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Las estructuras
del mundo de la vida
Alfred Schutz
Thomas Luckmann
Amoffortu editores
Buenos Aires
BIBLIOTECA DIGITAL
TEXTOS SOBRE SOCIOLOGÍA
PRIMEROS SOCIÓLOGOS CIENTÍFICOS Y LAS CORRIENTES BIOLOGÍSTAS
FICHA DEL TEXTO
Número de identificación del texto en clasificación sociología: 1447
Número del texto en clasificación por autores: 35243
Título del libro: Las estructuras del mundo de la vida
Autor: Alfred Schütz y Thomas Luckmann
Editor: Amorrortu Editores
Registro de Propiedad: ISBN: 84-610-1065-5
Año: 1973
Ciudad y País: Buenos Aires – Argentina
Número total de páginas: 311
Fuente: https://ebiblioteca.org/?/ver/144283
Temática: Alfred Schutz 1899 - 1959
Director de la biblioteca de sociología, Luis A. Rigal
The Structures of the Life-World, Alfred Schutz y Thomas
Luckmann
© Ilse Schutz y Thomas Luckmann, 1973
Traducción, Néstor Míguez
Revisión, Ariel Bignami
Unica edición en castellano autorizada por Ilse Schutz, Nueva
York, y debidamente protegida en todos los países. Queda hecho
el depósito que previene la ley n9 11.723. © Todos los derechos
de la edición castellana reservados por Amorrortu editores S. A.,
Icalma 2001, Buenos Aires.
La reproducción total o parcial de este libro en forma idéntica o
modificada, escrita a máquina por el sistema multigraph, mimeó-
grafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola derechos
reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.
Industria argentina. Made in Argentina.
ISBN 84-610-1065-5
Prólogo
Tilomas Luckmann
Alfred Schutz murió en la primavera de 1959, a los sesenta y un
años. La muerte lo sorprendió cuando estaba preparando el libro
que tenía planeado desde hacía un tiempo, en cuyos preliminares
había comenzado a trabajar intensamente a principios y mediados
del año anterior a su muerte. La intención que alentaba este pro­
yecto era reunir los resultados de sus investigaciones sobre la es­
tructura del inundo de la vida cotidiana, y presentar en una sola
exposición orgánica lo qüe aún se hallaba disperso en varias pu­
blicaciones.
Este libro, Las estructuras del mundo de la vida, fue escrito, pues,
en circunstancias no habituales. Los planes trazados por Schutz
antes de morir estaban lo bastante maduros como para incluir un
esbozo general del contenido, referencias detalladas a su obra pu­
blicada y de qué manera integrarla en el libro, así como bocetos
y aide-mémoires de análisis todavía no efectuados. Guando su viu­
da examinó estos materiales conmigo, convinimos en que su pu­
blicación sería de considerable utilidad para quienes estudiaran la
obra de Schutz, y podía ser indispensable para los investigadores
interesados en una reconstrucción y una interpretación exactas del
opus filosófico y sociológico de aquel. También comprendimos, sin
embargo, que esa publicación póstuma nunca podría cumplir, ni
siquiera aproximadamente, con los propósitos que.guiaron a Schutz
en su propia concepción del libro. Pese a ello, en mi carácter de
ex discípulo de Schutz y de persona cuyo pensamiento recibiera
su decisiva influencia, acepté retomar la tarea donde él la había
dejado. Aunque sospechaba haberme embarcado en una misión
difícil, .aún ignoraba hasta qué punto lo sería. Para completar
Strukturen der Lebenswelt, a las dificultades de la revisión póstu­
ma de los manuscritos de un gran maestro por su discípulo se su­
maban los problemas de la colaboración entre dos autores desigua­
les: uno, muerto; el otro, vivo. Uno, que contemplaba retrospec­
tivamente los resultados de muchos años de esfuerzos singularmen­
te concentrados y dedicados a resolver los problemas que iban a
ser abordados en el libro; el otro, beneficiario de esos esfuerzos.
Uno, un maestro siempre dispuesto a corregir sus análisis pero aho­
ra imposibilitado de hacerlo; el otro, un alumno que vacilaba en
enmendar dichos escritos* pero a quien los estudios que prosiguió
en la dirección indicada por el maestro obligaban a volver oca­
sionalmente a los comienzos,
En cierto sentido, este libro es la Summa de la vida de Schutz, y
como tal es suyo exclusivamente. En otro sentido, es la culmina­
7
ción de la obra de muchos autores, entre los cuales Schutz es el
más importante y yo apenas el último, Sin embargo, el análisis de
las estructuras de la vida cotidiana no termina.aquí. Es la inter­
minable tarea de una philosophia perennis y de una teoría histó­
rica de la sociedad.
Schutz continuó estudiando la frontera entre la filosofía y la cien­
cia social desde 1932, cuando Springer, en Austria, publicó su
primera obra importante, Der sinnhafte Aufbau der sozialen Welt,
Austria fue el país donde nació, donde pasó su infancia y juventud,
donde cumplió su servicio militar en la Primera Guerra Mundial,
donde efectuó sus estudios jurídicos, económicos y filosóficos y tu­
vo sus primeros empleos en la abogacía y la banca. Entre su pri­
mer libro (el único publicado durante su vida) y el p kn para un
segundo transcurrió un cuarto de siglo. Durante esc lapso conoció
a Husserl, quien había leído su libro con gran interés y lo invitó
a ser su adjunto en Friburgo, oferta que Schutz tuvo que declinar.
Eran los primeros años del fascismo y el nazismo. Schutz se tras­
ladó a París antes de que Hitlcr ocupara Austria. En 1939 emigro
a Estados Unidos de América, acompañado por su esposa, con
quien inició una nueva existencia en condiciones que no eran ha­
bituales para él. En esto, su destino fue el de muchos otros sabios
europeos. Lo insólito, sin embargo, fue que reconstruyó sus carre­
ras de abogacía y economía en su nuevo país, prosiguió sus inves­
tigaciones y además comenzó a dar conferencias en el Gradúate
Faculty de la Nueva Escuela de Investigaciones Sociales de Nue­
va York, institución que, presidida por Alvin W. Johnson, se ha­
bía convertido en un refugio para muchos sabios exiliados. Sólo
durante los últimos años de su vida redujo Schutz sus otras acti­
vidades para aceptar, en 1952, una cátedra en esa institución,
Pese a tantas perturbaciones externas, Schutz ocupó ese cuarto de
siglo de sn vida con una investigación intensiva de los fundamentos
de las ciencias sociales. Adquirió la creciente certeza de que la
solución adecuada para los problemas metodológicos básicos de
las ciencias del hombre solo podría hallarse en una descripción
precisa de la peculiar constitución humana del «objeto de estudio»
de esas ciencias. Se afirmó en su convicción inicial de que la fe­
nomenología de Husserl ofrece un método riguroso para el análi-
lisis descriptivo de la constitución del mundo de la vida cotidiana
en la experiencia humana; pero advirtió que faltaba aplicar el
método fenomenológjco al mundo social, el producto de la acción
simbólica del hombre y deI trabajo materia}. Así, Schutz se basó
en el pensamiento de Husserl, pero en su intento de aclarar la re­
lación entre los métodos y las teorías de la ciencia social y su base
empírica, el mundo dé la vida cotidiana, aplicó anticipadamente
a las ciencias sociales ideas que Husserl elaboró en sus últimos
tiempos, y que se conocieron plenamente solo después de publi­
carse los importantísimos «manuscritos de la crisis» en Die ICrisis
der europnischen Wissemchnften und die transzeridentole Phtino-
menologie (1954). Con todo, Schutz no fue únicamente un filó­
sofo fenomenológico. Fue también un científico social preparado
8
en derecho, economía y sociología. Adhirió al individualismo me.
todológico de Max Weber y comprendió la importancia estratégi­
ca de una adecuada teoría de la acción humana para ía metodo­
logía de la ciencia social. A este respecto, la obra de Schutz es una
notable continuación de una preocupación fundamental de We­
ber. Sin embargo, no cabe duda de que el pensamiento original y
las investigaciones sistemáticas de Schutz lo llevaron un nuevo
territorio, donde quizá ni Husserl ■
—cuyo conocimiento de las cien­
cias sociales no era comparable a su saber en ciencias físicas (ni
a su dominio de matemática y lógica)— ni Weber —cuyo pensa­
miento nunca abandonó totalmente premisas filosóficas neokan-
íianas convencionales— habrían querido seguirlo. En ese territo-
iio, Schutz fue un precursor, y una generación de jóvenes inves­
tigadores transita por caminos que él abrió.
Los treinta o más ensayos y artículos posteriores al Sinnhafte
Aufbau que aparecieron durante su vida fueron publicados en in­
glés (excepto unos pocos en alemán, francés y español) en diver­
sas revistas filosóficas y sociológicas y en volúmenes dedicados a
simposios.1Abordan una gran variedad de problemas, que van des­
de la intersubjetividad, los signos y los símbolos, el lenguaje, las
tipificaciones y el conocimiento, fes realidades «múltiples» y la ac­
ción social, hasta la metodología de las ciencias sociales y análisis
críticos de William James, Max Scheler, Jean-Paul Sartie y, por
supuesto, Husserl. El alcance y lia variedad de temas revelan, los
intereses de un espíritu amplio, aunque la forma dispersa en que
tales artículos fueron publicados pueda dar la impresión super­
ficial de un opus fragmentario.
Esta impresión es engañosa. El esquema básico del pensamiento de
Schutz, tal como aparece en el Sinnhafte Aufbau, fue enriquecido,
pero no modificado básicamente, por las nuevas influencias inte­
lectuales que obraron sobre él; por ejemplo, su encuentro con el
pragmatismo norteamericano, especialmente con William James
y George Herbert Mead. Quien lea con cuidado sus diversos en­
sayos observará que la obra de Schutz continuó en la dirección in­
dicada por su primer libro; la unidad de su pensamiento surge
con gran claridad comparando el Sinnhafte Aufbau con el plan
para Strukturen der Lebensweh. Las investigaciones emprendidas
por Schutz durante el cuarto de siglo transcurrido entre su primer
libro y el plan para el segundo pueden ser consideradas como va-
1 La mayoría de estas publicaciones fueron reimpresas después de su
muerte, entre 1962 y 1966, por Martinus Nijlioff, de La Haya, en los
tres volúmenes ele ensayos de Schutz que fueron compilados, sucesivamen­
te, por su discípulo Maurice Natanson, su colega Arvid Brodersen y su
esposa Ilse Schutz [víase la nota 2 de pág. 17 (N. del E.)). Véase una
bibliografía detallada en el apéndice al segundo volumen de esta obra [aún
inédito], o las bibliografías de la selección de trabajos de Schutz, On
Phenomenology and Social Relations, compilada por otro de sus ex discí­
pulos, Hclmut Wagner (Univcrsity of Chicago Press, serie «Herencia de
la sociología», 1970), o la bibliografía adjunta a los ensayos en memo­
ria de Alfred Schutz, Phenomenology and Social Reality, ed. por Maurice
Natanson {La Haya, Martinus Nijhoff, 1970).
0
ilaciones sobre el tema principal del primero, tal vez como trans­
posiciones a diferentes tonos, o bien, en ocasiones, como desarro­
llos de temas inicialtnente secundarios'. Contemplada retrospectiva­
mente y teniendo a la vista el esbozo de la obra posterior, la bús­
queda de Schutz durante ese período puede ser considerada tam­
bién como la indagación, hecha por Una mente de singular cohe­
rencia, de problemas ya planteados o tocados en su obra anterior.
No hay duda de que la recapitulación final de su pensamiento y
su obra, concebidos como descripción sistemática del m undo del
sentido com ún en cuanto realidad social,2 estaba destinada a en­
contrar firme fundamento en la resolución de esos problemas. Es
evidente que Schutz consideraba como presuposiciones necesarias
de esta S u m m a Jos minuciosos análisis de las actividades objetiva-
doras de la conciencia humana y de sus resultados más importan­
tes, las tipificaciones, y los signos y símbolos en la comunicación
intersubjetiva. Basándose en el análisis de Husserl y el suyo pro­
pio acerca de la orientación humana en el espacio y el tiempo, así
como en sus investigaciones sobre la experiencia de los «semejan­
tes» en situaciones cara a cara, logró develar los estratos de esas
estructuras elementales de la vida cotidiana que sirven de cimien­
to a la experiencia social, el lenguaje y la acción social, y por en­
de, al complejo mundo histórico de la vida humana.
Es de lamentar que Schutz no haya podido cumplir los planes de
lo que, con un poco de exageración, podríamos llamar el term inus
ad quera de su vida como filósofo y científico social, Probablemen­
te sea fútil especular sobre qué forma definitiva y formulaciones
finales habría presentado exactamente el libro si hubiera tenido
tiempo de terminarlo, pero acaso sea necesario destacar al&O que
debe quedar claro. Esto libro no puede ser el que habría tesciíto
Schutz, Ni siquiera es el libro que yo creo que él habría escrito:
la inmersión total de mi pensamiento y mi obra en su plan era
algo imposible y que, estoy seguro, Schutz no habría deseado en
estas circunstancias. Por otra parte, he procurado ser lo más fiel
posible a la intención básica del proyecto; el análisis de las es­
tructuras de la vida cotidiana.
El plan inicial de capítulos y secciones era el siguiente:
C apitulo 1: E l m undo de la vid a de la a ctitu d natural •
A. Como fundamento incuestionado de la actitud natural
B. Lo presupuesto y lo problemático
C. Una situación estructurada para el sujeto de la vivencia
D. Los planes y lo factible
C apitulo 2: Estratificaciones del m undo de la vida
A. Espacial
B. Temporal
2 Este es, dicho sea de paso, el titulo de un breve y sumamente perspi­
caz análisis del pensamiento de Schutz realizado por su amigo Aron Gur-
wilsch y publicado en Social liósearch, vol. 29, n5 1, primavera de 1962,
págs. 50-62.
10
C. Social
D. Ambitos de realidad con una estructura de sentido finita
K. Sistemas de signos y símbolos
F. Ambitos de significatividad (?)
C apitulo 3; E l conocim iento del m undo de ¡a vida. Significativi­
dad y tipicidad
A. El acervo de conocimiento a mano y su estructura
B. La situación.
C. Interés determinado por un plan
D. Significatividad
E. Tipificación
F. Tipicidad, acervo de experiencia y conocimiento del futuro
G. La tipicidad en cuanto es condicionada por la significatividad
H. Tipos del mundo social
I. Socialización del desarrollo de tipos
C apítulo 4: E l m undo de la vida com o ám bito de> la praxis,
A. Comportamiento, acción y motivo
D. El proyecto
C, Elección entre proyectos
D, Acción recíproca
E, Interpretación de los actos
F, Los actos en el mundo circundante y en el mundo de los con­
temporáneos
G, Acción racional
C apítulo 5: L os elem entos trascendentes del m undo de la vida y
su dom inio m ediante los signos y los sím bolos
A. Introducción: los signos y los símbolos como componentes del
mundo de la vida
B. Revisión del tratamiento del problema en la literatura sobre
el tema
C. Desarrollo y aplicación de la teoría husserliana de la «presen­
tación
D. Teoría de los órdenes múltiples de Bergson
E. Los signos y la vivencia de la trascendencia: (I) solitaria
F. Los signos y la vivencia de la trascendencia: (II) intersubjetiva
G. El mundo presupuesto interpretado mediante signos: com­
prehensión, manifestación, comunicación
II. Trascendencia de la naturaleza y la sociedad. Realidades múl­
tiples: el símbolo
I. Símbolo y sociedad
C apitulo 6: L as ciencias en el m undo de la vida
A. El mundo de la vida como fundamento incuestionado de la
ciencia 1
B. Hacia una fenomenología de la actitud natural
C. Ciencia de la naturaleza y ciencia social
D. ¿Cuál es e) 'objeto de la ciencia social?
11
E, El científico social y su situación
F. La interpretación del mundo social por el mundo dé la vida
y por la ciencia
G. Postulados de las elaboraciones conceptuales científico-sociales
H, La unidad de ía ciencia y el problema de la continuidad
He seguido la estructura general del plan de Schutz, con dos ex­
cepciones importantes. La estructura interna del tercer capítulo,
referente al acervo subjetivo de conocimiento, difiere un poco de
la proyectada por Schutz; y lo más importante es que dos seccio­
nes relativamente secundarias del plan original para este capítulo
—«obre las tipificaciones de la realidad social y sobre la socializa-
ción de tipos— han sido más desarrolladas. Los análisis adiciona­
les de los problemas planteados en estas secciones pronto demos­
traron la necesidad de un tratamiento sistemático, El resultado de
ello fue iin capítulo totalmente nuevo: el actual capítulo 4, sobre
el conocimiento y la sociedad. El otro cambio importante proviene
de mi decisión de renunciar al proyectado capítulo final sobre la
metodología de las ciencias sociales. Los planes de Schutz no pa­
recen haber ido mucho más allá de lo que expuso sistemáticamente
en el ensayo sobre la interpretación de sentido común y la inter­
pretación científica de la acción humana; tampoco proporcionan
suficientes detalles acerca de cómo se proponía continuar. Por ello,
no me creí capaz de desarrollar con éxito el análisis de este pro­
blema de un modo totalmente compatible con las ideas de Schutz
{en otro lugar he formulado mis propias ideas sobre el tema).
En muchos casos, empero, me atuve al detalle de los planes de
Schutz para cada capítulo. Guando no lo hice, el cambio fue- dic­
tado por las exigencias intrínsecas del análisis y la sistematización
de la exposición. Quisiera agregar que estoy casi seguro de que
el mismo Schutz no habría vacilado en introducir cambios de esté
tipo. Gomo autor más joven, por supuesto, tuve que pensar dos
veces lo que él habría pensado una sola.
No es posible mencionar aquí esos cambios uno por uno. En algu­
nos casos, incluso a mí me resultaría difícil reconstruir el grado
en que guardo fidelidad literal a los detalles del plan original. En
los apéndices al segundo volumen se reproducirán los planes ori­
ginarios de Schutz, sus borradores y todo otro manuscrito perti­
nente. Los lectores interesados en estos asuntos, los eruditos que
quieran conocer con precisión los escritos de Schutz y todo el que
desee comparar la fidelidad a las intenciones con las desviaciones
en los detalles, deberán consultar tales apéndices.
Para la orientación general del lector, sin embargo, será útil dar
aquí una idea global del plan de Schutz, y caracterizar brevemen­
te los borradores y manuscritos. El plan consiste en tarjetas de
distintos colores (cada color diferencia entre tarjetas con títulos de
capítulos, tarjetas correspondientes a secciones y subsecciones, y
tarjetas numeradas referentes a diversos artículos). Los borrado­
res y manuscritos consisten en referencias a y extractos de los ma­
nuscritos de Husserl en Lovaina (Serie A: 6001-6073), Buffalo
12
(B I 15: 6100-6159 y B 16: 6160-6186), y en extractos de la
Krisis de Husserl (7001-7076).
Hay otra referencia al Brief Boehm. Algunas tarjetas introducidas
en el plan general contienen referencias al Grosses Relevanzma-
nuskript (que fue más tai-de revisado por Richard Zaner y publi­
cado postumamente en inglés con el título de Reflections on the
Problem of Relevance [New Haven: Yale University Press, 1970]
y en alemán cori el de Das Problem der Relevanz [Francfort, 1971]),
así como a la sección X del manuscrito sobre la significatividad
y al que trata de los «Leerstelle», o sea los «vacíos», adjunto al
primero. Los manuscritos expresamente escritos como preparación
de Strukturen consisten en seis cuadernos de notas en alemán.
Schutz se proponía escribir el libro en alemán, y probablemente
sea esta la razón por Ja cual eligió también oste idioma para su
labor preparatoria. Dicho sea de paso, esta es también la razón
de que yo haya utilizado el alemán para redactar el libro.
Los cuadernos contienen materiales de diversos grados de impor­
tancia. En parte consisten en traducciones alemanas de términos
y pasajes dé artículos de Schutz en inglés, fragmentos breves de
diversos autores sobre los problemas que interesaban a Schutz,
aide-mémoires sobre esos autores, y planes detallados para restruc-
turar algunos análisis de su obra publicada, con la finalidad evi­
dente de integrarlos mejor en el esquema global del libro proyec­
tado, Estos planes parecen haber sido seguidos en parte en el deta­
llado esquema de capítulos y secciones que luego anotó en las
tarjetas de índices mencionadas. Más interesante aún es el hecho
de que los cuadernos contienen revisiones de algunos lincamien­
tos analíticos de su obra publicada, que a veces van más allá de
las cuestiones de estilo. Y lo más importante es que también con­
tienen esbozos de nuevas líneas de análisis, y el reconocimiento
explícito de problemas que se dejan nlanteados para su posterior
solución. El manuscrito I (Bar Harbor, Maine, 1957) se refiere
principalmente a la teoría de la significatividad; el manuscrito II
(Seelisberg, Suiza, 12-16 de agosto de 1958) trata sobre todo la
teoría de la acción y se basa en El sentido común y la interpreta­
ción científica de la acción humana. La elección entre diversos
tproyectos de acción y Formación de conceptos y teorías en tai
ciencias sociales; ,el manuscrito III (Seelisberg, 17-18 de agosto
de 1958) aborda el mismo problema y también se basa primordial­
mente en los artículos mencionados; el manuscrito IV (Seelisberg,
19-27 de agosto de Í958) está dedicado en lo fundamental a los
problemas de la teoría de la comunicación y se basa en Símbolo,
realidad y sociedad; el manuscrito V (Minnewaska, N.Y., octubre
26-noviembre 9 de 1958) tiene como origen principal el mismo
artículo y trata el mismo problema, pero incluye también cues­
tiones sobre las realidades múltiples, la «trascendencia» y, nueva1
mente, la teoría de la significatividad; el manuscrito VI (Nueva
York, 9-14 de noviembre de 1958) es una continuación del V.
Los cuadernos fueron transcritos por la esposa de Schutz.
Mi vinculación con Strukturen der Lebenswelt abarca la mayor
13
parte de mi vida adulta, peró se la puede relatar brevemente. A
principios de la década de 1950, después de estudiar varios años
lingüística, literatura, psicología y filosofía en otras partes, llegué
a Nueva York para trabajar en filosofía y luego en sociología, en-el
Gradúate Faculty de Ja Nueva Escuela de Investigaciones Sociales.
Algunos de mis maestros fueron Karl Lowith, K urt Riezler, Kurt
Goldstein, Dorion Cairns y tres sabios que gravitaron en ini pen­
samiento posterior de manera muy directa, Uno de ellos era Cari
Mayer, destacado especialista en Max Weber y sociólogo de la re­
ligión, que ejerció gran influencia principalmente a través de la
enseñanza. Otro era Albert Salomon, cuyo enorme conocimiento
y gran pasión por la historia de fes ideas políticas y sociales ins­
piró a estudiantes de las más diversas procedencias, El tercero fue
Alfred Schutz.
Aprendí mucho de esos hombres, y aunque me resulta imposible
discernir por separado en qué medida estoy en deuda con cada
lino de ellos, tal vez haya una diferencia. Concurrí a los semina­
rios de Schutz varios años; mantuve correspondencia con él so­
bre los bosquejos de algunas de mis obras; leí la suya una y otra
vez; adapté para su publicación en inglés un capítulo fundamen­
tal de su Sinnhafte Aufbau', escribí introducciones y análisis de su
obra; incorporé los resultados de sus análisis a varios escritos míos
y, finalmente, trabajé durante años en Strukturen der Lebenswelt:
por todo eHo hay zonas enteras de mi pensamiento, especialmente
en la teoría de la acción y la comunicación, en que me resulta
muy difícil señalar con certeza qué no es suyo.
