2. 2
Presentación
Esta es una antología que habla de algunas
leyendas y mitos de el estado de Aguascalientes.
Trata de que los lectores entiendan las tradiciones
de una entidad, en este caso Aguascalientes,
para reflexionar las costumbres de otros lugares
diferentes a su comunidad.
Esta antología trata de que el lector comprenda
las diferencias y semejanzas de los mitos y las
leyendas.
También que comprenda las características de los
mitos y las leyendas como su origen o la entidad
donde se desarrolla.
Al igual de conocer que manifiestan y de que
manera.
Espero que las siguientes leyendas y mitos sean de
su agrado y que puedas tener alguna sensación al
leerlas.
3. 3
Índice
Presentación…………………………………2
Capitulo 1 – Leyendas 4
El Cerro del Muerto……………………………….5
El Fantasma del Jardín………………………......6
La Calavera del Panteón…………………………7
La Calle de las Ánimas…………………………...8
El Encapuchado…………………………………..9
Capitulo 2 – Mitos 10
Los Caporales Ardilla y Comal…………………11
El Cerro de las Gallos…………………………..12
La Indita de Aguascalientes……………………13
Raza de Gigantes……………………………….14
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El cerro del muerto
No es la tradición sino la leyenda la que nos dice que establecidos los Chichimecas, los
Chalcas, Nahuatlacas y tres sacerdotes extremadamente altos, fornidos y de aspecto
majestuoso e imponente, cierto día, cuando el sol terminaba su tarea, a uno de los
sacerdotes se le ocurrió bañarse en el charco de agua caliente de La Cantera; se tiró al
agua y desapareció.
La leyenda dice también que este charco fue sembrado por otras tribus anteriores que de
paso llegaron al lugar donde se encuentra; que aquellos hombres, de donde querían,
sembraban agua; que hacían un hoyo, le ponían agua de sus guajes, medio almud de sal,
lo tapaban y al transcurso de tres años era aquello un grandísimo manantial.
Los indios que acompañaban al sacerdote, desesperados por su desaparición, creyeron
que les había sido arrebatado por los chalcas, y al momento corrieron a dar aviso a sus
compañeros.
A consecuencia de lo ocurrido, al día siguiente principió una guerra con los chalcas, éstos
se dispusieron a repeler el ataque en los furores de la batalla, en lo cruento de la lucha,
aparece al frente el sacerdote perdido, quien fue atravesado por una flecha y en su fuga
fue dejando tal huella de sangre que a la fecha se encuentra la tierra roja, debajo de donde
cayera muerto, dejando sepultado con su cuerpo al pueblo chichimeca que le seguía
formando con su cadáver el Cerro del Muerto que se ve al poniente de la ciudad.
A ese pueblo sepultado con el cuerpo del gigante, dicen, se encuentra por un gran túnel
misterioso; a los socavones ramificados por toda la población, hoy Aguascalientes, los
cuales han llenado de estupor a los arqueólogos.
Dice la Historia de don Agustín González que, debido a la incuria de los gobernantes, no
se ha hecho una exploración de tan sorprendente arquería, que ahora sería difícil por el
estado de destrucción que se encuentra; sin embargo, innumerables noticias se tienen de
otras entradas que pudieran precisar todo ese campo perforado por la mano del hombre.
Las hablillas inocentes cuentan que llegando a esa ciudad sepultada bajo el cuerpo del
gigante sacerdote existen aún hombres de ojos luminosos y fantasmas de una raza
extinguida.
Se dice que allá por el año de 1884, la casa que es ahora propiedad de la muy honorable
familia Macías Peña (esquina de las calles de Carrillo Puerto y Democracia) era una
tiendita que ocupaba un señor Brígido Villalobos, y que se oyó un fuerte ruido en la
pequeñísima trastienda por suerte se encontraban en esos momentos tres personas de
visita: un señor Antonio (a) El Cura y Marcos Hernández. Aquel fuerte ruido movió la
curiosidad de los visitantes y sorprendidos al ver que se había hundido todo el cuadro de la
pieza, intentaron bajar; pero les fue imposible por el polvaderón y salieron a la calle.
