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Índice



Origines de la deuda externa argentina ----------------------------------------------------- 1

La década del 70-----------------------------------------------------------------------------------2

La década del 80-----------------------------------------------------------------------------------5

La década del 90-----------------------------------------------------------------------------------8

La década del 2000----------------------------------------------------------- -------------------10

Análisis María Lucía Losada-------------------------------------------------------------------11

Análisis María Sol Morales---------------------------------------------------------------------12

Bibliografía-----------------------------------------------------------------------------------------13
Deuda Externa Argentina.

Orígenes de la deuda externa Argentina
Bernardino Rivadavia fue el inventor local de “la deuda eterna”. En 1824, siendo
Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, autorizó pedir un préstamo
a la Baring Brothers (Inglaterra) por un millón de libras esterlinas. Este préstamo
fue impuesto como parte de la estrategia geopolítica de dominación de Gran
Bretaña, para condicionarnos económicamente e impedir nuestro crecimiento
como Nación independiente. Respondió más a las necesidades inglesas de
asegurarse la subordinación colonial que a necesidades locales.
El argumento para pedir el préstamo fue el supuesto propósito de construir un
puerto, fundar ciudades y dar aguas corrientes a Bs.As. (nada de eso se hizo
finalmente). Con algunas honrosas excepciones y resistencias, se aprobó pedido y
se autorizo a un ”consorcio” (Guillermo y Juan Parish Roberston, Braulio costa,
Miguel Siglos y J. Pablo Sáenz Valiente) para negociarlo en Londres al 70 % de su
valor. La estafa era tan evidente que el principal banquero ingles (Nathan
Rostschild) se abstuvo de participar, y finalmente se negoció con la casa Baring.
El país se comprometió por una deuda de 1.000.000 de Libras al 6 % de interés
anual garantizada con rentas y hasta con tierra pública. Del millón de Libras se
descontó la comisión del “consorcio” (120.000), intereses y “servicios”
adelantados, quedando en definitiva un saldo de 560.000 Libras, que debía recibir
Bs.As. por el 1.000.000 que se endeudaba. Cuando el gobierno reclama el envío
del dinero, Baring remite 2.000 en monedas de oro, 62.000 en letras de cambio
(papelitos) y propone por “prudencia de mandar dinero a tanta distancia”, dejar
depositado en su banco los 500.000 restantes, pagando 3 % de interés anual. (Un
negocio redondo. Pedir dinero, al 6 % y prestarlo al 3 % “al mismo prestamista”) Ni
se construyó el puerto ni se puso un solo caño en Bs.As. Se pago catorce veces la
deuda, hasta cancelarla en 1.904.

Los Hermanos Baring no eran solamente banqueros, sino funcionarios de los
organismos de la política imperial: la Tesorería Británica, el Ministerio de
Hacienda, y de la Compañía de Indias. Rivadavia garantizó el pago de esa deuda
con las tierras públicas de Buenos Aires (Ley de enfiteusis). Posteriormente
extendió la garantía hipotecaria a todas las tierras públicas de la Nación. (“quedan
especialmente afectadas al pago de la deuda nacional, la tierra y demás bienes
inmuebles de propiedad pública cuya enajenación se prohíbe”).Ya no pudieron
venderse tierras públicas con fines de colonización.
Con el mismo propósito el Imperio Británico concedió préstamos a varios países
latinoamericanos (México, Colombia, Chile, Perú, Centroamérica) que se estaban
independizando de España. Firmaron, también, “acuerdos de comercio y amistad
recíprocos”, que otorgaron beneficios a los comerciantes ingleses que dominaban
en esas regiones.

Como era lógico suponer, faltó dinero para pagar esa deuda. En consecuencia, en
1828 se liquidó la escuadra naval y se dieron en pago dos fragatas que se estaban
construyendo en Inglaterra. De este modo, cuando se produjo la usurpación de las
Malvinas por los ingleses, cinco años más tarde, no hubo fuerza naval para
contrarrestarla. Obviamente, esto estuvo planificado por los acreedores, y su
cómplice, Rivadavia. Los mismos ingleses, admitieron el carácter fraudulento de
esta negociación. Ferdinand White, espía inglés, enviado por la Baring al Río de la
Plata, condenó los aspectos delictuosos de este acuerdo. Fue una operación
usurera, un acto de saqueo y sumisión y el primer acto de corrupción ligado a la
deuda externa. Según Scalabrini Ortiz, de la suma recibida, sólo llegaron al Río de
la Plata en oro, como estaba convenido, el 4% de lo pactado, o sean 20.678
libras.

LA década del 1970
La deuda externa se incrementó notablemente durante la dictadura militar la fuga
de capitales al extranjero como contrapartida de dicho endeudamiento, permitido
también por la liberalización de la cuenta de capital de la balanza de pagos.

El incremento de la fuga de capitales fue la contracara del espectacular aumento
de la deuda externa al operar ésta como una masa de capital liquido que se
valorizaba en el sistema financiero interno debido al diferencial entre la tasa de
interés local, a las cuales colocaban los fondos las grandes empresas, respecto de
la tasa de interés de los mercados financieros internacionales, a las que se
endeudaban, generando una renta financiera que luego fue colocada en el
extranjero por el capital concentrado interno. Todo esto confirmaba la estrecha
relación entre la fuga de capitales y el proceso de endeudamiento externo durante
el nuevo modelo de acumulación. La coincidente expansión de ambas variables no
respondió a un hecho casual, sino más bien que fueron la expresión de un mismo
fenómeno que consistió en el funcionamiento del endeudamiento externo en el
marco de un nuevo patrón de acumulación basado en la valorización financiera, en
el cual se instaló una etapa de fuerte endeudamiento externo seguido por la fuga
de capitales. Es por este motivo que el período de mayor crecimiento de la deuda
externa coincidió con el momento en que se generó la mayor cantidad de dinero
fugado al exterior.
Proceso de desindustrialización:

La industria nacional llegó a 1976 en las mejores condiciones de su historia. Esta
situación se sustentaba en los siguientes datos: a) acumulaba varias décadas de
crecimiento continuo, sólo interrumpida por crisis coyunturales, b) se encontraba
en un proceso de expansión que la había llevado hacia 1974 al uso de toda su
capacidad instalada, c) se lanzaban los nuevos proyectos de expansión de las
ramas básicas y d) las exportaciones de productos manufacturados habían
alcanzado su nivel más elevado hacia 1974.
Sin embargo, la instauración del modelo de valorización financiera por parte de la
dictadura militar tuvo como uno de sus principales resultados un proceso de
desindustrialización de la economía argentina, generado por diferentes causas.

