a GTA, pero Ky amaba el futbol con toda su alma 
en todos los aspectos. Yo prefería el futbol americano. 
"Y tú una pésima perdedora, Marllow." respondió 
sonriendo de lado triunfante. 
Ky era el más atractivo de todos, y para mí, era el que 
menos aguantaba del pequeño grupo de amigos. Es la 
persona más culta que he conocido en el mundo, no hay un 
dato que él no sepa, y si lo hay, es seguro que pronto lo 
sabrá. Es alto, cabello castaño quebradizo y 
cuidadosamente peinado, ojos cafés obscuros y una nariz 
perfectamente imperfecta, si es que tiene sentido eso. De 
algún modo, siempre me ha desagradado el hecho que sea 
más inteligente que yo, es un golpe bajo para cualquiera.
Lynn era robusto, era la persona más sarcástica del 
universo, pero era un genio para las derivadas, que eso 
para mí es un gran don. Curiosamente, es el único del 
grupo que tiene novia, aunque sólo la vea cada mes, pues 
ella estudia al otro lado del país. Sus ojos verdes son lo 
primero que te atrapan al conocerlo, es inevitable verlos 
sin admiración. 
En cambio, Rupert no era ni atlético ni obeso, era una 
persona fanática de la comida rápida, pero de algún modo, 
no engordaba ni un maldito kilogramo. Le decimos "La 
mecha defectuosa", pues es pelirrojo de familia exitosa, 
con todos sus hermanos siendo genios, Rupert fue el que 
salió defectuoso, no entiendo cómo ha logrado pasar todos 
los años. 
"¿Qué piensan del nuevo amiguito de Francis?" 
preguntó Ky dándole un trago a su cerveza, aún 
dirigiéndome miradas burlonas. 
"Se ve buena gente" admití sin interés, encogiéndome 
de hombros y quitándole la bolsa de palomitas a Lynn, 
recibiendo un insulto de su parte. "¿Cómo era que se 
llamaba? ¿Luke? ¿Louis? ¿Lance?" 
"Dee-dee, idiota." exclamó Lynn quitándome las 
palomitas. "No confío en él." 
"Ni yo, se ve como alguien que podría patear el trasero 
si hago algo que no le guste." Dijo Rupert con la boca 
llena de papas fritas siendo masticadas.
"Hasta Payton te ha partido el trasero, Rupert." dijo Ky 
poniéndose de pie, haciéndonos reír a todos "Pero, la 
verdad es que sí es algo intimidante." 
Dee-dee era la persona más fornida que había visto 
jamás, era morocho, y podría jurar que sus ojos eran de 
color negro, aunque fuera imposible. Cuando me saludó, 
juro que un escalofrío corrió por todo mi cuerpo. Sí, era 
intimidante y terriblemente grande, pero no podía decir 
aquellas cosas frente a los chicos, los conozco y estoy 
seguro de que pensarían que lo estoy criticando, aunque 
ellos lo hagan peor. 
Me levante de mi asiento para dirigirme a la cocina en 
busca de otra cerveza, llevaba sólo una en toda la noche 
tratando de controlarme, pues supuestamente estaba en 
otro intento de dieta. Tomé mi cerveza y al cerrar el 
refrigerador me encuentro con la cara de Dee-dee. Solté un 
pequeño grito por la sorpresa y el susto, mientras él sólo 
me veía con detenimiento, perforándome con sus ojos 
negros, causando un miedo dentro de mí. 
"Amigo, me has sacado un susto." dije después de unos 
segundos soltando una leve risa, tratando de esconder mi 
miedo al estar aquí con él. 
"No fue mi intención." respondió seco, abriendo de 
nuevo el refrigerador y sacando otra cerveza. "Entonces, 
soy intimidante." no sonó como pregunta. Oh, Dios, él nos 
había escuchado.
"Pues, se nota que haces pesas, amigo. Por supuesto 
que intimidas un poco." dije sonriente, aunque por mi 
interior estaba temblando de nervios, no sabía qué hacer. 
Me miró de nuevo, profundo, sin decir nada. Yo solo 
me dedicaba a mirar a todos lados menos a sus ojos 
negros. 
"¿Por qué yo no te intimido?" Dijo después de un 
tiempo. ¡¿Qué?! ¡Por supuesto que me intimidas a 
sobremanera! 
"¿Por qué lo dices? Me das un poco de miedo, porque 
eres muy grande, pero es todo, no te preocupes" dije las 
primeras palabras que cruzaron por mi mente, no podía 
pensar con claridad. 
"Yo no me preocupo." dijo acercándose más a mí, 
ahogué un grito de miedo, pues de algún modo se veía 
enojado "Y deberías tenerme pavor, amiga. No soy nada 
amable." dijo recalcando la palabra amiga. 
"Bueno, uno puede equivocarse ¿cierto?" dije tratando 
de alivianar el ambiente. 
"No en mi mundo. Un error, y estás muerto." dijo 
viéndome una vez más, para voltearse e irse de la 
cocina. Inmediatamente me recargué en el 
refrigerador, pensando en lo que había pasado. ¿De 
qué demonios hablaba ese chico?
2. Curiosidades 
Llevaba una semana de no ver al tal Dee-dee, y 
mi inquietud hacia él aún no había desaparecido. 
Trato de concentrarme en mis tareas y trabajos, 
incluso he llegado a correr más de la cuenta para 
quitar su imagen intimidante se mi mente, pero el 
hombre está decidido a permanecer hasta en mis 
sueños. 
No era que me había gustado o algo parecido, sino 
las cosas que me dijo. 
“Un error y estás muerto.” Recuerdo que 
dijo, pero el significado de esas palabras me tenía 
ansiosa por saber la verdad oculta. 
Lo único que me distraía de mi mente 
fastidiosa y sus pensamientos incesantes, era el gran 
examen que se avecinaba. Trataba de estudiar con 
todas mis fuerzas, pero el único éxito obtenido fue 
aprenderme los primero cinco temas. 
El ruido de mi celular al recibir un mensaje 
fue lo que me hizo dejar el estudio a un lado. Era un 
mensaje de Lynn
Payton, agarra tus apuntes y libros y 
tráetelos al depa de Francis, no entendemos nada 
jaja. –Lynn 
Bufé frustrada aventando mi celular. No me 
gustaba la idea de ir a estudiar en grupo, y menos en 
casa de Francis, comúnmente eran todos los chicos, 
incluyendo a Ky, que este terminaba discutiendo 
conmigo sobre temas del examen, dejando a todos 
aún más estresados que antes. Era espantoso. 
Sin embargo, era obvio que si me quedaba 
no obtendría un mejor resultado. 
Son unos inservibles -.- ya voy para allá 
–Payton 
Mandé el mensaje y me encaminé al 
departamento de Francis, el cual quedaba a unos 
diez minutos caminando desde mis residencias. 
Tendría tiempo suficiente para calmarme un poco. 
“Ky, por enésima vez, te digo que no puede ser 
así.” dije señalando el maldito apunte de Ky, 
tratando de controlar mis ganas de asesinarlo. “Si tu 
construyes un muro en este lugar, es evidente que 
con cualquier lluvia se caerá.” 
“Payton, entiendo que siempre tienes la 
necesidad de tener la razón, pero temo decirte que la
única equivocada aquí eres tú, cariño.” Dijo Ky, con 
una sonrisa socarrona adornando su estúpida cara. 
“Mira, Ky, no necesito tener siempre la razón. 
Pero en este caso, yo estoy bien, y no hay modo que 
me puedas contradecir y lo sabes.” Concluí. 
Ambos nos mirábamos directo a los ojos, 
ninguno dispuesto a ceder en su error. Tenía mi 
mandíbula tensa y mis puños cerrados, siempre me 
ponía así cuando estaba furiosa, y aunque me doliera 
aceptarlo, la verdad es que no me gusta dañar mi 
orgullo y decir que estoy equivocada en algo. 
“Payton, puede que Ky tenga razón, ¿sabes?” 
Interrumpió Rupert llamando mi atención, 
rompiendo mi duelo de miradas con Ky a 
regañadientes. “Puede que no sea muy bueno en 
esto, pero recuerdo perfectamente que el profesor 
nos repitió como cinco veces que con ciertos tipos 
de materiales y el plan exacto elaborado, era posible 
que una construcción de ese peso se podría realizar, 
sin importar el clima.” 
Ky al escucharlo, sonrió victoriosamente, con un 
destello en sus ojos marrones; sabía que estaba feliz, 
siempre lo estaba cuando lograba fastidiarme.
“Que extraña sorpesa, Payton. Como siempre, no 
has tenido la razón.” Dijo Ky, obviamente tratando 
de aumentar el daño a mi orgullo, como si fuese 
posible. 
“En realidad,” se escuchó una voz que me heló la 
sangre por completo “la chica tiene razón, con el 
tiempo, la construcción pierde fuerza, y la 
reconstrucción es bastante cara. Cualquier idiota lo 
sabe.” Dijo Dee-dee llegando al lado de Ky, 
mirándolo fijamente, retándolo. 
Todos estaban en completo silencio, incómodos 
ante la situación. Yo sólo me dedicaba a ver la 
escena con asombro. Dee-dee acababa de 
defenderme, pensé que el hombre quería cortarme la 
cabeza. 
“Pero es posible la construcción, lo cual hace que 
tú ganes el debate. Felicidades.” Concluyó Dee-dee 
palmeando el brazo de Ky mientras este se calmaba 
instantáneamente, estaba segura de que Ky le habría 
contestado una estupidez que tal vez lo habría 
dejado muerto. 
Ahí fue cuando por primera vez desde su 
intervención dirigió su mirada hacia mí. Pasmada, le 
devolví la intensa mirada, estaba asustada, por 
supuesto, pero mi curiosidad por saber qué hacía o a
qué se dedicaba era aún mayor que antes. Estaba 
segura de algo, tenía que ganarme su confianza, 
cueste lo que cueste. 
Decidí sonreír de lado, y mirarlo de una manera 
menos…acusadora, así jamás decidiría confiar en 
mí. 
“Bueno, al principio pensé que me habías salvado 
de haber perdido el debate, amigo. Pero gracias por 
ilusionarme.” Dije riendo levemente, expresando 
confianza. 
“No tenía pensado defender a nadie, sólo 
recalcaba lo obvio.” Contestó secamente, desviando 
su mirada hacia mi cuerpo levemente, analizándolo. 
Maldito hijo de… 
“Bueno, di lo que quieras, pudiste haber sido mi 
héroe.” Dije acercándome más hacia él para darle 
una palmeada en el brazo. Él estaba sorprendido, era 
evidente que no esperaba esa reacción de mi parte y, 
sinceramente, yo menos. 
“Lamento interrumpir tu nuevo ligue, Payton,” 
Interrumpió Ky, viéndome con gesto de 
superioridad y algo más que no pude percibir. “pero 
aún tenemos que estudiar sesenta páginas más, creo 
que no hay tiempo suficiente para perderlo.”
