1. Todos nacemos pecadores separados de Dios y con una naturaleza egoísta que desea hacer el mal. 2. Jesucristo es la única solución para cambiar esta naturaleza pecaminosa y convertirnos en nuevas criaturas con la naturaleza divina. 3. Después de la conversión a través de Cristo, se vuelve posible vivir una vida de obediencia y alejarse de los frutos de la carne como el odio y la envidia.