Este documento discute el valor de las novelas históricas escritas por testigos de la Revolución Mexicana de 1910 como apoyo didáctico para la enseñanza de la historia. Se argumenta que las novelas ofrecen perspectivas subjetivas que enriquecen la comprensión de los eventos más allá de los hechos de la "historia oficial" y permiten juicios más matizados sobre los personajes y circunstancias históricas.
El documento discute el objeto de estudio de la historia y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. Explica que la historia estudia los acontecimientos de las sociedades a través del tiempo y que su objeto principal es el ser humano en sociedad, no como individuo aislado. También analiza las diferentes concepciones que ha tenido el campo de estudio de la historia y las disciplinas auxiliares que la historia utiliza.
Presupuestos Basicos historia preeducativaCybernautic.
Este documento discute los presupuestos básicos para la investigación histórico-educativa. Argumenta que la historia debe centrarse en el hombre como sujeto integral de la historia, no segmentado, considerando todas sus actividades. También defiende el uso de métodos interdisciplinarios y fuentes no tradicionales como las iconográficas y orales. El objetivo final es lograr una comprensión más profunda del hombre a través del estudio riguroso del pasado.
El documento compara diferentes corrientes historiográficas en cuanto a su definición de historia, causas del proceso histórico, métodos de escritura e investigación histórica, y objetivos del aprendizaje de la historia. Aborda el materialismo histórico, el historicismo, el positivismo y la Escuela de los Annales.
El documento presenta una introducción a la historia y diferentes corrientes historiográficas. Discute las ideas de Lucien Febvre y Marc Bloch sobre cómo hacer historia con o sin documentos escritos. También describe el positivismo, el materialismo histórico, la Escuela de los Annales y nuevos enfoques como la microhistoria. Finalmente, explica por qué es importante estudiar historia para comprender la sociedad y desarrollar un pensamiento crítico.
La orientación didáctica presenta tres ideas clave sobre la enseñanza de la historia contemporánea de Venezuela: 1) La historia no termina, los eventos continúan ocurriendo y es tarea del historiador descubrirlos y colocarlos en contexto. 2) No hay historia sin compromisos e ideología. 3) Es importante iniciar a los estudiantes en el uso de herramientas historiográficas para que puedan analizar los libros de historia en su contexto e ideología.
Orientaciones historia contemporanea_4°_con_sangradoRpazona
La orientación didáctica propone tres claves para el uso del libro de texto de Historia de Venezuela Contemporánea: 1) La historia no se cierra y continúa evolucionando, 2) No existe una historia objetiva sin compromisos e ideología, y 3) Es importante que los estudiantes aprendan a analizar los libros de historia en su contexto historiográfico y la visión del mundo del autor. El documento enfatiza la necesidad de enseñar al estudiante herramientas historiográficas críticas.
El documento presenta un cuadro comparativo de diferentes corrientes historiográficas, incluyendo el materialismo histórico, el historicismo, el positivismo y la Escuela de los Annales. Cada corriente define la historia de manera diferente y tiene distintas perspectivas sobre cómo debe escribirse, enseñarse y aprenderse la historia. El documento proporciona detalles sobre los principales exponentes y características de cada corriente historiográfica.
El documento presenta un cuadro comparativo de diferentes corrientes historiográficas, incluyendo el materialismo histórico, el historicismo, el positivismo y la Escuela de los Annales. Cada corriente define la historia de manera diferente y tiene distintas perspectivas sobre cómo debe escribirse, enseñarse y aprenderse la historia. El documento proporciona detalles sobre los principales exponentes y características de cada corriente historiográfica.
El documento discute el objeto de estudio de la historia y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. Explica que la historia estudia los acontecimientos de las sociedades a través del tiempo y que su objeto principal es el ser humano en sociedad, no como individuo aislado. También analiza las diferentes concepciones que ha tenido el campo de estudio de la historia y las disciplinas auxiliares que la historia utiliza.
Presupuestos Basicos historia preeducativaCybernautic.
Este documento discute los presupuestos básicos para la investigación histórico-educativa. Argumenta que la historia debe centrarse en el hombre como sujeto integral de la historia, no segmentado, considerando todas sus actividades. También defiende el uso de métodos interdisciplinarios y fuentes no tradicionales como las iconográficas y orales. El objetivo final es lograr una comprensión más profunda del hombre a través del estudio riguroso del pasado.
El documento compara diferentes corrientes historiográficas en cuanto a su definición de historia, causas del proceso histórico, métodos de escritura e investigación histórica, y objetivos del aprendizaje de la historia. Aborda el materialismo histórico, el historicismo, el positivismo y la Escuela de los Annales.
El documento presenta una introducción a la historia y diferentes corrientes historiográficas. Discute las ideas de Lucien Febvre y Marc Bloch sobre cómo hacer historia con o sin documentos escritos. También describe el positivismo, el materialismo histórico, la Escuela de los Annales y nuevos enfoques como la microhistoria. Finalmente, explica por qué es importante estudiar historia para comprender la sociedad y desarrollar un pensamiento crítico.
La orientación didáctica presenta tres ideas clave sobre la enseñanza de la historia contemporánea de Venezuela: 1) La historia no termina, los eventos continúan ocurriendo y es tarea del historiador descubrirlos y colocarlos en contexto. 2) No hay historia sin compromisos e ideología. 3) Es importante iniciar a los estudiantes en el uso de herramientas historiográficas para que puedan analizar los libros de historia en su contexto e ideología.
Orientaciones historia contemporanea_4°_con_sangradoRpazona
La orientación didáctica propone tres claves para el uso del libro de texto de Historia de Venezuela Contemporánea: 1) La historia no se cierra y continúa evolucionando, 2) No existe una historia objetiva sin compromisos e ideología, y 3) Es importante que los estudiantes aprendan a analizar los libros de historia en su contexto historiográfico y la visión del mundo del autor. El documento enfatiza la necesidad de enseñar al estudiante herramientas historiográficas críticas.
El documento presenta un cuadro comparativo de diferentes corrientes historiográficas, incluyendo el materialismo histórico, el historicismo, el positivismo y la Escuela de los Annales. Cada corriente define la historia de manera diferente y tiene distintas perspectivas sobre cómo debe escribirse, enseñarse y aprenderse la historia. El documento proporciona detalles sobre los principales exponentes y características de cada corriente historiográfica.
El documento presenta un cuadro comparativo de diferentes corrientes historiográficas, incluyendo el materialismo histórico, el historicismo, el positivismo y la Escuela de los Annales. Cada corriente define la historia de manera diferente y tiene distintas perspectivas sobre cómo debe escribirse, enseñarse y aprenderse la historia. El documento proporciona detalles sobre los principales exponentes y características de cada corriente historiográfica.
Este documento presenta diferentes herramientas para entender la construcción colectiva del conocimiento desde la "sabiduría cotidiana", incluyendo la historia de vida, el relato y la autobiografía. Explica que estas herramientas permiten comprender mejor los contextos y experiencias de las personas, así como reconstruir la memoria desde las narrativas de los propios actores. Además, destaca que la autobiografía permite a los maestros investigar desde su propia historia de vida y realidad para resolver sus propias problemáticas.