En principio, el atraso cambiario, estimulado por el gobierno militar con el objetivo
de atraer al capital financiero internacional, unido a la apertura económica
realizada por esta dictadura, provocó un incremento importante de las
importaciones.
La dictadura militar utilizó diferentes medidas para favorecer las importaciones de
bienes, destacándose la reducción de tarifas arancelarias y la eliminación de
diferentes barreras no arancelarias, con el argumento de controlar los precios
internos para evitar los procesos inflacionarios y mejorar la calidad de los
productos fabricados en la economía argentina.
Este importante aumento de las importaciones generó el quiebre de numerosas
industrias locales que se veían en la imposibilidad de competir con los bienes
extranjeros o, de manera alternativa, se convirtieron en importadoras de los
productos que antes fabricaban localmente.
Por otro lado, el atraso cambiario tuvo como consecuencia la disminución de las
exportaciones de bienes manufacturados que comenzaron a retraerse fuertemente
a partir de fines de 1977.
Una segunda causa que estimuló el proceso de desindustrialización fueron las
elevadas tasas de interés cobradas por el sistema bancario local luego de la
reforma financiera, repercutiendo de manera negativa sobre el sector industrial.
Los costos financieros llegaron a niveles tan elevados que terminaron siendo más
importantes que los salarios en la estructura de costos de las empresas. Las
elevadas tasas de interés eran pagadas por los industriales a través de la toma de
nuevos créditos, lo cual fue generando un continuo incremento de las deudas de
las distintas empresas.
Este endeudamiento creciente llevó a las industrias a encarar diferentes
estrategias: a) algunas para poder sobrevivir optaron por la venta de activos fijos,
reducir costos y achicar sus estructuras para poder pagar sus compromisos, b)
otras industrias, en cambio, optaron por esperar una refinanciación de dicha
deuda, pero como nunca se produjo terminaron quebrando al no poder pagar la
deuda contraída. La tercer causa que condujo al proceso de desindustrialización
tiene que ver con el cambio en el comportamiento microeconómico de las grandes
empresas.
En efecto, algunas industrias se beneficiaron como consecuencia del nuevo
funcionamiento del sistema financiero. Estas eran generalmente grandes
industrias y obtenían ventajas por dos mecanismos: a) disponían de dinero y, por
lo tanto, se transformaron en prestamistas; b) pedían dinero en el extranjero a una
baja tasa de interés y lo colocaban, como dijimos, en el sistema financiero local
que pagaba una elevada tasa de interés y, de esta manera, con una operación
financiera dichas empresas obtenían grandes montos de ganancias.

Es decir, en ambos casos, estas empresas, como resultado del nuevo contexto
macroeconómico a partir de la instauración del modelo de valorización financiera,
se convirtieron en el corto plazo en financistas o especuladores, dejando de lado
su función de empresas productoras de bienes. En otras palabras, esas industrias
se transformaron en agentes financieros y dejaron de utilizar las empresas como
herramienta productiva.
Este resultado se debió a que los beneficios obtenidos en el sistema financiero
eran superiores a los conseguidos en el sistema productivo. Para estas empresas
la fabrica era un importante activo utilizado como garantía para tomar nuevos
créditos y utilizarlos para valorizarlos financieramente. Incuso comenzó a existir
operaciones de compra-venta de fabricas con el único objetivo de utilizarlas como
garantía de nuevos créditos, y no con el objetivo de incrementar su producción.
Como cuarta causa del proceso de desindustrialización podemos mencionar la
caída de la demanda local como consecuencia de la disminución del consumo al
caer el salario real de los trabajadores, generando una reducción de las ventas
realizadas por el sector industrial.
Además, los sectores altos de la población argentina, que vieron mejorado de
manera notable sus ingresos debido a las políticas económicas implementadas
por la dictadura militar, orientaron su demanda a los bienes importados o a los
servicios, a costa de la oferta industrial local.
El resultado de la unión de todos estos factores fue un fuerte proceso de
desindustrialización de la economía argentina. Dicho fenómeno se puede verificar
en las cifras del producto industrial que representó en 1982 un 20% por debajo de
1974.

Otra modificación importante introducida por el gobierno militar en la economía
argentina fue la reforma financiera realizada en 1977. Durante la industrialización
sustitutiva una de las funciones principales del Banco Central de la República
Argentina era regular el sistema financiero, lo cual implicaba, entre otras cosas,
regular la tasa de interés de la economía.
La reforma financiera introducida por la dictadura militar implicó la desregulación
del sistema financiero y, por lo tanto, la liberalización de la tasa de interés. Es
decir, la tasa de interés de la economía pasaba a ser fijada por el mercado.
Por otro lado, la reforma financiera prohibía al Banco Central financiar los déficit
públicos como sucedía durante la industrialización sustitutiva. De esta manera, a
partir de dicha reforma el déficit del Estado empezó a ser financiado en gran parte
en el mercado financiero local. Este resultado, junto con la liberalización de la tasa
de interés, produjo que la tasa de interés interna empezara a subir, incluso
estableciéndose por encima de la tasa de interés internacional.
Este proceso se unió con otra política económica llevada a cabo por la dictadura:
la liberalización de la cuenta de capital de la balanza de pagos; permitiendo que el
sector privado, específicamente los grandes grupos económicos, pudieran pedir
prestado dinero en el extranjero y fugarlo libremente.
Todas estas modificaciones posibilitaron que el capital concentrado interno se
endeudara en el exterior a una tasa de interés relativamente más baja para
colocarla en el sistema financiero local a una tasa de interés más elevada, es
decir, valorizaban financieramente en el mercado interno la masa dineraria que
pedían prestada en el extranjero. De esta manera, comenzó a generarse el gran
incremento de la deuda externa privada argentina, motorizada por el capital
concentrado interno. Por último, con posterioridad a la crisis financiera argentina
de 1981 y el estallido de la crisis mexicana al declarar la moratoria de su deuda
externa en 1982, se estatizó la deuda externa privada. De esta manera, la deuda
externa del sector privado, es decir, la deuda de los grandes grupos económicos,
se transfirió al sector público.

Es así como el endeudamiento externo pasó de 8.280 millones de dólares en 1976
a 45.087 millones de dólares en 1983.



La década de los 80
La década de los ochenta, y limitándonos al contexto económico, se ve restringida
a la problemática de la deuda externa, período generalmente reconocido como la
década perdida.
Esta crisis de la deuda respondió a un proceso de endeudamiento, el cual se
explica a partir de variables externas e internas.
Entre las variables externas encontramos un contexto internacional caracterizado
por una gran liquidez de capitales. Esta liquidez fue producto de los dólares
emitidos por los Estados Unidos para financiar el déficit de su balanza de pagos,
por tanto la creciente reserva de dólares multiplicó los recursos del sistema
bancario internacional. El aumento de los precios del petróleo, desde 1973, generó
otra fuente adicional de liquidez: parte de los excedentes del hidrocarburo se
depositaron en los bancos internacionales y ampliaron su capacidad prestable. Así
fue que los capitales fluyeron libremente entre y hacia diversos mercados.

