Este soneto de Francisco de Quevedo describe cómo el amor domina todos sus sentidos y pensamientos, absorbiéndolo en un éxtasis amoroso que no le da tregua ni reposo. El poeta expresa que su amor ha inundado sus gemidos y memorias, dejándolo en ruinas y destrozos. Finalmente, invita a otros amantes a estudiar su dolor para aprender sobre la constancia en el amor.