La población de Europa y España está envejeciendo y creciendo a menor ritmo debido a bajas tasas de natalidad. La población española supera los 45 millones pero está distribuida de forma desigual, siendo mayor en zonas costeras. Desde los años 90, España pasó de ser un país emigrante a uno inmigrante, recibiendo casi 5 millones de personas de otros países, principalmente de África y América Latina, lo que ha ayudado a desacelerar el envejecimiento y aumentar la natalidad.