El Día del Libro se originó en Cataluña en 1923 y fue aprobado por el rey Alfonso XIII de España en 1926. Se celebraba el 7 de octubre hasta que en 1930 se estableció definitivamente el 23 de abril, fecha que coincide con la muerte de importantes escritores como Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. En 1995, la UNESCO declaró el 23 de abril como Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor.
Vicente Quirarte (México, 1954) camina la ciudad, que es distinto a caminar en ella o por ella. La ausencia de preposición permite un contacto directo con el espacio urbano que fundamenta su literatura. En su poesía, prosa, ensayo, teatro y artículos periodísticos la poética del espacio o el espacio poético giran en torno a una idea que podríamos llamar «sociudad»: reuniendo así «ciudad», «sociedad», «suciedad» y «suicidio». Ciudad de México es la base sobre la que Vicente Quirarte asienta gran parte de sus personajes, historias y reflexiones. De este modo, la sociedad, uno de los focos principales del poeta mexicano, se desenvuelve en el escenario urbano. Además, la polución, las bajas clases sociales y los contrastes caracterizan a la antigua capital del imperio azteca, por lo que la suciedad genera un clima gris, nebuloso e incómodo que obstruye los valores que realmente definen a los mexicanos como sociedad. Por último, el suicidio de su padre y de su hermano (precisamente en la ciudad) influyen en la visión trascendental que Quirarte nos presenta de la literatura y del espacio urbano: queriendo y sufriendo a este último, elogiándolo y criticándolo. El poeta peatón vivió y sufrió algunos de los acontecimientos que más profundamente lo marcaron: la matanza de Tlatelolco en 1968, el terremoto de 1985, la crisis de 2004 y la guerra contra el narcotráfico que desmembra México y Latinoamérica desde 2006. En 2001, tres años después de doctorarse en Filosofía y Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México, publicó su tesis Elogio de la calle. Biografía literaria de la Ciudad de México 1850-1992. Seguramente la dirección de Rubén Bonifaz Nuño en este trabajo, y su influencia en el resto de su obra, lo empujaron a crear la dimensión social que aquí nombramos como «sociudad». La temática urbana está presente en la mayor parte de sus textos, bien de forma explícita: como en Enseres para sobrevivir en la ciudad (1994), El poeta en la calle (2005) o Amor de ciudad grande (2011); o bien inmersa en historias y personajes que giran en torno a un protagonista: la ciudad. Este «escenario natural de la historia» y de la Historia no es un simple telón de fondo en el que se representa una acción, es un asentamiento donde se gesta la vida, es un asentamiento que vive y es una vida que asienta a la sociedad, la cual goza y sufre la ciudad.
Vicente Quirarte (México, 1954) camina la ciudad, que es distinto a caminar en ella o por ella. La ausencia de preposición permite un contacto directo con el espacio urbano que fundamenta su literatura. En su poesía, prosa, ensayo, teatro y artículos periodísticos la poética del espacio o el espacio poético giran en torno a una idea que podríamos llamar «sociudad»: reuniendo así «ciudad», «sociedad», «suciedad» y «suicidio». Ciudad de México es la base sobre la que Vicente Quirarte asienta gran parte de sus personajes, historias y reflexiones. De este modo, la sociedad, uno de los focos principales del poeta mexicano, se desenvuelve en el escenario urbano. Además, la polución, las bajas clases sociales y los contrastes caracterizan a la antigua capital del imperio azteca, por lo que la suciedad genera un clima gris, nebuloso e incómodo que obstruye los valores que realmente definen a los mexicanos como sociedad. Por último, el suicidio de su padre y de su hermano (precisamente en la ciudad) influyen en la visión trascendental que Quirarte nos presenta de la literatura y del espacio urbano: queriendo y sufriendo a este último, elogiándolo y criticándolo. El poeta peatón vivió y sufrió algunos de los acontecimientos que más profundamente lo marcaron: la matanza de Tlatelolco en 1968, el terremoto de 1985, la crisis de 2004 y la guerra contra el narcotráfico que desmembra México y Latinoamérica desde 2006. En 2001, tres años después de doctorarse en Filosofía y Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México, publicó su tesis Elogio de la calle. Biografía literaria de la Ciudad de México 1850-1992. Seguramente la dirección de Rubén Bonifaz Nuño en este trabajo, y su influencia en el resto de su obra, lo empujaron a crear la dimensión social que aquí nombramos como «sociudad». La temática urbana está presente en la mayor parte de sus textos, bien de forma explícita: como en Enseres para sobrevivir en la ciudad (1994), El poeta en la calle (2005) o Amor de ciudad grande (2011); o bien inmersa en historias y personajes que giran en torno a un protagonista: la ciudad. Este «escenario natural de la historia» y de la Historia no es un simple telón de fondo en el que se representa una acción, es un asentamiento donde se gesta la vida, es un asentamiento que vive y es una vida que asienta a la sociedad, la cual goza y sufre la ciudad.