Al día siguiente, preparados con sogas y palas bajaron al socavón con el objeto de
rescatar los muebles de don Brígido y sólo se encontraron con un gran arco descubierto;
pidieron luego unas velas y se resolvieron a caminar por aquel túnel en dirección al Jardín
de San Marcos, habiendo podido calcular, según dicen, haber llegado hacia la puerta
Oriente, en donde encontraron una gran armazón lleno completamente de piezas de
género de distintos clones muy vivos; pero que al tocarlas sólo eran polvo. Adelantaron
unos cuantos pasos y pudieron ver una momia sentada y recargada a la pared, por lo que
asustados y ya faltos de aire se regresaron a toda prisa.
No se supo más de aquel suceso.
Se dice que hay otras muchas entradas y hay también personas que lo aseguran.
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El Fantasma del jardín
Allá por el año de 1851 vinieron a Aguascalientes varias personas procedentes de
Guadalajara e invitadas por don Mariano Camino, iniciador de la Primera Exposición de
Industria, Artes, Agricultura Minería que se verificaría en las Fiestas de San Marcos de ese
año.
Entre estas personas venía don Felipe Rey González, de la familia de don Luis González,
uno de los primeros colonos del Pueblo, a establecer una tienda de Feria durante la
temporada y seguir en el año comerciando en abarrotes si la suerte le favorecía.
El Sr. don Felipe construyó su casa al lado Norte del Jardín (Calle Flora), donde sus
descendientes, hasta la fecha, ocupan dicha morada. En esta vez la suerte protegío al Sr.
González y reunió la cantidad de ocho mil pesos que sumados a su capital le daban
cuarenta mil pesos. Hasta aquí la verdad.
Temeroso el Sr. González de que alguna vez lo sorprendieran los cacos, tuvo la idea de
sepultar su capital con buen número de alhajas de oro macizo, que hacían fuerte capital,
en un lugar fuera de la casa y escogió éste en el ángulo Norte y Oriente del Jardín, al pie
de un gran fresno, entre un bosque de rosales. Construyó una fuerte caja de lámina y
madera y ahí hizo su depósito.
Desde ese día el Sr. González se paseaba solo por ese lado del jardín y lo tomó por
costumbre a la hora del Alba y las oraciones de la noche; aunque la mayor parte del día
permanecía con sus amistades sentado en la balaustrada y frente a su tesoro, jugando
albures con apuetas fabulosas.
Una tarde se desarrolló entre sus amigos, con motivo del juego un fuerte pleito que
llegaron a las pistolas, resultando un muerto y dos heridos al final; muchos años después
permaneció la cruz del difunto, en la pared de la primera casa de la calle Flora y Rivera
que fue donde el extinto cayó.
El Sr. González fue preso y con ese motivo se enfermó de gravedad, ofreció a la Virgen
del Pueblito una solemnísima misa de tres padres, orquesta y cohetes si lograba su
libertad y a los nueve días salió libre; solo que la enfermedad siguió su curso empeorando
a cada día; reforzó su promesa a la Virgen y murió sin cumplir su ofrecimiento.
Después. Todos los vecinos aseguraban que se aparecía paseando por el jardín a las
mismas horas, y que cuando pasaban gentes por ahí les hablaba con insistencia, y a tal
extremo llegó la visión, que ya nadie podía transitar por ese lugar.
De aquí nació la idea en el pueblo del fantasma del Jardín.
7. 7
La Calavera del Panteón
Hay gentes en todas partes que siempre han creído en los aparecidos, calaveras y ruidos,
y sus conversaciones a cual más de fantásticas y variadas, aunque llenas de sencillez; las
oímos con un interés admirable y algunas veces con verdadero miedo.
