1. EL HAMBRE Y LA MISERIA.
Muchos de nosotros venderíamos nuestras almas por conseguir la pastillita mágica que nos permitiera
hartarnos de churros, chorizo y huevos fritos sin aumentar de peso, y sin incrementar los niveles de
colesterol, pero lo peor es que hay 800 millones de personas en el mundo que se van a la cama todas las
noches con hambre.
Cada cinco segundos muere un niño de hambre; uno de cada cinco niños en Estados Unidos es
peligrosamente obeso; 10 millones de personas mueren cada año debido al hambre o las enfermedades
que provocan y acentúan la malnutrición; el mundo produce comida más que suficiente para todos los
seres humanos; el presupuesto total mundial que dan los Gobiernos de los países ricos para el desarrollo
de los países pobres es de 50.000 millones de dólares al año; el presupuesto de Estados Unidos para la
guerra en Irak hasta la fecha ya duplica esa cantidad.
Las causas mas importantes es la incompetencia o corrupción de los Gobiernos de los países más pobres,
de la población en si, de darles comida y no enseñarles a como conseguirla como el dicho de dan pescado
cuando hay hambruna, pero no enseñan a pescar cuando no la hay y muchas cosas más, pero nunca nos
hemos preguntado esta pregunta; ¿Todo lo qué estamos haciendo está bien o mal? Pues creo que mal,
porque algunos de nosotros derrochamos el dinero en cosas que no nos hace falta, en caprichos mientras
otros no tienen siquiera un simple plato de comida, porque unos tienen tantos y otros tan poco, pero la culpa
es solo nuestra, no digo que todo el mundo tengamos en mismo dinero pero si que todo el mundo se lleve
cada día a la boca más de un plato de comida, que nadie muera por hambre.
Todo sistema económico debe colocar al frente de sus prioridades la lucha contra la miseria. Nadie debe
pasar hambre, nadie debe dormir a la intemperie, nadie debe pasar frío, nadie debe sufrir una enfermedad
sin recibir atención. La miseria es el estrato más bajo de pobreza. Consideramos que viven en la miseria
aquellas personas a las que les falta comida, techo, vestido o atención sanitaria. La inaccesibilidad a la
educación y al trabajo son también causas de la miseria, y cualquier estrategia de actuación a medio plazo
debe contemplar ambos problemas. Las personas que viven en la miseria se ven sumidas en una lucha
diaria por la supervivencia y contra la exclusión social que les hunde aún más en esa miseria. Esta es una
tragedia cada vez más extendida que nadie debería ignorar. La miseria siempre ha existido, pero
actualmente ya no es un problema propiamente económico. Es decir, no es un problema de balanza de
pagos, ni de políticas fiscales, ni de promoción de exportaciones, ni de sustitución de importaciones, ni de
modelos productivos ni nada de eso. El problema de la miseria es de carácter ético. Lo que se requiere para
resolverlo es la voluntad política para quererlo resolver. Hoy sabemos que con un minúsculo porcentaje del
dinero que manejan los gobiernos en sus presupuestos de defensa o las corporaciones en sus
especulaciones financieras habría recursos suficientes para eradicar la miseria. Pero ni gobiernos ni
corporaciones tienen este punto como prioritario en su agenda.