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MANIFIESTO DE VOLUNTAD POPULAR
Voluntad Popular - Visión del Movimiento............................................................. 1

La Venezuela Que Queremos – Visión de País...................................................... 1

Nuestra visión de la historia

       1928-1998.......................................................................................................... 2

       1998-2009.......................................................................................................... 7

       Nacimiento de Voluntad Popular .................................................................... 9

Nuestros Valores.................................................................................................... 10

Nuestros Principios de Acción ............................................................................. 15

Perfil del activista................................................................................................... 17

Nuestros Temas Principales - Principios Programáticos

       Todos los derechos para todas las personas ............................................. 17

       Nuestra Opción por la Vida ........................................................................... 18

       Educación de Calidad para Todos................................................................ 19

       Política de Empleo ......................................................................................... 21

       Política Social................................................................................................. 22

       Democracia y Capital Social ......................................................................... 23

       Economía Inclusiva de Mercado................................................................... 24

       El Petróleo como Instrumento de Progreso ................................................ 25

       El Estado en la Venezuela que Queremos ................................................... 26

       Venezuela Ante el Mundo.............................................................................. 28

       La Fuerza Armada que Queremos ................................................................ 29

        El Pasado y el Futuro.................................................................................... 31
Voluntad Popular

        “Es un movimiento social y político, plural y democrático, que busca
organizar a millones de personas para juntos superar la pobreza en paz y
democracia a través del trabajo productivo, la acción social y el desarrollo
sustentable.

        Nuestra meta es construir una patria más digna, solidaria y próspera donde
todos los derechos y deberes sean para todas las personas.”



        La Venezuela Que Queremos

         Queremos una Venezuela unida, plural, próspera, libre e incluyente,
que viva en Paz y Democracia. Donde todos los derechos y deberes sean para
todas las personas y existan oportunidades para el desarrollo personal y social.
Una Venezuela donde la libertad se ejerza de forma constructiva y responsable,
en el marco de los Derechos Humanos. Donde la Democracia sea un sistema
que resuelva efectivamente los problemas de los ciudadanos, quienes participen
constructivamente en la solución de sus propias necesidades y en el control de
la gestión pública a nivel local, estadal y nacional. Con venezolanos que valoren
el éxito a través de la superación, el trabajo y el esfuerzo propio.

         Queremos un Estado que no permita que los gobiernos se adueñen del
petróleo de los venezolanos. Un Estado promotor del desarrollo social, que
promueva la calidad de vida de todos los venezolanos a través del acceso
universal a la salud, la educación y servicios públicos de calidad. Que ofrezca
seguridad integral (personal, social y jurídica), castigue los abusos de poder,
persiga el terrorismo y condene el autoritarismo en todas sus formas. Un Estado
transparente que rinda cuentas y de acceso a la información pública; que
construya instituciones firmes en el cumplimiento de las leyes, que controle con
justicia e inteligencia la inmigración y exalte nuestra nacionalidad. Un Estado que
mantenga relaciones armoniosas, productivas y equitativas con el mundo y vea
la globalización como una oportunidad y no como una amenaza. Un Estado que
garantice el uso sostenible y eco-eficiente de nuestros recursos naturales.

        Queremos una sociedad solidaria y de intereses compartidos, donde
los ciudadanos, empresas, ONG’s, comunidades organizadas e instancias de
gobierno sean aliados para el logro del bienestar común. Una sociedad
incluyente que genere oportunidades para que todos los ciudadanos, sin distingo
de riqueza, religión, edad, género, raza, sexualidad o tendencia política, puedan
labrar su propio camino al éxito y al desarrollo personal, contribuyendo además
con el bienestar colectivo.

        Queremos una Economía no dependiente del petróleo, competitiva,
estable y confiable. Que se base en el trabajo, la propiedad, la productividad, el
emprendimiento y la innovación. Que reconozca la propiedad como el producto
del esfuerzo personal. Con un sector productivo próspero, sólido, seguro, y con
un alto grado de compromiso y responsabilidad social. Que incorpore el inmenso


                                          1
capital humano de nuestros ciudadanos, en especial el de los jóvenes, a los
procesos de producción de riqueza y bienestar. Con una iniciativa privada, micro,
pequeña, mediana o grande, que sea promovida desde el Estado como
elemento indispensable en el desarrollo del país y la prosperidad de todos los
venezolanos. Una economía que agregue valor a nuestras riquezas a partir del
conocimiento.

       Queremos una Venezuela próspera en lo económico, cultural y social.
Que ofrezca oportunidades, estabilidad, seguridad y confianza a sus ciudadanos.
Una Venezuela llena de gente amable, alegre, creativa, próspera y realizada.
Una Venezuela unida, pacífica y democrática en la cual crecer, trabajar y vivir
sea inmejorable.

       Para construir La Venezuela que Queremos, sólo faltas tú.



       Nuestra visión de la historia

       1928-1998

         En Voluntad Popular entendemos que toda nuestra acción debe partir de
una reflexión profunda de nuestra historia. Entendemos la historia de Venezuela
como un proceso de constante conflicto entre los defensores de la constitución de
una sociedad autónoma, crítica y basada en individuos soberanos y aquellos que
buscan el poder para dominar, apoyándose en el paternalismo y el personalismo
político, propios de la debilidad de los derechos individuales y la fragilidad
institucional.

        Este proceso dialéctico tiene su manifestación en momentos precisos de
nuestra historia reciente, momentos que vale la pena revisar.

        En plena dictadura de Juan Vicente Gómez, la sociedad venezolana se
encontraba diezmada por la fuerza del gobierno. El orden existía por encima de
todas las libertades, los medios se autocensuran con el fin de sobrevivir en un
contexto donde reinaba el miedo y la autocracia. El paternalismo se manifestaba en
el gobierno nepotista, en el manejo de las dádivas y en el discurso del Gendarme
Necesario. De una sociedad abrumada por 20 años de implacable dominación
surgió algo que ningún actor de la época podría haber esperado: una generación de
jóvenes, dispuesta a luchar por principios e ideales que se creían olvidados,
realizaron una manifestación espontánea con consecuencias nacionales. Estos
estudiantes, La Generación del 28, se plantaron como un movimiento innovador,
totalmente desconocido en la historia de Venezuela hasta ese instante histórico.
Ellos representaban a una sociedad con latentes deseos de participación pública,
pero también a una forma de actuar totalmente diferente. Al ser llevados a la cárcel
los oradores de orden de aquellas festividades de carnaval, sus compañeros
estudiantes se entregaron también a la policía. Esta acción marcó una diferencia
con las formas tradicionales de actuar político basadas en el líder: este movimiento
no tenía líderes, todos eran corresponsables de lo que allí ocurrió. Pero también
fueron un movimiento que luchó por principios y con principios, que no negociaron


                                         2
su condición de presos por firmar cartas de arrepentimiento, ellos no estaban
arrepentidos. Este acto de coacción contra quienes luchaban por una demanda de
toda la sociedad despierta a la ciudadanía. Se estrena así en Venezuela la calle
como escenario político, las palabras como instrumento de acción y la
despersonalización de la política como nuevas formas contrarias a la rebelión
armada.

         Pero todas estas lecciones tendrán que esperar aun un tiempo, el gobierno
de Gómez era fuerte y esta generación terminaría en la cárcel y el exilio. El poder
seguía en manos de quienes dominaban al estamento militar y coartaban la
posibilidad de la participación ciudadana. Al morir Gómez, fue sustituido por otro
andino militar, no obstante, uno comprometido con la modernización de la nación, el
civilismo y el progreso paulatino hacia las libertades plenas. López Contreras abrió
las cárceles y las fronteras, y con una tímida libertad de prensa la sociedad
comenzó el tránsito inexorable hacia la democracia. Desde las cúpulas del poder
gomecista, se sentía que esta apertura podía significar la vuelta a la anarquía del
siglo XIX, por lo que casi a un mes de instaurarse como gobierno quedaron
suspendidas las garantías constitucionales. Pero ésta no era la sociedad llena de
miedo de ocho años antes, los jóvenes habían aprendido de sus experiencias y la
prensa no pretendía perder la libertad alcanzada: de inmediato se organizó la
manifestación. En una sociedad civil poco organizada, sin gremios ni sindicatos, la
universidad y la prensa eran las únicas manifestaciones beligerantes de autonomía
frente al Estado. El 14 de febrero de 1936, luego de un primer encuentro con la
policía, donde ésta aplicó su fuerza bruta sin piedad en contra de la multitud, la
ciudad de Caracas se encendió y en lugar de recular aumentó en cantidad el
número de manifestantes. Con renovada fuerza y apoyo popular, la manifestación
se dirigió a Miraflores, donde Jóvito Villalba, junto con un pequeño grupo, fue
recibido por el presidente Contreras. Muchos no dudaron en catalogar este
momento como el nacimiento de la democracia venezolana, y más allá, la entrada
formal de Venezuela en el siglo XX, treinta y seis años después que el resto del
mundo. Sin duda estos eventos dieron a luz a la Venezuela democrática y sin miedo
a la tiranía. Se demostró que no era necesario un “puño de hierro con guante de
seda” para alejarse del anarquismo y la guerra civil, que la voluntad popular se
expresaba en la calle, y que ésta debía venir acompañada de una institucionalidad
que la resguardase. La idea de democracia se adueñó del imaginario colectivo de
los venezolanos.

         La sociedad civil se empoderó paulatinamente en la medida que los
gobiernos de López Contreras y Medina Angarita le abrían espacios, a la par que se
realizaban procesos de modernización, salubridad y alfabetización sin precedentes
hasta entonces en la historia de nuestra nación. La organización de los partidos
políticos, el surgimiento de algunos sindicatos y gremios, la prensa, entre otros, se
convirtieron en la manifestación explícita de unos ciudadanos ilusionados por la
participación política. Sin embargo, bajo las estructuras de la época, esta
participación era restringida e ineficaz para promover verdaderos cambios sociales
que no fuesen impulsados desde el poder. La única esperanza de transición murió
estrepitosamente al mismo tiempo que la cordura del candidato presidencial
Diógenes Escalante. La tensa situación política desembocó en un golpe de Estado
llevado a cabo por los estamentos medios de la Fuerza Armada en conjunto con
algunas personalidades de Acción Democrática, entre ellas Rómulo Betancourt. La


                                         3
Revolución de octubre del 45 fue el resultado de una ilusión compartida de
instauración democrática, pues ésta había sido su bandera. El voto universal,
directo y secreto fue el logro más significativo de aquella acción encabezada por la
sociedad civil. Los revolucionarios, manteniendo la coherencia entre su actuar y su
discurso, establecieron de inmediato que ninguno de los golpistas podría postularse
para la presidencia después de ese período de transición. En el transitar de la
historia contemporánea, es cuando formalmente se puede decir que los
venezolanos pasaron de ser una masa sin rostro a convertirse en ciudadanos
dignos, ya que el voto universal, directo y secreto se permeó de inmediato en la
cultura, trayéndonos la convicción de que somos dueños de nuestro propio destino.
En este sentido, la Revolución de Octubre logró su cometido: transformó al
venezolano para siempre.

         Lamentablemente la materialización de ideales es un proceso lento de
avances y retrocesos, que se alimenta a diario de millones de acciones no
esperadas. El comportamiento político de Acción Democrática durante el trienio
(1945-48) estuvo marcado por el sectarismo y la exclusión, no sólo con las demás
organizaciones políticas sino también hacia otras instituciones sociales, como la
iglesia. El estamento militar al no ver reflejadas sus creencias en la nueva forma de
actuar político decidió volver al camino armado. La elección de Rómulo Gallegos
duró tan sólo nueve meses, demostrando que la intención de dominación y la
debilidad institucional aun formaban parte de la realidad venezolana.

         En un intento por conservar las formas, el gobierno militar llevó a cabo
elecciones en 1952. Siendo URD (Unión Republicana Democrática) el único partido
con posibilidades de participar, aglutinó en torno a sí todas las fuerzas democráticas
convencidas en la participación ciudadana como instrumento de transformación
política. Como era de esperarse, URD ganó el proceso electoral demostrando que el
camino democrático era la voluntad de los ciudadanos. Sin embargo, la bota militar
se impuso nuevamente y la violencia hacia las aspiraciones de una mayoría se
validó en la necesidad de un hombre fuerte que proveyera prosperidad y bienestar.
Una vez más el conflicto entre quienes creen en una sociedad civil conformada por
ciudadanos empoderados y quienes buscan la dominación total por parte de un
pequeño grupo terminó en favor de los segundos.

         Poco más de siete años duró la mano férrea de Marcos Pérez Jiménez,
quien al final fue derrocado gracias a un golpe cívico militar. Para 1958 los
principales líderes de las fuerzas opositoras estaban en el exilio, por lo que no
fueron estos quienes decidieron la acción. Fue un verdadero estallido social que se
había venido gestando en la dictadura, lo que culminó con los movimientos militares
iniciados desde el primero hasta el 23 de enero de 1958. La dictadura cayó, para
nunca volver a surgir. Rápidamente las fuerzas políticas preponderantes de aquel
momento se reunieron de nuevo en Venezuela. De las experiencias pasadas,
aprendieron que todos debían compartir un respeto por la institucionalidad y un
espíritu inclusivo en la toma de decisiones desde el poder para poder sobrevivir a la
tendencia autocrática que acababa de ser aplastada, pero que no tardaría en
resurgir. La unión del gobierno de transición con los sindicatos, los intelectuales y
los principales partidos fue la consecuencia lógica luego de esta dura lección.




                                          4
Los principales partidos para la época, firmaron El Pacto de Punto fijo, el
cual pretendía ser un acuerdo de gobernabilidad que garantizara la estabilidad de la
democracia y mediante el cual los principales partidos signatarios del pacto se
comprometían a reconocer a quien resultara electo en los comicios de diciembre de
1958. Punto fijo fracasó apenas dos años después con la salida de URD del pacto y
la decisión del Partido Comunista de lanzarse a la lucha armada, apoyado por otros
partidos minoritarios. Sin embargo el gobierno de Rómulo Betancourt, quien resultó
electo Presidente en diciembre del 58, fue férreo en el trato hacia los insurgentes,
así como certero en la conducción del país y en la creación de una institucionalidad
que fuese soporte del emergente sistema democrático. Raúl Leoni continúo la obra
de su predecesor y en 1968 se observó la entrega del poder de Acción Democrática
a su principal partido opositor, COPEI, en la persona de Rafael Caldera, el cual
ganó los comicios de ese año. Esto fue expresado por el mismo Rafael Caldera
como la primera vez en la historia republicana de Venezuela que se entregaba la
conducción del Estado a un opositor sin violencia, enseñando de esta forma, con
actos firmes, que quienes protagonizaban el juego democrático estimaban la
estabilidad alcanzada por encima de cualquier diferencia, así como que el progreso
sólo puede ser alcanzado construyendo sobre lo construido. En estos años, la
Fuerza Armada profesional, respetuosa de la democracia y subordinada al poder
civil, cumplió a cabalidad su rol. Estos años que transitaron desde 1958 hasta 1974
son reconocidos por ser los de mayor crecimiento económico en la historia del país,
ejemplo de democracia en toda la región latinoamericana, y con unas expectativas
de desarrollo altísimas. Todo el manejo económico se había enfocado en el
desarrollo de capacidades para el individuo: aumento de la esperanza de vida,
alfabetización y PIB per cápita. Como cumbre de este clima optimista, en 1975 los
venezolanos consiguieron la nacionalización del petróleo, conquista que se logró
después de una larga lucha de intereses entre la mayoría de los venezolanos y las
compañías transnacionales, razón por la cual este punto siempre estuvo entre los
objetivos principales de la agenda política venezolana.

         Lamentablemente, nuestra economía dependía mucho de las variaciones
del precio del petróleo, y al bajar este, el sistema económico colapsó. Adicional a
esto, y debido a un mal diagnóstico de la situación, se decidió mantener los niveles
de gasto fiscal. Esto, aunando al uso de la renta para mantener cuotas de poder,
desencadenó una consecuente tendencia al despilfarro y a la corrupción, así como
el incentivo para desinflar las capacidades productivas del venezolano, alentado por
el discurso populista que instaba a la población a esperar una vida fácil auspiciada
por las bondades de la renta petrolera. En definitiva, lo que en un principio se usaba
como promotor y creador de capacidades, ahora se usaba como instrumento de
dominación. Los partidos políticos se habían convertido en maquinarias burocráticas
y clientelares, cuyo único objetivo era la consecución del poder, divorciados de la
cada vez más precaria realidad de los ciudadanos y sólo útiles para ganar procesos
electorales. La constante aparición de escándalos de corrupción era el signo de la
administración Herrera, seguido por Jaime Lusinchi, quien no pudo, o no quiso,
componer la ya corroída relación entre Estado, gobierno y partidos políticos. Ahora,
quienes en un principio habían sido los representantes de quienes creían en la
participación amplia en la toma de decisiones, pasaron a ser quienes utilizaban el
poder para sus intereses individuales. Una vez más, la sociedad civil –sobre todo su
componente más débil- había quedado huérfana y sin las capacidades y espacios



                                          5
de participación suficientes para recuperar las victorias sociales y políticas
alcanzadas.

        Aunado al grave deterioro de los partidos políticos, muchos de sus líderes
fundadores coartaron las posibilidades del surgimiento de nuevas generaciones de
dirigentes políticos, dándose así una continuación de las prácticas clientelares y
populistas en gobiernos democrático sólo en las formas. En la segunda presidencia
de Carlos Andrés Pérez reventaron las consecuencias de sus errores y los de sus
predecesores, al ser recibido por una gran revuelta callejera como consecuencia del
anuncio de un paquete de medidas económicas que sometían a una situación aún
más precaria a la población, esto aún a pesar de haber sido juramentado como el
presidente con mayor apoyo popular en la historia de Venezuela. Grandes sectores
de la población reaccionaron violentamente ante el anuncio de este paquete
económico, desatándose el caos, la violencia y la muerte a niveles sin precedente
alguno en la historia del país; la gente se sentía engañada y la única respuesta del
gobierno fue la represión.

        Con este signo aparece en 1992 un oficial medio de la Fuerza Armada,
quien lejos de aportar a la solución de los profundos problemas del país, solo
profundizó los mismos, atentando de forma flagrante contra la muy precaria –pero
democrática- institucionalidad, al dar un Golpe de Estado, que afortunadamente
fracasa. Se plasma de inmediato la erosión del sistema político. Tanto los
protagonistas del golpe como quienes lo sufrieron compartían un profundo
desapego por el empoderamiento ciudadano y la participación de la sociedad en el
asunto público. Ambos, tanto golpistas como partidos tradicionales, estaban
dispuestos a utilizar la renta petrolera como instrumento de dominación en lugar de
herramienta para la liberación. Ambos, a partir de este momento histórico, se
refugiaron en las instituciones democráticas para perseguir sus intereses personales
y mantener el sistema de dominación.

         La democracia era débil e incapaz de producir un sistema social bajo el cual
se generaran bienestar y se mejorara la calidad de vida. Sin embargo, la
institucionalidad y la independencia de poderes aun funcionaban, gracias a lo cual
se propició primer juicio a un Presidente que se encontrase desempeñando sus
funciones. Carlos Andrés fue condenado por cargos de corrupción y abandonó la
presidencia dándole paso a un gobierno de transición. En las nuevas elecciones, el
desconocimiento a los partidos políticos era evidente, lo que se confirma en la
abstención y en el hecho de que el ganador no formase parte del bipartidismo
tradicional. Caldera llega por segunda vez a la presidencia en 1993 y dirige un
gobierno hasta 1998 signado por “la nada”, no se hizo nada y no se resolvió nada.

        Sin embargo, ese imperfecto y corrompido sistema democrático, alejado de
los ideales bajo los cuales se constituyó, permitió que un sobreseído militar golpista
ascendiera a la presidencia de la republica en 1998: Hugo Rafael Chávez Frías.
Esto, producto de una sociedad signada por la cultura de la anti-política. Una ex-
reina de belleza, un agente de la tradicional política partidista y un representante de
la descentralización, como lo fueron Irene Sáenz, Alfaro Ucero y Henrique Salas
Römer, respectivamente, fueron la oferta alternativa a Chávez propuesta por el
sistema.



                                          6
1998-2009

         En el año 1998 confluyeron varios factores que produjeron un cambio en el
curso político de la nación. La incapacidad de los gobernantes de las dos últimas
décadas del siglo XX para dar soluciones efectivas a los problemas del país, la
apatía de los ciudadanos de a pie, pasivos e indiferentes ante la creciente
marginación de la mayoría de los venezolanos y el agotamiento de los partidos
tradicionales, corroídos por la corrupción y la lucha por el poder, ahogaron los
liderazgos emergentes y desconocieron las luchas sociales de las minorías,
terminando por excluir de manera sistemática a un sector entero de la población
venezolana. En este escenario, una profunda convicción de que había que cambiar
al país se había instalado en todos los círculos de la sociedad venezolana.

        Desde los sectores populares y las clases medias, los estudiantes y jóvenes
profesionales, hasta los círculos intelectuales, académicos, políticos, empresariales
y los medios de comunicación, coincidían en la urgente necesidad de un cambio,
encarnado en un líder capaz de desplazar a la clase política que les había
gobernado por décadas y devolverle la confianza al país entero. Fue así como
alrededor del año 1998 surgieron liderazgos alternativos tales como el de la
alcaldesa Irene Sáez y posteriormente el de Hugo Chávez.