J.Jesús Infante, cartero y albañil contaba que en una ocasión contrajo un compromiso con
don Carlos Espino, de terminar un monumento en recuerdo dedicaba a sus familiares y
que debería entregarlo al día acordado. Pero sucedió que el último del plazo daban las
ocho de la noche y no lo termina; siendo así que, al ir por uno de los corredores a traer
unas cuñas que faltaban, sintió algo de miedo, escuchando un ruido extraño detrás de él
que le seguía haciendo trac, trac, trac; y aseguraba que sintió como si le hubieran echado
agua por la espalda y las piernas se le doblaban, que voltio hacia atrás y que fue viendo
una calavera que movía tan fuerte las mandíbulas, que al chocar entre sí, se oía el sonido
de sus dientes; que oyó muy claro que le dijo: Compadécete de mis penas que me
atormentan en el purgatorio; tengo cincuenta años sin descanso; pide a mi abuelo padre
de tu abuelo que de los dece mil pesos en plata que están al pie de la alacena que está en
la cocina a vara y media de profindidad, te den cien pesos de los cuales darás cincuenta al
padre que me diga tres misas; y yo te recompensaré algo más dándote al alivio de tu
asunto, si no cumples, no sanas. Para Jesús su asombro fue tal que las cuñas que llevaba
en las manos no supo donde las soltó; al fin pudo correr espantado; pero que aún la
calavera que lo alcanza, que lo alcanza y casi le tocaba los tacones y más y más
rechinaba los dientes, y dice que como puedo se resolvió a salir dejando sus herramientas
y todo, porque el miedo ya no lo dejó terminar su compromiso.
Al día siguiente fue acompañado de un amigo para poder así terminar dicho compromiso
cuanto antes, y no volver jamás.
En verdad, Jesús se enfermó a tal grado que los miembros de su cuerpo se le paralizaron
y difícilmente se sentaba y siempre tembloroso como si tuviera mucho frío, según el decía.
Su alivio lo consiguió, hasta que hubo cumplido lo que le había indicado aquella espantosa
calavera con su tenebrosa voz.
Contando Jesús a sus amigos este caso, ellos le referían que aquello era ya bien conocido
de toda la gente y que también Joaquín Sánchez le había pasado el mismo caso. Pero que
éste no había atendido a los ruegos de la calavera y había saltado por las paredes del
panteón y que jamás sano de la enfermedad que le causara el susto que sufrió en el
panteón.
Y así por el estilo contaban a diario casos de la calavera del panteón, Llegando a ser
vulgar la leyenda que todo Aguascalientes creyó las consejas que se referían.
8. 8
La Calle de las Ánimas
La viejecita chupa y chupa con sus labios rosa, el pobre anciano al arrimo de la lumbre y el
cuidando la olla. El joven piensa en el sitio en que su abuelo duerme; de pronto el corazón
le palpita y se levanta temblando cual si fuera la hora final de su existencia.
Lloró un momento, luego se arrodilla; suenan las ocho de la noche y reza: " Padre nuestro
que estas en los cielos" y el anciano seguía: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el
cielo", los tres rezaron a una voz y a finalizar cantaron el "Alabado".
A la misma hora los pocos vecinos hacían igual cosa, la oscuridad de la calle imponía, las
estrellas brillaban y un tecolote cantaba con todo pavoroso, pasa la hora, es llegado el
momento de la cena y después se duermen arrimados y sueñan, cual niños en la aparición
de las animas que volvían del panteón pidiendo sufragios.
Al día siguiente iban nuestros personajes por la mañana a practicar el rito del culto a sus
antepasados, el que consistía en barrer las tumbas; costumbre general del pueblo, así
como en otras ciudades; costumbre que vino olvidándose hasta borrarse aún en las tablas
de los viejos que viven y que solo cuentan de memoria agregando a todo esto lo que se
hacía el día de los muertos: la ceremonia que ellos llamaban "La Ofrenda" y que consistía
en distintos comestibles, sin saltar la característica de los condonches, la calabaza y el
camote con la miel de abejas. Y de acuerdo con el rito, si era el deudo niño, niña, joven o
anciano, alegre, huraño, activo, si tenía familia, etc, etc, si era quien repartía la ofrenda
mayor, al primero de los asistentes que caracterizaba al desaparecido.
Volviendo a los actores de la leyenda: pasados los años, se enfermo el joven, sus padres
hacían esfuerzos mil para salvarlos de la muerte; pero la llama de la fiebre quemó sus
venas y acabó con aquella vida en flor.
Sus padres, inconsolables por el sufrimiento que causará la desaparición de su hijo,
pasaron a la otra vida, y cuentan los vecinos que entre todas las almas que volvían del
panteón al punto de las ocho a su tarea de pedir oraciones y el barrido de sus tumbas,
conocían entre todas. Las que nuestros personajes que insistían con sus ruegos haciendo
más pavorosa aquella oscuridad que llamaba al respeto que a esa hora debía guardarse.
Así era al toque de ánimas que decían llamaba a la idea de la muerte y excitaba al amor a
la vida y a bajar los ojos hacia el puño de cenizas de los muertos, pensar en un miserable
sepulcro y cincelarse un relicario.
