Este documento analiza los desafíos que enfrenta la sociedad colombiana para practicar realmente la paz, a pesar del apoyo público al proceso de paz con las FARC. Señala que aunque se habla mucho de paz, la intolerancia y la agresión son comunes en situaciones cotidianas. También critica que las víctimas del conflicto no tienen suficiente representación en las negociaciones de paz. Concluye que se requiere educar a la población, especialmente a los niños, en valores como la tolerancia y la resoluc

1. SENA
REGIONAL DISTRITO CAPITAL
CENTRO DE GESTION ADMINISTRATIVA
PROCESO DE PAZ EN UNA SOCIEDAD DE DOBLE MORAL
Por RAFAEL ENRIQUE RUIZ S.
En una sociedad como la nuestra en que a diario escuchamos repetir que “son más de 50
años de guerra en Colombia” la opinión pública parece estar en una comunión entorno a la
búsqueda de la paz con los grupos al margen de la ley. Sin embargo el otro lado de la moneda
parece ser el hecho de que a pesar que volvimos una “moda” hablar de paz, al parecer nuestra
sociedad no sabe o, al menos no demuestra que sabe lo que implica hacer y practicar la paz. Por
ello decidí desarrollar este análisis e ir en búsqueda de aquellos factores que han impedido en
nuestra sociedad que cada ser humano practique y viva una vida de paz.
Analizando los planteamientos en el actual proceso de paz que lleva el gobierno
colombiano con las FARC encontramos que los principales sectores estratégicos del país hacen
parte del debate: gremios económicos, clase política, ex generales de las fuerzas armadas y
asesores de paz. Sin embargo genera una especial curiosidad que una de los sectores más
afectadosporel conflicto armado no tiene una representación de peso, con voz y voto como son
lasvíctimas,aquellaspersonasque hanperdido sus tierras, sus familiares, incluso su libertad por
un conflicto del cual no tienen la culpa. Pero ello no para aquí, porque a pesar de que se han
invitado víctimas del conflicto a los proceso de La Habana, al parecer no encuentran un
representante directo que defienda sus intereses muy a pesar de la política de restitución de
tierras y otras políticas de víctimas que lleva el gobierno. Por supuesto que los demás factores
económicos, políticos y legales son indispensables para la firma de un acuerdo de paz, pero si
vamos a un futuro optimista en que se llegue a dicho acuerdo, aún hay un camino muy largo por
recorrer si hablamos de una sociedad educada y bien orientada hacia la paz y el progreso.
Para llegara dichaconclusión no hay que ir muy lejos: Sólo basta con tomar el transporte
públicoenundía entre semanay en horas pico para darnos cuenta que la tan usada y desgastada
paz de la que hablamos no se practica, y que la intolerancia de nuestra era ha llegado a límites

2. absurdos en que nos agredimos por obtener una silla o simplemente por subirnos a un bus. Por
supuesto que se han demostrado muchas inconsistencias y falta de organización en dichos
sistemas de transporte masivo, pero la tarea que tenemos como sociedad de procurar vivir de
maneradecorosacon nuestrossemejantesnose está haciendo y cada día la falta de tolerancia se
torna aún peor.
Además de ello, como hemos visto por los diferentes medios de comunicación, ahora
también las masas enardecidas han decidido tomar la justicia por sus manos cuando sucede un
robo, y bañan su honor con la sangre y la indefensión de un aparente delincuente en medio de
quince o veinte personas, lo que a los ojos de cualquier ser racional en un abuso en contra de
cualquierser humano y una afrenta a la aplicación de la ley que en cualquier caso es quien debe
juzgar y reprender la delincuencia. Pero más allá de esto hagámonos una pregunta: ¿Qué está
fallando en mí como ser humano que me lleva a dicha situación? Claro está que podemos
defendernoscuandoalguiennosagrede,figuraque el derechotipificacomo“legítimadefensa”en
la cual en una situación de agresión tengo la facultad de defenderme con igualdad de fuerza sin
que esto me implique una sanción legal, pero no cabe duda que quince personas agrediendo a
alguienque se presume esundelincuente no es igualdad de fuerza así que dichas situaciones no
cabendentrode la legítimadefensa.Nopretendodefenderaquienpordiferentesmotivosdecide
agredir a alguien por hurtar sus pertenencias, hemos visto cada día casos de personas que han
perdido la vida a causa de un robo y es triste ver los alcances a que ha llegado la delincuencia,
perocomo sociedadnoesnuestraobligacióncastigarsinodenunciar dicha conducta punible para
que sea juzgada y castigada dentro del marco de la ley.
Dichode otra manera:somosuna sociedadque pide la paz pero que no la practica. Niños
maltratadose inclusoabusadossexualmente porsusfamiliares,hombresymujeresasesinados en
crímenesaparentementepasionales,ataquesconácido,accidentesde tránsitocon consecuencias
fatalesporla intoleranciaenlasvías,jóvenesque practicanel suicidioa causa del bullying del que
son víctimas por pensar, verse o vestirse diferente, en fin, un sinnúmero de situaciones que
sucedenennuestrasociedadenque al parecernospreocupamosmáspor uninteréspersonal que
por trabajar por un bien común.
Es por ello indispensable que la educación en valores que debemos llevar en nuestros
hogares sea un factor inherente en nuestra sociedad, en el que se enseñe a nuestros niños a
trabajar en comunidad y a aprender a resolver sus conflictos de manera pacífica y buscando un

3. acuerdoenque ningunade las partesse veaen desventaja.Peronosólo son ellos quienes deben
aprender,somostodosquienesestamosenlaobligaciónde fomentar la tolerancia y la resolución
de conflictosde formano violenta,creandoespaciosde debate que permitan escuchar los puntos
de vistade cada quienyunirnoscada vez más en torno a la tolerancia y en general, la defensa de
los derechos humanos.
No cabe duda que el procesode paz que llevael gobiernoconlasFARCesapenas un inicio
enun conjuntode cambiosque debenllevarse ennuestropaísparalograr el progresoyla equidad
social, pero tiene suma importancia ya que se erige como punto de referencia para que en el
futuro el país recurra a solucionar sus conflictos exclusivamente de manera pacífica, a tal punto
que influya significativamente en la mentalidad de la sociedad colombiana a la hora de resolver
conflictos simples, como ceder una silla en el bus, o “hacer la fila” debidamente sin llegar a un
drama, valiéndonos de la tolerancia, aprendiendo como seres humanos a vernos en igualdad de
condiciones y vulnerabilidades y procurando siempre el respeto común.