A medida que la demanda de crédito de los clientes tradicionales disminuía,
debido a la recesión en los países industriales, los depósitos de los exportadores
de petróleo y otras fuentes optaron por mercados alternativos. Por tanto, los
bancos comenzaron a otorgar créditos a prestatarios que anteriormente se
consideraban marginales, como los países de América Latina. Y los gobiernos de
estos países prefirieron los créditos privados, porque los bancos no aplicaban casi
ninguna condicionalidad para el desembolso de sus préstamos.
Las políticas fiscales y monetarias de los Estados Unidos jugaron un papel
decisivo en la determinación de las tasas de interés en los mercados
internacionales y en los movimientos de capitales. Además, el aumento de las
tasas de interés durante el gobierno de Reagan agravó el problema de la deuda
en los países latinoamericanos.
Con referencia a las variables internas encontramos : los intereses del gobierno
militar y el nuevo modelo de acumulación que buscaron implementar. El nuevo
modelo de acumulación se sustentó en la valorización financiera. Necesitaba,
concomitantemente, para su funcionamiento un flujo continuo de capitales. El
P.R.N. logró conseguirlos a través de fuentes internas, como la redistribución del
ingreso, y fuentes externas, en la afluencia de capitales externos.
Todos estos condicionantes operaron en el contexto del gobierno democrático de
Raúl Alfonsín de 1983 quien asumió con una gran crisis económica que incluía
inflación, incertidumbre, especulación, gran déficit fiscal y deuda externa. Los
conceptos que caracterizaban a la economía Argentina, por ese entonces, incluían
estancamiento y fuerte vulnerabilidad externa.
El gobierno constitucional intentó, en principio, continuar con la política salarial
expansiva iniciada durante la retirada militar y negociar una salida política al
sobreendeudamiento. Podemos vislumbrar un aumento en la participación
porcentual de los sueldos y salarios en el ingreso Nacional de 26% en 1983 a casi
45% en 1987. No obstante, “en 1985 terminó por aceptar las reglas de los
acreedores para renegociar la deuda externa, pero adoptó un programa
heterodoxo de estabilización”. El Plan Austral aplicado por la administración
radical fue parte del programa heterodoxo. Combinó medidas como el
congelamiento de precios y salarios, la desindexación de la economía y la
creación de una nueva moneda, con otras de corte ortodoxo, que apuntaban a
resolver los problemas estructurales de la economía como, por ejemplo, un
excesivo gasto público, la emisión espuria de moneda, el proteccionismo y los
subsidios.
Con respecto a la deuda externa, el pago de los servicios consumía altos montos
de los ingresos del Estado. El endeudamiento llegó a U$S 45.000 millones , el
equivalente a 5 años de exportaciones. Por ello se buscó la refinanciación de la
deuda, que a cambio exigía por parte del FMI la adopción de políticas orientadas a
un aumento en la capacidad inmediata de pago de los servicios de la deuda.
Básicamente significaba establecer medidas de ajuste al gasto público, mayor
recaudación impositiva y adquisición de nuevos créditos externos.
El Estado afrontaba a su vez: un déficit creciente por el crecido aparato de
servicios sociales, reducción de las recaudaciones, inexistencia de créditos
externos e internos. Concomitantemente, el problema repercutía en una inflación
permanente que distorsionaba las condiciones de la economía, y afectaba la
propia capacidad del Estado para gobernar efectivamente la economía y la
sociedad.
La crisis de la deuda, entonces, condujo a una espiral inflacionaria cuando el
Gobierno no pudo adoptar medidas lo suficientemente correctivas.
En este período la pobreza (Grafico 3) alcanzó un 12% de los hogares. Entre 1980
y 1986 la desigualdad urbana continuó aumentando (aproximadamente un 8% del
Gini). Lo acontecido con la desigualdad y el nivel de actividad económica, en el
contexto de la crisis, determinaron otra considerable elevación (casi duplicación)
de la incidencia de la pobreza hacia 1986. Este deterioro se acentuó en los años
de la hiperinflación, período donde la pobreza llegó al 38% de los hogares.

Tasa de pobreza del Gran Buenos Aires desde 1980 a 1990.
La década de los noventa.
Los logros de la política económica de los noventa fueron básicamente un
crecimiento importante del PBI y de los niveles de inversión en los primeros años,
y hasta 1998, y el logro de una razonable estabilidad del nivel general de precios.
En relación a la década anterior entonces, hubo una recuperación aunque algunos
economistas han estimado que podría haberse esperado una recuperación mayor.
Este es el caso del recientemente galardonado Premio Nóbel en economía Finn
E. Kydland que en su trabajo “La década perdida de la Argentina y su
recuperación subsiguiente” concluye que: “Las predicciones del modelo
neoclásico del crecimiento se confirman con la evidencia de la depresión de la
década perdida…”, pero al mismo tiempo señala que: “…la inversión no se
recuperó en la década subsiguiente de los años 90 tan rápidamente como debía,
según ese mismo modelo”.
Pero más allá de esa observación, es indudable que el crecimiento
económico, con un marco de estabilidad importante, constituyó el principal
resultado positivo de la década de la convertibilidad. La sensación de vivir en una
sociedad que estaba camino a convertirse en una economía desarrollada y
estable, generó cambios en el comportamiento de los argentinos que, tal como
había ocurrido durante la gestión de Martínez de Hoz, se sintieron ciudadanos
de un imaginario país poderoso. Pero no pueden dejar de señalarse los “costos”
que aparecieron asociados a las transformaciones que se operaban en la
economía. Como consecuencia de las privatizaciones, de la reducción de
funciones del Estado y del proceso de desindustrialización y concentración de
la actividad económica se produjeron efectos muy negativos sobre la tasa de
desempleo.
La desocupación se disparó de un 6,9 %, a comienzos de la década, a un18.4 %
a mediados de1994 y permaneció en torno al 15% hasta el final de la misma.
Sin contar el aumento que también se operó en los niveles de subempleo,