Esta es la calle de las ánimas, hoy Gómez Farías, por donde regresaban lentamente en
marcha fúnebre aquellos cuerpos de ojos ausentes de sus órbitas vacías, de manos
huesosas y pies ya enjutos, llenando de pavor a todos los vivientes de aquellas calles y
dejando el recuerdo que le dio su nombre.
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El Encapuchado
La vida provincial hablaba todavía en las calles por boca de los pobres que declamaban
oraciones en verso pidiendo una corta caridad, el paso del Viático, ante el cual todos se
descubrían y arrodillaban, los sacerdotes vestían sus finas capas con toda libertad, el
toque de las tres de la tarde dado por la campana mayor de la Catedral y todos los
templos, todavía se arrodillaban las gentes en la vía pública y en el interior de sus casas a
rezar el Ángelus; todavía se daba el toque de “Vacante” y otros llenos de regocijo y
entusiasmo cuando al tocar de los Badajoz y el voltear de las esquilas era alternado
armoniosamente; el toque de consagración de algunas campanas, el toque para elevarlas
a las torres y otros extraordinarios; toques históricos que deberían recordarse y seguirse
dando por su solemnidad.
Todavía los hombres que luchaban por la vida gritaban por la calle sus mercancías en
tonos muy variables, la raíz tatemada, fruta de horno, los muéganos, las correosas, el
alfajor, etc.,etc... Otros cantando “el cante” y todos vestían calzón ancho, muy bien
planchado y “pisado” al igual que la camisa, se veían simpáticos aquellos hombres; su
figura era una especie de farol Valenciano.
La vida fue por aquellos tiempos más activa y más culta; la gente en general vestía mejor
asistía con frecuencia a las tertulias, los hombres, a los platicaderos que tenían por
distintos rumbos de la Ciudad, a las representaciones del Teatro Morelos, a los pastores
de la Primavera y otros espectáculos.
La ciudad tuvo muchos aristocráticos moradores, todos se guardaban la más caballerosa
amistad y cariño con las mayores demostraciones de sinceridad; todo acontecimiento
conmovía, todo era fiesta, todo era ruido en armonía que deleitaba.
Y luego, como para imponer silencio a todo el bullicio del día, un hombre salía a diario por
las noches, a dar vueltas por fuera del Jardín de San Marcos revestido con un hábito de
Franciscano, capuchón puesto, linterna encendida en mano y en la otra una calavera;
asustando de esa manera a todo el que encontraba, a las gentes de los alrededores se
asomaban con espanto por las celosías de las ventanas y se hacían miles de conjeturas
sobre aquel fraile encapuchado, desvaneciendo su medio con rezarle un Ave María por su
descanso eterno.
Y la aterrada versión del encapuchado voló por el pueblo y el pánico se extendió; los que
solían pasar por el jardín desde al atardecer, casi cerraban los ojos; pues decían: ojos que
no ven, miedo que no se siente.
Así pasaba el tiempo, hasta que un día, a uno de los leñadores de los que se instalaban en
hilera con su puesto en la Plazuela frente al Templo, una extraña fuerza oculta le hizo
enfrentarse al “Encapuchado” pero al tratar de detenerlo el Encapuchado dándole un fuerte
golpe en el pecho, a la vista del propio leñador se perdió por entre la puerta del templo que
a esta hora se encontraba cerrado, dejando atónito y sin poder mover al citado leñador.
Días más tarde pasaba por ese mismo lugar un cortejo rumbo al panteón de San Marcos,
que en aquel entonces en el arroyo del Castillo, quien iba dentro de aquella caja era nada
menos que Pedrito Herrera, el osado leñador que enfrentarse con el misterioso espectro.
Los años han transcurrido y con ellos la leyenda del Encapuchado se ha ido perdiéndose
con las generaciones.
11. 11
Los Caporales Ardilla y Comal
Ardilla era un hombre robusto, de finos modales y por lo mismo querido de sus amos y señores
Su nombre era José Altamirano y Ardilla; portaba siempre un buen traje de charro, muy aseado
y sobre todo se distinguía por su nobleza en el trabajo.