Este documento discute la naturaleza de la historia como una ciencia. Explica que la historia enseña el camino elegido por la humanidad en su evolución cultural a través de un análisis sistemático de los hechos históricos y las ideas, creencias y valores de diferentes épocas. También argumenta que los historiadores deben objetivar el contenido subjetivo presente en los hechos históricos y comprender el impacto del pasado en el presente. Finalmente, señala que la historia se basa en algunas verdades
1. El documento describe la historia como una ciencia singular que estudia el pasado para comprender el presente y responder preguntas actuales.
2. Explica que cada generación tiene la obligación de escribir su propia historia para entender los orígenes de los problemas del presente.
3. Define la historia como la forma espiritual en que una cultura da cuenta de su pasado, señalando su singularidad frente a otras ciencias.
1. El documento describe la historia como una ciencia singular que estudia el pasado para comprender el presente y responder preguntas actuales.
2. Explica que la historia no estudia todos los hechos del pasado, sino aquellos seleccionados por los historiadores que son relevantes para explicar sus tesis sobre la evolución cultural.
3. Señala que cada cultura debe entender su propia historia según sus propios marcos culturales y que la singularidad de la historia radica en que estudia las creaciones culturales del pasado.
1. El documento habla sobre la historia como una ciencia singular que estudia los hechos del pasado para comprender el presente.
2. Explica que la historia no estudia todos los hechos del pasado, sino aquellos relevantes para explicar las preguntas del presente.
3. Define la historia como la forma en que una cultura da cuenta de su pasado de manera científica, superando las simples narrativas.
1) El documento discute los diferentes significados del término "historia", incluyendo la historia como materia de conocimiento y como el conocimiento mismo. 2) Explora varias concepciones de la historia como objeto de estudio, incluyendo eventos pasados, mecanismos sociales y decisiones políticas. 3) También analiza la historia como género literario y cómo ha evolucionado hacia una práctica más científica con el tiempo.
El documento presenta un resumen de diferentes corrientes historiográficas como el materialismo histórico, el historicismo, el positivismo y la escuela de los Annales. Explica los objetivos, métodos y representantes más importantes de cada corriente. También incluye un breve resumen sobre la obra "Voces y silencios en la historia del siglo XIX y XX" de Sonia Concuerra de Mancera, en la que se describe a la historia como una manera de leer el pasado y darle sentido al presente.
La historia como materia formativa. Reflexiones epistemológicas e historiográ...Rosa Ortiz
La tradicional separación entre investigación histórica y enseñanza de la historia implica que los avances de ambas disciplinas no tengan verdadero calado. La historia como formadora de élites y creadora de identidades ha dado paso a una enseñanza cívica y democrática, que en España aún se encuentra en sus primeros estadios. El objetivo de este trabajo es analizar la evolución de la historiografía para encontrar puntos en común con su vertiente didáctica. Conseguir que los estudiantes y la sociedad vean la historia como ciencia, requiere superar el positivismo y la historia factual.
El documento compara diferentes corrientes historiográficas en términos de su perspectiva sobre qué es la historia, para qué sirve la historia, cómo se escribe la historia, quién la escribe y enseña, y cómo se propicia su aprendizaje. Aborda el materialismo histórico, el historicismo, el positivismo y la Escuela de los Annales. Cada corriente ofrece una visión diferente sobre estos temas clave de la historiografía.
La educación histórica propone cuatro niveles para comprender la historia: 1) el conocimiento histórico de hechos y datos, 2) el pensamiento histórico para analizar e interpretar el pasado, 3) la conciencia histórica de entender que formamos parte de la historia, y 4) la cultura histórica para comprender la relación entre el pasado y el presente. Estos niveles buscan que los estudiantes aprendan a pensar críticamente sobre la historia en lugar de sólo memorizar datos.
Este documento discute la evolución del campo de la historia intelectual. Explica que ya no se enfoca solo en las "grandes ideas" de pensadores prominentes, sino que ahora examina conceptos a través de un análisis del lenguaje y discurso dentro de su contexto histórico. También describe cómo los historiadores ahora ven el pensamiento como constituido a través del uso del lenguaje, en lugar de haber ideas detrás de las palabras. El documento concluye que hacer historia intelectual implica comprender cómo se construyeron los símbolos cultural
Este documento discute la evolución del campo de la historia intelectual. Explica que ya no se enfoca solo en las "grandes ideas" de pensadores prominentes, sino que ahora examina conceptos a través de un análisis del lenguaje y discurso dentro de su contexto histórico. También describe cómo los historiadores ahora ven el pensamiento como constituido a través del uso del lenguaje, en lugar de haber ideas detrás de las palabras. El documento concluye que hacer historia intelectual implica comprender los materiales y lenguajes del pasado
Este documento discute la evolución del campo de la historia intelectual. Explica que ya no se enfoca solo en las "grandes ideas" de pensadores prominentes, sino que ahora examina conceptos a través de un análisis del lenguaje y discurso dentro de su contexto histórico. También describe cómo los historiadores ahora ven el lenguaje como constitutivo del pensamiento en lugar de simplemente expresar ideas preexistentes. El documento concluye que hacer historia intelectual implica comprender cómo se construyen los símbolos culturales a través del tiempo
La funcion de la narrativa en la educacionsocoesamor
El documento discute el papel de la narrativa en la enseñanza de la historia. Argumenta que la historia se construye narrativamente al igual que la literatura y que la narrativa permite comprender las acciones humanas en su contexto social. También sugiere que la enseñanza de la historia debe enfocarse en el desarrollo del pensamiento crítico de los estudiantes a través del razonamiento histórico y la formulación de interpretaciones mediante la narrativa.
Este documento resume 4 puntos clave sobre la historiografía contemporánea: 1) Los 3 paradigmas fundadores de positivismo, historicismo y marxismo. 2) La escuela de los Annales y la nueva historia, incluyendo un enfoque interdisciplinario. 3) La historia de la cultura y la historia serial. 4) La historia social y la historiografía de la educación, analizando las relaciones entre la escuela y la sociedad desde una perspectiva interdisciplinaria.
El documento presenta una introducción a conceptos clave de la historia como disciplina, incluyendo el uso de fuentes primarias y secundarias, conceptos de primer y segundo orden, corrientes historiográficas como el positivismo histórico y el materialismo histórico, y la reforma curricular en términos de competencias. También menciona sugerencias de estrategias didácticas y su relación con otras asignaturas.
PERSPECTIVAS TEÓRICAS EN EL CAMPO DE LA HISTORIA DEL SIGLO XIXFátima De Sá
Este documento presenta resúmenes de varios autores sobre conceptos clave de la historia como historia, historicidad, hecho histórico, tiempo histórico, tiempo cronológico y cronología. Según los autores, la historia es un proceso de interacción entre el historiador y los hechos del pasado que ayudan a comprender el presente. La historicidad implica la interpretación de la temporalidad de los hechos pasados. Un hecho histórico depende del contexto y del punto de vista del historiador. El tiempo históric
Este documento discute tres representaciones del pasado: la historia cotidiana, la historia académica y la historia escolar. Explica que la historia escolar incluye valores formativos para los estudiantes como la identidad nacional. También describe que las narrativas históricas son una forma de comprender la realidad social e histórica y que existen narrativas individuales y nacionales. Finalmente, analiza conceptos historiográficos como las explicaciones de por qué ocurren los eventos y el rol de la agencialidad humana.
