Las huellas dactilares ofrecen un medio infalible de identificación personal y suplantan a otros métodos para establecer la identidad de los criminales debido a que las huellas no cambian a diferencia de otras características personales; el primer uso documentado de huellas dactilares para identificación fue por Sir Guillermo Herschel en 1858 en la India y desde entonces las huellas permiten plena identificación de individuos como un preciso indicio.