Hablando de idiotas… Como odiaba que Ky me 
dejara en ridículo frente a todos. Sentí como mis 
mejillas ardían me excusé con ir al baño. La verdad 
es que yo no intentaba ligar con Dee-dee, yo sólo 
quería demostrar que podía ser su amiga; yo sólo 
quería respuestas. 
Una vez calmada, y que el tono rojizo de mis 
mejillas ya hubiera desaparecido, decidí salir, no sin 
antes reírme de mi actitud de adolescente. Un golpe 
en la puerta me sacó de mis pensamientos. Abrí la 
puerta para dejar entrar a la otra persona y, como era 
de esperarse, era Dee-dee. 
“No es normal eso de reírse sola en los baños, 
¿sabes?” Dijo sonriendo levemente. Me quedé 
embobada viendo su sonrisa, pues dudo que en la 
vida lo vuelva a ver sonreír así. 
“Bueno, no me describo como alguien normal, 
así que no hay problema.” Dije riendo nerviosa, era 
muy incómoda la situación, yo aún dentro del baño 
y él recargado en el umbral. “Escucha, quiero 
disculparme, allá afuera, juro que sólo trataba de 
llevarme bien contigo, no creas que intentaba…” 
“No te preocupes.” Me interrumpió sonriendo 
aún más. “Sé que sólo querías poner celoso a tu
noviecito aquel, lo entiendo. Aunque no me gusta 
ser usado.” 
“Uou, espera, ¿de qué novio hablas?” dije 
confundida. 
“Del sabelotodo con quien estabas peleando.” 
Dijo sin importancia. 
“¿Ky? Oh por Dios, jamás. Primero me aviento 
de un precipicio antes que salir con él.” Dije 
soltando una carcajada, era gracioso que alguien me 
imagine con Ky, simplemente algo imposible. 
“Pensé que tenían una relación o algo así.” Dijo 
encogiéndose. 
“No, siento desmentirte.” Dije viéndolo a los 
ojos, tratando de decirle por estos que me dijeran la 
verdad. 
Ambos nos veíamos sin decir nada, hasta que su 
celular comenzó a sonar. Soltando una maldición, 
contestó el teléfono. 
“¿Qué pasa ahora?... ¡No es posible que seas tan 
imbécil!, ¿cómo pudiste cagarla así, Mike?... 
Olvídalo, yo me encargo… Sólo cierra la boca y yo 
recogeré tu mierda, cómo siempre.” Colgó y cerró
los ojos, tenía la mandíbula tensa y había perdido 
toda la amabilidad que tenía hace unos momentos. 
De repente, golpeó la pared con fuerza, causando 
un leve grito de sorpresa de mi parte, y que las fotos 
enmarcadas de la pared cayeran al suelo. 
Me miro a los ojos de nuevo, con una cólera 
inexplicable en sus ojos. 
“¿Qué escuchaste?” Dijo bastante serio. 
“Na… nada, sólo lo que tu dijiste.” Mis nervios 
que había tenido cuando recién lo había conocido 
estaban de regreso, yo apunto de desmayarme. 
“Ni una palabra de lo que acaba de pasar, 
¿entiendes?” Asentí rápidamente. 
Giró y se encaminó fuera del pasillo, pero antes 
que saliera completamente, me miró de nuevo. Justo 
cuando estaba a punto de irse, le grité. 
“Espera” corrí hacia donde estaba él, teniendo el 
ceño fruncido por mi petición. “Escucha, sea lo que 
sea que tengas que hacer, quiero ir contigo.” Dije 
firmemente, en verdad no tenía nada mejor que 
hacer.
Su ceño fruncido se transformó en una cara 
completa de sorpresa, la verdad ya no parecía del 
todo enojado, mi propuesta lo había alejado de 
cualquier pensamiento que antes hubiese tenido. 
“¿Por qué mierdas aceptaría a eso?” Dijo con voz 
ronca, tratando de intimidarme. 
“Porque quiero conocerte.” Eso definitivamente 
lo dejó asombrado. 
“Créeme, no es lo que quieres.” Dijo con una 
sombra oscura en sus palabras, sonriendo 
amargamente. 
“Eso ya lo decidiré yo.” Sabía que corría peligro, 
pero una parte de mí estaba harta de mi maldito 
promedio perfecto de excelencia, quería hacer algo 
diferente, y si eso involucraba meterse en la vida de 
un posible criminal bipolar, correría el riesgo. 
“Mientras, llévame a donde vayas.” 
“No sé si eres valiente o estúpida.” Dijo después 
de un momento de silencio. “Pero te llevaré, sólo 
para que aprendas que no todas las aventuras que 
vienen en las novelas son buenas.” 
“¿Qué quieres decir?”
“Que te prepares para una buena visión de la 
realidad, y me refiero a la verdadera realidad.” 
Con mi curiosidad explotando mis pensamientos, 
nos dirigimos al automóvil de Dee-dee. Ahí fue 
cuando todo empezó. 
3. Valentía o estupidez 
Todo el tiempo pasado dentro del automóvil de 
Dee-dee, se trató de un silencio mortal. Yo me 
dedicaba a mirar por la ventana absorta en mis 
propios pensamientos, mientras Dee-dee manejaba, 
su cara adornada por su mandíbula tensa. 
“¿Tu nombre es en realidad Dee-dee?” pregunté 
después de pensar en eso durante mucho tiempo. 
No se dignó a verme, mucho menos a 
contestarme. Hizo caso omiso a mis palabras y 
siguió viendo directamente al camino que estaba 
siguiendo, lo cual me hizo bufar y poner mis ojos en 
blanco. Parece un maldito adolescente. 
Dee-dee comenzó a bajar la velocidad de su 
automóvil frente a un lugar que se localizaba en un 
fraccionamiento solitario; sólo había dos casas en 
éste. Finalmente se estacionó en la segunda casa.
“Mi nombre es Drake Donovan.” Dijo antes de 
abrir su puerta y dirigirse a la mía, la cual yo ya 
había abierto, pues nunca nadie me había abierto mi 
puerta, menos lo haría Dee-dee. “Y si mencionas mi 
nombre a cualquier habitante de esta ciudad, no 
tendré piedad al acabar contigo.” Dijo con voz grave 
y lenta, mirándome seriamente. 
Un escalofrío pasó por mi cuerpo y sólo me 
limite a asentir rápidamente. Este hombre terminaba 
con toda la valentía que tenía dentro de mí. 
Tomó mi mano con un poco de fuerza bruta y me 
jaló fuera del coche, caminando con prisa hacia la 
entrada de la casa. La puerta se veía grande y 
pesada, era de metal. En vez de tocar el timbre, Dee-dee 
sacó una tarjeta y la insertó en un orificio que 
había de lado del timbre. Una lámpara debajo del 
orificio se tornó color verde y se escuchó un gran 
sonido antes de abrirse la puerta. 
“¿Vives aquí?” Pregunté entrando a la hermosa 
casa que tenía frente a mí. 
“¿Podrías dejar de hablar por una mierda de 
segundo?” Dijo parando bruscamente, provocando 
que chocara con su espalda.
Decidí ignorar mi furia creciente y no contestarle 
nada, era más que obvio que yo saldría peor que él 
en esta situación. 
Posó su mano en la parte baja de mi espalda para 
empujarme hacia un pasillo donde supuse que 
estaría la puerta para ir al sótano. No estaba 
equivocada. 
Abrí la puerta y baje las escaleras rápidamente, 
ansiosa por saber qué era lo que ocultaba Dee-dee, o 
mejor dicho Drake. 
Al prender la luz me tomó la sorpresa de 
encontrarme con un sótano común y corriente. 
Desilusionada y confundida volteé a mirar a Drake, 
pidiendo una explicación, mientras él sólo me veía 
desde el último escalón aún con una sombra de 
sonrisa en su cara. 
“En verdad eres una curiosa sin arreglo.” Dijo 
dirigiéndose a un gran buro lleno de libros que se 
ubicaba pegado junto a la pared. ¿Será que sacará un 
libro y se abrirá un pasadizo secreto? Oh, Dios. 
Estoy tan nerviosa y ansiosa que he perdido la 
razón. 
Drake comenzó a empujar el buro hacia un lado, 
dejando ver una pared polvorienta detrás de éste.
Solté todo el aire que no me había dado cuenta que 
estaba reteniendo y miré a Drake con exasperación. 
El soltó una carcajada y, ésta vez, se dirigió hacia el 
costado de donde estaban las escaleras. 
“¿En verdad creías que tenía una habitación 
secreta o algo parecido?” Dijo con una gran sonrisa 
estúpida en sus facciones, burlándose de mí. “Si 
tuvieras un poco de visión, y tal vez lógica, te 
habrías fijado para empezar en esta puerta.” Dijo 
sacando una llave de su bolsillo izquierdo, para en 
seguida abrir la puerta y desaparecer por la misma. 
Yo seguía de lado del buró, y después de intentar 
de borrar el rubor de mis mejillas, me dirigí a donde 
se había ido. ¿Cómo pude ser tan estúpida para no 
haber visto aquella puerta? 
Al entrar, lo primero que me llamó la atención 
fueron los grandes archiveros que estaban por toda 
la pequeña habitación. Algunos estaban abiertos y 
llenos. 
“Toma aquella silla de la esquina y tráela a mi 
lado.” Ordenó sentándose frente a una computadora. 
Cumplí con lo que me dijo y me senté a su lado, 
viendo enseguida escribía un correo en suizo.
“¿Sabes hablar suizo?” Pregunté sorprendida. 
Reconocía el idioma por un amigo que trató de 
enseñarme a hablarlo. Fue un intento en vano. 
“Guarda silencio.” Gruñó sin siquiera dirigirme 
la mirada. 
Bufé y saque mi celular, absorta de lo que Drake 
estaba haciendo ahora. La verdad es que esperaba 
una pelea o una acción ilegal, pero lo único que 
hacía Drake, era atacar el teclado del computador sin 
piedad. 
Sin que yo me diese cuenta, Drake sacó su celular 
y realizó una llamada. 
“Mike, dime exactamente cuántas personas tienen 
el archivo… Ya bloqueé el archivo a Sean Jacobs, 
Melinda Scott y Trevor Kensley. Los muy idiotas 
pensaron que no podría meterme a su disco duro… 
Sí, sí. Luego me lo pagarás… Te lo aseguro, ya 
limpié tu mierda. Vuelve a cometer el mismo error y 
estarás fuera, Mike, no miento… Entiendo…” 
Creo que todos mis sentidos estaban 
concentrados a lo que Drake estaba diciendo. 
Entonces, ¿eso era lo que estaba haciendo antes? 
¿Hackeando computadoras?
