1. GRADO EN LENGUA Y LITERATURA ESPAÑOLAS ROCÍO FERNÁNDEZ GARCÍA 76940526Y
TEXTOS LITERARIOS MODERNOS CENTRO ASOCIADO DE SANTANDER- CANTABRIA
PED 1: EL ROMANTICISMO
El texto a analizar se trata de la rima IV de Gustavo Adolfo Domínguez Bastida (1836-1870), extraído
de su libro Rimas, compilado y publicado post mortem por sus amigos1 en el 1871 del volumen original
titulado Libro de los gorriones que escribió el autor del que sólo llegó a publicar quince poemas. Son las
Rimas un conjunto de 84 poemas clasificados en cuatro bloques temáticos: reflexiones generales sobre la
poesía y el amor (rimas I-XI); rimas de amor exaltado y radiante (rimas XII-XXIX); desengaño y angustia en
el amor (rimas XXX-LI); sentimiento de dolor insondable, angustia y muerte (rimas LII- LXXXIV). La rima
IV va a estar dedicada por lo tanto a su labor como poeta amoroso.
Aunque la mayor parte de su obra fue escrita en prosa (Cartas literarias a una mujer, Desde mi celda y
las Leyendas, tan populares estas como las Rimas) y que su principal actividad fue la de colaborador
infatigable en diversas publicaciones; su fama literaria le viene fundamentalmente por las Rimas.
La poesía de Bécquer se sitúa en la segunda mitad del siglo XIX, caracterizada esta época por una
reacción a la exageración pasional romántica y que comúnmente se conoce como posromanticismo. Por lo
tanto va a ser la de este periodo una poesía breve, fresca, sobria, sencilla que arranca de la poesía
tradicional, que no vulgar. Nuestro autor va a dar buena nota de todo ello en sus Rimas, como luego
veremos.
El poema aborda el tema metaliterario de la esencia de la poesía unida al sentimiento amoroso, en
concreto, a la mujer. Este tema se mezcla con la impotencia por dominar la propia lengua y por el carácter
1
eterno e inmortal de la poesía, que está presente en el mundo independientemente de que existan poetas o
motivos para la poesía.
El poema consta de cuatro versos introductorios, tres endecasílabos y el cuarto, hexasílabo; y cuatro
estrofas de ocho versos de rima asonante (í-a) en los pares, dejando los impares libres, combinando
endecasílabos con heptasílabos, excepto el último que es hexasílabo y se repite al final de cada estrofa a
modo de estribillo. Todo ello nos hace pensar que estamos ante una estancia (cuatro estrofas finales) a las
que se les ha añadido la estrofa inicial. El hecho de que la rima sea asonante es importante puesto que lo
que le interesa a Bécquer es conseguir un estilo sencillo, libre de reglas, alejado de la esclavitud de la rima
consonante; además conviene señalar la relación que mantiene este tipo de rima con el romance y la poesía
popular, cercana a la hablada.
El poema se estructura en dos partes. La primera arranca con cuatro versos que sirven de
presentación y condensan muy bien la idea fundamental que expondrá in crescendo hasta el final del poema
en las cuatro estrofas siguientes que forman la segunda parte; esto es, el carácter perdurable de la poesía
que se encuentra en todo el macrocosmos universal y el microcosmos personal: naturaleza en la segunda
estrofa, misterio de la vida en la tercera estrofa, sentimientos contradictorios, inexplicables, recuerdos en la
cuarta estrofa y el amor en la quinta estrofa. La afirmación rotunda de que después de todo habrá poesía la
quiere demostrar el autor en las cuatro estrofas que siguen al exordio, desarrollando gradualmente de lo
general a lo particular la esencia inmortal de la poesía, que es el amor, independientemente de que existan
o no los poetas. El dar vida propia a una idea le viene a Bécquer del neoplatonismo. La idea de que la
poesía subsiste por ella misma por encima de todo nos retrotrae hasta Platón; y es que Bécquer debe mucho
1
Ramón Rodríguez Correa, Augusto Ferrán y Narciso Campillo entre otros.
2. al clasicismo. Su afán de búsqueda de la perfección, de equilibrio, de mesura, de contención, su idealismo,
el deseo de armonizar los contrarios va a estar muy presentes en toda su obra.
Comienza el yo poético en diálogo con un vosotros, dirigiéndose a una segunda persona de plural (no
digáis) que puede hacer alusión a sus compañeros poetas, extraída esta conclusión de cualquier
conversación de cualquier reunión literaria del Madrid de finales del XIX; o en su defecto, pudiera ser
producto de una divagación a la que haya llegado el poeta fruto de algún trabajo periodístico del momento.