         El discurso reivindicativo, el abordaje llano y popular del que Chávez hizo
uso para llevar su mensaje, potenciado por los medios de comunicación, lo llevó a
ganarse la simpatía y los votos de millones de venezolanos, que en las elecciones
de 1998 lo llevaron a la presidencia con el 56,5% de los votos. En paralelo, este
triunfo estuvo acompañado por evidentes muestras de incapacidad por parte de los
partidos tradicionales, que en medio de la confusión y el desconcierto, se sumieron
en un accionar desacertado que los terminó de hundir, dando lugar a la tan
esperada renovación del liderazgo político en Venezuela.

         En 1999 el presidente emprende, acompañado de una mayoría importante,
un proyecto que para ese momento simbolizaba el cambio que los venezolanos
exigían: una constituyente, y con ella la posibilidad de superar los males de la
corrupción; la ineficiencia administrativa; los errores estratégicos en la conducción
del estado; y la enorme exclusión social que la democracia “cuarto-republicana”
había amasado. En diciembre del mismo año nace una constitución de avanzada,
caracterizada principalmente por la profundización de la democracia y la
participación. Esta, es la única de todas las constituciones promulgadas en nuestra
historia aceptada por medio de la votación popular. La constitución del 99 logra
establecer un marco jurídico idóneo para el alcance efectivo de las libertades y la
justicia social. Visto en retrospectiva, nuestros problemas no se deben a ella, sino a
la incapacidad del gobierno por hacerla cumplir.

         En Abril del 2002, en medio de un clima de alta crispación política, se
produjo un rompimiento del hilo constitucional, donde un sector, desconociendo la
legitimidad de origen y de ejercicio del mandatario, intentó imponer una visión que
no fue la electa por una mayoría de los venezolanos. El pueblo, en su madurez
política, defendió sus espacios conquistados y rechazó cualquier forma de gobierno
que no fuese reconocida por el sistema democrático y la soberanía popular. Se hace
evidente la polarización social y política. A pesar del altísimo grado de intriga y


                                          7
secreto que rodea estos evento, después de un análisis objetivo de los mismos,
debemos reivindicar el principio de la protesta cívica, pacífica y activa como
herramientas para la acción política de quienes lucharon por el mérito y sus
libertades; así como la importancia de actuar siempre en el marco de la Constitución
y las leyes por parte de aquellos que tomaron las calles para restituir el orden
legítimamente constituido.

         El paro nacional, con principal protagonista el sector petrolero, terminó
ofreciendo resultados contraproducentes. La caída de la producción nacional y con
ello la crisis en los sectores populares son consecuencias que ningún personero del
paro previó, o le importó. La acción política careció de responsabilidad, y sin ella los
que se presentaban como alternativa al gobierno de Chávez perdieron la legitimidad
de lucha preocupada por el bien común.

         Posteriormente se promovió el Referendo Revocatorio Presidencial, que
ganó Chávez, pero donde ya se expresaba una radical polarización en torno a la
figura presidencial. A pesar de un ambiente hostil para la disidencia, y con
innumerables trabas para ejercer un derecho de consulta previsto en la
Constitución, en este referendo la abstención disminuyó nuevamente a niveles
históricos alcanzando sólo un 24%. El espíritu de cambio se estaba expresando una
vez más. El sistema electoral, puesto en duda después del resultado del referendo
revocatorio, fue escrutado por los partidos políticos y la sociedad en general. Las
sospechas sobre fraude, y la utilización de listas de disidentes como de apartheid
político, llevaron a líderes de una oposición fragmentada a tomar decisiones
erróneas y sin precedentes en la democracia venezolana. El retiro de los partidos
políticos de las elecciones parlamentarias generó la abstención más elevada en
elección alguna, alcanzando el 75% y con ello cediendo de forma total este
importante espacio. Otra vez, un comportamiento irresponsable por parte de la
dirigencia opositora, que negando la realidad mintió a los venezolanos, supuso un
descalabro no sólo en términos electorales, sino hizo que la desesperanza se
apoderara de millones. Para capitalizar el cambio es necesario trabajar para
construir una mayoría: “el problema era la maquinaria, no la maquinita”.

         Ya para las elecciones presidenciales del año 2006 el estamento político
venezolano se había nuevamente incorporado a la institucionalidad del país,
aceptando el sistema electoral y participando en unas nuevas elecciones
presidenciales donde triunfó nuevamente Chávez. En el año 2007, sin embargo, se
produjo la primera derrota electoral del Presidente al perder por un estrecho margen
el Referendo para la Reforma Constitucional, que había propuesto al país y que
pretendía reformar conceptos fundamentales de la carta magna, como lo era el
derecho a la propiedad. La nación, nuevamente, demuestra su madurez política al
defender el acuerdo país aprobado en 1999 y la oposición, o parte de ella, aprende
una lección importante: el ataque personal en contra del Presidente, el oponerse
radicalmente, no logra convencer a los indecisos, pero la lucha en pos de valores y
principios hace que todos los sectores de la sociedad, tanto oficialistas, como
indecisos y opositores, se identifiquen con dicha lucha.

        En noviembre del 2008 se realizaron las Elecciones Regionales, en las
cuales se evidenció una contradicción: la oposición alcanzó un amplio margen de
votos, superando las expectativas de muchos, no obstante, quedó aislada en los


                                           8
centros urbanos, mientras que el oficialismo se vio drásticamente reducido, –aunque
seguía siendo mayor que la oposición- pero obtuvo la victoria en el resto del
territorio nacional. De este resultado contradictorio, evidencia de que el
comportamiento electoral del venezolano de a pie no es necesariamente constante y
de que la polarización ha quedado en el pasado, nos dimos cuenta de la necesidad
de expandirnos a todo el territorio nacional, más allá de los grandes centros
urbanos. Además, reconocimos la necesidad de generar nuevos liderazgos que
pudieran ser verdaderos representantes del venezolano común, por lo que vimos en
las elecciones primarias de candidatos un mecanismo eficaz para alcanzar una
mejor UNIDAD dentro de la oposición y una verdadera legitimización de los
candidatos por parte de los ciudadanos.

         En Febrero de 2009 el gobierno logra enmendar la constitución al eliminar
las limitaciones a la reelección, un flagrante desconocimiento de la voluntad popular
expresada en el rechazo de la Reforma del 2007. El oficialismo utiliza como armas
en contra de la razón una campaña electoral totalmente desmedida y financiada
directamente por PDVSA, a su vez que la oposición olvida la valiosa lección del
Referendo y hace que su maquinaria, agotada después del proceso electoral
anterior, se desgaste en una campaña simplista dirigida en contra del Presidente, lo
cual logra convencer a muy pocos. El líder emerge como figura imprescindible del
proceso “revolucionario”, debilitando aun más la ya débil frontera entre la
democracia actual y la autocracia. Del proceso político del 2009, entendimos la
importancia de la coherencia entre el discurso y la acción. No podemos, por un lado,
adversar el discurso oficialista, y por el otro sacar provecho de sus estrategias
políticas.

        Nacimiento de Voluntad Popular

         Desde distintos ámbitos de la vida social y política del país, líderes
nacionales y regionales, veníamos trabajando en favor de una sociedad más plural,
democrática, justa y participativa. Entre tanto, un amplio sector de la sociedad
venezolana movilizaba su opinión hacia un punto de encuentro y conciliación de
propuestas políticas ante las ofertas políticas antagónicas. Venezolanos y
venezolanas, reivindican las políticas sociales como instrumentos para la
generación de equidad, igualdad y libertad; así mismo reivindican la necesidad de
un desarrollo productivo sostenible como instrumento para la generación y
distribución de riqueza. La sociedad venezolana clama por un proyecto que le
permita superar la pobreza en paz y democracia.

         En enero de 2009, líderes nacionales, entre los que nos contamos dirigentes
del movimiento estudiantil, políticos, líderes comunitarios, académicos y líderes
gremiales, nos congregamos en Tácata. Dicho congreso lo denominamos el “1er
Encuentro por el Cambio Social” y con la consigna: “de la indignación a la acción”,
decidimos recorrer el país con el fin de sumar voluntades para emprender un
innovador proyecto social y político, entendiendo que para lograr el cambio social
requerido, se hace necesario un movimiento de líderes que impulsen desde su
accionar un cambio en la manera de hacer política, promoviendo una política ética y
participativa.




                                         9
A través de los encuentros por el cambio social en estados, municipios y
parroquias, logramos generar espacios de participación a lo largo y ancho de país,
logrando amalgamar la acción social y política de líderes sectoriales y comunitarios
en pro de la transformación positiva de su entorno. En noviembre de 2009, luego de
varios meses de arduo trabajo de avistamiento, organización y consolidación de
liderazgos regionales, realizamos en Maturín, Estado Monagas, el 1er Encuentro
Nacional de Activistas, con la participación de más de quinientos activistas
provenientes de todo el país, allí, en un proceso de construcción participativa, se
logró la unificación de criterios acerca del accionar social y político que
emprendería el movimiento, allí también, de manera participativa, decidimos que
nos llamaríamos Voluntad Popular. El 5 de diciembre de 2009, en el forum de
Valencia, con la participación de más de diez mil activistas, presentamos de manera
oficial a la colectividad nuestro movimiento: Voluntad Popular, como un espacio
plural y democrático, abierto a todos aquellos que quieran transformar el país en
positivo, desde la acción social. Desde Voluntad Popular proponemos a los
venezolanos un camino de encuentro y concertación en medio de las luchas sin
cuartel por los intereses de dos grupos antagónicos: opositores y oficialistas.
Ofrecemos un punto de encuentro necesario para que el país emprenda
definitivamente el sendero del progreso en paz y en libertad, metas y procesos en sí
mismos, que son ansiados por los habitantes de las miles de comunidades que
conforman nuestro país.

        A partir de entonces, el movimiento sigue creciendo desde las comunidades,
sectores y gremios, con liderazgos arraigados en la acción social y política
transformadora, organizando y proporcionando a las comunidades herramientas de
lucha que sirvan como mecanismos para lograr la transformación en paz y
democracia.



       Nuestros Valores

         En Voluntad Popular creemos que la lucha política moderna debe centrarse
en cuatro aspectos fundamentales: la superación de la pobreza, el alcance de las
reivindicaciones en pos de los derechos humanos, el respeto del ambiente y el
mantenimiento de la paz a nivel nacional e internacional. Enmarcados en estas
luchas, nos declaramos democráticos y participativos en lo político, fraternales y
justos en lo social y pragmáticos, inclusivos y responsables en lo económico. Por lo
anterior, nos declaramos progresistas y enumeramos a los siguientes valores como
nuestros, los cuales reconocemos como partes indivisibles de un todo, e iguales en
jerarquía:




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Vida: entendemos la vida como el derecho y la posibilidad que todos
tenemos de crecer, desarrollarnos y superar nuestras realidades, por esto lo
consideramos el principio y el fin de todos nuestros valores y principios. Creemos
que la vida va más allá de la mera existencia: vivir significa tener costumbres y un
estilo de vida que debe ser respetado por los demás; tener la posibilidad de gozar
de nuestros derechos inherentes como personas y de aquellos conquistados por las
luchas reivindicativas; ser capaces de sustentarnos a nosotros mismos y a nuestras
familias como ciudadanos dignos; y poder gozar de una amplia esfera de intimidad y
de libertad de conciencia y de pensamiento. En los dos sentidos anteriores de la
vida humana, consideramos que ésta es inviolable por parte de cualquier ente. En
Voluntad Popular creemos que el Estado es el garante del derecho a la vida de sus
ciudadanos, así como nosotros somos garantes del respeto a la vida y a las
diversas formas de vivirla que tengan los demás. Creemos pues, que la vida
humana, las formas de vivirla y las reivindicaciones que elevan su calidad deben ser
protegidas por un ordenamiento jurídico y una democracia que garanticen un orden
pacífico y justo.

        En Voluntad Popular también consideramos la posibilidad de existir que
tendrán las generaciones futuras, por lo que creemos que siendo responsables hoy
con el resguardo del ambiente, les garantizamos un mañana a nuestros hijos y
nietos. En este marco, velamos por el cuidado y la defensa de la biodiversidad del
ecosistema y luchamos por evitar los abusos y las matanzas innecesarias de otros
seres vivos. Creemos, pues, que no se puede existir de forma autónoma e
indiferente a la realidad y a nuestro ambiente: el ser humano sólo puede vivir dentro
de una sociedad; y ésta, a su vez, sólo podrá existir dentro de un ecosistema
saludable. Por lo anterior, elevamos la vida a nuestro principal valor y lo
consideramos la piedra angular en base a la cual se desarrollan todos los demás.

         Libertad e Igualdad: entendemos la libertad en base a la igualdad como la
misma capacidad que tienen las personas de hacer o dejar de hacer, siendo
corresponsables de los derechos de los demás. Juzgamos que las libertades deben
ser ilimitadas en el marco de que éstas beneficien al individuo, a la colectividad y al
porvenir, sin embargo, comprendemos que sólo a través del ejercicio de la
responsabilidad individual y la corresponsabilidad social se podrá vivir en una
sociedad justa, pacífica y democrática. No obstante, para poder vivir en dicha
sociedad no basta con tener responsabilidades, también es necesario que los
ciudadanos tengan la capacidad y la posibilidad de participar en el proceso de
elaboración de las reglas que los regulan: que sean sus propios amos. Para
nosotros, no puede existir libertad sin una condición económica que permita
ejercerla, las libertades que el sistema jurídico otorga son fundamentales para una
democracia, pero ajenas a aquellos y aquellas que no tienen las capacidades
materiales de llevarlas a cabo, por esto consideramos que la igualdad y la libertad
son conceptos inseparables: en la medida en que exista una igualdad de
condiciones y de oportunidades, cada persona podrá ejercer a plenitud sus
libertades. Creemos en la igualdad de origen sin limitar la libertad de llegada.

        En Voluntad Popular, creemos que el Estado no es el único garante de las
libertades de los individuos, sino que estos también deben ser garantes de la


                                         11
diversidad en el marco del respeto y la tolerancia a los diferentes estilos de vida que
existen dentro de la sociedad. Consideramos que las libertades políticas, sexuales,
de conciencia, de expresión, de pensamiento, en fin, las libertades que provienen de
nuestro fuero interno, no pueden tener más límites que nuestra propia imaginación y
la libertad de los demás, pues son los motores del progreso espiritual de nuestra
sociedad. A su vez, consideramos que las libertades económicas individuales son
las promotoras del desarrollo económico colectivo, sin embargo, estos derechos
deben ser ejercidos con un nivel de responsabilidad mucho mayor al resto, pues el
mal manejo de los mismos genera situaciones de injusticia, desigualdad y exclusión.
Debido a lo anterior abogamos por la existencia de reglas de juego flexibles, pero
de estricto cumplimiento, que garanticen la inclusión al mercado de todos los
emprendedores, así como reconocemos al Estado como ente regulador con la
posibilidad de intervenir en la economía en pos de los derechos del colectivo, pero
sólo cuando sea necesario.

         Justicia: entendemos la justicia como la posibilidad que tienen todos los
individuos de desarrollar sus capacidades gracias a la repartición equitativa de las
posibilidades y oportunidades en el seno de la sociedad. Creemos que la justicia se
materializa no sólo a través de la repartición ecuánime de las riquezas, sino en la
igualdad de trato ante la ley.

         La justicia, además de promocionar el bien común debe conservar el orden
y la cohesión mediante las leyes que rigen nuestra sociedad y mantienen a las
instituciones democráticas. Creemos en que el Estado es el único ente capaz de
solucionar los conflictos sociales, reducir las desigualdades y garantizar las
diferencias por medio de la aplicación objetiva de la justicia y la garantía de la
seguridad. Una sociedad justa es aquella en la cual todos los derechos son para
todas las personas. Entendemos que gozar de las mismas oportunidades de
desarrollarse en la vida no implica que se deban ignorar las diferentes cualidades y
aptitudes de los individuos. Por el contrario, creemos que éstas deben potenciarse
para que se desplieguen al máximo. En una sociedad justa, el mérito debe ser
reconocido y respetado. Lo justo es una distribución del ingreso basada en el mérito,
pero de igual forma consideramos que quien posee más riqueza, también debe
realizar un aporte mayor al bien común.

        Los seres humanos somos igualmente diferentes. Pero las desigualdades
naturales y los orígenes sociales no deben ser determinantes respecto al punto de
llegada de cada quien.

         Paz: entendemos la paz como un fin y como un medio. Como un estado
contrario a la guerra y los enfrentamientos, así como el camino para resolver los
conflictos que se generan en la sociedad. Reconocemos que los conflictos sociales
no se limitan al enfrentamiento bélico, sino también a la contraposición de intereses
entre personas o grupos en las diferentes formas de interpretar la realidad. Por
tanto, la paz es el estado de estabilidad que alcanza una sociedad una vez que
logra regular sus mecanismos de conflicto. Estos mecanismos se deducen de la
razón y emanan de las emociones humanas: la deliberación, el diálogo y la empatía
son algunos ejemplos. Estas capacidades son consideradas básicas en una cultura
de paz, deberían ser aplicadas en todos los ámbitos y escalas de la sociedad: en la
familia, en la empresa, en la política y también a nivel local y a nivel internacional.


                                         12
Creemos en que el Estado juega un rol primordial en la resolución pacífica de los
conflictos por medio del monopolio de la fuerza legítima, acabando con las luchas
violentas y transformándolas en luchas no violentas.

        El hecho de ser pacífico a menudo está asociado con el de ser pasivo y se
estima que un estado de paz es aquél en donde no existe conflicto. Reconocemos
que el conflicto constituye a menudo un trampolín del desarrollo; es por esto que no
postulamos la eliminación del conflicto sino que buscamos, por medio de la cultura
de paz, modos creativos y no violentos de resolverlos. Esta cultura de la paz se
centra sobre todo en los procesos y en los métodos para solucionar los problemas y
supone generar las estructuras y mecanismos para que se pueda llevar a cabo.

         En Voluntad Popular creemos que la paz supone un nivel reducido de
violencia directa y un elevado nivel de justicia y cultura reconciliadora. Que persigue
la eliminación de la violencia que genera la pobreza, la marginación y la segregación
cultural y de otros modos, al tiempo que busca la armonía social y el respeto a los
derechos de todos, así como un modelo de desarrollo sostenible y solidario que
haga de este estado de armonía algo perenne.

        En Voluntad Popular creemos que la paz es también la presencia de justicia
social y las posibilidades reales de que los ciudadanos desarrollen sus
potencialidades y gocen del derecho a una vida digna. Por esta razón,
consideramos que la paz equivale a la práctica real de los derechos humanos en su
dimensión económica, social y política, de modo que esta paz no representa un
simple ideal más o menos utópico, sino que está sostenida por los principios
contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

         La Paz necesita de la tolerancia, de la justicia, de la igualdad, de la
solidaridad, de la empatía y de la responsabilidad de todos los venezolanos,
quienes tienen el destino del país en sus manos, para realizar acciones acertadas
hacia el bien común.

        Diversidad: entendemos la diversidad como la convivencia e interacción
entre personas con diferentes culturas, procedencias sociales, orientación sexual,
raza o religión. La existencia de multiplicidad de factores está considerada como un
elemento enriquecedor, ya que define la naturaleza de la humanidad.

        En Voluntad Popular estamos convencidos de que la diversidad que
caracteriza a nuestro país es fuente de progreso para nuestra sociedad y que el
respeto y la valoración de esa diversidad contribuyen al dinamismo social y
económico, y son factores positivos en la promoción de la gobernabilidad, la
cohesión social, el desarrollo humano, los derechos humanos y la convivencia
pacífica.

        Consideramos que el respeto y la tolerancia son tan solo el comienzo del
camino hacia valorar la diversidad. No se trata solo de escuchar pasivamente el
punto de vista de cada persona para luego imponer el nuestro, sino de luchar
nosotros por su derecho a expresarlo. Se trata de convocar y promover los puntos
de vista diferentes, entendiendo que la diferencia y la confrontación pacífica y
respetuosa de las ideas, complementan y hacen parte del proceso creativo y


                                         13
deliberativo en la búsqueda y construcción de soluciones a los problemas de
nuestra sociedad.

        Aceptar y reconocer que las diferencias entre razas, géneros, orientación e
identidad sexual, condiciones sociales, culturales y religiosas son la base de la
riqueza humana, es uno de los primeros pasos para combatir la discriminación y la
intolerancia. El respeto a los derechos humanos, su garantía dentro de la influencia
local, especialmente en el caso de las personas pertenecientes a minorías
nacionales, étnicas, sexuales, religiosas u otras, así como el fomento, protección y
promoción de sus derechos, son el principal motor del progreso.

         Honestidad: en Voluntad Popular creemos que la palabra genera
compromiso. La honestidad nos enseña a mantener una coherencia entre nuestra
palabra y nuestro proceder, a ser transparentes respecto de nuestras intenciones, a
ser honrados y a no hacerle a los otros lo que no nos gustaría que nos hiciesen a
nosotros. La honestidad se ejerce de forma individual y su importancia se deduce a
través de la razón, que nos permite ver la necesidad de vivir en paz y en libertad,
confiando en la palabra de nuestros pares. En la esfera pública, ejercemos la
honestidad haciendo sólo propuestas viables de acuerdo a nuestras capacidades;
efectuando una gestión pública transparente que rinde cuentas periódicamente;
siendo coherentes respecto a nuestro discurso hacia la calle y nuestro accionar
interno; asegurándonos de la veracidad de todas las pruebas, datos y acusaciones
que realicemos; siendo críticos tanto con nuestros aliados como con nuestros
adversarios; y administrando de forma honrada el tesoro público. En fin, la
honestidad nos permite a los activistas de Voluntad Popular mantener una
coherencia entre nuestras vidas públicas y privadas y todo el resto de nuestros
principios y valores.