Este documento presenta una introducción al conocimiento histórico. Explica que la historia ha evolucionado de ser un simple relato del pasado a una interpretación que explica cómo vivían las sociedades antiguas y cómo influyen en el presente. También discute conceptos como el tiempo histórico, las fuentes, la periodización, y las diferentes teorías y enfoques para comprender la historia. Finalmente, destaca la importancia de la selección de hechos y la subjetividad en la interpretación histórica.
La historiografía estudia cómo se ha registrado la historia a lo largo del tiempo. Analiza los métodos, formas e intereses con los que los historiadores han descrito los hechos históricos en distintas épocas. Estudia tanto las técnicas de investigación y análisis de fuentes históricas como el estilo y contenido de los textos historiográficos producidos. Su objetivo es comprender cómo se ha construido y representado la narrativa histórica.
Este documento presenta diferentes herramientas para entender la construcción colectiva del conocimiento desde la "sabiduría cotidiana", incluyendo la historia de vida, el relato y la autobiografía. Explica que estas herramientas permiten comprender mejor los contextos y experiencias de las personas, así como reconstruir la memoria desde las narrativas de los propios actores. Además, destaca que la autobiografía permite a los maestros investigar desde su propia historia de vida y realidad para resolver sus propias problemáticas.
Este documento discute la naturaleza de la historia como una ciencia. Explica que la historia enseña el camino elegido por la humanidad en su evolución cultural a través de un análisis sistemático de los hechos históricos y las ideas, creencias y valores de diferentes épocas. También argumenta que los historiadores deben objetivar el contenido subjetivo presente en los hechos históricos y comprender el impacto del pasado en el presente. Finalmente, señala que la historia se basa en algunas verdades
1. El documento describe la historia como una ciencia singular que estudia el pasado para comprender el presente y responder preguntas actuales.
2. Explica que cada generación tiene la obligación de escribir su propia historia para entender los orígenes de los problemas del presente.
3. Define la historia como la forma espiritual en que una cultura da cuenta de su pasado, señalando su singularidad frente a otras ciencias.
1. El documento describe la historia como una ciencia singular que estudia el pasado para comprender el presente y responder preguntas actuales.
2. Explica que la historia no estudia todos los hechos del pasado, sino aquellos seleccionados por los historiadores que son relevantes para explicar sus tesis sobre la evolución cultural.
3. Señala que cada cultura debe entender su propia historia según sus propios marcos culturales y que la singularidad de la historia radica en que estudia las creaciones culturales del pasado.
1. El documento habla sobre la historia como una ciencia singular que estudia los hechos del pasado para comprender el presente.
2. Explica que la historia no estudia todos los hechos del pasado, sino aquellos relevantes para explicar las preguntas del presente.
3. Define la historia como la forma en que una cultura da cuenta de su pasado de manera científica, superando las simples narrativas.
1) El documento discute los diferentes significados del término "historia", incluyendo la historia como materia de conocimiento y como el conocimiento mismo. 2) Explora varias concepciones de la historia como objeto de estudio, incluyendo eventos pasados, mecanismos sociales y decisiones políticas. 3) También analiza la historia como género literario y cómo ha evolucionado hacia una práctica más científica con el tiempo.
El documento presenta un resumen de diferentes corrientes historiográficas como el materialismo histórico, el historicismo, el positivismo y la escuela de los Annales. Explica los objetivos, métodos y representantes más importantes de cada corriente. También incluye un breve resumen sobre la obra "Voces y silencios en la historia del siglo XIX y XX" de Sonia Concuerra de Mancera, en la que se describe a la historia como una manera de leer el pasado y darle sentido al presente.
La historia como materia formativa. Reflexiones epistemológicas e historiográ...Rosa Ortiz
La tradicional separación entre investigación histórica y enseñanza de la historia implica que los avances de ambas disciplinas no tengan verdadero calado. La historia como formadora de élites y creadora de identidades ha dado paso a una enseñanza cívica y democrática, que en España aún se encuentra en sus primeros estadios. El objetivo de este trabajo es analizar la evolución de la historiografía para encontrar puntos en común con su vertiente didáctica. Conseguir que los estudiantes y la sociedad vean la historia como ciencia, requiere superar el positivismo y la historia factual.
El documento compara diferentes corrientes historiográficas en términos de su perspectiva sobre qué es la historia, para qué sirve la historia, cómo se escribe la historia, quién la escribe y enseña, y cómo se propicia su aprendizaje. Aborda el materialismo histórico, el historicismo, el positivismo y la Escuela de los Annales. Cada corriente ofrece una visión diferente sobre estos temas clave de la historiografía.
La educación histórica propone cuatro niveles para comprender la historia: 1) el conocimiento histórico de hechos y datos, 2) el pensamiento histórico para analizar e interpretar el pasado, 3) la conciencia histórica de entender que formamos parte de la historia, y 4) la cultura histórica para comprender la relación entre el pasado y el presente. Estos niveles buscan que los estudiantes aprendan a pensar críticamente sobre la historia en lugar de sólo memorizar datos.
Este documento discute la evolución del campo de la historia intelectual. Explica que ya no se enfoca solo en las "grandes ideas" de pensadores prominentes, sino que ahora examina conceptos a través de un análisis del lenguaje y discurso dentro de su contexto histórico. También describe cómo los historiadores ahora ven el pensamiento como constituido a través del uso del lenguaje, en lugar de haber ideas detrás de las palabras. El documento concluye que hacer historia intelectual implica comprender cómo se construyeron los símbolos cultural
Este documento discute la evolución del campo de la historia intelectual. Explica que ya no se enfoca solo en las "grandes ideas" de pensadores prominentes, sino que ahora examina conceptos a través de un análisis del lenguaje y discurso dentro de su contexto histórico. También describe cómo los historiadores ahora ven el pensamiento como constituido a través del uso del lenguaje, en lugar de haber ideas detrás de las palabras. El documento concluye que hacer historia intelectual implica comprender los materiales y lenguajes del pasado
Este documento discute la evolución del campo de la historia intelectual. Explica que ya no se enfoca solo en las "grandes ideas" de pensadores prominentes, sino que ahora examina conceptos a través de un análisis del lenguaje y discurso dentro de su contexto histórico. También describe cómo los historiadores ahora ven el lenguaje como constitutivo del pensamiento en lugar de simplemente expresar ideas preexistentes. El documento concluye que hacer historia intelectual implica comprender cómo se construyen los símbolos culturales a través del tiempo
La funcion de la narrativa en la educacionsocoesamor
El documento discute el papel de la narrativa en la enseñanza de la historia. Argumenta que la historia se construye narrativamente al igual que la literatura y que la narrativa permite comprender las acciones humanas en su contexto social. También sugiere que la enseñanza de la historia debe enfocarse en el desarrollo del pensamiento crítico de los estudiantes a través del razonamiento histórico y la formulación de interpretaciones mediante la narrativa.