Corresponde que, al relatar la historia de esos años, aproveche la
ocasión para agradecer a Aron Gurwitsch por su cuidadosa lectura
de los borradores iniciales de extensas partes de este libro. Aunque
Gurwitsch nunca fue formalmente mi maestro, aprendí mucho de
él, en especial cuando fuimos colegas en el Gradúate Faculty de la
Nueva Escuela de Investigaciones Sociales, entre 1960 y 1965 (re­
cuerdo con placer nuestra colaboración en un seminario sobre
Schutz). Fue por consejo suyo que eliminé del manuscrito toda
una sección sobre las fronteras del mundo social, originariamente
escrita por mí para incluirla en Strukturen, pero en la cual llega­
ba a conclusiones con las que —como señaló Gurwitsch— era
poco probable que Schutz estuviera de acuerdo. Fue publicada,
en cambio, en el volumen Phenomenology and Social Reality:
Fssays in Memory of Alfred Schutz, compilado por Maurice Na-
tanson (La Haya: Martinas Nijhoff, 1970).
He suprimido también de este primer volumen una sección, refe­
rente al lenguaje en la vida cotidiana y destinada a constituir una
parte fundamental del análisis de la conexión entre diversos ám­
bitos finitos de sentido, al final del segundo capituló. Al redactar­
la, su tamaño aumentó desproporcionadamente y se convirtió en
un análisis de la constitución del lenguaje en la vida cotidiana!
La incorporaré al sexto capítulo de Strukturen (en el volumen
II), al cual corresponde más lógicamente en su forma actual. Si­
tuada en un contexto algo distinto, constituye el núcleo de mi
14
contribución a Life-World and Consciousness: Essays for Aron
Curwitsch, ed. por Lester E. Embree (Evanston, III.: Northwest-
ern University Press, 1972). Desgraciadamente, esto deja incon­
cluso el análisis de los vínculos entre los ámbitos finitos de senti­
do, y con cito Ja parte final del segundo capítulo. Se sugiere al
lector consultar el segundo volumen.
No aprovecharé la ocasión para agradecer a la señora Ilse Schutz,
ya que esto sería superfluo. Ella integra demasiado íntimamente
la vida de Schutz, aun su vida intelectual, y está, demasiado inex­
tricablemente ligada a los intentos de convenir su legado en reali­
dad para que nadie —ni siquiera alguien estrechamente vinculado
con esos intentos— pueda permitirse agradecerle por lo que es
ahora parte de su vida.
En 1960, un año después de morir Schutz, regresé a la universi­
dad donde había estudiado. Allí enseñé hasta 1965 en el departa^
mentó que había sido el de Schutz, y volví nuevamente en el pe­
ríodo lectivo de 1966. El borrador original de los primeros cuatro
capítulos de Strukturen fue escrito en este lapso, y la mayoría de
los tres primeros capítulos en 1963-64, durante una licencia (que
pasé en la Selva Negra alemana). Después, y hasta 1970, enseñé
en Francfort y me dediqué a revisar dicho borrador. El manuscri­
to definitivo fue enviado a Richard Zaner y H. Tristram Engel­
hard (h.), con quienes tengo la suerte de contar como traductores,
Finalmente, tal vez el lector quiera saber cuál es la fecha proba­
ble de aparición del segundo volumen, que contendrá los dos ca­
pítulos sobre la acción social y sobre los signos, los símbolos y la
comunicación, así como los apéndices con los materiales origina­
rios de Schutz para el libro. Probablemente sea aventurado hacer
predicciones. Sin embargo, creo que en esta primavera * comple­
taré la redacción final de esos capítulos, y que el segundo volumen
aparecerá dentro de un año.
* La de 1973, fecha en que se entregó a la imprenta la edición en inglés
del libro. Hasta el momento de publicarse esta versión castellana no te­
nemos noticia de que el anunciado segundo volumen haya aparecido.
(N. del E.)
Introducción de los traductores
al inglés
Richard M. Zaner
H, Tristram Engclhardt (h.)
Como indica el prólogo del profesor Luckmann, Las estructuras
del mundo de la vida es la culminación de veintisiete años de la­
bor de Alfred Schutz, y abarca el fruto de su trabajo entre 1932
y 1959, año de su muerte. Representa el esfuerzo fundamental de
Schutz por lograr una comprensión global de la índole de la rea­
lidad social. A diferencia de su primer libro, Der sinnhafte Aufbau
der sozialen Welt,1 este estudio es un análisis más detallado y bá­
sico de los fundamentos de las estructuras sociales. Además, la
crítica inicial de Weber y la apropiación de ideas tomadas de la
fenomenología de Husserl habían madurado durante más de un
cuarto de siglo y se habían convertido en un enfoque totalmente
original de esos fenómenos. Las estructuras del mundo de la vida
presenta una elaboración de temas apenas esbozados en el primer
libro de Schutz y en sus artículos.2 Cosa más importante aún, pre­
senta una integración de su teoría de la signiíicatividad a su aná­
lisis de lias estructuras sociales. El análisis del papel de la signifi-
catividad en la estructuración del mundo de la vida apareció, en
forma un tanto incompleta, en la publicación postuma de Reflec-
tions on the Problem of Relevance,B donde por primera vez se
ofrecía un examen sistemático del fenómeno, aunque fuera esque­
máticamente. En el presente volumen esc examen es ampliado y
situado en el marco más general del proyecto fundamental de
Schutz: brindar una descripción fenomenológica del mundo de
la vida.
En muchos aspectos, este libro es también una brillante síntesis
de su pensamiento. Por la profundidad y amplitud de los análisis,
toca la mayoría de los temas que Schutz abordó durante su vida,
tales como: la dimensión espacial y temporal del mundo de la
1 Alfred Schutz, Der sinnha/le Aufbau der sozialen Welt, & Vicna,
Springcr, 1932; 2® ed., Viena, Springer, 1960. [Trad. al inglés por George
Walsh y Frcderick Lehnert, The Phetiom.enology of the Social World,
Kvanston, 111., Northwestern University Press, 1967.] (Agregamos el sig­
no A cuando se cita por primera vez en las notas de cada capítulo una
obra que tiene versión castellana. La nómina completa se encontrará en
la Bibliografía en castellano al final del volumen.)
2 A. Schutz, Collected Papers, La Haya, Martinus Nijhoff, vol. t: The
Problem of Social Reality, £ ed. por Maurice Natanson, con prólogo de
H.L. van Breda, 1962; vol. II: Studits in Social Theory, ed. por Ar-
vid Brodersen, 1964-; vol. III: Studies in Pkenomenological Philosophy,
cd. por Ilse Schutz, con una Introducción de Aron Gurwitscli, 1966.
3 A. Schutz, Refiections on the Problem of Relevante, ed. por Richard
M. Zaner, New Haven, Conn., Yale University Press, 1970.
17
vida, las estructuras de la fantasía y el sueño, el origen de Ja sin­
gularidad de las biografías individuales, el acervo de conocimiento,
el tipo y la tipicidad, el origen y desarrollo de las primeras reía-,
ciones sociales, etc. Visión final de un gran filósofo, el libro desa­
rrolla las nociones de «acento de realidad» y «estilo de la viven­
cia o de la cognición», al caracterizar los diversos ámbitos de
sentido, los mundos del sueño, la fantasía y la vida cotidiana. Con­
ceptos fundamentales como los de «curso de vida» (es decir, la
corriente del vivir cotidiano), las «orientaciones Tú y Ellos», etc.,
son elaborados e integrados en el contexto de la descripción que
hace Schutz de las estructuras del mundo presupuesto en la vida
cotidiana.
Como él mismo destacó muchas veces, la vida cotidiana implica
intrínsecamente la suspensión de las dudas acerca de la realidad
dei mundo. Invoca una especie de gpojé, la puesta entre parén­
tesis de una actitud crítica. Como empeño fenomenológico, el es­
tudio de Schutz se enfoca de manera explícita en esa epojé im­
plícita, lo cual equivale a adoptar una segunda epojé y establecer
una actitud fenomenológica crítica. Esta epojé de la epojé («na­
tural») tiene la virtud de hacer posible emprender la descripción
del mundo presupuesto en la vida cotidiana. Las estructuras del
mundo de la vida son aprehendidas como la trama de sentido
presupuesto en la actitud natural, el contexto básico de «lo indis-
cutido» —y, en este sentido, lo «tomado como evidente»— que
¡subyace en toda vida y acción sociales. Al proyectar un análisis
general de estas estructuras, Schutz esperaba ofrecer una fenome­
nología desarrollada de la, realidad social, y con ello dar cuenta
de los fundamentos de las ciencias sociales.
Para alcanzar este objetivo se dan una serie de pasos. En el primer
capítulo se examina concisamente el mundo de la vida como ám­
bito de la actitud natural, el dominio dentro del cual se presupone
al mundo como «evidentemente» («indiscutiblemente») real.
Schutz estimaba que esta «realidad» se experimenta como social;
tal, en verdad, el quid de la obra. Por ello, el ■análisis de las es­
tructuras del mundo de la vida ofrece los fundamentos para una
teoría social abarcadora.
En el segundo capítulo se demuestra que la comprensión del ám­
bito del mundo de la vida revela una dimensión social central. Así,
las relaciones espaciales y temporales son también relaciones socia­
les que contribuyen a estructurar el mundo en términos del en­
cuentro cara a. cara con semejantes («asociados»), meros contem­
poráneos y luego nuestros predecesores y sucesores. Los estratos bá­
sicos del mundo de la vida sustentan («fundan», en la terminolo­
gía de Husserl) estratos de sentido aún más sociales, con lo cual
se socializan de manera creciente. Con esto Schutz logra señalar,
no solo que las relaciones espaciales y temporales son sociales, sino
también que el estilo mismo de la experiencia vivida y cognición
en el mundo cotidiano es social. El mundo, con sus múltiples ele­
mentos, es aceptado como un teatro donde el conocimiento y la
acción son fundamentalmente intersubjetivos.
18
En los capítulos tercero y cuarto, que abarcan la mayor parte del
volumen, se desarrolla este tema. En particular, se demuestra el
carácter social y contextual del conocimiento. Primero es exami­
nado el carácter contextual y situacional de la vida cotidiana. To­
do momento de la vida consciente ocurre dentro de una situación
específica, de modo que las categorías do toda determinación de
toda situación tienen un origen predominantemente social. Esta­
mos siempre en una situación, y la situación está siempre social­
mente condicionada. El concepto de «situación» es diestramente
desarrollado en términos de una de las nociones básicas de Schutz:
las estructuras de significatividades temáticas, interpretativas y mo­
tivacionales, en las que se basa «toda experiencia y todo acto».
Schutz relaciona su doctrina de la situación y de las estructuras
de significatividades con sus explicaciones sobre los tipos y la ti­
picidad. Estos últimos deben ser entendidos solamente en términos
de la situación en que surgen y las estructuras de significatividades
que condicionaron su desarrollo. Un tipo es producido en una si­
tuación y surge como solución (o intento de solución) a problem
nías concretos. Todo tipo contiene así una referencia implícita a
la situación problemática de su constitución, al «estado “origina­
rio” del problema». Ese estado, sin embargo, debe a su vez su cons­
titución a las tres estructuras de significatividades. Por ende, todos
los análisis de significatividad se refieren implícitamente a las es­
tructuras sociales que determinan la situación. En resumen, el con­
texto y la realidad social están entrelazados, y solo en términos de
esta interdependencia se debe entender la significatividad y la ti­
picidad. De hecho, se trata de una vastísima y novedosa epistem o­
logía: una explicación fenomenológica del conocimiento conside­
rándolo básicamente social. Es ab initio una garantía contra el
solipsismo.
Además, Schutz reconoce que el conocimiento y la sociedad se
hallan profundamente entrelazados. El conocimiento, tanto espe­
cializado como general, surge en una matriz de acción y experien­
cia compartidas y condicionadas por otros. En verdad, la realidad
del mundo de la vida cotidiana, siendo una realidad social, posee
estructuras sociales de significatividades en las que cada uno da
nosotros ha nacido y en las que vive y «envejece» junto con sus
semejantes. En su primera interacción con otros, el niño está in­
cluido en un contexto motivacional recíproco con estructuras de
significatividades (objetivos, medios, actitudes) que han sido so­
cialmente delineadas y son «presupuestas». A medida que surgen
socialmente significatividades motivacionales e interpretativas, se
forma un acervo social de conocimiento que se objetiva en signos,
marcas y lenguaje. Este análisis de la socialización del conocimien­
to tiene otra consecuencia: no solo se nos ofrece la base para una
teoría social del conocim iento, sino también para una sociología
d el conocim iento. Y las estructuras básicas de tal sociología sugie­
ren que el acervo de conocimiento tiene ciertas propiedades notar
bles, entre ellas una de las más importantes diferenciaciones socia­
les; a saber, la distribución social del conocimiento. La diferencia-
19
dón va desde.el conocimiento disímil que poseen los dos sexos (p.
'ej.j Una máóre explica a s ü hija el problema de la menstruación)
hasta el •conocimiento que. tienen los especialistas y ■
que no está
aliáloancte de lew legos. La diferencia entre el lego, el bien irífor-
m adoyel especialista es una «división del trabajo» epistemológica
fundamental, con vastas e importantes consecuencias para la es­
tructura de la sociedad. La distribución social del conocimiento
estructura Ja sociedad y los roles sociales; establece una profunda
separación y desigualdad en toda sociedad. Entre otras cosas, es
básica para comprender la índole de los roles y las diferencias se­
xuales en la distribución del poder en la sociedad. Como dice
Schutz, «los grupos de “expertos” constituyen uno de los catali­
zadores institucionales de la concentración de poder» (pág. 299;
las páginas indicadas corresponden a este libro). Además, la dis­
tribución social del conocimiento es importante para comprender
la situación de subculturas que a menudo poseen «versiones» di­
ferentes del conocimiento general y constituyen «sociedades den­
tro de la sociedad».
Debe observarse también que la obra de Schutz sugiere muchas
otras cuestiones, de las que él mismo se ocupó muy poco o nada.
Para indicar una sola de esas esferas, podría ser muy fecunda en
la elaboración de nuevas maneras de evaluar las desviaciones in­
dividuales respecto de la realidad cotidiana de la persona normal.
Por ejemplo, ¿cuál es el estilo de la vivencia o de la cognición
del esquizofrénico? O, ¿en qué contexto dé sentido el «acento de
realidad», en lugar de caer en el ámbito fundamental de la vida
alerta, cae en cambio en el ensueño ahicinatorio? Schutz alude a
este problema cuando analiza las interrelaciones de Don Quijote
con el molino de viento {véase capítulo 2, A, 3), Agrega la inte­
resante sugerencia de que las alucinaciones, a diferencia de los
sueños, pueden ser sociales, como en el caso de la folie á deux (pág.
50); pero cuanto más nos alejamos de la realidad intersubjetiva,
tanto más atrás dejamos el mundo de la vida cotidiana, que no es
un mundo privado, sino «el mundo de nuestra experiencia común».
Quien abandona este mundo se acerca ál autismo, al retraimiento
respecto de la vida cotidiana descrito por Eugen Bleuler en la pri­
mera caracterización cabal de la esquizofrenia,4 y a la grave rup­
tura con la realidad que es típica de esta enfermedad, Otvas for­
mas de desviación aparecen como «carreras» determinadas por
biografías particulares; por ejemplo, la pederastía (pág. 106). Una
tipología de las enfermedades mentales centrada en las estructu­
ras de significatividades y las situaciones que les son peculiares ofre­
cería un modo de comprender los contextos de sentido de lia. lo­
4 Demerttia Praecox oder Gruppe der Sehizophrenien, A Leipzig, Deu-
ticke, 1911. [Trad, al inglés por J. Ziskin, Dementia Praecox or (he Group
of Schizophrenias, Nueva York, International Univeisities Press, 1S66.J
Podría mencionarse también que el excelente estudio dé Gerhard Bosch
sobre el autismo infantil (Injantite Autism, Nueva York, Springer, 1970),
que tojrm mucho, de la obra de Husserl, tiene gran cantidad de paraleló»
cercanos con algunas nociones de Schutz.
20
cura y proporcionaría una base filosófica para una teoría inter­
personal de la psiquiatría, (Pensamos en la obra de Harry Stack
Sullivan así titulada, donde recurre a teorías como la «psicología
social» de G, H. Mead.8 Las estructuras del mundo de la vida,
por su mayor detalle y profundidad de ideas, sería una base mu­
cho más adecuada.) Cabría mencionar otros tipos de problemas
que todavía están lejos de ser bien comprendidos, y que la obra
de Schutz podría esclarecer; por ejemplo, la teoría de los valores
(que, como sugirió el mismo Schutz, es una de las consecuencias
importantes de su obra), la filosofía de la historia, lo que podría
llamarse la «lógica del uso efectivo» (o la racionalidad de la vida
cotidiana), etc. El espacio con que contamos, sin embargo, no per­
mite sino una mera mención de tales problemas.
Al traducir este texto al inglés hemos procurado volcar el manus­
crito en un lenguaje adecuado a la terminología y fraseología de
Schutz. Como Schutz empleó aquí distinciones en alemán que no
existen en inglés, hemos apelado a diversos recursos para conser­
var su sentido. En su mayoría, esos recursos han sido usados an­
teriormente, ya sea en otras traducciones de obras de Schutz o por
el mismo Schutz cuando escribía en inglés. Un breve glosario in­
cluye las palabras que han sido traducidas de manera en cierto
modo i'inica;* pero en general, los lectores que conozcan traduc­
ciones inglesas de Schutz y de Edinund Husserl no encontrarán na­
da nuevo. En verdad, hay muy pocos tecnicismos, de modo que
los términos elegidos son claros para cualquiera que conozca la
fenomenología. Con todo, conviene advertir desde ya que algunos
términos tienen una traducción peculiar de Schutz. Por ejemplo,
la traducción de John Macquarrie y Edward Robinson de Ser y
tiempo, de Heidegger, ha dado amplia difusión a la versión de vor-
handún y zuhanden en inglés como «present at hand» y «ready to
hand», respectivamente. El uso de Schutz de las expresiones «oh
hand» y «ni hand» corresponde a su propio uso de vorhanden y
zuhanden, que lian sido traducidos según aquel. Lo mismo sucede
con la traducción de Einstellung, en algunos contextos, como
«oüentfltion» (y no «atlitude»), aunque su traducción como «atti-
tuele» en expresiones tales como «natura!, attitude» ya ha quedado
establecida y se mantiene aquí. En general, hemos tratado en lo
posible de captar el significado exacto def original sin violentar el
estilo inglés; pero, dado que el desarrollo del programa de aná­
lisis de Schutz exige apreciar con cuidado el sentido de sus pala­
bras, hemos considerado que esto hace más necesaria la precisión
que el estilo.
El lector observará que este primer volumen termina un poco
abruptamente. Esto obedece a la necesidad de publicar por sepa­
5 Harry Stack Sullivan, T !u InterPetsonal Theory of Psychiatry, A Nue­
va Yorí;, Norton, 1953. pAgs. 16-17.
* En él liemos añadido los términos correspondientes en castellano. Con­
súltese también el «Glosario de términos principales» (inglés/castellano)
incluido en Estudios sobre teoría social, A págs. 272-73. (¿V. del E.)
21
rado los capítulos 5 y 6. Gomo resultado de ello, se interrumpe
donde se proyectaba continuar el análisis en otro capítulo. Sin
embargo, tiene una unidad temática derivada del examen de las
estructuras del mundo de la vida mediante el análisis del pápe]
del conocimiento en el mundo de la vida. El análisis de la acción
y del lenguaje en el segundo volumen prosigue dicho examen sin
suplantar los resultados del primero. Esta es, entonces, una obra
autónoma. El hecho accidental de presentarse aislada puede re­
sultar incluso provechoso, permitiendo que quien estudia a Schutz
ahonde en esos análisis separadamente.
Ni este estudio fundamental ni otras obras de Schutz habrían apa­
recido sin la notable devoción y persistencia de su esposa, Ilse
Schutz, a quien los traductores quedan muy reconocidos por su
aporte sustancial a lia publicación de esta obra. Queremos también
expresar nuestra particular gratitud a Susan Malloy Engelhard,
por su ayuda y guía en la traducción y la preparación del manus­
crito. Sin sus muchas contribuciones, esta traducción habría sido,
sin duda, vacilante.
22
Glosario
A lem án
Anzeichen
ausgezeichnet
auslegen
Bereich
Bewusstseinsspannung
Du-EinstelUmg
Durchführbarkeiten
Erfahrung
Erlebnis
eneicVibar
Folgewelt
fraglos gegeben
Gegenstand
geschlossene Sínnge-
biete
Handeln
Handlung
Handlungsentwurf
Ihr-EÍnstellung
Lebensplan
Lebcnswelt
Leiblichkeit
Nachwe'lt
Objekt
Objektivierung
Reichweite
Sinn
Sinnzusammenhang
Typ> T ypus
Typik
Inglés
indication
paramount
explícate
province
tensión of cons-
ciousncss
thou-orientation
practicabilities
experience
lived experience
within reach
world of succes-
sors, subsequent
world
taken for granted
object
finite provinces of
meaning
action
act
project for an act
they-orientation
life-plan
life-world
Uve covporeality
world of successors
Object
objectívation
reach (e.g., world
within a c t u a l
reach)
meaning
meaning-context
type
typicalíty, set of
types
Castellano
indicación
eminente
explicitar
ámbito
tensión de concien­
cia
orientación Tú
factibilidades
experiencia
vivencia
al alcance
mundo de los su­
cesores, m u n d o
subsiguiente
presupuesto
objeto
ámbito finito de
sentido
acción
acto
proyecto de un
acto
orientación Ellos
plan de vida
mundo de la vida
corporeidad viva
mundo de los su­
cesores
Objeto
objetivación
a l c a n c e (p. ej.,
mundo al alcance
efectivo)
sentido
contexto de senti­
do
tipo
tipicidad, conjun-
to de tipos
23
Umvvelt
Ursprünglich
vorhanden
Vorwelt
wiederherstellbar
Wissensvorrat
Zcichen
zuhanden■
Zusammenhang
environs, surroun-
ding world
original, originary
on hand
world of piedeces-
s o r s , prcceclent
world
restorable (e.g.,
world within res-
torable reach)
stock of knowledge
sign
at hand
context, connec-
tion
entorno, mundo
circundante
original, originario
•presente
mundo de los pre­
decesores, mundo
precedente
recuperable (p. ej.,
mundo al alcance
recuperable)
acervo de conoci­
miento
signo
a mano
contexto
24
X
. El mundo de la vida cotidiana
y la actitud natural
[A]. El mundo de la vida como fundamento
¡ncuestionado de la concepción natural del mundo
Lás ciencias que aspiran a interpretar y explicar la acción y el
pensamiento humanos deben comenzar con una descripción de las
estructuras fundamentales de lo píecientífico, la realidad que pa­
rece evidente para los hombres que permanecen en la actitud na­
tural. Esta realidad es el mundo de la vida cotidiana. Es el ámbito
de la realidad, en el cual el hombre participa continuamente, en
formas que son al mismo tiempo inevitables y pautadas. El' mun­
do de la vida cotidiana es la región de la realidad en que el hom­
bre puede intervenir y que puede modificar mientras opera en
ella mediante su organismo animado. Al mismo tiempo, las obje­
tividades y sucesos que se encuentran ya en este ámbito (incluyen­
do los actos y los resultados de das acciones de otros hombres) li­
mitan su libertad de acción. Lo ponen ante obstáculos que pue­
den ser superados, así como ante barreras que son insuperables.
Además, solo dentro de este ámbito podemos ser comprendidos
por nuestros semejantes, y solo en él podemos actuar junto con
ellos. Unicamente en el mundo de la vida cotidiana puede cons­
tituirse un inundo circundante, común y comunicativo.1 El mun­
do de la vida cotidiana es, por consiguiente, la realidad fundamen­
tal y eminente del hombre.
Por mundo <le la vida cotidiana debe entenderse ese ámbito de la
realidad que el adulto alerta .y normal simplemente presupone en
la actitud de sentido común. Designamos por esta presuposición
todo lo que experimentamos como incuestionable; para nosotros,
todo estado de cosas es aproblemático hasta nuevo aviso. Por su­
puesto, aún tenemos que considerar la circunstancia en la cual'se
puede poner en tela de juicio lo que hasta ahora se presuponía.