El caporal Comal, de nombre Juan Manuel Espino y Comal porque en un principio propuso a
sus amos que el fierro de los animales fuera un disco con una asa para que fueran distinguidos
a gran distancia, lo que los patrones aceptaron sin réplica, diciendo para sus adentros: esto es
un verdadero comal. Y de aquí que Espino fuera el caporal Comal.
Nuestros hombres servían a los señores Marqueses de Guadalupe. El primero se encargaba
de la parte sur de las tierras y el segundo de la parte Norte. Los dos se tenían siempre al
corriente en sus asuntos sin que la distancia lo impidiera, pues desde el Cerro del Picacho a los
cerros de Pabellón se oían perfectamente; para ello tenían arreglados unos cuernos
especiales, los que son bien conocidos entre los vaqueros; solo que éstos tenían un alambre
en forma de espiral y uno de sus extremos iba fijo a la parte aguda del cuerno, en donde tiene
una pequeña bolita y la parte que formaba el pabellón amplificaba tanto a la voz, que podía
oírse a muy largas distancias; y así con ese aparato se comunicaban a diario sus planes de
trabajo.
Da principio la leyenda, mí querido lector; atiéndeme: Dicen que los animales de la Hacienda
iban disminuyendo a diario y en buen número, lo que al ser notado por Ardilla se sintió muy
apurado, dando desde luego noticia de lo ocurrido a sus amos.
Dice Ardilla: Solo hay una parte desprovista de vallado, que es desde este lugar hasta
Peñuelas; completándolo hasta la división, se evitará la salida de los animales.
. . . Que se haga en seguida y lo más pronto posible. Hoy mismo daré principio y para mañana.
A la hora del Alba, quedará concluido. Le aseguro a usted que al canto de los primeros gallos
lo recibirá vuestra merced con agrado.
Continúa la Leyenda: que a las ocho de la noche el Caporal Ardilla se dirigió al cerro del
picacho, al lugar acostumbrado para hablar con el Comal y comunicarle el compromiso con sus
amos.
Eso es imposible y faltarás a tu promesa. . . Ardilla desesperado, ahí mismo hizo pacto con
Lucifer, le habló ofreciéndole su alma a cambio del trabajo pedido, debiendo quedar terminado
para antes del canto de los primeros gallos.
Una voz de caverna se oyó y dijo: ¡Convenidos! ¡A la obra! . . . Y se vieron desde luego
legiones de demonios que a toda prisa cavaban la tierra de una manera espantosa y a la hora
convenida quedó concluida.
A los doce días el demonio vendría por Ardilla.
Se acercaba ya el plazo y Ardilla se puso tan triste que la Marquesa lo notó y le preguntó con el
acostumbrado cariño qué era lo que le pasaba, ya antes tan alegre y ahora tan triste y
pensativo,. . . Dime tus penas, nosotros te ayudaremos en todo.
. . . Señora, es imposible; he ofrecido mi alma a Lucifer a cambio del Vallado que se hizo y
dentro de tres días se cumple el ofrecimiento y ya no estaré aquí.
. . . Si es así; José, pierde cuidado. Toma este Crucifijo, póntelo al cuello, y ya caminando
dices: ¡¡ Ave María!! Y él te dejará, tenlo por seguro.
Enseguida Ardilla comunicó también a Comal su pesar y éste aseguró que nada la pasaría y el
diablo quedaría burlado.
El caporal Comal rodeó todo el cerro de pequeñas cruces y llegado el día el diablo no podía
acercarse al sitio convenido, por lo que desesperado lo espió que saliera al campo y
desprevenido lo cogió con todo y caballo y lo llevó por los aires.
Acordándose Ardilla del Ave María, lo pronunció con todo su corazón y el diablo con todo
coraje lo arrojó con tal fuerza que vino a quedar estampado en una peña llamada " La Peña
Blanca", la cual se ve desde la población. Dicen que a la fecha se nota su estampa.
Pero a pesar de todo que el Caporal Ardilla, nada le pasó y Lucifer quedó burlado.
12. 12
El Cerro de los Gallos
Después de la enorme Hecatombe Chichimeca en que éstos fueron casi totalmente
exterminados, el gigante Nahuatlaca defensor de loe débiles, era considerado como un
dios invencible por la hazaña que a favor de éstos había realizado, empezó por abusar de
su fuerza y poder hasta el grado de convertirse en un despiadado tirano que exigía tributo
a los moradores de esta región, cuyas tierras no les daban lo necesario para poder cubrir
tales exigencias.
