1. Una de las mejores riquezas de El Salvador es su gente. El
encanto de sus habitantes le ha valido el nombre de "el país
de la sonrisa". Más de seis millones de habitantes, un 90% de
mestizos, un 5% de indígenas y el otro 5% de descendientes
europeos pueblan el país.
El Salvador guarda un rico pasado de culturas indígenas que se
manifiestan en las danzas, las narraciones y las costumbres producto de la
mezcla entre lo indígena y lo español. Las festividades populares van
siempre acompañadas de las danzas folclóricas con trajes y máscaras de
gran colorido.
Una tradición muy común en todo el territorio salvadoreño son las alegres
fiestas patronales de los diferentes pueblos, las
cuales están siempre acompañadas de bailes, trajes,
grupos, comida, instrumentos y música propia del
folklore salvadoreño. Semana santa es una época en
la cual conmemoramos la pasión, muerte y
resurrección de Jesucristo, época en la cual cada
persona debe reflexionar y asistir a las distintas
actividades de representación popular.
Texistepeque celebras sus fiestas patronales en honor a la virgen de Belén
y a San Esteban Protomártir desde el 19 al 27 de diciembre, tiempo
durante el cual hay muchas fiestas, bailes, grupos artísticos, payasadas,
etc… no pueden faltar los juegos mecánicos y deliciosos platillos típicos.
También celebramos semana santa, dando
inicio con la procesión del domingo de ramos,
el lunes santo con los tradicionales Talcigüines
y se finaliza el domingo de resurrección.
2. La Mujer de Blanco: Cuentan nuestros abuelos
que esta mujer es de apariencia tenebrosa y que
anda vagando en las calles a media noche, se le
ha visto en callejones o cerca de los cementerios.
Según cuentan lleva una pena muy grande y ha
sido condenada a vagar por las calles sin rumbo
lamentando su dolor. Muchas personas la han
llegado a comparar con la llorona pero tienen
características distintas.
La Siguanaba: Según lo que cuenta la leyenda, todos los trasnochadores
están propensos a encontrarla. Sin embargo, persigue con más insistencia a
los hombres enamorados, a los Don Juanes que
hacen alarde de sus conquistas amorosas. A estos,
la Siguanaba se les aparece generalmente en
cualquier estanque de agua en altas horas de la
noche, o a orillas de ríos según otras versiones. La
ven bañándose con guacal de oro y peinando su
hermoso cabello negro con un peine del mismo
metal, su bello cuerpo se trasluce a través del
camisón. Dicen las tradiciones que el hombre
que la mira se vuelve loco por ella. Entonces, la
Siguanaba lo llama, y se lo va llevando hasta un
barranco. Enseña la cara cuando ya se lo ha
ganando, su rostro se vuelve como de muerta y
putrefacto, sus ojos se salen de sus cuencas y se tornan rojos como si
sangraran, su antes tersa y delicada piel se torna arrugada y verduzca,
sus uñas crecen y suelta una estridente risa que paraliza de terror al que
la escucha.
La Carreta Chillona: según cuentan esta carreta pasa por
las principales calles de los pueblos buscando a aquellos
que son chambrosos, mentirosos y burlones para callarles
la boca, causándoles temor.