2. 14Así que, por cuanto los hijos participaron de
carne y sangre, él también participó de lo mismo,
para destruir por medio de la muerte al que tenía
el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15y
librar a todos los que por el temor de la muerte
estaban durante toda la vida sujetos a
servidumbre.
18Pues en cuanto él mismo padeció siendo
tentado, es poderoso para socorrer a los que son
tentados.
3. 1Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo
libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 2He
aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os
aprovechará Cristo. 3Y otra vez testifico a todo hombre que se
circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 4De Cristo
os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia
habéis caído. 5Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe
la esperanza de la justicia; 6porque en Cristo Jesús ni la
circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra
por el amor.
4. 67Por la mañana dirás: ¡Quién diera que fuese la
tarde! y a la tarde dirás: ¡Quién diera que fuese la
mañana! por el miedo de tu corazón con que
estarás amedrentado, y por lo que verán tus ojos.
68Y Jehová te hará volver a Egipto en naves, por el
camino del cual te ha dicho: Nunca más volverás;
y allí seréis vendidos a vuestros enemigos por
esclavos y por esclavas, y no habrá quien os
compre.
5. 7Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo
ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al
que le podía librar de la muerte, fue oído a causa
de su temor reverente. 8Y aunque era Hijo, por lo
que padeció aprendió la obediencia; 9y habiendo
sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna
salvación para todos los que le obedecen; 10y fue
declarado por Dios sumo sacerdote según el orden
de Melquisedec.
6.
7. 13Y los egipcios hicieron servir a los hijos de
Israel con dureza, 14y amargaron su vida con
dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y
en toda labor del campo y en todo su servicio,
al cual los obligaban con rigor.
8. 4Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un
vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a
llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! 5Nos
acordamos del pescado que comíamos en Egipto de
balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las
cebollas y los ajos; 6y ahora nuestra alma se seca; pues
nada sino este maná ven nuestros ojos.
9. 2Y se le apareció el Angel de Jehová en una
llama de fuego en medio de una zarza; y él miró,
y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se
consumía. 3Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y
veré esta grande visión, por qué causa la zarza
no se quema. 4Viendo Jehová que él iba a ver, lo
llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo:
¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.
10. 2Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus
habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus
cuerdas, y refuerza tus estacas. 3Porque te extenderás a la
mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia
heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas. 4No
temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque
no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu
juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria.
5Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su
nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra
será llamado.
11.
12. 5Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a
mis hijos, no saldré libre; 6entonces su amo lo llevará
ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al
poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su
siervo para siempre.
9De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero
ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de
espíritu, y de la dura servidumbre.
13. 3Así también nosotros, cuando éramos niños,
estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del
mundo. 4Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo,
Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley, 5para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a
fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6Y por
cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el
Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 7Así
que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo.
14.
15. 4Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar,
y las ponen sobre los hombros de los hombres;
pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
5Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por
los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y
extienden los flecos de sus mantos; 6y aman los
primeros asientos en las cenas, y las primeras
sillas en las sinagogas, 7y las salutaciones en las
plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.
16. 23Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como
para el Señor y no para los hombres; 24sabiendo
que del Señor recibiréis la recompensa de la
herencia, porque a Cristo el Señor servís. 25Mas
el que hace injusticia, recibirá la injusticia que
hiciere, porque no hay acepción de personas.
17.
18. 31Dijo entonces Jesús a los judíos que habían
creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi
palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará
libres. 33Le respondieron: Linaje de Abraham
somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie.
¿Cómo dices tú: Seréis libres?
19.
20. 2Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron:
Danos agua para que bebamos. Y Moisés les
dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué
tentáis a Jehová? 3Así que el pueblo tuvo allí sed,
y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos
hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a
nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?
21.
22. 2Y toda la congregación de los hijos de Israel
murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; 3y
les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos
muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto,
cuando nos sentábamos a las ollas de carne,
cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos
habéis sacado a este desierto para matar de
hambre a toda esta multitud.
23.
24. 22Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno
de la esclava, el otro de la libre. 23Pero el de la esclava
nació según la carne; mas el de la libre, por la
promesa. 24Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres
son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el
cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. 25Porque
Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la
Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en
esclavitud. 26Mas la Jerusalén de arriba, la cual es
madre de todos nosotros, es libre.
25.
26. 3Porque nosotros también éramos en otro tiempo
insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de
concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia
y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.
4Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro
Salvador, y su amor para con los hombres, 5nos salvó,
no por obras de justicia que nosotros hubiéramos
hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la
regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.
27. 26En el temor de Jehová está la fuerte confianza;
Y esperanza tendrán sus hijos. 27El temor de
Jehová es manantial de vida. Para apartarse de
los lazos de la muerte.
28.
29. 34Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo,
que todo aquel que hace pecado, esclavo es del
pecado.
35Y el esclavo no queda en la casa para siempre;
el hijo sí queda para siempre.
36Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres.
30. 13Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al
cachorro del león y al dragón. 14Por cuanto en mí
ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le
pondré en alto, por cuanto ha conocido mi
nombre. 15Me invocará, y yo le responderé; Con
él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le
glorificaré. 16Lo saciaré de larga vida, Y le
mostraré mi salvación.