         Solidaridad: entendemos la solidaridad como los lazos de hermandad que
unen a los seres humanos entre sí, lo que nos lleva a hacer nuestras las luchas y
tragedias de los demás, a sentirnos parte del colectivo, y a comprender la
importancia de la relación de interdependencia entre todos los sujetos de la
sociedad. La solidaridad puede aplicarse en diferentes niveles: con nuestros pares,
con nuestra comunidad, municipio o estado, con nuestro país, con nuestra región o
con la humanidad en general. En Voluntad Popular predicamos el ejercicio de la
solidaridad que traspasa fronteras, sin embargo, dicha solidaridad no puede ser
completa si no se aplica a cabalidad en todos los demás niveles. Los activistas
debemos ser totalmente solidarios entre nosotros, con la organización y con el país.
A su vez, el movimiento debe ser solidario con nosotros y con las demás
organizaciones a nivel internacional que defiendan y luchen por nuestros mismos
valores y principios.

         A la hora de aplicar la solidaridad, nos encontramos con un proceso de
retroalimentación, pues este valor trasciende de la mera caridad y beneficia a todos
los sujetos que la ejercen, aunque sea de formas distintas. Creemos que este valor
es aplicado por el Estado cuando éste crea oportunidades, realizando programas
sociales orientados a capacitar a los ciudadanos que más lo necesiten en los
medios para alcanzar sus aspiraciones a través del esfuerzo. Para nosotros la
superación de uno significa el desarrollo de muchos, así como el progreso del
colectivo significa mejor calidad de vida para el individuo, creemos que así como el


                                        14
trabajador tiene un deber que cumplir con su patrono, éste tiene una
responsabilidad social para con sus trabajadores y la comunidad. A nivel político,
entendemos la solidaridad como el vínculo que nos une a participar en la lucha por
la exigencia, defensa y aplicación de nuestros principios y valores. La solidaridad se
apoya en la honestidad para hacer nuestras las luchas y tragedias que exalten o
violen nuestro principio de justicia, por lo que ambos son inseparables.

         Responsabilidad: entendemos la responsabilidad en diversos niveles:
como la prudencia, puntualidad y honestidad en el actuar; el compromiso
compartido de cumplir con nuestros deberes y respetar los derechos de los demás;
y la capacidad de responder por lo que se ha hecho. Consideramos que los
ciudadanos somos responsables en la misma medida en que somos libres, el buen
ejercicio de los valores, principios y derechos sólo se puede hacer dentro de un
marco de autocontrol. Todos debemos actuar de forma prudente frente al colectivo,
sin importar nuestras condiciones sociales o económicas. Si bien reconocemos que
las circunstancias influyen sobre las acciones, creemos que desconocer la
responsabilidad de cada quien en base a su procedencia social implica poner en
duda sus capacidades.

        En Voluntad Popular creemos que todos somos corresponsales de la
gestión pública y del progreso de la sociedad, así como del respeto a los derechos
que se ejercen a diario. En nuestras manos se encuentra el deber de elegir
sabiamente a nuestros representantes y de organizarnos para mejorar nuestra
realidad. En Voluntad Popular creemos que nuestros activistas, como líderes
sociales y políticos, deben realizar su trabajo con ética, responsabilidad y prudencia,
siempre conscientes de la importancia que su labor tiene para la sociedad y de la
confianza que ésta deposita en nosotros.

         Reconocemos nuestra responsabilidad para con las generaciones futuras,
por lo que todas nuestras políticas públicas deben asegurarse de no ser dañinas
para ellas, así como respetar al ambiente y la biodiversidad del ecosistema. Como
ciudadanos, trabajadores, emprendedores, servidores públicos, representantes y
gobernantes, los activistas de Voluntad Popular debemos ser conscientes y actuar
con responsabilidad, cumpliendo los deberes que la sociedad nos impone y
respondiendo por nuestras faltas en la medida en que las cometamos. Debemos
recordar que si bien somos humanos como todo el resto, nuestra lucha y nuestro
compromiso con el país nos hacen aceptar una mayor cantidad de deberes que el
ciudadano común: debemos ser ejemplo de ciudadanía y de gobernanza y aprender
a vivir en libertad e igualdad en una Venezuela y un mundo más justo, diverso y
pacífico, ejerciendo diariamente la solidaridad, la honestidad y la responsabilidad
con los demás.



        Nuestros Principios de Acción

        Creemos que para construir la Venezuela que Queremos no basta con
pensar diferente, es necesario actuar diferente. Inspirados en este fundamento
definimos nuestros principios de acción, los cuales regirán nuestro comportamiento



                                         15
diario, desde lo interno del movimiento, hacia la sociedad, en la búsqueda del poder
y estando en él.

         Actuamos según nuestros principios y valores, con la convicción de que
la coherencia entre el discurso y la acción es fundamental para el accionar político.
Creemos que más allá de un manifiesto, es a través de nuestras acciones, como
activistas y como movimiento, que nuestros principios y valores adquieren
significado.

        Practicamos la inclusión sin exclusión, donde nuestras diferencias no
dividen ni disminuyen; más bien suman y enriquecen. En este sentido, ninguna
persona debe ser apartada del diálogo por pensar diferente, sino integrada a los
acuerdos que abrirán el camino a la Venezuela que queremos.

        Practicamos la democracia en todos los ámbitos, entendiendo que la
lucha por un país democrático solo puede darse desde un movimiento democrático
y que, más allá de las elecciones, la democracia es una constante práctica de
deliberación, generación de consenso y respeto a las minorías.

        Creemos en el trabajo como medio para la superación, porque todos
tenemos la oportunidad de superarnos, tanto dentro del movimiento como en la
sociedad, mediante el trabajo honrado. No hay cualidades míticas, amiguismos o
cuotas que estén por encima del esfuerzo y la perseverancia.

         Reconocemos el valor de cada persona, porque cada una, con su
historia, vocación y talentos, es valiosa y necesaria para la construcción de un país
mejor. Por eso desde Voluntad Popular siempre trabajaremos para generar inclusión
y promover la participación de todos y cada uno en los pequeños y grandes
proyectos.

         Creemos que el poder para transformar las realidades reside en las
personas, tenemos la convicción de que los venezolanos estamos en capacidad y
tenemos la responsabilidad de transformar aquellas realidades que nos parezcan
injustas. La construcción de la Venezuela que queremos empieza por cumplir
nuestros deberes e involucrarnos de forma activa con nuestro entorno.

       Entendemos el poder como una responsabilidad, y no como un fin en sí
mismo, sino como un medio para transformar las realidades y construir el camino
hacia la Venezuela que queremos. Asumimos, por lo tanto, el sentido de
responsabilidad, compromiso y la vocación de servicio que implica esta concepción
del poder.

        Prometemos para cumplir, porque de las promesas rotas solo queda un
saldo de desconfianza que erosiona el tejido social, minando la voluntad y la
disposición de quienes esperan un cambio. Fieles a nuestros valores de
responsabilidad y honestidad, nos comprometemos a cumplir con aquello en lo que
hemos empeñado nuestra palabra y a abstenernos de prometer lo que no tenemos
la capacidad de cumplir.




                                        16
Fundamentamos la práctica política en la honestidad y el trabajo,
rechazando cualquier tipo de chantaje o manipulación. Los valores y principios que
fundamentan nuestro accionar no tienen precio, y nuestras voluntades no pueden
ser compradas ni con dinero ni con cuotas de poder. En Voluntad Popular
fundamentamos la práctica política en la honestidad, el trabajo y los méritos.

        Practicamos la protesta activa, pacífica y orientada a las soluciones, en
Voluntad Popular entendemos la protesta como un medio para manifestar
descontento o inconformidad, practicándola en el marco de la no-violencia,
sustentada en argumentos sólidos, y orientada a la búsqueda de soluciones.

         Respetamos y valoramos cualquier esfuerzo, venga de donde venga,
que contribuya a la superación de la pobreza en paz y democracia, el trabajo
que desde otros espacios se ha realizado en pro del bienestar y el progreso de la
sociedad venezolana es de suma valía para nosotros. Tradicionalmente el trabajo
político y social se hace desde trincheras bien diferenciadas, desconociendo los
aportes que otros han hecho muchas veces hasta el extremo de dejar perder lo que
constituye un beneficio para la sociedad. En Voluntad Popular, ante el reto de
superar la pobreza en paz y democracia, nos comprometemos a la inclusión, el
trabajo mancomunado y a construir sobre lo que otros han construido, para llevar a
cabo una tarea que reconocemos superior a nosotros mismos.

       Perfil del activista

         El Activista de Voluntad Popular armoniza en su liderazgo lo social con lo
político, entendiendo que su acción constituye un compromiso en la búsqueda del
bien común. De naturaleza reflexiva, aborda los problemas proponiendo soluciones
en conjunto con otros, y participa activamente en su resolución.

       Es respetuoso y promotor del pensamiento diverso, y propicia el diálogo
como la vía para transformar los conflictos inherentes a la vida en sociedad en
enriquecedoras diferencias. Concibe el trabajo político y social como un aprendizaje
constante, que va desde los pequeños deberes hasta las grandes
responsabilidades, y entiende que el reconocimiento se deriva del esfuerzo y la
perseverancia.



       Nuestros Temas Principales

      Todos los Derechos para Todas               las   Personas:    Voluntad    de
Compromiso con los Derechos Humanos

        Según la declaración universal de Derechos Humanos “Todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de
razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente de los unos con los otros.”

        En Venezuela estas líneas parecieran aplicarse de manera inversa: el
irrespeto a la dignidad humana es práctica común vista con permisividad desde el
Estado, el cual a su vez coarta las libertades fundamentales de las cuales la


                                        17
población debería estar dotada. El Estado violenta la integridad individual por acción
y por omisión, convirtiéndose así en cómplice de la discriminación, la inseguridad e
irrespeto a la vida.

        Desde Voluntad Popular nos comprometemos a emprender una lucha que,
entre las muchas coyunturas y necesidades de nuestro país, ha quedado relegada:
la lucha por los Derechos Humanos.

        En la Venezuela que Queremos impera la paz, la justicia y la convivencia
ciudadana. Se rige por los principios de libertad e igualdad, y el derecho
irrenunciable a la vida. Se reconoce que los Derechos Humanos, en su dimensión
individual y colectiva, son de naturaleza complementaria e indivisible en la
consecución del bien común.

        El Estado es garante, defensor y promotor de los derechos humanos para
todos y todas, venezolanos y extranjeros, sin discriminación de ningún tipo, a través
de una gestión eficiente e inclusiva. Los servidores públicos, como representantes
del Estado en sus diversas instituciones, son piezas clave en esta noble labor.

         El pleno conocimiento de sus derechos hace del ciudadano venezolano un
ser consciente y crítico, permitiéndole conquistar su propia dignidad y emancipación.
Una sociedad que conoce y trabaja de forma activa por sus derechos no solo civiles
y políticos, sino también sociales, económicos y culturales, sabe responder a
cualquier intento de tiranía que pueda aparecer en su entorno.

       En la Venezuela que Queremos, lo conquistado en materia de Derechos
Humanos no tiene vuelta atrás. Las minorías son respetadas por la sociedad y
reconocidas por el Estado. Los venezolanos nos reconocemos como seres
humanos, todos poseedores de los mismos derechos, todos igualmente diferentes.
Cada quien con su potencialidad, con su historia y su aprendizaje.

         La vida transcurre en un clima de libertad y tolerancia que se manifiesta de
diferentes formas y particularmente en el arte y la cultura, que son la viva expresión
de una sociedad multicultural y diversa, con las manos puestas en el hoy y la mirada
en el futuro. Un estado de derecho permanente, instituciones sólidas y una
democracia cada vez más consolidada son los logros de décadas de trabajo social y
político que hacen posible la dignidad, la paz y la profunda libertad que gozan los
venezolanos en la Venezuela que Queremos.

       Nuestra Opción por la Vida: Voluntad Política Contra el Crimen y a
Favor de la Convivencia Ciudadana

       En años recientes, la violencia, la delincuencia y la desconfianza se han
apoderado del país, condenando a los hogares venezolanos al miedo y la zozobra.
Esto es producto de la permisividad con la que se ha abordado el crimen desde el
Estado, al discurso de odio de los voceros oficiales y a la arbitrariedad en sus
acciones. En Voluntad Popular la seguridad es nuestra primera preocupación.
Frente a la impunidad rescatamos los principios de orden, convivencia y progreso
como los pilares fundamentales para la defensa de la vida.



                                         18
En la Venezuela que Queremos las instituciones del Estado promueven el
orden a través de la protección efectiva y cercana a las mayorías pacíficas y
trabajadoras, garantizándoles su seguridad personal y su derecho a la vida. Los
sistemas de seguridad y justicia articulan eficazmente la prevención, la persecución
y el castigo de los delincuentes, así como su regeneración y reinserción en la
sociedad, quebrando el círculo vicioso entre impunidad y crimen.

        En la Venezuela que queremos, la acción policial es eficaz en la
persecución del crimen, y el reconocimiento a su autoridad se basa en su ejercicio
responsable y enmarcado en la legalidad, lo que establece un estrecho vínculo entre
policía y comunidad. En este sentido, se cuenta con organismos de seguridad
transparentes y próximos a los ciudadanos, así como con oficiales bien
remunerados y formados en los cuales la ciudadanía puede depositar su plena
confianza.

         En la Venezuela que queremos, la Fiscalía y los Tribunales, son los
responsables de la impartición oportuna de justicia, perseguir y sentenciar el
crimen y combatir la impunidad. De esta forma, los jueces y fiscales aseguran el
cumplimiento de la ley ante la arbitrariedad, combatiendo la delincuencia, la
corrupción y garantizando la defensa de los derechos humanos. Las cárceles son
verdaderos sitios de capacitación, de regeneración para la reinserción, de formación
y de trabajo para los presidiarios, quienes cumplen penas proporcionales a sus
faltas, bajo condiciones de espacio, salubridad y alimentación dignas de todo ser
humano.

        En la Venezuela que queremos existen políticas sociales que promueven la
convivencia ciudadana dentro de las comunidades. En este sentido, se cuenta con
espacios públicos para el desarrollo de actividades culturales y deportivas, así como
el sostenimiento material y afectivo de los hijos por parte de la familia, garantizando
la permanencia de éstos en el sistema educativo y promoviendo su inserción exitosa
en el mercado laboral. De igual forma, prevalece una cultura de diálogo, convivencia
y resolución pacífica de conflictos a través de justicia de paz.

       La seguridad es una condición para que los venezolanos podamos ejercer
plenamente nuestros derechos ciudadanos. El ejercicio pleno de estos derechos
representa el pilar fundamental para la libertad y el progreso de todos.

      Educación de Calidad para Todos: Voluntad para el Progreso y la
Formación de Ciudadanos Autónomos

        En los últimos años la educación venezolana ha sufrido un grave deterioro
evidenciado en un sistema centralizado e ineficiente, que lejos de contribuir a
superar las desigualdades, luchar contra la deserción escolar y generar
oportunidades de progreso para la sociedad, ha funcionado como un instrumento de
adoctrinamiento y proselitismo político al servicio del gobierno de turno.

        Desde Voluntad Popular, reivindicamos la educación como un medio para
superar la pobreza y la exclusión, a través del desarrollo de la personalidad y las
facultades de los individuos.



                                         19
En la Venezuela que Queremos la educación va mas allá de lo académico.
El sistema educativo no responde a un gobierno, partido o visión unilateral, sino que
promueve el pensamiento crítico, la diversidad y la tolerancia, y está orientado a la
formación de ciudadanos autónomos, responsables, quienes se esfuerzan por la
superación de la pobreza e impulsan su potencial productivo, trabajando en pro de
la convivencia democrática y el bienestar social.

         En la Venezuela que Queremos la educación es gratuita y universal hasta el
pregrado universitario y obligatoria hasta la secundaria. El Estado es garante del
acceso a una educación de calidad; en este sentido el sistema educativo se
caracteriza por su eficiencia, actúa bajo la gestión descentralizada de cada región y
cuenta con el apoyo de organizaciones sociales dedicadas a impartir educación. Los
venezolanos cuentan con financiamiento público directo para que las familias tengan
la libertad de escoger la escuela que consideren idónea para sus hijos, sin que
implique una limitante el costo de una educación privada, promoviendo la sana
competencia entre las instituciones educativas públicas y privadas.

         En la Venezuela que Queremos, la permanencia de los estudiantes en las
instituciones educativas depende únicamente de su desempeño en las escuelas y
no de su origen económico o social. Los estudiantes cuentan con instituciones
educativas de calidad, con docentes altamente motivados, la infraestructura
adecuada y actividades extra-curriculares para desarrollar todo su potencial. La
labor docente es altamente valorada y remunerada; por lo que se alienta su
constante formación y actualización académica. La educación para el trabajo y las
escuelas de capacitación profesional se consideran un complemento a la educación
secundaria y un puente al mercado laboral, generando opciones alternativas a la
carrera universitaria.

        En la Venezuela que Queremos, la Universidad se debe a la sociedad y su
prioridad es la formación de profesionales comprometidos con el desarrollo del país.
Se respeta la autonomía universitaria y se exige la transparencia y eficiencia en su
administración. Para realizar sus actividades de forma óptima, la Universidad se
apoya en su actividad académica y de investigación, de manera que el presupuesto
educativo se orienta prioritariamente hacia la educación básica y media, generando
un punto de partida para que todos los ciudadanos puedan desarrollar sus
potencialidades.

         En la Venezuela que Queremos la formación ciudadana y en Derechos
Humanos es una pieza clave, enfatizando la enseñanza y difusión de valores como
la libertad, el respeto, la solidaridad y la tolerancia. Asimismo, la investigación
científica y tecnológica se impulsa de forma activa e innovadora y se coloca al
servicio de la salud, la calidad de vida, el desarrollo humano, y la productividad y
competitividad de las empresas.

        En la Venezuela que Queremos la educación representa el pilar de una
ciudadanía preparada, critica, responsable y solidaria, que convive en paz con el
entorno y trabaja por el bienestar y la prosperidad del país.




                                        20
Política de Empleo: Voluntad de Diálogo por un Empleo Amplio, Digno
y Productivo

        Mientras desde el gobierno se promueve un empleo precario, informal,
improductivo y dependiente del Estado, Voluntad Popular propone un empleo
productivo y con derechos, sustentado en el motor de la inversión privada, pública y
asociativa.

        En la Venezuela que Queremos, el trabajo se entiende como bueno en sí
mismo, pues libera las capacidades productivas y creativas de toda persona para el
beneficio propio y el de toda la sociedad. En este sentido, el Estado promueve la
creación amplia y el ejercicio sostenido del trabajo en condiciones formales y bien
remuneradas.

        Se reconoce que la creación de puestos de trabajo se potencia con el
emprendimiento de iniciativas individuales pujantes y prósperas, y que el crecimiento
de éstas hace posible la mejora de las condiciones laborales. Con esto en mente,
resaltamos la importancia de sostener un diálogo permanente entre Estado,
Empresa y Trabajadores que permita convocar todos los esfuerzos para avanzar en
el bienestar laboral y en la productividad y competitividad empresarial.

         Se defiende la libertad y la autonomía sindical frente a la empresa privada y
frente al Estado. La libertad sindical y las demás libertades públicas son
interdependientes y su ejercicio es efectivo en el marco de un Estado que reconoce
a la sociedad civil y sus organizaciones como entes autónomos e interlocutores
válidos.

         En la Venezuela que Queremos, la legislación laboral se orienta no sólo a
proteger el empleo que ya existe sino también a promover la creación del empleo
que no existe. Especialmente, entre los colectivos más vulnerables y con mayores
dificultades de acceso al mercado de trabajo, como los jóvenes, adultos mayores,
ciudadanos con minusvalías y grupos víctimas de discriminación. Una legislación
laboral que premie el esfuerzo y la productividad y que permita conciliar las
responsabilidades familiares con la vida laboral. Así también, la regulación laboral
establece estándares para garantizar un medio ambiente laboral seguro para los
trabajadores, a la vez que estimula las inversiones en programas y métodos que
permitan minimizar los riesgos asociados al trabajo.

        Existe una cultura de responsabilidad social empresarial activamente
promovida desde el Estado, que armoniza los intereses de la empresa con el
bienestar de la comunidad a la que sirve.

        En la Venezuela que queremos se promueve el trabajo fundamentalmente
formal, pues éste propicia el acceso a todos los beneficios asociados al trabajo. En
este sentido, se minimizan las trabas burocráticas de formalización de empresas y
formas de emprendimiento alternativo, como el autoempleo, el trabajo desde el
hogar, la microempresa, cooperativas, entre otras. Su formación se promueve a
través de mecanismos crediticios que garantizan el repago y contribuyen a cimentar
las redes de capital social.



