El documento discute los desafíos de enseñar valores en las escuelas. Señala que intentar imponer valores a los estudiantes de manera homogénea no reconoce su capacidad para desarrollar sus propias perspectivas valóricas. También indica que valores como el amor y el respeto son conceptos abstractos que los docentes interpretan de manera diferente, dificultando un enfoque pedagógico coherente. Concluye que los valores deben estar presentes en el clima social de la escuela más que imponerse por decreto.