El documento describe el culto a la Santa Muerte en México, una figura sincrética con raíces en las creencias prehispánicas aztecas sobre los dioses de la muerte. Aunque algunas iglesias lo consideran diabólico, el culto ha ido ganando aceptación y se le atribuyen poderes de protección, suerte y sanación. El culto incluye ofrendas como velas, flores y tequila ante estatuillas de la Santa Muerte.