En la actitud natural, siempre me encuentro en un mundo qüe
presupongo y considero evidentemente «real», Nací en el y presu­
mo que existió antes de mí, Es el fundamento incuestionado de
todo lo dado en mi experiencia, el marco presupuesto por así de­
cir, en el cual se colocan todos los problemas que debo •resolver.
Este mundo se me aparece en ordenamientos coherentes de ob­
jetos bien circunscritos que tienen determinadas propiedades, Pa­
1 En el sentido husserliano. Véanse sus Id*ent & vol. II: Pkanomenolo-
giscke Untersuckungen zur Konstitution, La Haya, Martimis Nijhoff,
1952, § 50-51 y csp. 185, 193.
25
ra los hombres que están en la actitud natural, el mundo nunca
es una mera acumulación de manchas coloreadas, ruidos incohe­
rentes o centros que irradian frío y calor. La posibilidad de una
reducción de la experiencia a elementos como estos, y la consiguien­
te cuestión de cómo llegan a reconstituirse en objetos de experien­
cia, no se me presenta en la actitud natural. Más bien expresa un
problema que pertenece al pensamiento específicamente filosófico
y científico.
Además, presupongo simplemente que otros hombres también exis­
ten en este mundo mío, y, en verdad, no solo de manera corporal
y entre otros objetos, sino más bien como dotados de una concien­
cia que es esencialmente igual a la mía. Así, desde el comienzo,
mi mundo cotidiano no es mi mundo privado, sino más bien un
mundo intersubjetivo; la estructura fundamental de su realidad
consiste én que es compartido por nosotros. Tal como me resulta
evidente, dentro de la actitud natural, que hasta cierto punto
puedo obtener conocimiento de las experiencias vividas por mis
semejantes —p. ej., de los motivos de sus actos—, así también
presumo que lo mismo es válido recíprocamente para ellos con
respecto a mí. Debe examinarse cuidadosamente cómo se consti­
tuye esta comunidad del mundo de la vida, cuál es su estructura y
cuál es su significación para la acción social. Por el momento, bas­
ta establecer que en la actitud natural presumo que los objetos del
mundo exterior son, en lo fundamental, los mismos para mis seme­
jantes que para mí. De igual modo, la «naturaleza», el ámbito de
las cosas del mundo exterior, puramente ¡como tales, es intersubje­
tiva. Presupongo además que la significación de este «mundo na­
tural» (que ya fue experimentado, dominado y nombrado por
nuestros predecesores) es fundamentalmente la misma para mis
semejantes que para mí, puesto que es colocado en un marco co­
mún de interpretación. En este sentido, el ámbito de las cosas que
pertenecen .al mundo exterior es también social para mí.
Sin duda, mi mundo de la vida consiste no solo en este ámbito
(aunque ya está relacionado con mis semejantes), sino también
en un ámbito experimentado como «naturaleza». Pero encuentro
no solo «naturaleza», sino también semejantes, como elementos de
mis circunstancias situacionales. Es evidente para mí, en la actitud
natural, que puedo actuar sobre mis semejantes y que también
ellos pueden actuar sobre mí. Sé que puedo entrar en múltiples
relaciones sociales con ellos. Ese conocimiento contiene también
el supuesto implícito de que ellos, ¡mis semejantes, experimentan
sus relaciones —que, recíprocamente, me incluyen— de una ma­
nera que es, para todos los fines prácticos, similar a la manera en
que.yo los experimento a ellos.
Puesto que no podemos entrar aquí en el problema fenomenológi-
co de la constitución de la intersubjetividad, debemos contentar­
nos con enunciar que en la actitud natural de la vida cotidiana sé
presupone sin discusión lo siguiente: a) la existencia corpórea de
otros hombres; b) que esos cuerpos están dotados de conciencias
esencialmente similares a la mía; c) que las cosas del mundo ex­
26
torno incluidas en mi ambiente y en los de mis semejantes son las
mismas para nosotros y tienen fundamentalmente el mismo senti­
do; d) que puedo entrar en relaciones y acciones recíprocas con
mis semejantes; e) que puedo hacerme entender por ellos (lo cual
se desprende de los supuestos anteriores); f) que un mundo social
y cultural estratificado está dado históricamente de antemano como
marco de referencia para mí y mis semejantes, de una manera, en
verdad, tan presupuesta como el «mundo natural»; g): que, por lo
tanto, la situación en que me encuentro en todo momento es solo
en pequeña medida creada exclusivamente por mí.
La realidad cotidiana del mundo de la vida incluye no solo la
«naturaleza» experimentada por mí, sino también el mundo social
(y por ende el mundo cultural) en el cual me encuentro; el mundo
de la vida no se crea a partir de los objetos y sucesos simplemente
materiales que hallo en mi entorno. Sin duda estos son, en con­
junto, un componente de mi mundo circundante; no obstante,.tam­
bién pertenecen a este último todos los estratos de sentido que
transforman las cosas naturales en Objetos culturales, los cuerpos
humanos en semejantes y los movimientos de los semejantes en ac­
tos, gestos y comunicaciones. Ahora bien; cierto es que William Ja­
mes llama al subuniverso del mundo sensorialmente perceptible y
físico la «realidad eminente».8
De las observaciones precedentes, sin embargo, se desprende que
h a y razones imperiosas para postular el mundo total de la vida
cotidiana como nuestra realidad pre-eminente, Lo que nos es dado
lisa y llanamente en la actitud natural, en ningún caso incluye so­
lamente los objetos de percepción externa (entendidos puramente
como tales), sino también los estratos de sentido de orden inferior,
Gracias a los cuales las cosas naturales son experimentadas como
Objetos culturales. En verdad, puesto que estos estratos de sentido
adquieren realidad solo a través de Objetos, cuestiones concretas
y sucesos del mundo exterior, creemos que nuestra definición nó
es incompatible con la de James. Estamos de acuerdo con Santaya-
na en que «el espíritu nunca tiene ideas, y mucho menos ideas
que pueda comunicar, sin un medio material y una ocasión mate­
rial. Es necesario mover la lengua; las palabras convencionales au­
dibles deben pasar por los labios y llegar a un oído dispuesto. Las
manos que sostienen herramientas o planes deben intervenir para
llevar a cabo el proyecto».8 El mundo de la vida, entendido en su
totalidad, como mundo natural y social, es el escenario y lo que
pone límites a mi acción y a nuestra acción recíproca. Para dar
realidad a nuestros objetivos, debemos dominar lo qué está prese-
te en ellos y transformarlos. De acuerdo con esto, no solo actuamos
y operamos dentro del mundo de la vida sino ,también sobre él.
2 [William James, Principies of Psychology, Nueva York, Hcni'y, 2 vols.,
1890, vol. II, cap. 21. En adelante, las notas agregada» c intercalaciones
que han sido hechas por los traductores al inglés se encerrarán entre
corchetes.!
3 [George Santnyana, Dothinalions and Powers, A Nueva York, Scribner,
1951, pág. 146.]
27
Nuestros movimientos corporales se insertan en el mundo de la vida
y transforman sus objetos y sus relaciones recíprocas, Al mismo
tiempo, esos objetos ofrecen a nuestras acciones una resistencia que
debemos superar o a la cual debemos rendirnos. El mundo de la
vida es, entonces, una realidad que modificamos mediante nues­
tros actos y que, por otro lado, modifica nuestras acciones, En
otras palabras, puede decirse que, en definitiva, nuestra actitud
natural de la vida cotidiana está determinada totalmente por un
m otivo pragm ático,
En la actitud natural, sin embargo, el mundo ya me está dado para
mi explicitación. Debo comprender mi mundo de la vida en el
grado necesario para poder actuar en él y operar sobre él. Igual­
mente, el pensamiento, en la actitud del mundo de la vida, también
está motivado pragmáticamente. Ya hemos señalado las principa­
les «evidencias» que se hallan en la base de la actitud natural. Pa­
samos ahora a una breve descripción de la estructura del pensar
dentro de la actitud natural.
Cada paso de mi explicitación y comprensión del mundo se basa,
en todo momento, en un acervo de experiencia previa, tanto de
mis propias experiencias inmediatas como de las experiencias que
me transmiten mis semejantes, y sobre todo mis padres, maes­
tros, etc. Todas estas experiencias, comunicadas e irimediatas, es­
tán incluidas en una cierta unidad que tiene la forma de mi acer­
vo de conocimiento, el cual me sirve como 'esquema de referencia
para dar el paso concreto de mi explicitación del mundo. Todas
mis experiencias en el mundo de la vida se relacionan con ese es­
quema, de modo que los objetos y sucesos del mundo de la vida
se me presentan desde el comienzo en su carácter típico; én gene­
ral, se me aparecen como montañas y piedras, árboles y animales,
y más específicamente, como una serranía, como robles, aves,
peces, etc.
Cómo se constituyen las tipificaciones en el acervo de conocimiento
es un problema que todavía falta investigar en detalle. En todo
caso, es «evidente» para mi, en la actitud natural, que esos árboles
«realmente» son árboles para usted y para mí, así como esos «pá­
jaros» realmente son pájaros, etc. Toda explicitación dentro del
mundo de la vida procede dentro del medio constituido por los
asuntos que ya han sido explicitados, dentro de una realidad que
es fundamental y típicamente familiar. Confío en que el mundo,
tal como ha sido conocido por mí hasta ahora, persistirá, y que,
por consiguiente, el acervo de conocimiento obtenido de mis seme­
jantes y formado mediante mis propias experiencias seguirá con­
servando su validez fundamental. Llamaremos a esto (de acuerdo
con Husserl) la idealización del «y así tsucesivamente». De este
supuesto deriva otro fundamental: que puedo repetir mis actos
exitosos previos. En tanto la estructura'del mnndo pueda ser conside­
rada constante, en tanto mi experiencia anterior sea válida, queda
en principio preservada mi capacidad de operar sobre el mundo
de esta y aquella manera, Como lo expuso I-Iusserl, la idealidad
adicional del «siempre puedo volver a hacerlo» se desarrolla corre-
28
lativameiHe a la idealidad del «y así sucesivamente».4 Ambas idea­
lizaciones y los supuestos acerca de la constancia de la estructura
del mundo que en ellas se basan •
—la validez de mi experiencia an­
terior y, por otra parte, mi capacidad de operar sobre el mundo—
son aspectos esenciales del pensar dentro de la actitud natural.
[B]. Lo problemático y lo presupuesto
Hemos descrito las características estructurales más importantes del
pensar dentro del mundo de la vida, así como las evidencias pro­
pias de la actitud natural. Esta descripción coincide en todo lo
esencial con el concepto de «cosmovisión natural-relativa» desa­
rrollado por Max Scheler,5 quien ve su carácter determinativo en
el hecho de que esté dada de modo incuestionable, Es la experien­
cia grupal sedimentada que ha pasado la prueba y cuya validez
no necesita ser examinada por los individuos.
Sin embargo, las experiencias, máximas e intuiciones típicas con­
tenidas en la cosmovisión natural-relativa no constituyen un siste­
ma cerrado y lógicamente articulado, como las formas superiores
de conocimiento que Scheler coloca en oposición a la intuición na­
tural-relativa. Esto es más cierto aún respecto de mi propio acervo
de conocimientos dentro del mundo de la vida, que en su mayor
parte está tomado de la experiencia grupal e incluye, además de
esta, mis propias experiencias previas. La deficiente concordancia
de los componentes de mi acervo de conocimiento no compromete
fundamentalmente su evidencia, su validez «hasta nuevo aviso»;
lo cual contrasta a su vez con las formas superiores de conoci­
miento, p. ej., la ciencia con su postulado de congruencia lógica
en cuanto a la validez de una teoría. En la actitud natural, tomo
conciencia del carácter deficiente de mi acervo de conocimiento
únicamente si una experiencia nueva no se adecúa a lo que hasta
ahora ha sido considerado como el esquema de referencia válido
presupuesto. Con ello se nos plantea de nuevo un problema que ya
hemos señalado al comienzo, y al cual debemos dirigir ahora nues­
tra atención: ¿Qué significa presuponer algo como simplemente
dado «hasta nuevo aviso»? ¿Y de qué manera lo que se ha vuelto
cuestionable se transforma en algo presupuesto?
Para responder a estas preguntas, debemos describir ahora con ma­
yor detalle cómo se experimenta lo presupuesto. Luego debemos
4 [Edmund Husserl, Foimnle und (ranszendentale Logik, La Haya, Mar-
tinus Nijhoff, 1929, § 74; trad. al inglés por Dorion Caíms, La Haya,
Martinus Nijhoff, 1969. Erfahrung und Urieil, Praga, Academia, 1939;
2? ed., Hamburgo, Claassen & Goveits, 1948, § 24, 516, 58, 61. Trad.
al inglés por James S. Churchill y Karl Ameriks, Experience and Judgment:
Jnvesligatlons iti a Genealogy of Logic, Evanston, III., Northwestern Uni-
versity Press, 1973. U na nueva edición alemana será publicada por Félix
Meincr, Hamburgo.]
5 Véase Max Scheler, Die Wisscnsformen und die GeseUschajt, Leipzig,
D er Neue Geist, 1926, pág. 58 y sigs.
29
dirigir nuestra atención a un análisis más preciso de los estímu­
los a través de los cuales se nos motiva para considerar que una
experiencia requiere explicitación. A partir de este punto, exami­
naremos en qué circunstancias típicas se considera que un proble­
ma está resuelto o que una explicitación es adecuada.
Lo presupuesto no constituye un ámbito cenado, inequívoca­
mente articulado y claramente ordenado; lo presupuesto dentro
de la situación prevaleciente del mundo de la vida está rodeado
de incertidumbre. Se experimenta lo presupuesto como un «meo­
llo» de contenido determinado y directo, junto al cual se da tam­
bién un horizonte que es indeterminado y que, por consiguiente,
no está dado con el mismo carácter directo. Sin embargo, este ho­
rizonte, es experimentado al mismo tiempo como fundamentalmen­
te determinadle, como pasible de explicitación. Sin duda, está pre­
sente [o h hand] desde el comienzo, no como cuestionable (eti el
sentido de dudoso), sino como susceptible de ser cuestionado. Con­
secuentemente, como resultado de ello lo presupuesto tiene sus
horizontes de explicitación: horizontes de indeterminación deter-
minable. El acervo de conocimiento correspondiente al pensar
dentro del mundo de la vida no debe entenderse como un contex­
to transparente en su totalidad, sino más bien como una totalidad
de «evidencias» que cambian de una situación a otra, puestas de
relieve en un momento dado por un fondo de indeterminación. Es­
ta totalidad no es cáptable como tal, pero está co-dada en el flujo
d« la experiencia como cierto fundamento confiable de toda ex-
plicitación situacionalmente determinada.
Por otro lado, contemplado desde el «meollo» prevaleciente de evi­
dencia, el horizonte (aún) indeterminado es un problema posible
por el cual espero, dentro de la actitud natural (fundamentalmente,
mediante mis capacidades), resolver este problema. Cómo se rea­
liza la transformación de un problema posible en un problema real,
cómo soy motivado a dar una explicitación del horizonte, es una
cuestión cuya solución debe preocupamos ahora, en lo posible an­
tes de que emprendamos un análisis preciso de las estructuras de
significatividades y la formación de tipicidades.0
Lo presupuesto es el ámbito de lo familiar: presenta soluciones pa­
ra los problemas planteados por mis experiencias y actos anterio­
res. Mi acervo de conocimiento consiste en tales soluciones para
los problemas. Estas se constituyen en interpretaciones de la ex­
periencia (es decir, explicitaciones del horizonte). En tales expli­
citaciones, las percepciones, experiencias y alternativas de acción
que se tornan cuestionables son clasificadas según los esquemas de
referencia a mano; estos, a su vez, son modificados por ellas. La
explicitación (que, en principio, nunca., «finaliza») solo se lleva
hasta donde es necesario para el dominio (determinado por el
motivo pragmático) de la situación del mundo de la vida. Sí
una nueva experiencia real, en una situación similar del mundo
de la vida, puede ser clasificada sin contradicción en un tipo cons­
G Vénsc cap. 3, B-G.
30
tituido de experiencias anteriores (y, por ende, si se «ajusta» a
un esquema significativo de referencia), entonces, a su vez, confir­
ma la validez del acervo de experiencia. Lo simplemente dado co­
mo cuestionable en la novedad de cada experiencia actual es, en el
flujo rutinario de experiencias de la actitud natural, rutinariamen­
te convertido en algo presupuesto. Lo que es cuestionable de este
modo no es, desde luego, intrínsecamente problemático; ni lo es
ía «solución» surgida como tal en la conciencia. Por el contrario, la
experiencia actual se me aparece en general como confiable desde
el comienzo de acuerdo con su tipo, tanto más cuanto más se re­
laciona con una genuina postulación de identidad, por ejemplo,
con un objeto anteriormente percibido. En su mayor parte, la
experiencia actual se me aparece como algo que se presupone en
su meollo, aunque es naturalmente «nuevo» en principio. La
sucesión de experiencias, en la actitud natural, constituye típica­
mente una cadena de evidencias.
Aliora bien; la cuestión que debemos examinar es cómo se interrum­
pe esa sucesión rutinaria de experiencias no problemáticas, y có­
mo surge un problema contra un fondo de evidencias. En primer
lugar, la experiencia actual puede no ser simplemente clasificable
en un esquema de referencia típico de acuerdo con el nivel situa-
cionalmente significativo de tipos. Así, por ejemplo, puede no bas­
tarme reconocer una planta como un hongo si me propongo co­
merla, porque en tal caso son pertinentes para mí las tipificacio­
nes subordinadas de «comestible» o «venenoso». En cambio, mien­
tras doy un paseo, puedo simplemente observar «hongos» sin sen­
tirme motivado a explicitar el «hongo comestible» y el «hongo ve­
nenoso». No obstante, sin una motivación situacionalmente con­
dicionada para una explicitación de este tipo, una experiencia
concreta puede contradecir un tipo establecido (dado como sig­
nificativo). ¿Cómo sucede esto? Cuando paso junto al objeto pre­
supuesto en la percepción como un hongo, su parte posterior en­
tra en mi campo visual con evidencia inmediata. Supongamos aho­
ra que la parte posterior del hongo se revela como de ningún modo
susceptible de ser inserta en alguna experiencia típica anterior. La
clasificación rutinaria de mi experiencia ya efectuada en un es­
quema de referencia habitual halla oposición. El flujo presupuesto
de mi experiencia se interrumpe; expresado de manera general:
el elemento más importante de mi experiencia es, en realidad, lo que
obtengo con evidencia inmediata en la captación directa de mi
conciencia. Sin embargo, a toda experiencia corresponden, ade­
más del recuerdo de fases de conciencia anteriores, también las
previsiones de fases ulteriores que; se hallan más o menos determi­
nadas con respecto a sus tipos. Tales aspectos inmediatamente evi­
dentes, empero, 110 están también dados conjuntamente en el mo­
mento de la percepción inmediata; una parte posterior típica, por
ejemplo, es apresentada por la parte anterior del hongo.7 Ahora
7 Para el análisis de la «presentación, consúltese E. Husserl, esp. Carie*
sianhclte Mcditaíionen und Pariser Vortragó, !A La Haya, Martlmis
31
bien; un aspecto formalmente «presentado puede él mismo hacerse
evidente en el flujo futuro de mi experiencia; pero quizás aparez­
ca en contraste con la apresentación ahora recordada; o sea que
puede contradecir la fase anticipada (si ahora se concreta real) de la
anticipación. Si los aspectos apresentados de un objeto (vale decir,
las fases anticipadas de mi conciencia), cuando se autopresentan, son
incongruentes con la experiencia anterior, puedo decir que el ca­
rácter presupuesto de mi experiencia «estalla». En consecuencia,
lo que hasta ahora se ha presupuesto pasa a ser cuestionado. La
realidad del mundo de la vida exige de mí, por así decir, la re-ex-
plicitación de mi experiencia, c interrumpe el curso de la cadena
de evidencias.
El núcleo de mi experiencia que, sobre la base de mi acervo de
conocimiento, admito como evidente «hasta nuevo aviso» se ha
vuelto problemático para mí. Ahora debo dirigir mi atención a él.
Esto significa, sin embargo, que la explicitación del núcleo de
experiencia sedimentado en mi acervo de experiencia ya no pue­
de considerarse adecuada en la profundidad de un horizonte que
es adecuado «hasta nuevo aviso», y que debo retomar la explici­
tación del horizonte. Por ello, la motivación fundamental para esto
ya está dada, de modo que la discrepancia entre mi acervo de ex­
periencia y la experiencia concreta pone en tela de juicio, en todo
caso en principio, un ámbito parcial de mi acervo de conocimien­
to. (El hecho de que en ciertas condiciones mi acervo de conoci­
miento como tal se vuelva discutible, junto con los procesos de
sedimentación por los cuales se forman en general las tipificacio­
nes y, por ende, el hecho de una «crisis» radical, son hechos que
no necesitamos discutir aquí,)
Por lo tanto, cuando abordo la re-explicitación del horizonte del
núcleo de experiencias que se ha vuelto cuestionable, la profundi­
dad y la amplitud de la explicitación está condicionada por el
encuadre del problema. Examinemos nuevamente el ejemplo del
hongo cuya parte posterior no corresponde a ningún conjunto de
partes posteriores típicas de hongos. Si la re-explicitación es moti­
vada solamente por la discrepancia de la experiencia actual con
mi acervo de conocimiento, y si, además de esto, no tiene ninguna
otra significación motivada para mí, entonces debo modificar por
entero mi tipo de hongo. Mediante un manejo más cuidadoso, un
examen detenido, etc., puedo llegar a la conclusión, por ejemplo,
de que es, con todo, un hongo. En adelante, mi tipo «hongo» mo­
dificado deberá incluir, por consiguiente, una parte posterior de
hongo hasta ahora atípica. O puedo comprobar en cambio, con
una ulterior explicitación del lado frontal del objeto con aspecto
de hongo que tengo delante, que sus otras cualidades son incom­
patibles con el tipo «hongo». En este caso, mi tipo «hongo» mo­
dificado se restringirá en esa medida, ya que excluye la salvedad
hasta ahora, correspondiente a las partes anteriores típicas de los
Nijhoff, 1950, § 49-54. [Trad. al inglés por Dorion Cairns, Cnrlesinn Me-
ditations, La Haya, Maitinus Nijlioff, 1960.] Véase también Ideen, vol.
II, § 44-47.
32
hongos, que están asociadas con las que en adelante serán partes
posteriores atípicas de hongos. En ambos casos, se resuelve el pro­
blema planteado, y lo que se hizo cuestionable durante la modifi­
cación inicial del tipo es nuevamente presupuesto «hasta nuevo
aviso». Si mi encuadre del problema contiene aún otras motivacio­
nes, naturalmente desearé llevar más adelante la explicitación del
horizonte antes de hallar una solución que sea satisfactoria «hasta
nuevo aviso».
Hasta ahora hemos examinado casos en los que la experiencia con­
creta no puede ser insertada sin reservas en un conjunto situacio-
nalmcntc significativo de tipos. Sin embargo, una importante mo­
tivación para la explicitación de horizontes puede darse también
de manera directa; a saber, que una experiencia se adapte sin ma­
yor dificultad a los esquemas de referencia y al conjunto de tipos
pertenecientes a mi acervo de conocimiento, pese a lo cual no es
simplemente «pasada por alto» sino que más bien se torna cuestio­
nable en la nueva situación, porque el nivel del cotijunio de tipos
se manifiesta insuficiente. La familiaridad es familiaridad única­
mente con referencia a lo típico, mientras que los aspectos «típicos
del horizonte permanecen indeterminados, puesto que, con res­
pecto a ellos, una tipificación ha demostrado ser superflua (es de­
cir, en la anterior situación concreta de explicitación). Nuestro co­
nocimiento es presupuesto; o sea que lo cuestionable fue explicita-
do, el problema fue resuelto, de un modo y en un grado que bas­
taban para la problemática concreta situacionalmente condiciona­
da. Pero esto significa también que el proceso de explicitación se
interrumpió en alguna parte ((fundamentalmente, siempre pudo
ser llevado más adelante!), de modo que la solución fue parcial;
en otras palabras, fue una solución «hasta nuevo aviso». Nuestro
acervo de conocimiento y sus esquemas correlativos de tipificación
resultan de la discontinuidad de los procesos de explicitación, y ma­
nifiestan la sedimentación de problemáticas situacionales anteriores.
