Se ha vuelto habitual hablar de tecnología como si fuera un sector especial de la economía que consiste en la fabricación de productos electrónicos sofisticados, la creación de software, y la prestación de servicios que dependen de la tecnología de la información.
2. Se ha vuelto habitual hablar de tecnología como si fuera un sector especial de la
economía que consiste en la fabricación de productos electrónicos sofisticados, la
creación de software, y la prestación de servicios que dependen de la tecnología de la
información.
Esta es una definición demasiado escueta. Cada técnica que los seres humanos han
inventado, desde el hacha de piedra en adelante, es tecnología. La capacidad de los
humanos para inventar tecnologías es su principal característica. Por otra parte, las
nuevas tecnologías como el ordenador e Internet, tienen efectos que se encuentran muy
lejos del sector de la tecnología, en sentido estricto. Necesitamos evaluar las
innovaciones contemporáneas en un contexto más amplio. He aquí seis puntos sobre
estos cambios.
3. La penetración de las recientes innovaciones en la tecnología de las
comunicaciones ha sido sorprendentemente rápida. A finales de 2015, había más
de 7.000 millones de suscripciones de telefonía móvil, una tasa de penetración
del 97% frente al 10% de 2000. El acceso a Internet aumentó del 7% al 43% en el
mismo periodo. En términos económicos, esto ha dado lugar al auge del comercio
electrónico, la transformación de las industrias cuyos productos se pueden
convertir en bits (la música, el cine y las noticias, por ejemplo) y el surgimiento
de la economía colaborativa. En el ámbito social, ha alterado la interacción
humana. Con respecto a la política, ha afectado a las relaciones entre
gobernantes y gobernados.
4. Existe una brecha digital sustancial. En 2015, el 81% de los hogares de países
desarrollados tenía acceso a Internet, en los países emergentes la proporción fue
del 34% y en los países menos desarrollados no superaba el 7%.
5. La llegada de Internet y de los móviles no ha logrado generar un repunte sostenido
del crecimiento de la productividad. Esto es más evidente en EEUU, la economía
más productiva e innovadora del mundo durante más de un siglo. La producción
por hora trabajada en EEUU creció a un ritmo del 3% anual en los 10 años previos
a 1966. A partir de esa fecha, el ritmo de crecimiento se redujo, cayendo a sólo un
1,2% en los diez años anteriores al inicio de la década de 1980. Tras el
lanzamiento de la web a nivel mundial, la media variable aumentó al 2,5% en los
diez años previos a 2005. Pero luego cayó a apenas un 1% en la década previa a
2015. No debería sorprendernos. Como Robert Gordon de la Universidad de
Northwestern argumenta, el agua potable, el alcantarillado moderno, la
electricidad, el teléfono, la radio, la industria del petróleo, el motor de combustión
interna, el automóvil y el avión -todas las innovaciones de finales del siglo XIX y de
principios del siglo XX- fueron mucho más transformadoras que las tecnologías de
la información de los últimos 75 años. Algunos argumentan que las estadísticas no
miden la producción correctamente, al no capturar servicios gratuitos, como las
búsquedas, que generan importantes plusvalías. Y piense en los beneficios de la
luz eléctrica para los estudiantes.
6. Las nuevas tecnologías han conducido a una mayor desigualdad, por lo menos en
tres aspectos. Uno de ellos es el surgimiento de mercados donde el ganador se lo
lleva todo. Otro es el aumento de la globalización, y un último es la explosión de las
operaciones financieras y otras actividades financieras lucrativas.
7. Algunos sostienen que la llegada de los robots y la inteligencia artificial
transformarán los mercados de trabajo, haciendo que incluso habilidades muy
sofisticadas estén de más. Esto podría, de ser cierto, generar divisiones
fundamentales entre los propietarios de los robots y el resto de la población
como las que existen entre terratenientes y los campesinos sin tierra.
8. El aumento de las comunicaciones globales, de las enormes corporaciones
habilitadas con tecnología y del big data plantean preguntas difíciles sobre la
privacidad, la seguridad nacional, la capacidad fiscal y, en términos más
generales, la relación entre los gobiernos, las corporaciones y los ciudadanos.
Las tecnologías son herramientas. Ofrecen oportunidades y riesgos. Lo que
hacemos con ellas, como siempre, depende de nosotros.