“Sí, se llama Payton… Exacto, la misa… Luego 
veo qué hago, de eso yo me encargo.” Colgó la 
llamada y automáticamente comencé a atormentarlo 
con mis preguntas. 
“¡¿Por qué dijiste mi nombre?! ¿Hackeas a las 
personas? ¿Por eso eres tan amargado? ¡¿Hablaste 
con tus amigos sobre mí?! ¿Por qué? ¿Tú has…” 
“Si no cierras tu boca en este momento juro que 
me encargaré de que para el día de mañana, no estés 
dentro del sistema de la Universidad y te quedes 
afuera del curso.” Dijo más que estresado. 
Inmediatamente me callé, no quería aumentar su 
enojo hacia mi. Suspiró pesadamente y me miró a 
los ojos. “Dije tu nombre porque te investigue el día 
que te conocí, a ti y a todos tus amigos. Ser hacker 
no te hace amargado. Y, sí, hable con Mike de ti 
porque me interesó un trabajo tuyo que hiciste sobre 
la mafia rusa, ya que tenemos problemas con 
algunos de ellos.” 
Una serie de pensamientos cruzaron por mi 
mente en aquel instante, intrigándome más sobre lo 
que Drake hacía para estar en problemas. 
“Uou, oye.” Dije al procesar de nuevo sus 
palabras. “¡¿Quién demonios te da el permiso de ver
mis archivos o mi computadora y por qué jodidos 
me hackeas?!” 
Me miró impasible por un par de segundos, antes 
de levantarse bruscamente de su silla; tomó mis 
manos con fuerza bruta y me levantó de un jalón. 
Asustada, miré sus ojos, que estaban echando 
chispas de fuego. 
“Escúchame bien, Payton.” Dijo lentamente. “No 
voy a andar aguantando lloriqueos de nadie. Tengo 
poca paciencia, y si quieres estar a mi alrededor te 
voy a pedir que cierres tu maldita boca, a menos de 
que te pida lo contrario. ¿Entendido?” 
“Sí… pero suéltame ya.” Susurré enojada. ¡Pero 
qué hombre tan más bruto, mal educado, grosero y 
patán! No quiero sentirme como una dama en 
peligro, pero su actitud es, ciertamente, muy mala 
para una mujer. 
Me soltó y desvió su mirada, relajando un poco 
su mandíbula y rascándose la cabeza. Respiró 
profundamente unos segundos, antes de volver a 
verme con la misma intensidad de hace unos 
momentos. 
“Solo, no me desesperes, no cuestiones lo que 
hago, y jamás me retes; son las cosas que pido.”
Dijo cruzándose de brazos, dejándome ver lo 
musculosos que estaban. 
“No quiero retractarme en mi pregunta pasada, 
exijo saber por qué me has hackeado.” Dije con 
firmeza, aunque una parte de mí temblaba por su 
reacción. 
Sorprendiéndome, sonrió de lado y comenzó a 
negar suavemente, soltando una pequeña risa a su 
vez. 
“En verdad, no sé aun si eres valiente o 
estúpida.” Dijo tomándome de la cintura. 
“¿Qué…qué estás haciendo?” Pregunté nerviosa. 
“¿Qué quieres que haga?” Preguntó acercándose 
a mis labios. 
Recargó su frente en mi frente y me miró a los 
ojos fijamente, tratando de ver lo que pensaba. Mi 
respiración estaba agitada por el evento que estaba 
sucediendo, y mi estado de alerta estaba 
completamente encendido. 
“Que te alejes.” Contesté cortadamente. 
“Aléjate.”
Sentí como su cuerpo se tensó, evidentemente 
enojado; sin embargo, obedeció sin rechistar, 
soltándome y alejándose unos cuantos pasos. 
“Vamos, te llevaré de vuelta a tu dormitorio.”
4. La paz entre dos 
guerreros. 
“Payton.” Escuché a Melinda hablarme por 
enésima vez en el día, sin embargo, decidí ignorarla 
y fingir que no la había escuchado; tenía los 
audífonos puestos y escuchaba música instrumental, 
tratando de evadir todos los reproches de Melinda. 
Sin embargo, ella lograba sobrepasar los niveles del 
volumen de la música. 
Sin que me lo espere, Melinda me quita los 
audífonos de un jalón, y me rebata el libro que tenía 
en las manos. Confundida y enfadada, la miró con el 
ceño fruncido y la mandíbula apretada. 
“¿Qué es lo que te sucede? Llevas días sin hablar 
conmigo o con los demás; lo único que haces es usar 
tu computadora o irte e ignorarme. De verdad me 
estás cansando con tu maldita indiferencia.” Dijo 
frustrada Melinda caminando de un lado a otro. Me 
dediqué a mirarla un segundo, meditando lo que 
dijo, y en seguida me paré y caminé a mi closet para 
sacar una chamarra y mis tenis para correr, tenía que 
salir urgentemente. “¡Lo estás haciendo otra vez! 
Por favor dime qué es lo que tienes, o por qué de 
repente te volviste tan… tan perra.” Al decir eso la
observe sorprendida, Melinda jamás se habría 
atrevido a decirme perra a mí o a nadie. 
Fue sólo en ese momento, en que me di cuenta 
que tenía lágrimas en los ojos, y ese fue mi aviso 
que debía salir de ahí si no quería empeorar la 
situación. Sabía que me estaba comportando muy 
mal con todos mis amigos, pero si quería mantener 
mi boca cerrada y no contar nada de lo que Drake 
me había enseñado, no podía estar junto a ellos. Era 
bastante difícil estar con Melinda todos los días en 
el mismo cuarto, e ignorarla como si estuviera sola. 
“Lo siento, pero no puedo decir nada.” Susurré 
antes de salir por la puerta, huyendo de las 
insistencias de Melinda. 
Caminé durante lo que parecieron horas, hasta 
llegar a un parque donde decidí sentarme a 
descansar. No dejaba de recordar todo lo que había 
pasado en los últimos días. 
Drake me recogía todos los días de la semana a 
las siete de la noche exactamente, para mis “clases” 
de hackeo. Las primeras veces sólo veía lo que 
hacía, pero no lograba entender nada de lo que me 
estaba diciendo. Después de una semana, comencé a 
adentrarme en el tema y conseguir mi primer hack. 
Un tal James Robertson, de cuarenta y cinco años,
que sus documentos más “importantes”, constaban 
de videos pornográficos caseros, algo que me dejo 
más que traumada descubrir. Esa fue la única vez 
que Drake había sonreído desde el incidente del casi 
beso. 
Drake sólo se limitaba a decirme que hacer, 
recogerme y llevarme de vuelta a mi residencia, y a 
corregir mis errores. Lo encontraba observándome 
con intensidad algunas veces, pero desviaba su 
mirada y se concentraba en su computadora, 
ignorándome aún más que antes. Pero para ser 
sincera, no me importaba en absoluto sus acciones, 
puesto que no me sentía atraída a él. Me intrigaba su 
vida y lo que hacía para vivirla, pero de ahí en más 
había una barrera que me impedía verlo como algo 
más. Y él lo sabía. 
Nunca dejarás de sorprenderte de las personas, y 
con esto me refiero a la gran sorpresa que me dio 
cuando hackié el Facebook de Carl Lohart, mi ex 
novio. El hombre ha sido traficante de drogas 
profesional por unos dos años; por lo que alcancé a 
leer, ha matado a más de quince personas, y entre 
esas personas están algunas chicas con las que se 
acostó o que salían con él; tiene un gran grupo de 
matones en caso de que él no pueda hacer el “trabajo 
sucio”, y el bastardo sigue yendo a la maldita iglesia
con su cara angelical y donando fuertes cantidades 
de dinero a la misma. Hipócrita enfermo malnacido. 
Claro está que cuando vi esto me puse histérica y 
comencé a gritar obscenidades, tratando de dejar que 
el rencor no se apoderara por completo de mi cuerpo 
y cometiera una estupidez, como denunciarlo o algo 
por el estilo. En cambio, Drake se dedicó a caminar 
a mi lado, leer lo que había visto, mandarle un virus 
y cerrar mi computadora, no sin antes amenazarme 
con que una palabra sobre eso y podría estar muerta. 
Eran incontables las personas que había hackeado 
desde entonces, y aun así, no dejaba de 
sorprenderme con lo que encontraba. Mi moral me 
reclama cientos de veces por mi falta de respeto a la 
privacidad ajena, sin embargo, mis ansias por saber 
más de los otros, y conocer sus más íntimos 
secretos, nublaban mi moral y comenzaba de nuevo 
con todo el proceso. Todo comenzó a ser una 
pequeña y cuidadosa adicción, pero la misma estaba 
terminando con mis amistades, con mi forma de ver 
el mundo, y con mi fe en la humanidad. 
“¿Payton?” Escuchó mi nombre, sacándome de 
mis pensamientos, y me giró a ver quién me habla. 
Es Ky.
“Ky, hola.” Dije sorprendida por encontrarlo en 
ese parque. 
“Mucho sin verte, Marllow.” Dijo sonriendo de 
lado. Traía ropa deportiva y estaba sudoroso, al 
igual que yo. 
“Si gustas sentarte.” Dije haciendo espacio en la 
banca, lo cual inmediatamente agradeció y se sentó. 
“He escuchado que ya eres una maldita 
antisocial, Payton.” Dijo calmando su respiración. 
“Sí, es lo que han dicho últimamente, pero para 
ser sincera, no me interesa.” Dije encogiéndome de 
hombros. 
“Te conozco lo suficiente para saber que te estás 
mintiendo completamente. Siempre te ha gustado el 
tener compañía, tú no eres alguien que vino al 
mundo para estar sola.” Dijo mirándome 
profundamente, como si tratase de estudiarme, de 
encontrar mis pensamientos y de tratar entenderlos. 
“Son cosas que están pasando últimamente, nada 
más.” Contesté desviando la mirada y mirando a un 
niño en peculiar que comenzó a llorar en los brazos 
de lo que parecía su madre. “No entenderías.”
Él suspiró pesadamente, tratando de controlar las 
preguntas irónicas comunes de él. 
“Puede que nuestra relación no haya sido nunca 
de las mejores, Payton. Pero no me creo una mierda 
de persona, como para que no me consideres alguien 
que no podría entender un problema que te tiene 
así.” Me contestó. Sentía su mirada penetrante en mi 
cara, pero me negaba a verlo. Escucho como suspira 
nuevamente y se acerca a mi lado, tomando mi 
mentón entre sus manos y obligándome a verlo a los 
ojos. “Si tan sólo me dejaras acercarme a ti, tal vez 
podría entenderte.” 
Su mirada avellanada me tenía hipnotizada, como 
si no quería mirar a nada más más que sus ojos. Me 
gritaban que le dijera lo que tenía, y había oculto 
algo entre ellos, un sentimiento que no pude 
descifrar. 