Este documento resume 4 puntos clave sobre la historiografía contemporánea: 1) Los 3 paradigmas fundadores de positivismo, historicismo y marxismo. 2) La escuela de los Annales y la nueva historia, incluyendo un enfoque interdisciplinario. 3) La historia de la cultura y la historia serial. 4) La historia social y la historiografía de la educación, analizando las relaciones entre la escuela y la sociedad desde una perspectiva interdisciplinaria.
El documento presenta una introducción a conceptos clave de la historia como disciplina, incluyendo el uso de fuentes primarias y secundarias, conceptos de primer y segundo orden, corrientes historiográficas como el positivismo histórico y el materialismo histórico, y la reforma curricular en términos de competencias. También menciona sugerencias de estrategias didácticas y su relación con otras asignaturas.
PERSPECTIVAS TEÓRICAS EN EL CAMPO DE LA HISTORIA DEL SIGLO XIXFátima De Sá
Este documento presenta resúmenes de varios autores sobre conceptos clave de la historia como historia, historicidad, hecho histórico, tiempo histórico, tiempo cronológico y cronología. Según los autores, la historia es un proceso de interacción entre el historiador y los hechos del pasado que ayudan a comprender el presente. La historicidad implica la interpretación de la temporalidad de los hechos pasados. Un hecho histórico depende del contexto y del punto de vista del historiador. El tiempo históric
Este documento discute tres representaciones del pasado: la historia cotidiana, la historia académica y la historia escolar. Explica que la historia escolar incluye valores formativos para los estudiantes como la identidad nacional. También describe que las narrativas históricas son una forma de comprender la realidad social e histórica y que existen narrativas individuales y nacionales. Finalmente, analiza conceptos historiográficos como las explicaciones de por qué ocurren los eventos y el rol de la agencialidad humana.
Este documento presenta una introducción al conocimiento histórico. Explica que la historia ha evolucionado de ser un simple relato del pasado a una interpretación que explica cómo vivían las sociedades antiguas y cómo influyen en el presente. También discute conceptos como el tiempo histórico, las fuentes, la periodización, y las diferentes teorías y enfoques para comprender la historia. Finalmente, destaca la importancia de la selección de hechos y la subjetividad en la interpretación histórica.
La historiografía estudia cómo se ha registrado la historia a lo largo del tiempo. Analiza los métodos, formas e intereses con los que los historiadores han descrito los hechos históricos en distintas épocas. Estudia tanto las técnicas de investigación y análisis de fuentes históricas como el estilo y contenido de los textos historiográficos producidos. Su objetivo es comprender cómo se ha construido y representado la narrativa histórica.
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https://blogdegeografiadejuan.blogspot.com/2024/06/soluciones-examen-de-selectividad.html
http://blogdegeografiadejuan.blogspot.com/
Este documento contiene, el programa completo de un acto para realizar la pro...
las novelas de la evolucion mexicana escritas por sus testigos.pdf
1. 35
El escritor es el hombre de las respuestas independientes.
Y a menudo, en las sociedades políticas,
nadie cotiza las respuestas independientes.
Carlos Martínez Moreno
(1917-1986).
Introducción
oy, algunos profesores de historia parecen ser los defensores de una causa perdida
en la medida que se proponen como guardianes de su enseñanza en un tiempo caracterizado
por el inmediatismo, el individualismo, el hedonismo y la ley del más fuerte.
Los defensores de la enseñanza de la historia hacen hincapié en la utilidad de ésta para
los humanos asuntos de hoy, a partir de una mayor y mejor comprensión del pasado y para
establecer las bases de la colaboración como defensa contra el individualismo a ultranza que
se practica.
Sin embargo, la enseñanza de la historia necesita de la revisión permanente de las ideas,
especialmente de las que se dan por más evidentes y claras, y que, por lo mismo, son las
que más exigen de la crítica. Así sucede con las “verdades” de la “historia oficial” que sigue
dominando en las escuelas con respecto a la Revolución Mexicana de 1910, para señalar el
tema de este texto. Presentar la historia a partir de fórmulas dadas de una vez y para siempre
lleva a los alumnos, más tarde o más temprano, a la inseguridad y el desconcierto cuando
las comparan con su realidad.
Las teorías que guían el sistema educativo mexicano, combinadas con las exigencias
utilitaristas de la formación educativa, terminan por confundir a profesores y alumnos más
que ofrecerles los elementos que unos y otros necesitan para alcanzar sus respectivos obje-
tivos. Hay que repasar las propuestas a favor de una educación integral, para las que el ser
humano posee potencialidades diversas y es capaz de una gran variedad de comportamientos
concretos sobre la base de hábitos, habilidades, destrezas, capacidades y conocimientos,
así como del manejo de muy variadas fuentes de información. Hablamos, parafraseando a
Aristóteles, de potencias y actos.
Las novelas de la
Revolución Mexicana de 1910
escritas por sus testigos
Las novelas de la
Revolución Mexicana de 1910
escritas por sus testigos
Elvia Montes de Oca Navas
H
H
2. 36
En este texto se propone la lectura de las novelas de la Revolución, en particular las
escritas por quienes atestiguaron e incluso participaron en el movimiento, como un apoyo
didáctico de la enseñanza de la historia; se invita al lector a la revisión crítica de la historia
oficial que gira alrededor de héroes y villanos, y se sugiere la ampliación y enriquecimiento
de los contenidos de los libros dedicados al periodo revolucionario con aquellos materiales
literarios.
Algo sobre la enseñanza de la historia
Es cierto que no sólo en la escuela se pueden provocar los cambios de formas de pensamiento
sobre el mejoramiento de la sociedad, pero el espacio escolar es idóneo para ese propósito,
siempre y cuando se procure la formación de seres humanos críticos, maduros y curiosos,
insatisfechos con el aprendizaje rutinario de las cosas tal y como éstas deben ser en los términos
de la lectura conformista del libro de texto que aleja de aquellos propósitos porque limita no
sólo al alumno, sino al profesor. Se trata de generar un deseo que se asuma como siempre
insatisfecho, pero por ello mismo no limitativo, pues libera potencialidades y fundamenta
el crecimiento humano.
En la escuela se puede seguir haciendo lo mismo y de la misma manera. Lo mejor y más
cómodo con respecto a la enseñanza de la historia es asirse a lo que ya está hecho, es decir,
a la historia oficial, pero como lo señaló el dramaturgo Emilio Carballido: “hay un cierto
maleficio en los sistemas de enseñanza que permite la perpetuación y difusión de los errores”.
Una actitud indispensable en el profesor —el de nuestros días y el de todos los tiempos—
es reconocer tanto sus saberes como su ignorancia (de hecho, es una actitud indispensable
para cualquier persona), y un objetivo constitutivo de su ejercicio docente es la formación
de lectores autónomos, capaces de seleccionar lecturas con un criterio válido y competentes
para investigar con base en sus necesidades de aprendizaje.
Hay acuerdo en que el alumno debe ser visto como un sujeto activo que avanza cuando
es capaz de reorganizar regularmente contenidos y esquemas de comprensión. La formación
del sentido crítico le permite desechar ideas vacías de contenido y reformular de manera
activa conceptos —pongamos por caso los de patria, revolución, identidad, nación, patrio-
tismo, independencia y libertad, entre tantos otros— que vinculan pensamiento y acción.
