La autora discute cómo la sobreexposición de la vida personal en las redes sociales ha eliminado la privacidad y cómo todos pertenecemos al ámbito de la fama. Ella argumenta que la cultura digital y la cultura letrada no deberían verse como enemigas, ya que cada una responde a un momento histórico. Hoy en día, somos parte de comunidades sociales en línea donde exponemos nuestra vida y necesitamos la mirada de los demás para confirmar nuestra existencia, a diferencia del yo burgués del siglo XIX que tenía otras formas de