2. Cualquiera que haya desarrollado afecto por el manga underground ha oído hablar alguna vez de Garo. La legen-
daria revista comenzó su andadura en Septiembre de 1964 y dejó de publicarse en diciembre del 2002. Vive sus
días de esplendor a principios de los setenta y comienza su lento declive en la década siguiente. A lo largo de los
años, sus páginas han albergado todo tipo de estilos y tendencias: el erotismo, el terror, el surrealismo, la crítica
social, el punk… Durante mucho tiempo, fue el nicho perfecto para los trabajos que no encajaban en las grandes
revistas, ya fuera por su temática, su estética o ambas. La nómina de autores asociada a la publicación es más que
notable. La conforman autores que ya son leyenda: Sanpei Shirato, Shigeru Mizuki, Yoshiharu Tsuge, Yoshihiro
Tatsumi… Autores de culto: Suehiro Maruo, Nekojiru, Kazuichi Hanawa, Usamaru Furuya, Oji Suzuki, Shinichi Abe,
Seiichi Hayashi…Y autores prácticamente desconocidos por estos lares: Imiri Sakabashira, Nishioka Brosis, Yoshi-
kazu Ebisu (mi amor platónico)… Algunos de sus trabajos pueden encontrarse en dos antologías publicadas en
Estados Unidos a finales de los noventa: Secrets comics of Japan: underground comics (VIZ Media, 2000) y Comics
underground: Japan – An anthology (Blast Books, 1996).
Retomemos el hilo: el éxito de Garo llegó a ser tal, que el propio Osamu Tezuka lanzó su revista de manga alterna-
tivo, COM, en la que publicó su serie más ambicioso y tristemente inconclusa, Hi no Tori. Desgraciadamente, el
invento no funcionó y, tras cinco años (1967-1972), COM desapareció del mercado.
No obstante, Garo encontró relevo, muy a su pesar. En Febrero de 2008 AX ve la luz. Para muchos, la revista es la
sucesora natural de la agonizante Garo, no sólo porque se mantiene bastante próxima al espíritu de su antecesora,
sino también porque muchos de los autores que llenaban sus páginas continuaron trabajando en la recién nacida
AX: Maruo, Tatsumi, Abe, Furuya… La nómina se completó con otros que comenzaron en ella su andadura y que
se han labrado con el tiempo una reputación en el mundo del manga alternativo, tal es el caso Akinoh Kondo.
3. Top Shelf publicó en 2010 una antología de AX de 400 páginas: AX Alternative Manga. Uno de los autores que más
me llamó la atención (o sería más preciso decir que fueron sus páginas las que lo hicieron) fue Keizo Miyanishi. Sus
viñetas están llenas de un erotismo mórbido y refinado que me hizo pensar de inmediato en Toshio Saeki y Suehiro
Maruo, dos de los nombres más notables del manga eroguro. Al igual que ellos, Miyanishi potencia al esteta por
encima del narrador. Sus historias buscan, ante todo, embriagar al ojo con imágenes sensuales y barrocas. La
trama amenaza a menudo con convertirse en una mera anécdota, un pastiche sensiblero con aspiraciones intelec-
tuales.
En la breve biografía que acompaña a la antología se dice del autor que obtuvo la fama como artista erótico en los
setenta, que tiene (o tuvo) una banda de música llamada Onna (mujer) que alcanzó el número uno en las listas de
música independientes japonesas allá por el 83, y que es un apasionado de la literatura rusa, de la que parece
tomar algunos temas.
4. La obra de Keizo Miyanishi en cuestión se titula Esther, y a ella corresponden las páginas que acompañan a este
texto. El estilo del mangaka se vuelve aquí infinitamente más detallado que el visto en las páginas de la antología.
Suben también bastantes decibelios el erotismo y las bizarradas. El dibujo se vuelve preciosista, ultra detallado y
abrasado por el latir erótico. La carne y los fluidos desbordan las páginas. Abundan las imágenes inquietantes y
anatomías alteradas, impensables. En general, el tono predomínate es el lírico.
Si tuviera que definirla con brevedad, diría de Esther que es una fantasía erótica barroca y decadente.
Sea como fuere, me dispuse a saber más sobre él, y surfeando por la red, que es “vasta e infinita”, di con una de
sus obras a través de una web francesa dedicada a libros raros. La página en cuestión se llama Timeless Shop y
ofrece un catálogo nada despreciable de… En fin, no sabría como resumirlo en una palabra. Dejémoslo en “libros
raros” y que sea el lector interesado en lo escabroso el que ponga los calificativos más apropiados.