                                         21
En la Venezuela que Queremos la seguridad social sigue un modelo
financieramente viable, que garantiza el acceso no discriminatorio a ahorros para la
vejez y otras contingencias acordes a la realidad de nuestro mercado de trabajo.
Para esto se combinan los pilares del ahorro y la solidaridad, permitiendo un vínculo
más estrecho entre contribuciones y beneficios, con una garantía de pensión digna
para aquellos que durante su vida activa no lograron las cotizaciones necesarias
apara alcanzarla.

          En definitiva, es a través del diálogo entre sectores, de la promoción de la
iniciativa privada y del empleo formal, de una regulación laboral comprehensiva y de
una seguridad social sostenible como en la Venezuela que Queremos logramos
alcanzar un empleo amplio, digno y productivo.

        Política Social: Voluntad para el Empoderamiento Ciudadano

         Justo ahora, se intenta imponer desde el Estado una visión única de la
felicidad, y se contaminan los programas sociales al utilizarlos como instrumentos
de manipulación política. Esto los convierte en programas clientelares que, lejos de
contribuir al progreso colectivo, terminan condenando a la pobreza perpetua a
millones de venezolanos. En Voluntad Popular entendemos que la justicia social es
el fundamento de todo programa de asistencia al ciudadano, y entendemos ésta
como la situación en la que todos los venezolanos tenemos la posibilidad real de
acceder a oportunidades para labrar nuestro propio camino al éxito, sin que la
pobreza condene a nadie a un destino menos favorable. Avanzar hacia la justicia
social es un requisito para que los venezolanos seamos cada vez más libres.

         En la Venezuela que queremos las personas son realmente libres, pues son
capaces de concebir su propia felicidad y de realizar las acciones necesarias para
alcanzarla, en la medida que no afecten la libertad de otros. Todos disponen de
conocimientos, buena salud, buena alimentación, salubridad y servicios básicos en
la vivienda y seguridad personal, es decir, todos los elementos que definen la vida
digna. Para nosotros, garantizarles a todos los venezolanos el acceso a estos
derechos es un punto de honor.

         La oferta competitiva y descentralizada garantiza el acceso mancomunado a
estos derechos, pues los usuarios tienen mayor libertad de elección. Los
ciudadanos cuentan con financiamiento público para los servicios de educación y
salud, con condiciones favorables para acceder a una vivienda digna, y con
infraestructura de transporte, comunicaciones y servicios que les permiten insertarse
productivamente a la actividad económica. Todo esto se desarrolla en un marco de
regulación justa y supervisión rigurosa de la prestación de dichos servicios públicos.

        En la Venezuela que queremos, los programas asistenciales de inclusión
social son cruciales para avanzar hacia la justicia social, pues le brindan acceso al
sistema formal de prestación de servicios públicos y al mercado laboral a aquellos
ciudadanos que no poseen dicho acceso, bien debido a su condición de pobreza
extrema o a sus condiciones de vida particulares. Cada uno de estos programas se
encuentra focalizado en una necesidad en particular y se encuentra diseñado como
un mecanismo de apalancamiento, en el sentido de que busca proveer al
beneficiario de capacidades para trascender por si mismo su situación inicial.


                                         22
En la Venezuela que Queremos, la provisión de todos estos elementos es el
resultado de la acción cooperativa y coordinada entre el Estado, la empresa privada
y la sociedad civil. El acceso a los mismos no está supeditado a vinculación
partidista alguna, ni depende de la renuncia a otros derechos ciudadanos.

         Nadie puede definir la felicidad y el bienestar de los ciudadanos mejor que
los mismos ciudadanos. Así pues, en la Venezuela que queremos, el Estado utiliza
la política social como herramienta para empoderar a los ciudadanos en su
búsqueda individual de felicidad a través del apoyo colectivo.

      Democracia y Capital Social: Voluntad para una Política Deliberativa,
Transparente y Abierta a Todos

         Durante los últimos años el ejercicio de la política en Venezuela se ha
desvirtuado. Los partidos políticos perdieron la visión de país y de mundo, se
concentraron en la búsqueda del poder por el poder, centralizando los espacios de
representación, y restringiendo la participación ciudadana exclusivamente al voto.
Esto degeneró en un sistema incapaz de dar respuestas a las crecientes
necesidades ciudadanas de forma planificada y sostenida. Su lógica deslegitimación
abrió espacio al autoritarismo, la persecución y la discriminación desde el Estado.
En contraste, Voluntad Popular propone esquemas de diálogo político abierto y
participativo, en los que el ciudadano sea protagonista de todo el proceso de las
políticas y decisiones públicas.

        La Venezuela que queremos es una democracia abierta, donde todos
podemos expresar nuestras ideas y participar de lo público sin temor a represalias.
Los ciudadanos cuentan con la inviolabilidad de sus derechos, y las minorías son
respetadas y representadas significativamente en los órganos de toma de
decisiones públicas.

        La participación de los ciudadanos, entendida como todas las acciones
sociales y políticas que estos realizan para incidir en la mejora de lo público, es la
pieza fundamental de nuestra democracia. Esta es amplia, y trasciende al ejercicio
del voto. Incorpora el control sobre cada aspecto de la gestión gubernamental, pero
no se limita a esta. La participación ciudadana en la toma de decisiones públicas
garantiza que estas sean representativas de la diversidad de visiones que
constituyen la voluntad popular. Cada venezolano es corresponsable del bien
común, y en consecuencia actúa para el bienestar de su comunidad y su país. La
interacción, asociación y creación de redes son nuevos mecanismos con los que
cuentan los ciudadanos para mejorar su realidad.

        En la Venezuela que Queremos la democracia es deliberativa. El debate
público de ideas es continuo, y se basa en el reconocimiento a la buena voluntad de
las partes y a la validez de las distintas posiciones. Esto permite la construcción de
propuestas de consenso y la amplitud en el ejercicio del poder.

        La familia, reconociendo sus distintas formas, es responsable de los roles
formativos básicos del individuo, por lo que constituye la célula fundamental de la
sociedad.



                                         23
La esfera pública es el espacio donde concurren todos los debates que
fundamentan el desarrollo de nuestra democracia. Las nuevas tecnologías permiten
la democratización de los medios de comunicación e información y que todas las
ideas se intercambian en igualdad de condiciones y a muy bajo costo. Los
ciudadanos se empoderan al entrar en contacto con las diferentes visiones de
mundo, pues no pueden ser manipulados por el posicionamiento preponderante de
alguna. Los medios de comunicación informan la verdad, y la interpretan sin censura
bajo su línea editorial.

        Así pues la Venezuela que queremos es construida desde la gente, para la
gente y por la gente; se fundamenta en el debate, la deliberación y la participación;
respeta y promueve las libertades de asociación y expresión como generadoras del
consenso. La sociedad es abierta, y trata con igualdad la diversidad de los
ciudadanos.

       Economía Inclusiva de Mercado: Venezolanos Tomando las Riendas
del Capital Productivo

         La economía venezolana se caracteriza por ser monoproductora y poco
competitiva. Esto se debe en buena manera a la forma en la que el Estado ha
acaparado para sí la propiedad del capital productivo, excluyendo a los ciudadanos
de la posibilidad de producir y crecer separados de él. Dicha concentración ha
permitido que los gobernantes de turno, con la complicidad de algunos privilegiados
en el sector empresarial, malversen nuestro capital para afianzar sus redes
clientelares, en lugar de utilizarlo para promover el desarrollo y la superación de la
pobreza. Frente a esto, Voluntad Popular propone el sostenimiento de condiciones
que favorezcan la iniciativa privada y el acceso democrático y amplio al capital
productivo como los principales motores de la generación de riqueza.

         En la Venezuela que queremos, la economía es inclusiva y de mercado, en
el sentido de que todos los venezolanos tenemos capacidades para sumarnos a la
actividad productiva y ofrecer, en igualdad de condiciones, bienes y servicios para
Venezuela y el mundo. El mercado es el espacio donde los ciudadanos
intercambiamos libremente nuestros talentos y esfuerzos para el bienestar de toda
la sociedad. Se respeta la propiedad privada al reconocérsele como el valor
fundamental para el desarrollo económico, y como base para los demás tipos de
propiedad, que, partiendo de la idea de la propiedad como recompensa del trabajo,
se organiza en base a una cooperativa, una comunidad u otra sociedad. Los
ciudadanos tienen acceso al capital productivo para el emprendimiento y la
inversión; particularmente, las micro, pequeñas y medianas empresas, cuentan con
apoyo de la sociedad para arrancar sus proyectos económicos en el marco de la
sana competencia.

        La principal responsabilidad del Estado en materia económica es la de
resguardar las garantías económicas básicas en el marco del Estado de Derecho
como lo son los derechos de propiedad, estabilidad del régimen fiscal y
cumplimiento de los contratos. La política económica que se ejerce es estable,
predecible y se fundamenta en un proceso participativo de planificación. Existen
regulaciones sobre la actividad económica que buscan evitar las prácticas
monopólicas, la asimetría en la información de los mercados, así como garantizar la


                                         24
protección medioambiental, la sana competencia y el manejo prudente de los
ahorros de los ciudadanos y los medios de pago públicos. En este sentido el Estado
promoverá la bancarización de la sociedad, capacitación y promoción del
emprendimiento y fomento de una cultura ahorradora, para que el bienestar se
convierta en una cuestión inter-generacional, basada en el acceso igualitario a las
finanzas y con herramientas para el emprendimiento individual.

         En La Venezuela que queremos la integración a la economía mundial se da
secuencialmente, priorizando las transacciones regionales. Dicha integración busca
proteger los intereses de los venezolanos, al permitirles el acceso amplio a bienes y
servicios en condiciones óptimas de precio y calidad. El Estado fomenta, bajo
criterios claramente definidos y estrictamente respetados, el desarrollo tecnológico
de los sectores en los que Venezuela tiene ventajas competitivas o en los que es
capáz de desarrollarlas. En este sentido, se promueve el desarrollo multisectorial y
competitivo de la actividad productiva nacional.

        Una    economía     amplia, fundamentada       en    iniciativas  privadas
desconcentradas, constituye la mejor arma contra la dominación. En la Venezuela
que queremos, el crecimiento económico se fundamenta en las capacidades
productivas de todos los ciudadanos y en su acceso al capital para el desarrollo de
sus proyectos de emprendimiento.

      El Petróleo como Instrumento de Progreso: Voluntad para Poner al
Ciudadano en el Centro de la Política Petrolera

         Venezuela ha pasado de ser reconocida como un caso exitoso en el manejo
de los recursos petroleros a ser considerada como un ejemplo a no seguir. El
petróleo permitió una modernización acelerada del país que jamás hubiese sido
posible sin él. En pocos años pasamos de ser un país principalmente rural, pobre y
sin infraestructura relevante a un país urbanizado, con la infraestructura más
moderna del continente y con crecientes posibilidades de ascenso social. Sin
embargo, desde el primer auge petrolero en los 70´s nos hemos sumido en una
espiral de deterioro que, con cada subida y baja de precios, nos sumerge más y
más en la pobreza. Los venezolanos, legítimos dueños del petróleo, hemos sido
testigos impotentes del despilfarro del mismo, y de su uso como instrumento de
control político mediante la asignación clientelar. Más allá de corregir estas
distorsiones, el gobierno actual las ha exacerbado a magnitudes sin precedentes.

        En Voluntad Popular consideramos que un manejo del petróleo distinto al
implementado hasta ahora permitirá que este recurso se convierta en un verdadero
instrumento de desarrollo. Entendemos la verdadera riqueza de una nación a partir
del capital humano de su gente y de la productividad que de este se deriva. En este
sentido, vemos a nuestra reserva mineral como un instrumento para promover el
progreso y la superación de los venezolanos.

       En Voluntad Popular consideramos que la realidad actual nos obliga a
repensar las instituciones que enmarcan a la industria petrolera y aquellas que
determinan el uso de los recursos provenientes de la misma. En la Venezuela que
Queremos, los ingresos petroleros le llegan primero a sus legítimos dueños, los
venezolanos, quienes luego financian al Estado a partir de impuestos. De esta forma


                                        25
se invierte la relación de dependencia Ciudadano-Petróleo-Estado, siendo el Estado
el que depende financieramente del ciudadano, viéndose obligado a rendirle
cuentas. Conjuntamente, existen mecanismos de ahorro individual que les permiten
a los ciudadanos ahorrar parte de su ingreso petrolero para la vejez y otras
contingencias de la vida.

        El petróleo es y será de los venezolanos, por tanto debe ser manejado por
los venezolanos, sin embargo, esto no implica que se niegue la participación de
capitales extranjeros siempre y cuando esto contribuya con la formación de una
economía sana.

        El gobierno se ve obligado a promover una política económica que garantice
la estabilidad macroeconómica, pues ésta es una precondición básica para atraer la
inversión y resguardar los salarios de los venezolanos. En este sentido, existen
mecanismos creíbles que logran de una vez por todas estabilizar el gasto de
recursos petroleros. Dichos mecanismos incentivan la participación ciudadana como
garantía de los mismos frente a las presiones clientelares del gobierno de turno.

        En la Venezuela que Queremos, la industria petrolera no funciona como un
enclave del que depende el resto de la economía, y su contribución transciende la
generación de ingresos fiscales. A través del cumplimiento de un marco regulatorio
que promueve la competencia, la productividad y la eficiencia, la industria petrolera
tiene un enorme efecto multiplicador sobre el resto de la economía, tanto desde el
punto de vista de crecimiento como desde la generación de nuevas capacidades
nacionales a través de la incorporación de las más avanzadas tecnologías y
métodos gerenciales.

        Nuestros recursos petroleros representan un verdadero instrumento de
progreso, pues las instituciones en las que se enmarcan su industria y el uso de sus
rentas le permiten al ciudadano monitorear y exigir rendición de cuentas sobre su
manejo.

        El Estado en la Venezuela que Queremos: Voluntad para Servir

          En los últimos años se han borrado las divisiones entre partido, gobierno y
Estado en Venezuela. El debilitamiento de las instituciones, causado por los abusos
del gobierno y los errores de la oposición, se ha evidenciado en las recurrentes
violaciones a la Constitución y a los Derechos Humanos desde el Estado; en la
forma en que todos los Poderes Públicos rinden cuentas al partido de gobierno; en
la falta de transparencia y rendición de cuentas en la gestión de recursos públicos; y
en la inestabilidad del marco jurídico y regulatorio de la actividad económica, que
cada vez más se centraliza en el Estado. Mientras tanto, se ha descuidado la
administración de justicia, la optimización de los servicios públicos, la creación de
infraestructura y la seguridad. Frente al Estado desubicado, Voluntad Popular
propone atribuciones y acciones estatales definidas y aplicadas estrictamente en el
marco de la legalidad.

         En la Venezuela que Queremos el Estado se encuentra totalmente acotado
por las leyes. Estas son producto de la debida representación de la voluntad popular
en el marco de la garantía a los derechos ciudadanos fundamentales. Las leyes


                                         26
encauzan la acción del Estado a la creación de condiciones básicas para el pleno
ejercicio de las libertades ciudadanas; y buscan equilibrar el ejercicio del poder a
través de la división de los poderes públicos y el sano juego de los pesos y
contrapesos.

        La Venezuela que Queremos es federal y descentralizada, pues los estados
y municipios tienen autonomía política, financiera y funcional del Poder Publico
Nacional. La gestión pública nacional cubre todo el territorio de la República, por lo
que es cercana a sus ciudadanos.

        La gestión pública está regida por los principios de eficiencia, transparencia,
rendición de cuentas y apertura a la mayor participación posible de los ciudadanos
en su planificación, ejecución y contraloría. Los servidores públicos son
profesionales o técnicos especializados en el ejercicio de su labor. Los cargos en el
servicio público son de carrera, por lo que se designan bajo estrictos criterios de
profesionalismo, especialidad y experiencia en la materia. De esta forma se
garantiza a los ciudadanos un servicio público óptimo, profesional e institucional.

         En la Venezuela que Queremos el ciudadano y el Estado poseen un vinculo
de corresponsabilidad en la eficiencia de los servicios públicos y en el
fortalecimiento y durabilidad de las instituciones democráticas. El ciudadano ejerce
su papel como contralor social, cumple con los mandatos de las leyes y cumple con
sus deberes frente a la sociedad. El Estado, a su vez, se encarga de garantizar al
ciudadano el goce pleno de sus derechos.

        El Estado reconoce a la comunidad organizada y a las estructuras de
organización media de la sociedad civil, como sindicatos, ONG’s, gremios,
academias, partidos políticos, consejos comunales, entre otras. Estas estructuras
medias forman un papel trascendental en materia de planificación y contraloría
social a la gestión publica, vigilancia de los Derechos Humanos; la gestión
autónoma de los gobiernos comunitarios, etc. La relación de trabajo coordinado
entre Estado y Sociedad civil y la protección y promoción de sus organizaciones se
fundamenta en la autonomía de estas de la estructura estatal.

        La provisión oportuna e imparcial de justicia se encuentra entre las
principales responsabilidades del Estado. Los tribunales en la Venezuela que
Queremos son los principales garantes del respeto a la Constitución y a las leyes de
la República, así como la máxima instancia a la hora de solucionar los conflictos
generados a lo interno del Estado. Su toma de decisiones es independiente y sus
jueces elegidos por concurso público. Gracias a esto, la justicia es aplicada sin
discriminación a todos los ciudadanos de manera proporcional a su falta y a los
funcionarios públicos de acuerdo a su condición.

        En la Venezuela que Queremos la forma que asume el Estado es la de un
Estado Social y Democrático de Derecho y de Justicia, acorde con lo que establece
nuestra Constitución. Su intervención en las esferas del desempeño social se
fundamenta en el trabajo conjunto con la sociedad organizada. En la Venezuela que
Queremos el Estado es el garante de generar las condiciones necesarias para que
cada ciudadano pueda emprender la búsqueda de su propia felicidad.



                                         27
Venezuela Ante el Mundo: Una Diplomacia de Principios para Defender
Nuestros Intereses

         Durante los últimos años, las relaciones internacionales de Venezuela han
estado al servicio de un proyecto político personal, y no han tomado en cuenta los
intereses superiores de los ciudadanos. Voluntad Popular propone una política
exterior de Estado, fundamentada en su totalidad en las aspiraciones de bienestar y
superación de todos los venezolanos.

        En la Venezuela que Queremos, la diplomacia se rige por los principios de
igualdad soberana de los Estados, libre determinación de los pueblos, solución
pacífica de los conflictos, cooperación e integración regional, respeto y protección
de los derechos humanos.

        Promovemos el fortalecimiento y la revitalización de las organizaciones
internacionales, así como la consolidación de los organismos de integración
hemisférica. De manera particular velamos porque los gobiernos de los países
miembros de esos organismos de integración honren sus compromisos con el
respeto y la vigencia de las instituciones democráticas como condición esencial para
el desarrollo de los procesos de integración. La participación de Venezuela en los
procesos de integración tiene como objetivo central contribuir al desarrollo integral
de la nación. Por ende, es objeto de consulta permanente con nuestros ciudadanos,
gremios, académicos y en general con el sector productivo del país.

         La Venezuela que Queremos se aboca a tener las mejores relaciones
culturales, políticas, y económicas con nuestros vecinos y principales socios
comerciales, dentro del marco del más absoluto respeto al principio de no injerencia
en los asuntos internos de otros Estados.

        Se priorizan las relaciones con aquellos países que cumplen sus
compromisos internacionales, que promueven la solución pacífica de los conflictos
y que cuentan con gobiernos democráticos, respetuosos del Estado de Derecho y
que defienden y protegen los Derechos Humanos.

          La protección y sostenibilidad del medio ambiente es uno de los objetivos
prioritarios de nuestras políticas internacionales. En este sentido, promovemos la
firma y el cumplimiento de tratados que busquen un equilibrio entre el desarrollo
económico sustentable y la preservación de nuestro entorno natural.

        Repudiamos el terrorismo y rechazamos a todos los grupos y
organizaciones que recurren a la violencia como arma política, de intimidación o de
chantaje, encuéntrense donde se encuentren. La Venezuela que Queremos es
ejemplo internacional en la lucha contra el terrorismo, al colaborar activamente con
los organismos internacionales competentes.

        Respetamos las decisiones de los órganos y de los tribunales
internacionales de los cuales formamos parte, cuya competencia y jurisdicción ha
sido debidamente aceptada por el Estado venezolano.




                                        28
La Cancillería cumple a cabalidad su papel fundamental de planificadora y
ejecutora de una política exterior de Estado, manteniéndose ajena a la diatriba
política y representando los intereses de todos los venezolanos. El Servicio Exterior
venezolano constituye una carrera profesional de excelencia al servicio exclusivo de
la Nación.

        La política exterior de Venezuela promueve nuestros intereses económicos
y nuestros valores culturales, mientras fortalece las relaciones con los gobiernos
que respetan la democracia. La Venezuela que Queremos participa activamente en
los esfuerzos recíprocos de la comunidad internacional para reducir el gasto en
armamentos para destinarlo al desarrollo sostenido de las naciones.

        Conscientes de la necesidad de controlar la inmigración ilegal,
desarrollamos políticas que van dirigidas a la formalización y legalización de la
población inmigrante en Venezuela. Adelantamos esfuerzos para lograr la
integración, en todos los aspectos, de los ciudadanos de otros países. Asimismo
rechazamos cualquier forma de discriminación, ya sea por condición social, edad,
género, raza, orientación sexual o religión, contra la población inmigrante en nuestro
país.