El gigante Nahuatlaca tratando de infundir pavor entre aquellos indígenas que no cubrían
los impuestos, los aplastaba empleando para ello el peso terrible de su macana.
Esta actitud fue funesta al grado de que principiaron a formarse algunos grupos que
conspiraban en contra de su antiguo salvador, con el objeto de poner fin a ésta situación
desesperante.
Los primeros conspiradores pagaron con su vida el intento de rebelión, no obstante esto, el
descontento aumentó en contra de Nahuatlaca, quien de sobra sabía las actividades de
sus súbditos y que sólo perseguían un fin, darle muerte. Temeroso de morir y con el
deseo de acabar con aquel malestar que día a día se había hecho insoportable, imploró la
protección de “NATLAZAHUATL“(que en su idioma era TIFO) para que acabara con todos
los habitantes de la región. Obediente “NATLAZAHUATL“principia su labor destructiva
entre los colonos, para el objeto el poderoso “NATLAZAHUATL” empezaba por hacerles
sentir un tremendo dolor de cabeza y los calentaba de manera tal que su temperatura
variaba entro los 40 y 41 grados, los que sucumbían a los tres, cinco o siete días de
atacados. Pasada la primera impresión los que nunca llegaron a amedrentarse se unieron
nuevamente, “Los Gallos” que eran de constitución robusta juraron ofrendar sus vidas
hasta no ver realizados sus deseos.
Enterado el gigante de lo que hacía aquel grupo de hombres fuertes, dirige nuevamente
sus iras contra ellos, pero éstos se ven obligados entonces a abandonar su pueblo para
dirigirse al sur en busca de alguna elevación en donde poder observar sus movimientos y
dirigir los ataques. El gigante no se siente nada seguro, retrocede hacia el norte siendo
sorprendido por la noche, el sueño lo vence y se queda profundamente dormido, los “gallo
s” logran atraparlo tomando grandes palas de tierra lo cubren hasta darle sepultura. El
gigante al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, hace un supremo esfuerzo por
liberarse y de no haber sido los “gallos” auxiliados por una mano invencible y misteriosa
que con un gran “chiquihuite” de rocas atrapó para siempre aquel monstruo muy mal la
hubieran pasado. Y desde aquel entonces a esa elevación de terreno donde aquellos
hombres valientes observaban al gigante se le dio en llamar “Cerro de los Gallos” y del
“Chiquihuite” donde se encontraba el gigante.
La leyenda nos dice que no obstante el tiempo transcurrido Nahuatlata logrará escapar de
su prisión algún día, y entonces la destruirá hoy próspera y feliz ciudad de
Aguascalientes.
13. 13
La Indita de Aguascalientes
Muchos años antes de que el pueblo de Aguascalientes pasara a ser Villa con su
gobierno por reales cédulas, vivía una honorable familia chichimeca en una humilde
choza situada al lado sur del hoy jardín de Zaragoza; tenían una linda niña de nueve
años de edad, de mejillas coloradas como manzanas, alegre y vivaracha; sus padres
adoraban al nemio (dios de los mercados) por ser éste su proveedor y lo curioso que
la niña adoraba al dios Chilinche que era ciego, éste que la quería mucho, a la muerte
de sus padres, le envió un emisario para que la cuidase; sobrevivió a sus padres hasta
la edad de treinta y ocho años, en que tuvo muchos devaneos, de resultas de los
cuales su dios le habló y le preguntó: qué era lo que ambicionaba, que sería
inmediatamente servida en todo hasta su muerte; pero aconteció que extraviado su
cerebro, quedó tan locuaz como una urraca y tan sin acierto como esas mujeres
llamadas vulgarmente marisabidillas.
Así permaneció algunos años y su dios compadecido le pidió a los demás dioses lo
ayudaran para sanar aquella indita de mejillas coloradas. . . . . Concedida, dicen los
dioses y al momento quedó sana; pero con la condición de que había de poblar todo
aquel sitio donde vivía.
Chulinche les dijo: pronto serán servidos y la indita que tal oyó partió sin espera al
lugar de su oratorio que era un pequeño departamento de su mismo jacal en donde
tenía el libro de sus misterios y sucesos notables escritos por ella; Chulinche le dijo
luego: no es tiempo de poblar estos lugares espera, yo te avisaré.