A esta tarea puede ayudar de manera importante la lectura de novelas históricas, las cuales
producen goce estético pero también permiten lecturas diversas del pasado por la vía de los
recursos estilísticos y de los contenidos que proponen los autores.
La lectura de fuentes diversas y variadas —en este caso las novelas históricas como apoyo
a la enseñanza de la historia— permite construir nuevas ideas sobre lo que se sabe. “Cono-
cer es organizar, poner orden en las interacciones con la realidad para hacerla inteligible”
(Ferreiro, 1999: 121). Hablamos entonces de saber buscar información, seleccionar, juzgar,
discernir, organizar, presentar, sospechar de lo que se halla y más de soluciones simplistas y
fáciles; llegar a la comprensión de la historia como procesos, no como una acumulación de
hechos y una sucesión de etapas, y entender las revoluciones como rupturas de un continuum;
es decir, momentos críticos, pero también continuidades de un proceso más largo que incluye
los momentos de ruptura.
3. 37
Las novelas históricas
En la Poética, Aristóteles afirma que el arte imita a la realidad. Hoy, este aserto es discuti-
ble desde varios puntos de vista, incluido el de la sociología del arte, pero en particular es
oportuna la diferencia que el sabio griego hace entre poesía e historial: “Y por este motivo
la poesía es más filosófica y esforzada empresa que la historia, ya que la poesía trata sobre
todo de lo universal, y la historia, por el contrario, de lo singular” (Aristóteles, 1989: 144).
Las obras dramáticas, género al que Aristóteles se refiere, deben ser creíbles y coherentes, y
contar una historia verosímil; con todo, cuentan lo que debería haber sido, mientras que la
historia cuenta lo que fue.
Aunque la diversidad humana es muy amplia, en las novelas históricas se pueden identi-
ficar tipos humanos. A esto hay que agregar la innegable influencia que tienen el tiempo y
la cultura en la modelación de interpretaciones y juicios. Personalidad y cultura señalan así
la necesidad de conocer las motivaciones personales y los factores sociales e históricos que
influyen en las formas de conocimiento y de conducta social, y de reflexionar en el compor-
tamiento humano ante una situación histórica concreta.
De la novela, y en particular de la novela histórica, se puede decir que se trata de una
obra de ficción que trata de lo universal, no de lo particular. El relato novelesco propone una
versión subjetiva en que se plantea la posibilidad de lo que pudo haber sido en relación con
un acontecimiento real; el relato histórico, en cambio, se atiene a los hechos sobre la base
de las fuentes en que están consignados. En este sentido, la historia se refiere a individuos
realmente existentes; la novela histórica puede referirse a sujetos con esas características
y modelarlos ficcionalmente, pero también a personajes sin existencia que encarnan tipos
y modelos humanos, formas de ser y pensar que rebasan incluso el tiempo narrativo. La
novela tiene un propósito estético mediante el deleite, pero también es vía para adquirir
conocimientos, e incluso distrae al lector de su rutina. En términos pedagógicos, la novela
histórica permite al lector comparar épocas, formas de conducta y sistemas de valores. En
Diego
Rivera,
La
maestra
rural.
4. 38
otras palabras, la literatura es una forma de conocimiento y la novela histórica, en particular,
permite afinar los juicios del lector con respecto a los motivos, las conductas y las formas de
ser de los personajes y de sus circunstancias, sin que tenga la obligación de condenar o aprobar
sobre la base de pretendidas verdades absolutas. En síntesis, gracias a la literatura es factible
elaborar juicios más humanos, comprensivos y reales sobre hechos y personajes históricos.
La novela suele contarnos una historia imaginaria. Las ciencias sociales, en cambio,
que desde el desarrollo del positivismo han aspirado a ser verdaderas ciencias; tratan de
postular una serie de proposiciones, relacionadas entre sí, con las pruebas que las pueden
corroborar, acerca de lo que consideran que es el mundo real. (Berger, 1979: 372)
La historia propone hipótesis, hace deducciones y busca explicaciones plausibles con base
en la información disponible; recurre a un lenguaje preciso y directo. La información que
emplea puede enriquecerse o modificarse con nuevas fuentes. Es obvio que el propósito
del conocimiento histórico no es el goce estético, aun cuando muchas obras históricas lo
procuran, ya por su calidad estilística, ya por el tema que abordan. En cambio, “la verdad
poética se halla expresada en un lenguaje estéticamente agradable, rasgo que es un elemento
importante de su capacidad de persuadir” (Berger, 1979: 379).
En todo caso, el novelista histórico, sin tener las obligaciones del historiador, puede apro-
vechar (no lo necesita tanto como el historiador, pero a veces le hace bien) el conocimiento
histórico para fundar sus juicios. Combinar historia y ficción es un ejercicio de complemen-
tariedad que apunta a un tipo específico de conocimiento en que se reúnen goce estético y
reflexión. Dicho en unas cuantas palabras, se trata darle verosimilitud al relato.
La novela histórica no es una galería fotográfica, incluso si el escritor es testigo de los
hechos que relata —para nuestro caso, la Revolución de 1910—, sino la interpretación de
un autor ideológicamente mediado que emplea una forma de expresión socialmente creada
pero elaborada de manera personal y, por lo mismo, única. El creador proyecta en los per-
sonajes sus ideales, valores y visiones del mundo y de la sociedad. Desde luego, con alguna
frecuencia es posible encontrar desesperanza y desilusión en el novelista, sobre todo cuando
hay discrepancia entre su propuesta creativa y el curso de los acontecimientos, lo cual puede
apreciarse en algunos de los escritores de la Revolución. “La ficción ha procurado también
ser algo más que un retrato de la vida. Los novelistas han deseado señalar una lección moral,
directa o indirectamente, por lo que nos han ofrecido una crítica además de un cuadro”.
(Berger, 1979: 327).
Esta discrepancia se puede entender de otra manera:
[…] la novela se caracteriza como la historia de una búsqueda de valores auténticos
de un mundo degradado, en una sociedad degradada, degradación que en lo tocante
al protagonista se manifiesta principalmente por la mediatización, la reducción de los
valores auténticos en el valor implícito y su desaparición en tanto que realidades ma-
nifiestas. (Goldmann, 1964: 24)
Como testigo que enjuicia, el narrador introduce su propia ética como un problema estético,
de ahí que su ideología pueda ser tema de análisis con respecto a su obra. En la mayoría de las
novelas de la Revolución Mexicana que se proponen a continuación aparece una conciencia
discursiva desdichada, desilusionada, desesperanzada.
5. 39
Las novelas de la Revolución
En términos generales, son consideradas como novelas de la Revolución las que narran el
periodo armado de la misma (1910-1917). Este es el criterio que se emplea en el seguimiento
de las novelas incluidas en la antología que preparó Antonio Castro Leal y en la inclusión
de otras asimismo importantes, como La malhora, El desquite y La luciérnaga, de Mariano
Azuela; La negra Angustias, de Francisco Rojas González, y Tierra caliente y las novelas cortas
incluidas en el volumen El sur quema, de Jorge Ferretis. Mención especial merecen La tormenta
y El desastre, de José Vasconcelos, que forman parte de las memorias del escritor, político y
filósofo, y que aun cuando no son obras de ficción, remiten al periodo referido.
