El documento critica la democracia moderna y cómo ha sido influenciada por el mercado y el poder concentrado en una pequeña élite. Argumenta que la democracia y el socialismo ya no benefician al pueblo, sino que mantienen el status quo que favorece a los ricos. También señala cómo se usan conceptos como los derechos humanos y el desarrollo para distraer del verdadero control que ejerce la élite sobre todos los aspectos de la sociedad.

1. Sobre Mouseland.
Por: Laura Montoya Henao.
El video ilustrado del discurso de Tommy Douglas enseña nuestra
realidad de manera más liviana o un poco más fácil de
comprender. Basta con un ejemplo sencillo de animales para
entender los roles dentro de la sociedad, de los políticos o el
gobierno en sí, del pueblo y de forma más particular del hombre
en sí. Y las condiciones en las que todos ellos se encuentran.
Ésta corta, pero trascendental fábula evidencia cómo la sociedad
no permite obstrucciones que intenten moverse o salirse de los
patrones de normalidad ya estipulados y configurados, no hay
cómo ser o pensar diferente, pues estas lógicas aplastan y
moldean con reglas y correctivos a quienes si quiera lo
intenten.
Los códigos sociales (que aparentemente son tan normales, que
parecen casi naturales) no son elaborados para el pueblo o para
el beneficio del mismo, entonces éste se ve náufrago en un mar
de demandas de todo tipo, a lo que el gobierno responde con
cambios buenos aparentemente, modificaciones superficiales que
no son más que un velo negro que se deslizará con el pasar del
tiempo. Todos los que estamos fuera de ese prominente trono
somos objetos de uso para sus fines, somos masa ahormable
acomodada para sus ambiciosas pretensiones, porque no sería
correcto llamarlas necesidades.
Y como si fuera poco, cada que se acerca la temporada de
votaciones, los casi dueños del pueblo se aprovechan de esas
carencias tan grandes que la multitud tiene para comprar su
dignidad a cambio de saciar sus bocas, o su cuerpo, depende la
necesidad básica a medio suplirse. Hay una saturación de
promesas en el ambiente, pero al pasar de los días no hay
cumplimiento de estas, pues la elección ya se hizo y aunque
varios pelearon por quedar, continúo el poder en manos de uno de
los mismos, de otro de ellos.
Después de ser elegidos, para la resolución de conflictos o para
saciar demandas, el gobierno inicia a sacar un montón leyes que
maquilladas se perciben justas, positivas y con un buen fin,
pero detrás del disfraz éstas están contribuyendo aún más al
mismo gobierno, y en vez de solucionar los primeros problemas,
se generan unos segundos en diferentes o en el mismo sector.
Y peor aún, estos reyes intentan engañar el pueblo presentándose
como uno más de ellos, para que estos se sientan identificados y
así desnuden su confianza. Muchos sujetos caen en esta trampa,
sin mirar más allá del ver y darse cuenta que aunque parecen uno

2. más de nosotros viven como ellos y se encuentran en mejores
condiciones.
El discurso da un buen ejemplo al hablar de la medición de la
velocidad con la que se debe transitar, esta es cada vez más
baja. Esto da cuenta del esfuerzo que tienen que hacer las
personas por conseguir ese ideal que la misma sociedad les
implanta inconscientemente.
Ya encontrándonos frente a frente con la verdad, comprendemos
que aunque suene utópico, hay que arrancar con una gran solución
esos problemas de raíz, y que el ideal es que nuestro
representante allá se encuentre en nuestras mismas condiciones.
Y aunque la sociedad siga matando impulsos, movimientos y hasta
sujetos, las ideas nunca mueren y son las únicas que cambiarán
esta realidad.

3. La demencia de nuestros días.
Por: Laura Montoya Henao
Es claro que vivimos en un mundo donde todo tipo de poder está
concentrado en un porcentaje mínimo de personas, nosotros
estamos al otro lado. Tenemos aún más claro que para sostener
este mundo de mentiras la principal herramienta de
convencimiento es la ideológica, nuestras ideas, pensamientos y
hasta emociones más que un valor, tienen un precio. Dentro de
esas ideas ya vendidas se encuentra la democracia.
Me atrevería a decir que hasta la última cosa en este mundo ya
tiene dueño, lo mismo pasa con nuestro adorado sistema político.
La democracia al igual que cualquier socialismo barato que
exista en el mundo, ha dejado permearse completamente por el
mercado, como lo dije anteriormente, el poder sigue concentrado
ahí, y no se irá, cada vez se nos serán arrebatadas más
pertenencias e irán a parar allí, al mismo lugar.
En esta realidad tan desigual nos encontramos apartamos ricos y
pobres por un enorme abismo, los contados de la elite se
encuentran al otro lado, son ellos el que tienen el control
sobre nosotros, y sobre todo. Ellos están en la condición de
comprar y vender nuestro futuro, no estaría mal nombrarlos
destino. En su blanco de batalla tienen a quienes poseen
pertenencias que les serían útiles, después viene la guerra. En
su mandato tienen numerosos disfraces para entretenernos por un
rato, uno de ellos podría ser el de los derechos humanos, que
ahora reemplazan la verdadera justicia. Otro podría ser el de la
idea de desarrollo, que significa dañar la naturaleza y la vida
a favor del mismo progreso. Para terminar, no podemos confiar en
la democracia, ni en lo que trae ella consigo, pues se dejó
persuadir por la demencia de nuestros días.