La parábola de la semilla de mostaza enseña que cosas pequeñas pueden crecer grandemente. Jesús comparó el reino de los cielos con una semilla de mostaza, la más pequeña de las semillas, que cuando crece se convierte en el mayor de los arbustos y atrae a las aves a sus ramas. De la misma manera, cosas pequeñas como actos de bondad pueden crecer y tener un gran impacto, y el reino de Dios puede crecer de manera grande a partir de pequeños comienzos.