Ahora bien; toda nueva situación puede tener aspectos ontológi-
ca, biográfica y socialmente determinados, que hacen aparecer la
tipificación hasta ahora suficiente como insuficiente para mí en
lo que respecta a alguna experiencia concreta, y me impulsa a
avanzar, mediante esa experiencia, hacia nuevas explicitaciones. Ya
nos hemos detenido en un ejemplo simple. Puedo no haber comido
un hongo hasta ahora, por lo cual el nivel de tipificación de «hon­
go» era suficiente para mí. A causa del hambre (causada por cual­
quier tipo de circunstancia natural, social o específicamente bio­
gráfica), ahora estoy interesado en comer hongos. Si veo uno de
ellos (vale decir, si una experiencia concreta entra sin discusión
en el esquema de referencia «hongo»), la inaccesibilidad del tipo
«hongo» penetra en la conciencia para mis experiencias y actos
ahora situacionalmente condicionados, Si eri algún momento an­
terior aprendí ya a distinguir entre hongos comestibles y no comesti­
bles, puedo ahora tratar de recordar los horizontes correspondien­
tes que tal vez hayan quedado confusos, Si no, solo utilizaré con­
jeturas, también ancladas en mi acervo de conocimiento y que,
33
como muchos otros problemas, fueron ya explicitadas por mis pre­
decesores o semejantes: puedo llevarme el hongo a casa y comprar
un libro sobre hongos; o bien (presumiendo que estoy completa­
mente librado a mis propios recursos) puedo emprender varios
experimentos, por ejemplo, con animales. El esquema de los expe­
rimentos dependerá de mi acervo de conocimiento (p. ej,, mi
cuerpo y los cuerpos de ciertos animales han sido considerados si­
milares en diversos aspectos; por lo tanto, puedo postular para el
experimento que también son iguales en estos aspectos, si irte su­
cede que, no comiendo hongos, moriré de cualquier modo de
hambre; pero en caso de comer los hongos que no son dañinos
para otros animales, tengo cierta probabilidad de sobrevivir).
En todos estos casos, se trata de dar una explicitación adicional
del horizonte. Las explicitaciones previas atesoradas en mi acervo
de experiencia (determinadas por situaciones anteriores y consi­
deradas como soluciones adecuadas para esas situaciones) no bas­
tan para la solución de lo que es problemático en la situación ac­
tual. Me veo ahora impulsado a continuar con la explicitación has­
ta que la solución parezca suficiente también para el problema
concreto en consideración.
Hay otra circunstancia en la cual una experiencia puede hacerse
problemática con respecto a mi acervo de conocimiento. Como
hemos dicho, este no es un sistema lógicamente integrado, sino
solamente la totalidad de mis explicitaciones sedimentadas y situa-
cionalmente condicionadas, compuestas en parte de soluciones in­
dividuales a los problemas y en parte de soluciones tradicionales
socialmente transmitidas. Toda nueva situación me aporta vm nuevo
conocimiento que no es examinado respecto de su compatibilidad
con esquemas de referencia que parecen ajenos a la problemática
en consideración. Tales esquemas de referencia no entran én modo
alguno en la captación de mi conciencia. Ahora bien; la insuficien­
cia de las explicitaciones significativas hasta ahora, y en verdad la
insuficiencia de ámbitos enteros de esquemas de referencia, pue­
de acceder a la conciencia por medio de muchas experiencias con­
cretas. Con ayuda de otros esquemas, acometo entonces una ex-
plicitación de los esquemas de referencia que hasta ahora no me
han parecido inmediatamente significativos. Solo entonces puede
aparecer en la conciencia la incompatibilidad posible de dos o niás
ámbitos de esquemas de referencia. Esta incompatibilidad, por su
parte, me impulsa a buscar una nueva explicitación de la expe­
riencia actual y de los horizontes circundantes que ahora se han
vuelto cuestionables, o de los esquemas que hasta ahora han sido
juzgados como suficientes. Así, aun en problemas prácticos tales
como los que se> me presentan en la vida cotidiana, puedo hallar
una tendencia al pensar «teórico» o, en todo caso, a una integra­
ción al menos parcial de esquemas de referencia incompatibles en
mi acervo de conocimiento. Es obvio que por este medio de ningún
modo se logra una articulación lógica de mi acervo de conoci­
miento. Los ámbitos compuestos de presuposiciones siguen siendo
para mí, como siempre, más o menos impenetrables u «opacos».
34
Si bien esta opacidad general del acervü de conocimiento dentro
del mundo de la vida parece una deficiencia, desde el punto de
vista del conocimiento teórico, debe recordarse que en la actitud
natural estoy gobernado por motivos pragmáticos. Mi acervo de
experiencia me sirve para la solución de problemas prácticos, En
el pensamiento teórico, puedo hacer de Ja duda un principio meto­
dológico. En el mundo de la vida cotidiana me interesa, en cambio,
poder orientarme en mi acción de modo rutinario. Las explicita­
ciones sedimentadas en mi acervo de conocimiento tienen el ca­
rácter de directivas pava la acción: si las cosas son de tal y cual
manera, actuaré de tal y cual manera. La utilización eficaz de
esas directivas hace que no necesite buscar en todo momento nue­
vas soluciones pava los problemas, explicitaciones de horizonte, etc.,
sino que puedo actuar en cambio como ya he actuado «en tales
circunstancias». Así, aunque las directivas pueden ser, por ende,
opacas en todo su horizonte «teórico», se me aparecen en las si­
tuaciones «prácticas» como evidentemente aplicables. Su continuo
éxito «práctico» garantiza para mí su confiabilidad, y se convier­
ten en normas habituales, bajo la forma de recetas. Naturalmente,
debe observarse también que mi acervo de experiencia se transmite
socialmente en considerable medida. Las recetas ya han sido «pro­
badas» en otras partes. La primera garantía de las recetas es de
carácter social.
[C]. La estructuración del mundo
de la vida para el sujeto vivo
Gomo ya hemos dicho, el mundo de la vida es intersubjetivo desde
el comienzo. Se me presenta como un contexto subjetivo de senti­
do; aparece dotado de sentido en los actos explicitativos de mi
conciencia. El mundo de la vida es algo que debe ser dominado de
acuerdo con mis intereses particulares. Proyecto mis propios planes
en el mundo de la vida, y este resiste la realización de mis objeti­
vos, por lo cual algunas cosas se me hacen factibles y otras no.
Desde el comienzo, sin embargo, encuentro en mi mundo de la
vida a semejantes que se manifiestan no solo como organismos, sino
también como cuerpos dotados de conciencia, como hombres «"igua­
les a mi». La conducta de un semejante no es, digamos, un su­
ceso espaciotemporal, sino más bien una acción «como la mía». Es
decir, está sumergida para él en contextos de sentido, y está subje­
tivamente motivada e intencionalmente articulada de acuerdo con
sus intereses particulares y con lo que le resulta factible. Normal­
mente, en la actitud natural «sabemos» lo que otro está haciendo,
por qué lo hace y por qué lo hace ahora y en estas circunstancias.
El sentido no es una cualidad de ciertas vivencias que emergen ní­
tidamente en el flujo de conciencia, es decir, de las objetividades
constituidas dentro de este. Es más bien el resultado de mi eocpli-
35
citación de vivencias pasadas que son captadas reflexivamente des­
de un Ahora actual y desde un esquema de referencia actualmente
válido. En la medida en que estoy envuelto en vivencias y dirigi­
do hacia los Objetos a los que ellas apuntan, esas vivencias no
tienen ningún sentido para mí (¡aparte de la particular estructura
de sentido y temporal de la acción!). Las vivencias adquieren sen­
tido por vez primera cuando son explicadas post hoc y se hacen
comprensibles para mí como experiencias bien circunscritas. Así,
solo tienen Sentido subjetivamente aquellas vivencias que son pre­
sentadas por el recuerdo en su efectividad, que son examinadas
con respecto a su constitución y que son explicadas en cuanto a su
posición en un esquema de referencia a mano.8
Por consiguiente, solo en la explicitación mi propia conducta ad­
quiere sentido para mí. Pero, a su vez, la conducta de mis semejan­
tes se me hace «inteligible» mediante la interpretación en mi acervo
de conocimiento de sus gestos corporales, sus movimientos expresi­
vos, etc, con lo cual simplemente acepto como dada la posibilidad
de su conducta con sentido. Además, sé que mi conducta puede ser
explicitada por él como provista de sentido en sus actos de inter­
pretación, y «sé que él sabe que yo sé». El mundo de la vida coti­
diana es, por lo tanto, fundamentalmente intersubjetivo: es un
mundo social. Todos los actos, cualesquiera que sean, se refieren
a un sentido que es explicitable y debe ser explicitado por mí, si
deseo orientarme en el mundo de la vida. La interpretación del sen­
tido, la «comprensión», es un principio fundamental de la actitud
natural en lo que respecta a mis semejantes.
Pero no solo la acción actualmente comprehendida de mis seme­
jantes (o mía) se experimenta subjetivamente como conducta mo­
tivada y tendiente a un fin, es decir, con sentido, sino también las
institucionalizaciones de la acción en encuadres sociales. Estas se
refieren, en principio, a la acción de mis semejantes, mis prede­
cesores, ya se los explicite como seres anónimos («se lo hace de este
modo»), como legisladores individualizados, como fundadores de
religiones, etc. La acción de ellos se refiere nuevamente al sentido
que han dado a su acción.
Esto es análogamente válido para las objetivaciones de las inten­
ciones humanas en sistemas de signos y lenguaje, y también para
los resultados objetivados de actos humanos, tales como las obras
de arte. Todos ellos se refieren a actos originales de explicitaciones
reflexivas que otorgan sentido a posteriores actos de re-explicitación,
v a su transformación en algo habitual dentro de lo que mis pre­
decesores y mis colegas de tradición y de cosmovisión natural-re­
lativa® consideran como provisto de sentido y evidente,
Pero ni siquiera las herramientas son experimentadas solo como
cosas del mundo externo (lo cual también son, por supuesto), sino
B Véase Der sinnhafle Aufbau der sozialen Well, Viena, Springer,
J932; 2? ed., Viena, Springer, 1960, § 2. [Trad. al inglés por George
Watsl y Frederick Lehnert, The Phenomenology oí the Social World,
Evaristo», III,, Nortlwestern University Press, 19G7, págs, 45-96.1
9 La expresión es utilizada aquí en el sentido que 1c da Max Scheler.
36
que más bien se las considera en un esquema de referencia subje­
tivo de intereses y contextos de planes. Ellas son, para mí, una
«tenaza» o un «martillo» con los que puedo obtener ciertos resulta­
dos. Al mismo tiempo, sin embargo, apuntan a un esquema de re­
ferencia más o menos anónimo de sit utilidad «para todos», o pa­
ra un «trabajador», etc. Y sin duda es posible, en principio, hacer
referencia a los actos originarios dadores de sentido de «alguien»,
o de cierta figura histórica o mitológica que inventó la herramien­
ta. En la actitud natural, estos diversos estratos culturales de sen­
tido se adhieren siempre al objeto, aunque yo no tenga ante mi
reflexión los actos dadores de sentido.
Finalmente, como ya hemos dicho, también los objetos naturales
como tales están incluidos en el ámbito de sentido perteneciente
a la cultura. Mis experiencias de las objetividades naturales en el
mundo de la vida adhieren siempre al sentido de la capacidad bá­
sica para experimentarlas de mis semejantes, y se me aparecen en
tipificaciones lingüísticas, recetas de conducta, etc., en las cuales
las explicitaciones de mis predecesores siempre están presentes pa­
ra mí. En la actitud natural, estoy ya advertido de la historicidad
del mundo social y cultural. La cuestionabilidad del mundo so­
cial y cultural es de carácter histórico. Sus objetivaciones son atri-
buibles a hechos humanos, que pueden ser explicitados en lo que
respecta a su sentido, mediante el cual «comprendo» el propósito
de la herramienta, capto lo que representa un signo y entiendo có­
mo se orienta un hombre en su relación con un medio social.
Ahora bien; en la actitud natural, es evidente para mí que, en prin­
cipio, mi semejante, «todo el que» es como yo, experimenta subje­
tivamente, en contextos subjetivos de sentido, las resistencias y li­
mitaciones a los proyectos, así como los motivos «obvios» de los
actos, etc., que nos impone el mundo natural y social. Es también
evidente para mí que esta articulación de naturaleza y sociedad
que me trasciende y lo trasciende a él es la misma, y, por consi­
guiente, que sus contextos subjetivos de sentido, así como mis indicios
y modos de aprehensión subjetivamente experimentados, son de
un orden «Objetivo».
Cada individuo vive su ciclo vital de nacimiento, vejez y muerte;
está sujeto a las vicisitudes de la salud y la enfermedad; oscila en­
tre la esperanza y la pesadumbre. Todo hombre toma parte en el
ritmo de la naturaleza, ve el movimiento del sol, la luna y las estre­
llas, vive e] pasaje del día a la noche y está situado en algún punto
de la sucesión de las estaciones. Todo hombre tiene relaciones
mutuas con otros hombres, y es miembro de una estructura social
en la que ha nacido o a la que se ha incorporado y que existía an­
tes de él y existirá después de él. Todo sistema social total tiene
estructuras de relaciones familiares, grupos de edad y generaciones;
tiene divisiones del trabajo y diferenciaciones según las ocupaciones;
tiene equilibrios de poder y de dominio, dirigentes y dirigidos, y los
tiene con todas las jerarquías asociadas, Cada hombre puede vivir
entonces el mundo social como un sistema ordenado con determi­
nadas constantes relaciónales, aunque sus aprehensiones en pers­
37
pectiva, sus explicaciones subjetivas del orden, dependan, para iní
tanto como para él, de su posición o punto de vista, que en parte
le es impuesto y en parte está determinado por la cadena biográ­
fica cíe sus decisiones; pero a la vez, en principio, el mundo socia}
es «comprensible» para mí de otra manera.
[DI, Planes y factibilidades
Dijimos que el pensar, en la actitud natural, está determinado por
el motivo pragmático. Debemos orientarnos en el mundo de la
vida y, mientras actuamos y recibimos la acción de otros, debemos
ajustar cuentas con los datos que nos imponen lal naturaleza y la
sociedad. Sin embargo, es mediante mi acción, mediante mi activi­
dad somática y por mediación somática, como procuro modificar
lo que se me impone. Cada paso obedece al mismo precepto. El
mundo de la vida es, ante todo, el ámbito de la práctica, de la
acción. Los problemas de la acción y la elección deben ocupar, por
lo tanto, un lugar fundamental en el análisis del mundo de la vi­
da.10 En este punto, solo es preciso formular unas pocas observar
ciones para caracterizar en general el papel del motivo pragmáti­
co en la actitud natural.
En nuestro pensar del mundo de la vida estamos, ante todo, orien­
tados hacia el futuro. Lo que ya ha sucedido puede ser reinterpreta­
do, pero no es posible modificarlo. En cambio, lo que está por
venir es, en parte, ajeno a nuestra influencia (como sabemos por
nuestra experiencia anterior), pero en parte modificablc mediante
nuestros actos posibles. Este conocimiento desde luego, descansa,
en las idealizaciones del «y así sucesivamente» y del «puedo vol­
ver a hacerlo». Con respecto a los sucesos futuros que no pueden
ser influidos somos, en verdad, meros espectadores. Sin embar­
go, no por ello somos no participantes; más bien estamos moti­
vados por el dolor y la esperanza. Con respecto a esos sucesos fu ­
turos que suponemos modificablcs por nuestras acciones, debemos
decidir si queremos actuar o no, y cómo actuar si se presenta la
ocasión. No obstante, en toda situación biográfica especifica (a la
cual, naturalmente, pertenece también mi acervo de experiencia)
comprobamos que muchos elementos del mundo de la vida son
inalterables, mientras que muchos son modificablcs por mi acción.
Me encuentro en una situación espaciotesmporal y social, en un
mundo circundante natural y socialmente articulado, Como con­
secuencia de esto, surgen para mí estructuras de significatividad
que (por medio de la memoria y de mi pasado, de la decisión pa­
sada, de los actos emprendidos y de los proyectos inconclusos) se
combinan en un sistema planificado, el cual, en verdad, no es ho-
mogéneo, pero se me aparece como uniforme. A veces puede ha-
10 Véase el cap. 5 [en el vol. II de este estudio, a publicarse más ade­
lante].
38
bei1
, en el primer plano de mi conciencia, un plan que esté determi­
nado por un interés predominante. Sin embargo, siempre está ro­
deado por un horizonte de sentido al cual puedo volver a referir­
me explícitamente. Si lo hago, descubriré que el interés predomi­
nante está vinculado con otros intereses; que un objetivo a concre­
tar es un paso parcial hacia la concreción de objetivos supeiiores;
que las decisiones han resultado de decisiones anteriores. En la
vida cotidiana, los actos integran un sistema de planes de orden
superior: para un ámbito específico del mundo de la vida, para el
día, para el año, para el trabajo y el ocio, que a su vez tienen su
lugar en un plan de vida más o menos determinado. Si, por el
momento, concreto mi designio de escribir una carta a mi amigo,
entonces puedo decir sin ulterior explicación: hoy solo tengo unas
pocas horas, por esta y aquella razón; me propongo visitar pronto
Ja ciudad donde vive nú amigo, por esta y aquella razón; en los
próximos días debo resolver un problema que mi amigo conoce,
v así sucesivamente.
El hecho de que mis actos, que puedo aprehender como actos tí­
picos, han de tener consecuencias típicas, está al mismo tiempo pre­
sente para mí en mi acervo de experiencia. He escrito cartas simi­
lares a otros amigos, y ellos han reaccionado de tal o cual manera.
He escrito cartas con contenidos diferentes al mismo amigo, y
este ha reaccionado de tal o cual manera. Más simplemente aún:
mediante lo que escribo, he logrado provocar una alteración irre­
vocable en mi mundo circundante, por pequeña que sea. Toda
acción en mi mundo circundante lo modifica.
Además, es también obvio para mí que (si deseo escribir a mi ami­
go) debo emprender toda una serie de acciones componentes que
son fines subordinados, dirigidos hacia un objetivo superior. Debo
escribir señales específicas; no puedo simplemente imaginar la car­
ta. Solo puedo elegir entre unas pocas posibilidades, que conozco
por mi experiencia anterior: lapicera, lápiz, máquina de escribir,
cada una de las cuales tiene a su vez un horizonte de sentido que
ya ha sido explicado, como la impersonalidad, la indiferencia, etc.
Estas posibilidades me obligan a su vez —cada una según mis in­
tereses particulares, mis relaciones con mi amigo y las limitacio­
nes de la situación (escribo más o menos sobre la línea y só¡!'p
tengo un lápiz a mano)—■a tomar decisiones dentro de una jerar­
quía de planes. Si elijo la lapicera, 110 puedo escribir la misma
carta con el lápiz. Si «pido» a mi amigo cierta información, no
puedo «rogarle» que me la suministre, etc. Si mi tiempo es muy
limitado, puedo solamente escribir a mi amigo X, pero no a Y
ni a Z.
En resumen: en la actitud natural no actúo solamente dentro de
una jerarquía biográficamente determinada de planes. Por el con­
trario, veo también las consecuencias típicas de mis actos que son
también aprehendidos como típicos, y me inserto en una estructu­
ra de incompatibilidades que es vivida como obvia. Ellas son de ca­
rácter en parte ontológico (no puedo escribir cartas con los ojos),
en parte histórico (nunca «se me habría ocurrido», en el siglo xv,
39
escribir con otra cosa que con una pluma), y en parte biográfico
(no he aprendido a escribir de manera legible; debo escribir con
uña máquina de escribir). Así, las jerarquías pinamente concebi­
bles de planes se enfrentan con esferas específicas y parcialmente
iiiaherables de incompatibilidades; el resultado es un sistema de
motivaciones para alcanzar objetivos factibles.
40
2. Las estratificaciones del
mundo de la vida
Hasta ahora nos hemos ocupado del mundo de la vida cotidiana,
que definimos como esa realidad que la persona alerta, normal y
madura encuentra dada de manera directa en la actitud natural.
Así, el concepto de mundo de la vida cotidiana abarca algo más
que el concepto de «realidad eminente»1 de William James, qüe
se refiere al mundo físico perceptible por tos sentidos. Como he­
mos señalado, tanto el estrato cultural de sentido, primero que
convierte a los Objetos físicos en objetos de la experiencia inge­
nua, como el mundo social cotidiano pertenecen también al muni­
do de la vida cotidiana. Sin embargo, el mundo de la vida abarca
más aún que la realidad cotidiana. El hombre se hunde en el sueño
día tras día. Abandona la actitud natural cotidiana para entregarse
a mundos ficticios, a fantasías. Puede trascender la cotidianidad
por medio de símbolos. Finalmente, como caso especial, puede mo­
dificar conscientemente la actitud natural. Ahora bien, podemos
pensar el concepto de mundo de la vida tan ampliamente que in­
cluya todas las modificaciones de actitudes y estados de alerta, o
sea la tensión de la conciencia presente en el adulto normal. Tam­
bién podemos contrastar el mundo del pensamiento científico con
el mundo de la vida de la experiencia natural. Se trata, en definiti­
va, de una cuestión terminológica. Es sumamente importante, sin
embargo, describir la estructura de los ámbitos cuasi-ontológicos
de realidad que son vividos por el adulto normal y alerta. Al ha­
cerlo, debemos dejar de lado los problemas especiales del mundo
del niño y de las realidades patológicas. Debe quedar establecido
también que el mundo de la vida cotidiana es el ámbito de reali­
dad eminente, y que la actitud natural es la actitud fundamental
del adulto normal.
La parte de nuestra investigación que exponemos en la sección si­
guiente está dedicada a describir este ámbito, el cual reviste sin­
gular importancia para las ciencias sociales. En la segunda sección
de este capítulo analizaremos la estratificación temporal, espacial
y social de este ámbito; pero tenemos que investigar especialmente
la estructura cuasi-ontológiea del mundo de la vida, entendida en
el sentido más amplio.
t [William James, Principies of Psychotogy, & Nueva York, Henry, 2
vols., 1890, vol. II, cap. 21.]
41
[A]. Ambitos de realidad con una
estructura finita de sentido
1. El acento de realidad
En un conocido capítulo de su obra The Principies of Psycholo-
gy,2 William James sostenía que la realidad no es nada más que
un conjunto de relaciones con nuestra vida activa y emocional. La
fuente de toda realidad es subjetiva; todo lo que despierta nuestro
interés es real: llamar a un objeto real significa que este se en­
cuentra en una relación definida con nosotros. «En síntesis, la pa­
labra “real” es una orla de sentido». Nuestro primer impulso es
tomar como inmediatamente real todo aquello a lo que nos refe­
rimos, en la medida en que no sea contradicho. Sin embargo, debe
haber varios —probablemente infinitos— órdenes diferentes de
realidad que, en un momento dado, tienen un especial estilo de
£Cr, característico de ellos solamente. James los llamaba «subuni-
versos».8 Cita como ejemplo el mundo del sentido —es decir, el
mundo de los objetos físicos (al que considera el orden principal
de realidad)—, el inundo de la ciencia, el mundo de las relaciones
ideales, el mundo de los ídolos, los diversos mundos sobrenatura­
les de la mitología y de la religión, los variados subuniversos de
sentidos individuales, y los mundos de los visionarios y de los locos.