En cualquier caso lo que sí está claro es que Bécquer parece responder a alguien que escépticamente cree
que la poesía se está acabando por no tener asuntos de que tratar (falta de asuntos) y para ello utiliza el
subjuntivo exhortativo. En estos cuatro versos iniciales mediante la metáfora de su tesoro alude a los temas,
a la memoria de lo vivido por los poetas (“todo el mundo siente. Solo a algunos seres les es dado guardar
como un tesoro la memoria viva de lo que han sentido” de Cartas literarias a una mujer2). El verso 2 expone
con el hipérbaton, mediante metonimia de la lira por la poesía y personificación de la misma (enmudeció) el
asunto del poema. El hecho de personificar la lira es fundamental en el preámbulo puesto que la
lira/instrumento musical/poesía está ligada a Apolo, es el atributo del dios músico y poeta por excelencia, le
da vida al instrumento musical para darle importancia, ya que de la poesía y de los poetas va a hablar en
este poema. No se puede olvidar al hacer alusión a la lira que la poesía de Bécquer es tremendamente
armónica, rítmica y musical.
Termina la estrofa con una afirmación simple y concisa de gran efectividad que va a repetirse al final
de las cuatro estrofas siguientes reforzada por la exclamación (vv. 12, 20, 28, 36) pero que aquí se expresa
en futuro imperfecto mediante coordinación adversativa (vv. 3 y 4). Aunque no haya poetas siempre habrá 2
poesía porque la poesía es belleza y si hay belleza hay poesía. La poesía, la belleza y el amor son inmortales
(vv. 3 siempre) y sobrepasarán al tiempo, de ahí el uso del futuro en el estribillo (habrá poesía), mientras que
todo lo demás se expresa en subjuntivo y se mueve en el terreno de la eventualidad, de la hipótesis
(palpiten, vista, lleve, haya, alcance, haya, resista, sepa, haya…).
La segunda estrofa explica una de las razones inspiradoras por las que seguirá existiendo la poesía,
esto es, por la naturaleza en primavera. Esta estrofa se articula con la oración principal habrá poesía de la
que dependen las otras cuatro oraciones subordinadas temporales paralelas encabezadas por la conjunción
mientras en anáfora paralelística3. El empleo de la exclamación es una forma de cerrar la estrofa de forma
impactante. Los signos exclamativos que los románticos utilizaron tanto para indicar el éxtasis, el
desenfreno de la expresión amorosa; en Bécquer se utilizan en este caso para dar contundencia en una
afirmación, pero no para exagerar lo emotivo. El último verso a modo de epifonema, condensa y prolonga
el mensaje proporcionando en el lector un eco perdurable que resuena. Los ecos a la poesía popular en el
estribillo son notables, queriendo conseguir sencillez con la frase corta, ausente de artificios; no hay que
olvidar que para Bécquer la síntesis de la poesía se encontraba en el verso del pueblo. La poesía
becqueriana tiene además de la influencia popular andaluza, la poesía romántica de los lied alemanes de
Heine y la poesía de Byron.
Las imágenes que ofrece para aludir a la naturaleza, a la realidad sensible representada abarcan la
percepción visual (las ondas de luz, el sol vista las nubes de fuego y oro), olfativa (el aire lleve perfumes), audible
2
Otro eco neoplatónico que nos pone en relación con la teoría del conocimiento que afirmaba que conocer es recordar, el poeta recuerda y
tiene la capacidad de poner por escrito con mayor facilidad esos recuerdos, así va conociendo un poco mejor el mundo.
3
Mientras las ondas de la luz palpiten…, mientras el sol vista…, mientras el aire lleve…mientras haya primavera…
3. (el aire lleve armonías), y esta realidad externa de la naturaleza (mientras haya en el mundo primavera) la
entronca con la poesía; con el intento de los poetas por plasmarla en palabras. Llama la atención la
expresión inicial (mientras las ondas de luz al beso palpiten encendidas) que utiliza el poeta para comenzar a
explicar en dónde radica la poesía o por qué razón existe la poesía. Al leer ondas de luz no podemos por
menos que recordar el siglo de las luces y todo lo que conlleva de racional. Estas ondas aparecen
contrapuestas en hipérbole al beso, algo sensorial, emocional. En el poema veremos que en más de una
ocasión Bécquer opone estos dos ámbitos de la razón y la emoción, para mostrar la batalla eterna en que se
debaten los hombres por encontrar un equilibrio entre sentimientos contradictorios.
Para terminar con esta estrofa plagada de personificaciones (ondas de luz palpiten, el sol vista, el aire en
su regazo) e hipérbatos hay que destacar en la expresión de esta naturaleza primaveral la alusión que hace
de nuevo a la música al hablar de armonías, porque la poesía la entiende como música y equilibrio de
armonías, de sonoridad, de ritmo equilibrado y paralelístico presente en cada una de las rimas de nuestro
autor.