La selección no es entonces arbitraria, azarosa o totalmente subjetiva. Las novelas inclui-
das en la antología de Castro Leal son Los de abajo (El Paso, 1916), Los caciques (México,
1918), Las moscas (México, 1918), El águila y la serpiente (Madrid, 1928), La sombra del
caudillo (Madrid, 1929), Ulises Criollo (México, 1935) [primera parte de las memorias de
Vasconcelos], La revancha (San Luis Potosí, 1934), Cartucho (México, 1931), Las manos
de mamá (México, 1937), Apuntes de un lugareño (Barcelona, 1932), Desbandada (México,
1934), Campamento (Madrid, 1931), Tierra (México, 1932), Mi general (México, 1934), Tropa
vieja (México, 1931), Frontera junto al mar (México, 1953), En la rosa de los vientos (México,
1941), ¡Vámonos con Pancho Villa! (Madrid, 1931), Se llevaron el cañón para Bachimba (México,
1931), El resplandor (México, 1937) y La escondida (México, 1947). A las cuales se agregan
para los propósitos de este texto: La malhora (México, 1923), El desquite (México, 1925), La
luciérnaga (Madrid, 1932), La negra Angustias (México, 1955), Tierra caliente (Madrid, 1935)
y El sur quema (México, 1937), además de las mencionadas La tormenta (México, 1936) y El
desastre (México, 1938), de José Vasconcelos que, como ya se señaló, no son novelas, sino
dos de los libros en que aquél dividió sus memorias. Los textos mencionados son idóneos
para realizar el análisis literario de la Revolución y dan cuenta de la búsqueda de un nuevo
sistema social por parte de quienes participaron en el movimiento.
Las novelas consideradas son asimismo memorias de sus autores en el sentido de que éstos
dan a conocer su participación en el movimiento revolucionario a través de ellas. “El género
adopta diferentes formas, ya el relato episódico que sigue a la figura central de un caudillo, o
bien la narración cuyo protagonista es el pueblo; otras veces se presenta la perspectiva auto-
biográfica y, con menos frecuencia, los relatos objetivos o testimoniales” (Martínez, 1966: 1).
Los autores seleccionados se pueden dividir en dos grupos: en el primero, integrado por
los autores nacidos entre 1873-1890, están quienes se unieron con entusiasmo al movimien-
to revolucionario para derrocar al usurpador Huerta, conocieron de cerca las hazañas y las
traiciones de los grandes jefes de la Revolución: Madero, Zapata, Villa, Carranza, o lucharon
en las tropas revolucionarias al lado de alguno de los caudillos. Se trata de Mariano Azuela
(1873-1952), Martín Luis Guzmán (1887-1976), José Vasconcelos (1882-1959), José Rubén
Romero (1890-1952) y Agustín Vera (1889-1946).
El segundo grupo lo integran los escritores nacidos entre 1895 y 1913 —con excepción
de Urquizo—, entre los que están quienes debieron interrumpir sus estudios por el estallido
de la Revolución o bien permanecieron como testigos mientras continuaron su formación
académica o se enrolaron en los diversos ejércitos revolucionarios a finales del movimiento
armado. Forman este grupo Francisco L. Urquizo (1891-1969), José Mancisidor (1895-1956),
Nellie Campobello (1913-1986), Gregorio López y Fuentes (1897-1966), Rafael Felipe Muñoz
6. 40
(1899-1972), Mauricio Magdaleno (1906-1986), Miguel N. Lira (1905-1961), Francisco
Rojas González (principios de siglo-1951) y Jorge Ferretis (1902-1962).
En los dos grupos hay una variedad de actores y de testigos de la Revolución que dejaron
a la posteridad la narración dramática de sus experiencias, en que las traiciones —por señalar
sólo un tema recurrente— se refieren tanto a personajes históricos reales como a personajes
ficticios. La riqueza literaria describe ambientes y espacios —las frías madrugadas y el campo
de batalla—, situaciones —los fusilamientos, la actitud de los soldados y las soldaderas ante el
peligro—, las consecuencias materiales de la guerra —destrucción de pueblos y haciendas—,
el tránsito biográfico de los personajes —el adolescente y el hombre maduro envueltos en el
torbellino de la violencia; el hombre anónimo ascendido a general sólo para que, luego de
sobrevivir, regrese al anonimato del que salió— y el rico arco de las emociones —las mujeres
que asisten impávidas al asesinato de sus hombres mientras sus hijos reciben su bautismo de
violencia; el peonaje en que se reúnen los callados y los taimados—, etcétera.
La riqueza de la novela histórica como apoyo didáctico
En tanto que narración de lo vivido, las novelas y las memorias de Vasconcelos Ulises criollo
consideradas en el primer grupo se diferencian de las del segundo, pues en éstas hay una
narración de lo representado; los autores incluidos en el primer grupo están envueltos en
sucesos a los que pretenden dar sentido, y en su empeño narrativo, se mueven dentro de
sus respectivos márgenes y esquemas de significación (ideológicos). “Entendemos aquí por
ideológico que la función de la visión no es proporcionar un informe fiel del mundo, sino
construir de éste una imagen que calme la angustia engendrada por la situación que narra”
(Leenhardt, 1975: 123).
Hay en las novelas históricas y memorias mencionadas la crítica a la decadencia de la
sociedad tradicional-liberal, sus valores y los sentimientos que éstos les despertaban: libertad
(parcial), honradez, veracidad, justicia, igualdad, solidaridad. Lo civilizado es contrastado
con lo bárbaro (como etapa inicial del desarrollo humano), primitivo, instintivo y animal,
pero la pugna entre civilización y barbarie no encuentra siempre una síntesis creadora.
Sin embargo, toda esta obra relativa a la Revolución motiva al lector a cuestionar la
relación entre el autor y la realidad que describe, así como la ideología subyacente como
resultado del medio social del que proviene el autor respectivo. Se puede apreciar así una
burguesía en peligro, frágil y en decadencia moral asediada por los “otros”, los que buscan
salir de su oprobio, pero en quienes hay también decadencia. Los hombres de la Revolución
cambian fácilmente de bando, igualmente “los de arriba” y “los de abajo”, y es frecuente que
no vislumbren el mundo nuevo y mejor que buscan. La suya es una realidad degradada en
que ideales y valores tienen un lugar precario; los proyectos y programas de largo plazo son
sustituidos por lo inmediato y la ventaja es de quienes están colocados coyunturalmente en
una mejor posición, como los astutos: aquellos que saben estar en el momento y lugar precisos.
Es frecuente que el indio, el soldado, la soldadera, el campesino miserable y su familia
representen lo negativo, pero más que por un juicio moral laborado literariamente, por la
situación misma en que están inmersos los personajes: por eso están “abajo” y son también
dignos de compasión por su ignorancia y condición ancestral. En el otro extremo están los
de “arriba”, representantes de la razón, quienes se comportan de manera oportunista, pues
aprovechan toda ocasión para sacar provecho. Por ello, merecen desprecio. Letrados e
7. 41
iletrados se vuelven inteligibles a la luz de
la razón, la lógica y, sobre todo, la ética del
escritor.