“Creo que puedo intentarlo.” Dije aun perdida en 
sus ojos. Él sonrió nuevamente con esa odiosa 
sonrisa socarrona, pero esta vez, no me molestó 
como las veces pasadas, sino que me provocó una 
extraña sensación en el estómago. 
Si eran mariposas, estoy segura de que luego me 
encargaría personalmente de matarlas. Con 
cervezas.
“Puedes comenzar a decirme lo que tienes, pero 
primero quiero que me respondas otras cosas sin 
importancia.” Dijo quitando su mano de mi mentón, 
haciendo que mi cuerpo se relajara inmediatamente 
por la falta de contacto, pues tanta cercanía me tenía 
algo incómoda. Su expresión se tornó en una un 
poco más seria, y pensé que me preguntaría algo 
sobre la universidad o algo por el estilo. 
“Dime.” Dije prestándole atención, tratando de 
no ver sus ojos con tanta intensidad. 
“El día que nos juntamos en casa de Francis, ¿lo 
recuerdas?” Preguntó desviando su mirada hacia el 
pequeño carrito de dulces que estaba pasando ante 
nosotros. 
“Claro, como olvidarlo.” Dije recordando todas 
las locuras que hice ese día; fue mi primer día como 
una hacker, jamás lo olvidaría. 
“Bueno, espero que no lo puedas olvidar por 
razones distintas a las que pienso que son.” 
Concluyó, hablando con la mandíbula tensa, como si 
estuviera enfadado con alguien. “Lo que te quiero 
preguntar, es… no quiero sonar entrometido ni nada 
por el estilo, pero… ¿por qué mierda te fuiste con el 
amigo raro de Francis aquel día?” me preguntó
dirigiendo su mirada hacia mí nuevamente, sus ojos 
llenos de una furia inexplicable. 
Sorprendida, fui yo quien desvió la mirada esta 
vez. No sabía ni qué contestar, había tratado ese día 
de pasar desapercibida por todos ellos, estaba segura 
de que ninguno me había visto yéndome con Drake, 
o tan siquiera pensando que me iría con él. Y no 
porque no quería que me vieran con él, pues me 
daba igual que todos me vieran con Drake. Sino que, 
él único que no quería que se diera cuenta de mi 
ausencia, era Ky. Y justamente aquí está, 
preguntándome por mis malditas idioteces las cuales 
algún día tendrán que cesar. 
“Ky, escucha, aquel día yo…” No sabía cómo 
decir que me fui con Drake para ver que en realidad 
era un hacker y que fui con él para aprender todo lo 
que hacía y yo comenzar a ser una hacker. “Me fui 
con él porque no toleraba estar en esa casa más 
tiempo, sabes que cuando me peleo contigo y que 
me ganas me pone de un humor espantoso, y no 
quería estar así más, por eso cuando el me ofreció 
llevarme a mi casa, tuve que aceptar.” Mentí 
mirándolo a los ojos con una seguridad que sabía 
que era indispensable para que él me creyese. 
Conocía a Ky, y sabía que era muy inteligente para 
deducir si alguien lo estaba engañando o no.
El me miró por unos segundos, estudiando, 
nuevamente, mi cara. Un gesto de incredulidad 
pasaba ante sus ojos. Sin embargo, su semblante 
cambió de nuevo a la cara seria que tenía en el 
comienzo de este tema tan incómodo para mí 
persona. 
“Dime que no pasó nada entre ustedes dos desde 
entonces.” Me rogó, prácticamente, viéndome con 
una expresión la cual no pude deducir qué 
sentimientos guardaban, o qué mensajes mandaban 
aquellos ojos. 
“Yo…no pasó mucho. Él sólo…intentó, pero no 
pasó mucho. No, no pasó nada. Yo…” No sabía si 
decirle o no sobre mi pequeño acercamiento a 
Drake, pero definitivamente estaba disimulando 
muy mal la situación. Ky sólo me observaba atento, 
callado a morir, sin levantar su vista ni moverla un 
maldito centrímetro de mis ojos, impidiéndome el 
escape sencillo de mentir. 
“Él, ¿qué intentó, Payton?” Creo que jamás había 
escuchado a Ky hablar tan lento y ronco en toda mi 
vida, y oh Dios, eso me mandó un escalofrío tan 
rápidamente, que no pude disimularlo. 
“Pues…digamos que él intentó, pero no lo logró. 
Es que fueron muchas cosas las que pasaron. ¡No
ese tipo de cosas que te estás imaginando! Oh 
Dios…” 
“¿¡Podrías simplemente decirme si pasó algo o 
no, Payton, y ahorrarnos esta mierda!?” Me 
interrumpió Ky, fulminándome con la mirada. 
¿Y éste idiota quién se cree para gritarme? 
Payton, no empieces. Mejor habla con él, es el 
único que no trata de entenderte completamente, al 
igual que es la primera vez que hablas con 
sinceridad y sin peleas con él. 
“No pasó nada, Ky.” Contesté finalmente, 
provocando que Ky suspirara de alivio, como si 
hubiera retenido la respiración y tuviera miedo de la 
respuesta, cosa que me confundió. “Sólo intentó 
besarme, pero yo me negué.” 
Al parecer aquello lo sobresaltó un poco, porque 
su semblante cambió completamente, sin embargo, 
lo ocultó de nuevo. 
“¿Por qué te negaste?” Dijo con una sonrisa 
burlona en sus labios, sabía que se iba a burlar de 
mí. 
“Cierra la boca, Ky.” Dije golpeándolo en el 
hombro, provocando que se riese de mí.
“No a la violencia, estoy feliz de que no lo 
hubieras besado.” Dijo sonriendo aún. 
“Eres un raro.” Dije negándo con la cabeza. 
“Me gusta cuidar a las personas cercanas.” Dijo 
mirándome a los ojos, causando que me ruborizara. 
“Pero si no pasó nada…” continuó, entrecerrando 
sus ojos suavemente. “Entonces, ¿por qué estás 
saliendo con él todos los días, prácticamente?” 
Esa pregunta, sin duda alguna, me sobresaltó de 
una manera exagerada. Me asusté, no sabía ni que 
hacer o decir. Tenía miedo de que Drake se enterara 
de que alguien sabía que salía con él por las tardes, 
pues fue lo primero que me prohibió en cuanto 
comencé a hackear con él. 
“¿Cómo…cómo supiste que yo salía con Drake 
en las tardes?” Pregunté incómoda. 
“Bueno, le pregunté una vez a Melinda por ti, 
porque no te había visto en mucho tiempo y eso me 
extrañaba mucho, por lo cual quise investigar, pero 
me llevé la sorpresa de que ella tampoco sabía qué 
era de tu vida, por lo cual juré investigar un poco 
sobre tu situación. Un día fui a visitarte de sorpresa, 
pero me tocó verte cuando estabas subiendo al coche 
de Dee-dee, y eso me sacó de onda completamente,
pues no te imaginaba con él. Pero luego le comenté 
algo a Francis sobre el tema y el mismo me dijo que 
llevabas tiempo saliendo con su amigo, que él 
pasaba todas las tardes por ti y que se la pasaban en 
su casa.” Dijo con una expresión gélida. “Sólo 
quiero saber que no estás saliendo con él en citas, o 
si ya son pareja, o si…” 
“No, Ky.” Dije riendo por la conclusión a la que 
había llegado. “No salgo con él, ni saldré, ni nada 
por el estilo. No te preocupes.” Dije dirigiendo mi 
vista a mi celular, el cual estaba sonando. “¿Me 
disculpas? Tengo que contestar.” Le dije a Ky, que 
nada más me asintió. Me paré de la silla y me dirigí 
a árbol cercano. 
“¿Estás divertida?” Fue lo primero que escuché al 
otro lado del auricular. Era Drake. “Sólo espero que 
no le hayas dicho nada a ese idiota.” Y después de 
decir esto, colgó. 
Pero, ¿acaso ese extraño me vigilaba todo lo que 
hacía? 
“¿Qué pasó?” Preguntó Ky una vez que regresé. 
“Nada, cosas de chicas.” Dije sonriendo. “¿Qué 
te parece si vamos a ver el partido de los Santos
contra los vaqueros de Dallas? No me lo quiero 
perder y faltan veinte minutos.” 
“Esto sí que es un milagro.” Dijo Ky sonriendo 
como jamás lo había visto. “¿Tú? ¿Proponiéndome 
ir juntos a un lugar?” Dijo y reí suavemente, 
desviando mi mirada a otro lado. “Aunque quisiera, 
no me podría negar.” Sonrió. 
“Pues más vale que muevas tu trasero de esa 
banca, Ky, o si no jamás llegaremos a tiempo.” Dije 
trotando en un mismo lugar, simulando que 
correríamos. 
“Quien llegue primero, le pagara un six-pack al 
otro.” Propuso Ky levantándose de la banca. 
“Entonces prepara tu billetera, Ky.” Dije 
empezando a correr, escuchando como gritaba mi 
nombre mientras yo reía sin parar.
5. Más que un amigo. 
“¡Pasa el maldito balón, Brees!” Gritó Ky 
tomando una de sus cervezas. Sí, el desgraciado 
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Detected por Natalia Sanroman

  • 1.
  • 3. Ilustración de la cubierta: Natalia M. Sanromán Copyright © Natalia M. Sanromán 2014 Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos 1a edición, Septiembre del 2014 Impreso en México
  • 4. Para mis abuelos, Maria Teresa y Armando.
  • 5. Prólogo "Tienen a Francis también, Payton" Richard me dijo exasperado, ambos caminando de un lado a otro sin saber qué hacer, cómo escapar y dónde demonios esconder toda la evidencia. "No dirá nada, Richard, nadie lo hará. Ahora compórtate como un hombre y ayúdame a cargar esto" señalé el gran archivero que se encontraba junto a mi escritorio. "Mientras, yo me encargo de los discos duros de las computadoras." "Sabía que esto pasaría" rompió el silencio Richard después de estar conduciendo por dos horas hacia Liverpool, donde nos esperaba el único compañero que quedaba aparte de nosotros. Dee-dee. "No sé por qué estúpida razón me metí en este lío. ¡Los odio a todos!" Dijo soltando un par de lágrimas, cosa que me hizo poner los ojos en blanco. Qué patético se veía. "Cierra la maldita boca de una ves, marica" exploté harta de escuchar tantos reclamos de él en toda la semana que llevabamos con este problema. "Entiende que a nadie le importa un maldito pepino si nos odias o no, ¿qué se te olvida que fue por tu odiosa culpa que nos hayan atrapado? O, ¿acaso ya lo olvidaste? Todos estamos metidos en esto por diferentes razones, y le debemos al grupo salvar
  • 6. todo los que nos queda, pero no puedo hacer nada de eso si no te agarras tus huevos y los llevas contigo todo el tiempo, lo menos que necesito es un cobarde chillón" Richard dejó de llorar para dirigirme después una cara fría y calculadora, al igual que la mía. Ambos soltamos un largo suspiro antes de pisar el pedal del acelerador a su máxima potencia. Yo no caería, preferiría estar muerta a caer.