En la medida en que se le presta atención, cada uno de esos mun­
dos es real a su manera; pero tan pronto como se le retira la aten­
ción, el mundo desaparece como realidad. Según James, todas las
proposiciones, sean atributivas o existenciales, son creídas por el
mero hecho de ser pensadas, mientras no discrepen con otras pro­
posiciones en las que se cree al mismo tiemoo fafirman que sus
términos son idénticos a los de otras proposiciones). Así, por ejem­
plo, el mundo del juego de una niña es «real» mientras no se lo
perturba. La niña es realmente la «madre» y su n^uñeca es «real­
mente» un bebé. En el mundo de la producción artística, el Caba­
llero, la Muerte y el Diablo tienen existencia real en el grabado
de Dinero, es decir, tienen existencia en el ámbito de sentido de
la fantasía artística. En la realidad del mundo externo, son «re­
presentaciones» pictóricas. Durante la función, Hamlet es real pa­
ra nosotros como Hamlet, no como el actor X que «representa» a
Hamlet.
Munido de estas ideas respecto del carácter de la realidad, James
aborda problemas esenciales, que son también importantes para
nuestras consideraciones. De todos modos, James se movió delibe­
radamente dentro de los límites de un nivel psicológico de inves­
tigación; ahora desarrollaremos en otra dirección sus pasos ini­
2 Ibid., págs. 282-322. [Véase también «Sobre las realidades múltiples»,
en Schutz El problema de la realidad social, pág. 197 y sigs. de la ver­
sión castellana. (N . del E ) ]
3 Ibid,, cap. 21.
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  • 1. Las estructuras del mundo de la vida Alfred Schutz Thomas Luckmann Amoffortu editores Buenos Aires
  • 2. BIBLIOTECA DIGITAL TEXTOS SOBRE SOCIOLOGÍA PRIMEROS SOCIÓLOGOS CIENTÍFICOS Y LAS CORRIENTES BIOLOGÍSTAS FICHA DEL TEXTO Número de identificación del texto en clasificación sociología: 1447 Número del texto en clasificación por autores: 35243 Título del libro: Las estructuras del mundo de la vida Autor: Alfred Schütz y Thomas Luckmann Editor: Amorrortu Editores Registro de Propiedad: ISBN: 84-610-1065-5 Año: 1973 Ciudad y País: Buenos Aires – Argentina Número total de páginas: 311 Fuente: https://ebiblioteca.org/?/ver/144283 Temática: Alfred Schutz 1899 - 1959
  • 3. Director de la biblioteca de sociología, Luis A. Rigal The Structures of the Life-World, Alfred Schutz y Thomas Luckmann © Ilse Schutz y Thomas Luckmann, 1973 Traducción, Néstor Míguez Revisión, Ariel Bignami Unica edición en castellano autorizada por Ilse Schutz, Nueva York, y debidamente protegida en todos los países. Queda hecho el depósito que previene la ley n9 11.723. © Todos los derechos de la edición castellana reservados por Amorrortu editores S. A., Icalma 2001, Buenos Aires. La reproducción total o parcial de este libro en forma idéntica o modificada, escrita a máquina por el sistema multigraph, mimeó- grafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. Industria argentina. Made in Argentina. ISBN 84-610-1065-5
  • 4. Prólogo Tilomas Luckmann Alfred Schutz murió en la primavera de 1959, a los sesenta y un años. La muerte lo sorprendió cuando estaba preparando el libro que tenía planeado desde hacía un tiempo, en cuyos preliminares había comenzado a trabajar intensamente a principios y mediados del año anterior a su muerte. La intención que alentaba este pro­ yecto era reunir los resultados de sus investigaciones sobre la es­ tructura del inundo de la vida cotidiana, y presentar en una sola exposición orgánica lo qüe aún se hallaba disperso en varias pu­ blicaciones. Este libro, Las estructuras del mundo de la vida, fue escrito, pues, en circunstancias no habituales. Los planes trazados por Schutz antes de morir estaban lo bastante maduros como para incluir un esbozo general del contenido, referencias detalladas a su obra pu­ blicada y de qué manera integrarla en el libro, así como bocetos y aide-mémoires de análisis todavía no efectuados. Guando su viu­ da examinó estos materiales conmigo, convinimos en que su pu­ blicación sería de considerable utilidad para quienes estudiaran la obra de Schutz, y podía ser indispensable para los investigadores interesados en una reconstrucción y una interpretación exactas del opus filosófico y sociológico de aquel. También comprendimos, sin embargo, que esa publicación póstuma nunca podría cumplir, ni siquiera aproximadamente, con los propósitos que.guiaron a Schutz en su propia concepción del libro. Pese a ello, en mi carácter de ex discípulo de Schutz y de persona cuyo pensamiento recibiera su decisiva influencia, acepté retomar la tarea donde él la había dejado. Aunque sospechaba haberme embarcado en una misión difícil, .aún ignoraba hasta qué punto lo sería. Para completar Strukturen der Lebenswelt, a las dificultades de la revisión póstu­ ma de los manuscritos de un gran maestro por su discípulo se su­ maban los problemas de la colaboración entre dos autores desigua­ les: uno, muerto; el otro, vivo. Uno, que contemplaba retrospec­ tivamente los resultados de muchos años de esfuerzos singularmen­ te concentrados y dedicados a resolver los problemas que iban a ser abordados en el libro; el otro, beneficiario de esos esfuerzos. Uno, un maestro siempre dispuesto a corregir sus análisis pero aho­ ra imposibilitado de hacerlo; el otro, un alumno que vacilaba en enmendar dichos escritos* pero a quien los estudios que prosiguió en la dirección indicada por el maestro obligaban a volver oca­ sionalmente a los comienzos, En cierto sentido, este libro es la Summa de la vida de Schutz, y como tal es suyo exclusivamente. En otro sentido, es la culmina­ 7
  • 5. ción de la obra de muchos autores, entre los cuales Schutz es el más importante y yo apenas el último, Sin embargo, el análisis de las estructuras de la vida cotidiana no termina.aquí. Es la inter­ minable tarea de una philosophia perennis y de una teoría histó­ rica de la sociedad. Schutz continuó estudiando la frontera entre la filosofía y la cien­ cia social desde 1932, cuando Springer, en Austria, publicó su primera obra importante, Der sinnhafte Aufbau der sozialen Welt, Austria fue el país donde nació, donde pasó su infancia y juventud, donde cumplió su servicio militar en la Primera Guerra Mundial, donde efectuó sus estudios jurídicos, económicos y filosóficos y tu­ vo sus primeros empleos en la abogacía y la banca. Entre su pri­ mer libro (el único publicado durante su vida) y el p kn para un segundo transcurrió un cuarto de siglo. Durante esc lapso conoció a Husserl, quien había leído su libro con gran interés y lo invitó a ser su adjunto en Friburgo, oferta que Schutz tuvo que declinar. Eran los primeros años del fascismo y el nazismo. Schutz se tras­ ladó a París antes de que Hitlcr ocupara Austria. En 1939 emigro a Estados Unidos de América, acompañado por su esposa, con quien inició una nueva existencia en condiciones que no eran ha­ bituales para él. En esto, su destino fue el de muchos otros sabios europeos. Lo insólito, sin embargo, fue que reconstruyó sus carre­ ras de abogacía y economía en su nuevo país, prosiguió sus inves­ tigaciones y además comenzó a dar conferencias en el Gradúate Faculty de la Nueva Escuela de Investigaciones Sociales de Nue­ va York, institución que, presidida por Alvin W. Johnson, se ha­ bía convertido en un refugio para muchos sabios exiliados. Sólo durante los últimos años de su vida redujo Schutz sus otras acti­ vidades para aceptar, en 1952, una cátedra en esa institución, Pese a tantas perturbaciones externas, Schutz ocupó ese cuarto de siglo de sn vida con una investigación intensiva de los fundamentos de las ciencias sociales. Adquirió la creciente certeza de que la solución adecuada para los problemas metodológicos básicos de las ciencias del hombre solo podría hallarse en una descripción precisa de la peculiar constitución humana del «objeto de estudio» de esas ciencias. Se afirmó en su convicción inicial de que la fe­ nomenología de Husserl ofrece un método riguroso para el análi- lisis descriptivo de la constitución del mundo de la vida cotidiana en la experiencia humana; pero advirtió que faltaba aplicar el método fenomenológjco al mundo social, el producto de la acción simbólica del hombre y deI trabajo materia}. Así, Schutz se basó en el pensamiento de Husserl, pero en su intento de aclarar la re­ lación entre los métodos y las teorías de la ciencia social y su base empírica, el mundo dé la vida cotidiana, aplicó anticipadamente a las ciencias sociales ideas que Husserl elaboró en sus últimos tiempos, y que se conocieron plenamente solo después de publi­ carse los importantísimos «manuscritos de la crisis» en Die ICrisis der europnischen Wissemchnften und die transzeridentole Phtino- menologie (1954). Con todo, Schutz no fue únicamente un filó­ sofo fenomenológico. Fue también un científico social preparado 8
  • 6. en derecho, economía y sociología. Adhirió al individualismo me. todológico de Max Weber y comprendió la importancia estratégi­ ca de una adecuada teoría de la acción humana para ía metodo­ logía de la ciencia social. A este respecto, la obra de Schutz es una notable continuación de una preocupación fundamental de We­ ber. Sin embargo, no cabe duda de que el pensamiento original y las investigaciones sistemáticas de Schutz lo llevaron un nuevo territorio, donde quizá ni Husserl ■ —cuyo conocimiento de las cien­ cias sociales no era comparable a su saber en ciencias físicas (ni a su dominio de matemática y lógica)— ni Weber —cuyo pensa­ miento nunca abandonó totalmente premisas filosóficas neokan- íianas convencionales— habrían querido seguirlo. En ese territo- iio, Schutz fue un precursor, y una generación de jóvenes inves­ tigadores transita por caminos que él abrió. Los treinta o más ensayos y artículos posteriores al Sinnhafte Aufbau que aparecieron durante su vida fueron publicados en in­ glés (excepto unos pocos en alemán, francés y español) en diver­ sas revistas filosóficas y sociológicas y en volúmenes dedicados a simposios.1Abordan una gran variedad de problemas, que van des­ de la intersubjetividad, los signos y los símbolos, el lenguaje, las tipificaciones y el conocimiento, fes realidades «múltiples» y la ac­ ción social, hasta la metodología de las ciencias sociales y análisis críticos de William James, Max Scheler, Jean-Paul Sartie y, por supuesto, Husserl. El alcance y lia variedad de temas revelan, los intereses de un espíritu amplio, aunque la forma dispersa en que tales artículos fueron publicados pueda dar la impresión super­ ficial de un opus fragmentario. Esta impresión es engañosa. El esquema básico del pensamiento de Schutz, tal como aparece en el Sinnhafte Aufbau, fue enriquecido, pero no modificado básicamente, por las nuevas influencias inte­ lectuales que obraron sobre él; por ejemplo, su encuentro con el pragmatismo norteamericano, especialmente con William James y George Herbert Mead. Quien lea con cuidado sus diversos en­ sayos observará que la obra de Schutz continuó en la dirección in­ dicada por su primer libro; la unidad de su pensamiento surge con gran claridad comparando el Sinnhafte Aufbau con el plan para Strukturen der Lebensweh. Las investigaciones emprendidas por Schutz durante el cuarto de siglo transcurrido entre su primer libro y el plan para el segundo pueden ser consideradas como va- 1 La mayoría de estas publicaciones fueron reimpresas después de su muerte, entre 1962 y 1966, por Martinus Nijlioff, de La Haya, en los tres volúmenes ele ensayos de Schutz que fueron compilados, sucesivamen­ te, por su discípulo Maurice Natanson, su colega Arvid Brodersen y su esposa Ilse Schutz [víase la nota 2 de pág. 17 (N. del E.)). Véase una bibliografía detallada en el apéndice al segundo volumen de esta obra [aún inédito], o las bibliografías de la selección de trabajos de Schutz, On Phenomenology and Social Relations, compilada por otro de sus ex discí­ pulos, Hclmut Wagner (Univcrsity of Chicago Press, serie «Herencia de la sociología», 1970), o la bibliografía adjunta a los ensayos en memo­ ria de Alfred Schutz, Phenomenology and Social Reality, ed. por Maurice Natanson {La Haya, Martinus Nijhoff, 1970). 0
  • 7. ilaciones sobre el tema principal del primero, tal vez como trans­ posiciones a diferentes tonos, o bien, en ocasiones, como desarro­ llos de temas inicialtnente secundarios'. Contemplada retrospectiva­ mente y teniendo a la vista el esbozo de la obra posterior, la bús­ queda de Schutz durante ese período puede ser considerada tam­ bién como la indagación, hecha por Una mente de singular cohe­ rencia, de problemas ya planteados o tocados en su obra anterior. No hay duda de que la recapitulación final de su pensamiento y su obra, concebidos como descripción sistemática del m undo del sentido com ún en cuanto realidad social,2 estaba destinada a en­ contrar firme fundamento en la resolución de esos problemas. Es evidente que Schutz consideraba como presuposiciones necesarias de esta S u m m a Jos minuciosos análisis de las actividades objetiva- doras de la conciencia humana y de sus resultados más importan­ tes, las tipificaciones, y los signos y símbolos en la comunicación intersubjetiva. Basándose en el análisis de Husserl y el suyo pro­ pio acerca de la orientación humana en el espacio y el tiempo, así como en sus investigaciones sobre la experiencia de los «semejan­ tes» en situaciones cara a cara, logró develar los estratos de esas estructuras elementales de la vida cotidiana que sirven de cimien­ to a la experiencia social, el lenguaje y la acción social, y por en­ de, al complejo mundo histórico de la vida humana. Es de lamentar que Schutz no haya podido cumplir los planes de lo que, con un poco de exageración, podríamos llamar el term inus ad quera de su vida como filósofo y científico social, Probablemen­ te sea fútil especular sobre qué forma definitiva y formulaciones finales habría presentado exactamente el libro si hubiera tenido tiempo de terminarlo, pero acaso sea necesario destacar al&O que debe quedar claro. Esto libro no puede ser el que habría tesciíto Schutz, Ni siquiera es el libro que yo creo que él habría escrito: la inmersión total de mi pensamiento y mi obra en su plan era algo imposible y que, estoy seguro, Schutz no habría deseado en estas circunstancias. Por otra parte, he procurado ser lo más fiel posible a la intención básica del proyecto; el análisis de las es­ tructuras de la vida cotidiana. El plan inicial de capítulos y secciones era el siguiente: C apitulo 1: E l m undo de la vid a de la a ctitu d natural • A. Como fundamento incuestionado de la actitud natural B. Lo presupuesto y lo problemático C. Una situación estructurada para el sujeto de la vivencia D. Los planes y lo factible C apitulo 2: Estratificaciones del m undo de la vida A. Espacial B. Temporal 2 Este es, dicho sea de paso, el titulo de un breve y sumamente perspi­ caz análisis del pensamiento de Schutz realizado por su amigo Aron Gur- wilsch y publicado en Social liósearch, vol. 29, n5 1, primavera de 1962, págs. 50-62. 10
  • 8. C. Social D. Ambitos de realidad con una estructura de sentido finita K. Sistemas de signos y símbolos F. Ambitos de significatividad (?) C apitulo 3; E l conocim iento del m undo de ¡a vida. Significativi­ dad y tipicidad A. El acervo de conocimiento a mano y su estructura B. La situación. C. Interés determinado por un plan D. Significatividad E. Tipificación F. Tipicidad, acervo de experiencia y conocimiento del futuro G. La tipicidad en cuanto es condicionada por la significatividad H. Tipos del mundo social I. Socialización del desarrollo de tipos C apítulo 4: E l m undo de la vida com o ám bito de> la praxis, A. Comportamiento, acción y motivo D. El proyecto C, Elección entre proyectos D, Acción recíproca E, Interpretación de los actos F, Los actos en el mundo circundante y en el mundo de los con­ temporáneos G, Acción racional C apítulo 5: L os elem entos trascendentes del m undo de la vida y su dom inio m ediante los signos y los sím bolos A. Introducción: los signos y los símbolos como componentes del mundo de la vida B. Revisión del tratamiento del problema en la literatura sobre el tema C. Desarrollo y aplicación de la teoría husserliana de la «presen­ tación D. Teoría de los órdenes múltiples de Bergson E. Los signos y la vivencia de la trascendencia: (I) solitaria F. Los signos y la vivencia de la trascendencia: (II) intersubjetiva G. El mundo presupuesto interpretado mediante signos: com­ prehensión, manifestación, comunicación II. Trascendencia de la naturaleza y la sociedad. Realidades múl­ tiples: el símbolo I. Símbolo y sociedad C apitulo 6: L as ciencias en el m undo de la vida A. El mundo de la vida como fundamento incuestionado de la ciencia 1 B. Hacia una fenomenología de la actitud natural C. Ciencia de la naturaleza y ciencia social D. ¿Cuál es e) 'objeto de la ciencia social? 11
  • 9. E, El científico social y su situación F. La interpretación del mundo social por el mundo dé la vida y por la ciencia G. Postulados de las elaboraciones conceptuales científico-sociales H, La unidad de ía ciencia y el problema de la continuidad He seguido la estructura general del plan de Schutz, con dos ex­ cepciones importantes. La estructura interna del tercer capítulo, referente al acervo subjetivo de conocimiento, difiere un poco de la proyectada por Schutz; y lo más importante es que dos seccio­ nes relativamente secundarias del plan original para este capítulo —«obre las tipificaciones de la realidad social y sobre la socializa- ción de tipos— han sido más desarrolladas. Los análisis adiciona­ les de los problemas planteados en estas secciones pronto demos­ traron la necesidad de un tratamiento sistemático, El resultado de ello fue iin capítulo totalmente nuevo: el actual capítulo 4, sobre el conocimiento y la sociedad. El otro cambio importante proviene de mi decisión de renunciar al proyectado capítulo final sobre la metodología de las ciencias sociales. Los planes de Schutz no pa­ recen haber ido mucho más allá de lo que expuso sistemáticamente en el ensayo sobre la interpretación de sentido común y la inter­ pretación científica de la acción humana; tampoco proporcionan suficientes detalles acerca de cómo se proponía continuar. Por ello, no me creí capaz de desarrollar con éxito el análisis de este pro­ blema de un modo totalmente compatible con las ideas de Schutz {en otro lugar he formulado mis propias ideas sobre el tema). En muchos casos, empero, me atuve al detalle de los planes de Schutz para cada capítulo. Guando no lo hice, el cambio fue- dic­ tado por las exigencias intrínsecas del análisis y la sistematización de la exposición. Quisiera agregar que estoy casi seguro de que el mismo Schutz no habría vacilado en introducir cambios de esté tipo. Gomo autor más joven, por supuesto, tuve que pensar dos veces lo que él habría pensado una sola. No es posible mencionar aquí esos cambios uno por uno. En algu­ nos casos, incluso a mí me resultaría difícil reconstruir el grado en que guardo fidelidad literal a los detalles del plan original. En los apéndices al segundo volumen se reproducirán los planes ori­ ginarios de Schutz, sus borradores y todo otro manuscrito perti­ nente. Los lectores interesados en estos asuntos, los eruditos que quieran conocer con precisión los escritos de Schutz y todo el que desee comparar la fidelidad a las intenciones con las desviaciones en los detalles, deberán consultar tales apéndices. Para la orientación general del lector, sin embargo, será útil dar aquí una idea global del plan de Schutz, y caracterizar brevemen­ te los borradores y manuscritos. El plan consiste en tarjetas de distintos colores (cada color diferencia entre tarjetas con títulos de capítulos, tarjetas correspondientes a secciones y subsecciones, y tarjetas numeradas referentes a diversos artículos). Los borrado­ res y manuscritos consisten en referencias a y extractos de los ma­ nuscritos de Husserl en Lovaina (Serie A: 6001-6073), Buffalo 12
  • 10. (B I 15: 6100-6159 y B 16: 6160-6186), y en extractos de la Krisis de Husserl (7001-7076). Hay otra referencia al Brief Boehm. Algunas tarjetas introducidas en el plan general contienen referencias al Grosses Relevanzma- nuskript (que fue más tai-de revisado por Richard Zaner y publi­ cado postumamente en inglés con el título de Reflections on the Problem of Relevance [New Haven: Yale University Press, 1970] y en alemán cori el de Das Problem der Relevanz [Francfort, 1971]), así como a la sección X del manuscrito sobre la significatividad y al que trata de los «Leerstelle», o sea los «vacíos», adjunto al primero. Los manuscritos expresamente escritos como preparación de Strukturen consisten en seis cuadernos de notas en alemán. Schutz se proponía escribir el libro en alemán, y probablemente sea esta la razón por Ja cual eligió también oste idioma para su labor preparatoria. Dicho sea de paso, esta es también la razón de que yo haya utilizado el alemán para redactar el libro. Los cuadernos contienen materiales de diversos grados de impor­ tancia. En parte consisten en traducciones alemanas de términos y pasajes dé artículos de Schutz en inglés, fragmentos breves de diversos autores sobre los problemas que interesaban a Schutz, aide-mémoires sobre esos autores, y planes detallados para restruc- turar algunos análisis de su obra publicada, con la finalidad evi­ dente de integrarlos mejor en el esquema global del libro proyec­ tado, Estos planes parecen haber sido seguidos en parte en el deta­ llado esquema de capítulos y secciones que luego anotó en las tarjetas de índices mencionadas. Más interesante aún es el hecho de que los cuadernos contienen revisiones de algunos lincamien­ tos analíticos de su obra publicada, que a veces van más allá de las cuestiones de estilo. Y lo más importante es que también con­ tienen esbozos de nuevas líneas de análisis, y el reconocimiento explícito de problemas que se dejan nlanteados para su posterior solución. El manuscrito I (Bar Harbor, Maine, 1957) se refiere principalmente a la teoría de la significatividad; el manuscrito II (Seelisberg, Suiza, 12-16 de agosto de 1958) trata sobre todo la teoría de la acción y se basa en El sentido común y la interpreta­ ción científica de la acción humana. La elección entre diversos tproyectos de acción y Formación de conceptos y teorías en tai ciencias sociales; ,el manuscrito III (Seelisberg, 17-18 de agosto de 1958) aborda el mismo problema y también se basa primordial­ mente en los artículos mencionados; el manuscrito IV (Seelisberg, 19-27 de agosto de Í958) está dedicado en lo fundamental a los problemas de la teoría de la comunicación y se basa en Símbolo, realidad y sociedad; el manuscrito V (Minnewaska, N.Y., octubre 26-noviembre 9 de 1958) tiene como origen principal el mismo artículo y trata el mismo problema, pero incluye también cues­ tiones sobre las realidades múltiples, la «trascendencia» y, nueva1 mente, la teoría de la significatividad; el manuscrito VI (Nueva York, 9-14 de noviembre de 1958) es una continuación del V. Los cuadernos fueron transcritos por la esposa de Schutz. Mi vinculación con Strukturen der Lebenswelt abarca la mayor 13
  • 11. parte de mi vida adulta, peró se la puede relatar brevemente. A principios de la década de 1950, después de estudiar varios años lingüística, literatura, psicología y filosofía en otras partes, llegué a Nueva York para trabajar en filosofía y luego en sociología, en-el Gradúate Faculty de Ja Nueva Escuela de Investigaciones Sociales. Algunos de mis maestros fueron Karl Lowith, K urt Riezler, Kurt Goldstein, Dorion Cairns y tres sabios que gravitaron en ini pen­ samiento posterior de manera muy directa, Uno de ellos era Cari Mayer, destacado especialista en Max Weber y sociólogo de la re­ ligión, que ejerció gran influencia principalmente a través de la enseñanza. Otro era Albert Salomon, cuyo enorme conocimiento y gran pasión por la historia de fes ideas políticas y sociales ins­ piró a estudiantes de las más diversas procedencias, El tercero fue Alfred Schutz. Aprendí mucho de esos hombres, y aunque me resulta imposible discernir por separado en qué medida estoy en deuda con cada lino de ellos, tal vez haya una diferencia. Concurrí a los semina­ rios de Schutz varios años; mantuve correspondencia con él so­ bre los bosquejos de algunas de mis obras; leí la suya una y otra vez; adapté para su publicación en inglés un capítulo fundamen­ tal de su Sinnhafte Aufbau', escribí introducciones y análisis de su obra; incorporé los resultados de sus análisis a varios escritos míos y, finalmente, trabajé durante años en Strukturen der Lebenswelt: por todo eHo hay zonas enteras de mi pensamiento, especialmente en la teoría de la acción y la comunicación, en que me resulta muy difícil señalar con certeza qué no es suyo. Corresponde que, al relatar la historia de esos años, aproveche la ocasión para agradecer a Aron Gurwitsch por su cuidadosa lectura de los borradores iniciales de extensas partes de este libro. Aunque Gurwitsch nunca fue formalmente mi maestro, aprendí mucho de él, en especial cuando fuimos colegas en el Gradúate Faculty de la Nueva Escuela de Investigaciones Sociales, entre 1960 y 1965 (re­ cuerdo con placer nuestra colaboración en un seminario sobre Schutz). Fue por consejo suyo que eliminé del manuscrito toda una sección sobre las fronteras del mundo social, originariamente escrita por mí para incluirla en Strukturen, pero en la cual llega­ ba a conclusiones con las que —como señaló Gurwitsch— era poco probable que Schutz estuviera de acuerdo. Fue publicada, en cambio, en el volumen Phenomenology and Social Reality: Fssays in Memory of Alfred Schutz, compilado por Maurice Na- tanson (La Haya: Martinas Nijhoff, 1970). He suprimido también de este primer volumen una sección, refe­ rente al lenguaje en la vida cotidiana y destinada a constituir una parte fundamental del análisis de la conexión entre diversos ám­ bitos finitos de sentido, al final del segundo capituló. Al redactar­ la, su tamaño aumentó desproporcionadamente y se convirtió en un análisis de la constitución del lenguaje en la vida cotidiana! La incorporaré al sexto capítulo de Strukturen (en el volumen II), al cual corresponde más lógicamente en su forma actual. Si­ tuada en un contexto algo distinto, constituye el núcleo de mi 14
  • 12. contribución a Life-World and Consciousness: Essays for Aron Curwitsch, ed. por Lester E. Embree (Evanston, III.: Northwest- ern University Press, 1972). Desgraciadamente, esto deja incon­ cluso el análisis de los vínculos entre los ámbitos finitos de senti­ do, y con cito Ja parte final del segundo capítulo. Se sugiere al lector consultar el segundo volumen. No aprovecharé la ocasión para agradecer a la señora Ilse Schutz, ya que esto sería superfluo. Ella integra demasiado íntimamente la vida de Schutz, aun su vida intelectual, y está, demasiado inex­ tricablemente ligada a los intentos de convenir su legado en reali­ dad para que nadie —ni siquiera alguien estrechamente vinculado con esos intentos— pueda permitirse agradecerle por lo que es ahora parte de su vida. En 1960, un año después de morir Schutz, regresé a la universi­ dad donde había estudiado. Allí enseñé hasta 1965 en el departa^ mentó que había sido el de Schutz, y volví nuevamente en el pe­ ríodo lectivo de 1966. El borrador original de los primeros cuatro capítulos de Strukturen fue escrito en este lapso, y la mayoría de los tres primeros capítulos en 1963-64, durante una licencia (que pasé en la Selva Negra alemana). Después, y hasta 1970, enseñé en Francfort y me dediqué a revisar dicho borrador. El manuscri­ to definitivo fue enviado a Richard Zaner y H. Tristram Engel­ hard (h.), con quienes tengo la suerte de contar como traductores, Finalmente, tal vez el lector quiera saber cuál es la fecha proba­ ble de aparición del segundo volumen, que contendrá los dos ca­ pítulos sobre la acción social y sobre los signos, los símbolos y la comunicación, así como los apéndices con los materiales origina­ rios de Schutz para el libro. Probablemente sea aventurado hacer predicciones. Sin embargo, creo que en esta primavera * comple­ taré la redacción final de esos capítulos, y que el segundo volumen aparecerá dentro de un año. * La de 1973, fecha en que se entregó a la imprenta la edición en inglés del libro. Hasta el momento de publicarse esta versión castellana no te­ nemos noticia de que el anunciado segundo volumen haya aparecido. (N. del E.)