se puede afirmar que el proceso de los noventa multiplico por 2,5 las personas sin
trabajo. En el marco de la reestructuración de la economía parecía que el sistema
generaba una población “excedente” equivalente al 15 % de la población
económicamente activa.Como ya hemos detallado en notas anteriores (“La
Decadencia Argentina”, y “Argentina, Malthus y la Pobreza”, Suplemento Debates,
28/11/04 y 7/11/04) el aumento de la pobreza y la exclusión social, la
concentración de la riqueza y la desigual distribución del ingreso alcanzaron
durante los noventa, y con su desenlace en la crisis del 2001, niveles de
tragedia. La expulsión de mano de obra del sector público, ligada al proceso
de privatización de empresas, y un proceso de desindustrialización que se fue
agudizando a medida que la oferta local de bienes industriales fue siendo
sustituida por productos importados explican buena parte de ese aumento de la
tasa de desempleo abierto.El creciente atraso cambiario, el aumento del
desempleo, las cada vez mayores dificultades del sector industrial nacional, la
concentración de la riquezay una objetiva discriminación a favor de los sectores
financieros internacionales constituyeron la otra cara de la dorada medalla de la
década de los noventa.
Otra consecuencia del modelo fue un creciente nivel de endeudamiento
externo, que era permanentemente ignorado por los responsables de la política
económica. La ingenua confianza en el mecanismo de la “caja de conversión”,
en sentido estricto alentó el crecimiento desmesurado de la deuda externa durante
la convertibilidad. En 1991 la deuda externa argentina era del orden de los 60.000
millones de dólares (en su mayoría contraída durante el gobierno militar de 1976 a
1982) y hasta el año 2000 creció casi un140%. Buena parte de ella surgida a partir
de la imprudencia fiscal que llevó a que, a pesar de los ingresos por
privatizaciones, el déficit del sector público se tornara explosivo a fines de los
noventa. El Estado argentino terminaría anunciando el “default” de la deuda en un
insólito discurso de asunción a la Presidencia de la Nación del Dr. Adolfo
Rodríguez Saa. Hoy, a casi tres años de aquel suceso, Argentina está aun
intentando llevar adelante un complicado y aun incierto proceso de
reestructuración de su deuda. La forma acelerada en que creció la deuda en la
década de los noventa puede apreciarse claramente en el gráfico.
La década del 2000


La revolución tecnológica, liderada por las comunicaciones y lo financiero, llevó a
la actual globalización, con economías en desarrollo con mercados emergentes
que dan lugar a un intenso aunque volátil flujo de capitales. Ya no son préstamos
directos de la banca internacional como con los petrodólares, por lo que ante
dificultades en el servicio de la deuda su renegociación es muy compleja y dilatada
en el tiempo. Por otra parte, crisis de balance de pagos en un país provocan un
rápido "contagio" en otros, como fue el caso de Asia y el default de un país en
transición como Rusia pone en tela de juicio las posibilidades de pago puntual de
la deuda externa de otros .
La Argentina mantiene sus tradicionales condiciones básicas para el cumplimiento
de su deuda externa:

- es el país en desarrollo con mayor ingreso per cápita, que implica capacidad de
pago.

- es un país institucionalizado, sin guerras externas ni domésticas.

- reconoce el derecho de propiedad.

- La deuda pública argentina se acerca al 50% del producto y se calificaría como
prudente en el marco del Acuerdo de Maastrich que generó el euro y que limita
esa relación al 70%, que es el promedio actual de los países desarrollados
(OECD: deuda federal: 71,7% del PBI).
Sin embargo, la deuda identificada como de tenedores locales (inversores
argentinos) es reducida y la tasa de interés negociada para colocar nueva deuda
(12%) es elevada por el riesgo país.
Para ubicar a nuestro país en una comparación internacional ligada a la deuda,
son útiles las calificaciones del Banco Mundial. Estas estimaciones incluyen no
sólo la deuda pública federal si no también la privada, que en la década de los
años noventa creció particularmente con obligaciones negociables emitidas por
empresas privatizadas.
Aclarada la diversa metodología de las estimaciones oficiales argentinas con
relación a las del Banco Mundial, pasemos a considerar los números básicos de
esta última. según las cuales somos un "país de ingreso medio alto" (38
economías con u$s 3000 a 9.265 per capita, junto con Corea, Brasil y Chile) pero
también "fuertemente endeudada", categoría que incluye 46 países en total, de
los cuales 4 son de América del Sud (Argentina, Brasil, Perú y Ecuador) y el resto
economías pequeñas, mayoritariamente de Centroamérica y Africa.
Análisis

María Lucía Losada
La deuda argentina a lo largo de su endeudamiento externo, tanto público como
privado, no hace más que dejar en evidencia las malas decisiones y proyecciones
de los distintos gobernantes y personalidades que tomaron poder durante las
últimas décadas.

El endeudamiento de Argentina, no se vio acompañado por un proyecto de
inversión que asegurara la aparición de industrialización y crecimiento en cuanto a
servicios y beneficios para la población. Al contrario, se aplicaron políticas
económicas erróneas, que fomentaban las privatizaciones. Se condujo a la
sociedad a una economía ficticia, pasajera, que luego se tuvo que atener a las
consecuencias.

Es por eso que la deuda externa es una problemática que continua afectando a
todos los argentinos, acarrea desde su comienzo obstáculos para el desarrollo del
país. Un país, que además de encontrarse en una situación de deuda, también se
ve damnificado por la falta de planes económicos concretos y poco benéficos para
la sociedad, generando una subordinación que hace que la Argentina no pueda
progresar.

En mi opinión, es de suma importancia que la deuda se salde, para lograr una
estabilidad verdadera y dejen de existir las dependencias. También creo que es
relevante que la historia argentina sirva como ejemplo para no dejarnos engañar
nunca más, y así no volver a repetir los mismos errores que alguna vez se
cometieron y que impidieron el avance que podría llegar a tener un país como el
nuestro, que posee tanta riqueza, tanto natural como cultural.
Análisis



María Sol Morales


Desde mi punto de vista la deuda externa argentina es sinónimo de estancamiento
y vulnerabilidad.Si bien es una realidad que la Argentina es un pais que contrajo
deudas desde muy temprano, las mismas no produjeron ningún avance o
beneficio a dicho país. La corrupción, la ineficacia de los gobernantes al tomar
medidas económicas poco eficientes generaron que el país afiance mas su
relación de dependencia y por sobre toda las cosas se logro establecer
globalmente a a la argentina como un país productor de materias primas, incapaz
de poseer industrias.


La Deuda externa es el peor de los males que puede contraer un país, y a medida
que transcurre el tiempo el monto de la misma aumenta sideralmente. El país se
desmorona lentamente y los gobernantes hacen caso omiso. Esta deuda es el
causal de que haya desconecto social y que el país no pueda establecerse como
potencia mundial. ¿Viviremos toda la vida hipotecados? ¿o seremos capaces de
reivindicarnos mundialmente?.
BIBLIOGRAFIA.


PROFUNDIZACIÓN DE LA POBREZA EN AMÉRICA LATINA
El caso de Argentina 1995-1999 Mariana Calvento.