  • 7. 1. Reunión 7 meses antes El sudor corría por mi frente como cascada, llevaba nueve kilómetros corriendo, me faltaba un maldito kilómetro para por fin romper mi récord. Después de un año, por fin podré completar los diez kilómetros en 35 minutos. Si me obligaran a escoger entre ser caníbal o dejar de correr, creo que tal vez optaría por lo primero; correr era de las únicas formas en que dejaba todo atrás, y me sentía completamente libre. Al sonar la alarma en mi celular que indicaba mi gran logro, me dirigí de inmediato a mis residencias caminando, tratando de recuperar el aire perdido. Al llegar, lo primero que llegó a mis oídos fue la inquietante voz de Steph, la vecina, ensayando otra de sus canciones para el recital que habría dentro de dos semanas. Llevaba tres años estudiando en la Universidad, y aún no puedo entender la razón de por qué le dan el gran honor a Steph para cantar el coro principal. Entro a mi cuarto y lo primero que encuentro es el desastre que tiene Melinda, mi compañera, en más de la mitad del cuarto. He pensado varias veces cambiar de compañera de cuarto, pero luego recuerdo que todas las demás son demasiado estresantes y chillonas para mi
  • 8. gusto. Prefiero el desorden antes que un cuarto color rosa con edor a perfume de vainilla, simplemente repugnante. "Llegas temprano" fue lo primero que dijo Melinda al verme. Hice una cara de disgusto por el holor de azufre que había. "¡¿Por qué demonios tienes que hacer tus experimentos raros dentro de la habitación?! Creí que ya habíamos llegado a un acuerdo." dije pateando algunos materiales de trabajo que estaban en mi parte del cuarto. "¡Hey! Eso es delicado" Me regañó, ignorando por completo mi queja anterior. Bufé fastidiada y me dirigí a mi escritorio, tenía una infinidad de trabajos que realizar y el ruido de Steph no ayudaba en nada, por no decir el olor intenso de azufre de Melinda. "Payton, habrá una reunión en casa de Richard. Quiero que vayamos juntas, ¿sí?" Dijo después de un tiempo. Rodeé mis ojos fastidiada. Melinda sabía perfectamente lo que sentía por el imbécil de Richard. Era más delicado que la flor más roja del parque, un estúpido cobarde que sólo estudiaba una ingeniería para complacer a su padre, siendo un completo imbécil en las matemáticas, el chico es un completo fracaso. Lamentablemente, resultó ser que compartíamos algunas clases, al igual que con Melinda, y su relación amistosa dio fruto a una relación amorosa, por lo cual lo tenía que ver prácticamente todo el día, frustrando aún más mis días.
  • 9. "¿Sus padres no van a estar? Qué rebelde" dije con sarcasmo. ¡El inservible ni siquiera se podía despegar de su <<mami>> sin que el pobre llorara! "Prometieron quedarse en su cuarto mientras nosotros estaremos en el sótano" Melinda ignoró el sarcasmo que había en mi tono de voz y siguió hablando. "Sé que no se llevan nada bien, pero ahí estarán todos; Mike y Jane juraron no faltar, al igual que Lynn, Rupert, Francis y Ky. No tendrás que estar para nada con nosotros dos." A decir verdad, me agradaban demasiado los chicos, Lynn y todos ellos. Eran graciosos, inteligentes, les apetecía más un video juego y una buena cerveza que una salida nocturna, pero eso no evitaba sus presencias en las fiestas universitarias. Siendo de las únicas estudiantes mujeres a Ingeniería Civil de esta generación, me he tenido que acoplar a cada uno de sus comportamientos y, para ser sincera, creo que cada día que pasa pierdo cada enseñanza de la educación de una dama que mi madre batalló tanto por enseñarme. "Está bien, iré. Pero por favor, esta vez no hagas tus escenas con Richard, juro que los dos parecen principiantes besándose, lo único que se ven es babas." Dije de lo más sincera posible, era odioso ver eso, y repugnante hasta tal punto de tener que taparte los ojos como un infante y tararear una canción para acallar el sonido que hacen.
  • 10. "¡Qué grosera!" Dijo lanzándome una pequeña almohada, la cual esquivé sin ningún problema, gracias a los reflejos que el Box me había dejado. "Buena puntería" Señalé con ironía, a lo cual Melinda respondió gruñendo, causando una pequeña sonrisa socarrona en mis labios. °------°--------°-------°-------°---------°--------°-------°-------° "Eres un tramposo de mierda, Ky" grité aventando el control del Xbox ONE al sillón, enojada. Ya le había ganado a Rupert y Lynn en FIFA, y tenía la pequeña esperanza de poder ganarle sin problemas a Ky, pero se me había olvidado que él es el rey del video juego. Los demás son más apasionados a Halo, o Call of Duty, incluso a GTA, pero Ky amaba el futbol con toda su alma en todos los aspectos. Yo prefería el futbol americano. "Y tú una pésima perdedora, Marllow." respondió sonriendo de lado triunfante. Ky era el más atractivo de todos, y para mí, era el que menos aguantaba del pequeño grupo de amigos. Es la persona más culta que he conocido en el mundo, no hay un dato que él no sepa, y si lo hay, es seguro que pronto lo sabrá. Es alto, cabello castaño quebradizo y cuidadosamente peinado, ojos cafés obscuros y una nariz perfectamente imperfecta, si es que tiene sentido eso. De algún modo, siempre me ha desagradado el hecho que sea más inteligente que yo, es un golpe bajo para cualquiera.
  • 11. Lynn era robusto, era la persona más sarcástica del universo, pero era un genio para las derivadas, que eso para mí es un gran don. Curiosamente, es el único del grupo que tiene novia, aunque sólo la vea cada mes, pues ella estudia al otro lado del país. Sus ojos verdes son lo primero que te atrapan al conocerlo, es inevitable verlos sin admiración. En cambio, Rupert no era ni atlético ni obeso, era una persona fanática de la comida rápida, pero de algún modo, no engordaba ni un maldito kilogramo. Le decimos "La mecha defectuosa", pues es pelirrojo de familia exitosa, con todos sus hermanos siendo genios, Rupert fue el que salió defectuoso, no entiendo cómo ha logrado pasar todos los años. "¿Qué piensan del nuevo amiguito de Francis?" preguntó Ky dándole un trago a su cerveza, aún dirigiéndome miradas burlonas. "Se ve buena gente" admití sin interés, encogiéndome de hombros y quitándole la bolsa de palomitas a Lynn, recibiendo un insulto de su parte. "¿Cómo era que se llamaba? ¿Luke? ¿Louis? ¿Lance?" "Dee-dee, idiota." exclamó Lynn quitándome las palomitas. "No confío en él." "Ni yo, se ve como alguien que podría patear el trasero si hago algo que no le guste." Dijo Rupert con la boca llena de papas fritas siendo masticadas.
  • 12. "Hasta Payton te ha partido el trasero, Rupert." dijo Ky poniéndose de pie, haciéndonos reír a todos "Pero, la verdad es que sí es algo intimidante." Dee-dee era la persona más fornida que había visto jamás, era morocho, y podría jurar que sus ojos eran de color negro, aunque fuera imposible. Cuando me saludó, juro que un escalofrío corrió por todo mi cuerpo. Sí, era intimidante y terriblemente grande, pero no podía decir aquellas cosas frente a los chicos, los conozco y estoy seguro de que pensarían que lo estoy criticando, aunque ellos lo hagan peor. Me levante de mi asiento para dirigirme a la cocina en busca de otra cerveza, llevaba sólo una en toda la noche tratando de controlarme, pues supuestamente estaba en otro intento de dieta. Tomé mi cerveza y al cerrar el refrigerador me encuentro con la cara de Dee-dee. Solté un pequeño grito por la sorpresa y el susto, mientras él sólo me veía con detenimiento, perforándome con sus ojos negros, causando un miedo dentro de mí. "Amigo, me has sacado un susto." dije después de unos segundos soltando una leve risa, tratando de esconder mi miedo al estar aquí con él. "No fue mi intención." respondió seco, abriendo de nuevo el refrigerador y sacando otra cerveza. "Entonces, soy intimidante." no sonó como pregunta. Oh, Dios, él nos había escuchado.
  • 13. "Pues, se nota que haces pesas, amigo. Por supuesto que intimidas un poco." dije sonriente, aunque por mi interior estaba temblando de nervios, no sabía qué hacer. Me miró de nuevo, profundo, sin decir nada. Yo solo me dedicaba a mirar a todos lados menos a sus ojos negros. "¿Por qué yo no te intimido?" Dijo después de un tiempo. ¡¿Qué?! ¡Por supuesto que me intimidas a sobremanera! "¿Por qué lo dices? Me das un poco de miedo, porque eres muy grande, pero es todo, no te preocupes" dije las primeras palabras que cruzaron por mi mente, no podía pensar con claridad. "Yo no me preocupo." dijo acercándose más a mí, ahogué un grito de miedo, pues de algún modo se veía enojado "Y deberías tenerme pavor, amiga. No soy nada amable." dijo recalcando la palabra amiga. "Bueno, uno puede equivocarse ¿cierto?" dije tratando de alivianar el ambiente. "No en mi mundo. Un error, y estás muerto." dijo viéndome una vez más, para voltearse e irse de la cocina. Inmediatamente me recargué en el refrigerador, pensando en lo que había pasado. ¿De qué demonios hablaba ese chico?