        En la Venezuela que Queremos estamos conscientes de los cambios que
acontecerán en el mundo en los próximos años, por esta razón asumimos la
integración regional como una herramienta indispensable para que el hemisferio
desarrolle sus propias políticas y sume esfuerzos en sus relaciones con el resto del
mundo.

        Los esfuerzos de cooperación y ayuda exterior se orientan hacia aquellos
Estados víctimas de desastres naturales, o hacia aquellos que estando necesitados
son respetuosos de los acuerdos internacionales, de la democracia, de la paz y de
los derechos humanos. Estos esfuerzos buscan únicamente la satisfacción de las
necesidades de la nación receptora.

        La política exterior en La Venezuela Que Queremos promueve la
convivencia pacífica, la democracia, la protección de los derechos humanos, la
lucha contra la pobreza, la tolerancia y la inclusión política en el plano internacional,
mientras logra la superación económica, moral y cultural de nuestros ciudadanos.

       La Fuerza Armada que Queremos: Voluntad para la Defensa de la
Nación y la Integridad de la Institución Militar

         La Fuerza Armada Nacional tiene su origen profesional a principios del siglo
XX, y desde entonces ha tenido diversas formas de participación política. Para evitar
la toma del poder por parte de las armas, el Estado se enfocó en reforzar la
institucionalidad y profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En contraste con esto,
el actual gobierno infiltró la estructura de la institución militar, generando fisuras
dentro de la misma y subordinándola a los intereses del partido de gobierno. La
participación política de la FAN no sólo ha costado a esta importante institución el
descredito y desprestigio ante una buena parte de la población, sino además el
deterioro de su capacidad operativa real.



                                          29
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Manifiesto de Voluntad Popular

