El documento describe que todo cristiano tiene dos naturalezas que están en constante conflicto: la naturaleza vieja (pecaminosa) y la naturaleza nueva (espiritual). Aunque la naturaleza vieja siempre estará presente, los cristianos pueden elegir que naturaleza los controle escogiendo obedecer a Dios o sus deseos pecaminosos. Esta batalla interna es parte de la vida del creyente.