Chile experimentó un crecimiento económico durante este período gracias a las exportaciones agrícolas y mineras. La minería de plata y cobre se expandió significativamente, impulsando otras industrias. El estado promovió políticas como reformas tributarias y de aduanas para fomentar el comercio exterior. Sin embargo, surgieron tensiones políticas entre liberales y conservadores, lo que llevó a rebeliones como la de 1859 en Talca y Copiapó contra el gobierno autoritario.