  • 2. Voluntad Popular - Visión del Movimiento............................................................. 1 La Venezuela Que Queremos – Visión de País...................................................... 1 Nuestra visión de la historia 1928-1998.......................................................................................................... 2 1998-2009.......................................................................................................... 7 Nacimiento de Voluntad Popular .................................................................... 9 Nuestros Valores.................................................................................................... 10 Nuestros Principios de Acción ............................................................................. 15 Perfil del activista................................................................................................... 17 Nuestros Temas Principales - Principios Programáticos Todos los derechos para todas las personas ............................................. 17 Nuestra Opción por la Vida ........................................................................... 18 Educación de Calidad para Todos................................................................ 19 Política de Empleo ......................................................................................... 21 Política Social................................................................................................. 22 Democracia y Capital Social ......................................................................... 23 Economía Inclusiva de Mercado................................................................... 24 El Petróleo como Instrumento de Progreso ................................................ 25 El Estado en la Venezuela que Queremos ................................................... 26 Venezuela Ante el Mundo.............................................................................. 28 La Fuerza Armada que Queremos ................................................................ 29 El Pasado y el Futuro.................................................................................... 31
  • 3. Voluntad Popular “Es un movimiento social y político, plural y democrático, que busca organizar a millones de personas para juntos superar la pobreza en paz y democracia a través del trabajo productivo, la acción social y el desarrollo sustentable. Nuestra meta es construir una patria más digna, solidaria y próspera donde todos los derechos y deberes sean para todas las personas.” La Venezuela Que Queremos Queremos una Venezuela unida, plural, próspera, libre e incluyente, que viva en Paz y Democracia. Donde todos los derechos y deberes sean para todas las personas y existan oportunidades para el desarrollo personal y social. Una Venezuela donde la libertad se ejerza de forma constructiva y responsable, en el marco de los Derechos Humanos. Donde la Democracia sea un sistema que resuelva efectivamente los problemas de los ciudadanos, quienes participen constructivamente en la solución de sus propias necesidades y en el control de la gestión pública a nivel local, estadal y nacional. Con venezolanos que valoren el éxito a través de la superación, el trabajo y el esfuerzo propio. Queremos un Estado que no permita que los gobiernos se adueñen del petróleo de los venezolanos. Un Estado promotor del desarrollo social, que promueva la calidad de vida de todos los venezolanos a través del acceso universal a la salud, la educación y servicios públicos de calidad. Que ofrezca seguridad integral (personal, social y jurídica), castigue los abusos de poder, persiga el terrorismo y condene el autoritarismo en todas sus formas. Un Estado transparente que rinda cuentas y de acceso a la información pública; que construya instituciones firmes en el cumplimiento de las leyes, que controle con justicia e inteligencia la inmigración y exalte nuestra nacionalidad. Un Estado que mantenga relaciones armoniosas, productivas y equitativas con el mundo y vea la globalización como una oportunidad y no como una amenaza. Un Estado que garantice el uso sostenible y eco-eficiente de nuestros recursos naturales. Queremos una sociedad solidaria y de intereses compartidos, donde los ciudadanos, empresas, ONG’s, comunidades organizadas e instancias de gobierno sean aliados para el logro del bienestar común. Una sociedad incluyente que genere oportunidades para que todos los ciudadanos, sin distingo de riqueza, religión, edad, género, raza, sexualidad o tendencia política, puedan labrar su propio camino al éxito y al desarrollo personal, contribuyendo además con el bienestar colectivo. Queremos una Economía no dependiente del petróleo, competitiva, estable y confiable. Que se base en el trabajo, la propiedad, la productividad, el emprendimiento y la innovación. Que reconozca la propiedad como el producto del esfuerzo personal. Con un sector productivo próspero, sólido, seguro, y con un alto grado de compromiso y responsabilidad social. Que incorpore el inmenso 1
  • 4. capital humano de nuestros ciudadanos, en especial el de los jóvenes, a los procesos de producción de riqueza y bienestar. Con una iniciativa privada, micro, pequeña, mediana o grande, que sea promovida desde el Estado como elemento indispensable en el desarrollo del país y la prosperidad de todos los venezolanos. Una economía que agregue valor a nuestras riquezas a partir del conocimiento. Queremos una Venezuela próspera en lo económico, cultural y social. Que ofrezca oportunidades, estabilidad, seguridad y confianza a sus ciudadanos. Una Venezuela llena de gente amable, alegre, creativa, próspera y realizada. Una Venezuela unida, pacífica y democrática en la cual crecer, trabajar y vivir sea inmejorable. Para construir La Venezuela que Queremos, sólo faltas tú. Nuestra visión de la historia 1928-1998 En Voluntad Popular entendemos que toda nuestra acción debe partir de una reflexión profunda de nuestra historia. Entendemos la historia de Venezuela como un proceso de constante conflicto entre los defensores de la constitución de una sociedad autónoma, crítica y basada en individuos soberanos y aquellos que buscan el poder para dominar, apoyándose en el paternalismo y el personalismo político, propios de la debilidad de los derechos individuales y la fragilidad institucional. Este proceso dialéctico tiene su manifestación en momentos precisos de nuestra historia reciente, momentos que vale la pena revisar. En plena dictadura de Juan Vicente Gómez, la sociedad venezolana se encontraba diezmada por la fuerza del gobierno. El orden existía por encima de todas las libertades, los medios se autocensuran con el fin de sobrevivir en un contexto donde reinaba el miedo y la autocracia. El paternalismo se manifestaba en el gobierno nepotista, en el manejo de las dádivas y en el discurso del Gendarme Necesario. De una sociedad abrumada por 20 años de implacable dominación surgió algo que ningún actor de la época podría haber esperado: una generación de jóvenes, dispuesta a luchar por principios e ideales que se creían olvidados, realizaron una manifestación espontánea con consecuencias nacionales. Estos estudiantes, La Generación del 28, se plantaron como un movimiento innovador, totalmente desconocido en la historia de Venezuela hasta ese instante histórico. Ellos representaban a una sociedad con latentes deseos de participación pública, pero también a una forma de actuar totalmente diferente. Al ser llevados a la cárcel los oradores de orden de aquellas festividades de carnaval, sus compañeros estudiantes se entregaron también a la policía. Esta acción marcó una diferencia con las formas tradicionales de actuar político basadas en el líder: este movimiento no tenía líderes, todos eran corresponsables de lo que allí ocurrió. Pero también fueron un movimiento que luchó por principios y con principios, que no negociaron 2
  • 5. su condición de presos por firmar cartas de arrepentimiento, ellos no estaban arrepentidos. Este acto de coacción contra quienes luchaban por una demanda de toda la sociedad despierta a la ciudadanía. Se estrena así en Venezuela la calle como escenario político, las palabras como instrumento de acción y la despersonalización de la política como nuevas formas contrarias a la rebelión armada. Pero todas estas lecciones tendrán que esperar aun un tiempo, el gobierno de Gómez era fuerte y esta generación terminaría en la cárcel y el exilio. El poder seguía en manos de quienes dominaban al estamento militar y coartaban la posibilidad de la participación ciudadana. Al morir Gómez, fue sustituido por otro andino militar, no obstante, uno comprometido con la modernización de la nación, el civilismo y el progreso paulatino hacia las libertades plenas. López Contreras abrió las cárceles y las fronteras, y con una tímida libertad de prensa la sociedad comenzó el tránsito inexorable hacia la democracia. Desde las cúpulas del poder gomecista, se sentía que esta apertura podía significar la vuelta a la anarquía del siglo XIX, por lo que casi a un mes de instaurarse como gobierno quedaron suspendidas las garantías constitucionales. Pero ésta no era la sociedad llena de miedo de ocho años antes, los jóvenes habían aprendido de sus experiencias y la prensa no pretendía perder la libertad alcanzada: de inmediato se organizó la manifestación. En una sociedad civil poco organizada, sin gremios ni sindicatos, la universidad y la prensa eran las únicas manifestaciones beligerantes de autonomía frente al Estado. El 14 de febrero de 1936, luego de un primer encuentro con la policía, donde ésta aplicó su fuerza bruta sin piedad en contra de la multitud, la ciudad de Caracas se encendió y en lugar de recular aumentó en cantidad el número de manifestantes. Con renovada fuerza y apoyo popular, la manifestación se dirigió a Miraflores, donde Jóvito Villalba, junto con un pequeño grupo, fue recibido por el presidente Contreras. Muchos no dudaron en catalogar este momento como el nacimiento de la democracia venezolana, y más allá, la entrada formal de Venezuela en el siglo XX, treinta y seis años después que el resto del mundo. Sin duda estos eventos dieron a luz a la Venezuela democrática y sin miedo a la tiranía. Se demostró que no era necesario un “puño de hierro con guante de seda” para alejarse del anarquismo y la guerra civil, que la voluntad popular se expresaba en la calle, y que ésta debía venir acompañada de una institucionalidad que la resguardase. La idea de democracia se adueñó del imaginario colectivo de los venezolanos. La sociedad civil se empoderó paulatinamente en la medida que los gobiernos de López Contreras y Medina Angarita le abrían espacios, a la par que se realizaban procesos de modernización, salubridad y alfabetización sin precedentes hasta entonces en la historia de nuestra nación. La organización de los partidos políticos, el surgimiento de algunos sindicatos y gremios, la prensa, entre otros, se convirtieron en la manifestación explícita de unos ciudadanos ilusionados por la participación política. Sin embargo, bajo las estructuras de la época, esta participación era restringida e ineficaz para promover verdaderos cambios sociales que no fuesen impulsados desde el poder. La única esperanza de transición murió estrepitosamente al mismo tiempo que la cordura del candidato presidencial Diógenes Escalante. La tensa situación política desembocó en un golpe de Estado llevado a cabo por los estamentos medios de la Fuerza Armada en conjunto con algunas personalidades de Acción Democrática, entre ellas Rómulo Betancourt. La 3
  • 6. Revolución de octubre del 45 fue el resultado de una ilusión compartida de instauración democrática, pues ésta había sido su bandera. El voto universal, directo y secreto fue el logro más significativo de aquella acción encabezada por la sociedad civil. Los revolucionarios, manteniendo la coherencia entre su actuar y su discurso, establecieron de inmediato que ninguno de los golpistas podría postularse para la presidencia después de ese período de transición. En el transitar de la historia contemporánea, es cuando formalmente se puede decir que los venezolanos pasaron de ser una masa sin rostro a convertirse en ciudadanos dignos, ya que el voto universal, directo y secreto se permeó de inmediato en la cultura, trayéndonos la convicción de que somos dueños de nuestro propio destino. En este sentido, la Revolución de Octubre logró su cometido: transformó al venezolano para siempre. Lamentablemente la materialización de ideales es un proceso lento de avances y retrocesos, que se alimenta a diario de millones de acciones no esperadas. El comportamiento político de Acción Democrática durante el trienio (1945-48) estuvo marcado por el sectarismo y la exclusión, no sólo con las demás organizaciones políticas sino también hacia otras instituciones sociales, como la iglesia. El estamento militar al no ver reflejadas sus creencias en la nueva forma de actuar político decidió volver al camino armado. La elección de Rómulo Gallegos duró tan sólo nueve meses, demostrando que la intención de dominación y la debilidad institucional aun formaban parte de la realidad venezolana. En un intento por conservar las formas, el gobierno militar llevó a cabo elecciones en 1952. Siendo URD (Unión Republicana Democrática) el único partido con posibilidades de participar, aglutinó en torno a sí todas las fuerzas democráticas convencidas en la participación ciudadana como instrumento de transformación política. Como era de esperarse, URD ganó el proceso electoral demostrando que el camino democrático era la voluntad de los ciudadanos. Sin embargo, la bota militar se impuso nuevamente y la violencia hacia las aspiraciones de una mayoría se validó en la necesidad de un hombre fuerte que proveyera prosperidad y bienestar. Una vez más el conflicto entre quienes creen en una sociedad civil conformada por ciudadanos empoderados y quienes buscan la dominación total por parte de un pequeño grupo terminó en favor de los segundos. Poco más de siete años duró la mano férrea de Marcos Pérez Jiménez, quien al final fue derrocado gracias a un golpe cívico militar. Para 1958 los principales líderes de las fuerzas opositoras estaban en el exilio, por lo que no fueron estos quienes decidieron la acción. Fue un verdadero estallido social que se había venido gestando en la dictadura, lo que culminó con los movimientos militares iniciados desde el primero hasta el 23 de enero de 1958. La dictadura cayó, para nunca volver a surgir. Rápidamente las fuerzas políticas preponderantes de aquel momento se reunieron de nuevo en Venezuela. De las experiencias pasadas, aprendieron que todos debían compartir un respeto por la institucionalidad y un espíritu inclusivo en la toma de decisiones desde el poder para poder sobrevivir a la tendencia autocrática que acababa de ser aplastada, pero que no tardaría en resurgir. La unión del gobierno de transición con los sindicatos, los intelectuales y los principales partidos fue la consecuencia lógica luego de esta dura lección. 4
  • 7. Los principales partidos para la época, firmaron El Pacto de Punto fijo, el cual pretendía ser un acuerdo de gobernabilidad que garantizara la estabilidad de la democracia y mediante el cual los principales partidos signatarios del pacto se comprometían a reconocer a quien resultara electo en los comicios de diciembre de 1958. Punto fijo fracasó apenas dos años después con la salida de URD del pacto y la decisión del Partido Comunista de lanzarse a la lucha armada, apoyado por otros partidos minoritarios. Sin embargo el gobierno de Rómulo Betancourt, quien resultó electo Presidente en diciembre del 58, fue férreo en el trato hacia los insurgentes, así como certero en la conducción del país y en la creación de una institucionalidad que fuese soporte del emergente sistema democrático. Raúl Leoni continúo la obra de su predecesor y en 1968 se observó la entrega del poder de Acción Democrática a su principal partido opositor, COPEI, en la persona de Rafael Caldera, el cual ganó los comicios de ese año. Esto fue expresado por el mismo Rafael Caldera como la primera vez en la historia republicana de Venezuela que se entregaba la conducción del Estado a un opositor sin violencia, enseñando de esta forma, con actos firmes, que quienes protagonizaban el juego democrático estimaban la estabilidad alcanzada por encima de cualquier diferencia, así como que el progreso sólo puede ser alcanzado construyendo sobre lo construido. En estos años, la Fuerza Armada profesional, respetuosa de la democracia y subordinada al poder civil, cumplió a cabalidad su rol. Estos años que transitaron desde 1958 hasta 1974 son reconocidos por ser los de mayor crecimiento económico en la historia del país, ejemplo de democracia en toda la región latinoamericana, y con unas expectativas de desarrollo altísimas. Todo el manejo económico se había enfocado en el desarrollo de capacidades para el individuo: aumento de la esperanza de vida, alfabetización y PIB per cápita. Como cumbre de este clima optimista, en 1975 los venezolanos consiguieron la nacionalización del petróleo, conquista que se logró después de una larga lucha de intereses entre la mayoría de los venezolanos y las compañías transnacionales, razón por la cual este punto siempre estuvo entre los objetivos principales de la agenda política venezolana. Lamentablemente, nuestra economía dependía mucho de las variaciones del precio del petróleo, y al bajar este, el sistema económico colapsó. Adicional a esto, y debido a un mal diagnóstico de la situación, se decidió mantener los niveles de gasto fiscal. Esto, aunando al uso de la renta para mantener cuotas de poder, desencadenó una consecuente tendencia al despilfarro y a la corrupción, así como el incentivo para desinflar las capacidades productivas del venezolano, alentado por el discurso populista que instaba a la población a esperar una vida fácil auspiciada por las bondades de la renta petrolera. En definitiva, lo que en un principio se usaba como promotor y creador de capacidades, ahora se usaba como instrumento de dominación. Los partidos políticos se habían convertido en maquinarias burocráticas y clientelares, cuyo único objetivo era la consecución del poder, divorciados de la cada vez más precaria realidad de los ciudadanos y sólo útiles para ganar procesos electorales. La constante aparición de escándalos de corrupción era el signo de la administración Herrera, seguido por Jaime Lusinchi, quien no pudo, o no quiso, componer la ya corroída relación entre Estado, gobierno y partidos políticos. Ahora, quienes en un principio habían sido los representantes de quienes creían en la participación amplia en la toma de decisiones, pasaron a ser quienes utilizaban el poder para sus intereses individuales. Una vez más, la sociedad civil –sobre todo su componente más débil- había quedado huérfana y sin las capacidades y espacios 5
  • 8. de participación suficientes para recuperar las victorias sociales y políticas alcanzadas. Aunado al grave deterioro de los partidos políticos, muchos de sus líderes fundadores coartaron las posibilidades del surgimiento de nuevas generaciones de dirigentes políticos, dándose así una continuación de las prácticas clientelares y populistas en gobiernos democrático sólo en las formas. En la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez reventaron las consecuencias de sus errores y los de sus predecesores, al ser recibido por una gran revuelta callejera como consecuencia del anuncio de un paquete de medidas económicas que sometían a una situación aún más precaria a la población, esto aún a pesar de haber sido juramentado como el presidente con mayor apoyo popular en la historia de Venezuela. Grandes sectores de la población reaccionaron violentamente ante el anuncio de este paquete económico, desatándose el caos, la violencia y la muerte a niveles sin precedente alguno en la historia del país; la gente se sentía engañada y la única respuesta del gobierno fue la represión. Con este signo aparece en 1992 un oficial medio de la Fuerza Armada, quien lejos de aportar a la solución de los profundos problemas del país, solo profundizó los mismos, atentando de forma flagrante contra la muy precaria –pero democrática- institucionalidad, al dar un Golpe de Estado, que afortunadamente fracasa. Se plasma de inmediato la erosión del sistema político. Tanto los protagonistas del golpe como quienes lo sufrieron compartían un profundo desapego por el empoderamiento ciudadano y la participación de la sociedad en el asunto público. Ambos, tanto golpistas como partidos tradicionales, estaban dispuestos a utilizar la renta petrolera como instrumento de dominación en lugar de herramienta para la liberación. Ambos, a partir de este momento histórico, se refugiaron en las instituciones democráticas para perseguir sus intereses personales y mantener el sistema de dominación. La democracia era débil e incapaz de producir un sistema social bajo el cual se generaran bienestar y se mejorara la calidad de vida. Sin embargo, la institucionalidad y la independencia de poderes aun funcionaban, gracias a lo cual se propició primer juicio a un Presidente que se encontrase desempeñando sus funciones. Carlos Andrés fue condenado por cargos de corrupción y abandonó la presidencia dándole paso a un gobierno de transición. En las nuevas elecciones, el desconocimiento a los partidos políticos era evidente, lo que se confirma en la abstención y en el hecho de que el ganador no formase parte del bipartidismo tradicional. Caldera llega por segunda vez a la presidencia en 1993 y dirige un gobierno hasta 1998 signado por “la nada”, no se hizo nada y no se resolvió nada. Sin embargo, ese imperfecto y corrompido sistema democrático, alejado de los ideales bajo los cuales se constituyó, permitió que un sobreseído militar golpista ascendiera a la presidencia de la republica en 1998: Hugo Rafael Chávez Frías. Esto, producto de una sociedad signada por la cultura de la anti-política. Una ex- reina de belleza, un agente de la tradicional política partidista y un representante de la descentralización, como lo fueron Irene Sáenz, Alfaro Ucero y Henrique Salas Römer, respectivamente, fueron la oferta alternativa a Chávez propuesta por el sistema. 6
  • 9. 1998-2009 En el año 1998 confluyeron varios factores que produjeron un cambio en el curso político de la nación. La incapacidad de los gobernantes de las dos últimas décadas del siglo XX para dar soluciones efectivas a los problemas del país, la apatía de los ciudadanos de a pie, pasivos e indiferentes ante la creciente marginación de la mayoría de los venezolanos y el agotamiento de los partidos tradicionales, corroídos por la corrupción y la lucha por el poder, ahogaron los liderazgos emergentes y desconocieron las luchas sociales de las minorías, terminando por excluir de manera sistemática a un sector entero de la población venezolana. En este escenario, una profunda convicción de que había que cambiar al país se había instalado en todos los círculos de la sociedad venezolana. Desde los sectores populares y las clases medias, los estudiantes y jóvenes profesionales, hasta los círculos intelectuales, académicos, políticos, empresariales y los medios de comunicación, coincidían en la urgente necesidad de un cambio, encarnado en un líder capaz de desplazar a la clase política que les había gobernado por décadas y devolverle la confianza al país entero. Fue así como alrededor del año 1998 surgieron liderazgos alternativos tales como el de la alcaldesa Irene Sáez y posteriormente el de Hugo Chávez. El discurso reivindicativo, el abordaje llano y popular del que Chávez hizo uso para llevar su mensaje, potenciado por los medios de comunicación, lo llevó a ganarse la simpatía y los votos de millones de venezolanos, que en las elecciones de 1998 lo llevaron a la presidencia con el 56,5% de los votos. En paralelo, este triunfo estuvo acompañado por evidentes muestras de incapacidad por parte de los partidos tradicionales, que en medio de la confusión y el desconcierto, se sumieron en un accionar desacertado que los terminó de hundir, dando lugar a la tan esperada renovación del liderazgo político en Venezuela. En 1999 el presidente emprende, acompañado de una mayoría importante, un proyecto que para ese momento simbolizaba el cambio que los venezolanos exigían: una constituyente, y con ella la posibilidad de superar los males de la corrupción; la ineficiencia administrativa; los errores estratégicos en la conducción del estado; y la enorme exclusión social que la democracia “cuarto-republicana” había amasado. En diciembre del mismo año nace una constitución de avanzada, caracterizada principalmente por la profundización de la democracia y la participación. Esta, es la única de todas las constituciones promulgadas en nuestra historia aceptada por medio de la votación popular. La constitución del 99 logra establecer un marco jurídico idóneo para el alcance efectivo de las libertades y la justicia social. Visto en retrospectiva, nuestros problemas no se deben a ella, sino a la incapacidad del gobierno por hacerla cumplir. En Abril del 2002, en medio de un clima de alta crispación política, se produjo un rompimiento del hilo constitucional, donde un sector, desconociendo la legitimidad de origen y de ejercicio del mandatario, intentó imponer una visión que no fue la electa por una mayoría de los venezolanos. El pueblo, en su madurez política, defendió sus espacios conquistados y rechazó cualquier forma de gobierno que no fuese reconocida por el sistema democrático y la soberanía popular. Se hace evidente la polarización social y política. A pesar del altísimo grado de intriga y 7
  • 10. secreto que rodea estos evento, después de un análisis objetivo de los mismos, debemos reivindicar el principio de la protesta cívica, pacífica y activa como herramientas para la acción política de quienes lucharon por el mérito y sus libertades; así como la importancia de actuar siempre en el marco de la Constitución y las leyes por parte de aquellos que tomaron las calles para restituir el orden legítimamente constituido. El paro nacional, con principal protagonista el sector petrolero, terminó ofreciendo resultados contraproducentes. La caída de la producción nacional y con ello la crisis en los sectores populares son consecuencias que ningún personero del paro previó, o le importó. La acción política careció de responsabilidad, y sin ella los que se presentaban como alternativa al gobierno de Chávez perdieron la legitimidad de lucha preocupada por el bien común. Posteriormente se promovió el Referendo Revocatorio Presidencial, que ganó Chávez, pero donde ya se expresaba una radical polarización en torno a la figura presidencial. A pesar de un ambiente hostil para la disidencia, y con innumerables trabas para ejercer un derecho de consulta previsto en la Constitución, en este referendo la abstención disminuyó nuevamente a niveles históricos alcanzando sólo un 24%. El espíritu de cambio se estaba expresando una vez más. El sistema electoral, puesto en duda después del resultado del referendo revocatorio, fue escrutado por los partidos políticos y la sociedad en general. Las sospechas sobre fraude, y la utilización de listas de disidentes como de apartheid político, llevaron a líderes de una oposición fragmentada a tomar decisiones erróneas y sin precedentes en la democracia venezolana. El retiro de los partidos políticos de las elecciones parlamentarias generó la abstención más elevada en elección alguna, alcanzando el 75% y con ello cediendo de forma total este importante espacio. Otra vez, un comportamiento irresponsable por parte de la dirigencia opositora, que negando la realidad mintió a los venezolanos, supuso un descalabro no sólo en términos electorales, sino hizo que la desesperanza se apoderara de millones. Para capitalizar el cambio es necesario trabajar para construir una mayoría: “el problema era la maquinaria, no la maquinita”. Ya para las elecciones presidenciales del año 2006 el estamento político venezolano se había nuevamente incorporado a la institucionalidad del país, aceptando el sistema electoral y participando en unas nuevas elecciones presidenciales donde triunfó nuevamente Chávez. En el año 2007, sin embargo, se produjo la primera derrota electoral del Presidente al perder por un estrecho margen el Referendo para la Reforma Constitucional, que había propuesto al país y que pretendía reformar conceptos fundamentales de la carta magna, como lo era el derecho a la propiedad. La nación, nuevamente, demuestra su madurez política al defender el acuerdo país aprobado en 1999 y la oposición, o parte de ella, aprende una lección importante: el ataque personal en contra del Presidente, el oponerse radicalmente, no logra convencer a los indecisos, pero la lucha en pos de valores y principios hace que todos los sectores de la sociedad, tanto oficialistas, como indecisos y opositores, se identifiquen con dicha lucha. En noviembre del 2008 se realizaron las Elecciones Regionales, en las cuales se evidenció una contradicción: la oposición alcanzó un amplio margen de votos, superando las expectativas de muchos, no obstante, quedó aislada en los 8
  • 11. centros urbanos, mientras que el oficialismo se vio drásticamente reducido, –aunque seguía siendo mayor que la oposición- pero obtuvo la victoria en el resto del territorio nacional. De este resultado contradictorio, evidencia de que el comportamiento electoral del venezolano de a pie no es necesariamente constante y de que la polarización ha quedado en el pasado, nos dimos cuenta de la necesidad de expandirnos a todo el territorio nacional, más allá de los grandes centros urbanos. Además, reconocimos la necesidad de generar nuevos liderazgos que pudieran ser verdaderos representantes del venezolano común, por lo que vimos en las elecciones primarias de candidatos un mecanismo eficaz para alcanzar una mejor UNIDAD dentro de la oposición y una verdadera legitimización de los candidatos por parte de los ciudadanos. En Febrero de 2009 el gobierno logra enmendar la constitución al eliminar las limitaciones a la reelección, un flagrante desconocimiento de la voluntad popular expresada en el rechazo de la Reforma del 2007. El oficialismo utiliza como armas en contra de la razón una campaña electoral totalmente desmedida y financiada directamente por PDVSA, a su vez que la oposición olvida la valiosa lección del Referendo y hace que su maquinaria, agotada después del proceso electoral anterior, se desgaste en una campaña simplista dirigida en contra del Presidente, lo cual logra convencer a muy pocos. El líder emerge como figura imprescindible del proceso “revolucionario”, debilitando aun más la ya débil frontera entre la democracia actual y la autocracia. Del proceso político del 2009, entendimos la importancia de la coherencia entre el discurso y la acción. No podemos, por un lado, adversar el discurso oficialista, y por el otro sacar provecho de sus estrategias políticas. Nacimiento de Voluntad Popular Desde distintos ámbitos de la vida social y política del país, líderes nacionales y regionales, veníamos trabajando en favor de una sociedad más plural, democrática, justa y participativa. Entre tanto, un amplio sector de la sociedad venezolana movilizaba su opinión hacia un punto de encuentro y conciliación de propuestas políticas ante las ofertas políticas antagónicas. Venezolanos y venezolanas, reivindican las políticas sociales como instrumentos para la generación de equidad, igualdad y libertad; así mismo reivindican la necesidad de un desarrollo productivo sostenible como instrumento para la generación y distribución de riqueza. La sociedad venezolana clama por un proyecto que le permita superar la pobreza en paz y democracia. En enero de 2009, líderes nacionales, entre los que nos contamos dirigentes del movimiento estudiantil, políticos, líderes comunitarios, académicos y líderes gremiales, nos congregamos en Tácata. Dicho congreso lo denominamos el “1er Encuentro por el Cambio Social” y con la consigna: “de la indignación a la acción”, decidimos recorrer el país con el fin de sumar voluntades para emprender un innovador proyecto social y político, entendiendo que para lograr el cambio social requerido, se hace necesario un movimiento de líderes que impulsen desde su accionar un cambio en la manera de hacer política, promoviendo una política ética y participativa. 9