ARGENTINA Y LOS NOVENTA: La otra década perdida Alfredo Félix Blanco.

El modelo económico de la dictadura militar por el Grupo de Estudio de Economía
Nacional y Popular (geenap)

DEUDA EXTERNA ARGENTINA Estrategia para su solución Lic. Enrique Folcini.

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Monografía Deuda Externa

  • 1. Índice Origines de la deuda externa argentina ----------------------------------------------------- 1 La década del 70-----------------------------------------------------------------------------------2 La década del 80-----------------------------------------------------------------------------------5 La década del 90-----------------------------------------------------------------------------------8 La década del 2000----------------------------------------------------------- -------------------10 Análisis María Lucía Losada-------------------------------------------------------------------11 Análisis María Sol Morales---------------------------------------------------------------------12 Bibliografía-----------------------------------------------------------------------------------------13
  • 2. Deuda Externa Argentina. Orígenes de la deuda externa Argentina Bernardino Rivadavia fue el inventor local de “la deuda eterna”. En 1824, siendo Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, autorizó pedir un préstamo a la Baring Brothers (Inglaterra) por un millón de libras esterlinas. Este préstamo fue impuesto como parte de la estrategia geopolítica de dominación de Gran Bretaña, para condicionarnos económicamente e impedir nuestro crecimiento como Nación independiente. Respondió más a las necesidades inglesas de asegurarse la subordinación colonial que a necesidades locales. El argumento para pedir el préstamo fue el supuesto propósito de construir un puerto, fundar ciudades y dar aguas corrientes a Bs.As. (nada de eso se hizo finalmente). Con algunas honrosas excepciones y resistencias, se aprobó pedido y se autorizo a un ”consorcio” (Guillermo y Juan Parish Roberston, Braulio costa, Miguel Siglos y J. Pablo Sáenz Valiente) para negociarlo en Londres al 70 % de su valor. La estafa era tan evidente que el principal banquero ingles (Nathan Rostschild) se abstuvo de participar, y finalmente se negoció con la casa Baring. El país se comprometió por una deuda de 1.000.000 de Libras al 6 % de interés anual garantizada con rentas y hasta con tierra pública. Del millón de Libras se descontó la comisión del “consorcio” (120.000), intereses y “servicios” adelantados, quedando en definitiva un saldo de 560.000 Libras, que debía recibir Bs.As. por el 1.000.000 que se endeudaba. Cuando el gobierno reclama el envío del dinero, Baring remite 2.000 en monedas de oro, 62.000 en letras de cambio (papelitos) y propone por “prudencia de mandar dinero a tanta distancia”, dejar depositado en su banco los 500.000 restantes, pagando 3 % de interés anual. (Un negocio redondo. Pedir dinero, al 6 % y prestarlo al 3 % “al mismo prestamista”) Ni se construyó el puerto ni se puso un solo caño en Bs.As. Se pago catorce veces la deuda, hasta cancelarla en 1.904. Los Hermanos Baring no eran solamente banqueros, sino funcionarios de los organismos de la política imperial: la Tesorería Británica, el Ministerio de Hacienda, y de la Compañía de Indias. Rivadavia garantizó el pago de esa deuda con las tierras públicas de Buenos Aires (Ley de enfiteusis). Posteriormente extendió la garantía hipotecaria a todas las tierras públicas de la Nación. (“quedan especialmente afectadas al pago de la deuda nacional, la tierra y demás bienes inmuebles de propiedad pública cuya enajenación se prohíbe”).Ya no pudieron venderse tierras públicas con fines de colonización.
  • 3. Con el mismo propósito el Imperio Británico concedió préstamos a varios países latinoamericanos (México, Colombia, Chile, Perú, Centroamérica) que se estaban independizando de España. Firmaron, también, “acuerdos de comercio y amistad recíprocos”, que otorgaron beneficios a los comerciantes ingleses que dominaban en esas regiones. Como era lógico suponer, faltó dinero para pagar esa deuda. En consecuencia, en 1828 se liquidó la escuadra naval y se dieron en pago dos fragatas que se estaban construyendo en Inglaterra. De este modo, cuando se produjo la usurpación de las Malvinas por los ingleses, cinco años más tarde, no hubo fuerza naval para contrarrestarla. Obviamente, esto estuvo planificado por los acreedores, y su cómplice, Rivadavia. Los mismos ingleses, admitieron el carácter fraudulento de esta negociación. Ferdinand White, espía inglés, enviado por la Baring al Río de la Plata, condenó los aspectos delictuosos de este acuerdo. Fue una operación usurera, un acto de saqueo y sumisión y el primer acto de corrupción ligado a la deuda externa. Según Scalabrini Ortiz, de la suma recibida, sólo llegaron al Río de la Plata en oro, como estaba convenido, el 4% de lo pactado, o sean 20.678 libras. LA década del 1970 La deuda externa se incrementó notablemente durante la dictadura militar la fuga de capitales al extranjero como contrapartida de dicho endeudamiento, permitido también por la liberalización de la cuenta de capital de la balanza de pagos. El incremento de la fuga de capitales fue la contracara del espectacular aumento de la deuda externa al operar ésta como una masa de capital liquido que se valorizaba en el sistema financiero interno debido al diferencial entre la tasa de interés local, a las cuales colocaban los fondos las grandes empresas, respecto de la tasa de interés de los mercados financieros internacionales, a las que se endeudaban, generando una renta financiera que luego fue colocada en el extranjero por el capital concentrado interno. Todo esto confirmaba la estrecha relación entre la fuga de capitales y el proceso de endeudamiento externo durante el nuevo modelo de acumulación. La coincidente expansión de ambas variables no respondió a un hecho casual, sino más bien que fueron la expresión de un mismo fenómeno que consistió en el funcionamiento del endeudamiento externo en el marco de un nuevo patrón de acumulación basado en la valorización financiera, en el cual se instaló una etapa de fuerte endeudamiento externo seguido por la fuga de capitales. Es por este motivo que el período de mayor crecimiento de la deuda externa coincidió con el momento en que se generó la mayor cantidad de dinero fugado al exterior.