La indita le advirtió que cuanto más pronto cumpliera el compromiso con los dioses del
otro lado sería mejor y el dios le repitió espera. . . ella siguió con su libro divino que era
de papel de hojas de maguey, planta que abundaba en el lugar, y escribe que escribe
signos y más signos que el futuro le daría honra.
Pasaron los días y madurado el plan que la indita había escrito, lo propuso a
Chulinche, éste le señaló el primer punto donde podría en práctica su proyecto y en
seguida se puso en obra a fabricar una gran cantidad de muñecos de barro para
repartirlos, darles aliento a vida y así quedaría poblado el rumbo de Zaragoza.
La indita fue tan incorruptible y bondadosa con sus pueblerinos que éstos le rindieron
culto hasta el extremo de confundirla con los dioses, y las ofrendas que le hacían era
leche y miel.
Después de su muerte fue reverenciada como diosa por los habitantes que ella misma
creó; celebraban sus novenarios con ayunos sujetos solo a queso y miel y a clavarse
espinas de maguey en las rodillas.
Los nuevos pobladores recordando a la reverenciada indita, le dedicaron la primera
calle que se formó dándole su nombre: Hoy es el final de la calle Juárez.
14. 14
Raza de Gigantes
Hace unos cientos de miles de años, por allá en los albores de la vida cuando la tierra apenas
empezaba a enfriarse y las lluvias eran torrenciales, por la superficie de este mundo resonaban
con firmeza las pisadas de gigantes que eran los amos y señores de todo lo creado, porque su
inteligencia sobrepasaba el nivel de cualquier otra criatura del Reino Animal.
Su porte altivo; sus facciones tan finas y aristócratas, que ni la Grecia Antigua vio seres tan
perfectos, y sus cuerpos atléticos y bien proporcionados no tenían par en el universo.
Construyeron enormes ciudades y sus palacios no han sido siquiera soñados por el hombre
moderno porque combinaron lo bello con lo práctico y lo cómodo con lo seguro.
A la par que la tierra, que les daba abundantes cosechas, cultivaban las Bellas Artes, porque
su civilización era muy avanzada. Tan maravilloso era su sistema de vida que muchos todavía
no creen que hayan existido. ¡Pero existieron! De eso no hay la menor duda y basta con mirar
al Cerro del Muerto para comprobar que todo fue verdad.
La guerra y el odio estaban ausentes de sus almas. Nunca, como entonces, la paz fue tan
fraternal y duradera sobre la tierra. Así vivieron incontables siglos: Amando todo cuanto les
rodeaba. La naturaleza siempre pródiga, les daba todo. Pero... ¡ni si quiera en ese verdadero
paraíso terrenal la dicha era eterna! Y así llegó el día en que todo tuvo que terminarse por un
cataclismo geológico que la tierra a experimentado infinidad de veces: temblores la sacudieron
en convulsiones de muerte; desgarrando a su paso ciudades enteras con sus habitantes.
Al fin, volvieron la paz y la estabilidad, pero el mundo de los gigantes estaba casi totalmente
destruido y su población asustada de que volviera a suceder algo semejante.
De entre los sobrevivientes quedó una joven pareja: VERLÉ, el príncipe del país del norte y que
su nombre significa CALIENTES PRIMAVERAS, y KIRLE la princesa de la ciudad del sur y que
su nombre significa AGUAS CRISTALINAS.
Ellos fueron los elegidos para ir a hablar con Dios. Después de prepararse, llegaron a su
presencia y el Señor les dijo:
- Aunque sé a que han venido, quiero oírlo de sus labios;
- Nuestras ciudades han sido destruidas y somos muy pocos los sobrevivientes.
- Ustedes tendrán que emigrar a otras tierras ya que lo que sucedió ahora, puede volver a
suceder;
- Pero ¡Amamos nuestra tierra! queremos seguir viviendo ahí
- De quedarse, perecerán todos por falta de condiciones adecuadas.
- Señor; no queremos en forma alguna rebelarnos, pero deseamos quedarnos ¿será posible?
- ¡Sí! pero se quedarán para toda la eternidad.
... Al regresar a su tierra avisaron a los pocos que quedaban su decisión.
CALIENTES PRIMAVERAS se tendió en la tierra que tanto quería, con la cabeza hacia el Sur.