  • 12. A través de los encuentros por el cambio social en estados, municipios y parroquias, logramos generar espacios de participación a lo largo y ancho de país, logrando amalgamar la acción social y política de líderes sectoriales y comunitarios en pro de la transformación positiva de su entorno. En noviembre de 2009, luego de varios meses de arduo trabajo de avistamiento, organización y consolidación de liderazgos regionales, realizamos en Maturín, Estado Monagas, el 1er Encuentro Nacional de Activistas, con la participación de más de quinientos activistas provenientes de todo el país, allí, en un proceso de construcción participativa, se logró la unificación de criterios acerca del accionar social y político que emprendería el movimiento, allí también, de manera participativa, decidimos que nos llamaríamos Voluntad Popular. El 5 de diciembre de 2009, en el forum de Valencia, con la participación de más de diez mil activistas, presentamos de manera oficial a la colectividad nuestro movimiento: Voluntad Popular, como un espacio plural y democrático, abierto a todos aquellos que quieran transformar el país en positivo, desde la acción social. Desde Voluntad Popular proponemos a los venezolanos un camino de encuentro y concertación en medio de las luchas sin cuartel por los intereses de dos grupos antagónicos: opositores y oficialistas. Ofrecemos un punto de encuentro necesario para que el país emprenda definitivamente el sendero del progreso en paz y en libertad, metas y procesos en sí mismos, que son ansiados por los habitantes de las miles de comunidades que conforman nuestro país. A partir de entonces, el movimiento sigue creciendo desde las comunidades, sectores y gremios, con liderazgos arraigados en la acción social y política transformadora, organizando y proporcionando a las comunidades herramientas de lucha que sirvan como mecanismos para lograr la transformación en paz y democracia. Nuestros Valores En Voluntad Popular creemos que la lucha política moderna debe centrarse en cuatro aspectos fundamentales: la superación de la pobreza, el alcance de las reivindicaciones en pos de los derechos humanos, el respeto del ambiente y el mantenimiento de la paz a nivel nacional e internacional. Enmarcados en estas luchas, nos declaramos democráticos y participativos en lo político, fraternales y justos en lo social y pragmáticos, inclusivos y responsables en lo económico. Por lo anterior, nos declaramos progresistas y enumeramos a los siguientes valores como nuestros, los cuales reconocemos como partes indivisibles de un todo, e iguales en jerarquía: 10
  • 13. Vida: entendemos la vida como el derecho y la posibilidad que todos tenemos de crecer, desarrollarnos y superar nuestras realidades, por esto lo consideramos el principio y el fin de todos nuestros valores y principios. Creemos que la vida va más allá de la mera existencia: vivir significa tener costumbres y un estilo de vida que debe ser respetado por los demás; tener la posibilidad de gozar de nuestros derechos inherentes como personas y de aquellos conquistados por las luchas reivindicativas; ser capaces de sustentarnos a nosotros mismos y a nuestras familias como ciudadanos dignos; y poder gozar de una amplia esfera de intimidad y de libertad de conciencia y de pensamiento. En los dos sentidos anteriores de la vida humana, consideramos que ésta es inviolable por parte de cualquier ente. En Voluntad Popular creemos que el Estado es el garante del derecho a la vida de sus ciudadanos, así como nosotros somos garantes del respeto a la vida y a las diversas formas de vivirla que tengan los demás. Creemos pues, que la vida humana, las formas de vivirla y las reivindicaciones que elevan su calidad deben ser protegidas por un ordenamiento jurídico y una democracia que garanticen un orden pacífico y justo. En Voluntad Popular también consideramos la posibilidad de existir que tendrán las generaciones futuras, por lo que creemos que siendo responsables hoy con el resguardo del ambiente, les garantizamos un mañana a nuestros hijos y nietos. En este marco, velamos por el cuidado y la defensa de la biodiversidad del ecosistema y luchamos por evitar los abusos y las matanzas innecesarias de otros seres vivos. Creemos, pues, que no se puede existir de forma autónoma e indiferente a la realidad y a nuestro ambiente: el ser humano sólo puede vivir dentro de una sociedad; y ésta, a su vez, sólo podrá existir dentro de un ecosistema saludable. Por lo anterior, elevamos la vida a nuestro principal valor y lo consideramos la piedra angular en base a la cual se desarrollan todos los demás. Libertad e Igualdad: entendemos la libertad en base a la igualdad como la misma capacidad que tienen las personas de hacer o dejar de hacer, siendo corresponsables de los derechos de los demás. Juzgamos que las libertades deben ser ilimitadas en el marco de que éstas beneficien al individuo, a la colectividad y al porvenir, sin embargo, comprendemos que sólo a través del ejercicio de la responsabilidad individual y la corresponsabilidad social se podrá vivir en una sociedad justa, pacífica y democrática. No obstante, para poder vivir en dicha sociedad no basta con tener responsabilidades, también es necesario que los ciudadanos tengan la capacidad y la posibilidad de participar en el proceso de elaboración de las reglas que los regulan: que sean sus propios amos. Para nosotros, no puede existir libertad sin una condición económica que permita ejercerla, las libertades que el sistema jurídico otorga son fundamentales para una democracia, pero ajenas a aquellos y aquellas que no tienen las capacidades materiales de llevarlas a cabo, por esto consideramos que la igualdad y la libertad son conceptos inseparables: en la medida en que exista una igualdad de condiciones y de oportunidades, cada persona podrá ejercer a plenitud sus libertades. Creemos en la igualdad de origen sin limitar la libertad de llegada. En Voluntad Popular, creemos que el Estado no es el único garante de las libertades de los individuos, sino que estos también deben ser garantes de la 11
  • 14. diversidad en el marco del respeto y la tolerancia a los diferentes estilos de vida que existen dentro de la sociedad. Consideramos que las libertades políticas, sexuales, de conciencia, de expresión, de pensamiento, en fin, las libertades que provienen de nuestro fuero interno, no pueden tener más límites que nuestra propia imaginación y la libertad de los demás, pues son los motores del progreso espiritual de nuestra sociedad. A su vez, consideramos que las libertades económicas individuales son las promotoras del desarrollo económico colectivo, sin embargo, estos derechos deben ser ejercidos con un nivel de responsabilidad mucho mayor al resto, pues el mal manejo de los mismos genera situaciones de injusticia, desigualdad y exclusión. Debido a lo anterior abogamos por la existencia de reglas de juego flexibles, pero de estricto cumplimiento, que garanticen la inclusión al mercado de todos los emprendedores, así como reconocemos al Estado como ente regulador con la posibilidad de intervenir en la economía en pos de los derechos del colectivo, pero sólo cuando sea necesario. Justicia: entendemos la justicia como la posibilidad que tienen todos los individuos de desarrollar sus capacidades gracias a la repartición equitativa de las posibilidades y oportunidades en el seno de la sociedad. Creemos que la justicia se materializa no sólo a través de la repartición ecuánime de las riquezas, sino en la igualdad de trato ante la ley. La justicia, además de promocionar el bien común debe conservar el orden y la cohesión mediante las leyes que rigen nuestra sociedad y mantienen a las instituciones democráticas. Creemos en que el Estado es el único ente capaz de solucionar los conflictos sociales, reducir las desigualdades y garantizar las diferencias por medio de la aplicación objetiva de la justicia y la garantía de la seguridad. Una sociedad justa es aquella en la cual todos los derechos son para todas las personas. Entendemos que gozar de las mismas oportunidades de desarrollarse en la vida no implica que se deban ignorar las diferentes cualidades y aptitudes de los individuos. Por el contrario, creemos que éstas deben potenciarse para que se desplieguen al máximo. En una sociedad justa, el mérito debe ser reconocido y respetado. Lo justo es una distribución del ingreso basada en el mérito, pero de igual forma consideramos que quien posee más riqueza, también debe realizar un aporte mayor al bien común. Los seres humanos somos igualmente diferentes. Pero las desigualdades naturales y los orígenes sociales no deben ser determinantes respecto al punto de llegada de cada quien. Paz: entendemos la paz como un fin y como un medio. Como un estado contrario a la guerra y los enfrentamientos, así como el camino para resolver los conflictos que se generan en la sociedad. Reconocemos que los conflictos sociales no se limitan al enfrentamiento bélico, sino también a la contraposición de intereses entre personas o grupos en las diferentes formas de interpretar la realidad. Por tanto, la paz es el estado de estabilidad que alcanza una sociedad una vez que logra regular sus mecanismos de conflicto. Estos mecanismos se deducen de la razón y emanan de las emociones humanas: la deliberación, el diálogo y la empatía son algunos ejemplos. Estas capacidades son consideradas básicas en una cultura de paz, deberían ser aplicadas en todos los ámbitos y escalas de la sociedad: en la familia, en la empresa, en la política y también a nivel local y a nivel internacional. 12
  • 15. Creemos en que el Estado juega un rol primordial en la resolución pacífica de los conflictos por medio del monopolio de la fuerza legítima, acabando con las luchas violentas y transformándolas en luchas no violentas. El hecho de ser pacífico a menudo está asociado con el de ser pasivo y se estima que un estado de paz es aquél en donde no existe conflicto. Reconocemos que el conflicto constituye a menudo un trampolín del desarrollo; es por esto que no postulamos la eliminación del conflicto sino que buscamos, por medio de la cultura de paz, modos creativos y no violentos de resolverlos. Esta cultura de la paz se centra sobre todo en los procesos y en los métodos para solucionar los problemas y supone generar las estructuras y mecanismos para que se pueda llevar a cabo. En Voluntad Popular creemos que la paz supone un nivel reducido de violencia directa y un elevado nivel de justicia y cultura reconciliadora. Que persigue la eliminación de la violencia que genera la pobreza, la marginación y la segregación cultural y de otros modos, al tiempo que busca la armonía social y el respeto a los derechos de todos, así como un modelo de desarrollo sostenible y solidario que haga de este estado de armonía algo perenne. En Voluntad Popular creemos que la paz es también la presencia de justicia social y las posibilidades reales de que los ciudadanos desarrollen sus potencialidades y gocen del derecho a una vida digna. Por esta razón, consideramos que la paz equivale a la práctica real de los derechos humanos en su dimensión económica, social y política, de modo que esta paz no representa un simple ideal más o menos utópico, sino que está sostenida por los principios contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La Paz necesita de la tolerancia, de la justicia, de la igualdad, de la solidaridad, de la empatía y de la responsabilidad de todos los venezolanos, quienes tienen el destino del país en sus manos, para realizar acciones acertadas hacia el bien común. Diversidad: entendemos la diversidad como la convivencia e interacción entre personas con diferentes culturas, procedencias sociales, orientación sexual, raza o religión. La existencia de multiplicidad de factores está considerada como un elemento enriquecedor, ya que define la naturaleza de la humanidad. En Voluntad Popular estamos convencidos de que la diversidad que caracteriza a nuestro país es fuente de progreso para nuestra sociedad y que el respeto y la valoración de esa diversidad contribuyen al dinamismo social y económico, y son factores positivos en la promoción de la gobernabilidad, la cohesión social, el desarrollo humano, los derechos humanos y la convivencia pacífica. Consideramos que el respeto y la tolerancia son tan solo el comienzo del camino hacia valorar la diversidad. No se trata solo de escuchar pasivamente el punto de vista de cada persona para luego imponer el nuestro, sino de luchar nosotros por su derecho a expresarlo. Se trata de convocar y promover los puntos de vista diferentes, entendiendo que la diferencia y la confrontación pacífica y respetuosa de las ideas, complementan y hacen parte del proceso creativo y 13
  • 16. deliberativo en la búsqueda y construcción de soluciones a los problemas de nuestra sociedad. Aceptar y reconocer que las diferencias entre razas, géneros, orientación e identidad sexual, condiciones sociales, culturales y religiosas son la base de la riqueza humana, es uno de los primeros pasos para combatir la discriminación y la intolerancia. El respeto a los derechos humanos, su garantía dentro de la influencia local, especialmente en el caso de las personas pertenecientes a minorías nacionales, étnicas, sexuales, religiosas u otras, así como el fomento, protección y promoción de sus derechos, son el principal motor del progreso. Honestidad: en Voluntad Popular creemos que la palabra genera compromiso. La honestidad nos enseña a mantener una coherencia entre nuestra palabra y nuestro proceder, a ser transparentes respecto de nuestras intenciones, a ser honrados y a no hacerle a los otros lo que no nos gustaría que nos hiciesen a nosotros. La honestidad se ejerce de forma individual y su importancia se deduce a través de la razón, que nos permite ver la necesidad de vivir en paz y en libertad, confiando en la palabra de nuestros pares. En la esfera pública, ejercemos la honestidad haciendo sólo propuestas viables de acuerdo a nuestras capacidades; efectuando una gestión pública transparente que rinde cuentas periódicamente; siendo coherentes respecto a nuestro discurso hacia la calle y nuestro accionar interno; asegurándonos de la veracidad de todas las pruebas, datos y acusaciones que realicemos; siendo críticos tanto con nuestros aliados como con nuestros adversarios; y administrando de forma honrada el tesoro público. En fin, la honestidad nos permite a los activistas de Voluntad Popular mantener una coherencia entre nuestras vidas públicas y privadas y todo el resto de nuestros principios y valores. Solidaridad: entendemos la solidaridad como los lazos de hermandad que unen a los seres humanos entre sí, lo que nos lleva a hacer nuestras las luchas y tragedias de los demás, a sentirnos parte del colectivo, y a comprender la importancia de la relación de interdependencia entre todos los sujetos de la sociedad. La solidaridad puede aplicarse en diferentes niveles: con nuestros pares, con nuestra comunidad, municipio o estado, con nuestro país, con nuestra región o con la humanidad en general. En Voluntad Popular predicamos el ejercicio de la solidaridad que traspasa fronteras, sin embargo, dicha solidaridad no puede ser completa si no se aplica a cabalidad en todos los demás niveles. Los activistas debemos ser totalmente solidarios entre nosotros, con la organización y con el país. A su vez, el movimiento debe ser solidario con nosotros y con las demás organizaciones a nivel internacional que defiendan y luchen por nuestros mismos valores y principios. A la hora de aplicar la solidaridad, nos encontramos con un proceso de retroalimentación, pues este valor trasciende de la mera caridad y beneficia a todos los sujetos que la ejercen, aunque sea de formas distintas. Creemos que este valor es aplicado por el Estado cuando éste crea oportunidades, realizando programas sociales orientados a capacitar a los ciudadanos que más lo necesiten en los medios para alcanzar sus aspiraciones a través del esfuerzo. Para nosotros la superación de uno significa el desarrollo de muchos, así como el progreso del colectivo significa mejor calidad de vida para el individuo, creemos que así como el 14
  • 17. trabajador tiene un deber que cumplir con su patrono, éste tiene una responsabilidad social para con sus trabajadores y la comunidad. A nivel político, entendemos la solidaridad como el vínculo que nos une a participar en la lucha por la exigencia, defensa y aplicación de nuestros principios y valores. La solidaridad se apoya en la honestidad para hacer nuestras las luchas y tragedias que exalten o violen nuestro principio de justicia, por lo que ambos son inseparables. Responsabilidad: entendemos la responsabilidad en diversos niveles: como la prudencia, puntualidad y honestidad en el actuar; el compromiso compartido de cumplir con nuestros deberes y respetar los derechos de los demás; y la capacidad de responder por lo que se ha hecho. Consideramos que los ciudadanos somos responsables en la misma medida en que somos libres, el buen ejercicio de los valores, principios y derechos sólo se puede hacer dentro de un marco de autocontrol. Todos debemos actuar de forma prudente frente al colectivo, sin importar nuestras condiciones sociales o económicas. Si bien reconocemos que las circunstancias influyen sobre las acciones, creemos que desconocer la responsabilidad de cada quien en base a su procedencia social implica poner en duda sus capacidades. En Voluntad Popular creemos que todos somos corresponsales de la gestión pública y del progreso de la sociedad, así como del respeto a los derechos que se ejercen a diario. En nuestras manos se encuentra el deber de elegir sabiamente a nuestros representantes y de organizarnos para mejorar nuestra realidad. En Voluntad Popular creemos que nuestros activistas, como líderes sociales y políticos, deben realizar su trabajo con ética, responsabilidad y prudencia, siempre conscientes de la importancia que su labor tiene para la sociedad y de la confianza que ésta deposita en nosotros. Reconocemos nuestra responsabilidad para con las generaciones futuras, por lo que todas nuestras políticas públicas deben asegurarse de no ser dañinas para ellas, así como respetar al ambiente y la biodiversidad del ecosistema. Como ciudadanos, trabajadores, emprendedores, servidores públicos, representantes y gobernantes, los activistas de Voluntad Popular debemos ser conscientes y actuar con responsabilidad, cumpliendo los deberes que la sociedad nos impone y respondiendo por nuestras faltas en la medida en que las cometamos. Debemos recordar que si bien somos humanos como todo el resto, nuestra lucha y nuestro compromiso con el país nos hacen aceptar una mayor cantidad de deberes que el ciudadano común: debemos ser ejemplo de ciudadanía y de gobernanza y aprender a vivir en libertad e igualdad en una Venezuela y un mundo más justo, diverso y pacífico, ejerciendo diariamente la solidaridad, la honestidad y la responsabilidad con los demás. Nuestros Principios de Acción Creemos que para construir la Venezuela que Queremos no basta con pensar diferente, es necesario actuar diferente. Inspirados en este fundamento definimos nuestros principios de acción, los cuales regirán nuestro comportamiento 15
  • 18. diario, desde lo interno del movimiento, hacia la sociedad, en la búsqueda del poder y estando en él. Actuamos según nuestros principios y valores, con la convicción de que la coherencia entre el discurso y la acción es fundamental para el accionar político. Creemos que más allá de un manifiesto, es a través de nuestras acciones, como activistas y como movimiento, que nuestros principios y valores adquieren significado. Practicamos la inclusión sin exclusión, donde nuestras diferencias no dividen ni disminuyen; más bien suman y enriquecen. En este sentido, ninguna persona debe ser apartada del diálogo por pensar diferente, sino integrada a los acuerdos que abrirán el camino a la Venezuela que queremos. Practicamos la democracia en todos los ámbitos, entendiendo que la lucha por un país democrático solo puede darse desde un movimiento democrático y que, más allá de las elecciones, la democracia es una constante práctica de deliberación, generación de consenso y respeto a las minorías. Creemos en el trabajo como medio para la superación, porque todos tenemos la oportunidad de superarnos, tanto dentro del movimiento como en la sociedad, mediante el trabajo honrado. No hay cualidades míticas, amiguismos o cuotas que estén por encima del esfuerzo y la perseverancia. Reconocemos el valor de cada persona, porque cada una, con su historia, vocación y talentos, es valiosa y necesaria para la construcción de un país mejor. Por eso desde Voluntad Popular siempre trabajaremos para generar inclusión y promover la participación de todos y cada uno en los pequeños y grandes proyectos. Creemos que el poder para transformar las realidades reside en las personas, tenemos la convicción de que los venezolanos estamos en capacidad y tenemos la responsabilidad de transformar aquellas realidades que nos parezcan injustas. La construcción de la Venezuela que queremos empieza por cumplir nuestros deberes e involucrarnos de forma activa con nuestro entorno. Entendemos el poder como una responsabilidad, y no como un fin en sí mismo, sino como un medio para transformar las realidades y construir el camino hacia la Venezuela que queremos. Asumimos, por lo tanto, el sentido de responsabilidad, compromiso y la vocación de servicio que implica esta concepción del poder. Prometemos para cumplir, porque de las promesas rotas solo queda un saldo de desconfianza que erosiona el tejido social, minando la voluntad y la disposición de quienes esperan un cambio. Fieles a nuestros valores de responsabilidad y honestidad, nos comprometemos a cumplir con aquello en lo que hemos empeñado nuestra palabra y a abstenernos de prometer lo que no tenemos la capacidad de cumplir. 16
  • 19. Fundamentamos la práctica política en la honestidad y el trabajo, rechazando cualquier tipo de chantaje o manipulación. Los valores y principios que fundamentan nuestro accionar no tienen precio, y nuestras voluntades no pueden ser compradas ni con dinero ni con cuotas de poder. En Voluntad Popular fundamentamos la práctica política en la honestidad, el trabajo y los méritos. Practicamos la protesta activa, pacífica y orientada a las soluciones, en Voluntad Popular entendemos la protesta como un medio para manifestar descontento o inconformidad, practicándola en el marco de la no-violencia, sustentada en argumentos sólidos, y orientada a la búsqueda de soluciones. Respetamos y valoramos cualquier esfuerzo, venga de donde venga, que contribuya a la superación de la pobreza en paz y democracia, el trabajo que desde otros espacios se ha realizado en pro del bienestar y el progreso de la sociedad venezolana es de suma valía para nosotros. Tradicionalmente el trabajo político y social se hace desde trincheras bien diferenciadas, desconociendo los aportes que otros han hecho muchas veces hasta el extremo de dejar perder lo que constituye un beneficio para la sociedad. En Voluntad Popular, ante el reto de superar la pobreza en paz y democracia, nos comprometemos a la inclusión, el trabajo mancomunado y a construir sobre lo que otros han construido, para llevar a cabo una tarea que reconocemos superior a nosotros mismos. Perfil del activista El Activista de Voluntad Popular armoniza en su liderazgo lo social con lo político, entendiendo que su acción constituye un compromiso en la búsqueda del bien común. De naturaleza reflexiva, aborda los problemas proponiendo soluciones en conjunto con otros, y participa activamente en su resolución. Es respetuoso y promotor del pensamiento diverso, y propicia el diálogo como la vía para transformar los conflictos inherentes a la vida en sociedad en enriquecedoras diferencias. Concibe el trabajo político y social como un aprendizaje constante, que va desde los pequeños deberes hasta las grandes responsabilidades, y entiende que el reconocimiento se deriva del esfuerzo y la perseverancia. Nuestros Temas Principales Todos los Derechos para Todas las Personas: Voluntad de Compromiso con los Derechos Humanos Según la declaración universal de Derechos Humanos “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente de los unos con los otros.” En Venezuela estas líneas parecieran aplicarse de manera inversa: el irrespeto a la dignidad humana es práctica común vista con permisividad desde el Estado, el cual a su vez coarta las libertades fundamentales de las cuales la 17
  • 20. población debería estar dotada. El Estado violenta la integridad individual por acción y por omisión, convirtiéndose así en cómplice de la discriminación, la inseguridad e irrespeto a la vida. Desde Voluntad Popular nos comprometemos a emprender una lucha que, entre las muchas coyunturas y necesidades de nuestro país, ha quedado relegada: la lucha por los Derechos Humanos. En la Venezuela que Queremos impera la paz, la justicia y la convivencia ciudadana. Se rige por los principios de libertad e igualdad, y el derecho irrenunciable a la vida. Se reconoce que los Derechos Humanos, en su dimensión individual y colectiva, son de naturaleza complementaria e indivisible en la consecución del bien común. El Estado es garante, defensor y promotor de los derechos humanos para todos y todas, venezolanos y extranjeros, sin discriminación de ningún tipo, a través de una gestión eficiente e inclusiva. Los servidores públicos, como representantes del Estado en sus diversas instituciones, son piezas clave en esta noble labor. El pleno conocimiento de sus derechos hace del ciudadano venezolano un ser consciente y crítico, permitiéndole conquistar su propia dignidad y emancipación. Una sociedad que conoce y trabaja de forma activa por sus derechos no solo civiles y políticos, sino también sociales, económicos y culturales, sabe responder a cualquier intento de tiranía que pueda aparecer en su entorno. En la Venezuela que Queremos, lo conquistado en materia de Derechos Humanos no tiene vuelta atrás. Las minorías son respetadas por la sociedad y reconocidas por el Estado. Los venezolanos nos reconocemos como seres humanos, todos poseedores de los mismos derechos, todos igualmente diferentes. Cada quien con su potencialidad, con su historia y su aprendizaje. La vida transcurre en un clima de libertad y tolerancia que se manifiesta de diferentes formas y particularmente en el arte y la cultura, que son la viva expresión de una sociedad multicultural y diversa, con las manos puestas en el hoy y la mirada en el futuro. Un estado de derecho permanente, instituciones sólidas y una democracia cada vez más consolidada son los logros de décadas de trabajo social y político que hacen posible la dignidad, la paz y la profunda libertad que gozan los venezolanos en la Venezuela que Queremos. Nuestra Opción por la Vida: Voluntad Política Contra el Crimen y a Favor de la Convivencia Ciudadana En años recientes, la violencia, la delincuencia y la desconfianza se han apoderado del país, condenando a los hogares venezolanos al miedo y la zozobra. Esto es producto de la permisividad con la que se ha abordado el crimen desde el Estado, al discurso de odio de los voceros oficiales y a la arbitrariedad en sus acciones. En Voluntad Popular la seguridad es nuestra primera preocupación. Frente a la impunidad rescatamos los principios de orden, convivencia y progreso como los pilares fundamentales para la defensa de la vida. 18
  • 21. En la Venezuela que Queremos las instituciones del Estado promueven el orden a través de la protección efectiva y cercana a las mayorías pacíficas y trabajadoras, garantizándoles su seguridad personal y su derecho a la vida. Los sistemas de seguridad y justicia articulan eficazmente la prevención, la persecución y el castigo de los delincuentes, así como su regeneración y reinserción en la sociedad, quebrando el círculo vicioso entre impunidad y crimen. En la Venezuela que queremos, la acción policial es eficaz en la persecución del crimen, y el reconocimiento a su autoridad se basa en su ejercicio responsable y enmarcado en la legalidad, lo que establece un estrecho vínculo entre policía y comunidad. En este sentido, se cuenta con organismos de seguridad transparentes y próximos a los ciudadanos, así como con oficiales bien remunerados y formados en los cuales la ciudadanía puede depositar su plena confianza. En la Venezuela que queremos, la Fiscalía y los Tribunales, son los responsables de la impartición oportuna de justicia, perseguir y sentenciar el crimen y combatir la impunidad. De esta forma, los jueces y fiscales aseguran el cumplimiento de la ley ante la arbitrariedad, combatiendo la delincuencia, la corrupción y garantizando la defensa de los derechos humanos. Las cárceles son verdaderos sitios de capacitación, de regeneración para la reinserción, de formación y de trabajo para los presidiarios, quienes cumplen penas proporcionales a sus faltas, bajo condiciones de espacio, salubridad y alimentación dignas de todo ser humano. En la Venezuela que queremos existen políticas sociales que promueven la convivencia ciudadana dentro de las comunidades. En este sentido, se cuenta con espacios públicos para el desarrollo de actividades culturales y deportivas, así como el sostenimiento material y afectivo de los hijos por parte de la familia, garantizando la permanencia de éstos en el sistema educativo y promoviendo su inserción exitosa en el mercado laboral. De igual forma, prevalece una cultura de diálogo, convivencia y resolución pacífica de conflictos a través de justicia de paz. La seguridad es una condición para que los venezolanos podamos ejercer plenamente nuestros derechos ciudadanos. El ejercicio pleno de estos derechos representa el pilar fundamental para la libertad y el progreso de todos. Educación de Calidad para Todos: Voluntad para el Progreso y la Formación de Ciudadanos Autónomos En los últimos años la educación venezolana ha sufrido un grave deterioro evidenciado en un sistema centralizado e ineficiente, que lejos de contribuir a superar las desigualdades, luchar contra la deserción escolar y generar oportunidades de progreso para la sociedad, ha funcionado como un instrumento de adoctrinamiento y proselitismo político al servicio del gobierno de turno. Desde Voluntad Popular, reivindicamos la educación como un medio para superar la pobreza y la exclusión, a través del desarrollo de la personalidad y las facultades de los individuos. 19