Hay que destacar la oposición frecuente
entre las realidades de los novelistas de la
Revolución y las realidades de los grupos
revolucionarios, que se unen en la violencia.
Y si bien las tinieblas se oponen a la luz, no
impedirán que de la literatura salga la visión
del mundo que permita interpretarlo por la
vía de la escritura. El antiguo orden se des-
morona. Su lugar es ocupador por el caos, por
el desorden total que invierte los valores. A
los novelistas les corresponderá darle sentido
al sinsentido de los acontecimientos, no sólo
como una tarea creadora, sino como un recur-
so para no hundirse ellos mismos en el caos.
En este sentido, se puede decir que para los
novelistas de la Revolución la escritura resultó
ser también una catarsis.
En los libros mencionados hay narración
e interpretación, y los puntos de vista, como es natural, son muy diversos, pero en todos
los casos hay una postura estética y una posición ideológica desde las que se busca hacer
inteligibles los hechos. “No hay tiempo de pulir las frases: todo desemboca en una extrema
economía narrativa, y esta economía es un estilo del realismo” (Ruffinelli, 1982: 67). De
ahí la reproducción o creación de apodos para referir rasgos físicos y morales, el recurso al
anonimato de los personajes, la descripción crispada del fiero enemigo y la lealtad exaltada
al jefe inmediato.
Los novelistas de la Revolución tomaron partido aun en los largos momentos de tran-
sición en que la indefinición era lo único visible. En la mayoría de los textos referidos hay
crítica social y política. Algunos son desmitificadores e incluso antioficialistas. En otras, es
perceptible la proyección de lo que “debió ser” y no fue, así como el cuestionamiento a los
diversos bandos y grupos en pugna. No hay exageración en señalar que los novelistas de la
Revolución, en términos generales, resultaron cronistas de un fracaso histórico. Algunos
fueron acusados de reaccionarios y de contrarrevolucionarios, como Mariano Azuela, porque
no pudieron ver (se ha dicho), inmersos en la inmediatez de los hechos, la grandeza de la
Revolución Mexicana. Pero Azuela es inclemente porque desde su superioridad cultural y
su ética-liberal, descarna hechos y elabora personajes tomados de la realidad a su alcance.
“Los de abajo”, raza degenerada entregada al alcohol y las bajas pasiones, al saqueo y la
barbarie, como revancha por sus penas, que nadie puede contener. Es el caso de Demetrio
Macías, el personaje de la novela de Azuela, quien, al borde de una barranca, reflexiona
sobre el viento impetuoso de la Revolución que arrastra todo lo que encuentra a su paso:
“Mira esa piedra cómo ya no se para…”.
“Los pensadores preparan las revoluciones; los bandidos las realizan”, escribe Azuela en
Las moscas, al triunfo del carrancismo, en el que se dan cita “camaleones” que cambian de
piel según lo exige el ambiente; se visten de revolucionarios cuando antes eran reconocidos
Diego
Rivera,
Reparto
de
tierras.
8. 42
porfiristas o huertistas, algo así como los
políticos “chapulines” de hoy. “Azuela supo
ver también los ‘episodios’ nefastos de la
Revolución traicionada, como la subsisten-
cia de los antiguos funcionarios y militares
trasmutados en ‘revolucionarios’ de última
hora” (Ruffinelli, 1982: 101). Entre las mu-
jeres que aparecen en Los de abajo destaca la
“Pintada”: mujer “fácil”, soldadera por gusto
o por necesidad. Es un modelo humano de
las soldaderas que aparecen en otras novelas.
Con este ejemplo se verifica una vez más
la idea aristotélica sobre lo universal de la
literatura ante lo particular y factual de la
historia. Son tipos humanos que se resuel-
ven literariamente de manera intemporal,
siempre y cuando no cambien las condiciones
sociales de las que surgen.
Azuela tenía 37 años cuando se dio el
levantamiento de Madero. Fue su partidario,
así como lo fue de Villa y, consecuentemente,
fue enemigo de Carranza. “Azuela tuvo convicciones y ningún temor de trasladarlas a la
literatura” (Ruffinelli, 1982: 7). Su obra literaria es la expresión de un hombre de estudios,
pues fue médico, aunque tal vez no la de un literato consumado; es decir, fue limitado por su
visión del mundo, de la vida y de la sociedad por su formación académica y sus intereses de
clase. Se decepcionó del movimiento revolucionario y sus actores principales, “los de abajo”,
debido a que ni las ideas ni las acciones de éstos coinciden con los ideales, valores e intereses
de la clase media educada a la que pertenecía el escritor; pero también se decepciona de “los
de arriba”. Y si los pobres no tienen los ideales y valores de Azuela, los segundos los ignoran
y corrompen. El escritor narra su presente histórico, los acontecimientos de su época, con
un trasfondo épico y ético, y a partir de su ideología liberal.
José Rubén Romero, en cambio, resalta su apego y nostalgia por la provincia y su temor
a la ciudad, por viciosa e inconmensurable. Es un defensor de un provincianismo cuya tran-
quilidad fue arrasada por la revolución.
En la narrativa revolucionaria aparecen escritores que son portadores de una ideología
anticlerical y laica, cuestionadora de los curas que, a cambio de jugosas limosnas, son compar-
sas de los ricos y poderosos, y sus garantes espirituales, pero igualmente son embaucadores de
las masas a las que prometen la recompensa de los sufrimientos con el arribo al otro mundo.
Dentro de ese marco liberal-racional, las masas son presentadas con frecuencia como porta-
doras de la imbecilidad y de la maldad que no permiten el diálogo inteligente y obstruyen el
avance de las ideas progresistas desarrolladas por la educación, la tolerancia, la democracia.
Las mujeres pueden ser débiles, perversas, traidoras, seductoras, sumisas, obedientes,
bravas, hipócritas, vengativas, traidoras o hembras, según su naturaleza. Es significativo
que queden fuera de la narración (si acaso como asunto secundario o telón de fondo, pero
apartadas de la violencia) el matrimonio, la esposa y los hijos, que son instituciones y seres
respetables y legítimos. Quizás por ello se les ve ajenos al caos producido por la revuelta.
9. 43
Los políticos y los intelectuales arribistas son criticados con frecuencia, precisamente
porque siempre saben estar en el momento y lugar oportunos, o porque mudan de “chaqueta”
con la misma facilidad con que cambian de bando los soldados de los grupos en pugna. Son
“jilgueros” cuya palabrería confunde y no convence, pero que saben sacar provecho de los
jefes, a los cuales abandonan justamente cuando el peligro es inminente y llega el momento
de correr y cambiar de grupo. Los intelectuales oportunistas tienen muy buen olfato para
ventear los tiempos y dirigir sus pasos por donde más les conviene, como el periodista Luis
Cervantes, que de huertista pasa rápidamente a maderista. Se trata de seres de espalda
flexible que se inclinan cada vez que es necesario hacerlo y que van por donde sopla mejor
el viento. Retóricos, engañadores, sofistas y mentirosos que pronuncian infinidad de veces
las palabras patria, nación, revolución, justicia social, libertad o igualdad para convencer a
los demás, aunque para ellos no signifiquen nada: las utilizan para engañar a los ingenuos.
