2. Empezar a escribir una historia es tan
complejo como dejar pasar el tiempo entre
tus dedos sin que el silencio de la duda se
haga una intrépida búsqueda de lo que
cree una vez perdió, dejando el volar a la
deriva y surcando las miradas que
alrededor de la soledad, han dejado de ser
solo una carita pintada en el cuaderno del
crío que tuvieron en aquel verano.
3. La noche llegó con el escrito del viernes y
el pensar en que sería de nuevo sensato
abrirse camino entre los recuerdos que
quedaban y la voz que se hacía más
endeble, tomé mi maleta, con tres mudas
hechas desde el miércoles, decidí creer
que era mejor abordar el bus de las cuatro
que la espera por una flota que desde el
pasado invierno ya no pasa por aquí.
4. Tomarme un café, mirar el árbol que
sembré cuando aún era un crío, hacer
remembranza de la primera vez que bailé
con la niña que me ilusionó y sentir como
el viento que pasa por mi rostro hacía más
tersa mi olvidada juventud, me llevaban a
la magia de ese misterioso mundo que una
vez cubrió de calidez mis años y que hoy
son solo retratos pegados en mi memoria.
5. La escuela y las calles del barrio, la noche
vigilante y el jugar a las escondidas, el
comer suspiros y llevar una canica en los
bolsillos, hacían fresca la niñez, patear
piedras, dejar que la lluvia mojara nuestras
ropas, colocar las monedas en los rieles
por donde pasaría el tren de las seis,
hacían que el tiempo se hiciera una hilera
de sueños entre lo que se vivía y lo que se
esperaba.
6. Las arrugas que hoy danzan en mi rostro,
desnudan la inocencia que aún
permanecen en el rincón donde alguna
vez, una chica con su voz angelical, había
adornado con sus manos y sus labios, que
rozaron los míos una y otra vez, mientras
las vela de los diez años, se encendía y el
cántico de un onomástico más, se adhería
a las paredes de la vieja casa maternal.
7. Yo pedía al universo que el ayer solo fuera
eso y que no marcara mi presente, que la
media tarde tuviera el helado de vainilla,
que en el cuaderno aún reposaran los
poemas iniciales de mi juventud, que mis
zapatos de tenis amarillentos por los días
sin lavar aún estuvieran debajo de la cama
y que el reloj de pared siguiera con su tic-
tac sin vacilar.
8. Mis ojos aún ven el horizonte, mis oídos
aún oyen tu voz, mis manos aún acarician
como en la primera vez, mi gusto por saber
a qué sabe la miel de tus labios y el olfato
intacto por tu aroma, hacen que el
encuentro que nos debemos, aún sea un
plan romántico que lleve flores, con una
canción de cuerdas y un firmamento
azulado para sellar que mi amor por ti
conserva la inocencia de la niñez.