La estrofa tercera alude a los límites de la ciencia a pesar del progreso (siempre avanzando) para
explicar el mundo, ya que no todo puede ser explicable mediante la ciencia (recordemos de nuevo la
alusión y la importancia de la ciencia en la Ilustración) y la oposición razón-ciencia/corazón-poesía; por lo
tanto la poesía es necesaria para tratar de explicar ese misterio, ese caos inicial vital marcado con los
hipérbatos (la ciencia no alcance a descubrir las fuentes de la vida, haya un abismo en el mar o en el cielo que
resista al cálculo, un misterio para el hombre). La poesía intentará dar respuesta subjetiva a las eternas
preguntas de la humanidad sobre de dónde venimos y a dónde vamos. Esa imposibilidad científica 3
aparece reflejada con las negaciones de los verbos personales (no alcance, resista, no sepa). En esta estrofa se
expande y precisa el campo de actuación de la poesía adentrándose aquí en lo desconocido, en lo incógnito,
en lo indescifrable e inalcanzable, en el misterio y el enigma del origen y del fin del hombre y el problema
del destino humano. Si en la estrofa anterior se centraba en el universo, en la naturaleza del mundo, ahora
va a centrarse en el origen del mundo (abismo en el mar o en el cielo4) para pasar de ahí a la humanidad y
centrarse en el hombre en la estrofa siguiente. Bécquer vendría a plantear que la poesía puede ser una
respuesta a la ignorancia, ofrece así la posibilidad del conocimiento a través de la poesía.
La cuarta estrofa especifica el campo de actuación humano del que hablábamos antes y expone de
nuevo con la anáfora (mientras) y con el paralelismo sintáctico que perpetuará hasta el final del poema la
dialéctica del dualismo corazón frente a razón. Además muestra cómo el caos universal de la estrofa
anterior lo traslada ahora al caos individual y personal. Esa lucha interna del corazón, del alma espiritual se
plasma muy bien con el reflexivo (se sienta, se ríe, se llore) frente a lo exterior, a lo corpóreo (labios, llanto,
pupila). Esa contradicción que a veces puede llegar a sentir el hombre se refuerza con el adverbio sin (se
ríe…sin que…rían, se llore…sin que…el llanto). Y finalmente en claro paralelismo con la poesía deja al final
del verso a las esperanzas y recuerdos5, o sea, el futuro que puede llegar y el pasado vivido frente a la
poesía, presente, perdurable, inmortal y eterna. Esa variedad paralelística (acrecentada con el políptoton: se
ríe, rían; haya, habrá), enumerativa (el alma, el llanto, el corazón, la cabeza, esperanzas y recuerdos), bimembre
(corazón y cabeza, esperanzas y recuerdos) y contrastiva (reír frente a llorar) es más abundante en esta estrofa
4
Clara contraposición entre lo terrenal y lo espiritual. Otro ejemplo de cómo Bécquer juega constantemente con el equilibrio de los contrarios,
con los paralelismos y periodos bimembres para expresar sus sentimientos a través de la naturaleza.
5
Llama la atención que deja estratégicamente situados al final del verso antes del estribillo de las cuatro últimas estrofas, los temas posibles
donde radica la belleza que puede ser motivo del poema (vv. 11 primavera, vv. 19 un misterio para el hombre, vv. 27 esperanzas y recuerdos,
vv. 35 una mujer hermosa)
4. en particular que sigue dándole vida y personificando los diferentes campos que abarca la poesía (el alma y
los labios ríen, metonimias por el hombre; el llanto acude; el corazón y la cabeza batallan).
Ya para terminar, la quinta y última estrofa refleja la síntesis de todo el universo poético becqueriano,
esto es, el resumen de toda la existencia de un hombre se concentra en el amor, en la belleza femenina, que
sirve para alcanzar la unión entre lo terrenal y lo espiritual, simbolizada en el beso salvador. Esta
manifestación tímida y discreta del amor se palpa visualmente entre amado y amante como un espejo y
casi como un espejo construye Bécquer su arquitectura en equilibrio de los versos largos y cortos
intercalados (ojos que reflejen…ojos que los miran, labio suspirando…labio que suspira). La unión se consuma en
el beso y en las dos almas confundidas.
Como es bien sabido, Bécquer forma ya parte de los grandes manuales de literatura universal como
icono del romanticismo español, junto con Rosalía de Castro, y no en vano, por su voz única dentro de la
poesía intimista y subjetiva, que rechaza las normas y tiende a la libertad, a la esencia de las sensaciones
-de ahí que sea una poesía sustantiva más que adjetiva-, a la sencillez formal más que al ornamento, en la
que prima la pasión frente a la razón. Esta voz magistral que supo sacar lo vivo de lo muerto en la tradición
y que hace poesía de la poesía hizo que fuera admirado por buena parte de los grandes poetas en lengua
castellana desde Unamuno, cuyo libro Teresa es una imitación becqueriana o desde Antonio Machado en su
primer libro, pasando por el primer Juan Ramón Jiménez, por Rafael Alberti, Luis Cernuda, Lorca… hasta
Luis Rosales. Incluso uno de estos autores llegará a coger uno de sus versos para titular su obra (Donde
habite el olvido de Cernuda). Todos ellos lo tienen como referente porque la poesía a lo largo del siglo XX se
ha ido alejando de la sujeción métrica y estrófica y ha ido centrándose en las imágenes, los símbolos, las 4
reiteraciones y los paralelismos, elementos estos que para Bécquer eran de primer orden.