La pintura románica se caracterizaba por enseñar y decorar mediante el uso predominante del dibujo sobre el color. Era principalmente religiosa y se realizaba principalmente al fresco con colores puros sin mezclar y de forma plana sin profundidad ni volumen. Algunos ejemplos notables son las pinturas de Santa María de Taüll del siglo XII y los frescos de San Isidoro de León.