  • 4. Proceso de desindustrialización: La industria nacional llegó a 1976 en las mejores condiciones de su historia. Esta situación se sustentaba en los siguientes datos: a) acumulaba varias décadas de crecimiento continuo, sólo interrumpida por crisis coyunturales, b) se encontraba en un proceso de expansión que la había llevado hacia 1974 al uso de toda su capacidad instalada, c) se lanzaban los nuevos proyectos de expansión de las ramas básicas y d) las exportaciones de productos manufacturados habían alcanzado su nivel más elevado hacia 1974. Sin embargo, la instauración del modelo de valorización financiera por parte de la dictadura militar tuvo como uno de sus principales resultados un proceso de desindustrialización de la economía argentina, generado por diferentes causas. En principio, el atraso cambiario, estimulado por el gobierno militar con el objetivo de atraer al capital financiero internacional, unido a la apertura económica realizada por esta dictadura, provocó un incremento importante de las importaciones. La dictadura militar utilizó diferentes medidas para favorecer las importaciones de bienes, destacándose la reducción de tarifas arancelarias y la eliminación de diferentes barreras no arancelarias, con el argumento de controlar los precios internos para evitar los procesos inflacionarios y mejorar la calidad de los productos fabricados en la economía argentina. Este importante aumento de las importaciones generó el quiebre de numerosas industrias locales que se veían en la imposibilidad de competir con los bienes extranjeros o, de manera alternativa, se convirtieron en importadoras de los productos que antes fabricaban localmente. Por otro lado, el atraso cambiario tuvo como consecuencia la disminución de las exportaciones de bienes manufacturados que comenzaron a retraerse fuertemente a partir de fines de 1977. Una segunda causa que estimuló el proceso de desindustrialización fueron las elevadas tasas de interés cobradas por el sistema bancario local luego de la reforma financiera, repercutiendo de manera negativa sobre el sector industrial. Los costos financieros llegaron a niveles tan elevados que terminaron siendo más importantes que los salarios en la estructura de costos de las empresas. Las elevadas tasas de interés eran pagadas por los industriales a través de la toma de nuevos créditos, lo cual fue generando un continuo incremento de las deudas de las distintas empresas. Este endeudamiento creciente llevó a las industrias a encarar diferentes estrategias: a) algunas para poder sobrevivir optaron por la venta de activos fijos, reducir costos y achicar sus estructuras para poder pagar sus compromisos, b) otras industrias, en cambio, optaron por esperar una refinanciación de dicha
  • 5. deuda, pero como nunca se produjo terminaron quebrando al no poder pagar la deuda contraída. La tercer causa que condujo al proceso de desindustrialización tiene que ver con el cambio en el comportamiento microeconómico de las grandes empresas. En efecto, algunas industrias se beneficiaron como consecuencia del nuevo funcionamiento del sistema financiero. Estas eran generalmente grandes industrias y obtenían ventajas por dos mecanismos: a) disponían de dinero y, por lo tanto, se transformaron en prestamistas; b) pedían dinero en el extranjero a una baja tasa de interés y lo colocaban, como dijimos, en el sistema financiero local que pagaba una elevada tasa de interés y, de esta manera, con una operación financiera dichas empresas obtenían grandes montos de ganancias. Es decir, en ambos casos, estas empresas, como resultado del nuevo contexto macroeconómico a partir de la instauración del modelo de valorización financiera, se convirtieron en el corto plazo en financistas o especuladores, dejando de lado su función de empresas productoras de bienes. En otras palabras, esas industrias se transformaron en agentes financieros y dejaron de utilizar las empresas como herramienta productiva. Este resultado se debió a que los beneficios obtenidos en el sistema financiero eran superiores a los conseguidos en el sistema productivo. Para estas empresas la fabrica era un importante activo utilizado como garantía para tomar nuevos créditos y utilizarlos para valorizarlos financieramente. Incuso comenzó a existir operaciones de compra-venta de fabricas con el único objetivo de utilizarlas como garantía de nuevos créditos, y no con el objetivo de incrementar su producción. Como cuarta causa del proceso de desindustrialización podemos mencionar la caída de la demanda local como consecuencia de la disminución del consumo al caer el salario real de los trabajadores, generando una reducción de las ventas realizadas por el sector industrial. Además, los sectores altos de la población argentina, que vieron mejorado de manera notable sus ingresos debido a las políticas económicas implementadas por la dictadura militar, orientaron su demanda a los bienes importados o a los servicios, a costa de la oferta industrial local. El resultado de la unión de todos estos factores fue un fuerte proceso de desindustrialización de la economía argentina. Dicho fenómeno se puede verificar en las cifras del producto industrial que representó en 1982 un 20% por debajo de 1974. Otra modificación importante introducida por el gobierno militar en la economía argentina fue la reforma financiera realizada en 1977. Durante la industrialización sustitutiva una de las funciones principales del Banco Central de la República Argentina era regular el sistema financiero, lo cual implicaba, entre otras cosas, regular la tasa de interés de la economía.
  • 6. La reforma financiera introducida por la dictadura militar implicó la desregulación del sistema financiero y, por lo tanto, la liberalización de la tasa de interés. Es decir, la tasa de interés de la economía pasaba a ser fijada por el mercado. Por otro lado, la reforma financiera prohibía al Banco Central financiar los déficit públicos como sucedía durante la industrialización sustitutiva. De esta manera, a partir de dicha reforma el déficit del Estado empezó a ser financiado en gran parte en el mercado financiero local. Este resultado, junto con la liberalización de la tasa de interés, produjo que la tasa de interés interna empezara a subir, incluso estableciéndose por encima de la tasa de interés internacional. Este proceso se unió con otra política económica llevada a cabo por la dictadura: la liberalización de la cuenta de capital de la balanza de pagos; permitiendo que el sector privado, específicamente los grandes grupos económicos, pudieran pedir prestado dinero en el extranjero y fugarlo libremente. Todas estas modificaciones posibilitaron que el capital concentrado interno se endeudara en el exterior a una tasa de interés relativamente más baja para colocarla en el sistema financiero local a una tasa de interés más elevada, es decir, valorizaban financieramente en el mercado interno la masa dineraria que pedían prestada en el extranjero. De esta manera, comenzó a generarse el gran incremento de la deuda externa privada argentina, motorizada por el capital concentrado interno. Por último, con posterioridad a la crisis financiera argentina de 1981 y el estallido de la crisis mexicana al declarar la moratoria de su deuda externa en 1982, se estatizó la deuda externa privada. De esta manera, la deuda externa del sector privado, es decir, la deuda de los grandes grupos económicos, se transfirió al sector público. Es así como el endeudamiento externo pasó de 8.280 millones de dólares en 1976 a 45.087 millones de dólares en 1983. La década de los 80 La década de los ochenta, y limitándonos al contexto económico, se ve restringida a la problemática de la deuda externa, período generalmente reconocido como la década perdida. Esta crisis de la deuda respondió a un proceso de endeudamiento, el cual se explica a partir de variables externas e internas. Entre las variables externas encontramos un contexto internacional caracterizado por una gran liquidez de capitales. Esta liquidez fue producto de los dólares emitidos por los Estados Unidos para financiar el déficit de su balanza de pagos, por tanto la creciente reserva de dólares multiplicó los recursos del sistema bancario internacional. El aumento de los precios del petróleo, desde 1973, generó