  • 14. 2. Curiosidades Llevaba una semana de no ver al tal Dee-dee, y mi inquietud hacia él aún no había desaparecido. Trato de concentrarme en mis tareas y trabajos, incluso he llegado a correr más de la cuenta para quitar su imagen intimidante se mi mente, pero el hombre está decidido a permanecer hasta en mis sueños. No era que me había gustado o algo parecido, sino las cosas que me dijo. “Un error y estás muerto.” Recuerdo que dijo, pero el significado de esas palabras me tenía ansiosa por saber la verdad oculta. Lo único que me distraía de mi mente fastidiosa y sus pensamientos incesantes, era el gran examen que se avecinaba. Trataba de estudiar con todas mis fuerzas, pero el único éxito obtenido fue aprenderme los primero cinco temas. El ruido de mi celular al recibir un mensaje fue lo que me hizo dejar el estudio a un lado. Era un mensaje de Lynn
  • 15. Payton, agarra tus apuntes y libros y tráetelos al depa de Francis, no entendemos nada jaja. –Lynn Bufé frustrada aventando mi celular. No me gustaba la idea de ir a estudiar en grupo, y menos en casa de Francis, comúnmente eran todos los chicos, incluyendo a Ky, que este terminaba discutiendo conmigo sobre temas del examen, dejando a todos aún más estresados que antes. Era espantoso. Sin embargo, era obvio que si me quedaba no obtendría un mejor resultado. Son unos inservibles -.- ya voy para allá –Payton Mandé el mensaje y me encaminé al departamento de Francis, el cual quedaba a unos diez minutos caminando desde mis residencias. Tendría tiempo suficiente para calmarme un poco. “Ky, por enésima vez, te digo que no puede ser así.” dije señalando el maldito apunte de Ky, tratando de controlar mis ganas de asesinarlo. “Si tu construyes un muro en este lugar, es evidente que con cualquier lluvia se caerá.” “Payton, entiendo que siempre tienes la necesidad de tener la razón, pero temo decirte que la
  • 16. única equivocada aquí eres tú, cariño.” Dijo Ky, con una sonrisa socarrona adornando su estúpida cara. “Mira, Ky, no necesito tener siempre la razón. Pero en este caso, yo estoy bien, y no hay modo que me puedas contradecir y lo sabes.” Concluí. Ambos nos mirábamos directo a los ojos, ninguno dispuesto a ceder en su error. Tenía mi mandíbula tensa y mis puños cerrados, siempre me ponía así cuando estaba furiosa, y aunque me doliera aceptarlo, la verdad es que no me gusta dañar mi orgullo y decir que estoy equivocada en algo. “Payton, puede que Ky tenga razón, ¿sabes?” Interrumpió Rupert llamando mi atención, rompiendo mi duelo de miradas con Ky a regañadientes. “Puede que no sea muy bueno en esto, pero recuerdo perfectamente que el profesor nos repitió como cinco veces que con ciertos tipos de materiales y el plan exacto elaborado, era posible que una construcción de ese peso se podría realizar, sin importar el clima.” Ky al escucharlo, sonrió victoriosamente, con un destello en sus ojos marrones; sabía que estaba feliz, siempre lo estaba cuando lograba fastidiarme.
  • 17. “Que extraña sorpesa, Payton. Como siempre, no has tenido la razón.” Dijo Ky, obviamente tratando de aumentar el daño a mi orgullo, como si fuese posible. “En realidad,” se escuchó una voz que me heló la sangre por completo “la chica tiene razón, con el tiempo, la construcción pierde fuerza, y la reconstrucción es bastante cara. Cualquier idiota lo sabe.” Dijo Dee-dee llegando al lado de Ky, mirándolo fijamente, retándolo. Todos estaban en completo silencio, incómodos ante la situación. Yo sólo me dedicaba a ver la escena con asombro. Dee-dee acababa de defenderme, pensé que el hombre quería cortarme la cabeza. “Pero es posible la construcción, lo cual hace que tú ganes el debate. Felicidades.” Concluyó Dee-dee palmeando el brazo de Ky mientras este se calmaba instantáneamente, estaba segura de que Ky le habría contestado una estupidez que tal vez lo habría dejado muerto. Ahí fue cuando por primera vez desde su intervención dirigió su mirada hacia mí. Pasmada, le devolví la intensa mirada, estaba asustada, por supuesto, pero mi curiosidad por saber qué hacía o a
  • 18. qué se dedicaba era aún mayor que antes. Estaba segura de algo, tenía que ganarme su confianza, cueste lo que cueste. Decidí sonreír de lado, y mirarlo de una manera menos…acusadora, así jamás decidiría confiar en mí. “Bueno, al principio pensé que me habías salvado de haber perdido el debate, amigo. Pero gracias por ilusionarme.” Dije riendo levemente, expresando confianza. “No tenía pensado defender a nadie, sólo recalcaba lo obvio.” Contestó secamente, desviando su mirada hacia mi cuerpo levemente, analizándolo. Maldito hijo de… “Bueno, di lo que quieras, pudiste haber sido mi héroe.” Dije acercándome más hacia él para darle una palmeada en el brazo. Él estaba sorprendido, era evidente que no esperaba esa reacción de mi parte y, sinceramente, yo menos. “Lamento interrumpir tu nuevo ligue, Payton,” Interrumpió Ky, viéndome con gesto de superioridad y algo más que no pude percibir. “pero aún tenemos que estudiar sesenta páginas más, creo que no hay tiempo suficiente para perderlo.”
  • 19. Hablando de idiotas… Como odiaba que Ky me dejara en ridículo frente a todos. Sentí como mis mejillas ardían me excusé con ir al baño. La verdad es que yo no intentaba ligar con Dee-dee, yo sólo quería demostrar que podía ser su amiga; yo sólo quería respuestas. Una vez calmada, y que el tono rojizo de mis mejillas ya hubiera desaparecido, decidí salir, no sin antes reírme de mi actitud de adolescente. Un golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. Abrí la puerta para dejar entrar a la otra persona y, como era de esperarse, era Dee-dee. “No es normal eso de reírse sola en los baños, ¿sabes?” Dijo sonriendo levemente. Me quedé embobada viendo su sonrisa, pues dudo que en la vida lo vuelva a ver sonreír así. “Bueno, no me describo como alguien normal, así que no hay problema.” Dije riendo nerviosa, era muy incómoda la situación, yo aún dentro del baño y él recargado en el umbral. “Escucha, quiero disculparme, allá afuera, juro que sólo trataba de llevarme bien contigo, no creas que intentaba…” “No te preocupes.” Me interrumpió sonriendo aún más. “Sé que sólo querías poner celoso a tu
  • 20. noviecito aquel, lo entiendo. Aunque no me gusta ser usado.” “Uou, espera, ¿de qué novio hablas?” dije confundida. “Del sabelotodo con quien estabas peleando.” Dijo sin importancia. “¿Ky? Oh por Dios, jamás. Primero me aviento de un precipicio antes que salir con él.” Dije soltando una carcajada, era gracioso que alguien me imagine con Ky, simplemente algo imposible. “Pensé que tenían una relación o algo así.” Dijo encogiéndose. “No, siento desmentirte.” Dije viéndolo a los ojos, tratando de decirle por estos que me dijeran la verdad. Ambos nos veíamos sin decir nada, hasta que su celular comenzó a sonar. Soltando una maldición, contestó el teléfono. “¿Qué pasa ahora?... ¡No es posible que seas tan imbécil!, ¿cómo pudiste cagarla así, Mike?... Olvídalo, yo me encargo… Sólo cierra la boca y yo recogeré tu mierda, cómo siempre.” Colgó y cerró
  • 21. los ojos, tenía la mandíbula tensa y había perdido toda la amabilidad que tenía hace unos momentos. De repente, golpeó la pared con fuerza, causando un leve grito de sorpresa de mi parte, y que las fotos enmarcadas de la pared cayeran al suelo. Me miro a los ojos de nuevo, con una cólera inexplicable en sus ojos. “¿Qué escuchaste?” Dijo bastante serio. “Na… nada, sólo lo que tu dijiste.” Mis nervios que había tenido cuando recién lo había conocido estaban de regreso, yo apunto de desmayarme. “Ni una palabra de lo que acaba de pasar, ¿entiendes?” Asentí rápidamente. Giró y se encaminó fuera del pasillo, pero antes que saliera completamente, me miró de nuevo. Justo cuando estaba a punto de irse, le grité. “Espera” corrí hacia donde estaba él, teniendo el ceño fruncido por mi petición. “Escucha, sea lo que sea que tengas que hacer, quiero ir contigo.” Dije firmemente, en verdad no tenía nada mejor que hacer.
  • 22. Su ceño fruncido se transformó en una cara completa de sorpresa, la verdad ya no parecía del todo enojado, mi propuesta lo había alejado de cualquier pensamiento que antes hubiese tenido. “¿Por qué mierdas aceptaría a eso?” Dijo con voz ronca, tratando de intimidarme. “Porque quiero conocerte.” Eso definitivamente lo dejó asombrado. “Créeme, no es lo que quieres.” Dijo con una sombra oscura en sus palabras, sonriendo amargamente. “Eso ya lo decidiré yo.” Sabía que corría peligro, pero una parte de mí estaba harta de mi maldito promedio perfecto de excelencia, quería hacer algo diferente, y si eso involucraba meterse en la vida de un posible criminal bipolar, correría el riesgo. “Mientras, llévame a donde vayas.” “No sé si eres valiente o estúpida.” Dijo después de un momento de silencio. “Pero te llevaré, sólo para que aprendas que no todas las aventuras que vienen en las novelas son buenas.” “¿Qué quieres decir?”
  • 23. “Que te prepares para una buena visión de la realidad, y me refiero a la verdadera realidad.” Con mi curiosidad explotando mis pensamientos, nos dirigimos al automóvil de Dee-dee. Ahí fue cuando todo empezó. 3. Valentía o estupidez Todo el tiempo pasado dentro del automóvil de Dee-dee, se trató de un silencio mortal. Yo me dedicaba a mirar por la ventana absorta en mis propios pensamientos, mientras Dee-dee manejaba, su cara adornada por su mandíbula tensa. “¿Tu nombre es en realidad Dee-dee?” pregunté después de pensar en eso durante mucho tiempo. No se dignó a verme, mucho menos a contestarme. Hizo caso omiso a mis palabras y siguió viendo directamente al camino que estaba siguiendo, lo cual me hizo bufar y poner mis ojos en blanco. Parece un maldito adolescente. Dee-dee comenzó a bajar la velocidad de su automóvil frente a un lugar que se localizaba en un fraccionamiento solitario; sólo había dos casas en éste. Finalmente se estacionó en la segunda casa.
  • 24. “Mi nombre es Drake Donovan.” Dijo antes de abrir su puerta y dirigirse a la mía, la cual yo ya había abierto, pues nunca nadie me había abierto mi puerta, menos lo haría Dee-dee. “Y si mencionas mi nombre a cualquier habitante de esta ciudad, no tendré piedad al acabar contigo.” Dijo con voz grave y lenta, mirándome seriamente. Un escalofrío pasó por mi cuerpo y sólo me limite a asentir rápidamente. Este hombre terminaba con toda la valentía que tenía dentro de mí. Tomó mi mano con un poco de fuerza bruta y me jaló fuera del coche, caminando con prisa hacia la entrada de la casa. La puerta se veía grande y pesada, era de metal. En vez de tocar el timbre, Dee-dee sacó una tarjeta y la insertó en un orificio que había de lado del timbre. Una lámpara debajo del orificio se tornó color verde y se escuchó un gran sonido antes de abrirse la puerta. “¿Vives aquí?” Pregunté entrando a la hermosa casa que tenía frente a mí. “¿Podrías dejar de hablar por una mierda de segundo?” Dijo parando bruscamente, provocando que chocara con su espalda.