  • 22. En la Venezuela que Queremos la educación va mas allá de lo académico. El sistema educativo no responde a un gobierno, partido o visión unilateral, sino que promueve el pensamiento crítico, la diversidad y la tolerancia, y está orientado a la formación de ciudadanos autónomos, responsables, quienes se esfuerzan por la superación de la pobreza e impulsan su potencial productivo, trabajando en pro de la convivencia democrática y el bienestar social. En la Venezuela que Queremos la educación es gratuita y universal hasta el pregrado universitario y obligatoria hasta la secundaria. El Estado es garante del acceso a una educación de calidad; en este sentido el sistema educativo se caracteriza por su eficiencia, actúa bajo la gestión descentralizada de cada región y cuenta con el apoyo de organizaciones sociales dedicadas a impartir educación. Los venezolanos cuentan con financiamiento público directo para que las familias tengan la libertad de escoger la escuela que consideren idónea para sus hijos, sin que implique una limitante el costo de una educación privada, promoviendo la sana competencia entre las instituciones educativas públicas y privadas. En la Venezuela que Queremos, la permanencia de los estudiantes en las instituciones educativas depende únicamente de su desempeño en las escuelas y no de su origen económico o social. Los estudiantes cuentan con instituciones educativas de calidad, con docentes altamente motivados, la infraestructura adecuada y actividades extra-curriculares para desarrollar todo su potencial. La labor docente es altamente valorada y remunerada; por lo que se alienta su constante formación y actualización académica. La educación para el trabajo y las escuelas de capacitación profesional se consideran un complemento a la educación secundaria y un puente al mercado laboral, generando opciones alternativas a la carrera universitaria. En la Venezuela que Queremos, la Universidad se debe a la sociedad y su prioridad es la formación de profesionales comprometidos con el desarrollo del país. Se respeta la autonomía universitaria y se exige la transparencia y eficiencia en su administración. Para realizar sus actividades de forma óptima, la Universidad se apoya en su actividad académica y de investigación, de manera que el presupuesto educativo se orienta prioritariamente hacia la educación básica y media, generando un punto de partida para que todos los ciudadanos puedan desarrollar sus potencialidades. En la Venezuela que Queremos la formación ciudadana y en Derechos Humanos es una pieza clave, enfatizando la enseñanza y difusión de valores como la libertad, el respeto, la solidaridad y la tolerancia. Asimismo, la investigación científica y tecnológica se impulsa de forma activa e innovadora y se coloca al servicio de la salud, la calidad de vida, el desarrollo humano, y la productividad y competitividad de las empresas. En la Venezuela que Queremos la educación representa el pilar de una ciudadanía preparada, critica, responsable y solidaria, que convive en paz con el entorno y trabaja por el bienestar y la prosperidad del país. 20
  • 23. Política de Empleo: Voluntad de Diálogo por un Empleo Amplio, Digno y Productivo Mientras desde el gobierno se promueve un empleo precario, informal, improductivo y dependiente del Estado, Voluntad Popular propone un empleo productivo y con derechos, sustentado en el motor de la inversión privada, pública y asociativa. En la Venezuela que Queremos, el trabajo se entiende como bueno en sí mismo, pues libera las capacidades productivas y creativas de toda persona para el beneficio propio y el de toda la sociedad. En este sentido, el Estado promueve la creación amplia y el ejercicio sostenido del trabajo en condiciones formales y bien remuneradas. Se reconoce que la creación de puestos de trabajo se potencia con el emprendimiento de iniciativas individuales pujantes y prósperas, y que el crecimiento de éstas hace posible la mejora de las condiciones laborales. Con esto en mente, resaltamos la importancia de sostener un diálogo permanente entre Estado, Empresa y Trabajadores que permita convocar todos los esfuerzos para avanzar en el bienestar laboral y en la productividad y competitividad empresarial. Se defiende la libertad y la autonomía sindical frente a la empresa privada y frente al Estado. La libertad sindical y las demás libertades públicas son interdependientes y su ejercicio es efectivo en el marco de un Estado que reconoce a la sociedad civil y sus organizaciones como entes autónomos e interlocutores válidos. En la Venezuela que Queremos, la legislación laboral se orienta no sólo a proteger el empleo que ya existe sino también a promover la creación del empleo que no existe. Especialmente, entre los colectivos más vulnerables y con mayores dificultades de acceso al mercado de trabajo, como los jóvenes, adultos mayores, ciudadanos con minusvalías y grupos víctimas de discriminación. Una legislación laboral que premie el esfuerzo y la productividad y que permita conciliar las responsabilidades familiares con la vida laboral. Así también, la regulación laboral establece estándares para garantizar un medio ambiente laboral seguro para los trabajadores, a la vez que estimula las inversiones en programas y métodos que permitan minimizar los riesgos asociados al trabajo. Existe una cultura de responsabilidad social empresarial activamente promovida desde el Estado, que armoniza los intereses de la empresa con el bienestar de la comunidad a la que sirve. En la Venezuela que queremos se promueve el trabajo fundamentalmente formal, pues éste propicia el acceso a todos los beneficios asociados al trabajo. En este sentido, se minimizan las trabas burocráticas de formalización de empresas y formas de emprendimiento alternativo, como el autoempleo, el trabajo desde el hogar, la microempresa, cooperativas, entre otras. Su formación se promueve a través de mecanismos crediticios que garantizan el repago y contribuyen a cimentar las redes de capital social. 21
  • 24. En la Venezuela que Queremos la seguridad social sigue un modelo financieramente viable, que garantiza el acceso no discriminatorio a ahorros para la vejez y otras contingencias acordes a la realidad de nuestro mercado de trabajo. Para esto se combinan los pilares del ahorro y la solidaridad, permitiendo un vínculo más estrecho entre contribuciones y beneficios, con una garantía de pensión digna para aquellos que durante su vida activa no lograron las cotizaciones necesarias apara alcanzarla. En definitiva, es a través del diálogo entre sectores, de la promoción de la iniciativa privada y del empleo formal, de una regulación laboral comprehensiva y de una seguridad social sostenible como en la Venezuela que Queremos logramos alcanzar un empleo amplio, digno y productivo. Política Social: Voluntad para el Empoderamiento Ciudadano Justo ahora, se intenta imponer desde el Estado una visión única de la felicidad, y se contaminan los programas sociales al utilizarlos como instrumentos de manipulación política. Esto los convierte en programas clientelares que, lejos de contribuir al progreso colectivo, terminan condenando a la pobreza perpetua a millones de venezolanos. En Voluntad Popular entendemos que la justicia social es el fundamento de todo programa de asistencia al ciudadano, y entendemos ésta como la situación en la que todos los venezolanos tenemos la posibilidad real de acceder a oportunidades para labrar nuestro propio camino al éxito, sin que la pobreza condene a nadie a un destino menos favorable. Avanzar hacia la justicia social es un requisito para que los venezolanos seamos cada vez más libres. En la Venezuela que queremos las personas son realmente libres, pues son capaces de concebir su propia felicidad y de realizar las acciones necesarias para alcanzarla, en la medida que no afecten la libertad de otros. Todos disponen de conocimientos, buena salud, buena alimentación, salubridad y servicios básicos en la vivienda y seguridad personal, es decir, todos los elementos que definen la vida digna. Para nosotros, garantizarles a todos los venezolanos el acceso a estos derechos es un punto de honor. La oferta competitiva y descentralizada garantiza el acceso mancomunado a estos derechos, pues los usuarios tienen mayor libertad de elección. Los ciudadanos cuentan con financiamiento público para los servicios de educación y salud, con condiciones favorables para acceder a una vivienda digna, y con infraestructura de transporte, comunicaciones y servicios que les permiten insertarse productivamente a la actividad económica. Todo esto se desarrolla en un marco de regulación justa y supervisión rigurosa de la prestación de dichos servicios públicos. En la Venezuela que queremos, los programas asistenciales de inclusión social son cruciales para avanzar hacia la justicia social, pues le brindan acceso al sistema formal de prestación de servicios públicos y al mercado laboral a aquellos ciudadanos que no poseen dicho acceso, bien debido a su condición de pobreza extrema o a sus condiciones de vida particulares. Cada uno de estos programas se encuentra focalizado en una necesidad en particular y se encuentra diseñado como un mecanismo de apalancamiento, en el sentido de que busca proveer al beneficiario de capacidades para trascender por si mismo su situación inicial. 22
  • 25. En la Venezuela que Queremos, la provisión de todos estos elementos es el resultado de la acción cooperativa y coordinada entre el Estado, la empresa privada y la sociedad civil. El acceso a los mismos no está supeditado a vinculación partidista alguna, ni depende de la renuncia a otros derechos ciudadanos. Nadie puede definir la felicidad y el bienestar de los ciudadanos mejor que los mismos ciudadanos. Así pues, en la Venezuela que queremos, el Estado utiliza la política social como herramienta para empoderar a los ciudadanos en su búsqueda individual de felicidad a través del apoyo colectivo. Democracia y Capital Social: Voluntad para una Política Deliberativa, Transparente y Abierta a Todos Durante los últimos años el ejercicio de la política en Venezuela se ha desvirtuado. Los partidos políticos perdieron la visión de país y de mundo, se concentraron en la búsqueda del poder por el poder, centralizando los espacios de representación, y restringiendo la participación ciudadana exclusivamente al voto. Esto degeneró en un sistema incapaz de dar respuestas a las crecientes necesidades ciudadanas de forma planificada y sostenida. Su lógica deslegitimación abrió espacio al autoritarismo, la persecución y la discriminación desde el Estado. En contraste, Voluntad Popular propone esquemas de diálogo político abierto y participativo, en los que el ciudadano sea protagonista de todo el proceso de las políticas y decisiones públicas. La Venezuela que queremos es una democracia abierta, donde todos podemos expresar nuestras ideas y participar de lo público sin temor a represalias. Los ciudadanos cuentan con la inviolabilidad de sus derechos, y las minorías son respetadas y representadas significativamente en los órganos de toma de decisiones públicas. La participación de los ciudadanos, entendida como todas las acciones sociales y políticas que estos realizan para incidir en la mejora de lo público, es la pieza fundamental de nuestra democracia. Esta es amplia, y trasciende al ejercicio del voto. Incorpora el control sobre cada aspecto de la gestión gubernamental, pero no se limita a esta. La participación ciudadana en la toma de decisiones públicas garantiza que estas sean representativas de la diversidad de visiones que constituyen la voluntad popular. Cada venezolano es corresponsable del bien común, y en consecuencia actúa para el bienestar de su comunidad y su país. La interacción, asociación y creación de redes son nuevos mecanismos con los que cuentan los ciudadanos para mejorar su realidad. En la Venezuela que Queremos la democracia es deliberativa. El debate público de ideas es continuo, y se basa en el reconocimiento a la buena voluntad de las partes y a la validez de las distintas posiciones. Esto permite la construcción de propuestas de consenso y la amplitud en el ejercicio del poder. La familia, reconociendo sus distintas formas, es responsable de los roles formativos básicos del individuo, por lo que constituye la célula fundamental de la sociedad. 23
  • 26. La esfera pública es el espacio donde concurren todos los debates que fundamentan el desarrollo de nuestra democracia. Las nuevas tecnologías permiten la democratización de los medios de comunicación e información y que todas las ideas se intercambian en igualdad de condiciones y a muy bajo costo. Los ciudadanos se empoderan al entrar en contacto con las diferentes visiones de mundo, pues no pueden ser manipulados por el posicionamiento preponderante de alguna. Los medios de comunicación informan la verdad, y la interpretan sin censura bajo su línea editorial. Así pues la Venezuela que queremos es construida desde la gente, para la gente y por la gente; se fundamenta en el debate, la deliberación y la participación; respeta y promueve las libertades de asociación y expresión como generadoras del consenso. La sociedad es abierta, y trata con igualdad la diversidad de los ciudadanos. Economía Inclusiva de Mercado: Venezolanos Tomando las Riendas del Capital Productivo La economía venezolana se caracteriza por ser monoproductora y poco competitiva. Esto se debe en buena manera a la forma en la que el Estado ha acaparado para sí la propiedad del capital productivo, excluyendo a los ciudadanos de la posibilidad de producir y crecer separados de él. Dicha concentración ha permitido que los gobernantes de turno, con la complicidad de algunos privilegiados en el sector empresarial, malversen nuestro capital para afianzar sus redes clientelares, en lugar de utilizarlo para promover el desarrollo y la superación de la pobreza. Frente a esto, Voluntad Popular propone el sostenimiento de condiciones que favorezcan la iniciativa privada y el acceso democrático y amplio al capital productivo como los principales motores de la generación de riqueza. En la Venezuela que queremos, la economía es inclusiva y de mercado, en el sentido de que todos los venezolanos tenemos capacidades para sumarnos a la actividad productiva y ofrecer, en igualdad de condiciones, bienes y servicios para Venezuela y el mundo. El mercado es el espacio donde los ciudadanos intercambiamos libremente nuestros talentos y esfuerzos para el bienestar de toda la sociedad. Se respeta la propiedad privada al reconocérsele como el valor fundamental para el desarrollo económico, y como base para los demás tipos de propiedad, que, partiendo de la idea de la propiedad como recompensa del trabajo, se organiza en base a una cooperativa, una comunidad u otra sociedad. Los ciudadanos tienen acceso al capital productivo para el emprendimiento y la inversión; particularmente, las micro, pequeñas y medianas empresas, cuentan con apoyo de la sociedad para arrancar sus proyectos económicos en el marco de la sana competencia. La principal responsabilidad del Estado en materia económica es la de resguardar las garantías económicas básicas en el marco del Estado de Derecho como lo son los derechos de propiedad, estabilidad del régimen fiscal y cumplimiento de los contratos. La política económica que se ejerce es estable, predecible y se fundamenta en un proceso participativo de planificación. Existen regulaciones sobre la actividad económica que buscan evitar las prácticas monopólicas, la asimetría en la información de los mercados, así como garantizar la 24
  • 27. protección medioambiental, la sana competencia y el manejo prudente de los ahorros de los ciudadanos y los medios de pago públicos. En este sentido el Estado promoverá la bancarización de la sociedad, capacitación y promoción del emprendimiento y fomento de una cultura ahorradora, para que el bienestar se convierta en una cuestión inter-generacional, basada en el acceso igualitario a las finanzas y con herramientas para el emprendimiento individual. En La Venezuela que queremos la integración a la economía mundial se da secuencialmente, priorizando las transacciones regionales. Dicha integración busca proteger los intereses de los venezolanos, al permitirles el acceso amplio a bienes y servicios en condiciones óptimas de precio y calidad. El Estado fomenta, bajo criterios claramente definidos y estrictamente respetados, el desarrollo tecnológico de los sectores en los que Venezuela tiene ventajas competitivas o en los que es capáz de desarrollarlas. En este sentido, se promueve el desarrollo multisectorial y competitivo de la actividad productiva nacional. Una economía amplia, fundamentada en iniciativas privadas desconcentradas, constituye la mejor arma contra la dominación. En la Venezuela que queremos, el crecimiento económico se fundamenta en las capacidades productivas de todos los ciudadanos y en su acceso al capital para el desarrollo de sus proyectos de emprendimiento. El Petróleo como Instrumento de Progreso: Voluntad para Poner al Ciudadano en el Centro de la Política Petrolera Venezuela ha pasado de ser reconocida como un caso exitoso en el manejo de los recursos petroleros a ser considerada como un ejemplo a no seguir. El petróleo permitió una modernización acelerada del país que jamás hubiese sido posible sin él. En pocos años pasamos de ser un país principalmente rural, pobre y sin infraestructura relevante a un país urbanizado, con la infraestructura más moderna del continente y con crecientes posibilidades de ascenso social. Sin embargo, desde el primer auge petrolero en los 70´s nos hemos sumido en una espiral de deterioro que, con cada subida y baja de precios, nos sumerge más y más en la pobreza. Los venezolanos, legítimos dueños del petróleo, hemos sido testigos impotentes del despilfarro del mismo, y de su uso como instrumento de control político mediante la asignación clientelar. Más allá de corregir estas distorsiones, el gobierno actual las ha exacerbado a magnitudes sin precedentes. En Voluntad Popular consideramos que un manejo del petróleo distinto al implementado hasta ahora permitirá que este recurso se convierta en un verdadero instrumento de desarrollo. Entendemos la verdadera riqueza de una nación a partir del capital humano de su gente y de la productividad que de este se deriva. En este sentido, vemos a nuestra reserva mineral como un instrumento para promover el progreso y la superación de los venezolanos. En Voluntad Popular consideramos que la realidad actual nos obliga a repensar las instituciones que enmarcan a la industria petrolera y aquellas que determinan el uso de los recursos provenientes de la misma. En la Venezuela que Queremos, los ingresos petroleros le llegan primero a sus legítimos dueños, los venezolanos, quienes luego financian al Estado a partir de impuestos. De esta forma 25
  • 28. se invierte la relación de dependencia Ciudadano-Petróleo-Estado, siendo el Estado el que depende financieramente del ciudadano, viéndose obligado a rendirle cuentas. Conjuntamente, existen mecanismos de ahorro individual que les permiten a los ciudadanos ahorrar parte de su ingreso petrolero para la vejez y otras contingencias de la vida. El petróleo es y será de los venezolanos, por tanto debe ser manejado por los venezolanos, sin embargo, esto no implica que se niegue la participación de capitales extranjeros siempre y cuando esto contribuya con la formación de una economía sana. El gobierno se ve obligado a promover una política económica que garantice la estabilidad macroeconómica, pues ésta es una precondición básica para atraer la inversión y resguardar los salarios de los venezolanos. En este sentido, existen mecanismos creíbles que logran de una vez por todas estabilizar el gasto de recursos petroleros. Dichos mecanismos incentivan la participación ciudadana como garantía de los mismos frente a las presiones clientelares del gobierno de turno. En la Venezuela que Queremos, la industria petrolera no funciona como un enclave del que depende el resto de la economía, y su contribución transciende la generación de ingresos fiscales. A través del cumplimiento de un marco regulatorio que promueve la competencia, la productividad y la eficiencia, la industria petrolera tiene un enorme efecto multiplicador sobre el resto de la economía, tanto desde el punto de vista de crecimiento como desde la generación de nuevas capacidades nacionales a través de la incorporación de las más avanzadas tecnologías y métodos gerenciales. Nuestros recursos petroleros representan un verdadero instrumento de progreso, pues las instituciones en las que se enmarcan su industria y el uso de sus rentas le permiten al ciudadano monitorear y exigir rendición de cuentas sobre su manejo. El Estado en la Venezuela que Queremos: Voluntad para Servir En los últimos años se han borrado las divisiones entre partido, gobierno y Estado en Venezuela. El debilitamiento de las instituciones, causado por los abusos del gobierno y los errores de la oposición, se ha evidenciado en las recurrentes violaciones a la Constitución y a los Derechos Humanos desde el Estado; en la forma en que todos los Poderes Públicos rinden cuentas al partido de gobierno; en la falta de transparencia y rendición de cuentas en la gestión de recursos públicos; y en la inestabilidad del marco jurídico y regulatorio de la actividad económica, que cada vez más se centraliza en el Estado. Mientras tanto, se ha descuidado la administración de justicia, la optimización de los servicios públicos, la creación de infraestructura y la seguridad. Frente al Estado desubicado, Voluntad Popular propone atribuciones y acciones estatales definidas y aplicadas estrictamente en el marco de la legalidad. En la Venezuela que Queremos el Estado se encuentra totalmente acotado por las leyes. Estas son producto de la debida representación de la voluntad popular en el marco de la garantía a los derechos ciudadanos fundamentales. Las leyes 26
  • 29. encauzan la acción del Estado a la creación de condiciones básicas para el pleno ejercicio de las libertades ciudadanas; y buscan equilibrar el ejercicio del poder a través de la división de los poderes públicos y el sano juego de los pesos y contrapesos. La Venezuela que Queremos es federal y descentralizada, pues los estados y municipios tienen autonomía política, financiera y funcional del Poder Publico Nacional. La gestión pública nacional cubre todo el territorio de la República, por lo que es cercana a sus ciudadanos. La gestión pública está regida por los principios de eficiencia, transparencia, rendición de cuentas y apertura a la mayor participación posible de los ciudadanos en su planificación, ejecución y contraloría. Los servidores públicos son profesionales o técnicos especializados en el ejercicio de su labor. Los cargos en el servicio público son de carrera, por lo que se designan bajo estrictos criterios de profesionalismo, especialidad y experiencia en la materia. De esta forma se garantiza a los ciudadanos un servicio público óptimo, profesional e institucional. En la Venezuela que Queremos el ciudadano y el Estado poseen un vinculo de corresponsabilidad en la eficiencia de los servicios públicos y en el fortalecimiento y durabilidad de las instituciones democráticas. El ciudadano ejerce su papel como contralor social, cumple con los mandatos de las leyes y cumple con sus deberes frente a la sociedad. El Estado, a su vez, se encarga de garantizar al ciudadano el goce pleno de sus derechos. El Estado reconoce a la comunidad organizada y a las estructuras de organización media de la sociedad civil, como sindicatos, ONG’s, gremios, academias, partidos políticos, consejos comunales, entre otras. Estas estructuras medias forman un papel trascendental en materia de planificación y contraloría social a la gestión publica, vigilancia de los Derechos Humanos; la gestión autónoma de los gobiernos comunitarios, etc. La relación de trabajo coordinado entre Estado y Sociedad civil y la protección y promoción de sus organizaciones se fundamenta en la autonomía de estas de la estructura estatal. La provisión oportuna e imparcial de justicia se encuentra entre las principales responsabilidades del Estado. Los tribunales en la Venezuela que Queremos son los principales garantes del respeto a la Constitución y a las leyes de la República, así como la máxima instancia a la hora de solucionar los conflictos generados a lo interno del Estado. Su toma de decisiones es independiente y sus jueces elegidos por concurso público. Gracias a esto, la justicia es aplicada sin discriminación a todos los ciudadanos de manera proporcional a su falta y a los funcionarios públicos de acuerdo a su condición. En la Venezuela que Queremos la forma que asume el Estado es la de un Estado Social y Democrático de Derecho y de Justicia, acorde con lo que establece nuestra Constitución. Su intervención en las esferas del desempeño social se fundamenta en el trabajo conjunto con la sociedad organizada. En la Venezuela que Queremos el Estado es el garante de generar las condiciones necesarias para que cada ciudadano pueda emprender la búsqueda de su propia felicidad. 27
  • 30. Venezuela Ante el Mundo: Una Diplomacia de Principios para Defender Nuestros Intereses Durante los últimos años, las relaciones internacionales de Venezuela han estado al servicio de un proyecto político personal, y no han tomado en cuenta los intereses superiores de los ciudadanos. Voluntad Popular propone una política exterior de Estado, fundamentada en su totalidad en las aspiraciones de bienestar y superación de todos los venezolanos. En la Venezuela que Queremos, la diplomacia se rige por los principios de igualdad soberana de los Estados, libre determinación de los pueblos, solución pacífica de los conflictos, cooperación e integración regional, respeto y protección de los derechos humanos. Promovemos el fortalecimiento y la revitalización de las organizaciones internacionales, así como la consolidación de los organismos de integración hemisférica. De manera particular velamos porque los gobiernos de los países miembros de esos organismos de integración honren sus compromisos con el respeto y la vigencia de las instituciones democráticas como condición esencial para el desarrollo de los procesos de integración. La participación de Venezuela en los procesos de integración tiene como objetivo central contribuir al desarrollo integral de la nación. Por ende, es objeto de consulta permanente con nuestros ciudadanos, gremios, académicos y en general con el sector productivo del país. La Venezuela que Queremos se aboca a tener las mejores relaciones culturales, políticas, y económicas con nuestros vecinos y principales socios comerciales, dentro del marco del más absoluto respeto al principio de no injerencia en los asuntos internos de otros Estados. Se priorizan las relaciones con aquellos países que cumplen sus compromisos internacionales, que promueven la solución pacífica de los conflictos y que cuentan con gobiernos democráticos, respetuosos del Estado de Derecho y que defienden y protegen los Derechos Humanos. La protección y sostenibilidad del medio ambiente es uno de los objetivos prioritarios de nuestras políticas internacionales. En este sentido, promovemos la firma y el cumplimiento de tratados que busquen un equilibrio entre el desarrollo económico sustentable y la preservación de nuestro entorno natural. Repudiamos el terrorismo y rechazamos a todos los grupos y organizaciones que recurren a la violencia como arma política, de intimidación o de chantaje, encuéntrense donde se encuentren. La Venezuela que Queremos es ejemplo internacional en la lucha contra el terrorismo, al colaborar activamente con los organismos internacionales competentes. Respetamos las decisiones de los órganos y de los tribunales internacionales de los cuales formamos parte, cuya competencia y jurisdicción ha sido debidamente aceptada por el Estado venezolano. 28
  • 31. La Cancillería cumple a cabalidad su papel fundamental de planificadora y ejecutora de una política exterior de Estado, manteniéndose ajena a la diatriba política y representando los intereses de todos los venezolanos. El Servicio Exterior venezolano constituye una carrera profesional de excelencia al servicio exclusivo de la Nación. La política exterior de Venezuela promueve nuestros intereses económicos y nuestros valores culturales, mientras fortalece las relaciones con los gobiernos que respetan la democracia. La Venezuela que Queremos participa activamente en los esfuerzos recíprocos de la comunidad internacional para reducir el gasto en armamentos para destinarlo al desarrollo sostenido de las naciones. Conscientes de la necesidad de controlar la inmigración ilegal, desarrollamos políticas que van dirigidas a la formalización y legalización de la población inmigrante en Venezuela. Adelantamos esfuerzos para lograr la integración, en todos los aspectos, de los ciudadanos de otros países. Asimismo rechazamos cualquier forma de discriminación, ya sea por condición social, edad, género, raza, orientación sexual o religión, contra la población inmigrante en nuestro país. En la Venezuela que Queremos estamos conscientes de los cambios que acontecerán en el mundo en los próximos años, por esta razón asumimos la integración regional como una herramienta indispensable para que el hemisferio desarrolle sus propias políticas y sume esfuerzos en sus relaciones con el resto del mundo. Los esfuerzos de cooperación y ayuda exterior se orientan hacia aquellos Estados víctimas de desastres naturales, o hacia aquellos que estando necesitados son respetuosos de los acuerdos internacionales, de la democracia, de la paz y de los derechos humanos. Estos esfuerzos buscan únicamente la satisfacción de las necesidades de la nación receptora. La política exterior en La Venezuela Que Queremos promueve la convivencia pacífica, la democracia, la protección de los derechos humanos, la lucha contra la pobreza, la tolerancia y la inclusión política en el plano internacional, mientras logra la superación económica, moral y cultural de nuestros ciudadanos. La Fuerza Armada que Queremos: Voluntad para la Defensa de la Nación y la Integridad de la Institución Militar La Fuerza Armada Nacional tiene su origen profesional a principios del siglo XX, y desde entonces ha tenido diversas formas de participación política. Para evitar la toma del poder por parte de las armas, el Estado se enfocó en reforzar la institucionalidad y profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En contraste con esto, el actual gobierno infiltró la estructura de la institución militar, generando fisuras dentro de la misma y subordinándola a los intereses del partido de gobierno. La participación política de la FAN no sólo ha costado a esta importante institución el descredito y desprestigio ante una buena parte de la población, sino además el deterioro de su capacidad operativa real. 29