  • 13. Introducción de los traductores al inglés Richard M. Zaner H, Tristram Engclhardt (h.) Como indica el prólogo del profesor Luckmann, Las estructuras del mundo de la vida es la culminación de veintisiete años de la­ bor de Alfred Schutz, y abarca el fruto de su trabajo entre 1932 y 1959, año de su muerte. Representa el esfuerzo fundamental de Schutz por lograr una comprensión global de la índole de la rea­ lidad social. A diferencia de su primer libro, Der sinnhafte Aufbau der sozialen Welt,1 este estudio es un análisis más detallado y bá­ sico de los fundamentos de las estructuras sociales. Además, la crítica inicial de Weber y la apropiación de ideas tomadas de la fenomenología de Husserl habían madurado durante más de un cuarto de siglo y se habían convertido en un enfoque totalmente original de esos fenómenos. Las estructuras del mundo de la vida presenta una elaboración de temas apenas esbozados en el primer libro de Schutz y en sus artículos.2 Cosa más importante aún, pre­ senta una integración de su teoría de la signiíicatividad a su aná­ lisis de lias estructuras sociales. El análisis del papel de la signifi- catividad en la estructuración del mundo de la vida apareció, en forma un tanto incompleta, en la publicación postuma de Reflec- tions on the Problem of Relevance,B donde por primera vez se ofrecía un examen sistemático del fenómeno, aunque fuera esque­ máticamente. En el presente volumen esc examen es ampliado y situado en el marco más general del proyecto fundamental de Schutz: brindar una descripción fenomenológica del mundo de la vida. En muchos aspectos, este libro es también una brillante síntesis de su pensamiento. Por la profundidad y amplitud de los análisis, toca la mayoría de los temas que Schutz abordó durante su vida, tales como: la dimensión espacial y temporal del mundo de la 1 Alfred Schutz, Der sinnha/le Aufbau der sozialen Welt, & Vicna, Springcr, 1932; 2® ed., Viena, Springer, 1960. [Trad. al inglés por George Walsh y Frcderick Lehnert, The Phetiom.enology of the Social World, Kvanston, 111., Northwestern University Press, 1967.] (Agregamos el sig­ no A cuando se cita por primera vez en las notas de cada capítulo una obra que tiene versión castellana. La nómina completa se encontrará en la Bibliografía en castellano al final del volumen.) 2 A. Schutz, Collected Papers, La Haya, Martinus Nijhoff, vol. t: The Problem of Social Reality, £ ed. por Maurice Natanson, con prólogo de H.L. van Breda, 1962; vol. II: Studits in Social Theory, ed. por Ar- vid Brodersen, 1964-; vol. III: Studies in Pkenomenological Philosophy, cd. por Ilse Schutz, con una Introducción de Aron Gurwitscli, 1966. 3 A. Schutz, Refiections on the Problem of Relevante, ed. por Richard M. Zaner, New Haven, Conn., Yale University Press, 1970. 17
  • 14. vida, las estructuras de la fantasía y el sueño, el origen de Ja sin­ gularidad de las biografías individuales, el acervo de conocimiento, el tipo y la tipicidad, el origen y desarrollo de las primeras reía-, ciones sociales, etc. Visión final de un gran filósofo, el libro desa­ rrolla las nociones de «acento de realidad» y «estilo de la viven­ cia o de la cognición», al caracterizar los diversos ámbitos de sentido, los mundos del sueño, la fantasía y la vida cotidiana. Con­ ceptos fundamentales como los de «curso de vida» (es decir, la corriente del vivir cotidiano), las «orientaciones Tú y Ellos», etc., son elaborados e integrados en el contexto de la descripción que hace Schutz de las estructuras del mundo presupuesto en la vida cotidiana. Como él mismo destacó muchas veces, la vida cotidiana implica intrínsecamente la suspensión de las dudas acerca de la realidad dei mundo. Invoca una especie de gpojé, la puesta entre parén­ tesis de una actitud crítica. Como empeño fenomenológico, el es­ tudio de Schutz se enfoca de manera explícita en esa epojé im­ plícita, lo cual equivale a adoptar una segunda epojé y establecer una actitud fenomenológica crítica. Esta epojé de la epojé («na­ tural») tiene la virtud de hacer posible emprender la descripción del mundo presupuesto en la vida cotidiana. Las estructuras del mundo de la vida son aprehendidas como la trama de sentido presupuesto en la actitud natural, el contexto básico de «lo indis- cutido» —y, en este sentido, lo «tomado como evidente»— que ¡subyace en toda vida y acción sociales. Al proyectar un análisis general de estas estructuras, Schutz esperaba ofrecer una fenome­ nología desarrollada de la, realidad social, y con ello dar cuenta de los fundamentos de las ciencias sociales. Para alcanzar este objetivo se dan una serie de pasos. En el primer capítulo se examina concisamente el mundo de la vida como ám­ bito de la actitud natural, el dominio dentro del cual se presupone al mundo como «evidentemente» («indiscutiblemente») real. Schutz estimaba que esta «realidad» se experimenta como social; tal, en verdad, el quid de la obra. Por ello, el ■análisis de las es­ tructuras del mundo de la vida ofrece los fundamentos para una teoría social abarcadora. En el segundo capítulo se demuestra que la comprensión del ám­ bito del mundo de la vida revela una dimensión social central. Así, las relaciones espaciales y temporales son también relaciones socia­ les que contribuyen a estructurar el mundo en términos del en­ cuentro cara a. cara con semejantes («asociados»), meros contem­ poráneos y luego nuestros predecesores y sucesores. Los estratos bá­ sicos del mundo de la vida sustentan («fundan», en la terminolo­ gía de Husserl) estratos de sentido aún más sociales, con lo cual se socializan de manera creciente. Con esto Schutz logra señalar, no solo que las relaciones espaciales y temporales son sociales, sino también que el estilo mismo de la experiencia vivida y cognición en el mundo cotidiano es social. El mundo, con sus múltiples ele­ mentos, es aceptado como un teatro donde el conocimiento y la acción son fundamentalmente intersubjetivos. 18
  • 15. En los capítulos tercero y cuarto, que abarcan la mayor parte del volumen, se desarrolla este tema. En particular, se demuestra el carácter social y contextual del conocimiento. Primero es exami­ nado el carácter contextual y situacional de la vida cotidiana. To­ do momento de la vida consciente ocurre dentro de una situación específica, de modo que las categorías do toda determinación de toda situación tienen un origen predominantemente social. Esta­ mos siempre en una situación, y la situación está siempre social­ mente condicionada. El concepto de «situación» es diestramente desarrollado en términos de una de las nociones básicas de Schutz: las estructuras de significatividades temáticas, interpretativas y mo­ tivacionales, en las que se basa «toda experiencia y todo acto». Schutz relaciona su doctrina de la situación y de las estructuras de significatividades con sus explicaciones sobre los tipos y la ti­ picidad. Estos últimos deben ser entendidos solamente en términos de la situación en que surgen y las estructuras de significatividades que condicionaron su desarrollo. Un tipo es producido en una si­ tuación y surge como solución (o intento de solución) a problem nías concretos. Todo tipo contiene así una referencia implícita a la situación problemática de su constitución, al «estado “origina­ rio” del problema». Ese estado, sin embargo, debe a su vez su cons­ titución a las tres estructuras de significatividades. Por ende, todos los análisis de significatividad se refieren implícitamente a las es­ tructuras sociales que determinan la situación. En resumen, el con­ texto y la realidad social están entrelazados, y solo en términos de esta interdependencia se debe entender la significatividad y la ti­ picidad. De hecho, se trata de una vastísima y novedosa epistem o­ logía: una explicación fenomenológica del conocimiento conside­ rándolo básicamente social. Es ab initio una garantía contra el solipsismo. Además, Schutz reconoce que el conocimiento y la sociedad se hallan profundamente entrelazados. El conocimiento, tanto espe­ cializado como general, surge en una matriz de acción y experien­ cia compartidas y condicionadas por otros. En verdad, la realidad del mundo de la vida cotidiana, siendo una realidad social, posee estructuras sociales de significatividades en las que cada uno da nosotros ha nacido y en las que vive y «envejece» junto con sus semejantes. En su primera interacción con otros, el niño está in­ cluido en un contexto motivacional recíproco con estructuras de significatividades (objetivos, medios, actitudes) que han sido so­ cialmente delineadas y son «presupuestas». A medida que surgen socialmente significatividades motivacionales e interpretativas, se forma un acervo social de conocimiento que se objetiva en signos, marcas y lenguaje. Este análisis de la socialización del conocimien­ to tiene otra consecuencia: no solo se nos ofrece la base para una teoría social del conocim iento, sino también para una sociología d el conocim iento. Y las estructuras básicas de tal sociología sugie­ ren que el acervo de conocimiento tiene ciertas propiedades notar bles, entre ellas una de las más importantes diferenciaciones socia­ les; a saber, la distribución social del conocimiento. La diferencia- 19
  • 16. dón va desde.el conocimiento disímil que poseen los dos sexos (p. 'ej.j Una máóre explica a s ü hija el problema de la menstruación) hasta el •conocimiento que. tienen los especialistas y ■ que no está aliáloancte de lew legos. La diferencia entre el lego, el bien irífor- m adoyel especialista es una «división del trabajo» epistemológica fundamental, con vastas e importantes consecuencias para la es­ tructura de la sociedad. La distribución social del conocimiento estructura Ja sociedad y los roles sociales; establece una profunda separación y desigualdad en toda sociedad. Entre otras cosas, es básica para comprender la índole de los roles y las diferencias se­ xuales en la distribución del poder en la sociedad. Como dice Schutz, «los grupos de “expertos” constituyen uno de los catali­ zadores institucionales de la concentración de poder» (pág. 299; las páginas indicadas corresponden a este libro). Además, la dis­ tribución social del conocimiento es importante para comprender la situación de subculturas que a menudo poseen «versiones» di­ ferentes del conocimiento general y constituyen «sociedades den­ tro de la sociedad». Debe observarse también que la obra de Schutz sugiere muchas otras cuestiones, de las que él mismo se ocupó muy poco o nada. Para indicar una sola de esas esferas, podría ser muy fecunda en la elaboración de nuevas maneras de evaluar las desviaciones in­ dividuales respecto de la realidad cotidiana de la persona normal. Por ejemplo, ¿cuál es el estilo de la vivencia o de la cognición del esquizofrénico? O, ¿en qué contexto dé sentido el «acento de realidad», en lugar de caer en el ámbito fundamental de la vida alerta, cae en cambio en el ensueño ahicinatorio? Schutz alude a este problema cuando analiza las interrelaciones de Don Quijote con el molino de viento {véase capítulo 2, A, 3), Agrega la inte­ resante sugerencia de que las alucinaciones, a diferencia de los sueños, pueden ser sociales, como en el caso de la folie á deux (pág. 50); pero cuanto más nos alejamos de la realidad intersubjetiva, tanto más atrás dejamos el mundo de la vida cotidiana, que no es un mundo privado, sino «el mundo de nuestra experiencia común». Quien abandona este mundo se acerca ál autismo, al retraimiento respecto de la vida cotidiana descrito por Eugen Bleuler en la pri­ mera caracterización cabal de la esquizofrenia,4 y a la grave rup­ tura con la realidad que es típica de esta enfermedad, Otvas for­ mas de desviación aparecen como «carreras» determinadas por biografías particulares; por ejemplo, la pederastía (pág. 106). Una tipología de las enfermedades mentales centrada en las estructu­ ras de significatividades y las situaciones que les son peculiares ofre­ cería un modo de comprender los contextos de sentido de lia. lo­ 4 Demerttia Praecox oder Gruppe der Sehizophrenien, A Leipzig, Deu- ticke, 1911. [Trad, al inglés por J. Ziskin, Dementia Praecox or (he Group of Schizophrenias, Nueva York, International Univeisities Press, 1S66.J Podría mencionarse también que el excelente estudio dé Gerhard Bosch sobre el autismo infantil (Injantite Autism, Nueva York, Springer, 1970), que tojrm mucho, de la obra de Husserl, tiene gran cantidad de paraleló» cercanos con algunas nociones de Schutz. 20
  • 17. cura y proporcionaría una base filosófica para una teoría inter­ personal de la psiquiatría, (Pensamos en la obra de Harry Stack Sullivan así titulada, donde recurre a teorías como la «psicología social» de G, H. Mead.8 Las estructuras del mundo de la vida, por su mayor detalle y profundidad de ideas, sería una base mu­ cho más adecuada.) Cabría mencionar otros tipos de problemas que todavía están lejos de ser bien comprendidos, y que la obra de Schutz podría esclarecer; por ejemplo, la teoría de los valores (que, como sugirió el mismo Schutz, es una de las consecuencias importantes de su obra), la filosofía de la historia, lo que podría llamarse la «lógica del uso efectivo» (o la racionalidad de la vida cotidiana), etc. El espacio con que contamos, sin embargo, no per­ mite sino una mera mención de tales problemas. Al traducir este texto al inglés hemos procurado volcar el manus­ crito en un lenguaje adecuado a la terminología y fraseología de Schutz. Como Schutz empleó aquí distinciones en alemán que no existen en inglés, hemos apelado a diversos recursos para conser­ var su sentido. En su mayoría, esos recursos han sido usados an­ teriormente, ya sea en otras traducciones de obras de Schutz o por el mismo Schutz cuando escribía en inglés. Un breve glosario in­ cluye las palabras que han sido traducidas de manera en cierto modo i'inica;* pero en general, los lectores que conozcan traduc­ ciones inglesas de Schutz y de Edinund Husserl no encontrarán na­ da nuevo. En verdad, hay muy pocos tecnicismos, de modo que los términos elegidos son claros para cualquiera que conozca la fenomenología. Con todo, conviene advertir desde ya que algunos términos tienen una traducción peculiar de Schutz. Por ejemplo, la traducción de John Macquarrie y Edward Robinson de Ser y tiempo, de Heidegger, ha dado amplia difusión a la versión de vor- handún y zuhanden en inglés como «present at hand» y «ready to hand», respectivamente. El uso de Schutz de las expresiones «oh hand» y «ni hand» corresponde a su propio uso de vorhanden y zuhanden, que lian sido traducidos según aquel. Lo mismo sucede con la traducción de Einstellung, en algunos contextos, como «oüentfltion» (y no «atlitude»), aunque su traducción como «atti- tuele» en expresiones tales como «natura!, attitude» ya ha quedado establecida y se mantiene aquí. En general, hemos tratado en lo posible de captar el significado exacto def original sin violentar el estilo inglés; pero, dado que el desarrollo del programa de aná­ lisis de Schutz exige apreciar con cuidado el sentido de sus pala­ bras, hemos considerado que esto hace más necesaria la precisión que el estilo. El lector observará que este primer volumen termina un poco abruptamente. Esto obedece a la necesidad de publicar por sepa­ 5 Harry Stack Sullivan, T !u InterPetsonal Theory of Psychiatry, A Nue­ va Yorí;, Norton, 1953. pAgs. 16-17. * En él liemos añadido los términos correspondientes en castellano. Con­ súltese también el «Glosario de términos principales» (inglés/castellano) incluido en Estudios sobre teoría social, A págs. 272-73. (¿V. del E.) 21
  • 18. rado los capítulos 5 y 6. Gomo resultado de ello, se interrumpe donde se proyectaba continuar el análisis en otro capítulo. Sin embargo, tiene una unidad temática derivada del examen de las estructuras del mundo de la vida mediante el análisis del pápe] del conocimiento en el mundo de la vida. El análisis de la acción y del lenguaje en el segundo volumen prosigue dicho examen sin suplantar los resultados del primero. Esta es, entonces, una obra autónoma. El hecho accidental de presentarse aislada puede re­ sultar incluso provechoso, permitiendo que quien estudia a Schutz ahonde en esos análisis separadamente. Ni este estudio fundamental ni otras obras de Schutz habrían apa­ recido sin la notable devoción y persistencia de su esposa, Ilse Schutz, a quien los traductores quedan muy reconocidos por su aporte sustancial a lia publicación de esta obra. Queremos también expresar nuestra particular gratitud a Susan Malloy Engelhard, por su ayuda y guía en la traducción y la preparación del manus­ crito. Sin sus muchas contribuciones, esta traducción habría sido, sin duda, vacilante. 22
  • 19. Glosario A lem án Anzeichen ausgezeichnet auslegen Bereich Bewusstseinsspannung Du-EinstelUmg Durchführbarkeiten Erfahrung Erlebnis eneicVibar Folgewelt fraglos gegeben Gegenstand geschlossene Sínnge- biete Handeln Handlung Handlungsentwurf Ihr-EÍnstellung Lebensplan Lebcnswelt Leiblichkeit Nachwe'lt Objekt Objektivierung Reichweite Sinn Sinnzusammenhang Typ> T ypus Typik Inglés indication paramount explícate province tensión of cons- ciousncss thou-orientation practicabilities experience lived experience within reach world of succes- sors, subsequent world taken for granted object finite provinces of meaning action act project for an act they-orientation life-plan life-world Uve covporeality world of successors Object objectívation reach (e.g., world within a c t u a l reach) meaning meaning-context type typicalíty, set of types Castellano indicación eminente explicitar ámbito tensión de concien­ cia orientación Tú factibilidades experiencia vivencia al alcance mundo de los su­ cesores, m u n d o subsiguiente presupuesto objeto ámbito finito de sentido acción acto proyecto de un acto orientación Ellos plan de vida mundo de la vida corporeidad viva mundo de los su­ cesores Objeto objetivación a l c a n c e (p. ej., mundo al alcance efectivo) sentido contexto de senti­ do tipo tipicidad, conjun- to de tipos 23
  • 20. Umvvelt Ursprünglich vorhanden Vorwelt wiederherstellbar Wissensvorrat Zcichen zuhanden■ Zusammenhang environs, surroun- ding world original, originary on hand world of piedeces- s o r s , prcceclent world restorable (e.g., world within res- torable reach) stock of knowledge sign at hand context, connec- tion entorno, mundo circundante original, originario •presente mundo de los pre­ decesores, mundo precedente recuperable (p. ej., mundo al alcance recuperable) acervo de conoci­ miento signo a mano contexto 24
  • 21. X . El mundo de la vida cotidiana y la actitud natural [A]. El mundo de la vida como fundamento ¡ncuestionado de la concepción natural del mundo Lás ciencias que aspiran a interpretar y explicar la acción y el pensamiento humanos deben comenzar con una descripción de las estructuras fundamentales de lo píecientífico, la realidad que pa­ rece evidente para los hombres que permanecen en la actitud na­ tural. Esta realidad es el mundo de la vida cotidiana. Es el ámbito de la realidad, en el cual el hombre participa continuamente, en formas que son al mismo tiempo inevitables y pautadas. El' mun­ do de la vida cotidiana es la región de la realidad en que el hom­ bre puede intervenir y que puede modificar mientras opera en ella mediante su organismo animado. Al mismo tiempo, las obje­ tividades y sucesos que se encuentran ya en este ámbito (incluyen­ do los actos y los resultados de das acciones de otros hombres) li­ mitan su libertad de acción. Lo ponen ante obstáculos que pue­ den ser superados, así como ante barreras que son insuperables. Además, solo dentro de este ámbito podemos ser comprendidos por nuestros semejantes, y solo en él podemos actuar junto con ellos. Unicamente en el mundo de la vida cotidiana puede cons­ tituirse un inundo circundante, común y comunicativo.1 El mun­ do de la vida cotidiana es, por consiguiente, la realidad fundamen­ tal y eminente del hombre. Por mundo <le la vida cotidiana debe entenderse ese ámbito de la realidad que el adulto alerta .y normal simplemente presupone en la actitud de sentido común. Designamos por esta presuposición todo lo que experimentamos como incuestionable; para nosotros, todo estado de cosas es aproblemático hasta nuevo aviso. Por su­ puesto, aún tenemos que considerar la circunstancia en la cual'se puede poner en tela de juicio lo que hasta ahora se presuponía. En la actitud natural, siempre me encuentro en un mundo qüe presupongo y considero evidentemente «real», Nací en el y presu­ mo que existió antes de mí, Es el fundamento incuestionado de todo lo dado en mi experiencia, el marco presupuesto por así de­ cir, en el cual se colocan todos los problemas que debo •resolver. Este mundo se me aparece en ordenamientos coherentes de ob­ jetos bien circunscritos que tienen determinadas propiedades, Pa­ 1 En el sentido husserliano. Véanse sus Id*ent & vol. II: Pkanomenolo- giscke Untersuckungen zur Konstitution, La Haya, Martimis Nijhoff, 1952, § 50-51 y csp. 185, 193. 25
  • 22. ra los hombres que están en la actitud natural, el mundo nunca es una mera acumulación de manchas coloreadas, ruidos incohe­ rentes o centros que irradian frío y calor. La posibilidad de una reducción de la experiencia a elementos como estos, y la consiguien­ te cuestión de cómo llegan a reconstituirse en objetos de experien­ cia, no se me presenta en la actitud natural. Más bien expresa un problema que pertenece al pensamiento específicamente filosófico y científico. Además, presupongo simplemente que otros hombres también exis­ ten en este mundo mío, y, en verdad, no solo de manera corporal y entre otros objetos, sino más bien como dotados de una concien­ cia que es esencialmente igual a la mía. Así, desde el comienzo, mi mundo cotidiano no es mi mundo privado, sino más bien un mundo intersubjetivo; la estructura fundamental de su realidad consiste én que es compartido por nosotros. Tal como me resulta evidente, dentro de la actitud natural, que hasta cierto punto puedo obtener conocimiento de las experiencias vividas por mis semejantes —p. ej., de los motivos de sus actos—, así también presumo que lo mismo es válido recíprocamente para ellos con respecto a mí. Debe examinarse cuidadosamente cómo se consti­ tuye esta comunidad del mundo de la vida, cuál es su estructura y cuál es su significación para la acción social. Por el momento, bas­ ta establecer que en la actitud natural presumo que los objetos del mundo exterior son, en lo fundamental, los mismos para mis seme­ jantes que para mí. De igual modo, la «naturaleza», el ámbito de las cosas del mundo exterior, puramente ¡como tales, es intersubje­ tiva. Presupongo además que la significación de este «mundo na­ tural» (que ya fue experimentado, dominado y nombrado por nuestros predecesores) es fundamentalmente la misma para mis semejantes que para mí, puesto que es colocado en un marco co­ mún de interpretación. En este sentido, el ámbito de las cosas que pertenecen .al mundo exterior es también social para mí. Sin duda, mi mundo de la vida consiste no solo en este ámbito (aunque ya está relacionado con mis semejantes), sino también en un ámbito experimentado como «naturaleza». Pero encuentro no solo «naturaleza», sino también semejantes, como elementos de mis circunstancias situacionales. Es evidente para mí, en la actitud natural, que puedo actuar sobre mis semejantes y que también ellos pueden actuar sobre mí. Sé que puedo entrar en múltiples relaciones sociales con ellos. Ese conocimiento contiene también el supuesto implícito de que ellos, ¡mis semejantes, experimentan sus relaciones —que, recíprocamente, me incluyen— de una ma­ nera que es, para todos los fines prácticos, similar a la manera en que.yo los experimento a ellos. Puesto que no podemos entrar aquí en el problema fenomenológi- co de la constitución de la intersubjetividad, debemos contentar­ nos con enunciar que en la actitud natural de la vida cotidiana sé presupone sin discusión lo siguiente: a) la existencia corpórea de otros hombres; b) que esos cuerpos están dotados de conciencias esencialmente similares a la mía; c) que las cosas del mundo ex­ 26