  • 25. Decidí ignorar mi furia creciente y no contestarle nada, era más que obvio que yo saldría peor que él en esta situación. Posó su mano en la parte baja de mi espalda para empujarme hacia un pasillo donde supuse que estaría la puerta para ir al sótano. No estaba equivocada. Abrí la puerta y baje las escaleras rápidamente, ansiosa por saber qué era lo que ocultaba Dee-dee, o mejor dicho Drake. Al prender la luz me tomó la sorpresa de encontrarme con un sótano común y corriente. Desilusionada y confundida volteé a mirar a Drake, pidiendo una explicación, mientras él sólo me veía desde el último escalón aún con una sombra de sonrisa en su cara. “En verdad eres una curiosa sin arreglo.” Dijo dirigiéndose a un gran buro lleno de libros que se ubicaba pegado junto a la pared. ¿Será que sacará un libro y se abrirá un pasadizo secreto? Oh, Dios. Estoy tan nerviosa y ansiosa que he perdido la razón. Drake comenzó a empujar el buro hacia un lado, dejando ver una pared polvorienta detrás de éste.
  • 26. Solté todo el aire que no me había dado cuenta que estaba reteniendo y miré a Drake con exasperación. El soltó una carcajada y, ésta vez, se dirigió hacia el costado de donde estaban las escaleras. “¿En verdad creías que tenía una habitación secreta o algo parecido?” Dijo con una gran sonrisa estúpida en sus facciones, burlándose de mí. “Si tuvieras un poco de visión, y tal vez lógica, te habrías fijado para empezar en esta puerta.” Dijo sacando una llave de su bolsillo izquierdo, para en seguida abrir la puerta y desaparecer por la misma. Yo seguía de lado del buró, y después de intentar de borrar el rubor de mis mejillas, me dirigí a donde se había ido. ¿Cómo pude ser tan estúpida para no haber visto aquella puerta? Al entrar, lo primero que me llamó la atención fueron los grandes archiveros que estaban por toda la pequeña habitación. Algunos estaban abiertos y llenos. “Toma aquella silla de la esquina y tráela a mi lado.” Ordenó sentándose frente a una computadora. Cumplí con lo que me dijo y me senté a su lado, viendo enseguida escribía un correo en suizo.
  • 27. “¿Sabes hablar suizo?” Pregunté sorprendida. Reconocía el idioma por un amigo que trató de enseñarme a hablarlo. Fue un intento en vano. “Guarda silencio.” Gruñó sin siquiera dirigirme la mirada. Bufé y saque mi celular, absorta de lo que Drake estaba haciendo ahora. La verdad es que esperaba una pelea o una acción ilegal, pero lo único que hacía Drake, era atacar el teclado del computador sin piedad. Sin que yo me diese cuenta, Drake sacó su celular y realizó una llamada. “Mike, dime exactamente cuántas personas tienen el archivo… Ya bloqueé el archivo a Sean Jacobs, Melinda Scott y Trevor Kensley. Los muy idiotas pensaron que no podría meterme a su disco duro… Sí, sí. Luego me lo pagarás… Te lo aseguro, ya limpié tu mierda. Vuelve a cometer el mismo error y estarás fuera, Mike, no miento… Entiendo…” Creo que todos mis sentidos estaban concentrados a lo que Drake estaba diciendo. Entonces, ¿eso era lo que estaba haciendo antes? ¿Hackeando computadoras?
  • 28. “Sí, se llama Payton… Exacto, la misa… Luego veo qué hago, de eso yo me encargo.” Colgó la llamada y automáticamente comencé a atormentarlo con mis preguntas. “¡¿Por qué dijiste mi nombre?! ¿Hackeas a las personas? ¿Por eso eres tan amargado? ¡¿Hablaste con tus amigos sobre mí?! ¿Por qué? ¿Tú has…” “Si no cierras tu boca en este momento juro que me encargaré de que para el día de mañana, no estés dentro del sistema de la Universidad y te quedes afuera del curso.” Dijo más que estresado. Inmediatamente me callé, no quería aumentar su enojo hacia mi. Suspiró pesadamente y me miró a los ojos. “Dije tu nombre porque te investigue el día que te conocí, a ti y a todos tus amigos. Ser hacker no te hace amargado. Y, sí, hable con Mike de ti porque me interesó un trabajo tuyo que hiciste sobre la mafia rusa, ya que tenemos problemas con algunos de ellos.” Una serie de pensamientos cruzaron por mi mente en aquel instante, intrigándome más sobre lo que Drake hacía para estar en problemas. “Uou, oye.” Dije al procesar de nuevo sus palabras. “¡¿Quién demonios te da el permiso de ver
  • 29. mis archivos o mi computadora y por qué jodidos me hackeas?!” Me miró impasible por un par de segundos, antes de levantarse bruscamente de su silla; tomó mis manos con fuerza bruta y me levantó de un jalón. Asustada, miré sus ojos, que estaban echando chispas de fuego. “Escúchame bien, Payton.” Dijo lentamente. “No voy a andar aguantando lloriqueos de nadie. Tengo poca paciencia, y si quieres estar a mi alrededor te voy a pedir que cierres tu maldita boca, a menos de que te pida lo contrario. ¿Entendido?” “Sí… pero suéltame ya.” Susurré enojada. ¡Pero qué hombre tan más bruto, mal educado, grosero y patán! No quiero sentirme como una dama en peligro, pero su actitud es, ciertamente, muy mala para una mujer. Me soltó y desvió su mirada, relajando un poco su mandíbula y rascándose la cabeza. Respiró profundamente unos segundos, antes de volver a verme con la misma intensidad de hace unos momentos. “Solo, no me desesperes, no cuestiones lo que hago, y jamás me retes; son las cosas que pido.”
  • 30. Dijo cruzándose de brazos, dejándome ver lo musculosos que estaban. “No quiero retractarme en mi pregunta pasada, exijo saber por qué me has hackeado.” Dije con firmeza, aunque una parte de mí temblaba por su reacción. Sorprendiéndome, sonrió de lado y comenzó a negar suavemente, soltando una pequeña risa a su vez. “En verdad, no sé aun si eres valiente o estúpida.” Dijo tomándome de la cintura. “¿Qué…qué estás haciendo?” Pregunté nerviosa. “¿Qué quieres que haga?” Preguntó acercándose a mis labios. Recargó su frente en mi frente y me miró a los ojos fijamente, tratando de ver lo que pensaba. Mi respiración estaba agitada por el evento que estaba sucediendo, y mi estado de alerta estaba completamente encendido. “Que te alejes.” Contesté cortadamente. “Aléjate.”
  • 31. Sentí como su cuerpo se tensó, evidentemente enojado; sin embargo, obedeció sin rechistar, soltándome y alejándose unos cuantos pasos. “Vamos, te llevaré de vuelta a tu dormitorio.”
  • 32. 4. La paz entre dos guerreros. “Payton.” Escuché a Melinda hablarme por enésima vez en el día, sin embargo, decidí ignorarla y fingir que no la había escuchado; tenía los audífonos puestos y escuchaba música instrumental, tratando de evadir todos los reproches de Melinda. Sin embargo, ella lograba sobrepasar los niveles del volumen de la música. Sin que me lo espere, Melinda me quita los audífonos de un jalón, y me rebata el libro que tenía en las manos. Confundida y enfadada, la miró con el ceño fruncido y la mandíbula apretada. “¿Qué es lo que te sucede? Llevas días sin hablar conmigo o con los demás; lo único que haces es usar tu computadora o irte e ignorarme. De verdad me estás cansando con tu maldita indiferencia.” Dijo frustrada Melinda caminando de un lado a otro. Me dediqué a mirarla un segundo, meditando lo que dijo, y en seguida me paré y caminé a mi closet para sacar una chamarra y mis tenis para correr, tenía que salir urgentemente. “¡Lo estás haciendo otra vez! Por favor dime qué es lo que tienes, o por qué de repente te volviste tan… tan perra.” Al decir eso la
  • 33. observe sorprendida, Melinda jamás se habría atrevido a decirme perra a mí o a nadie. Fue sólo en ese momento, en que me di cuenta que tenía lágrimas en los ojos, y ese fue mi aviso que debía salir de ahí si no quería empeorar la situación. Sabía que me estaba comportando muy mal con todos mis amigos, pero si quería mantener mi boca cerrada y no contar nada de lo que Drake me había enseñado, no podía estar junto a ellos. Era bastante difícil estar con Melinda todos los días en el mismo cuarto, e ignorarla como si estuviera sola. “Lo siento, pero no puedo decir nada.” Susurré antes de salir por la puerta, huyendo de las insistencias de Melinda. Caminé durante lo que parecieron horas, hasta llegar a un parque donde decidí sentarme a descansar. No dejaba de recordar todo lo que había pasado en los últimos días. Drake me recogía todos los días de la semana a las siete de la noche exactamente, para mis “clases” de hackeo. Las primeras veces sólo veía lo que hacía, pero no lograba entender nada de lo que me estaba diciendo. Después de una semana, comencé a adentrarme en el tema y conseguir mi primer hack. Un tal James Robertson, de cuarenta y cinco años,
  • 34. que sus documentos más “importantes”, constaban de videos pornográficos caseros, algo que me dejo más que traumada descubrir. Esa fue la única vez que Drake había sonreído desde el incidente del casi beso. Drake sólo se limitaba a decirme que hacer, recogerme y llevarme de vuelta a mi residencia, y a corregir mis errores. Lo encontraba observándome con intensidad algunas veces, pero desviaba su mirada y se concentraba en su computadora, ignorándome aún más que antes. Pero para ser sincera, no me importaba en absoluto sus acciones, puesto que no me sentía atraída a él. Me intrigaba su vida y lo que hacía para vivirla, pero de ahí en más había una barrera que me impedía verlo como algo más. Y él lo sabía. Nunca dejarás de sorprenderte de las personas, y con esto me refiero a la gran sorpresa que me dio cuando hackié el Facebook de Carl Lohart, mi ex novio. El hombre ha sido traficante de drogas profesional por unos dos años; por lo que alcancé a leer, ha matado a más de quince personas, y entre esas personas están algunas chicas con las que se acostó o que salían con él; tiene un gran grupo de matones en caso de que él no pueda hacer el “trabajo sucio”, y el bastardo sigue yendo a la maldita iglesia
  • 35. con su cara angelical y donando fuertes cantidades de dinero a la misma. Hipócrita enfermo malnacido. Claro está que cuando vi esto me puse histérica y comencé a gritar obscenidades, tratando de dejar que el rencor no se apoderara por completo de mi cuerpo y cometiera una estupidez, como denunciarlo o algo por el estilo. En cambio, Drake se dedicó a caminar a mi lado, leer lo que había visto, mandarle un virus y cerrar mi computadora, no sin antes amenazarme con que una palabra sobre eso y podría estar muerta. Eran incontables las personas que había hackeado desde entonces, y aun así, no dejaba de sorprenderme con lo que encontraba. Mi moral me reclama cientos de veces por mi falta de respeto a la privacidad ajena, sin embargo, mis ansias por saber más de los otros, y conocer sus más íntimos secretos, nublaban mi moral y comenzaba de nuevo con todo el proceso. Todo comenzó a ser una pequeña y cuidadosa adicción, pero la misma estaba terminando con mis amistades, con mi forma de ver el mundo, y con mi fe en la humanidad. “¿Payton?” Escuchó mi nombre, sacándome de mis pensamientos, y me giró a ver quién me habla. Es Ky.