  • 7. otra fuente adicional de liquidez: parte de los excedentes del hidrocarburo se depositaron en los bancos internacionales y ampliaron su capacidad prestable. Así fue que los capitales fluyeron libremente entre y hacia diversos mercados. A medida que la demanda de crédito de los clientes tradicionales disminuía, debido a la recesión en los países industriales, los depósitos de los exportadores de petróleo y otras fuentes optaron por mercados alternativos. Por tanto, los bancos comenzaron a otorgar créditos a prestatarios que anteriormente se consideraban marginales, como los países de América Latina. Y los gobiernos de estos países prefirieron los créditos privados, porque los bancos no aplicaban casi ninguna condicionalidad para el desembolso de sus préstamos. Las políticas fiscales y monetarias de los Estados Unidos jugaron un papel decisivo en la determinación de las tasas de interés en los mercados internacionales y en los movimientos de capitales. Además, el aumento de las tasas de interés durante el gobierno de Reagan agravó el problema de la deuda en los países latinoamericanos. Con referencia a las variables internas encontramos : los intereses del gobierno militar y el nuevo modelo de acumulación que buscaron implementar. El nuevo modelo de acumulación se sustentó en la valorización financiera. Necesitaba, concomitantemente, para su funcionamiento un flujo continuo de capitales. El P.R.N. logró conseguirlos a través de fuentes internas, como la redistribución del ingreso, y fuentes externas, en la afluencia de capitales externos. Todos estos condicionantes operaron en el contexto del gobierno democrático de Raúl Alfonsín de 1983 quien asumió con una gran crisis económica que incluía inflación, incertidumbre, especulación, gran déficit fiscal y deuda externa. Los conceptos que caracterizaban a la economía Argentina, por ese entonces, incluían estancamiento y fuerte vulnerabilidad externa. El gobierno constitucional intentó, en principio, continuar con la política salarial expansiva iniciada durante la retirada militar y negociar una salida política al sobreendeudamiento. Podemos vislumbrar un aumento en la participación porcentual de los sueldos y salarios en el ingreso Nacional de 26% en 1983 a casi 45% en 1987. No obstante, “en 1985 terminó por aceptar las reglas de los acreedores para renegociar la deuda externa, pero adoptó un programa heterodoxo de estabilización”. El Plan Austral aplicado por la administración radical fue parte del programa heterodoxo. Combinó medidas como el congelamiento de precios y salarios, la desindexación de la economía y la creación de una nueva moneda, con otras de corte ortodoxo, que apuntaban a resolver los problemas estructurales de la economía como, por ejemplo, un excesivo gasto público, la emisión espuria de moneda, el proteccionismo y los subsidios. Con respecto a la deuda externa, el pago de los servicios consumía altos montos
  • 8. de los ingresos del Estado. El endeudamiento llegó a U$S 45.000 millones , el equivalente a 5 años de exportaciones. Por ello se buscó la refinanciación de la deuda, que a cambio exigía por parte del FMI la adopción de políticas orientadas a un aumento en la capacidad inmediata de pago de los servicios de la deuda. Básicamente significaba establecer medidas de ajuste al gasto público, mayor recaudación impositiva y adquisición de nuevos créditos externos. El Estado afrontaba a su vez: un déficit creciente por el crecido aparato de servicios sociales, reducción de las recaudaciones, inexistencia de créditos externos e internos. Concomitantemente, el problema repercutía en una inflación permanente que distorsionaba las condiciones de la economía, y afectaba la propia capacidad del Estado para gobernar efectivamente la economía y la sociedad. La crisis de la deuda, entonces, condujo a una espiral inflacionaria cuando el Gobierno no pudo adoptar medidas lo suficientemente correctivas. En este período la pobreza (Grafico 3) alcanzó un 12% de los hogares. Entre 1980 y 1986 la desigualdad urbana continuó aumentando (aproximadamente un 8% del Gini). Lo acontecido con la desigualdad y el nivel de actividad económica, en el contexto de la crisis, determinaron otra considerable elevación (casi duplicación) de la incidencia de la pobreza hacia 1986. Este deterioro se acentuó en los años de la hiperinflación, período donde la pobreza llegó al 38% de los hogares. Tasa de pobreza del Gran Buenos Aires desde 1980 a 1990.
  • 9. La década de los noventa. Los logros de la política económica de los noventa fueron básicamente un crecimiento importante del PBI y de los niveles de inversión en los primeros años, y hasta 1998, y el logro de una razonable estabilidad del nivel general de precios. En relación a la década anterior entonces, hubo una recuperación aunque algunos economistas han estimado que podría haberse esperado una recuperación mayor. Este es el caso del recientemente galardonado Premio Nóbel en economía Finn E. Kydland que en su trabajo “La década perdida de la Argentina y su recuperación subsiguiente” concluye que: “Las predicciones del modelo neoclásico del crecimiento se confirman con la evidencia de la depresión de la década perdida…”, pero al mismo tiempo señala que: “…la inversión no se recuperó en la década subsiguiente de los años 90 tan rápidamente como debía, según ese mismo modelo”. Pero más allá de esa observación, es indudable que el crecimiento económico, con un marco de estabilidad importante, constituyó el principal resultado positivo de la década de la convertibilidad. La sensación de vivir en una sociedad que estaba camino a convertirse en una economía desarrollada y estable, generó cambios en el comportamiento de los argentinos que, tal como había ocurrido durante la gestión de Martínez de Hoz, se sintieron ciudadanos de un imaginario país poderoso. Pero no pueden dejar de señalarse los “costos” que aparecieron asociados a las transformaciones que se operaban en la economía. Como consecuencia de las privatizaciones, de la reducción de funciones del Estado y del proceso de desindustrialización y concentración de la actividad económica se produjeron efectos muy negativos sobre la tasa de desempleo. La desocupación se disparó de un 6,9 %, a comienzos de la década, a un18.4 % a mediados de1994 y permaneció en torno al 15% hasta el final de la misma. Sin contar el aumento que también se operó en los niveles de subempleo, se puede afirmar que el proceso de los noventa multiplico por 2,5 las personas sin trabajo. En el marco de la reestructuración de la economía parecía que el sistema generaba una población “excedente” equivalente al 15 % de la población económicamente activa.Como ya hemos detallado en notas anteriores (“La Decadencia Argentina”, y “Argentina, Malthus y la Pobreza”, Suplemento Debates, 28/11/04 y 7/11/04) el aumento de la pobreza y la exclusión social, la concentración de la riqueza y la desigual distribución del ingreso alcanzaron durante los noventa, y con su desenlace en la crisis del 2001, niveles de tragedia. La expulsión de mano de obra del sector público, ligada al proceso de privatización de empresas, y un proceso de desindustrialización que se fue