  • 23. torno incluidas en mi ambiente y en los de mis semejantes son las mismas para nosotros y tienen fundamentalmente el mismo senti­ do; d) que puedo entrar en relaciones y acciones recíprocas con mis semejantes; e) que puedo hacerme entender por ellos (lo cual se desprende de los supuestos anteriores); f) que un mundo social y cultural estratificado está dado históricamente de antemano como marco de referencia para mí y mis semejantes, de una manera, en verdad, tan presupuesta como el «mundo natural»; g): que, por lo tanto, la situación en que me encuentro en todo momento es solo en pequeña medida creada exclusivamente por mí. La realidad cotidiana del mundo de la vida incluye no solo la «naturaleza» experimentada por mí, sino también el mundo social (y por ende el mundo cultural) en el cual me encuentro; el mundo de la vida no se crea a partir de los objetos y sucesos simplemente materiales que hallo en mi entorno. Sin duda estos son, en con­ junto, un componente de mi mundo circundante; no obstante,.tam­ bién pertenecen a este último todos los estratos de sentido que transforman las cosas naturales en Objetos culturales, los cuerpos humanos en semejantes y los movimientos de los semejantes en ac­ tos, gestos y comunicaciones. Ahora bien; cierto es que William Ja­ mes llama al subuniverso del mundo sensorialmente perceptible y físico la «realidad eminente».8 De las observaciones precedentes, sin embargo, se desprende que h a y razones imperiosas para postular el mundo total de la vida cotidiana como nuestra realidad pre-eminente, Lo que nos es dado lisa y llanamente en la actitud natural, en ningún caso incluye so­ lamente los objetos de percepción externa (entendidos puramente como tales), sino también los estratos de sentido de orden inferior, Gracias a los cuales las cosas naturales son experimentadas como Objetos culturales. En verdad, puesto que estos estratos de sentido adquieren realidad solo a través de Objetos, cuestiones concretas y sucesos del mundo exterior, creemos que nuestra definición nó es incompatible con la de James. Estamos de acuerdo con Santaya- na en que «el espíritu nunca tiene ideas, y mucho menos ideas que pueda comunicar, sin un medio material y una ocasión mate­ rial. Es necesario mover la lengua; las palabras convencionales au­ dibles deben pasar por los labios y llegar a un oído dispuesto. Las manos que sostienen herramientas o planes deben intervenir para llevar a cabo el proyecto».8 El mundo de la vida, entendido en su totalidad, como mundo natural y social, es el escenario y lo que pone límites a mi acción y a nuestra acción recíproca. Para dar realidad a nuestros objetivos, debemos dominar lo qué está prese- te en ellos y transformarlos. De acuerdo con esto, no solo actuamos y operamos dentro del mundo de la vida sino ,también sobre él. 2 [William James, Principies of Psychology, Nueva York, Hcni'y, 2 vols., 1890, vol. II, cap. 21. En adelante, las notas agregada» c intercalaciones que han sido hechas por los traductores al inglés se encerrarán entre corchetes.! 3 [George Santnyana, Dothinalions and Powers, A Nueva York, Scribner, 1951, pág. 146.] 27
  • 24. Nuestros movimientos corporales se insertan en el mundo de la vida y transforman sus objetos y sus relaciones recíprocas, Al mismo tiempo, esos objetos ofrecen a nuestras acciones una resistencia que debemos superar o a la cual debemos rendirnos. El mundo de la vida es, entonces, una realidad que modificamos mediante nues­ tros actos y que, por otro lado, modifica nuestras acciones, En otras palabras, puede decirse que, en definitiva, nuestra actitud natural de la vida cotidiana está determinada totalmente por un m otivo pragm ático, En la actitud natural, sin embargo, el mundo ya me está dado para mi explicitación. Debo comprender mi mundo de la vida en el grado necesario para poder actuar en él y operar sobre él. Igual­ mente, el pensamiento, en la actitud del mundo de la vida, también está motivado pragmáticamente. Ya hemos señalado las principa­ les «evidencias» que se hallan en la base de la actitud natural. Pa­ samos ahora a una breve descripción de la estructura del pensar dentro de la actitud natural. Cada paso de mi explicitación y comprensión del mundo se basa, en todo momento, en un acervo de experiencia previa, tanto de mis propias experiencias inmediatas como de las experiencias que me transmiten mis semejantes, y sobre todo mis padres, maes­ tros, etc. Todas estas experiencias, comunicadas e irimediatas, es­ tán incluidas en una cierta unidad que tiene la forma de mi acer­ vo de conocimiento, el cual me sirve como 'esquema de referencia para dar el paso concreto de mi explicitación del mundo. Todas mis experiencias en el mundo de la vida se relacionan con ese es­ quema, de modo que los objetos y sucesos del mundo de la vida se me presentan desde el comienzo en su carácter típico; én gene­ ral, se me aparecen como montañas y piedras, árboles y animales, y más específicamente, como una serranía, como robles, aves, peces, etc. Cómo se constituyen las tipificaciones en el acervo de conocimiento es un problema que todavía falta investigar en detalle. En todo caso, es «evidente» para mi, en la actitud natural, que esos árboles «realmente» son árboles para usted y para mí, así como esos «pá­ jaros» realmente son pájaros, etc. Toda explicitación dentro del mundo de la vida procede dentro del medio constituido por los asuntos que ya han sido explicitados, dentro de una realidad que es fundamental y típicamente familiar. Confío en que el mundo, tal como ha sido conocido por mí hasta ahora, persistirá, y que, por consiguiente, el acervo de conocimiento obtenido de mis seme­ jantes y formado mediante mis propias experiencias seguirá con­ servando su validez fundamental. Llamaremos a esto (de acuerdo con Husserl) la idealización del «y así tsucesivamente». De este supuesto deriva otro fundamental: que puedo repetir mis actos exitosos previos. En tanto la estructura'del mnndo pueda ser conside­ rada constante, en tanto mi experiencia anterior sea válida, queda en principio preservada mi capacidad de operar sobre el mundo de esta y aquella manera, Como lo expuso I-Iusserl, la idealidad adicional del «siempre puedo volver a hacerlo» se desarrolla corre- 28
  • 25. lativameiHe a la idealidad del «y así sucesivamente».4 Ambas idea­ lizaciones y los supuestos acerca de la constancia de la estructura del mundo que en ellas se basan • —la validez de mi experiencia an­ terior y, por otra parte, mi capacidad de operar sobre el mundo— son aspectos esenciales del pensar dentro de la actitud natural. [B]. Lo problemático y lo presupuesto Hemos descrito las características estructurales más importantes del pensar dentro del mundo de la vida, así como las evidencias pro­ pias de la actitud natural. Esta descripción coincide en todo lo esencial con el concepto de «cosmovisión natural-relativa» desa­ rrollado por Max Scheler,5 quien ve su carácter determinativo en el hecho de que esté dada de modo incuestionable, Es la experien­ cia grupal sedimentada que ha pasado la prueba y cuya validez no necesita ser examinada por los individuos. Sin embargo, las experiencias, máximas e intuiciones típicas con­ tenidas en la cosmovisión natural-relativa no constituyen un siste­ ma cerrado y lógicamente articulado, como las formas superiores de conocimiento que Scheler coloca en oposición a la intuición na­ tural-relativa. Esto es más cierto aún respecto de mi propio acervo de conocimientos dentro del mundo de la vida, que en su mayor parte está tomado de la experiencia grupal e incluye, además de esta, mis propias experiencias previas. La deficiente concordancia de los componentes de mi acervo de conocimiento no compromete fundamentalmente su evidencia, su validez «hasta nuevo aviso»; lo cual contrasta a su vez con las formas superiores de conoci­ miento, p. ej., la ciencia con su postulado de congruencia lógica en cuanto a la validez de una teoría. En la actitud natural, tomo conciencia del carácter deficiente de mi acervo de conocimiento únicamente si una experiencia nueva no se adecúa a lo que hasta ahora ha sido considerado como el esquema de referencia válido presupuesto. Con ello se nos plantea de nuevo un problema que ya hemos señalado al comienzo, y al cual debemos dirigir ahora nues­ tra atención: ¿Qué significa presuponer algo como simplemente dado «hasta nuevo aviso»? ¿Y de qué manera lo que se ha vuelto cuestionable se transforma en algo presupuesto? Para responder a estas preguntas, debemos describir ahora con ma­ yor detalle cómo se experimenta lo presupuesto. Luego debemos 4 [Edmund Husserl, Foimnle und (ranszendentale Logik, La Haya, Mar- tinus Nijhoff, 1929, § 74; trad. al inglés por Dorion Caíms, La Haya, Martinus Nijhoff, 1969. Erfahrung und Urieil, Praga, Academia, 1939; 2? ed., Hamburgo, Claassen & Goveits, 1948, § 24, 516, 58, 61. Trad. al inglés por James S. Churchill y Karl Ameriks, Experience and Judgment: Jnvesligatlons iti a Genealogy of Logic, Evanston, III., Northwestern Uni- versity Press, 1973. U na nueva edición alemana será publicada por Félix Meincr, Hamburgo.] 5 Véase Max Scheler, Die Wisscnsformen und die GeseUschajt, Leipzig, D er Neue Geist, 1926, pág. 58 y sigs. 29
  • 26. dirigir nuestra atención a un análisis más preciso de los estímu­ los a través de los cuales se nos motiva para considerar que una experiencia requiere explicitación. A partir de este punto, exami­ naremos en qué circunstancias típicas se considera que un proble­ ma está resuelto o que una explicitación es adecuada. Lo presupuesto no constituye un ámbito cenado, inequívoca­ mente articulado y claramente ordenado; lo presupuesto dentro de la situación prevaleciente del mundo de la vida está rodeado de incertidumbre. Se experimenta lo presupuesto como un «meo­ llo» de contenido determinado y directo, junto al cual se da tam­ bién un horizonte que es indeterminado y que, por consiguiente, no está dado con el mismo carácter directo. Sin embargo, este ho­ rizonte, es experimentado al mismo tiempo como fundamentalmen­ te determinadle, como pasible de explicitación. Sin duda, está pre­ sente [o h hand] desde el comienzo, no como cuestionable (eti el sentido de dudoso), sino como susceptible de ser cuestionado. Con­ secuentemente, como resultado de ello lo presupuesto tiene sus horizontes de explicitación: horizontes de indeterminación deter- minable. El acervo de conocimiento correspondiente al pensar dentro del mundo de la vida no debe entenderse como un contex­ to transparente en su totalidad, sino más bien como una totalidad de «evidencias» que cambian de una situación a otra, puestas de relieve en un momento dado por un fondo de indeterminación. Es­ ta totalidad no es cáptable como tal, pero está co-dada en el flujo d« la experiencia como cierto fundamento confiable de toda ex- plicitación situacionalmente determinada. Por otro lado, contemplado desde el «meollo» prevaleciente de evi­ dencia, el horizonte (aún) indeterminado es un problema posible por el cual espero, dentro de la actitud natural (fundamentalmente, mediante mis capacidades), resolver este problema. Cómo se rea­ liza la transformación de un problema posible en un problema real, cómo soy motivado a dar una explicitación del horizonte, es una cuestión cuya solución debe preocupamos ahora, en lo posible an­ tes de que emprendamos un análisis preciso de las estructuras de significatividades y la formación de tipicidades.0 Lo presupuesto es el ámbito de lo familiar: presenta soluciones pa­ ra los problemas planteados por mis experiencias y actos anterio­ res. Mi acervo de conocimiento consiste en tales soluciones para los problemas. Estas se constituyen en interpretaciones de la ex­ periencia (es decir, explicitaciones del horizonte). En tales expli­ citaciones, las percepciones, experiencias y alternativas de acción que se tornan cuestionables son clasificadas según los esquemas de referencia a mano; estos, a su vez, son modificados por ellas. La explicitación (que, en principio, nunca., «finaliza») solo se lleva hasta donde es necesario para el dominio (determinado por el motivo pragmático) de la situación del mundo de la vida. Sí una nueva experiencia real, en una situación similar del mundo de la vida, puede ser clasificada sin contradicción en un tipo cons­ G Vénsc cap. 3, B-G. 30
  • 27. tituido de experiencias anteriores (y, por ende, si se «ajusta» a un esquema significativo de referencia), entonces, a su vez, confir­ ma la validez del acervo de experiencia. Lo simplemente dado co­ mo cuestionable en la novedad de cada experiencia actual es, en el flujo rutinario de experiencias de la actitud natural, rutinariamen­ te convertido en algo presupuesto. Lo que es cuestionable de este modo no es, desde luego, intrínsecamente problemático; ni lo es ía «solución» surgida como tal en la conciencia. Por el contrario, la experiencia actual se me aparece en general como confiable desde el comienzo de acuerdo con su tipo, tanto más cuanto más se re­ laciona con una genuina postulación de identidad, por ejemplo, con un objeto anteriormente percibido. En su mayor parte, la experiencia actual se me aparece como algo que se presupone en su meollo, aunque es naturalmente «nuevo» en principio. La sucesión de experiencias, en la actitud natural, constituye típica­ mente una cadena de evidencias. Aliora bien; la cuestión que debemos examinar es cómo se interrum­ pe esa sucesión rutinaria de experiencias no problemáticas, y có­ mo surge un problema contra un fondo de evidencias. En primer lugar, la experiencia actual puede no ser simplemente clasificable en un esquema de referencia típico de acuerdo con el nivel situa- cionalmente significativo de tipos. Así, por ejemplo, puede no bas­ tarme reconocer una planta como un hongo si me propongo co­ merla, porque en tal caso son pertinentes para mí las tipificacio­ nes subordinadas de «comestible» o «venenoso». En cambio, mien­ tras doy un paseo, puedo simplemente observar «hongos» sin sen­ tirme motivado a explicitar el «hongo comestible» y el «hongo ve­ nenoso». No obstante, sin una motivación situacionalmente con­ dicionada para una explicitación de este tipo, una experiencia concreta puede contradecir un tipo establecido (dado como sig­ nificativo). ¿Cómo sucede esto? Cuando paso junto al objeto pre­ supuesto en la percepción como un hongo, su parte posterior en­ tra en mi campo visual con evidencia inmediata. Supongamos aho­ ra que la parte posterior del hongo se revela como de ningún modo susceptible de ser inserta en alguna experiencia típica anterior. La clasificación rutinaria de mi experiencia ya efectuada en un es­ quema de referencia habitual halla oposición. El flujo presupuesto de mi experiencia se interrumpe; expresado de manera general: el elemento más importante de mi experiencia es, en realidad, lo que obtengo con evidencia inmediata en la captación directa de mi conciencia. Sin embargo, a toda experiencia corresponden, ade­ más del recuerdo de fases de conciencia anteriores, también las previsiones de fases ulteriores que; se hallan más o menos determi­ nadas con respecto a sus tipos. Tales aspectos inmediatamente evi­ dentes, empero, 110 están también dados conjuntamente en el mo­ mento de la percepción inmediata; una parte posterior típica, por ejemplo, es apresentada por la parte anterior del hongo.7 Ahora 7 Para el análisis de la «presentación, consúltese E. Husserl, esp. Carie* sianhclte Mcditaíionen und Pariser Vortragó, !A La Haya, Martlmis 31
  • 28. bien; un aspecto formalmente «presentado puede él mismo hacerse evidente en el flujo futuro de mi experiencia; pero quizás aparez­ ca en contraste con la apresentación ahora recordada; o sea que puede contradecir la fase anticipada (si ahora se concreta real) de la anticipación. Si los aspectos apresentados de un objeto (vale decir, las fases anticipadas de mi conciencia), cuando se autopresentan, son incongruentes con la experiencia anterior, puedo decir que el ca­ rácter presupuesto de mi experiencia «estalla». En consecuencia, lo que hasta ahora se ha presupuesto pasa a ser cuestionado. La realidad del mundo de la vida exige de mí, por así decir, la re-ex- plicitación de mi experiencia, c interrumpe el curso de la cadena de evidencias. El núcleo de mi experiencia que, sobre la base de mi acervo de conocimiento, admito como evidente «hasta nuevo aviso» se ha vuelto problemático para mí. Ahora debo dirigir mi atención a él. Esto significa, sin embargo, que la explicitación del núcleo de experiencia sedimentado en mi acervo de experiencia ya no pue­ de considerarse adecuada en la profundidad de un horizonte que es adecuado «hasta nuevo aviso», y que debo retomar la explici­ tación del horizonte. Por ello, la motivación fundamental para esto ya está dada, de modo que la discrepancia entre mi acervo de ex­ periencia y la experiencia concreta pone en tela de juicio, en todo caso en principio, un ámbito parcial de mi acervo de conocimien­ to. (El hecho de que en ciertas condiciones mi acervo de conoci­ miento como tal se vuelva discutible, junto con los procesos de sedimentación por los cuales se forman en general las tipificacio­ nes y, por ende, el hecho de una «crisis» radical, son hechos que no necesitamos discutir aquí,) Por lo tanto, cuando abordo la re-explicitación del horizonte del núcleo de experiencias que se ha vuelto cuestionable, la profundi­ dad y la amplitud de la explicitación está condicionada por el encuadre del problema. Examinemos nuevamente el ejemplo del hongo cuya parte posterior no corresponde a ningún conjunto de partes posteriores típicas de hongos. Si la re-explicitación es moti­ vada solamente por la discrepancia de la experiencia actual con mi acervo de conocimiento, y si, además de esto, no tiene ninguna otra significación motivada para mí, entonces debo modificar por entero mi tipo de hongo. Mediante un manejo más cuidadoso, un examen detenido, etc., puedo llegar a la conclusión, por ejemplo, de que es, con todo, un hongo. En adelante, mi tipo «hongo» mo­ dificado deberá incluir, por consiguiente, una parte posterior de hongo hasta ahora atípica. O puedo comprobar en cambio, con una ulterior explicitación del lado frontal del objeto con aspecto de hongo que tengo delante, que sus otras cualidades son incom­ patibles con el tipo «hongo». En este caso, mi tipo «hongo» mo­ dificado se restringirá en esa medida, ya que excluye la salvedad hasta ahora, correspondiente a las partes anteriores típicas de los Nijhoff, 1950, § 49-54. [Trad. al inglés por Dorion Cairns, Cnrlesinn Me- ditations, La Haya, Maitinus Nijlioff, 1960.] Véase también Ideen, vol. II, § 44-47. 32
  • 29. hongos, que están asociadas con las que en adelante serán partes posteriores atípicas de hongos. En ambos casos, se resuelve el pro­ blema planteado, y lo que se hizo cuestionable durante la modifi­ cación inicial del tipo es nuevamente presupuesto «hasta nuevo aviso». Si mi encuadre del problema contiene aún otras motivacio­ nes, naturalmente desearé llevar más adelante la explicitación del horizonte antes de hallar una solución que sea satisfactoria «hasta nuevo aviso». Hasta ahora hemos examinado casos en los que la experiencia con­ creta no puede ser insertada sin reservas en un conjunto situacio- nalmcntc significativo de tipos. Sin embargo, una importante mo­ tivación para la explicitación de horizontes puede darse también de manera directa; a saber, que una experiencia se adapte sin ma­ yor dificultad a los esquemas de referencia y al conjunto de tipos pertenecientes a mi acervo de conocimiento, pese a lo cual no es simplemente «pasada por alto» sino que más bien se torna cuestio­ nable en la nueva situación, porque el nivel del cotijunio de tipos se manifiesta insuficiente. La familiaridad es familiaridad única­ mente con referencia a lo típico, mientras que los aspectos «típicos del horizonte permanecen indeterminados, puesto que, con res­ pecto a ellos, una tipificación ha demostrado ser superflua (es de­ cir, en la anterior situación concreta de explicitación). Nuestro co­ nocimiento es presupuesto; o sea que lo cuestionable fue explicita- do, el problema fue resuelto, de un modo y en un grado que bas­ taban para la problemática concreta situacionalmente condiciona­ da. Pero esto significa también que el proceso de explicitación se interrumpió en alguna parte ((fundamentalmente, siempre pudo ser llevado más adelante!), de modo que la solución fue parcial; en otras palabras, fue una solución «hasta nuevo aviso». Nuestro acervo de conocimiento y sus esquemas correlativos de tipificación resultan de la discontinuidad de los procesos de explicitación, y ma­ nifiestan la sedimentación de problemáticas situacionales anteriores. Ahora bien; toda nueva situación puede tener aspectos ontológi- ca, biográfica y socialmente determinados, que hacen aparecer la tipificación hasta ahora suficiente como insuficiente para mí en lo que respecta a alguna experiencia concreta, y me impulsa a avanzar, mediante esa experiencia, hacia nuevas explicitaciones. Ya nos hemos detenido en un ejemplo simple. Puedo no haber comido un hongo hasta ahora, por lo cual el nivel de tipificación de «hon­ go» era suficiente para mí. A causa del hambre (causada por cual­ quier tipo de circunstancia natural, social o específicamente bio­ gráfica), ahora estoy interesado en comer hongos. Si veo uno de ellos (vale decir, si una experiencia concreta entra sin discusión en el esquema de referencia «hongo»), la inaccesibilidad del tipo «hongo» penetra en la conciencia para mis experiencias y actos ahora situacionalmente condicionados, Si eri algún momento an­ terior aprendí ya a distinguir entre hongos comestibles y no comesti­ bles, puedo ahora tratar de recordar los horizontes correspondien­ tes que tal vez hayan quedado confusos, Si no, solo utilizaré con­ jeturas, también ancladas en mi acervo de conocimiento y que, 33
