Oliverio era un príncipe que nunca quería bañarse porque sabía que sus padres no lo castigarían. Un día, su abuela ideó un plan para terminar con la suciedad de Oliverio: hizo que todo el reino amaneciera muy sucio para que ni él pudiera resistirse a limpiarse. A partir de entonces, Oliverio decidió mantenerse siempre limpio.