  • 10. agudizando a medida que la oferta local de bienes industriales fue siendo sustituida por productos importados explican buena parte de ese aumento de la tasa de desempleo abierto.El creciente atraso cambiario, el aumento del desempleo, las cada vez mayores dificultades del sector industrial nacional, la concentración de la riquezay una objetiva discriminación a favor de los sectores financieros internacionales constituyeron la otra cara de la dorada medalla de la década de los noventa. Otra consecuencia del modelo fue un creciente nivel de endeudamiento externo, que era permanentemente ignorado por los responsables de la política económica. La ingenua confianza en el mecanismo de la “caja de conversión”, en sentido estricto alentó el crecimiento desmesurado de la deuda externa durante la convertibilidad. En 1991 la deuda externa argentina era del orden de los 60.000 millones de dólares (en su mayoría contraída durante el gobierno militar de 1976 a 1982) y hasta el año 2000 creció casi un140%. Buena parte de ella surgida a partir de la imprudencia fiscal que llevó a que, a pesar de los ingresos por privatizaciones, el déficit del sector público se tornara explosivo a fines de los noventa. El Estado argentino terminaría anunciando el “default” de la deuda en un insólito discurso de asunción a la Presidencia de la Nación del Dr. Adolfo Rodríguez Saa. Hoy, a casi tres años de aquel suceso, Argentina está aun intentando llevar adelante un complicado y aun incierto proceso de reestructuración de su deuda. La forma acelerada en que creció la deuda en la década de los noventa puede apreciarse claramente en el gráfico.
  • 11. La década del 2000 La revolución tecnológica, liderada por las comunicaciones y lo financiero, llevó a la actual globalización, con economías en desarrollo con mercados emergentes que dan lugar a un intenso aunque volátil flujo de capitales. Ya no son préstamos directos de la banca internacional como con los petrodólares, por lo que ante dificultades en el servicio de la deuda su renegociación es muy compleja y dilatada en el tiempo. Por otra parte, crisis de balance de pagos en un país provocan un rápido "contagio" en otros, como fue el caso de Asia y el default de un país en transición como Rusia pone en tela de juicio las posibilidades de pago puntual de la deuda externa de otros . La Argentina mantiene sus tradicionales condiciones básicas para el cumplimiento de su deuda externa: - es el país en desarrollo con mayor ingreso per cápita, que implica capacidad de pago. - es un país institucionalizado, sin guerras externas ni domésticas. - reconoce el derecho de propiedad. - La deuda pública argentina se acerca al 50% del producto y se calificaría como prudente en el marco del Acuerdo de Maastrich que generó el euro y que limita esa relación al 70%, que es el promedio actual de los países desarrollados (OECD: deuda federal: 71,7% del PBI). Sin embargo, la deuda identificada como de tenedores locales (inversores argentinos) es reducida y la tasa de interés negociada para colocar nueva deuda (12%) es elevada por el riesgo país. Para ubicar a nuestro país en una comparación internacional ligada a la deuda, son útiles las calificaciones del Banco Mundial. Estas estimaciones incluyen no sólo la deuda pública federal si no también la privada, que en la década de los años noventa creció particularmente con obligaciones negociables emitidas por empresas privatizadas. Aclarada la diversa metodología de las estimaciones oficiales argentinas con relación a las del Banco Mundial, pasemos a considerar los números básicos de esta última. según las cuales somos un "país de ingreso medio alto" (38 economías con u$s 3000 a 9.265 per capita, junto con Corea, Brasil y Chile) pero también "fuertemente endeudada", categoría que incluye 46 países en total, de los cuales 4 son de América del Sud (Argentina, Brasil, Perú y Ecuador) y el resto economías pequeñas, mayoritariamente de Centroamérica y Africa.
  • 12. Análisis María Lucía Losada La deuda argentina a lo largo de su endeudamiento externo, tanto público como privado, no hace más que dejar en evidencia las malas decisiones y proyecciones de los distintos gobernantes y personalidades que tomaron poder durante las últimas décadas. El endeudamiento de Argentina, no se vio acompañado por un proyecto de inversión que asegurara la aparición de industrialización y crecimiento en cuanto a servicios y beneficios para la población. Al contrario, se aplicaron políticas económicas erróneas, que fomentaban las privatizaciones. Se condujo a la sociedad a una economía ficticia, pasajera, que luego se tuvo que atener a las consecuencias. Es por eso que la deuda externa es una problemática que continua afectando a todos los argentinos, acarrea desde su comienzo obstáculos para el desarrollo del país. Un país, que además de encontrarse en una situación de deuda, también se ve damnificado por la falta de planes económicos concretos y poco benéficos para la sociedad, generando una subordinación que hace que la Argentina no pueda progresar. En mi opinión, es de suma importancia que la deuda se salde, para lograr una estabilidad verdadera y dejen de existir las dependencias. También creo que es relevante que la historia argentina sirva como ejemplo para no dejarnos engañar nunca más, y así no volver a repetir los mismos errores que alguna vez se cometieron y que impidieron el avance que podría llegar a tener un país como el nuestro, que posee tanta riqueza, tanto natural como cultural.
  • 13. Análisis María Sol Morales Desde mi punto de vista la deuda externa argentina es sinónimo de estancamiento y vulnerabilidad.Si bien es una realidad que la Argentina es un pais que contrajo deudas desde muy temprano, las mismas no produjeron ningún avance o beneficio a dicho país. La corrupción, la ineficacia de los gobernantes al tomar medidas económicas poco eficientes generaron que el país afiance mas su relación de dependencia y por sobre toda las cosas se logro establecer globalmente a a la argentina como un país productor de materias primas, incapaz de poseer industrias. La Deuda externa es el peor de los males que puede contraer un país, y a medida que transcurre el tiempo el monto de la misma aumenta sideralmente. El país se desmorona lentamente y los gobernantes hacen caso omiso. Esta deuda es el causal de que haya desconecto social y que el país no pueda establecerse como potencia mundial. ¿Viviremos toda la vida hipotecados? ¿o seremos capaces de reivindicarnos mundialmente?.
  • 14. BIBLIOGRAFIA. PROFUNDIZACIÓN DE LA POBREZA EN AMÉRICA LATINA El caso de Argentina 1995-1999 Mariana Calvento. ARGENTINA Y LOS NOVENTA: La otra década perdida Alfredo Félix Blanco. El modelo económico de la dictadura militar por el Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (geenap) DEUDA EXTERNA ARGENTINA Estrategia para su solución Lic. Enrique Folcini.