  • 30. como muchos otros problemas, fueron ya explicitadas por mis pre­ decesores o semejantes: puedo llevarme el hongo a casa y comprar un libro sobre hongos; o bien (presumiendo que estoy completa­ mente librado a mis propios recursos) puedo emprender varios experimentos, por ejemplo, con animales. El esquema de los expe­ rimentos dependerá de mi acervo de conocimiento (p. ej,, mi cuerpo y los cuerpos de ciertos animales han sido considerados si­ milares en diversos aspectos; por lo tanto, puedo postular para el experimento que también son iguales en estos aspectos, si irte su­ cede que, no comiendo hongos, moriré de cualquier modo de hambre; pero en caso de comer los hongos que no son dañinos para otros animales, tengo cierta probabilidad de sobrevivir). En todos estos casos, se trata de dar una explicitación adicional del horizonte. Las explicitaciones previas atesoradas en mi acervo de experiencia (determinadas por situaciones anteriores y consi­ deradas como soluciones adecuadas para esas situaciones) no bas­ tan para la solución de lo que es problemático en la situación ac­ tual. Me veo ahora impulsado a continuar con la explicitación has­ ta que la solución parezca suficiente también para el problema concreto en consideración. Hay otra circunstancia en la cual una experiencia puede hacerse problemática con respecto a mi acervo de conocimiento. Como hemos dicho, este no es un sistema lógicamente integrado, sino solamente la totalidad de mis explicitaciones sedimentadas y situa- cionalmente condicionadas, compuestas en parte de soluciones in­ dividuales a los problemas y en parte de soluciones tradicionales socialmente transmitidas. Toda nueva situación me aporta vm nuevo conocimiento que no es examinado respecto de su compatibilidad con esquemas de referencia que parecen ajenos a la problemática en consideración. Tales esquemas de referencia no entran én modo alguno en la captación de mi conciencia. Ahora bien; la insuficien­ cia de las explicitaciones significativas hasta ahora, y en verdad la insuficiencia de ámbitos enteros de esquemas de referencia, pue­ de acceder a la conciencia por medio de muchas experiencias con­ cretas. Con ayuda de otros esquemas, acometo entonces una ex- plicitación de los esquemas de referencia que hasta ahora no me han parecido inmediatamente significativos. Solo entonces puede aparecer en la conciencia la incompatibilidad posible de dos o niás ámbitos de esquemas de referencia. Esta incompatibilidad, por su parte, me impulsa a buscar una nueva explicitación de la expe­ riencia actual y de los horizontes circundantes que ahora se han vuelto cuestionables, o de los esquemas que hasta ahora han sido juzgados como suficientes. Así, aun en problemas prácticos tales como los que se> me presentan en la vida cotidiana, puedo hallar una tendencia al pensar «teórico» o, en todo caso, a una integra­ ción al menos parcial de esquemas de referencia incompatibles en mi acervo de conocimiento. Es obvio que por este medio de ningún modo se logra una articulación lógica de mi acervo de conoci­ miento. Los ámbitos compuestos de presuposiciones siguen siendo para mí, como siempre, más o menos impenetrables u «opacos». 34
  • 31. Si bien esta opacidad general del acervü de conocimiento dentro del mundo de la vida parece una deficiencia, desde el punto de vista del conocimiento teórico, debe recordarse que en la actitud natural estoy gobernado por motivos pragmáticos. Mi acervo de experiencia me sirve para la solución de problemas prácticos, En el pensamiento teórico, puedo hacer de Ja duda un principio meto­ dológico. En el mundo de la vida cotidiana me interesa, en cambio, poder orientarme en mi acción de modo rutinario. Las explicita­ ciones sedimentadas en mi acervo de conocimiento tienen el ca­ rácter de directivas pava la acción: si las cosas son de tal y cual manera, actuaré de tal y cual manera. La utilización eficaz de esas directivas hace que no necesite buscar en todo momento nue­ vas soluciones pava los problemas, explicitaciones de horizonte, etc., sino que puedo actuar en cambio como ya he actuado «en tales circunstancias». Así, aunque las directivas pueden ser, por ende, opacas en todo su horizonte «teórico», se me aparecen en las si­ tuaciones «prácticas» como evidentemente aplicables. Su continuo éxito «práctico» garantiza para mí su confiabilidad, y se convier­ ten en normas habituales, bajo la forma de recetas. Naturalmente, debe observarse también que mi acervo de experiencia se transmite socialmente en considerable medida. Las recetas ya han sido «pro­ badas» en otras partes. La primera garantía de las recetas es de carácter social. [C]. La estructuración del mundo de la vida para el sujeto vivo Gomo ya hemos dicho, el mundo de la vida es intersubjetivo desde el comienzo. Se me presenta como un contexto subjetivo de senti­ do; aparece dotado de sentido en los actos explicitativos de mi conciencia. El mundo de la vida es algo que debe ser dominado de acuerdo con mis intereses particulares. Proyecto mis propios planes en el mundo de la vida, y este resiste la realización de mis objeti­ vos, por lo cual algunas cosas se me hacen factibles y otras no. Desde el comienzo, sin embargo, encuentro en mi mundo de la vida a semejantes que se manifiestan no solo como organismos, sino también como cuerpos dotados de conciencia, como hombres «"igua­ les a mi». La conducta de un semejante no es, digamos, un su­ ceso espaciotemporal, sino más bien una acción «como la mía». Es decir, está sumergida para él en contextos de sentido, y está subje­ tivamente motivada e intencionalmente articulada de acuerdo con sus intereses particulares y con lo que le resulta factible. Normal­ mente, en la actitud natural «sabemos» lo que otro está haciendo, por qué lo hace y por qué lo hace ahora y en estas circunstancias. El sentido no es una cualidad de ciertas vivencias que emergen ní­ tidamente en el flujo de conciencia, es decir, de las objetividades constituidas dentro de este. Es más bien el resultado de mi eocpli- 35
  • 32. citación de vivencias pasadas que son captadas reflexivamente des­ de un Ahora actual y desde un esquema de referencia actualmente válido. En la medida en que estoy envuelto en vivencias y dirigi­ do hacia los Objetos a los que ellas apuntan, esas vivencias no tienen ningún sentido para mí (¡aparte de la particular estructura de sentido y temporal de la acción!). Las vivencias adquieren sen­ tido por vez primera cuando son explicadas post hoc y se hacen comprensibles para mí como experiencias bien circunscritas. Así, solo tienen Sentido subjetivamente aquellas vivencias que son pre­ sentadas por el recuerdo en su efectividad, que son examinadas con respecto a su constitución y que son explicadas en cuanto a su posición en un esquema de referencia a mano.8 Por consiguiente, solo en la explicitación mi propia conducta ad­ quiere sentido para mí. Pero, a su vez, la conducta de mis semejan­ tes se me hace «inteligible» mediante la interpretación en mi acervo de conocimiento de sus gestos corporales, sus movimientos expresi­ vos, etc, con lo cual simplemente acepto como dada la posibilidad de su conducta con sentido. Además, sé que mi conducta puede ser explicitada por él como provista de sentido en sus actos de inter­ pretación, y «sé que él sabe que yo sé». El mundo de la vida coti­ diana es, por lo tanto, fundamentalmente intersubjetivo: es un mundo social. Todos los actos, cualesquiera que sean, se refieren a un sentido que es explicitable y debe ser explicitado por mí, si deseo orientarme en el mundo de la vida. La interpretación del sen­ tido, la «comprensión», es un principio fundamental de la actitud natural en lo que respecta a mis semejantes. Pero no solo la acción actualmente comprehendida de mis seme­ jantes (o mía) se experimenta subjetivamente como conducta mo­ tivada y tendiente a un fin, es decir, con sentido, sino también las institucionalizaciones de la acción en encuadres sociales. Estas se refieren, en principio, a la acción de mis semejantes, mis prede­ cesores, ya se los explicite como seres anónimos («se lo hace de este modo»), como legisladores individualizados, como fundadores de religiones, etc. La acción de ellos se refiere nuevamente al sentido que han dado a su acción. Esto es análogamente válido para las objetivaciones de las inten­ ciones humanas en sistemas de signos y lenguaje, y también para los resultados objetivados de actos humanos, tales como las obras de arte. Todos ellos se refieren a actos originales de explicitaciones reflexivas que otorgan sentido a posteriores actos de re-explicitación, v a su transformación en algo habitual dentro de lo que mis pre­ decesores y mis colegas de tradición y de cosmovisión natural-re­ lativa® consideran como provisto de sentido y evidente, Pero ni siquiera las herramientas son experimentadas solo como cosas del mundo externo (lo cual también son, por supuesto), sino B Véase Der sinnhafle Aufbau der sozialen Well, Viena, Springer, J932; 2? ed., Viena, Springer, 1960, § 2. [Trad. al inglés por George Watsl y Frederick Lehnert, The Phenomenology oí the Social World, Evaristo», III,, Nortlwestern University Press, 19G7, págs, 45-96.1 9 La expresión es utilizada aquí en el sentido que 1c da Max Scheler. 36
  • 33. que más bien se las considera en un esquema de referencia subje­ tivo de intereses y contextos de planes. Ellas son, para mí, una «tenaza» o un «martillo» con los que puedo obtener ciertos resulta­ dos. Al mismo tiempo, sin embargo, apuntan a un esquema de re­ ferencia más o menos anónimo de sit utilidad «para todos», o pa­ ra un «trabajador», etc. Y sin duda es posible, en principio, hacer referencia a los actos originarios dadores de sentido de «alguien», o de cierta figura histórica o mitológica que inventó la herramien­ ta. En la actitud natural, estos diversos estratos culturales de sen­ tido se adhieren siempre al objeto, aunque yo no tenga ante mi reflexión los actos dadores de sentido. Finalmente, como ya hemos dicho, también los objetos naturales como tales están incluidos en el ámbito de sentido perteneciente a la cultura. Mis experiencias de las objetividades naturales en el mundo de la vida adhieren siempre al sentido de la capacidad bá­ sica para experimentarlas de mis semejantes, y se me aparecen en tipificaciones lingüísticas, recetas de conducta, etc., en las cuales las explicitaciones de mis predecesores siempre están presentes pa­ ra mí. En la actitud natural, estoy ya advertido de la historicidad del mundo social y cultural. La cuestionabilidad del mundo so­ cial y cultural es de carácter histórico. Sus objetivaciones son atri- buibles a hechos humanos, que pueden ser explicitados en lo que respecta a su sentido, mediante el cual «comprendo» el propósito de la herramienta, capto lo que representa un signo y entiendo có­ mo se orienta un hombre en su relación con un medio social. Ahora bien; en la actitud natural, es evidente para mí que, en prin­ cipio, mi semejante, «todo el que» es como yo, experimenta subje­ tivamente, en contextos subjetivos de sentido, las resistencias y li­ mitaciones a los proyectos, así como los motivos «obvios» de los actos, etc., que nos impone el mundo natural y social. Es también evidente para mí que esta articulación de naturaleza y sociedad que me trasciende y lo trasciende a él es la misma, y, por consi­ guiente, que sus contextos subjetivos de sentido, así como mis indicios y modos de aprehensión subjetivamente experimentados, son de un orden «Objetivo». Cada individuo vive su ciclo vital de nacimiento, vejez y muerte; está sujeto a las vicisitudes de la salud y la enfermedad; oscila en­ tre la esperanza y la pesadumbre. Todo hombre toma parte en el ritmo de la naturaleza, ve el movimiento del sol, la luna y las estre­ llas, vive e] pasaje del día a la noche y está situado en algún punto de la sucesión de las estaciones. Todo hombre tiene relaciones mutuas con otros hombres, y es miembro de una estructura social en la que ha nacido o a la que se ha incorporado y que existía an­ tes de él y existirá después de él. Todo sistema social total tiene estructuras de relaciones familiares, grupos de edad y generaciones; tiene divisiones del trabajo y diferenciaciones según las ocupaciones; tiene equilibrios de poder y de dominio, dirigentes y dirigidos, y los tiene con todas las jerarquías asociadas, Cada hombre puede vivir entonces el mundo social como un sistema ordenado con determi­ nadas constantes relaciónales, aunque sus aprehensiones en pers­ 37
  • 34. pectiva, sus explicaciones subjetivas del orden, dependan, para iní tanto como para él, de su posición o punto de vista, que en parte le es impuesto y en parte está determinado por la cadena biográ­ fica cíe sus decisiones; pero a la vez, en principio, el mundo socia} es «comprensible» para mí de otra manera. [DI, Planes y factibilidades Dijimos que el pensar, en la actitud natural, está determinado por el motivo pragmático. Debemos orientarnos en el mundo de la vida y, mientras actuamos y recibimos la acción de otros, debemos ajustar cuentas con los datos que nos imponen lal naturaleza y la sociedad. Sin embargo, es mediante mi acción, mediante mi activi­ dad somática y por mediación somática, como procuro modificar lo que se me impone. Cada paso obedece al mismo precepto. El mundo de la vida es, ante todo, el ámbito de la práctica, de la acción. Los problemas de la acción y la elección deben ocupar, por lo tanto, un lugar fundamental en el análisis del mundo de la vi­ da.10 En este punto, solo es preciso formular unas pocas observar ciones para caracterizar en general el papel del motivo pragmáti­ co en la actitud natural. En nuestro pensar del mundo de la vida estamos, ante todo, orien­ tados hacia el futuro. Lo que ya ha sucedido puede ser reinterpreta­ do, pero no es posible modificarlo. En cambio, lo que está por venir es, en parte, ajeno a nuestra influencia (como sabemos por nuestra experiencia anterior), pero en parte modificablc mediante nuestros actos posibles. Este conocimiento desde luego, descansa, en las idealizaciones del «y así sucesivamente» y del «puedo vol­ ver a hacerlo». Con respecto a los sucesos futuros que no pueden ser influidos somos, en verdad, meros espectadores. Sin embar­ go, no por ello somos no participantes; más bien estamos moti­ vados por el dolor y la esperanza. Con respecto a esos sucesos fu ­ turos que suponemos modificablcs por nuestras acciones, debemos decidir si queremos actuar o no, y cómo actuar si se presenta la ocasión. No obstante, en toda situación biográfica especifica (a la cual, naturalmente, pertenece también mi acervo de experiencia) comprobamos que muchos elementos del mundo de la vida son inalterables, mientras que muchos son modificablcs por mi acción. Me encuentro en una situación espaciotesmporal y social, en un mundo circundante natural y socialmente articulado, Como con­ secuencia de esto, surgen para mí estructuras de significatividad que (por medio de la memoria y de mi pasado, de la decisión pa­ sada, de los actos emprendidos y de los proyectos inconclusos) se combinan en un sistema planificado, el cual, en verdad, no es ho- mogéneo, pero se me aparece como uniforme. A veces puede ha- 10 Véase el cap. 5 [en el vol. II de este estudio, a publicarse más ade­ lante]. 38
  • 35. bei1 , en el primer plano de mi conciencia, un plan que esté determi­ nado por un interés predominante. Sin embargo, siempre está ro­ deado por un horizonte de sentido al cual puedo volver a referir­ me explícitamente. Si lo hago, descubriré que el interés predomi­ nante está vinculado con otros intereses; que un objetivo a concre­ tar es un paso parcial hacia la concreción de objetivos supeiiores; que las decisiones han resultado de decisiones anteriores. En la vida cotidiana, los actos integran un sistema de planes de orden superior: para un ámbito específico del mundo de la vida, para el día, para el año, para el trabajo y el ocio, que a su vez tienen su lugar en un plan de vida más o menos determinado. Si, por el momento, concreto mi designio de escribir una carta a mi amigo, entonces puedo decir sin ulterior explicación: hoy solo tengo unas pocas horas, por esta y aquella razón; me propongo visitar pronto Ja ciudad donde vive nú amigo, por esta y aquella razón; en los próximos días debo resolver un problema que mi amigo conoce, v así sucesivamente. El hecho de que mis actos, que puedo aprehender como actos tí­ picos, han de tener consecuencias típicas, está al mismo tiempo pre­ sente para mí en mi acervo de experiencia. He escrito cartas simi­ lares a otros amigos, y ellos han reaccionado de tal o cual manera. He escrito cartas con contenidos diferentes al mismo amigo, y este ha reaccionado de tal o cual manera. Más simplemente aún: mediante lo que escribo, he logrado provocar una alteración irre­ vocable en mi mundo circundante, por pequeña que sea. Toda acción en mi mundo circundante lo modifica. Además, es también obvio para mí que (si deseo escribir a mi ami­ go) debo emprender toda una serie de acciones componentes que son fines subordinados, dirigidos hacia un objetivo superior. Debo escribir señales específicas; no puedo simplemente imaginar la car­ ta. Solo puedo elegir entre unas pocas posibilidades, que conozco por mi experiencia anterior: lapicera, lápiz, máquina de escribir, cada una de las cuales tiene a su vez un horizonte de sentido que ya ha sido explicado, como la impersonalidad, la indiferencia, etc. Estas posibilidades me obligan a su vez —cada una según mis in­ tereses particulares, mis relaciones con mi amigo y las limitacio­ nes de la situación (escribo más o menos sobre la línea y só¡!'p tengo un lápiz a mano)—■a tomar decisiones dentro de una jerar­ quía de planes. Si elijo la lapicera, 110 puedo escribir la misma carta con el lápiz. Si «pido» a mi amigo cierta información, no puedo «rogarle» que me la suministre, etc. Si mi tiempo es muy limitado, puedo solamente escribir a mi amigo X, pero no a Y ni a Z. En resumen: en la actitud natural no actúo solamente dentro de una jerarquía biográficamente determinada de planes. Por el con­ trario, veo también las consecuencias típicas de mis actos que son también aprehendidos como típicos, y me inserto en una estructu­ ra de incompatibilidades que es vivida como obvia. Ellas son de ca­ rácter en parte ontológico (no puedo escribir cartas con los ojos), en parte histórico (nunca «se me habría ocurrido», en el siglo xv, 39
  • 36. escribir con otra cosa que con una pluma), y en parte biográfico (no he aprendido a escribir de manera legible; debo escribir con uña máquina de escribir). Así, las jerarquías pinamente concebi­ bles de planes se enfrentan con esferas específicas y parcialmente iiiaherables de incompatibilidades; el resultado es un sistema de motivaciones para alcanzar objetivos factibles. 40
  • 37. 2. Las estratificaciones del mundo de la vida Hasta ahora nos hemos ocupado del mundo de la vida cotidiana, que definimos como esa realidad que la persona alerta, normal y madura encuentra dada de manera directa en la actitud natural. Así, el concepto de mundo de la vida cotidiana abarca algo más que el concepto de «realidad eminente»1 de William James, qüe se refiere al mundo físico perceptible por tos sentidos. Como he­ mos señalado, tanto el estrato cultural de sentido, primero que convierte a los Objetos físicos en objetos de la experiencia inge­ nua, como el mundo social cotidiano pertenecen también al muni­ do de la vida cotidiana. Sin embargo, el mundo de la vida abarca más aún que la realidad cotidiana. El hombre se hunde en el sueño día tras día. Abandona la actitud natural cotidiana para entregarse a mundos ficticios, a fantasías. Puede trascender la cotidianidad por medio de símbolos. Finalmente, como caso especial, puede mo­ dificar conscientemente la actitud natural. Ahora bien, podemos pensar el concepto de mundo de la vida tan ampliamente que in­ cluya todas las modificaciones de actitudes y estados de alerta, o sea la tensión de la conciencia presente en el adulto normal. Tam­ bién podemos contrastar el mundo del pensamiento científico con el mundo de la vida de la experiencia natural. Se trata, en definiti­ va, de una cuestión terminológica. Es sumamente importante, sin embargo, describir la estructura de los ámbitos cuasi-ontológicos de realidad que son vividos por el adulto normal y alerta. Al ha­ cerlo, debemos dejar de lado los problemas especiales del mundo del niño y de las realidades patológicas. Debe quedar establecido también que el mundo de la vida cotidiana es el ámbito de reali­ dad eminente, y que la actitud natural es la actitud fundamental del adulto normal. La parte de nuestra investigación que exponemos en la sección si­ guiente está dedicada a describir este ámbito, el cual reviste sin­ gular importancia para las ciencias sociales. En la segunda sección de este capítulo analizaremos la estratificación temporal, espacial y social de este ámbito; pero tenemos que investigar especialmente la estructura cuasi-ontológiea del mundo de la vida, entendida en el sentido más amplio. t [William James, Principies of Psychotogy, & Nueva York, Henry, 2 vols., 1890, vol. II, cap. 21.] 41
  • 38. [A]. Ambitos de realidad con una estructura finita de sentido 1. El acento de realidad En un conocido capítulo de su obra The Principies of Psycholo- gy,2 William James sostenía que la realidad no es nada más que un conjunto de relaciones con nuestra vida activa y emocional. La fuente de toda realidad es subjetiva; todo lo que despierta nuestro interés es real: llamar a un objeto real significa que este se en­ cuentra en una relación definida con nosotros. «En síntesis, la pa­ labra “real” es una orla de sentido». Nuestro primer impulso es tomar como inmediatamente real todo aquello a lo que nos refe­ rimos, en la medida en que no sea contradicho. Sin embargo, debe haber varios —probablemente infinitos— órdenes diferentes de realidad que, en un momento dado, tienen un especial estilo de £Cr, característico de ellos solamente. James los llamaba «subuni- versos».8 Cita como ejemplo el mundo del sentido —es decir, el mundo de los objetos físicos (al que considera el orden principal de realidad)—, el inundo de la ciencia, el mundo de las relaciones ideales, el mundo de los ídolos, los diversos mundos sobrenatura­ les de la mitología y de la religión, los variados subuniversos de sentidos individuales, y los mundos de los visionarios y de los locos. En la medida en que se le presta atención, cada uno de esos mun­ dos es real a su manera; pero tan pronto como se le retira la aten­ ción, el mundo desaparece como realidad. Según James, todas las proposiciones, sean atributivas o existenciales, son creídas por el mero hecho de ser pensadas, mientras no discrepen con otras pro­ posiciones en las que se cree al mismo tiemoo fafirman que sus términos son idénticos a los de otras proposiciones). Así, por ejem­ plo, el mundo del juego de una niña es «real» mientras no se lo perturba. La niña es realmente la «madre» y su n^uñeca es «real­ mente» un bebé. En el mundo de la producción artística, el Caba­ llero, la Muerte y el Diablo tienen existencia real en el grabado de Dinero, es decir, tienen existencia en el ámbito de sentido de la fantasía artística. En la realidad del mundo externo, son «re­ presentaciones» pictóricas. Durante la función, Hamlet es real pa­ ra nosotros como Hamlet, no como el actor X que «representa» a Hamlet. Munido de estas ideas respecto del carácter de la realidad, James aborda problemas esenciales, que son también importantes para nuestras consideraciones. De todos modos, James se movió delibe­ radamente dentro de los límites de un nivel psicológico de inves­ tigación; ahora desarrollaremos en otra dirección sus pasos ini­ 2 Ibid., págs. 282-322. [Véase también «Sobre las realidades múltiples», en Schutz El problema de la realidad social, pág. 197 y sigs. de la ver­ sión castellana. (N . del E ) ] 3 Ibid,, cap. 21. 42