Demetrio Macías, el personaje central de Los de abajo, como sus seguidores, son armas y
están poseídos por fuerzas que no comprenden bien y que por lo mismo, no pueden contro-
lar: son arrastrados por ellas. Conforman un pueblo incapaz de hacer planes de mediano y
largo plazos, pero podríamos preguntar hoy: ¿había tiempo y posibilidades de que hicieran
planes? No, desde luego. El pueblo estaba incapacitado para dirigir y realizar cambios sociales
profundos; sus necesidades inmediatas se desprendían de la exigencia de sobrevivir en medio
de la violencia.
La visión fatalista es otra constante en los novelistas de la Revolución. Es resultado de la
realidad que les tocó vivir, la cual giraba en círculos y se atenía a la ley del más fuerte y no
del más capaz, entre quienes los escritores (al menos algunos) se consideraban.
La Revolución es narrada como un hecho sobre el que no hay conciencia clara ni idea de
sus orígenes y motivos, y menos de los programas que se desprenderían de ella. Era una piedra
que caía al abismo, una hoja arrastrada por el viento, una bola de nieve creciendo sin control.
Reflexiones finales
Como bien lo advierte Ruffinelli:
No puede decirse que la “Novela de la Revolución Mexicana” tenga una sola perspectiva,
sea una sola tendencia y nos deje una misma imagen de los hechos: no sólo las diferencias
entre los autores marcan esta otra diferencia, sino el que se sucedan generacionalmente
y su óptica corresponda a las distintas épocas que se vivieron. (Ruffinelli, 1982: 65)
Hay que admitir lo que se ha dicho incontables veces: la Revolución de 1910 no fue una sola.
Tuvo etapas, vertientes, facciones, ideologías, propósitos, actores, testigos y representantes
diversos: Madero y su fe en las leyes y en la democracia; Carranza y su defensa liberal-
terrateniente; la confianza en el militarismo profesional y la capacidad directiva de Felipe
Ángeles; la reacción neoporfiriana y traidora encarnada por Victoriano Huerta; los caudillos
que lucharon por el poder hecho institución, como Carranza y Obregón; idealistas como
Zapata; defensores de un ideal social-militar, como Villa, y alrededor de ellos, hombres que
los siguieron porque le daban sentido a sus luchas, aunque no comprendieran muy bien el
significado de éstas. Muchas veces, la lealtad a un hombre estuvo por encima del compromiso
con lograr un programa social.
Finalmente, es necesario admitir que el lector que carece de lecturas históricas puede
sentirse tentado a ver en las novelas de la Revolución una descripción de la verdad histórica.
10. 44
Si la Revolución Mexicana fue ese remolino violento y devastador, ¿dónde queda todo lo
que de ella se ha escrito y dicho como un movimiento creador y reivindicativo del pueblo
mexicano? Es claro que la respuesta es sencilla, en el sentido de que la literatura del periodo
narra hechos y da interpretaciones de sentido desde la posición ideológica que le da inte-
ligibilidad a lo narrado. Nada más lejos de la intención de los novelistas de la Revolución
que proponer verdades absolutas. El suyo es un acercamiento estético a hechos que pasan
por el tamiz de la ficción.
Las novelas de la Revolución presentan un mundo desordenado y sin propósitos, debajo
del cual palpita el anhelo de justicia que, ahora lo sabemos, estuvo oculto primeramente y
luego fue acallado deliberadamente por el estruendo de las batallas y la politiquería, por los
ruidos y las voces que silenciaron las de los auténticos revolucionarios. Éstos lucharon por
los derechos y libertades humanas, por el triunfo de la democracia y la participación política
de todo el pueblo, por la libre manifestación de ideas, porque la nación fuese dirigida por los
más aptos, por un Estado igualitario, laico y colocado por encima de los intereses particulares
de los sectores sociales; porque el poder del Estado fuera ejercido por hombres venidos “de
abajo”, pero sostenidos en una clara posición ideológica y en su preparación intelectual,
conocedores de las necesidades del pueblo y de otros pueblos y capaces de comparar, en
beneficio del país, el adelanto económico y político de otras naciones.
La riqueza de las novelas de la Revolución es muy variada. Va del testimonio literario
de quienes vivieron la Revolución Mexicana y protestaron creativamente por el desarrollo
que tuvo finalmente. Algunos, decepcionados de la evolución y resultado del movimiento,
contrarios a las ideas políticas y sociales de ellos, se alejaron de la política mexicana. Al con-
trastar el tratamiento ficcional de los hechos con éstos, esas novelas dejan ver, entre líneas,
las respectivas ideologías de sus autores, e incluso sus contradicciones. Son obras que, en
mayor o menor medida, contienen una historia rica y profunda de la Revolución, acotada y
enriquecida al mismo tiempo por el tratamiento literario. Fernando Benítez lo expresó así:
Los verdaderos historiadores [de la Revolución Mexicana de 1910] han sido los no-
velistas y los ensayistas. Azuela, Martín Luis Guzmán, Rafael F. Muñoz, Vasconcelos,
proyectan más luz sobre ese periodo borrascoso que toda la montaña dejada por los
llamados historiadores. El arte, enemigo del fárrago, del lenguaje tartajoso, de la desme-
sura, al erigir su mundo recrea el pasado, le devuelve a los hechos y a los personajes su
vida y su magia, en suma, su profunda, trascendente espiritualidad. (Benítez, 1985: 13)
Si bien el juicio de Benítez es exagerado cuando pone por encima a los novelistas y sus novelas
de los historiadores y la historia, en ocasión del Centenario de la Revolución los maestros,
y no sólo los de historia, pero especialmente éstos, tienen en la literatura relativa al movi-
miento un medio idóneo para introducirse e introducir a sus alumnos en ese conjunto de
acontecimientos que llamamos la Revolución Mexicana de 1910. Sobre todo porque hay en
ese caudal literario, obras escritas por testigos directos. Este recurso no sustituye el estudio
de la Revolución en la literatura estrictamente histórica, pero sí lo enriquece al ampliar su
comprensión. Además, permite valorar, comparar y reconocer las condiciones en que vivía la
mayoría de los mexicanos hace un siglo. En éste 2010, las condiciones son otras y diferentes
los desafíos, por mucho que haya similitudes entre nuestro tiempo y el de hace un siglo. Este
reconocimiento es importante en la medida que hay quienes han visto la sombra de otra
revolución violenta en el horizonte. Esta percepción debe modularse sólo por el hecho de lo
que el pueblo, mencionado así como se le veía hace un siglo, ha soportado cargas sociales y
11. 45
económicas muy pesadas, Por ello mismo, no debe estirarse tanto la liga como para reventarla.
Ya conocemos los resultados de una situación tal. También en ese sentido son aleccionadoras
las novelas de la Revolución.
Vale la pena concluir con una cita tomada de El sur quema, de Jorge Ferretis, la relativa a
la Patria que, decepcionada con los resultados de la Revolución, le dice a Juan en un men-
saje dirigido a los políticos mexicanos posrevolucionarios, que bien puede estar dirigido a los
políticos de hoy: “Camina Juan… diles que me canten menos… y que me miren… más…”.
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