Un viudo envió a sus dos hijas curiosas e inteligentes a pasar unas vacaciones con un sabio para que recibieran una buena educación. Las niñas querían plantearle una pregunta al sabio que no pudiera responder, así que una de ellas escondió una mariposa azul en sus manos y le preguntó si estaba viva o muerta. El sabio respondió sabiamente que la vida de la mariposa dependía de lo que la niña decidiera hacer con ella, pues su destino estaba en sus manos.