Los orígenes del pueblo de Israel se remontan a Abraham, Isaac y Jacob, patriarcas seminómadas que emigraron de Mesopotamia a Canaán entre los siglos XVIII-XIII a.C. Dios prometió a Abraham convertirlo en una gran nación y bendecir a todos los pueblos a través de él. Con el tiempo, sus descendientes emigraron a Egipto debido a la hambruna, pero terminaron siendo esclavizados hasta el éxodo que relatan los primeros capítulos del Éxodo.