1. DÍA DEL
LIBRO
La idea original de la celebración del Día del
Libro partió de Cataluña, del escritor
valenciano Vicente Clavel Andrés, proponiéndola
a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona en
1923 y aprobada por el rey Alfonso XIII de
España en 1926. El 7 de Octubre de 1926 fue el
primer Día del Libro, poco después, en 1930, se
instaura definitivamente la fecha del 23 de
abril como Día del Libro, donde este día coincide
con San Jorge.
En 1995 el día del libro se convierte en una
FIESTA MUNDIAL. El Día del Libro fue
propuesto por la Unión Internacional de
Editores (UTE), y presentada por el gobierno
español a la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO). En 1995, se aprobó
proclamar el 23 de abril de cada año el "Día
Mundial del Libro y del Derecho de Autor".
El origen del día del libro se remonta a 1926. El 23 de abril de 1616 fallecían Cervantes,
Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega.
6. PREMIO
CERVANTES
2020
FRANCISCO BRINES
Generación de los 50
(Generación de los
Niños de la guerra)
A la Generación de los 50
pertenecen otros autores
como José Ángel Valente,
Jaime Gil de Biedma,
Claudio Rodríguez, José
Agustín Goytisolo, Ana
María Matute, Carmen
Martín Gaite, Luis Martín
Santos,…
Temas de su poesía:
• El paso del tiempo.
• La decadencia de todo lo vivo.
8. La vida me rodea, como en aquellos
años
ya perdidos, con el mismo esplendor
de un mundo eterno. La rosa cuchillada
de la mar, las derribadas luces
de los huertos, fragor de las palomas
en el aire, la vida en torno a mí,
cuando yo aún soy la vida.
Con el mismo esplendor, y envejecidos
ojos,
y un amor fatigado.
¿Cuál será la esperanza? Vivir aún;
y amar, mientras se agota el corazón,
un mundo fiel, aunque perecedero.
Amar el sueño roto de la vida
y, aunque no pudo ser, no maldecir
aquel antiguo engaño de lo eterno.
Y el pecho se consuela, porque sabe
que el mundo pudo ser una bella
verdad.
Cuando aún yo soy la vida
Vives ya en la estación del tiempo rezagado:
lo has llamado el otoño de las rosas.
Aspíralas y enciéndete. Y escucha
cuando el cielo se apague, el silencio del mundo.
El otoño de las rosas
9. La poesía da siempre vida y da compañía.
Los títulos de mis libros son distintos, pero todos obedecen a
una misma idea, que es la consideración que yo hago sobre la
vida.
Yo creo que las generaciones tienen puntos en común cuando
se inician, y son las que implican un cambio con respecto a
las generaciones anteriores. esos rasgos comunes, que al
principio definen generacionalmente al grupo, desaparecen
con el tiempo, y lo que queda es el rasgo individual de cada
uno de los poetas.