AGUAS CRISTALINAS colocó su cabeza frente a la de su esposo e inclinó un poco el cuerpo
hacia el Suroeste. A la distancia, el resto de aquella raza de gigantes tomó la posición que más
les acomodaba, para esperar la eternidad.
Cuatro de los más valientes caballeros que se llamaban: GALFO: BONA TIERRA; TALT: AGUA
CLARA, KILSE: CIELO CLARO, y MÁCHI: GENTE BUENA; hincaron una rodilla en tierra e
inclinaron sus cabezas a esperar el final.
En esos momentos, un largo eclipse empezó a obscurecer la tierra, y cuando siete horas
después volvió a aparecer el sol, no se veía por ninguna parte un ser viviente; los gigantes eran
ya enormes cerros, de entre los cuales destacaban las figuras de los príncipes, vistos desde las
estribaciones de la sierra de Guajolotes, en el punto que queda precisamente arriba del
poblado que hoy conocemos Pedregal Primero, sobre la carretera que conduce a Calvillo.
Desde la ciudad de Aguascalientes, solo se aprecia la figura yaciente de VERLÉ, al que
actualmente, se le conoce por el Cerro del Picacho o Cerro del Muerto.
Destacan también los cuatro capitanes: que ahora conocemos: Al Sur el Cerro de Los Gallos
que fuera conocido por AGUA CLARA; Al Norte el Cerro de San Juan, en el macizo montañoso
de Tepezalá, conocido por CIELO CLARO; un kilómetro adelante, el Cerro de Altamira que un
buen día llevará el nombre de BUENA GENTE, y más allá hacia el Poniente distinguimos a
TIERRA BUENA que es ahora el Cerro del Laurel muy cerca del poblado de Calvillo.
Pero ésos gigantes no han muerto. Vigilan nuestras vidas y nos han heredado su espiritualidad,
su amor a la familia, su amor por nuestra tierra.
Su influencia ha sido tan grande, que de los nombres de los príncipes entrelazados le dieron el
nombre de “AGUASCALIENTES” a nuestra ciudad, y el de los 4 militares existen en el escudo
de nuestro Estado. Mientras esos gigantes sigan ahí, nuestra Tierra Bendita, no perecerá
Jamás.
15. 15
El Chan del Agua
La conjunción de dos culturas en las cuales el aspecto mágico y religioso del
agua tienen una gran preponderancia, desemboca en una serie de mitos y
leyendas populares como la que corría de boca en boca por el año de 1880
en esta Ciudad.
Existía en aquel entonces un charco llamado del Campanero, que se
formaba en el Cruce del Paso de Curtidores con el río del mismo nombre
(Pirules o San Pedro). La localización exacta correspondía en la actualidad
en el cruzamiento de la Prolongación de la calle Salvador Quezada Limón y
el Río San Pedro. Según se sabe, el charco servía para bañar a los caballos
de los soldados, pero también se identifica con la morada de un personaje
mítico cuyas características antropomórficas eran parecidas a un hombre-
lagarto, conocido como el Chan del Agua.
Los atributos masculinos de este monstruo eran aprovechados por las
damiselas de la época, quienes habiendo dado su mal paso, necesitaban
justificar el futuro alumbramiento de un nuevo ser a este valle de lágrimas.
Para lograr su objetivo, la incauta acudía a bañarse al charco en donde en
un ritual entre mágico y sensual quedaba preñada por el Chan. De esta
manera, el famoso personaje resultaba responsable de un sinnúmero de
desgracias, siendo padre de más de cuatro y atiborrando los registros
parroquiales de nacimientos con el apellido Chan del Agua.
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Conclusión
En conclusión diría que los mitos y las
leyendas son parte de cada región, como la
vegetación y la fauna de un lugar.
Cada leyenda o mito trasmite distintas
sensaciones, tales puedes ser temor o
curiosidad.
Pienso que lo malo de las leyendas es que
como se trasmite de generación en generación
y de manera de oral, lo cual puede que
presente cambios en la siguiente generación.
La lectura de este tipo de textos ayuda a la
preservación de la cultura que existe en cada
región.
Este proyecto me gusto mucho porque leí
leyendas de Aguascalientes que no conocía, lo
bueno es que mis padres las conocían y me fue
mas interesante conocerlas.