  • 36. “Ky, hola.” Dije sorprendida por encontrarlo en ese parque. “Mucho sin verte, Marllow.” Dijo sonriendo de lado. Traía ropa deportiva y estaba sudoroso, al igual que yo. “Si gustas sentarte.” Dije haciendo espacio en la banca, lo cual inmediatamente agradeció y se sentó. “He escuchado que ya eres una maldita antisocial, Payton.” Dijo calmando su respiración. “Sí, es lo que han dicho últimamente, pero para ser sincera, no me interesa.” Dije encogiéndome de hombros. “Te conozco lo suficiente para saber que te estás mintiendo completamente. Siempre te ha gustado el tener compañía, tú no eres alguien que vino al mundo para estar sola.” Dijo mirándome profundamente, como si tratase de estudiarme, de encontrar mis pensamientos y de tratar entenderlos. “Son cosas que están pasando últimamente, nada más.” Contesté desviando la mirada y mirando a un niño en peculiar que comenzó a llorar en los brazos de lo que parecía su madre. “No entenderías.”
  • 37. Él suspiró pesadamente, tratando de controlar las preguntas irónicas comunes de él. “Puede que nuestra relación no haya sido nunca de las mejores, Payton. Pero no me creo una mierda de persona, como para que no me consideres alguien que no podría entender un problema que te tiene así.” Me contestó. Sentía su mirada penetrante en mi cara, pero me negaba a verlo. Escucho como suspira nuevamente y se acerca a mi lado, tomando mi mentón entre sus manos y obligándome a verlo a los ojos. “Si tan sólo me dejaras acercarme a ti, tal vez podría entenderte.” Su mirada avellanada me tenía hipnotizada, como si no quería mirar a nada más más que sus ojos. Me gritaban que le dijera lo que tenía, y había oculto algo entre ellos, un sentimiento que no pude descifrar. “Creo que puedo intentarlo.” Dije aun perdida en sus ojos. Él sonrió nuevamente con esa odiosa sonrisa socarrona, pero esta vez, no me molestó como las veces pasadas, sino que me provocó una extraña sensación en el estómago. Si eran mariposas, estoy segura de que luego me encargaría personalmente de matarlas. Con cervezas.
  • 38. “Puedes comenzar a decirme lo que tienes, pero primero quiero que me respondas otras cosas sin importancia.” Dijo quitando su mano de mi mentón, haciendo que mi cuerpo se relajara inmediatamente por la falta de contacto, pues tanta cercanía me tenía algo incómoda. Su expresión se tornó en una un poco más seria, y pensé que me preguntaría algo sobre la universidad o algo por el estilo. “Dime.” Dije prestándole atención, tratando de no ver sus ojos con tanta intensidad. “El día que nos juntamos en casa de Francis, ¿lo recuerdas?” Preguntó desviando su mirada hacia el pequeño carrito de dulces que estaba pasando ante nosotros. “Claro, como olvidarlo.” Dije recordando todas las locuras que hice ese día; fue mi primer día como una hacker, jamás lo olvidaría. “Bueno, espero que no lo puedas olvidar por razones distintas a las que pienso que son.” Concluyó, hablando con la mandíbula tensa, como si estuviera enfadado con alguien. “Lo que te quiero preguntar, es… no quiero sonar entrometido ni nada por el estilo, pero… ¿por qué mierda te fuiste con el amigo raro de Francis aquel día?” me preguntó
  • 39. dirigiendo su mirada hacia mí nuevamente, sus ojos llenos de una furia inexplicable. Sorprendida, fui yo quien desvió la mirada esta vez. No sabía ni qué contestar, había tratado ese día de pasar desapercibida por todos ellos, estaba segura de que ninguno me había visto yéndome con Drake, o tan siquiera pensando que me iría con él. Y no porque no quería que me vieran con él, pues me daba igual que todos me vieran con Drake. Sino que, él único que no quería que se diera cuenta de mi ausencia, era Ky. Y justamente aquí está, preguntándome por mis malditas idioteces las cuales algún día tendrán que cesar. “Ky, escucha, aquel día yo…” No sabía cómo decir que me fui con Drake para ver que en realidad era un hacker y que fui con él para aprender todo lo que hacía y yo comenzar a ser una hacker. “Me fui con él porque no toleraba estar en esa casa más tiempo, sabes que cuando me peleo contigo y que me ganas me pone de un humor espantoso, y no quería estar así más, por eso cuando el me ofreció llevarme a mi casa, tuve que aceptar.” Mentí mirándolo a los ojos con una seguridad que sabía que era indispensable para que él me creyese. Conocía a Ky, y sabía que era muy inteligente para deducir si alguien lo estaba engañando o no.
  • 40. El me miró por unos segundos, estudiando, nuevamente, mi cara. Un gesto de incredulidad pasaba ante sus ojos. Sin embargo, su semblante cambió de nuevo a la cara seria que tenía en el comienzo de este tema tan incómodo para mí persona. “Dime que no pasó nada entre ustedes dos desde entonces.” Me rogó, prácticamente, viéndome con una expresión la cual no pude deducir qué sentimientos guardaban, o qué mensajes mandaban aquellos ojos. “Yo…no pasó mucho. Él sólo…intentó, pero no pasó mucho. No, no pasó nada. Yo…” No sabía si decirle o no sobre mi pequeño acercamiento a Drake, pero definitivamente estaba disimulando muy mal la situación. Ky sólo me observaba atento, callado a morir, sin levantar su vista ni moverla un maldito centrímetro de mis ojos, impidiéndome el escape sencillo de mentir. “Él, ¿qué intentó, Payton?” Creo que jamás había escuchado a Ky hablar tan lento y ronco en toda mi vida, y oh Dios, eso me mandó un escalofrío tan rápidamente, que no pude disimularlo. “Pues…digamos que él intentó, pero no lo logró. Es que fueron muchas cosas las que pasaron. ¡No
  • 41. ese tipo de cosas que te estás imaginando! Oh Dios…” “¿¡Podrías simplemente decirme si pasó algo o no, Payton, y ahorrarnos esta mierda!?” Me interrumpió Ky, fulminándome con la mirada. ¿Y éste idiota quién se cree para gritarme? Payton, no empieces. Mejor habla con él, es el único que no trata de entenderte completamente, al igual que es la primera vez que hablas con sinceridad y sin peleas con él. “No pasó nada, Ky.” Contesté finalmente, provocando que Ky suspirara de alivio, como si hubiera retenido la respiración y tuviera miedo de la respuesta, cosa que me confundió. “Sólo intentó besarme, pero yo me negué.” Al parecer aquello lo sobresaltó un poco, porque su semblante cambió completamente, sin embargo, lo ocultó de nuevo. “¿Por qué te negaste?” Dijo con una sonrisa burlona en sus labios, sabía que se iba a burlar de mí. “Cierra la boca, Ky.” Dije golpeándolo en el hombro, provocando que se riese de mí.
  • 42. “No a la violencia, estoy feliz de que no lo hubieras besado.” Dijo sonriendo aún. “Eres un raro.” Dije negándo con la cabeza. “Me gusta cuidar a las personas cercanas.” Dijo mirándome a los ojos, causando que me ruborizara. “Pero si no pasó nada…” continuó, entrecerrando sus ojos suavemente. “Entonces, ¿por qué estás saliendo con él todos los días, prácticamente?” Esa pregunta, sin duda alguna, me sobresaltó de una manera exagerada. Me asusté, no sabía ni que hacer o decir. Tenía miedo de que Drake se enterara de que alguien sabía que salía con él por las tardes, pues fue lo primero que me prohibió en cuanto comencé a hackear con él. “¿Cómo…cómo supiste que yo salía con Drake en las tardes?” Pregunté incómoda. “Bueno, le pregunté una vez a Melinda por ti, porque no te había visto en mucho tiempo y eso me extrañaba mucho, por lo cual quise investigar, pero me llevé la sorpresa de que ella tampoco sabía qué era de tu vida, por lo cual juré investigar un poco sobre tu situación. Un día fui a visitarte de sorpresa, pero me tocó verte cuando estabas subiendo al coche de Dee-dee, y eso me sacó de onda completamente,
  • 43. pues no te imaginaba con él. Pero luego le comenté algo a Francis sobre el tema y el mismo me dijo que llevabas tiempo saliendo con su amigo, que él pasaba todas las tardes por ti y que se la pasaban en su casa.” Dijo con una expresión gélida. “Sólo quiero saber que no estás saliendo con él en citas, o si ya son pareja, o si…” “No, Ky.” Dije riendo por la conclusión a la que había llegado. “No salgo con él, ni saldré, ni nada por el estilo. No te preocupes.” Dije dirigiendo mi vista a mi celular, el cual estaba sonando. “¿Me disculpas? Tengo que contestar.” Le dije a Ky, que nada más me asintió. Me paré de la silla y me dirigí a árbol cercano. “¿Estás divertida?” Fue lo primero que escuché al otro lado del auricular. Era Drake. “Sólo espero que no le hayas dicho nada a ese idiota.” Y después de decir esto, colgó. Pero, ¿acaso ese extraño me vigilaba todo lo que hacía? “¿Qué pasó?” Preguntó Ky una vez que regresé. “Nada, cosas de chicas.” Dije sonriendo. “¿Qué te parece si vamos a ver el partido de los Santos
  • 44. contra los vaqueros de Dallas? No me lo quiero perder y faltan veinte minutos.” “Esto sí que es un milagro.” Dijo Ky sonriendo como jamás lo había visto. “¿Tú? ¿Proponiéndome ir juntos a un lugar?” Dijo y reí suavemente, desviando mi mirada a otro lado. “Aunque quisiera, no me podría negar.” Sonrió. “Pues más vale que muevas tu trasero de esa banca, Ky, o si no jamás llegaremos a tiempo.” Dije trotando en un mismo lugar, simulando que correríamos. “Quien llegue primero, le pagara un six-pack al otro.” Propuso Ky levantándose de la banca. “Entonces prepara tu billetera, Ky.” Dije empezando a correr, escuchando como gritaba mi nombre mientras yo reía sin parar.
  • 45. 5. Más que un amigo. “¡Pasa el maldito balón, Brees!” Gritó Ky tomando una de sus cervezas. Sí, el desgraciado me ganó. “¿Si sabes que no te puede escuchar?” Pregunté viendo cómo